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EL DESTINO LA HACE DE CUPIDO

CAPITULO 01. todo empezó mal.

Melinda, una chica que estaba cumpliendo 19 años, ya había pasado por una gran tragedia a sus 15 años. Su familia perdió todo, su padre cayó en un engaño empresarial donde perdió todo. Fue a la cárcel donde cometió suicidio, no soportó la crítica social. Nunca supo quién lo traicionó y el dolor de que su hermosa hija como su esposa fueran humilladas y echadas de todos los ámbitos sociales, como sus amigos le dieron la espalda… La madre de Melisa no pudo soportar la presión y las emociones la mataron de un ataque al corazón.

Didier (novio de Melisa) compró una casa a las afueras de la ciudad para que ella pudiera vivir; ella por ser menor de edad tuvo que escapar de los oficiales para no ser llevada a un orfanato, ya que no tenía quien viera por ella. (Didier era un hombre tres años mayor que ella, sus familias eran amigos, los dos se conocían desde la infancia) los padres de Didier al igual que todos le dieron la espalda, pero él se negó a alejarse de ella.

Melinda tuvo que dejar la escuela y buscar un trabajo; no le costó trabajo, ella era una chica alegre, muy positiva; a pesar de todo lo que vivió y la pérdida de sus padres no se dejó vencer, Didier fue el único que se quedó a su lado dándole ánimos y apoyo. Ella sacó fuerzas para seguir adelante y empezó a trabajar en una repostería, le encantaba hornear pasteles, galletas y otros postres.

La repostería tenía un área grande donde vendían pan, pasteles y dulces para llevar o para comer ahí mismo. El lugar era grande y lo manejaba una hermosa señora que se llama Sara; al principio dudó en contratarla, pero Melinda le mostró que a su corta edad ella sabía de repostería. Ella siempre cocinaba con su madre que le enseñó recetas de la familia y técnicas para que todo quedara perfecto, esa habilidad que tenía para la decoración era única de ella.

Sara se convirtió en una persona muy importante para ella, después de un tiempo trabajando con ella le contó una parte de su historia (Sara era una mujer que vivía sola, su hija falleció a la edad de 9 años por una enfermedad, su esposo la dejó; había algo más que no quiso contarle). Sara decidió adoptarla como hija de ella, para cuando cumplió 16 años la adopción se había dado, el lazo que las dos formaron fue muy fuerte.

Sara la mandó a que terminara sus estudios, por las mañanas estudiaba y por las tardes ayudaba en la repostería. Tenía sus propias recetas que las metieron entre las ventas, las cuales se convirtieron en un éxito; más de una vez sus pasteles fueron pedidos para fiestas, también eran muy vendidos por porciones entre sus clientes.

El tiempo pasó, la relación con la señora Sara era muy dulce, salió de la preparatoria, logró entrar a la universidad a estudiar gastronomía, era su pasión. La relación con Didier iba bien, aunque él nunca quiso convivir con sus compañeros de la universidad, ni con la señora Sara, siempre menospreció a todos a su alrededor; tres meses después de entrar a la universidad Melinda cumpliría sus 18 años, Didier le pidió que lo festejara con él y sus ex amigos, mismos que cuando pasó su tragedia le dieron la espalada.

Didier le dijo que todos querían verla y que estaban arrepentidos, que ese era su mundo del cual ella nunca debió salir, le dio tantas excusas y explicaciones que terminó convenciéndola.

Melinda tuvo que cancelar la fiesta que Sara le tenía preparada para ella y sus compañeros de la universidad para festejar su cumpleaños, aunque a Sara nunca le cayó bien Didier ella solo quería que Melinda fuera feliz, sin decir nada, solo la apoyó.

Melinda se hizo de una muy buena amiga en la universidad, su nombre era Carola, era su confidente y la que le ayudaba en la escuela, la escuchaba y hacían casi todas juntas.

Melinda le dijo a su amiga que no la podían invitar, ni festejar con ella porque su novio le tenía una sorpresa, aunque a Carola no le caía bien; le gustaba que su amiga fuera feliz, así que la animó a que se la pasara bien y disfrutara.

Didier le pidió que no llevara a nadie de la universidad, para que pudiera disfrutar de sus viejos amigos y de él.

Se llegó el día de su cumpleaños. Llegó de la universidad, se fue directo a su cuarto, se metió a bañar, al salir tomó su hermoso vestido de noche (era cerrado de la parte de arriba, manga larga y la espalda descubierta, un cinturón grueso en la cintura, la parte de abajo era una falda que llegaba a media pierna era un poco suelta, era de color negro, unas zapatillas cerradas, su peinado fue un poco recogido).

Una vez que estuvo lista salió del cuarto, Sara ya la esperaba con un hermoso regalo, era una caja pequeña; Melinda la abrazó y abrió su regalo, era una hermosa cadena bien detallada con un dije con la letra de su nombre M no muy grande, Sara se lo puso.

Melinda se despidió de Sara, tomo un taxi y fue directo al lugar que Didier le dijo. El lugar era un karaoke, un lugar muy elegante con precios muy altos; al llegar se fue directo a la sala que Didier había reservado para festejar su cumpleaños, estaba por entrar, medio abrió la puerta cuando escuchó la voz de uno de los invitados que tenía una conversación con Didier:

Mujer – ¡Didier! Vamos dinos, ¿Por qué haces todo esto? Todos sabemos que estás a punto de casarte con la hija del cuarto empresario más poderoso, ¿Por qué pierdes el tiempo así y te burlas de esa pobre?

Hombre 1 – ¡Cierto Didier! Mira que hacernos venir a festejar el cumpleaños de esa mujer, nunca nos cayó bien; si tú preguntas a cada uno de los que estamos aquí, te diríamos que le hablábamos porque convenía que su familia estuviera del lado de la nuestra, pero para todos era un fastidio estar con ella.

Didier se burla con una gran carcajada, dice con voz burlesca – Qué les puedo decir, es más por orgullo, esa mujer nunca ha querido estar conmigo y lo único que quiero es tener su cuerpo, una vez que lo logre; podré dejarla. Quiero saber qué se siente estar con una virgen y esta noche será el último día que tenga que estar con ella, nunca más regresaré a ese barrio bajo que me fastidia tanto.

Mujer 2 – ¿Como es eso posible? ¿Aún no logras tenerla? Tú, el hombre seductor, el gran Didier, tantos años para lograr acostarte con una mujer tan ordinaria como ella. Didier me desilusionas.

Didier – Bueno, qué te puedo decir, esa mujer es tan orgullosa y digna, que me la pone muy difícil; pero hoy no podrá evitarlo, mira este pequeño frasco que conseguí, es un afrodisíaco que pondré en su bebida. Ella misma me pedirá estar con ella, me rogará y suplicará que la haga mía.

Hombre 3 – ¡Qué asco tener que conseguir a una mujer de esa manera! Deberías dejarla ¿No crees que ya fue suficiente daño lo que tu familia le hizo? La dejaron en la calle, perdió a su familia, el desprestigio que le hicieron a su padre y todavía quieres hacerle más daño. Yo me largo, no me quedaré a apoyarte en tal bajeza.

Melinda al escuchar todo y como ese hombre iba a salir, se retiró de la puerta varios pasos, fingió que apenas iba llegando, el hombre salió del cuarto cuando la vio; Melinda lo mira y le dice con su voz dulce. -Hola, Humberto ¿Cómo estás?

Humberto la mira algo sorprendido con voz insegura, le dice – Hola Melinda, feliz cumpleaños, pásatela bien. Me retiro, me salió un problema, discúlpame y Melinda no tomes mucho.

Melinda lo mira y con una sonrisa en su rostro, una voz calmada le dice – Gracias Humberto, tú también cuídate, que todo te salga bien con tu problema.

Humberto no dijo más y pasó de largo dejándola ahí; Melinda se quedó parada sin saber qué hacer, se sentía muy molesta, frustrada, pero lo que más la inquietó fue lo que escuchó sobre la familia de él, eran los culpables de su desgracia; quería saber a qué se refería.

Tomó aire y decidió entrar y fingir que no sabía nada. Al entrar Didier fue el primero en levantarse, la abrazó y le dio un beso, ella lo aceptó, aunque rápido se quitó, todos los que estaban ahí la felicitaron de una manera tan seca que la incomodidad se sentía en el lugar.

Didier la dirigió a un gran sofá donde se sentaron los dos, estaban tres de las que en un tiempo se consideraban sus amigas, mismas que le dieron la espalda y 5 hombres que eran de su grupo de compañeros.

Melinda estaba furiosa, quería desquitarse, se quedó sentada; cuando le entregaron una bebida, hizo como que bebía, pero no la probó, empezó a observar a cada uno de ellos discretamente, quería saber dónde estaba la droga, ¿Quién la tenía?

Después de un rato Didier propuso a todos ir a un cuarto de hotel para seguir disfrutando y darle una gran sorpresa que le tenía, todos aceptaron; Melinda aceptó ir con ellos, quería hacerles pasar un mal rato, desquitar su coraje, salieron del lugar, se fueron a sus carros, ella se fue con Didier y otra de las mujeres, los demás cada uno tenía su carro. Lo siguieron y llegaron a uno de los grandes hoteles de la ciudad.

Al entrar uno de los amigos se acercó a recepción para solicitar una de las mejores habitaciones, todos estaban esperando en la entrada del elevador, pronto llegó con la llave del cuarto, todos subieron al elevador y se fueron a la última planta a uno de los mejores cuartos, al entrar todos se acomodaron, pronto llegó uno de los trabajadores del hotel con un pastel, champán, flores, vino, whisky y todo un servicio para festejar su cumpleaños.

Melinda sopló las velas y brindaron por su cumpleaños, ella no quería probar nada, solo fingía tomar. Después de un buen rato Melinda estaba sentada en uno de los sofás de la sala del hotel, cuando vio como Didier se levantaba y se acercaba a una de las mujeres que estaba en el minibar del cuarto, uno de los hombres quiso distraerla, pero ella vio como la mujer sacaba de su bolsa un pequeño frasco, toma una pastilla lo echaba en la copa de vino y se lo daba a él, regresó el bote a su bolsa que dejo en una silla.

Didier le entregó la copa a Melinda y la mujer le entregó unas bebidas a los demás para brindar, levantaron las copas para otro brindis; Didier estuvo muy atento a que ella lo tomara, ella hizo que tomara, todos la observaban.

Melinda se acercó lo suficiente a Didier haciendo un engaño para poder tirar la copa, todo le salió mucho mejor de lo que pudo haber planeado, la copa choca con la mano de Didier que le callo a una de las mujeres que estaba a un lado de ellos, chispeando a otro de los hombres, esto provocó que algunos trataran de hacerse a un lado chocando entre ellos y sus bebidas se derramaran en alguno de ellos.

Las mujeres corrieron al cuarto para limpiarse, cada uno de ellos busco como limpiarse, uno de ellos corrió al baño para tratar de quitar la mancha del vino, Melinda hizo que buscara algo para limpiar a Didier; en todo el caos aprovechó para acercarse a las bolsas y sacar el frasco de afrodisíaco y lo escondió entre sus ropas.

Tomó unas servilletas, fue a tratar de limpiar a Didier, después fue al minibar y sirvió unos vasos de whisky, unas copas de vino, para cada uno de ellos y le puso una pastilla a cada vaso, las revolvió hasta que se disolvieron, todos estaban tratando de limpiarse, distraídos.

Una vez que todos estuvieron juntos, Melinda se acercó con las bebidas y le dio una a cada uno, después regresó y se sirvió una copa de vino para ella, con una enorme sonrisa, emotivamente empieza a decir. - En disculpa les ofrezco estas bebidas, vamos a brindar todos juntos y hasta el fondo hay que bebernos todo como lo hacíamos antes, más que festejar mi cumpleaños; nuestro reencuentro como en los viejos tiempos.

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CAPITULO 2, una venganza, un castigo. (+18 capitulo para adulto)

Nadie sospechó nada, tomaron sus copas, brindaron y todos se lo tomaron de un trago al igual que ella; después de unos minutos, el afrodisíaco empezó a hacer efecto. Todos se empezaron a sentir extraños, Melinda cuando los miró que todo empezaba, fingió que iba al baño, tardó bastante tiempo; cuando salió miró como dos de los hombres se iban al cuarto con una de las chicas, se empezaron a emparejar, pero el chico que quedó solo se le acercó a Didier, que estaba tan fuera de sí que se dejó llevar por él, lo empezó a besar y acariciar, Didier siguió sus caricias dejándose tocar y siguiendo el beso.

Melinda tomó su teléfono y empezó a tomar fotos, ellos no reaccionaron, la droga era tan fuerte que no tenían más en su mente que la pasión que sentían, fue al cuarto y tomó fotos de lo que pasaba, tomó el celular de Didier, no fue difícil desbloquearlo tomó la mano de Didier y lo desbloqueó; tomó unas fotos de él, de lo apasionado que estaba con su amigo, mandó las fotos a todos los contactos de su celular, también los publicó en las redes sociales, haciendo que sus caras se vieran bien y lo que hacían.

Una vez que terminó, tomó el efectivo que todos traían, pensó: “a lo menos tienen que darme para festejar mi cumpleaños, después del mal rato que me hicieron pasar” una vez que tomo todo el efectivo da una ultima mirada y se da media vuelta para salir.

Salió de la habitacion, se fue directo al bar del hotel, pidió una copa de vino, estaba sentada en la barra, cuando mira a lo lejos una mesa con varios hombres y mujeres muy divertidos, menos uno de ellos que le llamó la atención.

El hombre estaba serio, tenía mala cara, una de las mujeres muy guapa y seductora, con muy buen cuerpo estaba tratando de seducirlo y se le acercaba, le acariciaba la pierna, tocaba su hombro, pero él más que disfrutar de la compañía se miraba molesto, más de una vez vio como el quitó sus manos y se hizo a un lado alejándose de ella.

Melinda estaba muy entretenida mirándolo, era un hombre de cabello negro, peinado muy elegante, traía una camisa blanca, un pantalón negro de vestir, se miraba de buen cuerpo y alto, el hombre perfecto físicamente, a lo menos era lo que ella miraba desde la distancia.

El hombre se levantó, lo siguió con la mirada, vio cómo se dirigía a los baños del lugar, siguió observando a los de la mesa y vio como la mujer le echaba algo a la bebida que el hombre estaba tomando.

Melinda sintió coraje, como era posible que cosas así pasaran, pensó: “sería bueno si lo ayudo o lo dejo así, no es mi problema” pero al final decidió ayudarlo; se levantó y fue a la parte de los baños a esperar que el hombre saliera para decirle lo que vio.

Cuando vio salir al hombre se le acerca, lo toma de la mano y lo jala a donde no pudieran verlos, a un lado de los baños que estaba medio oscuro.

El hombre no reacciona; solo se dejó llevar por el jalón, dieron varios pasos cuando él se para en seco y bruscamente quita su mano del agarre de ella, la mira fijamente.

El hombre con una voz ronca y muy serio le dice – ¡Señorita! ¿Qué le pasa? ¿Por qué me jala de esta manera? Es usted muy grosera.

Melinda voltea para verlo y mira su cara muy molesta, le dice con tranquilidad. – ¡Discúlpeme! pero quisiera decirle algo, si me permitiera unas palabras, tenga por seguro que es por su bien.

El hombre la mira de pies a cabeza muy curioso; le dice con tranquilidad. – Señorita si quería hablar conmigo solo debió pedírmelo, no jalarme de esta manera.

El hombre la mira muy atento de pies a cabeza, no pierde de vista ninguno de sus movimientos; Melinda sintió incómoda su mirada, aunque era un hombre muy bien parecido, atractivo y su voz gruesa tan varonil, esa mirada tan profunda la hacía sentir insegura, tragó saliva, nerviosa le dice. - Disculpé la agresividad con la que lo traje aquí; pero algo que no me gustan son las trampas y los abusos.

El hombre curioso le dice. – ¡Señorita! ¿Me dirá lo que quiere decirme? O ¿Me seguirá viendo de esa manera?

Melinda con algo de inseguridad le dice. – no es lo que está pensando, solo quería decirle, que esa mujer que está a su lado le puso algo a su bebida; usted sabe si me cree o cae en su trampa.

El hombre la mira algo curioso, no entendía por qué le decía eso, con una voz sería y ronca le dice. – ¡Gracias, señorita! lo tendré en cuenta.

Melinda después de escuchar sus palabras iba a pasar de largo y regresar a donde estaba sentada; al pasar por su lado, él la tomo del brazo, con su voz seria le dice – ¡Señorita! si lo que me dice es verdad, creo que le deberé una y no me gusta deberle nada a nadie; ¿Me podría decir su nombre? Para saber a quién buscar y pagarle este favor.

Melinda lo mira a sus ojos, por la oscuridad no logró ver su color, solo esa mirada intensa que la puso tan nerviosa, le dice. – mi nombre es Melinda y no me debe nada, solo que no me gusta ver ese tipo de artimañas, si me podría soltar, me gustaría regresar a mi lugar.

El hombre la solto, tranquilo le dice. – discúlpeme por tomarla así del brazo, pero usted se iba a ir y quería saber su nombre por lo menos.

Después de escuchar lo que el hombre le decía ella agachó su mirada sonrojada, se retiró a su lugar; pidió otra copa de vino, discretamente miraba hacia donde el hombre estaba con los demás.

El hombre al llegar se sentó, miró el vaso donde tenía su bebida, curioso por lo que Melinda le había dicho, miró a todos lo atento que estaban sobre él; la mujer tomó el vaso y se lo dio muy insistente en que lo tomara.

El hombre tomó el vaso, la mira con frialdad y un rostro aterrador, la mujer se puso muy nerviosa, su cuerpo empezó a temblar, estaba muy asustada.

El hombre le dio el vaso con la bebida y con una voz imponente le dice - ¿Por qué no la tomas? La bebida es buena, pruébala.

La mujer se le queda mirando insegura, todos los que estaban a su alrededor se empezaron a burlar entre ellos, se escuchaban que le decían “vamos bébela”, las carcajadas se hacían más intensas.

El hombre prácticamente con su mirada la obligaba a tomarse la bebida, ella con su mano muy nerviosa e insegura extiende la mano para tomar la bebida de una manera tan lenta e insegura.

Cuando el hombre le grita con su voz ronca y molesto – ¡TÓMALA! Me estás haciendo perder el tiempo, ¿Quiero ver como lo tomas?, vamos hazlo por tu voluntad o si no yo te obligaré y será peor para ti.

La mujer lo mira con los ojos muy abiertos sin saber qué hacer, no podía tomarse esa bebida, todos a su alrededor que sabían lo que había hecho, la incitaban a que lo tomara y se carcajeaban.

El hombre se acerca a ella, a su oído y le dice de manera amenazante – sé lo que le echaste a la bebida y quiero que la tomes para que sepas qué se siente; te doy la oportunidad de que tú escojas quien de ellos quieres que te atienda.

Lo tomas o prefieres ir a la cárcel y ten por seguro que te haré que la pases muy mal, te tendré ahí tanto como yo lo quiera, viviendo las peores cosas; Dime ¿Qué prefieres?

La mujer lo miraba con miedo, sabía que las amenazas de ese hombre no eran solo palabras, estaba temblando, toma el vaso con esfuerzo, lo lleva a su boca y le da un pequeño trago; el hombre con su voz amenazante le dice – tómalo todo de un trago, antes que yo tome la segunda opción por ti.

La mujer, sin pensarlo más, se toma la bebida de un trago, se levanta para irse, pero el hombre la toma del brazo y le dice con su voz gruesa y amenazante. – siéntate, te doy la oportunidad de que escojas a quien de estos prefieres, para que te atienda ese malestar, que en pocos minutos empezarás sentir o acaso ¿los quieres a todos?

Uno de los hombres inseguro le dice – ya déjala, yo me hago cargo; creo que ya te desquitaste lo suficiente con ella, no lo crees.

El hombre lo mira molesto y con su voz seria e indiferente le dice. – haz lo que quieras.

El hombre observa a su alrededor buscando a Melinda, la mira sentada en la barra sola y mira como ella los miraba; sus miradas se cruzaron, después de unos segundos de mirarse tan intensamente, Melinda reacciona, desvía su mirada a su copa, la toma, la lleva a su boca y le da un trago largo.

El hombre se levanta, ignorando lo que todos le decían, se va directo a donde ella estaba, al llegar a su lado toma una de las sillas, se sienta; le dice al barman que le dé un vaso de whisky y otra copa para ella.

Melinda lo mira muy atenta sin decir nada, esperando que él empezara a hablar, el barman le acercó la copa de vino que el hombre le pidió; ella no le despega la mirada esperando que hablara, él no decía nada, tomó su bebida y dio un largo trago, sentía su mirada tan intensa, voltea y la mira, le da una gran sonrisa seductora y vuelve a tomar de su bebida.

Melinda se estaba desesperando, no soportaba ese silencio, esa mirada tan intensa y esa sonrisa tan seductora, se sentía incómoda, no soportaba ese silencio, le dice molesta. – ¿Qué quiere?

El hombre sonríe aún más seductor, la mira intensamente y con su voz tan varonil le dice. – solo quiero agradecerte el favor, no me gusta deberle nada a nadie.

Melinda indiferente le dice. – no hace falta agradecer nada, ¿podría dejarme sola?

El hombre la sentía atractiva, su reacción y su indiferencia la sentía tan divertida; con su voz seductora le dice. – no estés a la defensiva, no quiero molestarte, solo esperaba poder agradecerte y claro si me permites poder conversar contigo.

Esta noche yo hubiera caído en una trampa y tú me salvaste; dime señorita, ¿qué de malo tiene que quiere conversar y regresarle el favor?

Melinda muy seria y molesta le dice. – yo quiero estar sola, no hace falta nada de agradecimiento y de hablar.

El hombre inquieto le dice. – tengo curiosidad, no sé por qué una mujer tan hermosa y joven quiere estar tan sola, ¿me explicas?

Melinda con ironía le dice. – no quisiera ser grosera, pero me haría el favor de dejarme sola.

El hombre con su voz imponente le dice. – ¿sabes qué? No quiero dejarla sola. Vamos Melinda, permítame acompañarla, además no es bueno que una dama esté sola y después del mal rato que pasé no tengo ganas de estar solo, me gustaría estar en buena compañía ¿Qué dices?

Melinda lo mira algo curiosa y tranquila le dice. - dígame ¿a usted quien le dijo que yo era buena compañía?

El hombre no la dejaba de ver y con una tranquilidad le dice – ¡Bueno! A lo menos conmigo lo fuiste y eso es suficiente para mí. ¿Aceptas mi compañía?

Melinda indiferente le dice. – como usted quiera.

Toma la copa que le pidió y la toma, él la mira muy curioso, era una chica guapa, se sentía atraído por ella.

Los dos empezaron a platicar; ella le dijo que estudia repostería y hablaron de cosas sin importancias del lugar, lugares que ella había visitado, de bebidas, pero no hablaron de cosas personales.

Los dos se fueron tomando confianza, disfrutando de su compañía, en eso llegó una mujer muy guapa y seductora con un gran escote, que dejaba ver su gran busto, muy corto dejando ver sus largas y lindas piernas, se acerca a él, seductora le dice. – Hola, ¿Cómo estás? Tienes mucho que no me hablas, te extraño.

El hombre la mira con cara de disgusto y con una seriedad le dice. – ¡Hola! He estado ocupado y como verás estoy ocupado, será en otra ocasión.

La mujer persistente le dice. – porque no te desocupas y pasamos una gran noche; vamos, deja esta niña y pasa un gran rato conmigo.

El hombre con su voz seria y molesta le dice. – te retiras, estoy ocupado o prefieres que le hable a seguridad para que te saquen.

La mujer se le acerca más, acaricia su rostro, trata de sentarse en sus piernas, cuando Melinda la toma del brazo y con su voz amenazante le dice. - ¿Qué no escuchó que se retirara o acaso está sorda? ¿Qué no ve que está ocupado? O aparte de sorda ¿Estás ciega?

La mujer la mira con furia, bruscamente zafa su brazo del agarre, levanta la mano para darle una bofetada, pero Melinda toma su mano y le da una cachetada tirándola al suelo; con su voz seria le dice. – en tu vida vuelvas a tratar de ponerme una mano encima o esta cachetada no será nada con lo que te puedo hacer ¿Entiendes mujer? No seas tan rogona, las mujeres debemos respetarnos, por mujeres como tú los hombres nos consideran tan fáciles y nos faltan el respeto; qué asco me dan las mujeres como tú.

Mira con furia al hombre, lo fulmina con su mirada y lo que más le molesta es la cara de él, tan divertido que estaba por ver la escena que se había dado entre las dos; se sintió tan molesta y furiosa con su voz llena de ira le dice. – mejor me voy, en mi vida había pasado tal escándalo y señor aprenda a respetar a personas como yo.

Que usted esté acostumbrado a tratar con ciertas personas tan ordinarias y no pueda dar el respeto a sus invitados es ofensivo, ¡que pase buenas noches!

Melinda se da la vuelta para retirarse, cuando él toma su mano tiernamente deteniéndola; le dice seductoramente . – ¡Cálmate, Melinda! Me disculpo por el mal rato que pasaste por mi culpa, ¿Me permite recompensarla? No se vaya así.

Melinda lo mira, era tan seductor y guapo; ese hombre era un encanto y sobre todo lo bien que se la estaba pasando.

Traga saliva para tratar de tranquilizar, le dice. – este tipo de espectáculos no me gustan, será mejor que me vaya y usted pueda arreglar sus asuntos con la señorita.

El hombre con su voz calmada le dice. – no tengo nada que arreglar con ella ¿Me permitiría invitarla a otro lugar? Para borrar este mal rato.

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CAPITULO 03 te haré olvidar ese mal rato.

Melinda sentía su mano en la de ella con tal suavidad, su mirada tan intensa que no la dejaban pensar.

Cierra sus ojos para tratar de controlar esa extraña sensación que sentía en todo su cuerpo, la sensación extraña sobre su mano con el agarre de él, insegura le dice. – quiero aclarar algo y que tenga en cuenta, yo no soy igual que sus hermosas amiguitas, no hay necesidad que pierda el tiempo conmigo, no terminaré en su cama, téngalo en cuenta.

El hombre la mira con una gran sonrisa y con su voz seductora le dice – creo que me estás malinterpretando, yo sé que no eres como ellas, créame, no estoy perdiendo el tiempo con usted, solo que estoy disfrutando de su compañía y sobre terminar en mi cama, pues sería difícil, yo no tengo mi cama aquí, tendría que llevarte a otro país para que estuvieras en ella y no aguantaría tanto para hacer eso.

Melinda se sentía muy extraña, cada palabra de él era tan seductora y lo más importante, ella no quería regresar a casa, no quería pensar en Didier, ni en lo que había hecho, mirándolo a los ojos, con una seriedad le dice. - dime ¿A dónde me quieres invitar? Y tal vez piense en acompañarte.

El hombre acomoda la mano de ella en su brazo y empieza a caminar hacia la salida, con una tranquilidad le dice– vamos a una discoteca, como que se me antoja bailar y divertirnos ¿Qué te parece?

Melinda se deja llevar por él sin decir nada, salen del bar, pasan por la recepción del hotel para salir de ahí.

Estaban por salir cuando se encuentra frente a una de sus ex-amigas, que fue la primera en darle la espalda y humillarla cuando perdió todo, al verla siente una gran punzada en el pecho, por los recuerdos de vida que había tenido con ella, la falsedad que siempre le demostró.

Melinda quiere pasar de largo e ignorarla, pero la mujer al verla se queda frente a ella impidiéndole seguir su paso.

La mujer con una enorme sonrisa y altanera le dice – ¡Hola Melinda! ¿Cómo estás? Miro que estás bien acompañada, dime ¿Has decidido vender tu cuerpo?, para recuperar lo que tenías, porque si es así yo te puedo apoyar, tengo varios conocidos que les encantaría contratar tus servicios.

Melinda la mira con odio llena de coraje, le dice con una voz dura y fuerte – ¡Hola Carolina! Muchas gracias por tu amabilidad, pero como podrás ver no lo necesito, no hace falta que compartas tus clientes conmigo.

Carolina se llenaba de coraje por la contestación que le dio, las personas que la acompañaban soltaron unas risitas discretas; ella no se pensaba dejar de Melinda, no iba a dejar que la humillara, llena de coraje le dice. – eres una sinvergüenza, a mí me respetas, tú no eres nadie, eres una pobretona que no tiene derecho siquiera a mirarme, nuestros niveles son muy diferentes.

Melinda con ironía y burlesca le dice. – en algo sí tienes razón, tú y yo somos muy diferentes, yo tengo dignidad; he conservado mi moral, valores, pero tú desde que te conozco eres la mujer más fácil, que se acuesta con quien sea, con tal de poder mantener esa vida de lujos que tienes.

Porque si alguien conoce la economía de tu familia soy yo y desde ya varios años están quebrados; Dime Carolina, ¿ya les mencionaste eso a tus amiguitas y a tus amigos? Porque supongo que aquí el caballero tendrá que llegar a un acuerdo millonario, para poder ir a conocer tu cama.

Carolina sentía furia, tenía ganas de agarrarla a golpes, humillarla; sin poder controlar su voz llena de furia le grita. - ¡Melinda! No tienes cara para decirme nada, si te estoy mirando en muy buena compañía.

Tengo una duda, dime ¿Didier por fin consiguió lo que quería? Tu primera vez o ¿Aún sigues virgen?, y decidiste venderla al mejor postor; porque todos sabemos que Didier solo buscaba llevarte a la cama y dejarte, vamos dime, estoy curiosa.

Melinda no puede controlar las expresiones de sorpresa, cómo era posible que todos supieran y ella nunca se dio cuenta, sentía una frustración; ese juego en el que cayó y la falsedad en la que vivía, le contesta con gran desprecio. – eso es algo que a ti no te importa, pero si gustas saber por qué no entras a sus perfiles en la red, jugamos un juego muy divertido.

Yo me voy, no tengo ganas de que esta noche tan buena para mí se arruine más con la basura.

Carolina voltea a ver al hombre que estaba a lado de Melinda y con ironía le dice. - aprovéchela bien y sea generoso, mire que ha conservado su virginidad por años y no se desilusione si no puede complacerlo bien, entiéndala el hambre la orilla a esto.

El hombre mira a Melinda que tenía sus manos en puñadas, miraba su furia, toma su mano con ternura y le dice con una calma. – señorita o señora la verdad no me interesa lo que sea, lo único que me importa es que me está molestando; quiero decirle una sola cosa “No vuelva a molestar a Melinda, no se le acerque, ni le dirija la palabra, que de esa boca tan sucia nunca más vuelva a salir el nombre de ella, lo entiende” tome mis palabras como usted quiera, pero no haga caso omiso a mis palabras.

Su amigo puede explicarle quien soy y que tanto le podría pasar si no me hace caso, ahora hágase a un lado que queremos pasar o ¿Tendré que hacerla a un lado?

El hombre que estaba al lado de Carolina bruscamente la toma del hombro quitándola para dejar el paso libre para ellos, le dice nervioso lleno de miedo. – Señor Astaroth, disculpe el atrevimiento y la molestia de esta mujer; si fue mucho el agravio solo quiero decir que no tengo ninguna relación con ella, yo nunca me atrevería a faltarle el respeto a usted o a su compañera.

Astaroth tomó la mano de Melinda, la colocó suavemente en su brazo y salió con ella sin decir más, Carolina trata de detenerla, pero el hombre a su lado la detuvo y con dureza le dice. – será mejor que no la vuelvas a molestar, ese hombre bien ganado tiene el apodo de Astaroth, que significa “príncipe del infierno” deberías dar gracias a que se haya ido y no tomará represalias por lo que dijiste a su mujer.

Astaroth se dirigió a una hermosa camioneta cerra que en ese país no se miraban, al menos que fuera una persona muy importante de gran riqueza, ayudó a Melinda a subir, dio la vuelta y subió a su lado, le indicó a su conductor que fuera al antro.

Melinda estaba furiosa, sentía ganas de salir de ahí y estar sola, voltea a verlo, molesta le dice. – discúlpame, pero preferiría irme, no me siento con ánimos de estar con nadie.

Astaroth con tranquilidad y seductoramente le dice. – ¿Por qué no me das la oportunidad de sacar de tu cabeza este mal rato? ¿Qué te parece si me acompañas a un mirador?

Melinda decaída le dice. - no creo que sea una buena compañía en este momento, solo déjame aquí.

Astaroth toma su mano la acaricia suavemente, le sonríe, seductoramente le dice. – no te puedo dejar ir así, mírate, estás temblando de coraje, ¿por qué no vienes conmigo? me cuentas qué te pasa, al fin de cuentas yo no pertenezco a tu círculo y no tengo a quien contarle nada de ti, ¡Vamos!, no me dejes solo esta noche, déjame apoyarte solo por esta vez.

Melinda lo mira, escucharlo la hacía sentir confianza, la tranquilizaba; dejándose llevar por esa voz tan seductora y el sentir la suavidad de su mano en la de ella, sin pensar mucho, le responde espontáneamente. – está bien, vamos.

Astaroth le da una gran sonrisa de vencedor y le dice al chófer con su voz animada. - vamos al mirador.

En todo el camino él no dejo de verla, su conversación era sin sentido, nada importante, hablaron de temas de la universidad, de lo bonita que era, de mujeres famosas, del espectáculo, temas que no tenía nada que ver ni con su vida ni con la de ella.

Después de 30 minutos llegaron al lugar, era en un cerro muy alto donde se miraba toda la ciudad, era una vista hermosa, en el lugar había una pequeña casa, en la orilla del cerro estaba una banca donde se podían sentar y observar todo el lugar, una mesa.

El chófer entró a la casa, sacó un vino y dos copas que puso en la mesa, se acercó a Astaroth; él le ordenó que se fuera, que le marcaba cuando quisieran regresar.

Melinda estaba fascinada con el lugar, la vista era hermosa, se sentó en la banca, Astaroth a un lado de ella, sirvió las dos copas de vino y le pasó una, seductoramente le dice – brindemos por ti y por mí.

Melinda toma la copa de vino y le dice con dulzura. – brindemos por nosotros, por habernos conocido y que hoy los dos libramos una mala cama.

Astaroth la mira curioso, inquieto le dice. – espera, aclárame algo ¿Cómo es eso que los dos libramos una mala cama? Más bien sería yo el que se salvó de eso.

Melinda se le quedó mirando, había hablado de más y tampoco le interesaba que supiera mucho de ella, aunque él estaba curioso sobre lo que dijo, quería saber a qué se refería.

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