Las campanas resonaron, y en aquella iglesia los gritos de emoción se hicieron bastante intensos. Todos gritaban alabando aquella boda. La música comenzo a sonar y pronto las puertas de la iglesia se abrieron para asi dejar pasar a la novia hacia el altar.
Todos estando de pie aplaudieron mientras Mellea caminaba con una gran sonrisa y un hermoso ramo de rosas hacia donde estaba Arthur.
El hermoso vestido de larga cola y bello velo hacia juego con su bello rostro y su dorada cabellera. Con una enorme sonrisa llego al altar y tomo la mano de su Arthur para asi ponerse de rodillas.
— Todos pueden sentarse — Dijo el padre a lo que todos se terminaron sentando. Mellea y Arthur se pusieron de rodillas mientras que como espectadores estaban amigos y familiares. De entre ellos los padres de Mellea y el hermano de Arthur, Alessandro.
El padre comenzo con la oración y después Mellea y Arthur dijeron sus votos y para finalizar el padre dijo la típica frase para asi dejar a ambos terminar en un beso que fue celebrado por todos.
Alessandro fue el único que se quedo sentado mirando aquella escena notoriamente molesto pero sin mas se puso de pie aplaudiendo.
— ( Pronto serás mía... mía y solo mía)...— Era lo que Alessandro pensó.
La boda terminó en una bella ceremonia en la que todos los invitados terminaron compartiendo momentos juntos. Durante un momento Mellea fue al tocador y tras disponerse a regresar a la ceremonia se topo con Alessandro.
El la miro notoriamente serio pero después le mostró una sonrisa para así darle una cajita.
— ¿Que es esto?...— Preguntó Mellea.
— Es mi regalo para ti. Te deseo lo mejor en tu matrimonio — Dijo Alessandro. Mellea sonrio y tomo la cajita para asi abrirla y ver una bella pulsera de Turmalina Pararaiba, una joya mucho más cara que el diamante.
— Es muy bonita. Muchas gracias — Dijo Mellea sonriendo. Justo en ese momento Arthur apareció y al ver a Alessandro sonrio.
— Tú me habías dicho que no ibas a venir, pero me alegra tenerte aqui!— Le dijo Arthur.
— ¿Perderme la boda de mi hermanito? Jamás. Jajaja. — Le dijo Alessandro a lo que ambos se dieron un abrazo.
— Jajaja, pero no nos quedemos aquí, la fiesta sigue!— Dijo Mellea caminando de regreso al salón.
— Claro, pero antes. Quiero felicitarte y hablar contigo Arthur — Le dijo Alessandro a Arthur.
— Bueno, los dejo — Dijo Mellea regresando al salón.
Una ves se fue Arthur se puso frente a Alessandro mostrándose feliz aun.
— Y de que querías hablar?— Preguntó Arthur.
— Quería felicitarte por conseguir a una mujer tan bella como esposa. Y pues claro te quería dar un regalo.— Le dijo dándole una cajita. Arthur la tomo y feliz abrió esta notando un anillo de plata con una diamante rojo incrustado.
— Oh wow, se ve grandioso. Jaja, muchas gracias!— Le dijo Arthur.
— No hay de que. Y disfruta tu matrimonio uno nunca suave cuanto puede durar... — Dijo Alessandro comenzando a caminar hacia el salón. Arthur no entendió muy bien pero no lo tomo mal e igual regreso al salón.
...
Finalmente la boca acabó y Mellea se fue a vivir con Arthur a un departamento. Apenas pasó una semana y estos ya estaban más que felices en su casa.
Durante ese dia, en la mañana Arthur había salido y Mellea habia regresado del trabajo durante el medio día. Las cosas eran tranquilas, había comprado algo para preparar de comer por lo que una sirvienta le ayudó a llevar todo a la cocina.
Por otro lado, en una carretera. Arthur estaba manejando hacia la ciudad vecina, era una carretera de tránsito alto pues habian camiones por todos lados. Mientras manejaba recibió una llamada era Alessandro.
— Hermano que pasa?. Estoy en la carretera — Le dijo Arthur.
— Lo se lose... solo quería despedirme de ti — Le dijo Alessandro.
— ¿Despedirte?. Jaja por qué o que?— Preguntó Arthur.
— Por qué se que jamás regresaras... Pero no te preocupes que cuidare bien de tu esposa~ — Le dijo Alessandro.
— ¿Que? ... — Dijo Arthur sorprendido cuando de repente una camioneta salio de la nada impactando con su auto.
Con el fuerte impacto el auto terminó volcandose hasta caer por un pequeño risco de apenas unos cuatro metros. Ahí el auto quedo de cabeza y lleno de sangre y heridas intento salir del árbol moribundo.
Escucho pasos y con la vista entreborrosa logro salir del auto. Ahi un hombre enorme, cuyo rostro estaba lleno de cicatrices se inclino hasta el.
— Esto fue por Ilinah... — Dijo él hombre mientras puntaba un arma a su cabeza.
— ¿Q-que..?... No ... se... de que hablas... Lla-Llama a una ambulancia.. — Dijo Arthur agonizando.
— Pudrete en el infierno...— Le dijo el hombre terminando por disparar el arma dejando ahí la bala en la cabeza de Arthur quien perdio la vida casi al instante.
...
La noche cayo y Mellea estaba llamando a Arthur pues había prometido que le llamaría durante esas horas. Sin embargo pasaba el rato y el no daba señales de vida. Supuso que se atareo o le surgio algo por lo que se dispuso a ir a dormir hasta que el teléfono sonó.
Emocionada corrio hasta el celular esperando que fuese el pero no era así. Era una llamada de Alessandro. Confundida por la hora tomo el móvil para responder la llamada.
— Alessandro... Buenas noches. ¿Pasa algo?— Preguntó Mellea.
— Mell... Mmh... Lo siento mucho... — Le dijo Alessandro.
— ¿Que?... ¿Por que?.. ¿Que pasa?. — Preguntó Mellea algo nerviosa.
— Arthur... Lamento ser quien te lo diga pero... Uff... Arthur sufrio un accidente... Murió...— Dijo él.
Escuchando tal noticia Mellea dejo caer el teléfono, negó con la cabeza y cayo de rodillas al suelo.
— No no no no... no no... ¡NOOOOOO!.... ¡NOO....!... ¡¿POR QUE!!?!....— Grito Mellea entre su llanto.
...
Al día siguiente, un funeral se estaba realizando. Mellea estaba junto al ataud que debido a lo mal que el cuerpo de Arthur había quedado, no podía ser abierto. Estaba arrodillada mientras sostenía un crucifijo en manos.
Mellea estaba inconsolable, el dolor por haberlo perdido a tan solo una semana de haberse casado la tenía devastada.
— ¿Por qué....?.... ¿Por que por que?..— Sé preguntaba mientras lloraba. Justo en ese momento Alessandro se acerco y se puso de rodillas a lado de ella. Mostrando su dolor Alessandro abrazo a Mellea y está de la misma manera lo abrazo buscando ambos consuelo uno en el otro.
...
Tras la trágica muerte de Arthur, Mellea quedó desolada y sola. Apenas llevaban una semana de casada cuando su amado partió de este mundo.
Alessandro, hermano mayor de Arthur; que por cierto era casi identico que el exceptuando que era más alto y robusto. Este mismo invito a Mellea a vivir con el para que ambos busquen sanar su dolor y ella... acepto.
Con esto dicho, Alessandro se llevó a Mellea a vivir con el...
Pero...
Nada era color de rosas...
Alessandro estaba enamorado de Mellea, durante su relación con Arthur el muchas veces intento conquistarla pero ella amaba a Arthur y rechazo todos sus intentos.
Ahora que el tenia la oportunidad de enamorarla, otros hubiesen tomado la decisión de conquistar a la mujer con detalles. Pero contrario a eso... Alessandro quizo que Mellea se enamorada de el por la fuerza...
Y así pasaron varios meses...
...
Apenas comenzaba a amanecer, el sol comenzaba a salir y por ende el despertador sonó en la habitación. Maya estaba despierta, podía notarse su rostro aterrado e hinchados de tanto llorar, no pudo dormir una vez más en esa noche y todo... Era culpa de Alessandro.
Con el sonido del despertador Alessandro desperto a lado de Mellea y se sento sobre la cama para después acercarse a ella abrazandola por la espalda.
— Buenos días corazón ~. — Le dijo él dando una suave mordida a su oreja.
Mellea solo se quedo en silencio y tembló ante aquello temiendo que quiera hacerle algo de nuevo.
— Gracias a ti dormí de maravilla... Estoy seguro de que también lo disfrutaste... — Fueron las palabras que el dijo mientras daba besos al cuello de Mellea. — En fin... Arréglate para bajar a desayunar — Dijo Alessandro terminando por levantarse de la cama para asi irse hasta el baño.
Apenas se fue Mellea comenzo a llorar en total silencio, cubrio su boca con ambas manos para no ser escuchada y después se sentó sobre la cama. Un dolor horrible en su cadera se hizo presente, ya llevaba tiempo con esos dolores...
Tan solo llevaba tres meses a lado de Alessandro, pero eso era suficiente para no querer desear más.
Con mucho dolor Mellea se levantó de la cama y se estiro un poco para después sacar de un cajón unas pastillas. Eran unas pastillas anticonceptivas y a parte unas pastillas para el dolor.
Se las tomo rápido y antes de que Alessandro saliera del baño ella ya se estaba vistiendo. Se miró frente al espejo y pudo ver su cuerpo lleno de moretones y chupetes, el no tenía piedad durante las noches.
Una vez cambiada Mellea y Alessandro bajaron al comedor en donde los sirvientes les prepararon el desayuno. Maya tenia prohibido hablar, el era de carácter bastante fuerte y se irritaba por casi todo y para no recibir golpes por su parte... era mejor estar callada.
— Pff... Patético...— Dijo Alessandro mientras leía el periódico. Mellea permaneció comiendo y después de unos minutos de pensar se dispuso a hablar.
— Puedo... Pedirte algo?— Preguntó ella algo nerviosa.
— ¿Mm?. ¿Que cosa?— Preguntó el de vuelta.
— Quiero... Ir al panteón... A ver.. — Dijo ella con la voz entre cortada, no solo le dolía lo que diría si no que temía que el le hiciera daño. — Quiero llevarle... flores a Arthur — Le dijo ella.
Con sus palabras Alessandro azotó el periodico contra la mesa suspiro pesado y después la miro.
— Elige las flores y pediré que alguien las lleve — Dijo Alessandro notándose lo molesto que estaba.
— Pero.... es que también... quiero ir... A rezar en su tumba...— Dijo Mellea temblando.
— ¿Y por qué harías eso?. Ya esta muerto. No te va a escuchar, mucho menos a responder. Preciosa, mejor empeñate en disfrutar de la vida conmigo — Le dijo el estirando su mano para acariciarle la mejilla.
— El me escucha... desde el cielo... El nos cuida... Por favor... permíteme... ir solo esta vez — Le dijo ella casi llorando.
— Ufh...— Suspiro el.
Enojado se puso de pie se estiro un poco y después camino hasta ella, muy salvajemente, le tomo del mentón con fuerza y le levanto hasta tenerla más cerca de su rostro. Ella lloro del miedo y solo intento alejarse de él.
— Escúchame muy bien... Te prohíbo... Pensar en el de nuevo. Tu ahora ERES MIA, asi que no pienses en otro hombre... menos en uno muerto — Dijo el para después lanzarla de nuevo a la silla. — Si aún quieres elige las flores.. yo se las llevare — Le dijo Alessandro terminando por irse del comedor.
Apenas se fue, Mellea comenzo a llorar llena de dolor, acaricio su rostro sintiendo el dolor por lo fuerte que le tomó. Estaba asustada y muy deprimida...
Llegando las 9 de la mañana, Alessandro estaba por irse, Mellea se acerco hasta el y le dio unas rosas blancas envueltas en un rosario.
— Por favor... lleváselas — Dijo Mellea, el se sentía repugnado por que pensara en su hermano y sin más tomo las rosas para después acercarse y agacharse hasta ella, le tomo del menton esta vez sin mucha fuerza y beso sus labios.
Sabía que si no le correspondía le iría mal, por lo que algo dolida Maya correspondio a ese horrible beso.
— Volveré en la noche... Ya sabes como recibirme — Le dijo él alejándose para asi salir de la casa. — a cierto... tu madre dijo que vendría — Le dijo el antes de salir.
Apenas se fue Mellea solamente regreso a la habitación en donde aprovecho para tomar otras píldoras para esta vez... dormir.
...
Por otro lado, Alessandro llegó al panteón una hora más tarde de salir de casa, fue hasta la tumba de su hermano en donde se paro frente a esta.
Miro la tumba con desprecio y despues con las rosas en manos solamente se agachó para así ponerse más cerca de la tumba.
— Pensar que siempre creyeron que éramos iguales... es repugnante. Jamás sería un débil como tu. Fuiste idiota al dejar que te mataran... Pero gracias a eso... Ahora tengo lo que siempre quice... Deberías de ver, lo bien que me monta todas las noches... — Dijo Alessandro para asi con sus manos arrancar las rosas de los tallos hasta desmadrar aquel ramo tan bello. Como cereza del pastel aquel rosario de hermosas piedras termino por todos lados alrededor de la tumba y después... Alessandro se marchó con una sonrisa en el rostro...
Pasando algunas horas, Mellea despertó cuando una sirvienta fue hasta ella.
— Señorita, su madre llegó y está abajo esperándola para comer — Le dijo la mujer.
— Ah ... gracias... iré en.. un minuto...— Dijo Mellea levantándose de la cama.
La mujer se fue y después de un rato Mellea también bajo para asi encontrar a su madre en el comedor.
— Hija, que alegría verte... ¿Cómo estas? — Preguntó la mujer.
— Mm... Bien — Dijo Mellea.
— Claro que no lo estas... Que te hizo ahora Alessandro?— Preguntó la mujer levantándose para ir hasta ella y abrazarla contra su pecho. Mellea no pudo evitarlo y lloro en sus brazos.
— Me duele todo... Es un monstruo... Quiero irme de aquí...— Dijo Mellea sollozando.
— Perdón por no poder hacer más por ti... Intente convencer a tu padre de que desistiera a la idea de entregarte por las acciones... Pero... te falle — Dijo la mujer llorando también.
— Ósea que... Ya no tengo opción?— Preguntó Mellea.
— Alessandro le entrego a tu padre acciones para la empresa... también le dio muchísimas... propiedades para la construcción de sus nuevos hoteles... todo a cambio de tu mano… — Dijo la mujer.
— No puedo creerlo...— Dijo Mellea sentándose en la silla.
— Pero... tengo una idea — Dijo su madre con una sonrisa.
— ¿Cuál?— Preguntó Mellea
— Tengo un guardado de dinero en el extranjero... Y un amigo que podría crearte un pasaporte falso... si lo logramos... podría sacarte del país para que escapes de Alessandro... sin embargo es algo tardado... ten paciencia — Dijo su madre tomando la mano de Mellea. Mellea asintió y le mostró una sonrisa para así después comer con ella.
...
Pasando algunas horas, su madre ya se había ido por lo que Mellea subió a la habitación en donde se dio un baño. Ya casi de noche, Mellea salió de la ducha y después fue hasta un cajón del que saco una lencería muy atrevida misma que estaba obligada a usar para Alessandro.
Una vez cambiada Mellea se sentó sobre la cama, con un rosario en manos mientras se ponía a rezar.
— Por favor... Dios que esto acabe pronto... te lo suplico — Dijo ella al terminar de rezar para después persinarse.
Escucho la puerta de la habitación abriéndose por lo que Mellea corrio hasta el cajon donde guardaba sus cosas y después guardo ahí el rosario. Sin embargo Alessandro la vio por lo que con calma camino hacia ella.
— ¿Que escondes?— Preguntó él. Mellea se quedó frente al cajón temiendo que lo abriera.
— N-nada...— Dijo ella algo nerviosa. Y es que ahi también guardaba sus anticonceptivos y pastillas.
— Me estas mintiendo?— Preguntó él de nuevo tomandola de las muñecas con fuerza para después recorrer su cuerpo con la mirada. — Te queda bien...~ — Dijo el sonriendo.
Después de esto la lanzo a la cama y abrió el cajon, Mellea intento detenerlo pero fue en vano el vio todo lo que tenia. Tomó primero las pastillas anticonceptivas y después de verlas la miro.
— Vaya... ¿acaso no quieres tener un hijo conmigo, tu futuro esposo?— Preguntó él.
— N-no... Yo....— Mellea tembló viendo la rabia en sus ojos y después retrocedio sobre la cama. Alessandro lanzó las pastillas y después molesto le tomó de una pierna jalandola hacia el. — Por favor no!!.... hoy no.... por favor te lo suplico....— Dijo ella llorando asustada.
— Callate!!!... ODIO ESCUCHAR TUS QUEJIDOS!— Grito el dándole una bofetada. Mellea se quedo callada y después el se puso sobre ella para así tomar su menton. — Yo quiero cuidarte... Te amo. Pero haces las coas difíciles... ¿Que tan difícil es hacerme caso?— Preguntó él.
— Por fa-vor... m-me.. duele mucho...— Dijo Mellea temblando.
El sonrio y después beso sus labios para poco a poco ir bajando hasta su cuello haciendo suaves chupetes. A su vez, sus manos apretaban el cuerpo de Mellea, dejando sin querer muchos moretones.
Mellea lloro en silencio rezando en su mente rogando por qué por favor el se detuviese...
...
Durante la noche, los sirvientes que trabajan haciendo algo de limpieza podían escuchar los gritos de dolor de Mellea al pasar por la habitación.
— Pobre de la señorita...— Dijo una de las sirvientas.
— Si, escuche que el señor es muy violento en la cama... pobre de ella...— Dijo otra de ellas. Ambas frente a la puerta de la habitación.
Sin más ambas se fueron mientras que en el interior de la habitación Maya estaba sufriendo y gritando de dolor.
Teniéndola contra la cama, con las manos atadas en la espalda, embestia su cuerpo con mucha fuerza a la vez que jalaba de su cabello. El siguió con esos movimientos a la vez que usaba una soga para hacer algunas marcas en su cuerpo con azotes, era una soga rasposa y dura misma que con cada azote dejaba una marca roja y con rastro de sangre. La estaba castigando...
Siguió así por un buen rato, hasta que por el dolor... Mellea quedo inconsciente.
— Ah... — Suspiro el dejándola sobre la cama para después desatar sus manos.
Una vez la desató la dejo sobre la cama y despues se levanto de la misma caminando hasta una mesa de donde tomó un teléfono.
— Quiero que traigas pomadas, vendas, alcohol... Y también algunos analgésicos. Te doy 10 minutos — Dijo al teléfono para despues colgar.
10 minutos después un hombre le entrego las cosas y con estas en mano fue hasta la cama en donde se sento a lado de Mellea.
Saco el alcohol y mojando un paño limpio las heridas de Mellea, pudo ver como el rostro de ella hizo expresión de dolor por lo que se agacho hasta las heridas para asi soplar un poco.
Una vez lo hizo aplico las pomadas en las heridas, vendo sus muñecas en donde tenía desgarres por los amarres y acto seguido hizo uso de una inyección para aplicar el analgésico.
Apenas lo hizo le quito aquella lencería a Mellea y después le puso un bluson para dormir, la arropó con la manta y después beso su frente.
— Perdóname...— Susurro el.
Sabía bien lo mal que hacia, pero se sentía sin control absoluto sobre si mismo.
Finalmente se acostó a lado de Mellea y sin acercarse para no lastimarla miro su rostro dormido...
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