Dicen por ahí que algunas personas nacen con estrella y otras estrelladas, si tal vez, pero estrelladas contra el piso eso era lo que yo creía, en esa etapa de mi vida ese era mi pensamiento no sabía por qué me había tocado esta vida, pero no me quedaba de otra más que tratar de sobrevivir, mi nombre es Abigaíl Ponce y esta es mi historia, tengo que contarles mis inicios para que puedan entender del porqué de mi dependencia y de todas mis inseguridades, así que acompáñenme para que puedan entender todo lo que tuve que vivir hasta el día de hoy a mis sesenta años de vida.
Yo nací en un pueblo en el estado de Michoacán, fui la séptima hija, o al menos eso era lo que yo suponía, ya después entenderán por qué, yo era la pequeña en mi familia mis padres ya eran de una edad avanzada y la penúltima de mis hermanas me llevaba como unos catorce años, éramos de escasos recursos, cuatro varones y tres mujeres conmigo, desde que tengo uso de razón, dentro de mi casa tenía que cumplir ciertas reglas, no sabía por qué pero tenía que llevarlas a cabo al pie de la letra, como por ejemplo yo no podía sentarme a la mesa a comer con mis padres y mis hermanos, hasta que terminaran ya podía yo acercarme y tomar asiento si tenía suerte alcanzaba algo de comida, que casi siempre nunca me dejaban nada, a un principio medio me acuerdo que lloraba y me enojaba pero como veía que no obtenía nada y solo conseguía unos buenos golpes por ponerme así, ya sea mi papá o mamá o alguno de mis hermanos varones, que entraban según ellos a mi educación.
Mejor optaba por comer las sobras, recuerdo un día que no había comido nada porque no alcance, tenía demasiada hambre, yo tenía que tratar de sobrevivir, mi ventaja era que vivía en el campo, así que encontré un árbol pequeño que daba una fruta pequeña de color amarillo así que ignoraba si eran buenas o no, yo solamente la corte la abrí y me gusto, eran deliciosas y había varios árboles silvestres en el campo, así que desde ese día esa fruta era mi alimento principal un tiempo después, conocí su nombre eran nísperos, que hasta la fecha me siguen encantando, creo que gracias a esos árboles y a la comida que mi hermana Sandra me guardaba logre sobrevivir, ella era la única que me defendía y se preocupaba por mí, la quería mucho.
Llego el día en que tuve que ir a la escuela, la verdad estaba tan delgada que parecía que el viento me llevaría, seguramente era por la falta de alimento pero bueno ya estaba adaptada, a la escasez, recuerdo que mi mamá se peleó con mi papá y mis hermanos unos días antes porque ellos no querían que fuera a la escuela, decía que tenía que aprender a leer y escribir, que eso si me iba a dar, aunque se opusieran, como yo era la que tenía que atenderlos, quien les tendía su cama, lavaba su ropa les hacía los mandados y así puedo contarles infinidad de tareas que tenía que realizar para ellos, pero eso es lo único que le agradezco a mi madre, darme la oportunidad de estudiar, aunque usaba la ropa que dejaban mis hermanas trataba de cuidar lo poco que tenía, así que la pobreza y la miseria era lo único que conocía.
Pasaron los años, empecé a crecer, así que comencé analizar y a ver las cosas, claramente me daba cuenta de la preferencia de mis padres hacia mis hermanos, su trato con ellos era diferente y a mí me trataban como la sirvienta, de la casa yo no comprendía ¿por qué?, le preguntaba yo a mamá si a mí no me querían, porque me trataban de esa forma tan desigual, su respuesta era, ¡eres la menor y debes obedecer a tus mayores!, ignorancia tal vez, pero no tenía de otra así que tuve que seguir, cuando termine la primaria, papá enfermo era un hombre de campo, le gustaba la bebida y su salud se deterioró mucho y murió, lamentablemente al faltar él, las cosas empeoraron para todos, mis hermanos tomaron el papel de padres y comenzaron a maltratarnos a mí y a mis hermanas, como ellas ya eran grandes decidieron irse de casa, buscaron esposos, se casaron y se fueron.
Cuando mi hermana Sandra se fue, yo sentí que moría, las dos nos abrazamos y lloramos desconsoladamente, me dijo que la perdonara, que lo único que lamentaba de marcharse era dejarme a mí, aquí sola, pero que tenía que hacer su vida que se había enamorado y su esposo se la llevaría a vivir a la capital, pero que nos escribiríamos todos los días para estar en contacto y poder saber de mí y yo de ella, me dio su dirección se dio la vuelta y se marchó, yo no quería soltarla le pedí que me llevara con ella, solo dijo por favor cuida a mamá, no la volví a ver solo varios años después, que podía hacer solo tenía doce años, así que traté de portarme lo mejor posible, ayudarle a mamá y continuar con mi vida llena de maltrato.
Pasaron cuatro años más, desde que mi hermana se fue, de vez en cuando recibía una carta de ella con unas cuantas palabras, donde me contaba que tenía dos hijos un niño y una pequeña recién nacida, moría de ganas de verla, pero no podía, mi mamá estaba muy enferma y yo tenía que hacerme cargo de toda mi casa y aparte atender a mis hermanos, que dos de ellos ya se habían casado y se llevaron a sus mujeres a vivir ahí con ellos, mi única ventaja era que ya había terminado la secundaria y mamá me metió a una escuela de secretariado donde en dos años salía con una carrera técnica, que solo contaba los días para terminar y poderme marchar para siempre de ahí.
Mi madre estaba muriendo, yo tenía tan solo catorce años, ella era lo único que me quedaba, si se marchaba que iba a ser de mí, la falta de dinero sin medicamentos y su edad avanzada las posibilidades eran casi nulas, como quiera que hubiera sido, al final mamá me apoyo con la escuela, sentía que aunque sea, me tenía un poco de cariño, pero apenas acababa de entrar a la carrera técnica y pagaba una colegiatura, no era mucho pero yo no tenía ni un centavo.
Paso lo que tenía que suceder, por la madrugada mamá murió en mis brazos, le decía que no se marchara que no me dejara, que iba a ser de mí pero de nada sirvieron mis palabras, ella cerró sus ojos para siempre, se le dio sepultura fueron todos mis hermanos con su familia, menos mi hermana Sandra que se disculpó por su ausencia, diciendo que no podría venir por sus niños pequeños, ni modo quería verla pero no se pudo, al regresar a casa del sepelio mis hermanos se acerca a mí, me dijeron que querían hablar conmigo, ahí estaban casi todo menos Maria que era de mis hermanas la mayor y Sandra por supuesto y entonces en ese momento me soltaron la bomba.
Me dijeron que tomara mis cosas y que me marchara en ese momento sentí como una cubetada de agua fría, no pude evitar ponerme a llorar les decía que adonde iría que seria de mí, porque me hacían esto, si ellos eran mi familia mis hermanos y me echaban a la calle, entonces se empezaron a reír --¡tus hermanos, de que estás hablando, tú no eres nuestra hermana, simplemente eres una recogida, que mis padres aceptaron por evitar la vergüenza y la deshonra que sufrió nuestra hermana, al tener un hijo a tan corta edad fuera del matrimonio!-- de que están hablando, ¿Quién? ¿Cómo? No comprendo, --eres tonta o que ya toma tus cosas y largo, bastante hemos hecho con soportarte todos estos años, nuestros padres nos prohibieron decirte la verdad, no estábamos de acuerdo con que te tomarán como su hija, solo a cambio de nuestro silencio les pedimos que te tratarán solo como lo que eras una recogida y nada más,-- por lo menos díganme, quien es mi madre, por un momento pensé en Sandra que era la única que me trataba bien, pero, era muy chica cuando yo nací, --está bien te lo diremos tu madre es ¡Maria!,-- ella era mi madre, si apenas me miraba jamás hablaba conmigo, me veía cerca y se marchaba, me trataba como la peste, como ella podría ser la mujer que me trajo al mundo, fui a la habitación de mamá donde yo también dormía, a recoger lo poco que tenía para marcharme de ese lugar, ahí fue donde comprendí todo, la que yo creía mi madre era mi abuela y mis hermanos eran mis tíos, ellos me odiaron por ser una hija fuera del matrimonio, sé que en la actualidad eso ya no es importante, pero en el tiempo en el que yo nací, si lo era la ignorancia y el machismo iban de la mano.
Lo poco que tenía lo guarde en una vieja sabana, le hice un nudo, le di una última mirada al lugar que creía mi hogar y sin mirar atrás con los ojos llenos de lágrimas, bajo la mirada de desprecio de mis tíos me fui de ese lugar, camine hasta llegar al pueblo, solo pensaba en que haría donde pasaría la noche, amigos no tenía mi rutina era de mi casa a la escuela y viceversa por todas las obligaciones que debía cumplir, yo no tenía vida si llegaba tarde, eran golpes o regaños seguros, así que llegue a la plaza principal de mi pueblo, me senté en una banca a descansar, me sentía sumamente sola.
Pasaron varias horas y fue cuando tome la decisión de hablar con ella, con Maria al fin y al cabo era mi madre, solo vivía a unas cuantas cuadras de donde me encontraba, se había casado y tenía dos hijos, esos pequeños eran mis medios hermanos no podía creer, como mi vida había cambiado de un momento a otro, me encontraba parada de pie frente a su puerta, la había visto unos instantes solamente en el funeral, estaba nerviosa, me arme de valor y toque la puerta, espere unos minutos y abren, ahí estaba ella parada frente a mí, me imagino que sabía por qué me encontraba en su casa.
--Abigaíl, que haces aquí-- necesito que me ayudes, me echaron de casa, --sabes que no puedo-- no puedes o no quieres son cosas diferentes, no tengo dinero ni a donde ir, dormiría en la calle además eres mi madre, -- calla te pueden oír,-- porque, tengo muchas preguntas, acaso te obligaron a regalarme con ellos, te prohibieron acercarte a mí, ayudarme o tan siquiera defenderme, no te quedes callada responde, --baja la voz, no nadie me obligo, yo renuncie a ti, no me interesaba ser madre, tu padre me dejo sola y me abandono, solo tenía dieciséis años que iba a ser con una niña, escúchame bien, no quiero que me vuelvas a buscar, yo no voy a arriesgar mi matrimonio y familia por ti, ellos no saben que eres mi hija, solo mi hermana y no pienso cambiar nada de eso, ten este dinero te servirá para que duermas en una posada por un tiempo es lo único que puedo hacer por ti,-- no tuve más remedio que tomarlo, solo pensaba como podía ser tan egoísta y una madre tan desnaturalizada, cuando iba a cerrar la puerta, la detuve con el pie, espera antes de que te marches necesito saber una cosa, quien es mi padre, --para que nunca le importaste,-- ya lo sé, solo necesito saberlo, --bueno si eso quieres y con eso te iras y jamas volverás a buscarme te lo dire, Román Dominguez,-- el adiministrador del rancho San Francisco, solo asiente con la cabeza cierra la puerta y desaparece detrás.
Busque un lugar, para dormir, con el dinero que Maria me dio, estaba bastante asustada, era la primera noche, que dormiría fuera de mi casa, solo era una niña tenía catorce años, no sabía que hacer, no quería dejar la escuela, pero ahora que mamá no estaba quien me la pagaría, no tenía dinero.
A la mañana siguiente me presente al colegio, los maestros sabían de mi pérdida, no dijeron nada de los días que me ausente, incluso me comentaron que como me encontraba, si no necesitaba más tiempo, la verdad quería aprovechar al máximo los días que me quedaban hasta la siguiente colegiatura, no sabía que iba a ser de mí, pero pronto debía buscar un trabajo para poder comer, ya que el dinero no me duraría mucho, al salir de clases me dirigí a lugar donde trabaja mi supuesto padre él era mi última esperanza.
Al llegar al lugar donde me indicaron que se encontraba, lo vi estaba sentado en su escritorio trabajando, salude y levantó su rostro, lo conocía de lejos era un pueblo pequeño, Román Domínguez, --si quien pregunta,-- soy Abigaíl y según mi madre soy tu hija, le solté la bomba como va, se paró de golpe de su asiento, me mira de arriba abajo, no me quitaba la mirada de encima pero no decía palabra alguna, --si esto es una broma, es de muy mal gusto-- veía para todos lados a ver si había alguien que quería burlarse de él -- no es ninguna broma, es verdad, --a sí y de donde sacas semejante cosa, quien es tu madre,-- Maria Ponce, solo vi como su rostro palideció, --si tuvimos algo que ver hace varios años,-- catorce para ser exacta, --decía que estaba embarazada de mí, pero como saber que en verdad eres mi hija,-- pues si lo dices debe serlo no crees, --ella pudo haber estado con alguien más,-- mira yo no puedo discutir eso, solo te puedo decir que mi abuela murió, me echaron a la calle, Maria no me reconoce como su hija y estoy sola sin dinero y a punto de perder mi escuela, tú eres el único que me puede ayudar.
--Te diré algo, en mi familia tenemos una marca de nacimiento muy predominante, yo la tengo, también mis hijos la tienen y mis hermanos,-- se da la vuelta, se levanta la camisa y me enseña un enorme lunar en la espalda, era como una gran mancha de color café, en mi rostro se dibujó una leve sonrisa, me doy la vuelta me levanto mi blusa y le enseño mi espalda, ahí estaba ese enorme lunar, que mi abuela trataba de quitar tallándome fuertemente, pero terminó por darse por vencida, solo vi como se le abrieron los ojos y solo golpeó su frente.
-- No puede ser en verdad eres mi hija, te ayudaré,-- lo único que paso por mi mente fue bendita mancha, -- mira no puedo llevarte conmigo a casa, tengo familia necesito prepararlos para que te acepten, pero te puedes quedar aquí, en la parte de arriba, hay una bodega con un pequeño cuarto con un baño, que uso para dormir cuando tengo mucho trabajo y me quedo hasta tarde, no tengo mucho dinero, pero te puedo traer comida y darte lo esencial para vivir,-- sabes lo único que quiero es me ayudes con la escuela, necesito terminar mi carrera técnica y tener mi certificado de secretaria, por comida y cosas ya me las arreglaré buscaré trabajo, --pero si eres muy joven todavía,-- si pero soy fuerte, ante la adversidad trataba de mantenerme positiva.
Fui por mis cosas y me instalé en el lugar, era muy pequeño, pero para mí eso era suficiente, --no te preocupes avisaré a todos que tú estarás aquí, pero donde están tus cosas,-- aquí le señales el pequeño bulto, --solo tienes eso,-- no dijo más se dio la vuelta y se marchó.
Pasaron rápidamente dos años, mi papá cumplió su promesa, pago mi colegiatura, pero nunca me llevo con su familia, me imagino que nunca tuvo el valor para decirles, pero eso a mí realmente no me importaba, encontré un trabajo de mesera no me pagaban, porque según ellos era menor de edad, pero dejaban que me quedara con las propinas y me daban alimento, ya con eso pude salir adelante, en mi mente solo tenía un objetivo, juntar dinero para irme a la capital, buscar a mi hermana y vivir una temporada con ella, en lo que buscaba un trabajo ya con mi certificado, la relación que yo tenía con mi padre no era muy buena, nunca hubo esa conexión para que yo pudiera vivir con él y notaba que eso a él no le importaba, así que yo tenía que buscar mi propio camino, ya tenía dieciséis años en ese momento, ya no me sentía tan pequeña, estuve ahorrado todo lo que pude, hasta llegar el día de mi graduación.
Por fin entregaron los papeles en la escuela, mi padre fue mi único familiar presente, le agradecí de todo corazón lo que me dio y le explique mis planes, no quería que me marchara, incluso me prometió que ahora si le diría a su familia, pero la decisión estaba tomada, que caso tenía destruir su hogar si no me aceptaban, fue la última vez que lo vi hasta muchísimos años después.
Al día siguiente hice mi maleta, guarde mis cosas y partí rumbo a la capital, en busca de mi querida hermana Sandra, ya tenía bastante tiempo de no saber de ella, deje de pronto de recibir sus cartas, así que con la dirección en la mano fui a buscar mis sueños, jamás había salido del pueblo, menos tomar un autobús, así que enfrentarme sola a la capital, sería todo un reto y como lo dije fue; para mí la ciudad era un verdadero monstruo, pero como pude llegue hasta donde ella vivía, era un departamento pequeño no estaba mal, así que me acerque a la puerta y toque varias veces, después de un rato escucho que se acercaron abrir, era mi querida hermana que no veía hace ya muchos años.
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