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Entre Tres

Capítulo 1

—¡Violetta Samz Roberts!—Escucho gritar a mi madre. Tomo la almohada colocándola encima de mi cabeza con el objetivo de alejar  todo ruido y poder seguir durmiendo. ¿Por qué es tan difícil dormir en esta casa? No hay respeto por el sueño ajeno.—Gruño molesta. 

—¡Violetta! Abre la puerta en este instante—Insiste. Si, definitivamente no podré dormir. La puerta de mi habitación es aporreada con fuerza. Mi madre, mi dulce madre. Lo irónico de esa afirmación provoca que sonría. 

—Cariño déjala dormir—Escucho la voz de papá del otro lado intercediendo por mi. ¡Qué haría yo sin ese hombre!—pienso agradeciendo su intervención. 

—¡Edward Samz! Te dije que no te metieras. —Regaña mamá al otro lado. Puedo asegurar que se encuentra bastante enojada, es la única razón para llamar a mi padre por su nombre completo. La situación tiene que ser muy grave si eso sucede. 

Antes de abrir la puerta busco en mi memoria qué cosa hice para provocar el enojo de mi madre, porque de algo estoy segura, si ella se encuentra golpeando mi puerta a las...— miro el reloj para confirmar la hora...—Nueve de la mañana es porque el problema tiene que ver conmigo y la situación no es favorecedora para mi. Pero por  más que busco no encuentro nada, así que reúno el valor suficiente y abro la puerta para terminar con la agonía . 

—¿Cómo amanecen los padres más hermosos del planeta tierra?—Pregunto alzando una plegaria al cielo para que el enojo de mamá no me salpique demasiado.

—Te espero en la cocina en diez minutos—Ordena sin molestarse en contestar la pregunta. Inicia el recorrido para descender por las escaleras sin darme ni los buenos días. Eso solo significa que estoy metida en un gran problema.

—¿Es muy grave?—Pregunto a mi padre que se ha quedado recargado en la puerta. Conozco la respuesta de sobra, mi madre no suele molestarse, pero cuando lo hace es porque su paciencia ha llegado al límite hasta desbordarse. 

Asiente en mi dirección. Trago saliva al sentir el miedo apoderarse de mi. Lo peor del caso es que no logro recordar lo que hice para enojarla tanto. Es hora de encomendarme a todos los santos, aunque tengo la leve sospecha de que ni ellos podrán ayudarme esta vez.

—Es mejor que bajes y no la hagas enojar más de lo que está. Tendrás que enfrentarla  sola, no tengo voz ni voto en este asunto; la última vez que metí mis narices me envió a dormir a la habitación de huésped—Mi preocupación aumenta de forma sorprende al escucharlo.— Vamos Violetta, recuerda que fue lo que hiciste, es la única forma de tener una excusa preparada antes de enfrentarla.—No tardes—Finaliza besando mi frente para luego tomar el mismo camino que tomó mamá.

Entro al baño, tomo una ducha rápida y me dispongo a bajar para enfrentar mi triste destino. Al entrar a la cocina encuentro a mis padres discutiendo y a Bertha queriendo salir corriendo de aquel lugar. —Sé lo que sientes Bertha, sé lo que sientes.

Aclaro mi garganta llamando su atención.

—Siéntate y desayuna. Cuando termines hablaremos.

Si algo tiene de positivo tener  una madre un tanto estricta como la mía, es que para ella, los desayunos, los almuerzo y las cenas son sagrados. Y como buena hija de su madre no puedo empezar mi día sin al menos un poco de café en el estómago.

Además, si voy a estar castigada y regañada,—que es lo que posiblemente suceda— es mejor hacerlo con el estómago contento ¿O era el corazón?

—¡Buenos días, familia!—Entra Brayan a la cocina. Deposita un beso en la mejilla de mamá, otro en la de mi papá y uno en la de Bertha. Cuando llega a mi lado alborota mi cabello con sus manos ganándose una mala  mirada de mi parte. 

—¡Buenos días, hijo!—Saluda mamá—¿Cómo te fue anoche?—Pregunta, observo a mi hermano y sé que la respuesta que está a punto de darle no va a gustarle, le hago seña para que tenga cuidado con lo que dice, pero pasa de mi olímpicamente. 

—Pasé un rato agradable—Comenta con despreocupación.

—¿A qué te refieres con un rato agradable?—Cuestiona mamá de vuelta— ¡Cállate, hermano! suplico mentalmente ignorando que no tengo ningún poder telepático. 

—Ya sabes mamá intercambio de fluidos corporales—Se encoge de hombros dándole una mordida a su tostada—tú y papá saben más que yo sobre el tema —Veo como papá escupe el jugo que se estaba tomando en ese momento, y a mi hermano sonreír con picardía. No hay dudas. Tengo un hermano idiota.

—¡A tu habitación en este instante! —Exclama la voz de  mamá sobre saltándonos— no saldrás de allí hasta que hable contigo. —Es ahora o nunca, esta es mi oportunidad para escapar. 

Me levanto de la silla con la intención de huir de allí, no obstante, mamá parece conocer la intención, es más rápida que yo y hace que me detenga. 

—Tú no vas a ninguna parte—Amenaza obligándome a retroceder—Ahora mismo vas a explicarme ¿Por qué hoy en la mañana llegó una carta de expulsión de tu universidad?

Me quedo petrificada en el lugar y como por arte de magia todos los recuerdos de lo sucedido en las últimas cuarenta y ocho horas llegan sin permiso dejándome anclada en el suelo con la mirada furiosa de mi madre lacerándome.

Estás en problemas Violetta Samz

Capítulo 2

—Mamá ya te dije que no fue mi culpa—-Repito por quinta vez intentando convencerla. —Solo defendía a una compañera de clase, la estaban golpeando y no podía quedarme cruzada de brazos solo observando. 

—Violetta—un suspiro audible se escapa de sus labios al pronunciar mi nombre—Cuando le pedí a Carlos que te diera clases de defensa personal, lo hice con el único propósito de que si alguna vez te encuentras en peligro puedas defenderte, no para que vayas con ínfulas de súper héroe y quieras salvar al mundo...

—Me dueles madre, me dueles. — Realmente  no puedo creer que mi  madre me dé este tipo de argumentos cuando ella es quién siempre me ha enseñado que debo de ayudar a aquel que me necesite, y eso fue justo lo que hice.

Caminaba de lo más tranquila por los pasillos de la universidad escuchando a Wason Brazoban. — Me casaría con ese hombre, amo sus canciones — Pero no nos desviemos del tema, caminaba por los pasillos sumergida en la profundidad de la voz de Wason cuando me percaté que dos chicas golpeaban e insultaban a otra—Podía jurar que aquel era su primer año de universidad. Los de último año solían realizar alguna novatada a los de primero, especialmente a los becados, resultaban ser muy crueles al respecto—intervine porque conocía de las cosas que eran capaz de hacer y con las que nunca he estado de acuerdo. No conocía a la chica que golpeaban, tampoco es como si me interesara conocerla, sin embargo, mi sentido de la justicia no me permitía ignorar aquella acción y pasar de largo. Además, creo fielmente que somos lo suficientemente mayores como para seguir con aquellas estúpidas bromas cómo si estuviéramos en el colegio, no eran graciosas, solo ponían en manifiesto la carencia de autoestima de sus perpetradores. 

Mi plan nunca fue involucrarme en una pelea, me acerqué con el fin de que las chicas, al verme dejaran de molestar a la otra, pero como la suerte nunca está de mi lado, lo único que logré es que ellas se molestaran más de lo que  estaban y la emprendieran contra mi. No iba a quedarme de brazos cruzados mientras me agredían, así que apliqué —para mí defensa—la tercera ley de Newton, me defendí. Una de las chicas quedó con la nariz que muy posiblemente necesite otra operación—Ni de broma creería que esa nariz fuese real—A la otra se le dobló el tobillo, a esa ni la toque, la física hizo su función y la justicia divina obraron en  su contra y a mi favor. Su amiga quien se cubría la nariz con las manos y que permanecía con la cabeza hacia arriba intentando parar la hemorragia cayó de culo en el suelo, provocando que su compañera al ir para encima de mi tropiece  con ella cayendo de costado doblándose un pies. No es que sea una devota religiosa, pero cuando el de arriba quiere, si que hace un buen trabajo. 

Con lo que no llegué a contar es que sería expulsada de la universidad, estoy convencida que otra persona en mi lugar haría lo mismo que yo y el castigo no sería tan severo. Si fueran justos, con el dinero que cobran deberían dejar a los estudiantes hacer lo que les venga en gana. ¡Qué absurdo! Ni que hubiera matado a alguien.

—¡Violetta no estoy para tus bromas!—Exclama. Cierro la boca inmediatamente, busco con la mirada a papá implorando por su ayuda pero este gira el rostro ignorándome— traidor, entrecierro mis ojos en su dirección—No sé qué vamos hacer, pero no puedes quedarte fuera de la universidad, van dos de la que te expulsan en este año, no creo que te acepten en otra al ver tu expediente, a menos que sea en alguna universidad pública, y eso no lo voy a permitir.—Cierto, olvidé contarle, el enojo de mi madre no es solo porque me hayan expulsado de la universidad; es porque esta sería de la tercera de la que me expulsan en lo que va de año. En mi defensa voy a decir que… no, realmente no hay nada que decir para justificarme. Quizás en esta última ocasión antes de la expulsión obré en justicia, en las anteriores dos, lo único que quise fue salir corriendo de allí sin importar el costo, después de todo, ser hija de dos de los empresarios más influyentes del país parece ser la llave que todos necesitan para acercarse a mis padres. 

Nadie se acercaba a mí  por voluntad propia, porque quisiera ser mi amigo. Siempre era lo mismo; elogios absurdos cada dos por tres, para luego hablarme de sus padres y de los buenos amigos que serían de los míos. En eso se habían convertidos mis relaciones personales, mi único consuelo es que siempre podía contar con mi mejor amigo, Santi, aunque a veces sentía que no era suficiente y que necesitaba más. 

—-A veces me gustaría saber qué es lo pasa por tu cabeza, quisiera entenderte y así poder ayudarte, pero no sé cómo hacerlo, me frustra no poder hacerlo—Se deja caer en una silla, sus codos reposan en la encimera de la cocina mientras cubre su rostro con las manos. Papá a su lado le acaricia la espalda. 

Levanta la mirada hacía mí una vez más, sus ojos están brillosos, me observa y luego niega para de esa forma salir de la cocina sin decir ninguna otra palabra.

—La decepcioné ¿Verdad?—Pregunto a mi padre quién observa el lugar por el cuál mamá ha salido.

Asiente. Camina hasta quedar a mi lado para luego envolverme con sus brazos.

—Papá, ella debe entender que no podía quedarme cruzada de brazos, estaban golpeando a esa chica, no podía simplemente hacer como que nada estuviera pasando—Expreso al borde de las lágrimas.

—Cariño, no llores, me parte el alma verte así, te prometo que encontraremos una solución—Besa mi frente. ¿Qué haría yo sin este hombre?—Dejaremos que se le pase el enojo a tu madre y luego hablaremos con ella. ¿Si?

Sonríe tratando de transmitirme calma, no sé cómo lo hace, pero lo logra. — ¡Vamos! quita esa cara y prepárate para que me acompañes a la empresa—-Beso su mejilla y salgo corriendo hasta mi habitación para cambiarme de ropa.

Capítulo 3

—Adivina quién soy —Digo a tío Richard mientras cubro sus ojos con mis manos.

—Mmmm, déjame pensarlo —Murmura llevándose el dedo índice a la boca dando pequeños golpecitos a sus labios—¿Eres mi hada madrina? Porque si es así tengo varios deseos que quiero que hagas realidad. —Señala con humor.

—Yo diría que es la bruja mala del cuento—Se entromete mi hermano quién después de la reprimenda de mamá en la mañana decidió acompañarnos a la empresa. Su plan era encerrarlo por un mes, pero de alguna manera papá la convenció. 

Libero los ojos de Richard y golpeo a Brayan en el hombro sin llegar a hacerle daño.

—Si yo soy la bruja, tú serías el villano, y no lo digo por lo malo, sino por lo feo.—Le saco la lengua de manera infantil a la vez que me cruzo de brazos dándole una mala mirada. 

—Hermanita, hermanita, lamento decepcionarte, pero el adjetivo de feo no es lo que dicen la chica que poseo. ¡He creado rima!—Sonríe de su estúpido triunfo.—Puedes agregar poeta a la lista de mis encantos —Ruedo los ojos. 

—No empiecen—Habla papá llegando hasta nosotros —Estuve suficiente con lo de la mañana.

—¿Problemas en el paraíso? —Pregunta Richard en tono jocoso. Papá lo mira mal. 

—Vamos a mi oficina, allí te cuento— Inician el recorrido dejándonos atrás —Ustedes dos traten de no romper nada en nuestra ausencia.—Nos señala, deteniendo mi marcha, ni loca me quedo sola con el estúpido de mi hermano. 

—Lo prometo—Jura él —Pero sabes que no soy yo al que le gusta romper cosas—Sonríe con su mirada puesta en mí a lo que yo le gruño.

—Como sea. No rompan nada—Determina para luego desaparecer en el ascensor.

Camino alejándome de allí, pero Brayan no piensa hacerlo fácil, sostiene mi antebrazo deteniendo mi marcha.

—¿Qué quieres?—Pregunto un poco hastiada.

—¿A dónde vas?—Cuestiona 

—Al taller, que no es obvio —Señalo soltándome de su agarre permitiendo que continúe mi camino. 

La empresa de mi padre quién lleva junto a mi tío Richard es un concesionario de coches, no el típico que solo se dedica a vender autos, sino uno que también cuenta con un taller donde se fabrican y se reparan autos dotándolos de la más reciente tecnología del mundo automotriz, no importa el auto que sea, acá lo harán lucir como salido desde la misma fábrica si es que ya no lo es.

En los últimos años la marca "Samz Ruiz" ha escalado de manera vertiginosa convirtiéndose en la número uno en América latina. Es por eso que mi padre y el tío Richard decidieron incursionar en el mundo de las carreras automovilísticas, brindándole su apoyo monetario, experiencia y el nombre de su marca a jóvenes prometedores cuyo sueño es convertirse en corredores de F1 o incursionar en el mundo del automovilismo. 

Muchos corredores patrocinados por la marca Samz Ruiz  han llegado a consagrarse con la victoria en primer lugar dándole a la marca la fama mundial que ahora posee. Me encantan las carreras y en algunas ocasiones he podido participar de los entrenamientos con los corredores. Sentir aquella adrenalina mientras piso el acelerador es magia pura, no obstante, nunca podría dedicarme a ello de manera profesional, mi pasión no llega a tanto, para lo que si soy buena es para el diseño; así que al igual que mi padre decidí estudiar eso. 

—Te acompaño. 

—Como quieras. 

Con lo  primero que mi vista se encuentra al entrar al taller; es con mi amigo Santi quién tiene la cabeza metida en el capo de uno de los autos. Me acerco sigilosa hasta a él, cuando estoy lo bastante cerca grito fuerte de manera que  termina alzando la cabeza por la impresión golpeándose con el capo.

Las carcajadas por todo el taller no se hacen esperar, y por supuesto que yo me uno a ellas.

—¡Piensas matarme! —Vocifera cuando se da cuenta de lo sucedido.

Antes de responder a su afirmación me lanzo a sus brazos e inmediatamente soy envuelta con ellos.—¿Qué sería de mi vida sin ti?—Dramatizo besando su mejilla de manera sonora—Ahora aléjate de mí o me llenarás de aceite—Trato de bajar de su regazo al percatarme de lo sucias que están sus manos, por suerte al estar encima de él como bebé Koala estas no llegan a tocarme con totalidad, sino que me sostiene con ayuda de sus antebrazos. Busco separarme antes de que sea muy tarde, pero éste me aprieta más contra él evitando que suceda ejerciendo una leve presión. 

—Mira tú, no me hubiese dado cuenta—Dice y una sonrisa malvada se dibuja en su rostro.

—Santi, por favor —Suplico cuando acerca una de sus manos a mi cara. —Te juro que si me tocas no volveré a hablarte nunca en mi vida—Amenazo, pero la amenaza no logra tener ningún efecto. 

Se encoge de hombros, vuelve a acercar su mano hacía mi , no obstante, en un movimiento rápido me obligo a reaccionar aplicando una de las numerosas llaves que me enseñó Carlos en mis clases de defensa personal

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