Eric Cohen Martin es un exitoso abogado en la ciudad de Boston nacido en Francia y criado en Madrid con apenas treinta años consiguió ser socio de uno de los mejores bufetes de abogados, criado por una madre soltera una francesa liberal y amante de las artes, Angeline Martin se convirtió en madre en sus veinte cuando conoció a su padre David Cohen un judío americano con una carrera emergente de escultor y pintor, el flechazo fue instantáneo quienes sin perder el tiempo en menos de dos meses se unieron en un pequeño apartamento en el centro de París, muy poco lo recordaba, pues su deceso fue temprano cuando apenas tenía dos años por motivos sin aclarar de su madre. La cual dejo solo unas cuantas fotos y decidió no hablar mucho sobre él.
Sus abuelos los apoyaron en todo, inclusive en el traslado a Madrid, en dónde su madre se metió de lleno con su galería, siendo una mujer privilegiada por haber crecido entre las personalidades más destacadas de la farándula, el arte y los negocios debido a su origen como descendiente de una familia adinerada del sur de Francia.
Con apenas veinte años se trasladó a Estados Unidos para estudiar leyes en la universidad de Yale, en dónde se esforzó lo suficiente para ser el mejor, lo cual rindió frutos, pues tuvo la oportunidad de adquirir experiencia como asociado de verano. Así que después de tres años de estudios se graduó con muchas ofertas, siendo más fácil escoger para adentrarse en la vida de abogado, quedándose en definitiva en la ciudad de Boston.
Se convirtió en un hombre maduro con un semblante serio y varonil, sus ojos verdes contrastaban con su piel trigueña y cabello castaño ondulado, siendo un hombre tan activo, manteniendo tonificado cada músculo de su cuerpo que a pesar de usar traje todo el tiempo no pasaba desapercibido para las féminas.
Eric se sumergió en crecer en su ámbito laboral dejando de lado las relaciones serias y solo teniendo alguna que otra pasajera, sentía que el tiempo era demasiado valioso para perderlo con cualquier persona, aun así sentía que algo le faltaba, su madre lo incitaba a qué aprovechará lo poco que le quedaba de juventud, pero él era renuente y más con el hecho de que escondía un secreto que podría dañar su imagen. Su madre lo visito en su oficina de improviso, pues ella estaría de paso en la ciudad por cuestiones laborales y hacía meses que no lo veía. Tocó la puerta y él por inercia respondió, su madre se acercó y le tocó la frente haciendo que este levantará su cabeza.
— Deja de fruncir la frente, te quedarán arrugas.
_ Debiste avisarme. Ahora estoy lleno de trabajo.
— Es medio día, así que vamos a comer, deja eso para después, se supone que tienes una secretaria, que ella se encargue mientras regresas.
— ¡Madre!.
— Soy yo y no soy eterna Eric Cohen Martin.
Al escuchar su nombre completo se levantó de su silla y llamo a su secretaria para qué se encargará del resto del papeleo, pues él saldría a almorzar con su hermosa madre.
La llevo a un pequeño restaurante cerca a la oficina en dónde servían comida local, ella no era muy quisquillosa con la comida, su hijo se mantuvo en silencio durante unos minutos mientras era observado por su madre.
— Entonces, ¿ni amigos tienes?.
— Conocidos, amigos no he tenido.
— Debes salir un poco más. Disfruta la vida, recuerda "trabajar para vivir, no vivir para trabajar".
— Yo no tengo esa mentalidad tan francesa como tú. En estos momentos estoy en la cúspide de mi carrera y si quiero abrir mi propia firma debo ganar estos casos.
— Lo que me interesa es que seas feliz, sabes que nunca te he presionado con lo de hijos y familia, pero te veo cada vez más solitario y eso no es nada sano. Además, me enoja el hecho de que ni siquiera una llamada para mí. — Discúlpame por eso, este caso es muy importante, así que estoy ocupado.
— Lo sé, comamos por qué yo también debo irme, seré jueza en una galería para ver qué nuevos talentos hay por allí, eso me recuerda que deje en la recepción de tu edificio un pequeño regalo para que te distraigas después de este importante caso.
— Gracias, madre. Te amo.
— y yo a ti.
Su madre se despidió con un fuerte abrazo, después de ese encuentro no se verían por un tiempo, debido a que ella seguía en Madrid apoyando con su galería a las nuevas generaciones de artistas plásticos.
Eric regresó a su oficina completamente relajado y con más ánimos para seguir organizando su caso estrella así lo llamaban en toda la prensa, un problema de corrupción fiscal que salpicaba no solo a varias multinacionales, sino a políticos de renombre, por ello su firma fue elegida para defender a los empresarios ante la oficina del tesoro. Si ganaba marcaría un precedente en su carrera y en las leyes del país.
Él pasó todo el resto del mes concentrado en todo lo que requería el caso hasta el día en que llegó la primera audiencia en dónde se mostraría parte de las cartas que ayudarían o dejarían en desventaja a sus clientes ante el juez.
Todo parecía un circo, los implicados en el fraude fiscal desfilaban hacia la corte con unos escoltas más su equipo defensor, el cual incluía a Eric y otros colaboradores socios de la firma. Todo el mundo estaba pendiente de cada paso de esta noticia, seguro de su equipo comenzaron la contienda a puerta cerrada por petición de sus clientes, todo duro tres largas horas en dónde la fiscalía luchaba por demostrar la culpabilidad y al final terminaron empatados dejando más dudas que aciertos, pero llenando de esperanza a los implicados.
Todo el bufé trabajaba sin cesar para poder lograr ganar el caso, pero una filtración de documentos cambio el juego poniendo en jaque el caso, los ánimos cambiaron rápidamente debido a que alguien mando a los medios documentos que implicaban a uno de los directores y un senador en malversación de recursos los cuales fueron a tener a un paraíso fiscal. El hombre estaba tan furioso, debido al escándalo, sin más llamo a sus clientes para reunirse rápidamente, algunos no asumieron la culpa, otros solo guardaron silencio.
— Señores, si ustedes no son honestos con respecto a todo, esta firma no podrá representarlos de una buena manera, esto que pasó dañará parte del avance que tuvimos en la primera sesión, por tanto, requerimos la verdad para tomar las medidas necesarias para subsanar el percance.
Después de esas palabras, uno de los CEO más influyentes pidió la palabra.
— Señor Cohen, todos tenemos dinero en esos lugares, pero eso no nos hace culpables ante el tesoro, pagamos impuestos y esto que pasa solo es una venganza del director de esa institución por el hecho de no aceptar sus peticiones. Hemos trabajado mucho para que ese parásito quiera lo nuestro, así que hablo por todos para poder salir bien librados de esto.
— Eso espero, presidente. La próxima audiencia es en quince días. Estén listos y mantengan la compostura, No más escándalos.
Cansado decidió regresar a casa para poder dormir un poco y poder pensar sobre cómo solucionar la situación.
— Rebeka me voy a casa, nos vemos mañana. Puedes irte temprano.
— Gracias, señor Cohen.
Mientras bajaba al primer piso, su teléfono personal comenzó a sonar insistentemente. Lo saco de su bolsillo y vio el nombre, solo suspiro por qué sabía que si no contestaba no dejaría de llamarlo.
--- JJ, ¿Qué quieres?.
--- No me hables así, llevo semanas intentando contactarte.
---- No ves noticias, estoy ocupado.
----- Sabes que no veo eso desde que salí de la escuela de leyes, así que saca un poco de tiempo y ven a mi disco para divertirnos, francesito.
— Deja de decirme así, iré cuando haya terminado esto.
— Otra cosa, ¿Cómo pudiste decirle a tu madre que solo tienes conocidos?.
— ¿Dónde la viste?.
— En la galería de una amiga, me sorprendió lo que dijiste, ¡acaso no somos amigos!.
_ JJ, deja de hablar, te tengo aprecio, si me equivoqué, así que te enviaré el vino que te gusta. Me perdonas.
— Sí, bastardo. Bueno, nos vemos cuando termines ese caso fallido.
— Deja de hablar, aún tengo cartas bajo la manga.
— Puedes tener muchas, pero lo mejor es llegar a un acuerdo con el tesoro, de lo contrario amigo mío terminarás perdiendo más de lo que invertiste.
— Sigues siendo abogada.
— A veces. Me sirve para mis negocios y este caso para aconsejar al señor número dos.
— Fue una lucha constante, así que no alardes mucho sobre eso, al menos yo seguí, pero tú decidiste ser empresaria que abogada.
— Pero, me va mejor. Nos vemos.
— Adiós.
Eso lo dejo dudoso. En parte tenía razón, las cosas habían cambiado y el tablero se había movido de manera distinta.
— Consultaré con JJ por la mañana. Tengo que tener una perspectiva distinta en cuanto a esto para no perder mucho en el camino.
Subió a su auto rumbo a su apartamento, pero con lo que no contaba era que al llegar en su puerta tendría una visita no muy deseada, allí frente a su puerta estaba su última aventura, Catalina White, una mujer alta y esbelta con piel bronceada y cabello rubio con ojos azules que usaba para cautivar a cualquiera. Le había terminado hace más de un mes, pues ella insistía en tener toda su atención y eso para él era asfixiante, por eso rompió con ella, pero al parecer no lo comprendía o no quería asimilarlo.
— Por fin llegas, traje algo para comer y el vino que te gusta.
—Catalina, basta de esto, ya estoy comenzando a cansarme, así que vete por donde viniste.
La mujer solo soltó un grito soltando las bolsas para alar su cabellera haciendo una pataleta como niña pequeña, Eric solo la miraba suspirando ante ello, pensando en anexar otra razón para no dejarla estar más en su vida.
— ¿Terminaste?.
— ¿Por qué me tratas así?, yo te amo.
— Firmaste un acuerdo de confidencialidad, recuerdas y estos shows estaban prohibidos en las cláusulas.
— ¡ESO NO IMPORTA!, lo firme porque me lo pediste, pero yo sé que tú me quieres.
— Llamaré a seguridad, no puedo permitir que sigas entrando aquí, estoy cansado, así que hazme un favor y vete. Esta es otra de las razones por la que te deje.
De inmediato la seguridad se encargó de la mujer, quien solo gritaba y lloraba mientras era sacada del edificio, él entró a su apartamento y de inmediato llamo a recepción en donde pidió de manera airada que le prohibieran el acceso a su apartamento a personas que él no autorizo.
Al otro lado de la ciudad JJ organizaba las nuevas contrataciones debido a que su reciente negocio estaba creciendo de buena manera, por ende decidió incluir bailarinas que ayudarán a entretener un poco la noche, por ello personalmente se encargó de verificar cada candidata para evitar cualquier extraña práctica.
Julia Jones, o más conocida como JJ, es una intrépida y valiente abogada y empresaria neoyorquina de treinta años, a pesar de su imagen de señorita rubia, delicada como una muñeca, era una mujer feroz cuando se trataba de obtener lo que deseaba y más en el campo empresarial, se convirtió en la única amiga de Eric cuando la descubrió en plena apuesta ilegal detrás de un pequeño bar de la zona dándose cuenta de que ambos eran conocidos en la facultad de leyes como número uno y número dos.
La rivalidad los volvió inseparables, convirtiéndose en la motivación del otro. Decidió emprender su camino después de ejercer un año su carrera de derecho, dándose cuenta de que las leyes no eran lo suyo, dejando todo y comenzando de cero en la ciudad de Boston debido al mal genio de sus padres, quienes se rehusaban a aceptar sus nuevas inclinaciones, pues ella provenía de un gran legado de abogados y jueces que siempre han puesto sus conocimientos a favor de la ciudad de Newyork.
Con los años terminaron dándole la razón debido a que sus negocios y contribuciones crecieron como espuma.
Hacía unas semanas que había puesto un anuncio en redes social sobre la contratación de cuatro bailarinas en su famosa discoteca "Oasis" la cual administraba con gran atención debido a que gente inescrupulosa intento vender drogas en su establecimiento, cosa que la enojo tanto que terminó golpeando a uno de ellos, con sus contactos en la policía saco a esas escorias del lugar ayudando a vetarlos de cada establecimiento de la ciudad sin temor a ser amenazada por carteles que distribuían en la zona.
JJ paso el resto de semana entrevistando cientos de chicas, pero solo pudo escoger dos, estaba a punto de colapsar debido a que la reapertura sería en un mes y necesitaba tener todo organizado para el gran día hasta que se escuchó la puerta y entro agitada una joven muy hermosa que al verla sonrió había encontrado a la faltante.
— Espero que esta dulzura tenga el don de la danza, por qué de lo contrario no sería capaz de dejarla ir. --- Susurro JJ.
— Buenas tardes, disculpe por presentarme así, casi no llego.
— Tranquila, cariño llegas a tiempo, por favor siéntate y bebe un poco de agua para poder refrescarte.
JJ no dejaba de verla, era una peli roja voluptuosa con una piel blanca como la leche y unos labios carnosos y sobre todo esa voz melodiosa que la hizo sonreír al comenzar a hablar con ella. Sin más, la invitó al escenario para qué mostrará su talento en la danza, todos estaban expectantes ante la escena, sus movimientos comenzaron lentos y delicados mientras la música sonaba de un momento a otro cambio, mostrando los movimientos más sexis que había visto, haciendo que JJ no pudiera dejar de seguirla con la mirada, al acabar la actuación la mujer solo sonrió había encontrado a una gema, una linda y sexi gema.
— Cariño, eso estuvo fantástico, casi babeo con cada movimiento, así que bienvenida puedes quedarte para leer el contrato con calma para firmarlo.
— Señora, no la defraudaré, gracias, gracias.
— Cariño, no me digas señora, solo soy JJ. Recuérdame tu nombre.
— ¡Qué horror!, no me presenté, me llamo Elisabetta Popa
— Pásame tu DNI.
— Aquí tiene.
— Mmmm, veintitrés años, eres de aquí. Aunque tu nombre es distinto, parece rumano.
— No se equivoca, mi madre es de Rumania, pero tengo ascendencia irlandesa por mi progenitor.
— Eso veo, cariño, vamos a mi oficina para hablar sobre el contrato y de paso pensar en un nombre artístico.
— ¿Por qué?.
— Cariño, es por seguridad nunca falta el que quiera saber de ti, siendo un bombón.
— Ok, JJ.
En la corte ya se encontraba Eric y su equipo, su amiga lo había convencido de cambiar la estrategia debido a que sus contactos en el ámbito investigativo le habían suministrado pruebas de que sus clientes sí eran en parte culpables de las acusaciones, por ende decidió convencerlos para hacer un trato con la fiscalía para así librarse de ciertos delitos y salir a celebrar sin preocupaciones al principio estuvieron renuentes, pues, ellos aseguraban tener la razón, pero al mostrar las evidencias se dieron cuenta de que la caja de pandora podría abrirse dañando aún más sus reputaciones.
Todos los involucrados estaban tensos debido a que días antes se habían reunido con el director y los investigadores del Departamento del tesoro para poder poner los puntos que harían posible el cumplimiento del acuerdo. Mostrando que nadie era justo y leal, todos querían llenarse los bolsillos, teniendo este interés en común se pactó todo para hacer el juicio más ameno y tranquilo, saliendo después de dos horas ambas partes beneficiadas. Nadie pago tras las rejas, los corporativos "vencieron" al sistema siendo multados con una suma exorbitante para algunos, pero mínima para ellos, Eric salió más que satisfecho, su amiga tenía razón en el hecho de que debía cambiar el juego para así poner el tablero a su favor. Su equipo fue alabado por la prensa y sus clientes se sintieron contentos ante tan gran trabajo por debajo de la mesa.
— Abogado, mis respetos, mis allegados tenían razón sobre usted y su equipo de trabajo, le dejaremos una gran comisión, espero y la disfrute.
— Es un gusto, presidente.
Cansado del show mediático, regreso a la oficina junto a su equipo, debía archivar algunas cosas y de paso poner la mejor cara para el presidente de la firma, quien lo molestaba cada vez que podía con comentarios innecesarios sobre su vida privada.
Mientras caminaba hacia su oficina fue interceptado por su secretaria Rebeka una mujer diez años mayor en la cual confiaba más que en cualquier persona de la firma, ella una mujer conservada y llena de vitalidad, lo acompañaba desde hace tres años en su arduo trabajo.
— Señor Cohen, buenas tardes. Era para recordarle que esta semana tiene varias reuniones con potenciales clientes, además de que una mujer llamada Catalina ha pasado llamando durante todo el día.
— ¡Esa mujer!, Rebeka te pido que bloquees a esa señorita, no quiero saber de ella.
— Otra conquista fallida, debería dejar esos malos hábitos, recuerde que si sigue así el karma se le devolverá y usted terminará a los pies de cualquier mujer como castigo.
— Rebeka, eso no pasará, entendido. Estoy muy ocupado para eso.
— No importa si está ocupado, lo único que le pido es que deje de ser un mujeriego.
— Está bien, puedes traerme una taza de café o mejor un yogur de melocotón.
— Ya se lo llevo.
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