MARTÍN
El sonido molesto de mi ruidosa alarma me llega levemente a través de la almohada, lo peor es cuando el celular empieza a vibrar cada vez más fuerte, eso hace que abra los ojos. Meto la mano debajo de la almohada y apago la maldita alarma. Son las jodidas 6:45 de la mañana.
La cabeza se me parte, tengo el estómago algo revuelto y me cuesta mucho ubicarme en tiempo y espacio. ¿Dónde estoy?
Trato de levantarme de la cama y noto que no es mi habitación. Giro mi rostro a un costado y me encuentro con una hermosa morocha que duerme desnuda a mi lado, las sábanas blancas sólo cubren su trasero respingón. Vagos recuerdos de anoche me llegan a la mente, alcohol, música, chicas, cigarrillos, risas, sexo y una maldita apuesta. Eric.
Sin hacer ruido me visto rápido y salgo de la habitación de invitados de la casa de mi mejor amigo Eric Valle Sosa. Ayer tuvimos una de nuestras "reuniones de élite" a la que asisten varios de mis amigos y amigas, que forman parte de nuestro selecto círculo de la alta sociedad. Sin embargo, también le abrimos las puertas a otras chicas, muy sexys, que no forman parte de nuestro circulo pero que pertenecen a nuestro nivel social. Eric sostiene que como somos privilegiados en la vida por pertenecer a familias millonarias no debemos relacionarnos con personas bajo nuestro nivel social. A mí me da igual.
Bajo a la sala y me encuentro con varios de mis amigos despertando, cabe aclarar que es lunes por la mañana y en un par de horas debemos estar en la escuela. Esquivo algunos cuerpos que todavía duermen y cuando llego a la puerta me topo con Soledad Santillán Costa, una castaña sexy con la que tuve relaciones varias veces, pero eso ya se acabó, sólo que ella no parece entenderlo.
- ¿Martín me puedes llevar a mi casa? - A pesar de haber tenido una tremenda noche de fiesta\, está impecable\, sólo lleva el cabello medio despeinado y el vestido negro un poco más arriba que ayer.
- ¿Y tu hermano? - No quiero llevarla siempre termina intentando algo.
- El muy idiota ya se fue. - Luce enojada\, pero Alejandro es así\, siempre piensa en él primero.
- Ok. - Suspiro cansado. La verdad sólo quiero irme de una vez.
Durante el viaje a casa de Soledad, le pido que no hable, ha intentado establecer conversación pero no soporto
su voz chillona, no ahora que me estoy muriendo de la resaca. Después de unos 10 minutos más llegamos a su enorme y elegante mansión. Ella y su hermano son hijos de un reconocido y famoso músico. La castaña me da las gracias usando su melosa voz sensual y cuando se despide de mí, intenta besarme, pero me alejo de ella.
- No hagas esto\, Soledad. - Le advierto cuando intenta besarme.
- Ok\, no importa. Tarde o temprano vas a volver. - Su voz suena tan segura que me molesta.
- No lo creo. Borracho y todo me acosté con otra. Una morocha espectacular que dejé durmiendo en la casa de Eric. Así que deja de insistir\, entiende que entre nosotros NUNCA va a volver a pasar nada. - Mis palabras le duelen pero no me importa\, es hora de que entienda de una vez que perseguirme hace que la quiera más lejos.
- Imbécil. - Escupe furiosa y baja de mi auto dando un portazo.
- ¡Eh\, la puerta...! - Maldita.
Cuando llego a mi edificio, dejo mi auto en el estacionamiento y entró a la recepción, saludo a Dionisio el guardia y subo a mi casa, un lujo penthouse. En el divorcio papá se quedó con la mansión para su nueva familia.
Una vez dentro de mi casa, consulto la hora en mi celular y me doy cuenta que tengo exactamente una hora para bañarme, intentar comer algo y salir al colegio. Subo las escaleras que me llevan a mi habitación, donde me desvisto para correr al baño y ducharme. Mientras el agua cae por mi cuerpo recuerdo la apuesta con Eric y me maldigo por ser tan imbécil estando borracho. No quiero hacerle eso a ella, pero por otro lado sería una forma de acercarme y que por fin ella ponga sus bellos ojos verdes en mí.
Salgo de la ducha sintiéndome más cansado que antes. Me tomo un analgésico para el dolor de cabeza y empiezo, perezosamente, a vestirme con mi uniforme gris del prestigioso colegio de élite al que asisto, el "Bristol School". Institución creada para los hijos de familias adineradas. También dan becas pero son muy pocas. Vamos allí desde los 5 años y todos (excepto los becados) pertenecemos al mismo círculo social.
Me prendo la camisa blanca dejando dos botones sin prender, me coloco la corbata roja con rayas en el cuello y paso de anudarla. Después me pongo el pantalón de vestir bordo, los zapatos negros, me paso la mano por mi cabello marrón y por último me coloco la chaqueta gris con rojo que completa el uniforme. Antes de salir del vestidor me doy un último vistazo a mi reflejo.
- Podría estar peor. - Me encojo de hombros y vuelvo a mi habitación.
Tomo mi mochila y bajó a desayunar, seguramente mi madre ya está en el comedor. Mi madre, Valeria Ruiz, es la abogada más importante y solicitada del país y del mundo, su bufete "Ruiz - Reynolds & asociados" es muy prestigioso y de reconocimiento internacional. Y el malnacido de mi padre, Gustavo Molina Zárate es un reconocido empresario que tiene varias empresas alrededor del mundo. Y de ahí que haya nacido en una cuna de oro.
- Buenos días mamá. - La saludo con un beso en la mejilla.
- Buenos días hijo. ¿Cómo te sientes? - Mi madre es sumamente paciente conmigo\, no la merezco.
- Con algo de resaca\, pero nada que un buen desayuno no solucione. - Le sonrió sólo que ella no me devuelve la sonrisa\, está preocupada.
- Bueno\, Rita se encargó de eso. Mejor desayuna\, sabes que no puedes llegar tarde. - Me recuerda el maldito acuerdo con la escuela.
Después de haber atentado contra la escuela, (puede que haya provocado "accidentalmente" un incendio en el aula de química) mis padres llegaron a un acuerdo (económico) con la institución para que no me echarán y poder hacer mi último año escolar. Claro que tuve que comprometerme a no volver a atentar, de ninguna forma, contra el establecimiento, no llegar tarde y no bajar mis calificaciones. Mi familia será rica pero la educación para mis padres es importante. Me dejarían en la calle si no termino la secundaria.
Desayunamos en silencio. Después mi madre me anuda la corbata para "estar presentable" y se despide de mí con un sonoro beso en mi mejilla y con sus típicas palabras: "Sé un buen niño, conduce con cuidado y no te metas en problemas. Te amo". Siempre me dice lo mismo y aunque no soy el mejor hijo del mundo, mi madre es la única mujer que amo. Hemos pasado muchas cosas los dos solos. Y a pesar de todo siempre está para mi.
- Adiós mamá. También te amo. - Me despido de ella y la veo salir por la puerta del departamento.
Me término el café de un trago, tomo mi mochila y bajó al estacionamiento del edificio, me subo a mi hermoso Audi e-tron GT modelo 2021 de color negro. Ventajas de tener 18 años y un padre rico lleno de culpa por arruinar nuestra familia teniendo un amorío con su secretaria y formar una nueva familia con ella, en el peor momento de nuestras vidas. Pero mientras trata de hacer que lo perdone y volvamos a ser padre e hijo me da lo que quiero.
Hoy no paso a ver a Camila, no tengo tiempo, tal vez mañana lo haga. En cambio, conduzco directamente al Bristol. Cuando llego, me bajo de mi auto y mientras me acerco a mis amigos, que milagrosamente llegaron a tiempo al colegio, me prendo un cigarrillo.
- Hola... ¿Qué están? - Los saludo.
- Con una resaca del demonio. - Contesta Eric que lleva unas gafas de sol y un vaso de plástico que contiene una especie de licuado raro.
Eric es alto, atlético, de cabello negro con rizos y ojos negros. Siempre está bronceado, hasta en invierno.
- Sí\, yo igual. - Comento mientras me apoyo sobre el auto de Alejandro.
- ¿Entonces qué\, de verdad van a hacer la apuesta? - Pregunta Tomás Fuentes Ríos\, hijo de unos reconocidos empresarios textiles\, y nuestro amigo.
Tomás es alto, cabello rubio peinado a la moda, ojos azules y siempre modifica sus uniformes escolares dándole su estilo personal. Sus padres son diseñadores de ahí su "sentido de la moda".
- Por supuesto que sí. Martín no es un gallina\, cobarde. ¿Verdad? - Eric pasa unos de sus brazos por mi hombros.
- Por supuesto que no soy un cobarde. La apuesta sigue. - Mi voz sale firme y segura.
- Bien\, porque ahí viene tu huerfanita becada. - Susurra Alejandro Santillán Costa.
Alejandro es alto, de cabello castaño, ojos marrones, tiene varios tatuajes y es un bocón que no sabe quedarse callado, piensa en él nada más y sus bromas son divertidas sólo para él.
Odio que la llamen "huerfanita becada", cada vez que escucho ese apodo que Soledad invento quiero golpear a la persona que lo dice. Mis ojos se clavan en ella, la elegida para la apuesta: Ludovica Garibaldi. Sé muy pocas sobre ella, entre ellas, que es huérfana, sus padres fallecieron hace seis años, vive con su tía y su prima e ingresó al Bristol por una beca.
Ludovica camina hacía la entrada del colegio absorta de la realidad, está escuchando música con sus auriculares y no mira a nadie. A pesar de llevar la cabeza cabizbaja puedo ver un poco de su bello rostro. Mis ojos la recorren, además de ser hermosa de cara, tiene un hermoso cuerpo, que resalta lo bien que le queda el uniforme, la tela se ajusta perfecto a cada curva de su anatomía. Hoy, como cada lunes trae su cabello rubio adornado con un broche con perlitas blancas que coloca en el costado izquierdo de su cabeza.
- Se la pusiste difícil Eric. No creo que sea para nada fácil conquistarla.... Dudo que Ludovica tenga experiencia en el campo de las relaciones. - Se burla Alejandro. En serio que debería aprender a callarse. Estoy a nada de romperle la cara.
- Confío en que Martín va a saber usar sus encantos. - Sentencia Eric y me guiña un ojo.
- Nadie más que nosotros puede saber de esto. - Les advierto tirando mi cigarrillo al suelo después de terminarlo.
- Tranquilo\, sólo lo sabemos nosotros cuatro. - Me asegura Eric.
- Bien. Alejandro no le puedes decir a tu hermana. - Le advierto.
- Ella no sabe nada\, está muy ocupada mirándose al espejo.
Los cuatro caminamos hasta la entrada, se puede decir que somos los "reyes del colegio". Los más chicos nos tienen miedo y los demás respeto, nadie se mete con nosotros. Una vez dentro escaneo el lugar y la encuentro esperando a su amiga.
- Que empiece el juego. Ya sabes qué pasa si pierdes\, amigo mío. - Me susurra Eric. Recordándome que fue lo que aposte.
- Ya sabes qué pasa si gano\, amigo mío. - Le sonrió con arrogancia y me encaminó hasta ella\, es hora del acercamiento.
Mientras camino hacia Ludovica, Soledad hace de las suyas y se acerca primero para molestarla. Cada día que pasa la soporto menos. Me quedo unos pasos alejado y escucho el intercambio.
- Pero si es la huerfanita becada. Tenía la esperanza de que cuando volviera de mis lujosas vacaciones ya no estarías. - Es tan pesada.
- Lamento decepcionarte Soledad. Ahora déjame pasar. - Le pide firmemente Ludovica.
- Si no lo hago\, qué... ¿Qué vas a hacer becada? - La provoca Soledad y decido intervenir.
- Ella nada\, pero yo sí. - Mi voz sale dura\, aunque estar detrás de Ludovica sintiendo su calor me pone nervioso.
- Martín\, ahora eres abogado de los pobres. - La voz de Soledad sale cargada de desprecio al decir la palabra "pobres". Me coloco delante del cuerpo de Ludovica para enfrentar a Soledad.
- No la vuelvas a molestar\, hablo en serio. - Mi voz y mis ojos le dejan saber a la castaña que no estoy jugando.
- Bueno\, siempre hago lo que quiero. - Nos desafiamos con la mirada hasta que Soledad se cansa. - Esto te va a salir caro. - Me susurra entre dientes antes de irse.
- No debiste hacer eso. Ahora no va a dejarme en paz. - Me llama la atención el tono triste de su dulce voz.
Me giro para verla y me quedo impactado con su belleza. Llevo observándola a la distancia por años, soñando con el momento en que sus ojos verdes se posen en mí y es mucho mejor de lo que imagine. Es bellísima.
- Y tú no deberías dejar que te trate así. ¿Por qué no te defiendes? - Pregunto curioso\, no entiendo porque se deja tratar así.
- Porque si me defiendo como me gustaría probablemente tendría problemas con la directora. Y por si no lo sabias soy becada\, no puedo darme el lujo de hacer lo que quiera. No tengo padres ricos que arreglen mis problemas después. - Su voz es dura pero la entiendo\, mis amigos y yo hacemos lo que queremos y cuando tenemos problemas nuestros padres hacen una generosa donación al colegio y nos dejan seguir como si nada.
Mis ojos verdes se clavan en sus ojos verdes y nos miramos intensamente unos segundos. No sé qué decir a sus
palabras porque son ciertas. Pero también quiero disfrutar, de que después de 5 años sus ojos me ven a mí, por fin.
- ¿Ludo? - La voz de Belu nos saca del trance en el que estábamos.
Ambos parpadeamos volviendo a la realidad. Eso fue intenso. Antes de irme me acerco a su odio y me embriago con su delicioso perfume, huele a lavanda.
- Ahora tienes a alguien que te defienda con papis ricos que arreglan sus problemas. - Le susurro y cuando me enderezó le guiño un ojo.
Me voy dejándola confundida y no es para menos. De los 5 años que llevamos siendo compañeros esta es la primera vez que hablamos, que nos miramos y que estamos tan cerca. Sé que esto es por una apuesta pero presiento que va a ser más que eso.
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Bella Mark
LUDOVICA
Wow sus ojos son tan verdes. Ni en mis mejores sueños soñé con tenerlo tan cerca, con que me defienda de la
abeja reina del colegio, ni mucho menos que me susurrara algo al oído. Su perfume es... por Dios, huele tan masculino.
"Ahora tienes a alguien que te defienda con papis ricos que arreglan sus problemas."
- ¿Ese era Martín? - Me pregunta asombrada Belu\, mi mejor amiga.
- Sí. De hecho me defendió de Soledad. - Todavía no puedo creer lo que ha pasado.
- ¿Molina? ¿El ser más egocéntrico y arrogante del planeta te defendió?... Increíble.
No pudimos hablar más el timbre sonó y tuvimos que entrar a nuestra aula. Nuestra primera clase es de Historia
con la profesora Rodríguez, una mujer que da miedo con su presencia. Es de las pocas profesoras a las que respetan. Es una mujer que impone bastante, es alta, robusta, de cabello negro, el cual siempre lleva recogido cuidadosamente, sus ojos son negros y los hacen más intimidantes delineándolos de color negro. Siempre está perfectamente vestida, todo en ella es perfección. También es bastante estricta y en sus clases no vuela una mosca.
No lograba concentrarme demasiado en la clase, ya que no podía dejar de pensar en mi encuentro con Martín Molina Ruiz, el chico más lindo y popular del colegio. No podía dejar de pensar en sus ojos verdes profundos y en la forma tan intensa en la que me miraban. En su cabello marrón alborotado.... me pregunto qué tan suave será. No podía dejar de pensar en sus labios rosados, tan besables y en esa sonrisa de publicidad que te deja muda.
Martín es arrebatadoramente atractivo. Es alto, atlético, juega al basquet y tiene un cuerpo trabajado, incluso se nota a través del uniforme que le queda increíblemente bien. Es perfecto... pero también es el chico problema, el mujeriego, el seductor, millonario, hace lo que quiere y junto con sus amigos son los más populares y temidos del colegio.
No entiendo porque me defendió de Soledad, pensé que estaban juntos, o eso se rumoreaba en el patio del colegio. Toda la situación fue bastante rara, él jamás me había mirado o hablado antes.
- Garibaldi. - La voz dura de la profesora me trae de regreso a la realidad. Fijo mis ojos en ella. - Año y causas de la Guerra Fría.
- Amm... la Guerra Fría inició después de la Segunda Guerra Mundial\, más precisamente en 1947 y finalizó en 1989. Fue un enfrentamiento armado\, en el marco de un choque ideológico y político\, entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Ambas eran superpotencias mundiales y buscaban imponer sus ideales y…
- Muy bien Garibaldi\, es correcto. La Guerra Fría implicó...
Me salvé. Vuelvo mis ojos a mi tablet, la que usamos para estudiar. En el "Bristol School" no existen las carpetas y cuadernos como tal, sólo algunos libros en papel. Repaso las escasas notas que he tomado y la notificación de un mensaje en el grupo del curso, me hace entra al chat donde aparece una caricatura mía con la frase "Huerfanita becada y ÑOÑA" .
Al ser un grupo de chat entre alumnos, todos mis compañeros recibieron el mensaje. La profesora es ajena a lo sucedido y sigue con su clase. Belu se gira para mirar al fondo del aula donde se sientan Molina y su grupo y los fulmina con la mirada. Yo también me atrevo a mirarlos y Alejandro me sonríe arrogante, fue él quien mandó el mensaje. Martín me mira y después se voltea para mirar mal a su amigo que se encoge de hombros y deja de sonreír.
Vuelvo a mirar a mi tablet, borro el mensaje y me concentro en mi clase de historia. Sé que Belu quiere decir algo, pero también sabe que no puede hablar ahora, no en la clase de la profesora Rodríguez. Tenemos prohibido hablar entre nosotros. Que esto suceda ya no me sorprende, las bromas y provocaciones de mis compañeros son una constante de todos los días. Con los años me terminé acostumbrando y ya no me duele tanto como al principio.
Sólo tengo que aguantar un poco más, cumplir los 18, cobrar mi herencia e irme lejos a estudiar a otro país con Belu.
Belén Arriaga es la única persona buena que he conocido en el Bristol, ella siempre fue amable conmigo por eso se volvió mi mejor amiga, más bien ella decidió que fuéramos mejores amigas cuando nos conocimos hace 5 años y no puedo estar más agradecida con tenerla en mi vida.
Para cuando tuvimos nuestro primer receso, nos fuimos la patio y Belu se la pasó criticando y maldiciendo a los inmaduros de nuestros compañeros, odia la forma en la que el resto me trata y siempre que puede me protege. Para ser sincera Belu es la única que me trata bien, incluso en mi casa mi tía y mi prima me tratan mal.
- Ya Belu\, no le de importancia. Fue un tonto dibujo.
- No le restes importancia Ludo\, son unos idiotas. Juro que cuando vea al imbécil de Alejandro le voy a dar una patada en bolas. - Dice enojada y me rio por sus palabras. - Tú también deberías darle una patada. - Me propone riendo.
- Me muero de ganas. - Ambas reímos.
El resto del día siguió normal, por suerte nadie más se metió conmigo. De hecho nadie se me acerco o me miro mal, lo que es raro pero lo agradezco. A la salida de la escuela me despido de Belu que se va con su chófer, la mayoría de mis compañeros tienen chófer o conducen sus propios autos.
- ¿Hablamos después? - Me pregunta mi amiga.
- Sí amiga.
- Ok\, te quiero. - Me da un beso en la mejilla.
- Y yo a ti. - Me despido de ella.
Me quedo unos segundos viendo como Belu se aleja de mí, su largo cabello rojo se balancea al compás de sus
movimientos. Ella y Lucas, quizás, son las dos personas que por más que tienen dinero no son arrogantes ni malas. Me pierdo en mis pensamientos y recién vuelvo a la realidad cuando siento unas manos grandes en mi cintura, una cercanía en mi espalda y una voz masculina hablándome al oído.
- Hasta mañana Ludovica. - Me paralizo. Martín Molina Ruiz me está tocando\, me está hablando y no sé qué hacer.
De repente siento una presión y una leve humedad en mi mejilla, ¡ME ACABA DE DAR UN BESO EN LA MEJILLA!. No llegó a decir nada ya que él desaparece, recién lo veo cuando sube a su lujoso auto. ¿Qué fue eso? Siento las mejillas arder y miro a cada lado para ver si alguien nos vio, pero nadie parece notarme, mejor.
Después de ese confuso momento, me pongo mis auriculares para perderme en la música de mi banda favorita "B.Four" y empiezo a caminar a mi casa. Me preparo mentalmente para lo que me espera, de seguro mi adorada tía Leticia (nótese el sarcasmo) me ha dejado un sin fin de tareas para hacer en la casa.
Siempre fue y es igual, mi tía y mi prima Carla me tienen como su sirvienta, vivo con ellas desde hace 6 años. Mis padres murieron en un accidente automovilístico y como no tengo más familia que mi tía Leticia Morales (hermana mayor de mi madre) me entregaron a ella para que fuera mi tutora. Mis padres Clara y Marcos Garibaldi, eran ricos, me dejaron una herencia a la que puedo acceder a los 18 años. Leticia se quedó a cargo de los bienes materiales de mis padres, los cuales no dudó un segundo en vender y me obligó a mudarme con ella. Tuve que empezar de cero, en otra ciudad, en otra escuela. Por suerte una amiga de mi madre me consiguió una beca en el "Bristol School" y desde ahí mi vida ha sido... miserable, salvo por Belu.
Leticia y Carla me odian, en la escuela me humillan constantemente y cuento con desesperación los meses y días que faltan para mi cumpleaños y para ser libre. 7 meses y 11 días.
Sumergida en mis pensamientos llego a mi casa y efectivamente me encuentro con una lista enorme de tareas.
Limpiar la cocina.
Hacer el almuerzo.
Limpiar el baño.
Limpiar la sala. Lavar la ropa.
Hacer algunas compras.
Hacer la cena.
Suspiro resignada, subo a mi habitación para cambiarme el uniforme por unos pantalones de deporte y una camiseta simple. Guardó cuidadosamente el uniforme gris y preparó el uniforme azul para mañana. Sí, la escuela es tan prestigiosa y de élite que usamos dos uniformes, uno los lunes y el otro los demás días.
Sin más me pongo a hacer mis tareas quiero evitar a toda costa los insultos y golpes de mi tía "por no hacer las cosas bien".
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Bella Mark
MARTÍN
Todavía puedo sentir el perfume de Ludovica en mi nariz. A la salida del colegio me acerqué a ella y aspiré profundo su aroma... lavanda. Poner mis manos en su hermosa cintura fue electrizante, mi cuerpo vibro y eso jamás me había pasado. Besar su mejilla fue el impulso más gratificante de mi vida, sentir su suave piel debajo de mis labios me provocó una enorme corriente eléctrica que se deslizó por todo mi cuerpo.
Cuando llego a mi casa no puedo dejar de pensar en ella, en sus ojos, en su aroma, en su suave piel, en su dulce voz... no sé qué me pasa con Ludovica, llevó observándola por años y ahora que por fin me acerco a ella, - por una apuesta, gracias conciencia - no logró sacármela de la cabeza.
Por la tarde me reúno con mis amigos en "El Club", un sitio al que acude la alta sociedad, donde se puede hacer de todo, natación, tenis, polo, golf. También hay restaurantes, bares, tiendas, incluso hay un hotel. Es un lugar muy reconocido y de élite, aquí se llevan a cabo bailes benéficos, eventos de marcas importantes y por supuesto es el sitio de encuentro de la mayoría de los alumnos del "Bristol School". Entró al bar al que solemos ir siempre y me encuentro con Eric, Alejandro y Tomás.
- ¿Progresos con la apuesta? - Me pregunta Tomás apenas me siento a su lado.
- No muchos. - Suspiro mientras recibo la copa que me extiende Eric. - Ya hice mi primer acercamiento pero ella ni me ha hablado. Pensé que me buscaría en el receso o me escribiría por WhatsApp o instagram... la defendí de Soledad y después me despedí de ella y... nada.
- Bueno amigo tienes un mes. Esto recién empieza. Recuerda\, tienes que enamorarla\, hacerla tuya y listo. - Simplifica Eric como si eso fuera fácil. Ludovica no es como todas las demás.
- Si\, sólo necesito idear un plan para que caiga\, ninguna es inmune a mis encantos. - A veces me cuesta tanto ser como ellos.
- Ese es mi mejor amigo. - Eric me abraza por los hombros.
- Por la apuesta. - Levanta su copa Alejandro.
- Por la apuesta. - Lo sigue Tomás.
- Por la jodida apuesta. - Eric levanta su copa sonriendo.
- Por la apuesta. - Levanto mi copa siguiéndolos\, no tengo opción.
Brindamos como idiotas por jugar con los sentimientos de una hermosa y dulce chica. No puedo creer que haya aceptado hacer esto. Que imbécil soy.
****** ***
Al día siguiente me despierto y me levanto. Me ducho y me visto con el jodido uniforme azul y rojo, que me toca llevar el resto de la semana. Me lavo los dientes, me perfumo, me observo en el espejo mientras me paso la mano por el cabello acomodando los mechones. Busco mi mochila en mi habitación pero no la encuentro. ¿Dónde la dejé?, ¿en el auto?... Supongo que la deje en el auto, como sea, bajo a desayunar con mi madre.
- Buenos días mamá. - La saludo con un beso en la mejilla.
- Buenos días hijo. - Me saluda con una sonrisa. - ¿Cómo llevas la segunda semana de clases? - Sí\, hace una semana y dos días que hemos comenzado las malditas clases.
- Bien\, supongo. - Tomo mi café y ella me mira inquisitivamente.
- ¿No pasó nada raro? - No me jodas, es imposible que sepa de la apuesta. - Nada de lo que me vaya a enterar después... - Ah ya entiendo\, quiere saber si me metí en problemas.
- No me he metido en problemas mamá\, tranquila. Voy a cumplir el acuerdo. - La tranquilizo.
- Lo sé mi cielo. Sé que lo vas a cumplir\, confío y creo en ti. - Me sonríe cariñosamente.
- No te voy a defraudar mamá. - Le aseguro.
Puedo ser una mierda con todos, hasta con mi padre, pero no con mi madre. Ella me ha dado todo y confía y cree en mí a pesar de todo.
- Lo sé mi amor. - Me toma la mano y me sonríe.
Después del desayuno, bajamos al estacionamiento, mi madre se despide de mí. Ella se sube a su auto y yo al mío. Conduzco hasta el Bristol, pero unas cuadras antes de llegar al colegio me desvío para pasar por la calle donde está la escuela de Camila. Camila Molina Zárate, es mi media hermana de 5 años, hija de mi padre Gustavo y su segunda esposa Cinthia Molina Zárate (su ex secretaria). De vez en cuando me pasó por aquí y observo desde lejos como mi padre deja a su hija en el jardín.
Para navidad él me pidió que la conociera, obviamente que no quise, no me importa su nueva familia, arruinó la nuestra porque va a importarme su vida y la de su hija. Sin embargo, aquí estoy, viendo como mi padre le da un beso en la mejilla a Camila mientras ella sonríe y lo abraza. Eso mismo hacía conmigo y con Andrés. La niña de cabello rubio y ojos celestes como los de mi padre y los de Andrés, se despide de él agitando su manita mientras entra a la escuela. Apartó la mirada de ellos y me voy antes de que mi padre pueda verme. Respiro profundamente y sigo mi camino. Llegó con el tiempo justo, bajó de mi auto y entró al colegio encontrándome con mis amigos en el patio delantero torturando a un chico de primer año. Me prendo un cigarrillo mientras me paro a su lado.
- ¿Ya entiendes quién manda? - Le pregunta Eric al chico pelirrojo que tiene agarrado del cuello. - No te escucho.
- S-Si ya enten-dí. - Responde el chico con la voz entrecortada. Eric lo suelta y le rodea los hombros con su brazo.
- Bien Fosforito. Desde ahora vas a ser nuestra perra. Vas a hacer todo lo que te digamos y a cambio sólo te molestamos nosotros. - Pobre chico, pero esto es así.
A comienzo de año siempre elegimos uno de primero año para que sea nuestro esclavo, a cambio le damos protección, nadie se mete con él, solo nosotros.
-Te niegas y toda la jodida escuela te va a hacer la vida imposible a nuestro pedido. - Agrega Alejandro mientras le echa el humo de su cigarrillo en la cara.
- ¿Te vas a negar Fosforito? - Le pregunta Tomás.
- No. - Contesta el chico con miedo.
- Entonces repetí después de mí. - Le pido agachándome un poco para que mi rostro quede a la altura de su asustada cara. - Yo Fosforito...
- Yo Fos-forito... - Su voz tiembla.
- Soy la perra de M.E.T.A - La escuela entera nos conoce por M.E.T.A\, son las iniciales de nuestro nombres. No lo inventamos nosotros pero si lo adoptamos.
- Soy la... pe-perra de M.E.T.A - Sonrió y asiento.
- Perfecto Fosforito\, presiento que este va a ser un buen año. Ahora trae unos cafés para nosotros\, esa va a ser tu tarea todos los días. - Le informo.
- Ahora Fosforito. - Lo apura Tomás.
El pobre chico sale corriendo entando a la escuela a buscar los cafés, mientras nosotros nos matamos de la risa. En eso mis ojos verdes se desvían a las rejas de entrada del Bristol y la veo llegar. El timbre suena y mientras los demás alumnos se dirigen perezosamente adentro del colegio, Ludovica empieza a correr. Su cabello rubio ondea con el viento, su falda azul se mueve al compás de sus movimientos y me hace fantasear con lo que hay debajo de esa tela. Mis ojos se centran en su rostro y observo que luce preocupada y cansada, es raro que llegue tarde siempre viene temprano al colegio. Recorro sin pudor su cuerpo y no dejo de mirarla un segundo, pero ella ni me mira. Literalmente pasa corriendo a nuestro lado sin mirarnos. Su aroma a lavanda queda en el aire y disimuladamente lo aspiró.
- Alumnos\, el timbre ya sonó. - Nos llama la atención nuestra preceptora y salgo de mi trance.
- Ya entramos mi hermosa Ceci. - Le responde Eric sonriéndole con su sonrisa seductora\, la mujer rueda los ojos y vuelve dentro. Los cuatro reímos y entramos al establecimiento.
Fosforito viene corriendo con nuestros cafés, está agitado y con el rostro enrojecido. Se detiene frente a nosotros y con movimientos temblorosos nos entrega las bebidas.
- Tarde fosforito. Hoy te la dejamos pasar porque es tu primer día\, pero la próxima... castigo. - Alejandro golpea uno de sus puños contra una de sus manos\, dándole a entender al chico que el castigo es físico. Fosforito traga fuerte.
- Dame. - Le dice Eric tomando un café y el resto hacemos lo mismo.
- Nos vemos en el receso Fosforito. - Le digo al tomar mi café.
La primera clase fue una mierda. No sé a quién le puede gustar la filosofía. Es un alivio cuando por fin llega el primer receso y dado que Ludovica ni me ha mirado me toca acercarme a ella. La veo salir del aula con Belu y las sigo pero soy interceptado por el profesor de gimnasia.
- Molina. Semana que viene. Entrenamiento. - Parece robot como habla. No me deja decir nada porque se va llamando a otro compañero.
Es el profe más raro del colegio. Me encojo de hombros y sigo mi camino, aunque pienso que debo comprarme un equipo nuevo. Juego al basquet y voy demasiado al gimnasio eso me ayuda a dejar de pensar por un rato y en su momento me ayudo a superar la muerte de mi hermano mayor.
Salgo al patio y busco con la mirada a Ludovica. La encuentro hablando animadamente con Lucas Fernández Sáenz, *maldito ñoño. *¿Qué hacen hablando? Pensé que no tenía que preocuparme por competir con nadie, mucho menos con el baboso de Fernández. Maldita sea. ¿Y por qué ella se ríe? No creo que Fernández sea muy gracioso.
Me decido a interrumpirlos así que empiezo a caminar hasta ellos, pero Soledad se me adelanta. ¡Parece que lo hace a propósito! Me quedo unos pasos alejados de ellos fingiendo mirar mi celular y escucho la conversación.
- La parejita de ñoños. ¿Ya lo hicieron oficial? - Pregunta la castaña. ¿Ludovica y Lucas?... sobre mi cadáver. - Que triste Lucas, salir con una ñoña inferior a tu clase, pero tranquilo que igual hacen linda pareja. - Que tonta y que pesada.
- No me ofende que me digas ñoño\, estoy orgulloso de mi inteligencia. - Ñoño arrogante. - Y tampoco es un insulto que insinúes que salgo con Ludo. Ella es hermosa\, amable\, inteligente\, sería un honor estar con ella. No puedo decir lo mismo de ti. - Sí que tiene agallas Fernández, igual ni sueñe con estar con Ludovica, ella es mía.
- Soledad no tienes nada mejor que hacer\, como... no sé mirarte en un espejo. - Interviene Belu que estaba hablando por teléfono unos metros más allá.
- No te metas calabaza. - La colorada aprieta la mandíbula\, pero se recupera rápido.
- ¿Qué es eso que tienes ahí? - Belu finge mirar algo en el rostro de la castaña. Sonrió por dentro\, la está molestando.
- ¿Qué tengo? - Pregunta desesperada tapándose la cara con sus delicadas manos.
- Uhh en serio Soledad\, deberías correr a un espejo. Todos te están mirando. - Belu sigue molestándola y se acerca más al rostro de Soledad.
- Aggrr... - Gime con frustración para después salir corriendo en dirección a los baños.
- Tonta. - Murmura Belu mientras la ve correr. Los tres explotan en una carcajada.
Sonrió, Soledad se lo merecía. Fijo mis ojos en ellos tres, bueno en Ludovica pero ella no me mira. En serio que es como si yo no existiera para ella. Hasta me hiere un poco el ego que no esté muerta por mí. Tengo que hacer algo para que me mire.
El timbre suena y todos volvemos al aula. Durante la jodida clase de química pienso un plan para acercarme a Ludovica y creo que tengo algo. Fosforito tendrá su primera misión en el segundo receso. Por lo general Ludovica y Belu suelen sentarse en un banco y se pasan todo el receso hablando y viendo cosas en su celular - sueno como un acosador - un choque accidental con ella me podría dar pie para que hablemos y sus bellos ojos verdes se posen sólo en mí. Espero que resulte.
Durante la clase le mando un mensaje a Fosforito y le encargo la tarea de conseguir una pelota para el segundo receso. Cuando el timbre suena veo que Ludovica y Belu salen del aula y me apresuró a encontrarme con Fosforito.
- ¿Una pelota de voley? - Le pregunto algo molesto mientras sujeto la pelota entre mis manos.
- Lo-lo sien-to. - Suspiro y le pido que me acompañe al patio.
Una vez all,í se me unen mis amigos y le explico a Fosforito que se debe ponerse cerca de las chicas y le voy a lanzar la pelota.
- ¿Vas a golpearme? - Pregunta nervioso.
- Bueno\, no es el plan golpearte\, pero si no sale a la primera lo más probable es que la pelota impacte en tu cara. - Le sonrió. - A tu lugar. - Le ordeno.
-¿Estás seguro que esto va a funcionar? - Me pregunta Eric.
- Obvio\, las chicas aman un encuentro accidental. - Le aseguro arrogante.
Mientras veo a Fosforito ponerse donde le dije observó por unos segundos a Ludovica, tiene una sonrisa hermosa. Nuestro esclavo me mira y sonrió, me preparo para lanzar la pelota. Por un lado me gustaría que resultará de una y por otro lado me gustaría que impactará en el coloradito. Veremos que sucede.
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Bella Mark
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