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La Luna Del Beta (Parte II)

Capitulo 1

Aquel día se despidieron de Alicia y su esposo, y emprendieron su camino, alejándose del pequeño pueblo. Tomaron por caminos rurales, con mucho verde a su alrededor, así, ante el mínimo problema, sabían que podían esconderse y la naturaleza haría el resto. Lo poco que habían logrado averiguar Jay y Ezra en el pueblo, era que Kyle había caído en un estado de inconsciencia, que el mismo médico de la manada no había podido revertir. El consejo estaba al mando de la manada, ante la ineptitud de la flamante Luna y todo era un caos. Por un lado se sintieron algo tranquilos, con tantos problemas en la manada, ellos no serían prioridad, aunque prefirieron no confiarse.

Recorrían pequeños pueblos, buscando pasar desapercibidos. Se quedaban algunos pocos días, lo justo para descansar y seguir. Cada pueblo florecía con la visita de Akela y quedaban bendecidos ante la misma. Las cosechas eran abundantes, el clima ayudaba a las mismas, el agua brotaba de sus causes y llenaba los ríos y cada pozo de cada hogar. Los animales se multiplicaban a montones y no solo ellos, las mujeres de volvían más fértiles. En un punto, aquello empezó a ser muy notorio.

Los pueblos solían manejarse entre ellos, para no tener que ver con las grandes ciudades de las manadas. Para ellos, solo eran lobos que se creían superiores y siempre buscaban estafarlos, queriendo comprar sus cosechas a menor valor. Por lo cual, solían hacer negocios o intercambiar granos, semillas y animales, con los vecinos de pueblos cercanos. Así fue como algunos comerciantes, empezaron a notar este crecimiento rotundo, no solo en su pueblo, sino en los pueblos aledaños. En algún punto, todos querían saber a qué se debía, no había dudas de que la Diosa los había bendecido y fue Alicia, quien los puso al corriente.

- Es mi Luna. Es Akela Zaer, ella nos bendijo a nosotros y a cada uno con su visita.- Alicia sonrió alegre, mientras acariciaba su pequeño vientre, en el cual crecía su primer cachorro.

- Akela.. tu amiga?.- Su mate le pregunto sin entender.

- Si, la misma.

- Espera un momento.. Akela Zaer? Ese nombre me suena.- Un criador de ovejas de un pueblo no muy lejano, intercedió en la reunión ante lo que había oído. Y muchos posaron un rostro pensativo. El nombre también se les hacia conocido.

- Espera un momento.. "Zaer"? No es..

- Si, la joven mate que el alpha Kyle Kinnaman rechazó.

- Pero no puede ser posible! Ella es una traidora y una fugitiva!

- Hay un precio por su cabeza! Debemos enviar a alguien con la noticia a Niebla Invernal!.- Algunos hombres y mujeres presentes en la reunión, empezaron a asombrarse y también, asustarse. Esto no era nada bueno. Akela había sido declarada enemiga pública para Niebla Invernal, lo único que pudo hacer Katerina, fue pedir su cabeza y ofrecer una enorme recompensa. Nadie quería de enemigo al Alpha Kyle Kinnaman. Ellos eran pueblos pequeños, vivían tranquilos, sin lujos, pero sin faltas. Y si bien no pertenecían a Niebla Invernal y ellos mismos funcionaban como una pequeña manada, no tenían la fuerza para enfrentarse a semejante alpha y todo su ejercito de grandes lobos.

- Nadie hara eso.- Una voz se oyó al fondo del salón donde estaban reunidos. Una mujer de avanzada edad, sentada en uno de los bancos, tejiendo unas mantillas de lana, fue quien intercedió.- Quizás no lo recuerdan o quieren hacerse los olvidadizos. Akela Zaer no es solo la mate rechazada del alpha Kinnaman. Es la hija de Kanan Zaer y su Luna y mate, Selyse. Puede que no lo recuerden, pero ellos ya pasaron por este pueblo, hace años... y con su visita nos regalaron exactamente lo mismo, abundancia, vida y fertilidad.- Todos se miraron unos a otros, menos Alicia, quien entendía a qué se refería aquella anciana.- Con su humilde visita, les ha regalado qué? Más alimentos? Tierras fértiles? Fertilidad no solo para sus tierras, también en sus vientres? Y qué quieren? Entregar semejantes bendiciones por una recompensa? Que ni siquiera saben si se las otorgarán.

- Por qué no lo harían?.

- No has oído lo que dicen de la Luna de Niebla Invernal?

- Mientras el alpha se marchita postrado en una cama, ella no para de revolcarse con cual guerrero se le cruza en el camino.

- Dicen que no la dejan visitarlo, por temor a que lo mate.- Entre ellos mismos habían empezado a cuchichearse, preguntarse y responderse, mientras la anciana loba, seguía con su tarea de tejer.

- Entonces les pregunto nuevamente... van a desagradecer semejante bendición por dinero?.- Todos los presentes se miraron entre ellos y se sintieron avergonzados de haber querido flaquear ante semejante regalo desinteresado, por dinero.

- Pero.. cómo es posible? Quién es ella?.

- No lo sé, pero siempre se dijo que su familia estaba relacionada a la Diosa.

- Esos son chismes!.

- Chismes o no, la visita de un Zaer, ya nos había deparado cosas buenas. No una vez, sino dos veces. Y esas cosas se marchitaron con la visita de un Kinnaman.- La anciana hablaba con todo el conocimiento que los años que cargaba, le daban. Sus siglos vividos, la hacían la enciclopedia del lugar. Todos se miraron aún sin entender, acaso aquella jóven era una deidad?

- Por qué tejes tanto Alondra?.

- Porque para el próximo invierno, habrá muchos cachorros que abrigar.- Ella sonrió tierna, mientras apuraba sus agujas y tejía como toda una experta. Las mujeres se miraron y se sonrieron entre ellas. Un cachorro era una bendición en la pareja y la manada. Habían pasado cuatro meses de la visita de Akela, y siete lobas estaban embarazadas de casi el mismo tiempo. Si ella había hecho eso, no podía ser mala.

El tiempo pasó, y cada pueblo que visitaba Akela y resurgía de sus cenizas, solo demostraba que Alondra estaba en lo cierto. Aquella información se regó como pólvora, de boca en boca. Para cuando llegaron al próximo pueblo, ya todos estaban ansiosos esperando la visita de la joven de cabellos color fuego. Tremenda fue su sorpresa al ver cómo los esperaban. Jay y Ezra se pusieron en posición de ataque, creyendo que era un trampa y que en realidad, iban a entregarlos. Una vez que se dieron cuenta de que no eran esas las intenciones, bajaron su guardia, solo a medias.

- Pero.. qué es ésto?.- Pregunto Akela, por demás sorprendida.

- Los estábamos esperando! Es nuestra bienvenida.- La mujer que oficiaba de líder del grupo, fue quien habló y les entregó una canasta con algunos pequeños presentes, de cada familia del lugar. Jay la tomó y junto con Ezra la miraron con recelo.- No tenemos un hotel o posada para que se puedan hospedar, pero les ofrezco un lugar en mi casa durante su estadía. Es grande, podrán ponerse cómodos.- Akela la miró y sonrió alegre aceptando

- Akela, creo que..

- Vamos, caminamos mucho y quiero tomar un baño y recostarme un poco. La barriga ya empieza a hacerme doler las caderas.- Akela le hizo un puchero y Jay no tuvo más objeciones ante ella.

- Bueno.. quizás no nos vendría mal. Mery se ha sentido mal y le vendría bien descansar.- Ezra fue quien se unió a la conversación y dejó un beso en la frente de su amada.

- Bien, iremos.- Jay fue quien a regañadientes, acepto.

- Bueno, no se diga más!! Vengan entonces. Los estaba esperando con un rico desayuno!- Akela abrió su boca alegre, ante la felicidad de una bebida caliente y poder tomar asiento. Cargaba un embarazo de seis meses ya, y su cachorro no paraba de moverse.

Resulta que cuando escapó de la manada, ella ya cargaba dos meses de embarazo. Por eso Hati no había podido hacer aparición alguna para ayudarla, debía proteger al cachorro del aconito que le suministraban. Ya una vez en la casa, Akela y Mery tomaron asiento sin dudarlo, mientras y Jay y Ezra fueron más precavidos. Se sentaron junto a sus lobas, pero sin dejar de estudiar el lugar ante la mínima amenaza posible. Fue allí cuando Akela posó una mano sobre la de Jay, intentando que se calmé y empezó a hablar.

- Perdón, usted dijo que nos estaban esperando?.

- Si! Mi hermana vive en el pueblo del que vienen y ella me puso al tanto de que se dirigían hacia aquí.

- Su hermana le aviso?.- Jay se alertó ante aquello.

- Oh sí, pero nos comunicamos mediante el enlace mental. No teman, no fue una llamada telefónica o algo de eso. Cuando hablamos sobre usted Luna, lo hacemos solo de palabra, para que nadie pueda rastrearla y dar con su paradero.- La mujer hablo con ternura y calidez, Jay la observó con sorpresa y Akela igual.

- Luna? Pero yo.. no soy Luna.

- Oh sí lo siento, es una forma de decirle. Es como nos referimos a usted, señorita Akela.

-Señora.- La corrigió Jay, Akela se descubrió un poco la capa que llevaba para dejar en evidencia su vientre crecido y la mujer sonrió y junto sus manos de alegría.

- Lo siento, señora Akela. Vaya!! Que precioso! Es su primer cachorro?.

- Lo es, si.

- Hacen una pareja bellísima. La Luna sí que los bendijo al unirlos.- Un carraspeó se pudo oír detrás de la mujer y un hombre apareció en el comedor.- Oh lo siento, él es mi esposo y mate, Chris y yo soy Janet, creo que no me había presentado.

- Aunque al parecer, algunos tienen más suerte que otros con sus mates.- El hombre dijo aquello en tono de broma y Janet le dió un pequeño codazo y rieron.- Es un gusto!.- El hombre extendió su mano y Jay la tomó, estrechándola en un apretón.

- Sigo sin entender, por qué hablan de mí?.

- Oh vera.. puedo llamarla Akela?.

- Si, claro.

- A cada pueblo que ha visitado, usted lo bendijo de alguna forma.

- Qué?!.- La cara de Akela era desconcierto puro, en realidad, la de todo el grupo.

- Si, vera... cómo le explico? Si bien algunos pueblos estaban mejor que otros, fue notorio el cambio que hubo en cada uno. Se llenaron de verde, sus tierras se volvieron fértiles, los animales, los vientres de las lobas. Fue usted.- Akela se veía anonadada, no podía creer lo que oía. Ella sabía que era cierto, que era ella. La misma Diosa se lo había explicado, era el don de su madre y la fuerza de su padre, nunca una mejor combinación.

- Agradezco tal hermoso gesto y lindos pensamientos, pero.. creo que son solo coincidencias.- Akela lo negó, si bien esta gente parecía de lo más hospitalaria, lo mejor era no levantar la perdiz. Jay estaba al tanto de todo, Akela ha le había explicado todo sobre su familia y cada palabra que la Diosa le dijo, por lo cual sabía que era tal cual lo decían, todo era producto de Akela. Pero al igual que ella, creía que lo mejor era seguir con el perfil bajo.

- En Lavanda, el primer pueblo al que llegaron, una loba muy anciana.. ella fue quien se dió cuenta de que provocaba toda esta buena fortuna para los pequeños pueblos. Usted, una Zaer. Sus padres ya habían atravesado estos caminos hace años.. y en ese entonces, Alondra jura que sucedió lo mismo. Es usted Luna, usted nos bendice con su presencia.- Akela estaba por negar nuevamente, hasta que oyó que alguien había visto a sus padres y que lo mismo había sucedido con la visita de ellos. Acaso estaba haciendo el mismo trayecto que sus padres cuando buscaban lugar para su manada? En verdad aquellos pueblo florecía con ella? Y lo más importante, por qué le decían Luna, si ella no lo era?.

Capitulo 2

Disculpe.. cómo dijo que se llamaba la señora?.

- Alondra! Es una loba de lleva dos siglos y contando. Es nuestro libro de historia viviente.- Janet dijo aquello y no pudo evitar reír. Chris la ayudo a traer todo y a servir el té para las mujeres y café para los hombres. Mery empezó a comer desesperada, llevaba algunas semanas con un apetito voraz, y ganas de comer ciertas cosas específicas. También te iba algo de sueño y le habían crecido los pechos. Akela la miró y sonrió. En algún punto, algo de todo lo que comió le sentó mal.

- Disculpe, el baño?.

- Por el pasillo, a la derecha.- Chris le respondió y Mery se levantó como resorte. Ezra fue tras ella y Akela los miro con duda de seguirlos o no.

- Es imposible, estuvimos en ese pueblo y nadie nos dijo nada. No vimos a esa anciana que nos menciona.- Jay interpeló a Janet, quería desconfiar hasta lo último, para estar seguro de que era gente sin malicia.

- Es que todo sucedió cuando se fueron. Verán en cada pueblo que visitan, todo florece, se llena de vida.

- Pero jamás he visto eso mientras estuve allí.

- Debe ser porque se quedan poco tiempo, quizás si se quedarán un poco más aquí, podrían verlo con sus propios ojos.

- Eso es imposible, no podemos tomar más tiempo del necesario.- Jay nuevamente levantaba un muro entre ellos y aquellas personas.

- Beta Jarvis, sabemos quiénes son y sabemos lo que ha pasado, pero están seguros aquí. Nadie los va a delatar, es nuestra forma de agradecer su sola presencia Luna.- Jay ajusto su mirada al oír aquella palabra, "Beta Jarvis". Hacia cuatro meses, que nadie lo llamaba por su cargo, aquel que supo ocupar. Él seguía siendo un Beta, pero ya no había necesidad de que antepongan su rango a su nombre. Al no ser el Beta de un alpha, el Beta de una manada, solo era un Beta más, solo era Jay Jarvis.- Si desconfían de nuestras palabras, deberían extender su estadía solo unos pocos días más y quizás, vean los frutos de su presencia.- Janet sonrió al decir lo último y siguieron tomando el té en silencio.

Luego Janet les mostró sus habitaciones, una para cada pareja. Akela quiso ir a ver a Mery, quien no había vuelto al comedor luego de sentirse mal. Golpearon la puerta de su habitación y Ezra les abrió.

- Vinimos a ver a Mery, podemos?.

- Si, claro.

- Cómo estás?.

- Ay amiga... creo que mal del estómago, algo de todo lo que comí, me cayó mal.- Mery se veía algo pálida, estaba recostada en la cama y con una mano acariciaba su vientre de un dolor de estómago que no era tal. Akela no pudo evitar una risilla.- Qué?.

- Creo que tu dolor de estómago tiene patas.

- De qué hablas?.- Mery pregunto desencajada sin entender y Ezra que estaba algunos pasos más atrás, junto a Jay, levantó sus cejas y se acercó.

- Estás embarazada Mery.

- Qué?!!.- Mery casi gritó al oír aquello y Ezra se quedó helado dónde estaba, ante la total sorpresa de Jay.

- De qué.. de qué hablas Akela?.- Alcanzó a balbucear el Delta.

- Lo note hace tiempo, pero no quería decir nada. Esperaba que ustedes lo descifraran solos, pero al parecer... vas a pasar todo el embarazo creyendo que es un dolor estomacal.

- Akela.. no hagas chistes con esto, por favor - Ezra hablaba serio, con sus manos temblorosas, casi rogando que no fuera una broma lo que oía.

- No es un chiste, es muy cierto. En tu vientre, hermosa amiga mía, crece un cachorro, su primogénito tan deseado.- Solo eso basto y Mery tomó una bocanada de aire y miró a Ezra con sus ojos cristalizados, una sola mirada de su amado basto para que las lágrimas cayeran. Ezra se acercó y la abrazo fuerte, llorando los dos de alegría. Akela se alejo para darles espacio y se acercó a Jay, quien la abrazo en sus fuertes brazos y le dió un tierno beso, mientras observaban en silencio, la felicidad de sus más queridos amigos. Otro cachorro, uno nuevo para la manada. Un cachorro que junto con el que ya cargaba Akela, los uniría para siempre.

Todo fue felicidad, lo que tanto había anhelado la pareja, allí estaba creciendo y ellos sin sospecharlo. Ahora más que nunca, debían buscar un lugar seguro para quedarse. No podían seguir en movimiento con dos lobas embarazadas, Akela misma ya tenía un embarazo avanzado. De todas formas, ahora que tenían está nueva información sobre la veneración que los pobladores sentía por Akela, Jay tenía recelo de quedarse allí. Ya no porque desconfiara de ellos, sino porque no quería llamar la atención de las grandes ciudades. El chisme, inevitablemente iba a esparcirse, lo mejor era seguir en movimiento y alejarse. Se quedaron allí, algunos días más de lo esperado y tal cual lo dijo Janet, eso sirvió para ver el crecimiento repentino y a gran escala de las cosechas, muchas lobas en celo la misma semana. Muchos animales que tuvieron sus crías sin el mínimo problema. Akela rebosaba felicidad al ver que podía ayudar.

El tiempo de despedirse llegó, Janet despidió a las dos mujeres con sumo cariño, dejando en claro que las puertas de su casa y el pueblo, siempre estarían abiertas para ellos. Jay lo agradeció, al final no le quedó más que bajar su guardia. El camino siguió hasta el próximo pueblo, donde paso lo mismo, una gran bienvenida y la expectativa de lo que vendría con la visita. Mujeres que llevaban años queriendo quedar encinta le pedían ayuda, le pedían que toque sus vientres, y Akela lo hacía sin saber si aquello iba a funcionar o no.

- Si estás mujeres quedan embarazadas solo por eso, habrá una próxima generación de muchas "Akelas" en tu honor.- Jay se lo dijo en broma, pero Akela no pudo evitar preocuparse. De pequeña no le gustaba su nombre, ahora estaba acostumbrada, pero creía que no había necesidad de tal cosa con un bebé recién nacido. La estadía paso de lo más normal, al despedirse para seguir camino, recordó el chiste de Jay y no pudo evitarlo.

- Por favor, si quedan encinta y es una niña, no le pongan Akela, hay nombres mucho más bellos.- Jay no pudo evitar reír. Se despidieron y marcharon.

- Creo que Akela es un nombre precioso.

- Lo dices porque me quieres, pero no, no lo es.

- Lo es y te equivocas, no te quiero, te amo.- Akela se sonrojo y Jay le robó un beso apasionado.- Ya sabemos que es un niño el que viene, pero si llegamos a tener una niña en el futuro, será Akela Junior.

- Basta!.- Replicó Akela y le dió un suave golpe en el pecho.

- Eres hermosa Akela Zaer, tan hermosa como tu nombre. Aquel del cual reniegas.

- Y tú eres hermoso también, pero.. quién te dijo que te voy a dar más hijos?.

- Uff tendremos quince cachorros!.

- Quince?!! Estás loco?!.

- Cada celo loba mía... será bien aprovechado.- Akela sintió que las mejillas se le quemaban por las palabras que Jay le había largado. De todas formas pensar en aprovechar sus futuros celos, era algo que no le molestaba para nada.

Capitulo 3

Quince cachorros!! Acaso está loco?!.- Akela murmuraba para sí, mientras arreglaba algo de ropa en su mochila.

- Si cada celo va a ser como el primero... por mí que me haga treinta.- Hati suspiraba babeando por su macho.

- Hati! Loba libidinosa! El embarazo te tiene más cachonda que de costumbre.

- No sabes cómo espero nuestro próximo celo Akela. Ahora que sé que es nuestra segunda oportunidad... voy a comerme a ese lobito.

- Creo que lo hiciste en nuestro primer celo.. y aquí tengo las pruebas.- Akela señalaba su abultado vientre y lo acariciaba con cariño, mientras seguía doblando su ropa y la de Jay.

- Si pero.. no lo disfrute como hubiese querido... en cierta forma.. pensaba que estaba traicionando a un lobo que jamás conocí.- Hati habló con nostalgia al recordar al lobo de su primer mate, un lobo al que no pudo sentir.

- Créeme que no se te noto preocupada querida loba mía.

- No te hagas la santa niña! Bien que le pedías entre jadeos que te ayude.- Al oír aquello y un espantoso intento de Hati por recrear la escena, Akela se tornó roja como un tomate y cortó el enlace abruptamente al sentir que abrían la puerta.

- Sucede algo?.- Era Jay quién entraba, con una de esas sonrisas que eran típicas de él y la derretían entera a la joven de cabellos rojos.

- Nada.. hablaba con Hati.- Jay no pudo evitar una sonrisa, al ver las mejillas de Akela tan coloradas, imaginó de que iba la charla.

- Partiremos en unas horas. Voy a ver a Ezra y a juntar algo de provisiones.

- Perfecto, termino aquí y los busco!.

- Ah.. y dile a Hati que Jax está igual o más ansioso por su próximo celo.. ni hablar de nuestra marca.- Jay le guiño el ojo coqueto y le lanzó un beso, cerrando la puerta detrás de él. Akela se quedó helada por unos segundos, ella no había pensado en la marca de él. Se supone que por lo general, una vez que se encuentra al mate, se marcan entre sí, incluso puede haber una ceremonia de unión, aunque no es estrictamente necesaria, ya que con la marca sellan el vínculo de mates. Akela y Jay no habían tenido esa oportunidad, primeramente, porque cuando sus sentimientos salieron a flote, ella aún estaba unida a su primer mate, y una vez que ese vínculo se disolvió, el embarazo se los impedía.

No lo había pensado, pero ahora que Jay lo había sacado a relucir, la idea no le desagradaba para nada. La hacia sentir querida, el saber que su hombre ansiaba marcarla, que ella lleve su marca en la unión de su cuello y su hombro. Una sonrisa boba se posó en sus labios.

- Quién es la cachonda ahora he?.- Hati nuevamente con sus comentarios burlones. Akela frunció su entrecejo, y dejó de hablar con su loba; quien estaba más que abocada a la protección del niño que crecía en el vientre de Akela. Jay siempre había sido un hombre encantador con ella, sereno, dulce, amable, respetuoso; pero desde que eran libres de profesarse su amor él era el hombre más dulce y detallista que podía existir sobre la tierra. En sí, Akela no había tenido más experiencias con el sexo opuesto que Jay, pero no necesitaba más para saber que había sido realmente bendecida al ser elegida para él. Jay no se cansaba de decirle cuanto la amaba, de cuidarla, pasaban las noches juntos y él acariciaba su vientre y le hablaba al cachorro contándole lo hermosa que era su madre y lo mucho que lo amaban y ella era feliz. El corazón le bailaba entero. Y su aroma, su aroma era algo que la enloquecía y a la vez, la calmaba. Una vez que él la marcara, sus aromas estarían entremezclados para siempre, y era algo que añoraba enteramente. Oler siempre a él, que todos sepan que ella era de él y él, de ella.

Aún seguían en la línea de los pueblos, la idea de esquivar las grandes ciudades y cualquier manada, era fija en el plan. Algunos pueblos pertenecían a ciertas manadas y otros, solo eran tierras libres y la gente simplemente se iba a vivir allí en busca de una vida tranquila, sobre todo en épocas de guerra. Si no estabas relacionado a ninguna manada, por lo general, quedabas fuera del conflicto. Algunos pueblos, habían sido llenados por los desamparados, pícaros. Personas que habían formado parte de una manada y habían sido expulsadas, habían decidido irse, o la guerra los dejo sin manada a la cual pertenecer. Muchos de ellos habían sido en sus comienzos campos de refugiados y luego, el conflicto bélico llegó a su fin, y ellos, habían sido olvidados a su suerte y no les quedó más que seguir con la vida. Les dejaron aquellas tierras que creían inservibles, cerca del bosque, lejos de las comodidades que brindan las grandes urbes, como la luz eléctrica, el gas, cloacas, la tecnología misma.

Lo que no sabían, era que esa misma vida campestre que llevaban, al natural, con lo justo y lo más básico, fue propicio para que Akela pueda ayudarlos. La naturaleza que bordeaba los caminos, reconocía a la joven como su soberana y no podía más, que alimentar el suelo que ella pisaba. Así, la tierra se volvió fértil, los ríos llenaron sus causes, las cosechas crecieron abundantes y los animales tuvieron alimento y pudieron reproducirse a montones. La Luna bendijo el bien que Akela hacia desinteresadamente y brindó fertilidad a cada loba en edad fértil. Una Luna, siempre es un buen augurio para una manada, y eso era Akela, un buen augurio para cada pueblo que visitaba. En muchos lugares la recibían con el título de Luna, en otro era la señora Akela, para regocijo de Jay, quien sentía orgullo de que cada hombre allí esté al tanto de que esa joven era su mujer y nadie podía codiciarla. Y en otros, era Alpha Akela, lo cual la sorprendía, porque nadie jamás la había llamado por su rango.

Estaban en un nuevo pueblo, el más pequeño hasta ahora. Era pintoresco, rupestre y se veían en más necesidad que todos los que había visitado hasta el momento. Akela puso manos a la obra enseguida. Traía montones de semillas que le regalaban en cada poblado. Enseñó como debían sembrarlas, como mantener el huerto cuidado, algo que ella misma había aprendido en su manada. Jay y Ezra ayudaron a arreglar los techos de las viviendas, las cuales eran menos de quince. Había cinco madres solteras, la última guerra las había dejado viudas, con hijos adolescente y algunos pequeños de no más de siete años. Mientras Ezra se encargaba de enseñarles algo muy básico en entrenamiento a los jóvenes, para que mantengan la cabeza ocupada, se mantengan en forma y puedan defenderse de lo que sea; Jay les enseñaba a cazar y pescar. Akela y Mery trabajaban en el huerto a la par de las mujeres y por la tarde se ocupaban de los animales. Sin perder tiempo, Akela hizo llegar a Janet y otros líderes de pueblos que habían visitado, la situación en que este pequeño poblado se encontraba. Al día siguiente, las primeras visitas llegaron con los incipientes rayos de sol. Traían animales varios, gallinas, cabras y hasta una vaca. Chris el esposo y mate de Janet, trabajo con Jay y Ezra en un establo para albergar los animales, mientras los hombres del lugar, preparaban un gallinero. Trajeron variedad de comidas, quesos y otros embutidos. Telas y una máquina de coser, y calzados para los niños. No fue hasta el segundo día, que llegó una visita que tomó por sorpresa a Akela. Alicia arribo al pequeño pueblo en una carreta, con su esposo y otras personas de su pueblo, "Lavanda".

Akela al verla no pudo evitar una sonrisa enorme y caminar hacia ella para abrazarla fuerte, feliz de verla nuevamente. Esta vez, no llegaron a estar tan juntas, porque sus vientres crecidos, las dejaron a medio camino.

- Pero... qué?!.- Akela entre sorprendida y feliz miró a su amiga y Alicia no pudo evitar una sonrisa tímida, pero llena de regocijo.

- Parece que tu visita bendijo más que la tierra.

- Oh Alicia! Estoy tan feliz por tí!.- Nuevamente se abrazaron como pudieron. La visita de Akela por cada pequeño pueblo, no solo los había ayudado y bendecido, también había creado grandes lazos de amistad entre los pueblos vecinos. De alguna forma, los había ayudado a conocerse, a hacer amistad, a tener un espíritu de compañerismo y empatía y es por eso, que ante el pedido de ayuda de su amada "Luna", no dudaron ni por un segundo en acudir. Una pequeña comitiva de cada pueblo, se acercó al lugar provisto de algo para ayudar a la gente de la pequeña localidad.

Jay estaba feliz de ayudar y de ver a Akela tan feliz por sentirse útil para los demás, pero también tenía un alto grado de protección ante su mate embarazada y creía que no era seguro estar demasiado en cada pueblo, al menos, no más de lo necesario.

- Amor, sé que te llena de dicha ayudar a la gente, pero..

- Ya se, ya se.. debemos seguir camino.

- Es lo más seguro.

- Lo sé. Solo unos días más, quiero irme sabiendo que los primeros brotes han salido y que todos ayudarán si es requerido.- Jay suspiro, sabiendo que nada la haría convencer de lo contrario.

- De acuerdo, pero al primer brote..

- Nos iremos.

El primer brote llegó, y con él su despedida inminente. Akela ya había hecho su parte allí y quedaba más que tranquila de saber que todos estarían al pendiente de aquel pequeño poblado.

- Y cómo se llama su pueblo?.- Fue Janet quien preguntó, mientras traía té, a una gran mesa que habían improvisado.

- No tenemos nombre.- Dijo una mujer algo tímida y avergonzada.

- Pues.. deberían tener uno. Y tienen la posibilidad de elegirlo ustedes.- Akela le respondió alegre y con una cálida sonrisa, que hizo que la mujer cambiará su estado de vergüenza. Ella se acercó al resto de los pobladores del lugar, que no eran muchos, menos de cincuenta personas. Hablaron entre todos, hasta los niños, que frenaron una partida de fútbol que tenían con Jay, Ezra y Chris.

- Ya lo decidimos Luna.

- Cuál es su nombre?.- La mujer respondió con humildad y respeto y Akela expectante esperaba ansiosa saber el nombre.

- "Esperanza", ese será el nombre de nuestro pueblo. Es lo que usted nos trajo con su presencia. Esperanza de salir adelante, de estar mejor, de un mejor futuro para nuestros hijos y la esperanza de la unión de la amistad.- Akela sonrió y sus ojos no pudieron evitar empañarse ante la emoción de las palabras oídas.

- Vaya.. cómo le hacen esto a una mujer embarazada?!.- Akela no pudo evitar llorar y a ella se unió Mery, Alicia y cada loba que tenía vida en su vientre. Todos empezaron a reír por lo tierno de la escena. Y hasta los hombres tuvieron que esforzarse por no llorar ante las cálidas y dulces palabras. - Les agradezco a cada uno por su hospitalidad, por ser tan buenos amigos y por ésto que hemos creado juntos, lazos sinceros. Nada nos obliga, no hay juramentos de lealtad, no hay vínculos predeterminados, solo las ganas de ayudar al otro, de cuidarnos entre nosotros, solo hay empatía de por medio, nada más.- Akela dijo algunas sentidas palabras, aún presa de la emoción y todos la oyeron con felicidad e igual de emocionados, entre ellos Janet, que no pudo evitar unas lágrimas.

- Vaya.. me has hecho llorar Luna y estoy segura de que no crece un cachorro en mí.- Todos rieron ante la ocurrencia.

- Hay algo que debo saber antes de partir.. por qué me llaman Luna?.

- No lo sabemos.. solo.. es lo que nos nace decirle.- Janet respondió por todos, pero no había una respuesta concreta para ello.

- Quizás yo pueda responderle, hermosa Luna.- Una pareja llegó al lugar y con ellos, una anciana entrada en años. La vida se notaba en cada marca en su rostro. Akela la miró curiosa.

- Alondra?.- Alicia fue quien la reconoció.

- He tenido el gusto de conocer a sus padres hace ya algunos años, y a la madre de su madre. Quizás y solo quizás.. tenga algunas respuestas para usted.

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