Cuando Alina recibe la llamada de Olivia, su madre, sabe que las cosas no andan bien en el negocio y necesita con urgencia que alguien la ayude y Alina siempre es la primera opción, como su tabla de salvavidas.
📱Aló mamá ¿qué sucede?
📲Alina necesito que vengas de inmediato, para que me ayudes con las fotos, es urgente.
📱¿No puede esperar? Estoy por entrar a mi clase de Photoshop y sabes que es importante para mí.
📲Te prometo que contrataré a un profesor particular para que te pongas al día. Pero vente ya.
📱Ok mamá, ya voy para allá. Cuelgan.
La madre de Alina, es una famosa diseñadora de ropa interior para damas. Olivia Zielinski, tiene 42 años, es la mejor en su género, una mujer emprendedora que con su esfuerzo hizo crecer una gran empresa, la marca familiar "Zielinski" de ropa interior. La Empresa fue iniciada por su madre Greta Zielinski, actualmente de 60 años, jubilada, aunque no deja de diseñar.
Su esposo Konrad Nowa de 50 años, es su administrador, ambos son polacos, han estado casados desde hace 21 años, tienen una única hija, Alina de 20 años, estudiando su tercer año de universidad, en diseño de modas, quiere ayudar a su madre en la empresa familiar.
Alina al llegar a la empresa, su madre la conduce a una habitación apartada, donde tiene de todo para transformarla, maquillaje, pelucas y hermosos modelos de vestidos.
Desde hace 2 años, ha convertido a su hija en modelo de ropa interior, desde que su modelo estrella faltó, diciéndole que estaba embarazada y no podía seguir trabajando. A Olivia se le ocurrió la brillante idea de poner a su hija, desde los 17 años, de modelo de fotografía. Pero, para proteger su identidad, y que no sea criticada en el bachillersto y luego en la universidad; la transformaba con una máscara en forma Mariposa Negra que cubría casi todo su rostro, y cambiaba con pelucas su cabello, lo único que dejaba expuesto eran sus carnosos y sensuales labios rojos, los ojos también lo cambiaba con lentillas de contacto doradas, nunca enseñaba el rostro, le colocaba sombreros de amplio vuelo para que ocultara su cara, aun cuando usaba una máscara, o las fotos las tomaban de espalda. Su nombre artístico era "Zielky".
Era la modelo enigmática, de identidad desconocida, más famosa, con un cuerpo de medidas perfectas 90-60-90 y sus 1.76 m de estatura, que todos querían conocer y descubrir; había curiosidad por saber quién era la hermosa modelo de ojos dorados, las únicas que sabían su identidad era su propia madre, la abuela Greta y ella por supuesto. No se lo habían dicho ni a su padre, porque conociendo su personalidad, jamás lo habría aceptado.
Había muchas teorías en la farándula escrita y prensa amarillista, sobre el por qué no mostraba el rostro la modelo nombrada "Zielky", de la marca de ropa íntima Zielinski: Decían que su cara estaba desfigurada por cicatrices, o por quemaduras, que era un travestí, que era una vieja con muchas cirugías plásticas, que hacía mucho ejercicio para mantener su figura, y pare de contar.
Diariamente, contrario a lo que pudiera parecer, a Alina le gustaba vestir ropa al estilo oversize; es decir, demasiado grande, que ocultaba bien sus medidas perfectas; también usaba anteojos de pasta gruesa y el color verdadero de sus ojos eran azules. Así se mantenía oculta desde hacía tres años, nadie podía relacionarla con la despampanante modelo. Pero, en cada nueva temporada, ella modelaba los nuevos diseños de su madre y sus fotos como modelo, adornaban las revistas, paraderos de buses, las vallas publicitarias en edificios y autopistas de la ciudad, en todo el país y hasta en otros países, era ya internacional.
Alina recibía grandes beneficios económicos que su madre le depositaba en su cuenta bancaria, con lo que pudo comprarse su propio departamento en la mejor zona de la ciudad y tener a temprana edad independencia económica.
Ese día, no fue diferente, al llegar a la Empresa, su madre la conduce, maquilla y hace que se vista con el nuevo modelo de encajes negros, encima un abrigo de falsa piel de oso blanco, para evitar que los defensores de los derechos de los animales y sus respectivos hater, las funaran.
Al salir, de la habitación maquillada y ataviada con su máscara y sombrero negro de ala ancha; caminan por un pasillo no transitado al público, que comunica con el salón de fotografías. Sin embargo, ese día sería diferente, conocería a quien sería el hombre que cambiaría su vida. No obstante, también se producirían acontecimientos familiares dolorosos...
Igor Robinson, CEO, de una empresa textilera, era un joven empresario de 28 años, muy guapo, alto de piel broceada, porte atlético, cabellos castaños, y ojos color almendra, que dirigía la Empresa de sus padres; casado desde hacía 6 años en un matrimonio arreglado, con Fela Kaminski, rubia de 30 años, y con quien no había podido tener hijos a pesar de los múltiples intentos de fertilización asistida.
Se habían casado de jóvenes él con 22 años y ella 24, porque quedó embarazada. Pero, desgraciadamente, después de casados, supieron que tenía un embarazo ectópico, la operaron de urgencia, porque se había roto el ectópico, había quedado con un solo ovario y una trompa uterina, la cual tampoco estaba en buenas condiciones, debido a una enfermedad de transmisión sexual, Chlamydia, adquirida en la universidad, por algunas de sus múltiples parejas.
Luego supieron que la consecuencia en sus órganos reproductores, de las secuelas dejadas por la Chlamydia, debido a la promiscuidad que ella llevaba, sin uso de preservativos, a pesar de haber recibido tratamiento con antibiótico, fue la destrucción de sus trompas uterinas y por ende la infertilidad; ya el mal estaba hecho. Fela siempre se negaba a adoptar a un niño. Decidieron continuar una vida de desamor y peleas constantes con grandes discusiones, que cuando Igor solicitaba el divorcio ella se autoagredía para manipularlo psicológicamente, inspirando compasión...
Igor Robinson, se dirigía en busca de Olivia Zielinski para la firma de un contrato. Olivia salía con Alina transformada dirigiéndose a la sesión de fotografías. Se encuentran en el pasillo.
-Sr Robinson, disculpen que no lo haya podido atender, pero en este momento tenemos la sesión de fotografías de la nueva temporada. ¿Por favor, puede ir a la oficina de mi esposo Konrad para que lean el contrato?-
- De allí vengo, pero su secretaria me informó que el Sr. Konrad Nowa había salido a una reunión de negocios- Olivia lo escucha sorprendida:
-¿A una reunión de negocios? Disculpe no tenía esa información, entonces si no le molesta, ¿Quiere acompañarnos a la sesión de fotos? Para que pueda ver los nuevos modelos de la colección, y el tipo de tela que usamos, que necesitamos nos provea su empresa textilera-
Igor se queda viendo con curiosidad a la modelo enigmática que solo conocía de las vallas publicitarias y sin dudarlo aceptó.
- No hay problema, toda la tarde la había dispuesto para venir hasta su Empresa; con gusto las acompaño- se mantiene serio observándo a la modelo que no le dirige la mirada, se mantiene oculta debajo del ala del sombrero negro, lleva el cabello rojo. No emite ninguna palabra, tampoco sonríe. Él solamente puede detallar que se trata de una mujer bastante joven, con una piel tersa sin cicatrices visibles y unos labios sensuales.
-Durante la sesión de fotos, comienza con poses muy sexy, deslizando el abrigo blanco que debajo únicamente tenía la lencería negra. Igor estaba embelesado por la figura de la chica, no era photoshop, como él se imaginaba, realmente tenía esas medidas perfectas y bien proporcionadas, la fotógrafa, solicitaba las poses y la chica como toda una profesional le daba lo que exigía. De esa manera, modeló lencería de múltiples colores y modelos, negra, roja, blanca, morada, estampadas, negligé y diferentes tipos de zapatos con tacones y botas que la hacían ver sensual y apetecible.
Luego, de esa sesión, ella se despide y se va a su habitación de transformación, para cambiarse de ropa y volver a colocarse su atuendo oversize.
Igor la sigue con la mirada, estaba que se le caía la baba. Ella ni lo miró, pero en una ocasión sus ojos se encontraron, él le dibujó una sonrisa, pero ella desvió enseguida la mirada.
Cuando va saliendo, Igor no se contiene y le pregunta:
- ¿Aceptarías tomar un café?- Ella mira su anillo de matrimonio y le contesta:
- ¡No me interesan los hombres casados!- se da la vuelta y sigue su camino. Igor mira su anillo con rabia. Debería ya de una buena vez terminar su relación matrimonial tóxica.
Olivia se acerca:
-Sr. Robinson, por favor, acompáñeme a la oficina, podemos firmar el contrato, disculpe la espera-
-No se preocupe, no hay problema- Ella lo dirige a su oficina y luego le dice a su secretaria que le ofrezca un café, mientras ella va en busca del contrato a la oficina de su marido.
Saliendo se encuentra con su hija, ya con su atuendo diario.
- Mamá, ¿Por qué dejaste a ese tipo presenciar la sesión de foto, me hacía sentir incómoda- recrimina Alina.
- ¡Por tu padre, claro está! Siempre se desaparece, cuando más lo necesito. No quería perder nuestro contrato con esa textilera, que nos beneficia mucho económicamente y ofrecen excelente calidad en las telas importadas-
-Acompáñame a la oficina de tu padre, debo buscar el contrato- propone Olivia.
Cuando abren la puerta, (porque supuestamente Konrad, no se encontraba allí); sus ojos chocaron con el peor de los escenarios: ¡Oh sí, como lo suponen!, Konrad, se estaba comiendo en cuatro, a la mejor amiga de Olivia y madrina de Alina: A Helen Babinski.
Olivia y Alina descubren a su padre siendo infiel en su oficina de trabajo, están estupefactas:
-Konrad ¿Qué significa esto?- grita Olivia indignada.
Konrad se separa de la mujer que tenía en cuatro, se sube temblando, los pantalones; mientras que Helen, se viste nerviosa sin poder articular ninguna palabra.
-¡Papá, cómo te atreviste! ¿En la empresa? ¡Eres un cerdo y tú una zorra! ¿Y te haces llamar "mejor amiga" de mi madre?- grita Alina asqueada, dándole una fuerte y sonora bofetada a Helen, la misma que por quedarse petrificada Olivia no le había propinado. Porque al fin y al cabo la culpa es de ambos, ambos son culpables, no solo la amante. Para que haya una infidelidad, ambos deben estar de acuerdo, es una tontería de algunas mujeres de echarle la culpa nada más a la otra mujer y considerar a su pareja una Santa Paloma. No, no es una Santa Paloma, es una Paloma brincona de rama en rama, o mejor dicho un cínico buscón de ramera en ramera.
-¡No te permito me golpees niñita!- responde Helen, queriendo devolver la bofetada a Alina. Pero, Olivia reacciona como una madre leona y le sostiene, la mano.
-¡Ah no, tú no eres nadie, para golpear a mi hija!- tira de su brazo con furia hacia un lado. Helen no dice nada, no hay nada que explicar; la situación de por sí sola, es muy explícita, podríamos decir, demasiado gráfica.
-¡Quién más se merece una bofetada eres tú, maldito!- Olivia le propina a Konrad la bofetada más fuerte que jamás le había dado en 20 años de traiciones, esa que deja la mano adolorida a quien la da, pero que hace que sienta drenar el ultraje, esa injustificable falta de respeto. Konrad, queda mudo, no puede decir nada, porque el agravio estaba hecho. No le queda de otra que aguantarse la cara.
La secretaria Inés, de 35 años, sabía de esas infidelidades, y otras muchas más, en los 10 años que tiene trabajando allí. Nunca dijo nada, estaba bajo amenazas de su jefe, quien también la acosaba, con manoseos inapropiados; sí hablaba, corría el riesgo de perder su trabajo. Y no se podía dar el lujo de dejar de percibir su buen sueldo; necesitaba mucho el dinero para su hija discapacitada. Pero hoy, no detuvo a la Sra. Olivia, ella quería que de una buena vez se desenmascarara a esas dos víboras.
-¡Olivia, Alina, no, no es lo que creen! ¡Perdóname, no sé en qué pensaba!- suplica con cara de víctima. Oh sí. El victimario en estos casos, siempre va a querer convertirse en víctima y hasta lágrimas falsas de cocodrilo derramarán para conmover a la tonta de la mujer agraviada.
Konrad tiene 50 años y Helen 40. Ella era, la asistente personal de Olivia, su mejor amiga, la madrina de Alina. En ese momento, Olivia camina con pasos firmes en la oficina, toma el documento de la gaveta
del escritorio. Y solo se voltea para decirles, de la forma más calmada que su temblorosa voz puede articular, señalándolos con su dedo índice:
-¡Los quiero a ambos fuera de mi Empresa!, Konrad, saca hoy mismo tu ropa de mi casa, si no lo haces hoy, te las voy a quemar. No quiero verte cuando regrese esta noche a mi casa. Tendrás los documentos del divorcio esta misma semana; no tengo nada más que hablar contigo, de ahora en adelante todo será dirigido a través de mis abogados-
Madre e hija, salen decepcionadas de esa oficina. La secretaria Inés, esboza media sonrisa de satisfacción. ¡Al fin se hace justicia!
Konrad, estaba aterrado. La dueña de todo era Olivia, lo dejará en la calle. Por supuesto, él nunca pensó, ni por un momento, en el trauma que dejaba en su esposa y su hija para el resto de sus vidas. No, él solamente pensaba, como el egoísta que siempre ha sido, en la pérdida de sus beneficios económicos.
- Amor, es mejor así, ya estaba cansada de fingir lo nuestro, ya tenemos 2 años juntos y tú nunca te decidías en divorciarte, ahora podemos vivir juntos en mi departamento- expresa con voz lastimera Helen; lo suficientemente elevada, como para que Olivia escuche. Ella en su mente se había hecho una película, que si Konrad se divorciaba, después al casarse con él, la mitad de la Empresa sería de ella. Y podía ver finalmente, de igual a igual a la petulante de Olivia, de quien siempre ha estado envidiosa.
No se imaginó nunca, que la Empresa le pertenece en su totalidad a Greta, la madre de Olivia, y solamente se la cedería en el testamento, después de su muerte. Olivia únicamente posee un poder firmado, para administrar la Empresa de su madre, Greta Zielinski.
-¡Cállate Helen y sal de aquí! ¡Y ese departamento, en el que vives, es mío! ¡No lo olvides, yo lo compré a mi nombre!- gritaba desesperado Konrad, con los ojos desorbitados, de esto nadie lo salvaría, él si conoce su cruda realidad. Ya no habrá perdón que valga; como en otras oportunidades en que hubo sospechas; pero, nada de pruebas fehacientes.
Alina y Olivia escuchan la confesión final de Helen, clavándole la estaca directa en el corazón a la pobre Olivia, que pensaba que su matrimonio de 20 años era sólido y estable.
Temblorosa le dice a su hija:
-Por favor, hija, atiende al Sr. Robinson, voy a firmar el documento, no estoy en condiciones de hablar con nadie, llama a Vincent, el abogado de la empresa- le da los documentos firmados. Olivia sentía su rostro crispado, como una máscara seca, tenía el llanto contenido.
-Está bien mamá, no te preocupes, al terminar esto, me reúno contigo, espérame por favor en casa de la abuela, trata de calmarte, no manejes así, toma un taxi o mejor espérame acostada en el sofácama de la habitación de transformación, acuéstate un rato, yo te busco allí- ella asiente con la cabeza.
Alina abraza a su madre, unas lágrimas de impotencia, al fin se logran escapar, y humedecen el rostro de Olivia, el dolor en el pecho, se siente como una punzada incandescente, su corazón se ha roto en mil pedazos.
Olivia, en su dolor empieza a recordar, todas las veces en esos 20 años, que sospechó que Konrad le era infiel, hasta aquella vez, que tuvo unas secreciones fétidas por genitales y su ginecóloga le dijo que eran de transmisión sexual, y ella como tonta, siempre lo justificó.
Se culpa a sí misma por haber sido tan crédula, a pesar de que las pruebas las tenía en sus narices. Pero, ¡Ya no más!. ¡Ya esto había llegado a su límite! Y el colmo ¿Con Helen? La que se decía su amiga del alma, su dizque amiga desde hace 30 años, desde su más tierna infancia. ¿Konrad, ni siquiera pensó en ella, en su hija? ¡Y hacerlo en la oficina, en su sitio de trabajo! ¿Cuántas veces lo habrán hecho y con cuántas más lo habrá hecho? ¡Un mínimo de respeto debió tener! ¿Pero, cómo va a exigirle respeto, a alguien que nunca la respetó?
Un hombre egoísta, eso era lo que siempre Konrad había sido. Ahora, después de 20 años es cuando finalmente se da cuenta. Su madre Greta, siempre tuvo la razón. Ella jamás confió en él. Las madres siempre tienen un sexto sentido para esas cosas. Porque la experiencia de los años vividos como mujeres, les da a las madres ese poder. Y lo venimos a entender, cuando ya no hay remedio...
Pero, ¿quién dijo que no hay remedio? ¡Claro que lo hay! Siempre lo hay, nunca es tarde para corregir un error. Y Konrad fue su mayor error. Sin embargo, desde hoy lo va a corregir, ¡Aunque le sangre el alma rota! No piensa morir, esto va a pasar, ella se recuperará, ni él ni mucho menos Helen, la verán destruida. ¡Eso jamás!
Así iba pensando Olivia, caminando hacia un sitio donde poder dar rienda suelta sus sentimientos rotos, le temblaban las piernas, el corazón latía como loco, y las lágrimas luchaban por derramarse, la peor humillación de su vida, acaba de ocurrirle, ¡y en su sitio de trabajo! Pero, díganme ustedes: ¿Sí no era así? ¿Ella hubiese tomado la decisión de dejar a ese infiel y egoísta de su marido? ¿Después de 20 años de matrimonio? ¿De haberlo dejado hacer su voluntad y justificar todo lo injustificable? Sus llegadas tardes, su ropa oliendo a perfume de otras mujeres, manchas de lápiz labial, chupetones en el cuerpo, no asistir al cumpleaños de Alina, cuando tenía 6 años. ¡Y paren ustedes de contar! La lista es grande, viéndolo de forma retrospectiva, ¡Cuántas cosas fue dejando pasar, justificándolo siempre! Olivia se derrumba en aquel sofá gris de la habitación de transformación, tan gris, como su alma en este momento. Sí, por ahora solo queda llorar, es la manera de drenar el dolor del alma. Luego... ¡Luego hay que levantarse! ¡Y seguir hacia adelante, sin volver la vista, nunca más hacia atrás! ¡Para atrás jamás, ni para coger impulso!
Por otro lado, en la oficina de la CEO Olivia Zielinski, su hija Alina, había llamado al abogado Vincent Kowalski, un hombre de mediana edad, cuyo rostro todavía deja ver, facciones de un hombre bien parecido. Él sin dudarlo, le contesta que lo espere 10 minutos, mientras termina una reunión de trabajo.
Alina, entra a la oficina de su madre con los documentos en manos; pero, se consigue a un Igor, ya a punto de perder la paciencia:
-¡Esto ha sido una total falta de respeto! ¿Dónde está la Sra. Olivia Zielinski?, Ya no puedo seguir esperando- furioso expresa Igor.
- Disculpe, Sr. Robinson, a mi madre se le presentó una emergencia- Alina, supone, que si hubiera aceptado tomar el café, como la modelo transformada en "Zielky"; ese hombre no estaría tan furioso. Intenta calmarlo.
- Si gusta, podemos tomar un café, mientras espera 10 minutos, hasta que llegue el abogado de la empresa-, propone sin pensarlo mucho.
-Ha sido un error, ha sido una total perdida de tiempo, venir la tarde de hoy. Si no tenían disponibilidad de tiempo para atenderme, lo correcto hubiera sido, que pospusieran la reunión- entre dientes masculla Igor. Pero, no puede dejar de ver los labios de Alina, se parecen mucho a los de la modelo Zielky. ¿Será simple coincidencia?.
Konrad
Interrumpe los pensamientos de Igor, el chirrido de la puerta que se abre de pronto:
Entra el abogado, a grandes pasos, se conocen, se saludan, y luego de leer el documento, finalmente firman el contrato. Después, se va lanzándole una última mirada con dudas a Alina. Ella suspira, definitivamente su atuendo no llama para nada la atención. Pero, eso solo demuestra, que no hay mujer fea, sino mal arreglada, sonríe para sus adentros. Ella no detecta, las sospechas de él.
Alina aprovecha, al estar a solas con el abogado Vincent, para explicarle, sobre la infidelidad de su padre, llama por celular a su madre, ella llega y personalmente le solicita que redacte el documento de divorcio. Vincent, en su interior, está muy contento, él está enamorado de Olivia desde que la conoció, cuando comenzó a trabajar en su Empresa; pero, ella no tenía ojos sino para su esposo Konrad. Ahora él está divorciado y si ella también lo hace, no habrá nada que impida una relación entre ambos. Alina siempre se ha fijado en las miradas que lanza Vincent a su madre, tal vez en el futuro, puedan iniciar una nueva relación. Todavía es muy pronto, Olivia tiene la cara roja de tanto llorar.
Alina se lleva a su madre para la casa de la abuela Greta, ellas tres son muy unidas y necesitan en momentos como estos, del apoyo de las Zielinski; eso siempre dice la abuela, cuando hay problemas.
Llegan a casa de la abuela, que más bien es una mansión, dónde tiene todavía un taller de costura. La abuela Greta las recibe:
-¿Por qué traen esas caras tan largas? ¿Estuvieron llorando? ¿No me digan que descubrieron que Alina es la modelo Zielky?- dice con preocupación Greta.
-¡No abuela, es algo peor!- contesta Alina con tristeza.
-¡Vamos a la cocina!- La espaciosa cocina, era el lugar preferido para reunirse, en la mesa de madera redonda para los desayunos de 4 puestos. A pesar de la gran isla de mármol gris con sus altas butacas blancas de medio respaldar, que rodean los estantes, mitad vidrio y mitad madera de un marrón claro. Siempre han preferido esa vieja mesa redonda para sentarse a conversar, desde que el abuelo vivía.
El abuelo Enzo, había fallecido de cáncer de estómago, hacía dos años. La abuela, todavía lo llora a escondidas, no es fácil después de 45 años de conocerse y 40 años de convivencia, superar el dolor de la pérdida es muy difícil.
-¿Quién va a comenzar a hablar?- pregunta la abuela Greta, mientras coloca un licor de cerezas, y sirve 3 pequeños vasitos para cada una.
-A Konrad, lo encontramos teniendo sexo con Helen en su oficina- dice sin más rodeos Olivia, sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas, la madre se levanta y la abraza, mientras Olivia se aferra al abrazo llorando a mares, enterrando su rostro en el vientre de su madre, como queriendo volver al pasado, a ese lugar cálido sin preocupaciones que era el vientre materno. Alina también se levanta para abrazarla a ambas.
-¡Hija, ya lo sabías, pero no querías reconocerlo! Desde hace mucho tiempo él ha sido infiel, tú siempre lo perdonabas. Todavía recuerdo como te dejó sola cuando te hicieron la cesárea, se apareció 2 días después, con una excusa poco convincente. Ah y también, cuando falto al cumpleaños de Alina, a los 6 añitos, y dijo que el auto se había quedado sin gasolina, la excusa más tonta- continúa hablando la abuela:
-Él nunca me inspiró confianza, siempre me pareció un arribista, detrás de tu herencia, por eso nunca puse la Empresa a tu nombre, y tampoco la casa donde viven; esa también es de la Empresa, así que puedes echarlo como llegó, con una mano adelante y otra atrás- Alina, está sorprendida de las revelaciones sobre su padre, ella siempre pensó que él era un modelo de esposo y un padre abnegado. El pedestal donde tenía a su padre, se derrumbó de un momento a otro.
-Esa Helen, siempre fue una envidiosa, siempre se compraba lo que tú tenías, y tú creyendo que lo hacía para que parecieran hermanas, eres muy inocente todavía con 42 años- le da unas palmaditas en la espalda a Olivia, mientras limpia sus lágrimas con los dedos, Alina también las abrazabas a ambas, enterrando su cara en la espalda de la madre, acariciándole el cabello.
-Y definitivamente esto amerita, algo más fuerte para beber, ya no más lágrimas, sentémonos a beber- saca una botella de Whisky añejo 25 años. Necesitaban olvidar lo sucedido, aunque solo sea por la tarde de hoy, ya mañana veremos qué pasa.
Después de 2 botellas de Whisky, empiezan a cantar juntas karaoke a todo pulmón, viejas canciones de despecho; las tres cayeron ebrias dormidas juntas, abrazadas, en la cama superking de la abuela.
A la mañana siguiente con una gran resaca, Olivia y Alina se despiertan, toman las pastillas para el dolor de cabeza, que la abuela dejo sobre la mesita de noche, con sus respectivos vasos de agua. Luego de asearse, van a la cocina, un rico olor a pan recién horneado invadía la casa. La abuela estaba sirviendo el desayuno, huevos revueltos con salchichas, queso blanco frito, pan recién horneado y jugo de naranja natural. También había mermelada de arándanos y panqueques, los favoritos de Olivia, así como chocolate caliente y café.
-¡Abuela qué rico se ve todo! ¿En qué momento hiciste este desayuno?- pregunta sorprendida Alina.
-No lo hice todo yo, Mariana me ayudó- Señala a su cocinera de muchos años una señora en sobrepeso de 50 años. Qué estaba sirviendo las tazas de chocolate.
-Mariana, siéntate con nosotras-, le dice Greta
-No puedo señora, no es correcto- responde con vergüenza la cocinera.
-¡Si no lo haces te despido!- le dice bromeando Greta, ellas se hicieron muy amigas.
-¡Vamos Mariana, siéntate!- le dicen en coro Alina y Olivia, ambas la quieren mucho.
Se sienta, y todas comen en una charla amena, evitan el tema Konrad, por ahora. De pronto suena el timbre de la puerta, una de las empleadas se acerca.
-Señora Greta, es el Sr. Armand, su nuevo vecino- todas nos miramos extrañadas.
-Peggy, hazlo pasar- responde Greta.
-¿Tienes un nuevo vecino?- pregunta Olivia
-¡Buenos días, hermosa Greta! ¡Oh, discúlpame, no sabía que tenías visitas! Regresaré más tarde- responde avergonzado, un hombre de aproximadamente 62 años, bien conservados para su edad, con vestigios en su rostro, de lo que otrora fue un hombre guapo, en su lejana juventud.
-Oh, nada de eso, pasa y sientate a desayunar con nosotras, Peggy busca otra silla- ordena Greta a su empleada.
-Ella es mi hija Olivia y mi nieta Alina, de quiénes ya te he hablado bastante-
-Él es Armand Mazur, mi vecino, arquitecto jubilado. Nos conocimos cuando estudiábamos bachillerato. Pero, luego cuando tenía 14 años y él 16, sus padres se mudaron de ciudad, y nos dejamos de ver por 46 años. Casualidades de la vida, nos reencontramos ahora como vecinos; se mudó hace dos meses, somos amigos de desayunos- responde con un rostro que se ilumina con una gran sonrisa. Ambos se miran con mucha ternura.
Alina y Olivia están fascinadas, ahora Greta, no se sentirá sola, tiene compañía.
Greta y Armand, volvieron a sentir una atracción inmediata, como cuando se conocieron en su adolescencia. Él habia sido el primer novio, su primer amor; cuando Armand se tuvo que mudar de ciudad, ella lo extrañó muchísimo. Pero, con el paso del tiempo, al año conoció a Enzo, también en el bachillerato, y se volvió a enamorar, casándose con Enzo a los 20 años. Luego de su viudez, nunca se imaginó que se reencontraría con quien fue su primer amor de la adolescencia. Armand, también se emocionó al verla, justificaba ir a diario a su casa, primero le solicitó prestada unas herramientas. Luego, venía por las cosas más triviales, hasta por café.
Greta, mujer con experiencia, sabía perfectamente que esas solo eran excusas para visitarla. Luego, ella lo comenzó a invitar a desayunar, y desde hace dos semanas, ha sido una rutina muy placentera para ambos, a veces ella va a su casa a almorzar. En otras oportunidades, acuden juntos a los conciertos de música clásica, descubrieron sus gustos en común. También caminan juntos para hacer ejercicios al aire libre. Se sienten, felices cuando comparten todas esas pequeñas cosas, porque lo que más les agrada es estar uno al lado del otro. Nuevamente, sus corazones vuelven a palpitar al verse a los ojos, o al leve roce de su piel.
Armand también es viudo, desde hace 5 años, pero consiguió de nuevo, en la tercera edad, a la mujer que más amó en su vida, a su primer amor: a Greta. Y no quería desaprovechar lo que el destino le estaba ofreciendo, una segunda oportunidad para volver a amar en el otoño de su vida, y ser feliz al lado de la mujer que siempre permaneció, en un rinconcito especial de su corazón.
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