Durante la guerra de Ceoli contra Klen, que duro casi 3 años, fue Klen quien salió victorioso, tuvo dos guerreros destacados, el príncipe Ethan y el joven Duque Caesar. Tras la derrota de Ceoli, la única que sobrevivió de la familia real fue Martina Bennett, la princesa, quien se vio obligada a huir del campo de batalla, al volver a Ceoli, su madre y sus hermanas ya habían sido despojadas de todo, obligadas a salir del reino, pues Ceoli ahora había pasado a ser parte de Klen, cuando Martina se encontró con su madre, esta, en lugar de alegrarse por ver a su hija viva, la culpo de no proteger a su esposo e hijo, deseando que fuese ella la que no hubiera regresado, pero la ex reina aprovecho su regreso y moviendo aún los contactos que le quedaban, la envío a sur, al imperio de Nulem, para ser una de las tantas concubinas del emperador, pues así, ella recibiría dinero suficiente para sobrevivir por algunos años, sin importar que el emperador tuviese mala fama y que además, al ser varias concubinas, todas se veían como rivales, Martina se negó a vivir como una simple concubina, pero nada pudo hacer, al llegar al palacio, solo vio al emperador el día que se casó con el como concubina, pasaron su noche de bodas y de ahí, nunca más le vio, su estadía en ese lugar no duro mucho, habiendo perdido su voluntad de pelear, por más que intentará defenderse de los abusos de las otras concubinas, ella siempre terminaba perdiendo, pues al ser la hija de un rey caído, nadie la defendía, mientras que el emperador era ajeno todo lo que sucedía en el palacio de las concubinas, pues estaba más atento a sus deberes con su imperio, las concubinas por su parte, eran solo princesas o nobles de otros países, aceptadas solo por política y debido a eso, el emperador no les prestaba atención, las visitaba solo una vez por mes a cada una, cenaba con ellas y de ahí las dejaba sin pasar la noche con ellas, lo que menos quería era tener hijos con ellas.
Con el paso de los años, Martina se sentía acabada, su vida ya no tenía sentido, su padre y hermanos siempre la hicieron menos, incluso su madre la envío a un horrible lugar solo por obtener una buena vida para si misma.
Si tan solo pudiera mejorar su vida, si tan solo tuviera una oportunidad, lo cambiaría todo, esas fueron sus últimas palabras antes de lanzarse de la azotea del palacio, por supuesto que el golpe le causo lesiones graves, estaba tirada en un charco de sangre y no podía moverse, su vista era más pesada, apenas veía personas borrosas amontonarse a su alrededor, seguramente riéndose de su miserable muerte. Un final ridículo para una mujer que siempre fue una fiera y quiso demostrar su valor fuera de solo ser una mujer más del montón y así, dio su último suspiró.
"Alteza...por los dioses, salga...ayuda...la princesa se ahoga."
Escuchaba voces, sin abrir sus ojos, sintió que le costaba respirar, era porque sus fosas nasales estaban llenas de ¿sangre? No eso era diferente era ¿agua? Repentinamente una mujer de cabellera negra salió de golpe de una bañera, dio un fuerte respiró y miro a su alrededor confundida, ese lugar se le hacía conocido, miro hacía abajo, sus pies estaba bajo el agua dentro de una gran bañera blanca, el baño era del mismo color, con detalles dorados, incluso los marcos de la ventana y puerta lucían con esos detalles, ese era su baño cuando vivía en el palacio.
"Alteza ¿esta bien?" Pregunto la joven.
La joven doncella le coloca una bata de baño sobre los hombros, Martina aún confundida solo se coloca la bata, mientras observa a la doncella, era Anne, su doncella mientras vivía en el palacio ¿acaso estaba soñando? No, era imposible, si se acaba de quitar la vida.
"Alteza, venga, hay que secar su cabello, debe bajar a cenar con su madre."
—¿mi madre? ¿Ella esta aquí?—
— por supuesto, hoy parece muy distraída alteza.—
Martina se sienta frente a su tocador y ve su rostro, luce un poco diferente, pues la última vez que se vio al espejo tenía un aspecto demacrado.
— Anne ¿que fecha es hoy?— pregunta sin dejar de observarse en el espejo.
— estamos el día 14 del mes cinco, del año 1800. No se porque pregunta, sin duda usted actúa muy extraña hoy.—
Martina se quedo en silencio, justamente estaban a pocos días de iniciar la primera invasión, la cena de esa noche era para celebrar la partida del rey y del príncipe heredero, ambos saldrían triunfantes en su primer ataque, para después amenazar a Klen, pero es ahí donde no saldrían victoriosos y perderían todo. Martina no sabía como, pero había regresado en el tiempo.
Al bajar en la cena, todo fue exactamente como lo recuerda, su padre y hermanos hablando de manera arrogante respecto a sus planes, su madre apoyando todo, mientras que el rey le dirige palabras crueles a ella, lamentando porque era mujer y había heredado dones mágicos, para su padre el rey, era injusto que una mujer posea gran poder cuando solo es una inútil. Martina solo guardo silencio, pero se dio cuenta que esas palabras no le afectaban como antes, que ahora eran palabras insignificantes, salidas de la boca de un rey que pronto perderá la guerra que el mismo provocó.
Todo pasaba en un abrir y cerrar de ojos, justo como paso en su vida anterior, la primera invasión la habían ganado, ella se unió a las tropas en el escuadrón de magos por sugerencia de su maestro, pero aunque mostraba sus dotes en la magia, su padre la seguía menospreciando, aunque ahora, ya no era importante para ella, ya no buscaba su aceptación, solo quería una cosa y era sobrevivir y cambiar el destino que una vez tuvo.
Finalmente la guerra contra Klen daba inicio, pero había una gran diferencia, ya que escucho que Klen estaba tomando sus precauciones y el espía le hizo saber al rey que Klen planeaba tender trampas en las fronteras, lo que los obligó a avanzar antes de que pusieran en marcha su plan, Martina decidió ignorar ese cambio, suponía era normal que ciertas cosas cambiaran al volver ella en el tiempo.
Y así, tras enterarse que su hermano sería quien guíe al escuadrón de magos, Martina se fue lejos del campamento, pero algo se cruzo en su camino y cayó del caballo.
Martina se pone de pié viendo a esa persona, tenía una capa blanca que no dejaba ver su rostro, Martina se preparo para atacar pero su cuerpo se paralizo.
— tranquila, solo vengo a ofrecerte algo que deseas...— la persona le acaricia suavemente la mejilla.
— ¿quien eres? ¿Por qué aceptaría lo que me ofreces?—
— porqué es lo que más deseas, te ofrezco la corona de Ceoli, solo debes ayudarme.—
— ¿como se que me dices la verdad?—
— porqué que se lo que es ser menospreciada, se lo que te pasa, el rey te cree inútil, pero no lo eres, tienes un gran poder, te haré reina si me ayudas, solo debes tener esto contigo hasta que yo te diga que rompas.—
Le entrega una pequeña esfera de cristal blanco, cuando Martina lo tuvo entre sus manos, sintió una gran energía venir de dicho objeto.
— esto es...que gran poder...—
— no puedes usarlo, solo funciona si se rompe, pero no es un poder que puedas controlar, tu decides que harás, si no lo rompes a mi señal, sabre que no cuento contigo...—
Y así vio a esa persona desaparecer, observo aquel cristal durante toda la noche, sabía lo que tenía que hacer si deseaba cambiar su destino y durante la batalla, rompió ese cristal, viendo como una enorme bestia oscura se apareció ante el ejercito y varias pequeñas llegaron a atacarlos, comiéndose a los atrapaban, las sombras la ignoran a ella. Tras la retirada, su hermano acabo herido y poco después murió, nuevamente vio a esa persona.
Al adentrarse al oscuro bosque, nuevamente esa persona se aparece ante ella y es rodeada por sombras.
— lo has hecho bien, Martina Bennett, continúa así y te dejaré vivir, de ti dependerá después obtener lo que deseas.—
— ¿como se que no me matarás también? He traicionado a mi familia...—
— ellos te han traicionado desde el momento que te despreciaron, lo sabes, yo solo te he ofrecido un cambio, uno donde puedas mover las piezas a tu favor.—
De la mano de aquella persona sale una pequeña flama que flota hasta quedar ante Martina, ella levanta las manos mientras la flama flota sobre sus palmas.
— yo soy Evelyn Caruso, la bruja de las sombras y hago un pacto contigo, Martina Bennett, yo te nombro, la bruja del fuego.—
Al decir esto, la flama se introduce en el pecho de Martina y ella puede sentir como arde dentro de su cuerpo, cae al piso gritando de dolor por unos minutos hasta que puede ponerse de pié de nuevo.
— forja muy bien tu nuevo destino.—
Tras irse esa persona, ella sintió su cuerpo cálido, sentía una energía recorrer su cuerpo, sabía que su magia había cambiado, ahora, era una bruja, un ser más poderoso que cualquier mago, su magia no tenía límites, podría ella misma destruir al ejército de su padre, pero no, no lo hará, dejará que sea Klen quien lo humille, quien lo despoje de todo y tomen su cabeza como premio.
Todo siguió su curso, al único que salvo y mando lejos es al mago más anciano, su maestro, el único que la trato bien y nunca la hizo menos por ser mujer. Poco después de eso el campamento fue atacado y ella se fue, después de ver como su padre era capturado por aquella bruja que le dio su poder, aunque no sabía como es que todo había cambiado, todo ahora estaba a su favor y era lo que importaba, Martina se alejo del campo de batalla, se quedo en un pueblo cercano a la frontera, poco después supo que su otro hermano había tomado la corona y llevo al campo de batalla sus tropas, pero poco pudo hacer, en cuestión de días, Klen arrasó con el ejercito de Ceoli y tomo el reino.
"La reina y las dos princesas fueron despojadas de todo y enviadas a la frontera oeste."
"La princesa Martina, dicen que murió en el campo de batalla."
"Escuche que tenía talento en la magia, pero parece que no fue suficiente."
"Ahora somos parte de Klen y ellos no mataran a nadie, si lo piensan bien, estaremos mejor ahora."
"Es verdad, el difunto rey nos estaba llevando a la ruina por su ambición."
Martina sale de aquel bar y sube a su caballo, debe ir a la frontera Oeste, esta vez tiene el poder suficiente para cambiar su destino y para eso necesita a su madre."
----------NOTA--------
Como pueden ver, esta historia será de Martina, si no comprendiste del todo lo que pasa, puedes leer "La Bruja De Las Sombras." Martina es un personaje que sale en esa historia y esta novela es su historia. Solo tenganme paciencia en las actualizaciones. Gracias 💕
Martina sabía perfectamente donde estaban su madre y su hermana, era en una pequeña villa de la frontera oeste, le tomo algunos llegar, pero finalmente lo hizo, tal como recuerda, su madre lamento verla viva, mientras que su esposo y su hijo estaban muertos, la culpa por no salvarlos y que ahora ella y sus hijas deben vivir como simples plebeyas cultivando lo poco que crece en esa villa.
Esa misma noche escucha a su madre hablar las dos ex princesas.
"Madre, debemos aprovechar, si casas a Martina con un noble podremos tener una buena vida."
"Es verdad madre, que al menos sirva de algo su regreso."
"Pero ningún noble en Ceoli querrá tomarla de esposa, el reino nos ha dado la espalda."
"¿Y si la ofreces en otro reino? Debe haber algún noble interesado en comprar una esposa o concubina."
"Eso es, se como podemos obtener una fortuna." Menciona la ex reina.
Martina las escucha, ahí esta, su gran idea de casarla con como concubina del emperador de Nulem. Si bien puede evitar eso, su objetivo es aceptar ese matrimonio, una vez casada como concubina, solo debe cuidarse de las otras arpías, mientras junta suficiente dinero para irse a otro sitió y así poder establecer un negocio, pues todo lo que tenía como princesa de Ceoli, ha quedado en manos de Klen y aún así, lo suyo era poco.
Al día siguiente su madre le informó lo que harían, que debía casarse como concubina del emperador de Nulem, así que la ex reina envió una carta a sus parientes en ese imperio para que la ayuden a meter a Martina al harem del emperador.
Una semana después la respuesta llego, Martina debe ir a Nulem para casarse como concubina, al emperador pareció gustarle que ella fuese una maga, además de su reputación como una mujer inteligente y audaz.
La hermanas de Martina se muestran un poco molestas al leer la carta de aceptación, no soportaban que Martina fuese elogiada por otros y esperan que le vaya muy mal en ese imperio.
"Como sea, muy maga o audaz, pero solo puede vivir como una simple concubina." Se burla la mayor.
"Obviamente es a lo único que puede llegar."
Escucha las risas, pero no le afectan para nada. La ex reina y sus hijas suben al carruaje más elegante que tienen y Martina va sola en uno viejo, aunque hubiera preferido ir solo a caballo, el viaje era largo, donde pasaban a quedarse, escuchaban sobre la victoria de Klen y en como la maga de las sombras arrasó con el ejercito de Ceoli, era obvio que su segundo hermano no tendría oportunidad.
Después de un largo viaje, habían llegado a Nulem, al llegar a su capital, los parientes de la ex reina los recibieron en su mansión, ellos dicen que su hija también estaba como concubina en el palacio y que por ahí se rumorea que era la favorita del emperador, por lo que era probable que ella fuese a volverse emperatriz.
— espero obedezcas a tu prima, así cuando sea emperatriz podrás ser su doncella — menciona su tía con total arrogancia.
— a mi padre le di absoluta obediencia y miren como acabamos, uno nunca sabe lo que en verdad puede pasar.— responde con una sonrisa burlona.
Sus tíos se veían rojos de coraje, así que solo hicieron que los sirvientes las llevarán a su habitación, estando ahí su madre le dio una cachetada por la falta de respeto que mostró.
— cuida tu boca, que gracias a ellos estas aquí.—
— es verdad, les agradeceré apropiadamente, seré la fiel sirviente de mi prima.—
Dicho esto se retira a dormir, su prima Ariel Monique, la había olvidado, la concubina favorita del emperador, con quien si pasaba sus noches, aunque antes de volver en el tiempo, la pobre nunca se volvió emperatriz, solo era una más del montón, si sus tíos supieran.
Al día siguiente llegó un mensajero con un carruaje, diciendo que las llevaría al palacio, la ex reina y Martina, son las únicas que irán al palacio, porque sus hermanas están de compras, por supuesto, gastarán lo poco que les queda, sabiendo que pronto tendrán dinero suficiente para volver a vivir como las nobles que son. En el palacio, Martina y su madre son guiadas a una sala, donde la reina madre es quien las espera, tal como recuerda, acepta a Martina y fijan la fecha para que se case con el emperador. La ex reina agradece y se retiran, siendo guiadas por la doncella de la reina madre, pues esta irá con ellas en busca de un vestido para Martina, obviamente la boda será sencilla en una ceremonia privada, darán sus votos y listo.
Desde la ventana del palacio, en una oficina, un hombre de cabello albino y ojos azules, observa a Martina caminar hacía el carruaje, para después mirar las hojas en su escritorio, estás tienen un retrato de Martina y su información, una hábil maga, que destaca por sus hechizos fuertes y además una mujer audaz, destacó muy bien en sus estudios, pero el rey no le dio esa oportunidad de mostrar su inteligencia, la menor de todos y la menos apreciada. La puerta se abre y entra la mujer mayor, la reina madre.
— es hermosa y todo lo que pregunte, lo respondió de manera correcta y educada, pero su madre, esa es una arpía.— expresa la anciana.
— ¿cree que ella sea la mejor opción?— pregunta el albino.
— puede ser, veremos como se desempeña cuando entre al palacio.— responde la mujer.
El albino regreso a su escritorio para seguir con sus actividades, mientras que la mujer se retiro de ahí.
Caleb Richardson, emperador de Nulem, quien tomo el trono a los 18 años cuando su padre falleció de una enfermedad y durante los seis años que ha gobernado, lo ha hecho de manera justa y audaz, es respetado por todos, pero ha tenido que casarse con distintas mujeres, tres princesas y 3 hijas de nobles de su país, esto para mantener el tratado de paz y el apoyó político, pero todas hasta ahora, solo han sido concubinas, ninguna ha logrado escalar a emperatriz y aunque se dice que tiene a una favorita, lo cierto es que no tiene interés en ella, solo es una fachada para hacerles creer que pronto tendrá una emperatriz, para que así dejen de presionar con ello, pero cuando vio la información de Martina, le pareció una mujer interesante, aunque no imaginaba que su reino caería por la ambición del rey.
— Martina Bennett, veamos si tienes la capacidad de una emperatriz.—
El albino pasa sus dedos sobre el retrato de la mujer, sin duda posee belleza, la vio de lejos y ese retrato no le hace justicia.
Con todo listo para la boda, en un salón del palacio ya se ha preparado la ceremonia, al ser privada solo podrían estar los parientes de la futura concubina y los parientes del emperador, siendo esta solo la reina madre, la ex reina se acerco a saludar, buscando ser cercana a la anciana, pero esta solo se limita a decir pocas palabras y pide silencio cuando se anuncia la llegada del emperador, el sacerdote ya estaba en el altar, así que cuando entra el albino, el guardia anuncia su nombre y todos hacen una reverencia.
Caleb se acerca a la chica y le ofrece su mano, para caminar la altar.
Las hermanas se Martina se muestran molestas y se quejan con su madre.
"Madre, el emperador es joven y guapo, debí ser yo, viviriamos mejor porque lograría ser emperatriz."
"No, yo soy quien sería emperatriz."
La ex reina las regaña para que dejen de murmurar. La ceremonia da inicio, el sacerdote da su discurso sobre el matrimonio y hace las preguntas correctas, los novios dan el si y deben sellar todo con un beso. Martina no tiene problema con eso y acepta el beso, ante la mirada envidiosa de sus hermanas.
Después de eso, ambos se retiran de la sala, mientras que la ex reina y sus hijas deben salir del palacio, aunque ellas esperaban quedarse, la reina madre les hizo saber que el dinero de la dote matrimonial le llegará en un par de días.
Por su parte, Martina fue guiada a la zona del palacio donde permanecen las concubinas, ahí tendrá su propia mansión, un espacio para estar cómoda, las doncellas le han preparado el baño y ropa adecuada para esperar la visita del emperador.
— no hace falta su ayuda, puedo bañarme sola.—
Las doncellas se miran entre si y gustosas se retiran, por lo visto, no estaban tenían prisa por terminar su trabajo, después de que ellas salen, Martina se quita el vestido y se mete a la bañera, al terminar se coloca la ropa que habían dejado las doncellas, siendo ropa interior y un camisón transparente, justamente los que ella recuerda, se lo coloca, pero esta vez en lugar de esperar sentada en la orilla de la cama, abre las ventanas que dan al balcón y al haber una brisa fría, se coloca una bata que había ahí, el lugar era justo como lo recuerda..
Martina estaba en el balcón disfrutando de la brisa fría de esa noche, el imperio del Nulem es un sitio frío, aun en primavera, la brisa fría permanece, pero para Martina es agradable, otra persona ya estaría sintiendo su cuerpo temblar, quizás se debía a la magia que Evelyn le entregó.
Martina escucha la puerta abrirse, al voltear era el emperador quien entraba y este se sorprende de verla fuera, pero camina hasta detenerse en el marco de ventana.
— su cuerpo se puede enfriar si permanece fuera demasiado tiempo.— menciona Caleb.
— saludos majestad, agradezco su preocupación.— Martina hace una reverencia.
— ¿en que momento dije que estaba preocupado? Solo te daba un consejo.— sonríe burla.
Justamente tan arrogante y frío como lo recuerda, pero tiene que soportar, debe conseguir el dinero suficiente para irse lejos.
— me disculpo por mi equivocación, pero como soy mujer, soy tan inútil¿cierto?— se muestra apenada.
— no es lo que quise dec...—
— es mejor ir directamente para lo único que sirvo...—
Martina pasa cerca del emperador y se quita la bata, dejando ver el camisón transparente que lleva, al llegar hasta la cama se sienta en la orilla de esta.
— adelante, reclame lo suyo.—
Martina separa las piernas, sin dejar de observarse fijamente al emperador, este aprieta la mandíbula, estaba molesto por el descaro de esa mujer. Se acerca sujetando su barbilla para que levante la vista, otra desviará la vista avergonzada, pero ella mantiene sus ojos fijos en los suyos, lo reconoce, ella es valiente. Caleb la hizo recostarse en la cama mientras sube encima de ella. Se inclina para besar su cuello, Martina se mantiene quieta, no es como si ella fuese a hacer algo, si el emperador quiere satisfacer sus necesidades, tendrá que hacerlo todo él; algo similar pasó antes, ella solo cerro los ojos y dejo que el emperador hiciera todo, justo como lo hace ahora, pero de pronto siente que él se aparta y se pone de pie.
— he perdido el interés, lo haces parecer como si te obligará.—
—¿que no es así? Para toda mujer es una obligación abrir las piernas para su esposo, si ella quiere o no, nunca ha sido importante.—
Caleb se sorprendió por las palabras de la chica, pero era verdad lo que decía, las mujeres no podían negarse ante sus esposos, pero él era diferente, no la obligaría a algo que no desea, jamás ha obligado a una mujer y esa no será la primera vez.
— no soy un abusador...—
Dicho esto se retiro de la habitación, Martina estaba confundida por lo que acababa de pasar, antes si ella quería o no, no le importo al emperador, pero ahora, él se ha ido, desde que regreso, muchas cosas han cambiado y ha sido para su beneficio, primero una bruja le otorgó poder y ahora, el emperador la dejo sola en su noche de bodas, de seguir así, ella podrá conseguir lo que quiere, una vida tranquila y sin preocupaciones. Martina no pudo evitar reír ante ello, finalmente podrá vivir como ella quiera. Al menos esa noche pensó que descansaría bien, pero no fue así, tuvo algunas pesadillas o más bien recuerdos de lo que paso en ese palacio bajo el acoso de las otras concubinas.
En la mañana, una doncella fue a llevarle el desayuno, siendo este, algo bastante simple, una ensalada con verduras ya casi pasadas y un vaso de agua.
"A su majestad le gusta que sus concubinas conserven su figura, debe tener una dieta rigurosa." Menciona la doncella.
— a mi no me interesa lo que diga su majestad, tráeme comida de verdad.—
"¿Cree que yo voy a desobedecer a su majestad?"
— bien, entonces iré yo misma a ver a su majestad, que nos de esta dieta es absurda, vendrás conmigo.—
La doncella se muestra nerviosa ante las palabras de Martina al ver que se ha puesto pie.
— camina...—
"Su majestad no tiene tiempo para sus quejas, coma o muerase de hambre." Le grita.
Martina se acerca a la doncella y le agarra del cabello para estampar su rostro contra el plato de ensalada.
—¿quien te crees tú para gritarme? Quizás no sea la emperatriz o una princesa, pero sigo siendo superior a ti y me debes respeto.—
"Y-yo...le haré saber esto a lady Ariel...el emperador hará justicia si ella lo pide..."
— Ariel ¿de verdad crees que ella tiene influencia en el emperador y yo no?—
"Ella es la concubina favorita, la futura emperatriz."
Martina empuja a la doncella causando que caiga y comienza a reír.
— veamos si es verdad...ve, corre con Ariel.—
La doncella salió corriendo de esa habitación, las otras doncellas estaban sorprendidas por verla correr y además con sangre en el rostro. La doncella llego hasta un jardín, donde se tiro de rodillas llorando.
"Alteza, pido justicia, esta humilde empleada a sido herida por la nueva concubina del emperador."
Ante la doncella había una mesa llena de postres y ahí una joven rubia bebía el té mientras disfruta de la mañana, ante la presencia de aquella mujer, se puso de pie y se agachó para mirarla mejor.
— pero que terrible, cuanta crueldad, no podemos permitir esto.—
La joven Ariel llama a sus doncellas para que curen las heridas de la doncella recién llegada. Mientras que ella va hasta el palacio de Martina, donde fácilmente la dejan pasar por los guardias y le informan que Martina estaba caminando por el jardín, ahí, la chica se interpone en el camino de Martina.
— no me importa si eres mi prima, dañas a las doncellas esta mal, su majestad jamás perdonará tales actos.—
Martina solo rueda los ojos, esa voz toda dulce no le queda para nada a esa chica, claramente se ve lo falsa que es.
— entonces ve por su majestad y que venga a darme un castigo.— responde de manera burlona.
— n-no se trata de eso, su majestad no tendría tiempo para estas cosas, por eso me gustaría solucionarlo de la mejor manera.— Ariel muestra una sonrisa amable.
Por supuesto, Martina sabe que ese solo es acto, debe de estar así porque los sirvientes están observando. Martina levanta la mano y de su palma sale una pequeña flama.
— buena idea, traela aquí y le quemaremos viva por faltarle el respeto a una concubina del emperador. — la flama crece un poco.
Al ver la flama crecer, Ariel grita y al hacerse hacía atrás, cae, los sirvientes rápidamente se acercan a ayudarla, mientras miran a Martina de con enojo.
—¿se atreven a mirarme así? Parece que quieren que les saque los ojos.—
Martina mostraba una sonrisa burlona y su mirada causaba escalofríos. Ariel se arrodilla mientras llora.
— por favor perdonelos mi lady, ellos solo me están protegiendo. Por favor no nos haga daño.—
—¿que esta pasando?—
Martina reconoce esa voz, era la del emperador, ahora entiende porque Ariel comenzó a suplicar.
— majestad yo solo vine a pedirle a lady Martina que no dañe a las doncellas, ataco a una de manera cruel y sin razón.—
Martina se cubre los ojos y comienza a sollozar.
— yo solo quería una comida decente, la sirvienta dijo que las concubinas solo podemos ensalada de verduras podridas y beber agua por orden suya.—
— ¿que? Eso no...—
— pero si es una orden de su majestad yo me disculpare con la doncella.—
Ariel al levantar la vista, vio el enojó en el emperador.
— yo no sabía eso majestad, ella no me dijo la razón por la que la concubina Martina la ataco...— ya mostrara su expresión llorosa.
...
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