Hola, mi nombre es Samira Arismendi. Provengo de una de las familias más adineradas de mi país. Sin embargo, mis padres siempre me educaron con mucho amor y cariño, y estuvieron para mí siempre. Mi infancia fue muy feliz, no conocí la tristeza ni las desgracias. Tal vez, mis padres me sobreprotegieron. Pueden ser culpables de eso. Ya que soy muy confiada con la gente. Pero siempre me quisieron mucho y yo a ellos también los quise demasiado.
Por eso sufrí mucho más cuando se fueron de mi lado a consecuencia de un accidente, dejándome sola. Allí me di cuenta, que era la única heredera directa de los negocios y bienes de mi padre.
Cómo yo era muy chica, apenas 10 años de edad, un tío político, Félix Herrera, que estuvo casado con una hermana de mi madre, se encargó de dirigir las empresas hasta que yo cumpliera la mayoría de edad y obtuviera mi título universitario. Esas fueron las condiciones iniciales que planteó el abogado designado por mis padres para poder acceder a dicha herencia. Así que me dedique a estudiar, y mi tío se encargaba de las empresas y me proveía una mensualidad acordé a mis necesidades.
Tenía conmigo a mi niñera de toda la vida. Ella me cuidaba, y administraba mi mensualidad. Era como una segunda madre para mí, y luego paso a ser mi única madre. Le tenía un gran cariño y una gran confianza, y le contaba todos mis pesares desde que me quede sola en este mundo con ella como mi única compañía.
Mi tío Félix decidió que Ana, así se llama mi niñera, y yo, nos mudaramos a un lugar más pequeño, que se adaptará a nuestras necesidades. No me preguntaron, pero tampoco dije nada. No quería estar en esa casa tan grande, que me traía tantos recuerdos de mis queridos padres. Además era demasiado grande para Ana y para mí. Así que deje que mi tío se encargará de escoger el lugar y la fecha en la cual nos mudariamos, además que sería él quién pagaría el alquiler, por supuesto con dinero de mi herencia. Aún cuando, no me descontarían nada de mi mensualidad.
En la gran casa de mis padres se instaló a vivir mi tío con sus hijos. Ya que mi tía había muerto hacía varios años atrás y el estaba solo con sus hijos. Sin embargo de nuevo no me preguntaron si podían instalarse en la casa que fue residencia de mis padres.
Me fui dando cuenta que mi tío se iba apoderando de muchas cosas a mi alrededor, que antes pertenecían a mis padres y que ahora deberían ser mías. Sin embargo no me opuse a qué eso sucediera por mi corta edad, por la falta de experiencia y además de que muchas cosas pasaron muy rápido.
Y así fueron pasando los años. Ya había cumplido 15 años, y no había querido una fiesta. Aún cuando mi Nana me insistió que en este tipo de fiestas se debía presentar en sociedad a la quinceañera, ya que representaba un cambio en su vida, yo no quise una fiesta. Este cumpleaños en especial me recordó que mis padres estaban ausentes, que yo estaba sola. Y recordé tantas promesas que me había hecho mi madre sobre este día en particular, y que no se pudieron cumplir por la trágica muerte de ambos.
El día de mis quince años lloré mucho recordando a mis padres, y no quise salir a ningún lado.
Un mes después de mi cumpleaños número 15, recibí un correo electrónico de mi tío Félix que necesitaba hablar conmigo sobre un asunto importante.
*Que será?* pensé.
Y heme aquí en las empresas de mi familia, ubicadas en el centro de la ciudad. Sentada en la oficina que anteriormente ocupaba mi padre, y que ahora ocupa mi tío como Director general de las empresas. En ese momento sonó la puerta que luego se abrió y el ruido me sacó de mis pensamientos,
- Hola, tío. Cómo estás ? - le dije a mi tío mirándolo fijamente mientras sujetaba con fuerza el morral con mis cuadernos de estudio. Siempre le había dado un poco de miedo la forma en que su tío la veía.
- Hola, Samira. Cómo estás, sobrina? - le dijo Félix acariando su largo cabello suelto hasta la cintura color azabache, brillante. - Por aquí todo bien, en marcha como siempre. - le respondió él sentadose en su silla detrás del escritorio.
- Muy bien, tío. Aquí estudiando mucho para sacar buenas notas, según el acuerdo. - le respondió Samira sería.
- De eso quería hablarte. Aún no se ha leído el testamento de tus padres, y según el abogado debe hacerse en un año. cuando cumplas 16 años. -
Samira se le quedó mirando y dijo,
- Eso ya lo sabía, tío. - dijo extrañada - En realidad para que me llamaste? - le pregunte observando a mi tío.
- Quiero que hables con el abogado para que posponga la lectura del testamento otro año. Hasta que cumplas 17. Allí tendrás un poco más de experiencia. Habrás comenzado la universidad y podrás designar un guardián, tomando en cuenta tu experiencia hasta el momento. - dijo mi tío con una sonrisa.
- Es decir, me daré cuenta de que haces un buen trabajo y te asignare a ti como mi guardián. Eso es lo que me querías decir, tío? - le pregunte.
Mi tío sonrió, cosa que me asustó porque era una sonrisa malvada, o al menos así ella lo percibió.
- Claro, Samira. Solo si tú lo quieres. - me dijo y sentí muy feo en mi pecho. Entonces para no Llevarle la contraria, le seguí el juego.
- Está bien,tío. Debe ser muy pesado encargarse de todo. Mejor espero a graduarme para poder hacerme cargo de las empresas. Así que sí, le pediré al abogado que lo postergue un tiempo. Además total estoy bien así como estoy. No necesito tantas cosas. Y en este momento mi principal ocupación es graduarme y luego inscribirme en la universidad. - le dije con una media sonrisa. En realidad le seguiría el juego para saber que era en realidad lo que quería.
- Muy bien, mi niña. En una semana viene el abogado y podrás ir a la mansión a conversar directamente con él. - me respondió Félix sonriendo triunfante, porque accedí a nombrarlo mi guardián.... *Tal vez* pensé aún sin saber que hacer.
Hablé de otras cosas como la colegiatura y la compra de unos libros, y subirle el sueldo a mi niñera. Luego me despedí y salí de la oficina, cerrando la puerta detrás de mi.
*Qué querrá mi tío con esto?, ha logrado aplazar la lectura del testamento dos veces. Algo está pasando* pensé intrigada.
...........
Ella aceptó para no ir en su contra. No sabía cómo podía actuar si iba en su contra. necesitaba tiempo para saber que quería su tío. Además, aún no estaba preparada para enfrentarse a él y sacar los malos manejos administrativos de la empresa.
Aunque era obvio que su tío quería quedarse con todo, también era obvio que supiera lo que decía el testamento y por eso había seguido atendiendola a ella y a su niñera. Ahora tenía mucha curiosidad sobre que decía el testamento. Que sorpresa había dejado su padre en el mismo.
...........
Al salir de la empresa, Samira tomó un taxi y se dirigió a su departamento. Iba pensando que haría. *Por lo pronto esperaría que el abogado llegará para conversar con él y saber que estaba sucediendo* pensó.
Llegó a su departamento y entro con sus llaves.
- Hola - dijo mientras dejaba sus cosas en los muebles de la sala.
- Aquí en la cocina - dijo Ana desde la cocina. Asomandose por la puerta.
- Voy Nana. - dijo Samira acercándose a la cocina.
En la cocina Ana cocinaba. Samira entro revisando las ollas, y abriendo la nevera.
- Niña, espera que la comida está casi lista. - le dijo Ana dandole un golpecito en las manos - Dame unos minutos para servirte - le dijo.
- Nana, eso duele. - dijo Samira sobándose el dorso de la mano. - Además tengo mucha hambre. - le dijo Samira a Ana haciendo un puchero.
- Ya niña. Siéntate para servirte. - le dijo la niñera. Mientras Ana le servía grandes porciones de ensalada y puré de papas junto a una porción de pollo. Y en una tazita aparte le servía algo de arroz.
Samira agradeció la comida en silencio, y comió disfrutando cada bocado.
Ana se sentó frente a ella, observandola mientras comía.
La había criado desde bebé, desde que su señora quedó embarazada y ella la cuido para que todo saliera bien. Y luego la cuidaba para que la señora descansará, y poco a poco sus responsabilidades con Samira fueron creciendo, mientras su señora se iba incorporando al ambiente laboral nuevamente, ya que ella y el señor, el padre de Samira, trabajaban juntos. Llegó un momento en que Ana se convirtió en su niñera, la cuidaba por las tardes y vigilaba su sueño. Iba a la escuela en las mañanas, y su madre la iba buscar.
Y ahora ella era la madre adoptiva de Samira. Luego que pasará ese terrible accidente donde los padres de Samira murieran.
De allí en adelante no la había dejado ni un momento a solas. Le dió todo el cariño y el amor que solo una madre puede dar.
...........
Han pasado dos años. Samira está por cumplir 17 años. Y está más pendiente que nunca que pronto el abogado la llamará para la lectura del testamento. Sin embargo, no quiere que eso suceda. Ya ha sentido que su tío la comenzó a mirar diferente. Y eso le da mas miedo que la forma en que la trataba antes.
Aún está estudiando en la universidad tiempo completo. Por lo tanto depende de su tío. Ya que la mensualidad que le envía ya no es suficiente para mantenerse. Debe ir más seguido a la oficina de su tío a pedirle dinero. Sospecha que lo está haciendo a propósito para que ella se vea obligada a ir a él.
Está situación la ha motivado a esforzarse aún más en sus estudios para obtener su título más rápido. Sin embargo sabe por su conversación con el abogado dos años antes, que hay ciertas condiciones para poder acceder a la herencia de sus padres. *Qué dirá exactamente el documento?* pensó.
- Amiga, amiga. Samira a la tierra ahora. - la llamó su mejor amiga Rosa, es decir su única amiga. - Samira que tienes? le preguntó, abrazándola y sentadose a su lado. Estaban en los jardines de la universidad.
Había bastante movimiento hoy, todos andaban presentando los últimos parciales del semestre. Otros andaban llevando documentos para allá o para acá. Y otros más, andaban buscando a los profesores para buscar una oportunidad más para aprobar alguna asignatura.
Samira y Rosa, eran de las estudiantes que habían salido excelente en este semestre y podían descansar un rato, sin embargo sabían lo que era buscar a un profesor para que les dieran una oportunidad más para poder aprobar una asignatura. Ellas estaban sentadas en los banquitos en los jardines de la Universidad bajo un frondoso árbol. Estos estaban dispuestos de tal manera que los estudiantes pudieran sentarse a estudiar, conversar o merendar cómodamente mientras se encontraban en la universidad.
- Ay, Rosita, amiga. Tengo que volver a la oficina de mi tío a pedirle dinero. - le explicó Samira con angustia. - No quisiera ir amiga, pero necesito algo de dinero para realizar los trámites de inscripción. Dios, porque acepte esto. Hubiera dicho que no y tal vez... - dijo Samira y luego calló dándose cuenta que no era cierto lo que decía.
- Si hubieras dicho que no, tu tío probablemente te hubiera dejado sin herencia y no hubieras vuelto a ver ni un solo centavo de ese dinero. Inclusive probablemente no estuvieras aquí. - le replicó Rosa mirando a su amiga. - Tu misma me dijiste eso. Recuerdas? - le preguntó su amiga.
- Si, tienes razón. Lo he dicho varias veces. Pero me estoy arrepintiendo de haber aceptado. Hubiera preferido llegar a un acuerdo de entregarle la mitad y quedarme yo con una parte. - le explicó Samira cabizbaja.
- Pero no tenías ese poder amiga. Porque aún hoy ese dinero no es tuyo. - le dijo Rosa mirándola. - Pero cuanto necesitas, yo te lo presto y luego me lo devuelves, Recuerda que mi padre es muy estricto con mis finanzas. lleva registro de todos mis gastos. - le dijo su amiga sonriendo.
- En serio amiga? Me los puedes prestar? Gracias Rosita. Al menos para no ir hoy. Me siento agotada mentalmente para enfrentarme a mi tío hoy. Cada vez que voy siento que algo se trae entre manos. No sé qué es pero puedo imaginarme algo por la forma en que me mira. Y me da terror que sea lo que estoy pensando. - dijo Samira con un escalofrío.
- Y que piensas que sea? - le preguntó Rosa intrigada.
- Mmmm no, mejor lo hablamos luego. Ven vamos a las oficinas administrativas para que me prestes ese dinero. - dijo Samira levantándose y tomando la mano de su amiga para ayudarla a levantarse de los banquitos dónde estaban sentadas.
- Dios, si si está bien. - dijo Rosa riendo y se fueran juntas caminando a los edificios de la universidad.
.................
Félix Herrera sabía que muy pronto su sobrina política tendría que ir a verlo para pedirle más dinero. Había ordenado a su secretaria que mantuviera las cantidades iguales a las de hace un año, y que lo hiciera de esa manera para poder verla, al menos una vez por mes.
Era la misma cantidad que le había dado mensualmente durante ese último año. Ya Samira había solicitado se ajustará el monto. Pero Félix se había adelantado a ella y había ordenado denegar la solicitud de la chica. Asi que tenía acorralada a la chica, económicamente hablando.
Félix calculaba que ese día iría a su oficina por que sabía perfectamente que el dinero que les había dado llegaba hasta el día anterior. Así que esperaría hasta que apareciera. Últimamente sentía que estaba obsesionado con Samira. Eso no debía ser por múltiples razones. Sin embargo, había pasado de querer malversar los fondos que se le habían confiado para quedarse con algo del dinero de esa herencia, ha querer tener todo, poseer todo, incluyendo a Samira.
Esto no lo entendía, su sola presencia lo estaba volviendo loco, y la única manera que el conocía para curar está sensación era tener a Samira solo para él en todos los sentidos. Había llegado a pensar en casarse con ella pero era muy joven, casi diecisiete años, así que aún no le convenía hacerlo. Pero estaba claro que era una posibilidad, ya que había conversado con el abogado, y le había logrado sacar que una de las condiciones para entregar la herencia era casarse y que su esposo se hiciera cargo de la empresa y todos los negocios, administrando la fortuna familiar con sabiduría. Félix solo pensó que era su momento para quedarse con ella. Le negaría el ajuste de la mensualidad y de esta forma el podría acercarse a Samira.
Miró su reloj, *ya debieron haber salido de la universidad* pensó impaciente.
- Señorita por favor, mándeme al señor Carlos. Gracias. - dijo por teléfono a su secretaria.
- Si, señor. ya se lo envío. - dijo la secretaria del otro lado. Él colgó el teléfono. Y se quedó parado en el gran ventanal de su oficina, mirando la ciudad y como el sol iba bajando del cielo a medida que pasaba el tiempo. Era una vista majestuosa de la ciudad, verla cuando comenzaba a atardecer. En eso tocaron la puerta.
- Pase - dijo Félix sin dejar de ver el paisaje. El señor Carlos entró.
Félix se dió la vuelta, y preguntó,
- Le pusiste vigilancia a mi sobrina Samira. -
- Si, jefe. Precisamente acabo de recibir el reporte. - dijo el señor Carlos.
- Qué dice? Me quedé esperando a Samira y no vino por aquí. - dijo Félix.
El señor Carlos estaba algo asustado por la reacción de su jefe.
- Estuvieron en la universidad, por los jardines y luego se fueron a las oficinas administrativas. Luego de allí, salieron de la Universidad y se fueron directo al departamento de Samira. Aún permanecen alli, señor. - concluyó el señor Carlos.
- Qué hicieron en las oficinas administrativas? - preguntó Félix.
- Al parecer su amiga le prestó dinero para pagar la inscripción. -
- Quéee??- preguntó alarmado Félix, dandole un golpe a su escrito que retumbó dentro de su oficina.
- Si, señor. - dijo el señor Carlos sin saber que decir.
- Okey. Puedes retirarte. - dijo Félix con cara de pocos amigos. En realidad, el señor Carlos solo estaba pasando una información que ni siquiera él había recolectado.
*Así que por eso no viniste* pensó Félix.
En pocas semanas Samira cumpliría años, diecisiete años para ser exactos, y ya todo estaba listo para la llegada del abogado, ahí en esa reunión, el ofrecería una solución lógica y razonable solo para él. Sin importar la diferencia de edad, y el que no haya amor, propondría que se casará con él. Todo para saciar sus deseos oscuros hacia ella, y quedarse con toda la herencia de los padres de Samira. Muy pronto la tendría en sus brazos y no podría escapar.
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- Hola, Nana. Cómo estás? - gritó Samira al entrar a su departamento. - Traje a Rosita. Dónde estás? Tenemos hambre. - le informó Samira a la mujer, mientras dejaba sus llaves sobre la cómoda, y colgaba su carterita. Samira le hizo señas que la siguiera.
Ana estaba en la cocina como siempre que llegaba Samira a casa. Ella lo hacía para que Samira consiguiera la comida caliente. Y se emocionó mucho.
- Rosita, que bueno que estés aquí, ven a saludarme niña. - le pedía la señora mayor.
- Hola, Nana. cómo estás? - le dijo Rosa , y oliendo la rica comida que estaba preparando la amable señora, dijo - Que rico huele. -
- Siéntense mis niñas. Ya voy a servirles. Que alegría que hayas venido Rosita. - le dijo Ana mientras les servía generosamente ensalada, pollo horneado, y aparte un poco de arroz y pan, para casa una.
- Muchas gracias Nana. - dijeron al mismo tiempo y comenzaron a comer sus porciones vorazmente.
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Félix Herrera era un hombre calculador y frío, que no le tiembla la mano para tomar una decisión que afecte a la personas a su alrededor, sin importar si tienen o no lazos de alguna índole con él, siempre buscando beneficios personales. Le gusta que las cosas se hagan a su manera y si no hace que las cosas salgan como él quiere.
Cuando conoció a su esposa, se acercó a ella por la empresa de su cuñado. Siempre busco la manera de hacerse con el dinero de la herencia familiar. Sin embargo, sabía que iba a ser difícil. Ya que no eran familia directa, pero no perdió la esperanza de que pasaría, sabía que en algún momento se presentaría la oportunidad. Logro que le dieran un empleo en las empresas, luego de casarse con la hermana de la mamá de Samira, y llegó a un puesto en la parte directiva de la empresa trabajando codo a codo con el padre de Samira.
Tuvo tres hijos, y cuando su esposa murió, no lloró, a pesar de tener muchos años viviendo con ella. Así de frío era. Sin embargo siempre estuvo con sus hijos, apoyándolos. En algún momento se beneficiaría de ellos.
Cuando los padres de Samira murieron en ese accidente, años después de su esposa, estuvo apoyando a Samira todo el tiempo. Pero ya tenía una idea en la cabeza, hacerse de la herencia de la niña. Ahora sería más fácil acceder al dinero. Durante sus años trabajando con el señor Arismendi, padre de Samira, había logrado ganarse su confianza, y sabía perfectamente que este lo había puesto a él cómo encargado de las empresas y tutor de Samira, si algo les pasaba a ellos. Y llegó la oportunidad que esperaba.
Ya los hijos estaban en la universidad pero aún vivían con él. Así que cuando vió la oportunidad se mudó a la mansión de los padres de Samira, pasando a la niña con su niñera a un departamento más chico. Sabía que Samira no diría nada por su corta edad, y la niñera no tenía derecho a opinar, solo debía cuidar de la niña.
Ahora estaba en conocimiento de lo algunas cosas que decía el testamento. Entre ellas una cláusula que decía que Samira debía casarse para acceder a la herencia, mientras tanto se le daría una mensualidad suficiente para vivir cómodamente.
Antes de saber la existencia de esa cláusula, Félix solo aspiraba a tratar de sustraer algo de dinero para que cuando llegará el momento de entregar las empresas, le quedará dinero suficiente para vivir de forma aceptable. Pero al saber de esa cláusula, había comenzado a idear un nuevo plan. Este consistía en proponerse él como la persona para casarse con Samira. Para llegar a eso, había ideado una serie de encuentros con ella, prácticamente obligando a la muchacha a buscarlo para pedirle dinero. Ya que se había negado varias veces a ajustar su mensualidad.
Pero él sabía que eso no era suficiente. Tenía otro plan en marcha. Una invitación a una de las fiestas de la empresa. Ya que Samira debía ir, esperaba que aceptará ir con él.
La fiesta era en una semana. Un poco antes de su cumpleaños. Y hoy le enviaría la invitación.
Mientras tanto, estaba cerca el momento en que leerian el testamento de su padre. Lo cual Félix había logrado posponer varias veces. Ahora sí le beneficia que hagan la lectura, para él poder poner en marcha su plan de casarse con la chica. Luego de casados, vería que haría con ella. Lo más probable es que la enviara fuera del país con el pretexto de que debía seguir estudiando.
Mientras tanto, seguía con su plan actual. Enviaría las invitaciones.
..............
- Samira te llegó un sobre. - Le dijo Ana, su niñera. Le dejó el sobre en la mesa.
Samira estaba en su cuarto, en el baño terminando de ducharse, por lo que no escuchó a su niñera.
Al salir y sentarse en la cama, comenzó a secarse muy bien el cabello. Y entonces escuchó.
- Mi niña, te llegó un sobre. - entonces Samira dijo
- Gracias, Nana. - con una sonrisa. Se vistió y salió del cuarto secándose el cabello. Tendió la toalla en el cuarto de lavado. Y luego camino hasta la cocina y vio el sobre en la mesa. Lo tomó sentadose, lo abrió sacando la tarjeta hermosamente decorada en negro y dorado y la leyó. Abrió los ojos asombrada. Se le había olvidado la fiesta de la empresa. Y si, ella asistía todos los años, ya que era como un deber para ella ir, sin embargo nunca le habían mandado la invitación a través de su tío. Eso solo quiere decir que él quiere ser su pareja durante la fiesta. Dejó la tarjeta sobre la mesa, se llevó las manos a la cara y se hecho hacia atrás el cabello, suspirando. *Que voy a hacer?* pensó Samira un poco angustiada.
Se quedó sentada en la cocina, mirando a través de la gran ventana, la ciudad en movimiento y el contraste con el cielo y los luminosos rayos del sol.
- Mi niña que sucede? Parece que estás triste. - le preguntó Ana sentadose a su lado y abrazandola con cariño de madre.
- Mi tío me envió la invitación a la fiesta de la empresa. Es primera vez que lo hace. - le dijo Samira a su Nana. - Tengo miedo. - dijo de pronto Samira mirando a través de la ventana.
- Pero porque mi niña? Su tío nunca le ha hecho algo malo. -le dijo Ana acariciando sus cabellos.
- Lo se, Nana. No sé que me pasa. Es como un presentimiento. - le explicó Samira.
Se quedaron un momento más así, cómo si fueran madre e hija.
- Vamos Nana. Acompáñame a caminar. - le dijo Samira, tomando la mano de Ana para levantarse de su asiento. Y se acomodaron para salir a caminar al parque.
El resto de la tarde, conversaron, hicieron algunos quehaceres en el departamento. Y se dispusieron a elaborar la cena, para luego sentarse a disfrutar de la comida.
Ya en la noche se despidieron para descansar. Samira se acostó a descansar pero no lograba dormir. Sus pensamientos volvían a su presentimiento.
Al final logro concentrarse en otras cosas que habían sucedido en el día, logrando dormirse.
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Llegó el día de la fiesta. Lo primero que hizo Félix ese día fue enviar al departamento de Samira un hermoso vestido de color rojo con detalles negros y dorados, largo hasta el tobillo y con mangas con un pequeño vuelo, era un vestido muy hermoso. El hizo que lo llevarán a su departamento para que se lo probará primero. Y si no le gustaba poder cambiarlo. Félix creía que con gestos amables lograría convencer a la muchacha de que él era el indicado para ser su pretendiente. Luego de enviar el vestido se dedicó a realizar varias actividades correspondientes de la empresa en sus oficinas. Le dijo a su secretaria que si la muchachs llamaba para obtener más dinero, le avisará. Suponía que lo llamaría para poder adquirir un vestido para su Nana, ya que siempre la había acompañado a este tipo de fiesta. Usaría esa oportunidad para tratar de que Samira se fijara en él.
Solicitó a su secretaria que le tuviera un pequeño ramo de flores a su disposición, para él llevárselo cuando fuera a buscar a Samira. Ése pequeño ramo de flores se lo entregaría cuando la fuera a buscar a su residencia.
Ya tenía lista una limosina para poder trasladarse y buscarla.
Mientras tanto samira estaba temerosa de lo que pudiera pasar esa noche.
Había recibido el vestido y, en realidad no era el tipo de vestido que ella hubiera elegido, ni tampoco el color que ella lo hubiera gustado elegir para ese vestido en particular, pero para no llevarle la contraria a su tío decidió usarlo.
Para esta oportunidad decidió hacerse un moño alto en su cabello, dejando rizos alrededor de su rostro, colocarse unos zarcillos largos, una pequeña cadena con un dije. Esa cadenita se la había regalado su madre antes de morir. El maquillaje que utilizó fue algo muy sencillo, muy suave de colores muy suaves. Y aunque le pidió a su nada que la acompañara a la fiesta, su Nana se negó en esta oportunidad, manifestando que se sentía mal del estómago, no sabía porque. Así que iría sola a la fiesta por primera vez en varios años. Tenía un plan de emergencia por si necesitaba salir muy rápido del sitio y alejarse de su tío.
Pero esta noche había una sorpresa para Samira.
El destino le tenía preparada un hermoso encuentro.
Tal vez, esa sería su salida a la situación que estaba viviendo.
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