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Y Llegaste Tú

Capítulo 1

La habitación estaba a oscuras, salvo por el resplandor que emitía la lamparilla de noche de la habitación de Emmanuel y los rayos de luna que se filtraban por los ventanales.

Alguien lo había tapado con una manta ligera y le había puesto una almohada debajo. Siempre había alguien que velaba por ellos cuando se acostaban tarde.

La luz de la luna lo atrajo y, todavía medio dormido salió a la terraza. Un aire frío, denso con la fragancia de la tierra humeda, le rozó las mejillas.

Contempló los jardines de la propiedad dónde se vislumbraban los tenues colores de los primeros rayos del sol. Le pareció oír música. Creyó ver la silueta de su pareja, alguien a la que hacía girar danzando. El vals, pensó con un suspiro.

Era eso el amor, pensó Emmanuel cerrando los ojos para respirar el aire de ese día que comenzaba con ese hermoso amanecer.

Se prometió que un día sabría lo que era sentir el amor por primera vez.

Eran tantos los eventos, en esta temporada, que poblaban su mente que Emmanuel se puso a revisar la agenda con la primera taza de café. Tener una consulta tras otra le daba el mismo nivel de energía que le proporcionaba una buena taza de café.

Deleitándose en ello, se instalo en la silla de su despacho para repasar las notas de cada cliente que había ido atendiendo por orden de prioridades.

Por experiencia sabía que la personalidad del cliente era algo muy útil para determinar el tono de la entrevista, la intención de cada celebración. En su opinión los diseños para cada evento eran el primer paso para la planificación y organización de una gala.

Elegantes o divertidas, elaboradas o simples, el diseño de ambientes simbolizaban el propósito de cada una.

Su trabajo consistía en obsequiar a los clientes con todo un escenario que reflejará la celebración de ese día, ya sea a nivel personal o corporativo si se trataba de alguna empresa en particular.

Suspiró, se desperezó y sonrió al ver la cantidad de trabajo que había en su escritorio. No había nada mejor que satisfacer las expectativas de sus clientes, pensó. Y como dueño de la contrata encargada de hacer ese trabajo, le resultaba gratificante que la temporada de celebraciones en su nivel más alto había empezado a tope; eso significaba jornadas intensas de días y noches largas diseñando, arreglando y creando no solo para las celebraciones y eventos del momento, sino también para los futuros y eso le resultaba increíble y le gustaba.

Una vida llena de retos y un trabajo que le gustaba era lo mejor que le pudo pasar.

Eso era lo que 4Fantasticos les había dado, a él y a sus tres amigos: «Una vida juntos, pero no revueltos»,— Jajaja .— un trabajo satisfactorio y la sensación de realizarse y estabilizarse. Además podía dedicarse a su trabajo y lo que realmente lo llenaba con solo mirar un espacio y diseñar el mejor plano para convertirlo en algo increíble.

Porque por más que lo pensará el hecho de ser un empresario te impulsaba a cada día tener tu mejor presentación hacia el cliente.

Echó un vistazo al reloj y calculó. Llevado por un nuevo pensamiento, se levantó de golpe.

Fue primero al dormitorio, eligió una sudadera con capucha y se la abrochó sobre el mono que tenía puesto. Con tiempo suficiente de pasarse por la casa principal antes de vestirse y arreglarse para el día. La señora Greg ya debía de estar preparando el desayuno, así que Emmanuel podría ahorrarse cocinar cualquier cosa.

Mientras bajaba a paso ligero por la escalera, pensó que en su vida todo eran ventajas.

Cruzó la sala de estar que utilizaba como área de recepción y consulta y echó un rápido vistazo antes de salir.— Humedecería las flores que habia colocado en el centro de mesa la florista oficial de la agencia, antes de la primera entrevista, — se dijo.

Salió de la que había sido la casa de invitados de la propiedad de los Mendoza y que ahora era su hogar y la sede de Diseños (su parte de 4Fantasticos), inspiró hondo para notar el aire frío que ventiaba y tembló. Metiéndose las manos en los bolsillos de la sudadera — Maldita sea, ¿por qué no podía hacer más calor? Estaban en mayo. ¡Carajo! — pensó negándose en redondo a aceptar que una mañana fria (en la que, encima, empezaba a lloviznar) le pusiera de mal humor.

Se arrebujó en la sudadera, asió con fuerza la taza de café, metió la mano que le quedaba libre en el bolsillo y se marchó caminando hacia la casa principal.

A su alrededor, todo despertaba de nuevo a la vida. Mientras caminaba se fijó que bribón el perro azabache de Carla, la prometida de su amigo Marcos ya corría por los alrededores de la finca y cuando se dió cuenta de su presencia se le acerco para saludarlo.

Emmanuel se agachó para recibirlo y sacudirle el pelaje.

— ¿Como estás amigo?

El perro novio la cola expresandole con ese movimiento que estaba feliz.

Al observar los alrededores de la finca, penso en su florista Karina, que le encanta esta temporada porque pronto llegaría la época de cavar la tierra y sacar algunas de sus preciosidades del invernadero para dejarlas a la vista. Pero estaba claro que nada superaba a la madre Naturaleza cuando se trataba de crear el paisaje más cautivador para una celebración, según su punto de vista.

Karina era un ser especial, le encantaban las plantas, disfrutaba cuidandolas y creando nuevos injertos para sus flores, era una mujer increíble. Le gustaba trabajar con ella, le tenía todos los espacios de la propiedad cubiertos con sus arreglos florales y las fragancias que de estás desprendían.

Karina era su mano derecha y le encantaba recibir el aire fresco. Era una mujer entregada a su trabajo, con ella hacian un equipo increíble.

En la propiedad de los Mendoza, se deleitaba con su trabajo. Porque podía disfrutar sembrando las semillas de sus flores, creando dentro de los límites de la propiedad unos jardines exquisitos para ellos y la empresa.

Los jardines, que incluso entonces ya eran de exposición, pronto estallarían en colores, flores, aromas e invitarían a pasear por esos increíbles senderos, a sentarse en un banco y relajarse al sol o a la sombra, como decía risueña Karina.

Patricio la había dejado al cargo de todos los alrededores de la finca, para que pusiera a la vista de todos, sus creaciones y cada año tenía que hacer combinaciones, plantar algo nuevo o supervisar a los paisajistas que contrataban para cada temporada.

«Realmente lo tenemos todo», pensó Emmanuel.

Pero en ese momento, solo podía pensar en la misteriosa mujer que desde hace unos meses le escribe solo una noche y lo dejaba a la deriva, porque no logra descubrir quién es.

Y tampoco deja de pensar en una morena espectacular que desde la conoció no sale de su cabeza. Y no sabe cómo llegar a ella. Porque para eso necesitaría la ayuda de su mejor amiga y actual pareja de uno de sus grandes amigos y socio de la empresa.

Mientras caminaba, observando todo y recibiendo con agrado el aire fresco y frío de esa mañana, se desvió hacia el apartamento, donde su socio Marcos vivía y tenía el estudio de fotografía. Al acercarse a la entrada vio que la puerta se abría.

Emmanuel esbozó una sonrisa y saludó con un gesto a la mujer de pelo alborotado y vestido gris plomo, con el abrigo en mano que salía en ese momento.

— ¡Buenos días, Carla!

Carla — Hola, Emmanuel.

La familia de Carla y la suya eran amigas desde que le alcanzaba la memoria. Ahora, Carla Martinez, profesora y psicóloga médica de su instituto Alma Mater se había prometido con uno de sus mejores amigos.

La vida no solo era buena, pensó Emmanuel, sino también un excitante camino que recorrer.

Con ese pensamiento en la cabeza, ejecutó unos pasos de baile acercándose a Carla, la agarró por la cintura, la puso de puntillas y le dio un sonoro beso en la mejilla.

Carla — ¡Uau! — exclamó ella sonrojándose un poco.

— Eyy, tú — Marcos aún con sueño se apoyó en el marco de la puerta, ¿intentas ligarte a mi chica?

Emmanuel — Ojalá. Te la robaría, pero la has hechizado y eclipsado.

Marcos — Tú lo has dicho. - Dijo acercándose a Carla.

— Bueno — Carla les sonrió un poco acelerada a ambos hombres, — bonita manera de empezar el día. La reunión de profesores que me espera no será ni la mitad de agradable.

— Llámalos y diles que te encuentras mal — susurró Marcos casi con un ronroneo en su oído, abrazandola por la cintura. — Yo sí te daré algo agradable.

Carla — Ja, ja Muy gracioso. Ya. En fin. Adiós.

Emmanuel, sin dejar de sonreír, la vio alejarse con prisas hacia el auto.— ¡Guao! es bellísima.

Marcos — Sí lo es.

Emmanuel — Y mírate: Estas Feliz.

Marcos — Pues si. Estoy Feliz y comprometido con una mujer hermosa.

¿Ibas a desayunar?

Emmanuel — Así es.

— Esperame. — Marcos se acerco de nuevo a la puerta de entrada de su apartamento y inclinó hacia un lado, agarró una chaqueta y luego cerró la puerta tras él . Solo he tomado un café, así que...

Los dos comenzaron la marcha y, de repente, Marcos frunció el ceño.

— Oye, estás como distraído, en que estás pensando.

Emmanuel — ¿Quieres que te sea sincero?

Marcos — No me hagas sacartelo, dime de una vez que te pasa.

Emmanuel — Estoy metido en un lío, del que no sé si vaya a salir ileso.

Marcos — ¿Samantha?

Emmanuel — Si

Marcos — ¿Pasa algo con ella? ¿Algún problema?

Emmanuel - No. Problema ninguno. Es que no sé cómo acercarme.

Marcos - ¿No sabes cómo acercarte, o no sabes que hacer? Porque sabes perfectamente que es ella la que te escribe la noche de los sábados sin falta.

Emmanuel - Eso no está confirmado todavía. Porque cada vez que estoy apunto de descubrirla. Desaparece.

Marcos. - Emmanuel. Que necesitas para darte cuenta que esa mujer se muere por ti.

Emmanuel - No se compadre. Una señal, quizas.

Marcos - Que tipo de señal. Porque no puede estar más claro.

Emmanuel - Lo que pasa es que tú, estás viviendo en un círculo Vicioso con tu amada. Y estás feliz.

Marcos - Creeme que si. Creeme que así es.

Además. Ya sé por qué estoy feliz esta mañana de frío invernal y es por lo mismo por lo que no he tenido tiempo de desayunar. Se llama Duchémonos Juntos. Jajaja

Emmanuel — Eres un chulo compadre. No te aguantas.

Marcos — Y muy orgulloso de ello. Ahora habla. ¿Que piensas hacer?

Emmanuel - Por ahora nada.

Marcos - Entonces, ¿Por qué estás tan distraído? Porque no es solo Samantha la que te tiene así.

— ¿Has metido a una mujer en casa y no hayas como salir de ella?

Emmanuel — Por desgracia, no. Pero tengo cinco entrevistas para hoy, y estoy planeando como entrarle a cada una.

— La celebración de anoche fue única ¿Cierto? Hacia tiempo que no celebrabamos un evento sin ningún contratiempo.

Marcos — Una pareja sexagenaria intercambiando los votos matrimoniales y celebrándolo con los hijos de él, los hijos de ella y los nietos. Creo que estas cosas dan seguridad. Era la segunda vez para los dos, y ahí los tienes, listos para repetir, deseando vivir juntos. En fin, me parece que les va a ir bien y lo van a disfrutar.

— Hablando de eso, Karina quiere organizar lo de las flores de Carla. Aunque ella piense que falta mucho para diciembre, ya pronto lo tendremos aqui. Y a mí me aligera el trabajo porque puedo trabajar en el diseño, luego de conocer las flores preferidas de Carla. — dijo Emmanuel titiriteando los dientes , y eso lo sabes.

Marcos — Ni siquiera he decidido cómo van a ser las fotos de compromiso. Carla no ha mirado vestidos, ni ha pensado en los colores que determinarán el tema de la boda.

— A mí me sientan bien los tonos crema. —dijo Emmanuel parpadeando repetidas veces.

Los dos se rieron de la broma de Emmanuel.

Marcos — A ti te sienta bien una mujer de cualquier tono de piel. Pero hay una que te tiene mordiendo el polvo y no hayas que hacer.

Emmanuel — En eso tienes toda la razón. Y quiero, de verdad que quiero, pero hay algo que me detiene y no logro descifrar que es.

Capítulo 2

Marcos abrió la puerta y, como la señora Greg ya había regresado de sus vacaciones de invierno, se acordó de restregar los zapatos en el tapete antes de entrar.

— Tan pronto como Carla encuentre el vestido, haremos una puesta en común sobre lo demás.

Emmanuel — Te das cuenta que eres el primero de nosotros que se casa, el primero que celebrará su boda en nuestra empresa.

Marcos — Sí. Y Será interesante ver cómo nos las arreglamos para organizar la boda y formar parte al mismo tiempo. Carla dice que va a disfrutar al máximo los preparativos con nosotros.

Emmanuel — Ella sabe que puede contar con Patricio para todos los detalles importantes o no. Si alguien es capaz de conseguir que todo vaya como viento en popa, ese es Patricio.

Los dos amigos entraron en la cocina, y se vieron sumidos en el caos.

Mientras mamá Mariana y la Sra Greg trabajaban junto al fuego, con movimientos eficaces y expresión plácida, Patricio y Luis caminaban arriba y abajo discutiendo.

— Tenemos que hacerlo. — insistió Patricio.

Luis — Y una mierda, no cuentes conmigo para ello. Porque no lo haré.

Patricio — Luis, se te olvida que esto es nuestro negocio, y en los negocios hay que servir al cliente.

Luis — Deja que te diga lo que serviría yo a esta cliente.

— ¡YA BASTA!. — Patricio, con su cabello corto color castaño vestido con el clásico traje azul oscuro que destinaba para las entrevistas con los clientes. Sus ojos, de un color parecido, echaban chispas de la impaciencia. Ni siquiera tienes que hablar con él y su esposa. Yo haré de puente entre ellos y tú.

Luis — Y yo ahora te diré lo que puedes hacer con ellos.

Patricio — La madre...

Luis — La madre de la quinceañera es una imbécil, una mujer que dejó muy claro que ni necesitaba ni quería mis servicios personales para los quince años de su hija. Que me muerda a mí si le apetece, porque a ninguno de mis platos les va a hincar el diente, aunque ahora se haya dado cuenta que cometió una estupidez.

Aún con el mono y la camiseta con los que había dormido, con el cabello todavía despeinado, Luis se dejó caer en una silla de la mesita del rincón donde desayunaban.

— Hazme un favor; y te tranquilizas. — dijo Patricio agachándose para recoger unos documentos que de seguro Luis habría lanzado por los aires. — Supuso Emmanuel.— Todo lo que necesitas está aquí. Ya le he asegurado al padre de la quinceañera que nos encargaremos de todo, así que...

Luis — Así que, tú, diseñas y horneas un banquete completo con pastel y todo entre hoy y el sábado, y una selección de postres para cuatrocientas personas. Y lo haces sin tiempo para una buena preparación, con dos celebraciones más durante el fin de semana y otra por la noche dentro de dos días.— Con una expresión molesta en el rostro, Luis solo atino a decir.

Patricio lo miro, con ganas de matarlo. Porque se estaba comportándo como el propio crío insoportable que nadie quiere.

Luis — Ahora no me digas que me estoy comportándo como un crío malcriado, porque ya lo sé.

— Chicos, sus amigos han venido a jugar con ustedes — canturreó mamá Mariana con un tono de voz muy dulce y la mirada risueña. Que hizo que la Señora Greg riera de su ocurrencias.

— Creo que en este momento, mi madre me llama — dijo Emmanuel mirando su teléfono como via de escape del campo de batalla.

— ¡No, ni se te ocurra moverte de tu sitio! Porque sabes muy bien que tengo buena puntería — exclamó Luis mirándolo furioso con ganas de matar a alguien. — ¡Escucha muy bien! La celebración de los quince años de Carolina Fernandez. El sábado por la noche. Porque estoy completamente seguro de que sabes de quién estoy hablando, rechazó que Pasteles y Helados de 4Fantasticos se ocupara del pastel y los postres, porque su madre que es una Arpía se burló de mi propuesta e insistió en que su pastelera personal, una chef de repostería de Bogotá - Colombia que ha estudiado en París y diseña pasteles para actos muy especiales, se ocupara de ellos. ¿Recuerdas lo que me solto a la cara?

— Este...— Emmanuel se desplazó porque Luis lo apuntaba con el dedo justo a su corazón.— Las palabras exactas, no.

Luis — Bien, pues yo sí. Dijo que estaba segura de que yo era capaz de ocuparme de la mayoría de los banquetes, pero que ella quería lo mejor de lo mejor para los quince años de su hija. Creyendo que con eso yo me sentiría ofendido. Pero se equivocó, porque estaba completamente seguro que pronto vendría a arrastrarse a mis pies y yo con mi superioridad a mil, le diría con mi sonrisa de galán que "NO".

— Y yo estoy de acuerdo contigo. — concluyo Patricio.

— No he terminado todavía — protestó Luis entre dientes.— Ahora, le pide a su esposo que venga a dar la cara por ella, quien viene a la empresa y se desahoga diciendo que la chef personal de la familia no puede cocinar el banquete completo para el cumpleaños de su hija y espera que yo entienda y lo haga para salvarle el día.

Patricio — Que es literalmente nuestro trabajo. Luis...

Luis — No estoy hablando contigo — espetó amenazando a Patricio con un dedo y señalando luego a Marcos y a Emmanuel . Hablo con ellos.

— ¿Qué? ¿Qué dijiste que no te oí? — preguntó Marcos sonriendo de oreja a oreja.— Lo siento, debe de haberme entrado agua en los oídos al ducharme divinamente con mi mujer está mañana. Debe ser por eso que no escuché nada de lo que dijiste.

Mama Mariana y la Sra. Greg se rieron a carcajadas por el comentario de Marcos.

Luis solo las miro y le dijo a Marcos.—Cobarde. ¿Emm?

Emmanuel — Ah.

Mamá Mariana — ¡El desayuno! Todos a sentarse. — Dijo, mientras la señora Greg trazó un círculo en el aire. Sirviendo la mesa.

Sra. Greg — Pastel de chucho con tostadas de pan integral, sientense y coman.

Luis — No voy a comer nada hasta que...

— Ya escuchamos a mamá Mariana y a la Sra. Greg.— dijo Emmanuel, interrumpiendo la parorata de Luis que todavía no tenía intención de acabar.— Luego adoptó un tono conciliador. — Dame un minuto para pensar. Sentémonos todos y ¡Guao! Mama Mariana, señora Greg, esto tiene una pinta increíble.

— Cogió dos platos para servirse y se dirigió al rincón donde estaba la mesa, sentandose en una de las silla.— No hay que olvidar que somos un equipo.

Luis — A ti no te han insultado y no te han colgado ningún porrazo por tu trabajo.

— En realidad, sí. O me lo colgaron, mejor dicho. Podría contarte las pesadillas que esa mujer, la madre de la cumpleañera me provoca, pero esa historia la dejo para otro día.

— Yo tengo más cosas que decir — comentó Marcos.

— Veo que has recuperado el oído.— Dijo con sarcasmo Luis.

Mama Mariana Por lo que escucho de ustedes. La Sra, es grosera, exigente, malcriada, complicada y desagradable.

Emmanuel — Pues así es mamá Mariana. La describiste muy bien. - Luego miro a su amigo Luis. — Por lo general, cuando planificamos una celebración, sin olvidar los problemas que pueden surgir y lo extraños y desagradables que son algunos clientes, me gusta pensar que estamos creando un día especial para ellos. Pero con estos clientes en concreto, la situación es bastante tortuosa. La mamá de la quinceañera es una mujer que mira con desprecio todo lo que tiene a su alrededor, pero a nosotros nos interesa es su hija. Quien es la protagonista ese día.

Satisfecho por el apoyo de su amigo, Luis miró con aires de suficiencia a Patricio y empezó a comer.

— Dicho esto, debemos comprender que somos un equipo y dueños de una empresa que organiza eventos, y nos guste o no, los clientes, incluso las clientas que se creen duquesas, tienen que quedar contentas. Y aunque son dos buenas razones.— dijo Emmanuel ignorando la mirada furiosa de Luis.— hay algo que vas a tener que hacer. Y es demostrarle a esa mujer lo que sabe hacer un brillante chef de repostería, y bajo presión. Porque tú tienes experiencia en eso y eres el mejor.

Luis — Olvidalo compadre, ya Patricio intento esa táctica conmigo.

— Bueno. — Dijo Emmanuel.— Compadre, eso es lo que hay.

Luis — Está bien ya entendí. Va lamer mis pies cuando pruebe todo lo que prepare para el día de su hija.

Emmanuel — No lo dudo. Personalmente, creo que tendría que arrastrarse a tus pies, al menos un poco.

— Me gusta la idea.— consideró Luis , y que pida clemencia.

— Puedo arreglarlo — dijo Patricio tomando su taza de café.— También le dije que si aceptábamos, tendría que hacer un pago adicional. Añadí el treinta por ciento. Se agarró a ello como a un clavo ardiendo, y de hecho su esposa soltó unas lágrimas de agradecimiento, cuando la llamo después de hablar conmigo.

— Los ojos de Luis resplandecieron con una nueva luz. — ¿Lo hizo?

Patricio inclinó la cabeza y arqueó una ceja en dirección a Luis.— ¿Y si fuera así? ¿Qué?

Luis — Me hace muy bien saberlo, pero aun así, tendrá que aceptar lo que yo le diga, y además tendrá que gustarle mi propuesta.

Patricio — dalo por hecho.

— Háganme saber su decisión cuando la hayan tomado dijo Emmanuel.— Yo trabajaré en el diseño de ambiente junto con Karina, mientras elige las flores para la decoración y centros de mesas.— Y entonces miro a Patricio.— ¿A qué hora te llamó el padre de Carolina Fernández para contarte todo esto?

Patricio — No me llamo, vino hasta aqui. A las tres de la mañana.

Marcos — Se llego hasta aqui a las tres de la mañana solo para asegurarse que Luis aceptara hacer todo el banquete para los quince años de su hija.

Emmanuel - Vaya. Entonces, si que están desesperados.

Luis se acercó a Patricio para darle una palmadita en la espalda.— Lo siento compadre.

Patricio — Es lo que me toca. Y como siempre lo resolveremos.

Mamá Mariana — Estoy completamente segura de eso. Siempre lo consiguen.

Capítulo 3

— Y así era. Siempre lo conseguían,— pensó Emmanuel mientras hidrataba los arreglos florales que Karina había colocado en su sala de estar.

Echó un vistazo a una fotografía que conservaba en un sencillo marco blanco en la que se veía a tres niños jugando al «futbol» en una de las canchas de la propiedad Mendoza, en verano. Él se llevó la gloria en el último minuto ese día. Además, se había sentido feliz, seguro, tranquilo. Ese día se habían divertido como nunca.

Su Amigo Marcos había tomado la foto ese dia, justo en el momento en el que Duncan, el perro de los Mendoza había entrado en el trío que habíamos formado el resto cuando se puso en medio de todos y allí se quedo.

Se sorprendía de lo increíble que es tener su propia empresa y compartirla en sociedad con sus mejores amigos de la infancia.

Esperaba que la reunión que iba a comenzar tuviera un buen fin para la celebración de la temporada siguiente.

Dispuso sus diseños, álbumes y libros y se puso a adelantar trabajo mientras sus primeros clientes tocaban la puerta de su espacio personal.

Mientras trabajaba recibió un mensaje inesperado de su enamorada secreta.

ES.— Hola, buenos días, se que no esperabas que te escribiera. Pero está mañana me desperté pensando en ti. Algo que siempre me pasa. Como estás.

Emmanuel al leer el mensaje, solo le vino a la mente el nombre de una mujer. "Samantha" La imagen de ella en su mente no se hizo esperar. — Será que Marcos tiene razón, y eres tú quien me escribe. — pensó.

Emmanuel decidió dejar de pensar tanto y respondió el mensaje.— Hola cómo estás, estoy trabajando y gracias por escribirme. Que tengas buen día. :-*

En ese momento sonó el teléfono de su despacho y dejando su móvil a un lado, fue a contestar la llamada.

— Diseños 4Fantasticos — respondió con un tono alegre. — Sí, hola, Raul. Cómo estas. La gala es en noviembre, ¿Cierto? No, no es demasiado pronto para tomar estas decisiones. Si quieres te puedes llegar con todo tu equipo hasta la sede de la empresa y hacemos los arreglos.

Mientras hablaba, Emmanuel agarro su agenda.— Podemos concertar una cita para la semana que viene, si te va bien. Fantástico. Te ayudaré con todo eso. ¿Qué te parece el martes próximo a las 15:00hrs?

Anotó la cita en su agenda y levantó la vista al oír el sonido de un coche que aparcaba.

Un cliente al teléfono y otro acercándose a mi puerta.

¡Perfecto!

Emmanuel trabajo toda la tarde con los clientes confirmados para ese día, finiquitando todos los detalles de su parte en la empresa. Dejando satisfechos a todos con todas su propuestas para cada evento.

Mientras terminaba con su última cliente, le informo todo lo que había hecho con la florista oficial de la empresa y la novia y futura esposa quedo complacida.

Emmanuel anotó todo lo acordado en su libreta.— Me alegro que te haya gustado todo lo que hemos trabajado, y en base a eso, mi florista y yo montaremos los ramos en espiral. Pondré jarrones transparentes en la mesa de presidencia, que servirán como decorado durante la recepción. Ahora bien, quiero que escuches a Karina, y te pongas de acuerdo con ella con respecto a esos detalles determinantes para tu boda.

En ese momento iba entrando Karina para dejarle unas propuestas y Emmanuel le pidió se uniera a la reunión.

Karina - Ok, para que soy buena.

Emmanuel - Karina, ella es Milagros Santana y quiero que te pongas de acuerdo con eso pequeños detalles para la celebración de su boda.

Karina - Perfecto. Te escucho.

Milagros - Me inquieta un poco como será el ramo que voy a lanzar en mi boda. Emmanuel me mostró tu propuesta del buqué que voy a llevar y me encantó. Pero para la recepción, todavía no me decido.

Karina - Ok. Veamos, para el ramo que tendrás que lanzar, se me ocurre. que sea solo de rosas blancas, un poco más pequeño que este. - Karina cogió otra muestra diferente. Y que vaya atado con unas cintas de color dorado y blanco.

Milagros — Eso sería perfecto. ¡Está resultando mucho más fácil de lo que imaginaba!

Complacido, con la interacción que había entre Karina, su mano derecha y la novia. Emmanuel continuo anotando en su libreta, mientras las escuchaba. Distraído en varios momentos de la reunión, porque no dejaba de pensar en Samantha.

Karina — Las flores son importantes, pero también tendrían que ser divertidas. No tienes que precipitarte, recuérdalo. Después de todo lo que me has dicho, entiendo que el tono de la boda tendría que ser de un romanticismo contemporáneo.

Milagros — Sí, eso es exactamente lo que busco.

Karina — Tu sobrina, la niña que llevará las flores, tiene seis años, ¿verdad?

Milagros — Los cumplió el mes pasado. Está nerviosísima por tener que esparcir pétalos de rosa por el pasillo central.

Karina — Ya lo imagino. Podríamos usar este cesto elegante. — Dijo señalando uno que había en la mesa de reuniones. — forrarlo de satén blanco y entrelazarlo con rosas blancas y también ponerle unas cintas doradas y blancas que cuelguen. Iría lleno de pétalos rosados y blancos. Podríamos hacer una diadema para la niña, con pensamientos rosados y blancos. En función del vestido, y de tus gustos, podría ser un diseño sencillo.

Milagros — Si. le encantan las cintas. Es muy coqueta. Estará feliz. luego tomó la diadema de muestra que Karina le ofreció. Oh, Emmanuel, ¡es como una pequeña corona! Digna de una princesa. Me encanta Karina. Gracias.

— De nada.— Cuando Karina se la puso en la cabeza a la novia, Emmanuel se rió satisfecho porque estaba consiguiendo su objetivo.

Emmanuel — Una niña presumida de seis años se sentirá como en el cielo con ella. Y tú serás su tía favorita durante toda la vida.

Milagros — Estará preciosa. Sí, sí a todo. Gracias Emmanuel y a ti Karina. Me encanta todo.

Emmanuel — Magnífico. Me lo estás poniendo muy fácil. Ahora tenemos que ocuparnos de las madres y las abuelas. Así que te propongo que sigamos escuchando a Karina porque si acordamos todo, puedo montarte el diseño para celebrar tu boda al aire libre.

Milagros - Si Karina. Te escucho.

Karina Sonrió - Podríamos hacer unos ramilletes, de los que se llevan en la muñeca o como un broche, con rosas, lirios o combinando ambas flores a la vez. Pero...

Sonriendo, Milagros dejó a un lado la diadema.— Cada vez que dices «pero» acaba resultando fantástico. Dime, ¿pero qué?

Karina — Creo que podríamos modernizar el clásico porta ramilletes.

Milagros — No tengo ni idea como podríamos hacer eso..

Emmanuel — Es un ramo pequeño, como este. — Dijo, mostrandole uno que tenia en la mesa central de la sala de reuniones.— que va en un recipiente diminuto para que las flores se mantengan frescas.

Milagros — Si. me gusta.

Emmanuel — Pondremos unos soportes en las mesas, en el lugar donde ellas se sienten, y eso también vestirá sus mesas un poco más que las del resto de los invitados.

Karina — Exacto. Usaremos lirios y rosas, en miniatura, pero podríamos invertir los colores. Rosas de color rosa y lirios blancos, con un toque de verde pálido. O si eso no combina con sus vestidos, flores blancas para todas. Y el porta ramilletes que sea pequeño, no muy sofisticado. Me decantaría por uno parecido a este, de plata, muy simple, sin decoraciones.

Emmanuel - Podríamos grabar en él la fecha de la boda, sus nombres o los nombres de ellas.

Milagros — Es como si fueran a tener sus propios ramos. Como el mío, pero en miniatura. Oh, mi madre estará...

Al ver que a Milagros se le ponían los ojos llorosos, Emmanuel le alcanzó la caja de pañuelos de papel que siempre tenía a mano.

Milagros — Gracias. Esto es lo que quiero. Aunque tengo que pensar en el monograma y me gustaría hablarlo con Eduardo.

Emmanuel — Tienes todo el tiempo del mundo.

Milagros — Pero quiero eso. Y con colores invertidos, creo, porque así será como si los ramos les pertenecieran más. Necesito sentarme.

Emmanuel la llevo a la pequeña sala, donde había unas butacas y dejó la caja de pañuelos cerca de ella.

Luego se acercó de nuevo a Karina que estaba organizando las carpetas que había en la mesa de reuniones de la contrata.

Karina — Quedará precioso.

Emmanuel — Ya lo sé. Lo veo y ni siquiera hemos empezado con los arreglos y los centros de mesa, por no hablar del resto. Gracias. Tengo que contarte una cosa.

Karina — Dime.

Emmanuel — Estoy sintiendo algo especial por alguien que debo confesar que me ha tenido distraído en plena reunión en varias ocasiones.

Karina — Si. Me he dado cuenta. ¿Quien es la afortunada?

Emmanuel — La mejor amiga de Carla la prometida de Marcos. Te acuerdas.

Karina — ¿La joven morena que siempre viene a organizar el aniversario de la firma de sus padres con ustedes?

Emmanuel — Si. La misma. Pero seguimos hablando luego. Que ya veo que Milagros se recupera. Sigamos trabajando.

Karina - Ok, te sigo.

Se acercaron de nuevo hasta la sala donde se encontraba Milagros sentada. Ya recuperada de tanta emoción.

— Mi hermana mi dama de honor, ¿sabes?, nos presionó mucho para que contratáramos a Festejos Ferrera. Siempre ha sido el lugar por excelencia de la ciudad, y es precioso.

Karina — Es una maravilla, y el trabajo que hacen es soberbio.

Milagros — Pero Eduardo y yo nos enamoramos de este lugar, de su aspecto, del ambiente, del modo en que trabaján los cuatro. Era justo lo que queríamos. Cada vez que vengo, o que me reúno con alguno de ustedes, me doy cuenta de que estábamos en lo cierto. Tendremos una boda increíble. Gracias — dijo Milagros secándose los ojos una vez más. - Lo siento.

— No lo sientas. Emmanuel cogió un pañuelo para ella. Para mí es un halago, y nada me hace más feliz que tener a una novia sentada junto a mí llorando de felicidad. ¿Qué tal si nos tomamos una copa de champán para calmarnos y continuar.

Milagros — ¿Lo dices en serio? Emmanuel, si no estuviera locamente enamorada de Eduardo, te pediría que te casaras conmigo.

Soltando una carcajada, Emmanuel se dirigió hasta el bar que tenía en la sala de reuniones para servir las copas.

Emmanuel — Ahora mismo vuelvo.

Un rato después Emmanuel despidió a la excitada novia y, cansado aunque relajado, se instaló en su despacho con una cafetera pequeña a mano. Y su inseparable compañera Karina Febres.

Karina — Su boda va a ser espectacular.

Emmanuel — Si lo sé.

Karina — Y ahora, me vas a contar que te ha tenido tan distraído en la reunión.

Emmanuel le contó lo que le pasaba, esperando escuchar el punto vista de una mujer con respecto a Samantha y quedo impresionado por lo que le había dicho Karina.

Karina — No te cohibas de lo que sientes, si crees que esa chica es la indicada y estás seguro que es la misma que te escribe la noche de los sábados. No la dejes ir. Sigue a tu corazón y se feliz. - Luego se fue.

Al quedarse solo, pensó en lo que Karina le había dicho y decidió lanzarse a fondo con Samantha. Claro solo si ella le daba entrada en su cama, pero sobre todo en su vida.

Al otro lado de la ciudad, Samantha, una chica de ojos color café con una piel morena oscura exquisita, de cuerpo escultural y psicóloga de la clínica Mendoza, terminaba su jornada con los puntos bien alto, se dispuso a irse a su departamento a descansar y finiquitar la labor gerencial que tenía en el hospital de la ciudad. Al llegar se dió un buen baño. Y como al día siguiente tenía que dar consulta a primera hora de la mañana decidió que se acostaría temprano.

Se fue a la cocina a preparar una pasta a la boloñesa con tajadas de plátano maduro para cenar. Se acurrucaría luego para ver una película y llamaría a su madre. De ese modo tendría tiempo de terminarlo todo, pasar una velada descansada y estar en la cama antes de las diez.

Estaba a punto de preparar la cena cuando su teléfono móvil sonó. Echó un vistazo a la pantalla y sonrió.

Samantha — Hola, Samuel.

Samuel — Hola, preciosa. ¿Qué haces en casa cuando deberías estar conmigo?

Samantha — Llegando de Trabajar. Quizás.

Samuel — Son más de las siete. Déjalo ya, cariño. Hoy es el encuentro anual de la facultad, en el Merida Country Club vamos juntos, este año los anfitriones seran Adrian y Valeria. Podríamos ir primero a comer algo. Te recogeré dentro de una hora.

Samantha — Samuel. Lo siento pero esta noche no puedo salir. Mañana estoy full de consultas desde la primera hora y quiero acostarme temprano; y todavía me falta preparar la cena.

Samuel - Si has estado trabajando todo el día, mereces salir a jugar un rato. Ven a jugar conmigo.

Samantha — Eres un encanto Samuel de verdad, pero...

Samuel — No querrás que vayas solo. Acerquemonos un rato y tomamos una copa, reímos con las historias de los chicos y nos marchamos cuando quieras. No me partas el corazón.

Samantha alzó los ojos mientras veía esfumarse su plan de acostarse temprano.

— No puedo salir a cenar, pero nos encontraremos en el club sobre las ocho.

Samuel — Puedo pasar a recogerte a esa hora.

«Y entonces querrás entrar cuando me acompañes de vuelta a casa.— pensó ella. — Y eso no va a ocurrir.» — Nos vemos allí. De ese modo, si quiero marcharme y tú te estás divirtiendo, no tendrás que acompañarme.

Samuel — Ok. Me conformo con eso. Nos vemos allí.

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