Meses después de que los reinos del norte se unieran al imperio Fortis, Tobas Aquila se presentó como voluntario para proteger la frontera que formaron estas nuevas tierras tras renunciar a su puesto como Gran General. En compensación por sus proezas durante la unificación, el Emperador Agnar lo nombró Señor de Tobelius, un título nobiliario heredable previa notificación al Emperador de turno; Tobelius es el nombre que recibe esta nueva provincia del norte que limita con los países Aurum e Invidere, un nombre que le dio el nuevo Emperador en honor a su viejo amigo luego de que aceptara su renuncia.
Al poco tiempo de mudarse, tras haber instalado a su familia y tomar el cargo, celebró una serie de reuniones entre los diferentes clanes y sectas de la zona, con el fin de que la intercomunicación y el trabajo en conjunto pudiera avanzar, aunque cada una de ellas terminó siendo siempre infructífera.
Entre varias idas y vueltas notó que existía una gran discrepancia entre las grandes familias, por lo que buscó la manera de ayudar a aligerar la situación y crear un mejor ambiente en el que pudieran llegar a un convenio general; la nueva provincia del norte posee una gran variedad de castas, en su mayoría clanes de guerreros y eruditos, por lo que le era muy difícil tener una charla amena con todos ellos en un solo lugar.
Para lograr su cometido probó con realizar un nuevo tipo de encuentro, un evento en el que todos pudieran hacer alarde de sus mejores talentos y las principales características de sus familias, pero pese a su insistencia, solo algunas de las pequeñas sectas y clanes decidieron colaborar con la muestra, y para el colmo, en el transcurso de la reunión surgieron numerosos enfrentamientos entre la generación más joven, alentados por quienes se suponía debían tenerlos bajo control: “Nuestro estilo de pelea es más efectivo”, “ Sus mujeres no son educadas”, “ Ustedes son pura palabrería” son algunas de las frases que más se escucharon durante toda la velada.
Con la esperanza de darle fin a aquellas disputas que no eran de ayuda, se le ocurrió celebrar una especie de competencia amistosa en la que todos pudieran desahogar sus viejos rencores y frustraciones, a la vez que obtendrían nuevos horizontes. Un enfrentamiento dónde todos tuvieran la oportunidad de participar aunque no fuera la especialidad de sus ancestros, sin importar que tan grandes o pequeños fueran, tanto para hombres como para mujeres, y por qué no, mixtos también, siendo este el nacimiento del primer prototipo de la "Competencia de talentos" en la provincia del norte.
Se fijó una fecha conveniente y se tomó como sede el condado Basis, nombre que recibe el condado principal de cada provincia, y que en el caso de Tobelius queda en el centro de estas tierras. Luego de terminar pacíficamente con el evento pudieron disfrutar de un enorme banquete entre todas las familias participantes, donde la mayoría pudo generar nuevos lazos y limar viejas asperezas.
A medida que los invitados se iban retirando, tras despedirse del patriarca de Aquila, uno a uno le dejaban dicho que estarían esperando con ansias la próxima invitación, y que estaban más que deseosos de tener la oportunidad de una revancha, por lo que al escuchar esto se le ocurrió que este evento se podría planificar repetidamente a fin de mantener un continuo contacto entre los condados de la provincia, y a la vez, crear espacios de colaboración para los ciudadanos comunes y campesinos.
El siguiente año Tobas reorganizó otra contienda similar, solo que para esta ocasión eligió uno de los condados vecinos de la Basis, e invitó nuevamente a cada una de las sectas y clanes de alrededores, y a los artesanos más populares de la provincia. A este nuevo evento acudieron casi todos los jóvenes de las más grandes y pequeñas familias, e incluso de aquellas que no habían asistido a ninguna de las reuniones previas, logrando finalmente la tan ansiada cooperación y apoyo vecinal que buscaba, al mismo tiempo que el deseo por ser el próximo vencedor fue subiendo la vara de la fuerza y la producción promedio de
Tobelius.
Por el rotundo éxito de la gran competencia amistosa, cada tres años se vuelve a realizar el mismo evento, pero mejorado, a una mayor escala e ininterrumpidamente; podría decirse que fue gracias a esta laboriosa unión que la provincia comenzó a trabajar mejor y a fortalecerse, hasta el punto de ser una de las más importantes del país y la más temida por los enemigos.
Dando por hecho la paz que se vive en el norte bajo la protección del Clan Aquila, sumado a el nuevo Emperador que rige con benevolencia, los habitantes de Tobelius no tienen otra preocupación más que prepararse para ser uno de los próximos vencedores de la siguiente contienda.
Con el paso del tiempo el evento pasó a conocerse como “El encuentro de la tercera primavera”, ya que por tradición esta se celebra durante la primera semana de la misma, y siempre en un condado diferente. Cada repetición recibe una mayor cantidad de espectadores provenientes de las demás provincias del Imperio y de los países vecinos, atraídos por la variedad de exposiciones y por las grandes ferias que se arman alrededor de los escenarios y las posadas. A lo largo de estos días se puede disfrutar de un buen ambiente festivo, agradable y armonioso, donde las diferentes comunidades pueden interactuar e intercambiar sus talentos y habilidades sin ningún inconveniente; también es muy popular entre aquellos que buscan hacerse de un nombre, y entre los que solo desean disfrutar de las artesanías y la variedad de platos típicos que preparan los lugareños.
Este año se llevará a cabo el noveno encuentro de este famoso evento, y por primera vez será sede el condado fronterizo cien por ciento a cargo del Clan Aquila, por lo que a quince años de la muerte de Tobas su familia servirá nuevamente como los anfitriones principales de la tan esperada “Tercer Primavera”, nombre resumido con el que se dio a conocer fuera del Imperio Fortis.
En esta festividad que se extiende hasta casi una semana entera, se realizan torneos de todo tipo y para todos los gustos, los cuales permiten la intervención de todas las personas que así lo deseen; en muchos de ellos se inscriben tanto hombres como mujeres, niños o adultos, aunque por lo general cada género y edad tienen algunos específicos como sus favoritos a la hora de elegir.
La lista de exposiciones creció a un punto en que para poder terminar en menos de siete días se debería realizar más de una competencia a la vez, y por esto se prepararan tres grandes escenarios en la ciudad. Pero pese al tiempo limitado, dentro de esta larga lista hay dos que si o si deben tener un día particular para ellos solos, debido a el número creciente de participantes, y al público que siempre realiza todo el viaje hasta Tobelius solo para ver a uno de estos o a ambos; por lo general el gentío tiende a reducirse luego de que alguno de los dos finalice, o termina apareciendo gente nueva exclusivamente para uno o para el otro.
Entre todas las contiendas el torneo de artes marciales es siempre el más esperado por las grandes sectas del norte y alrededores, dado que les permite poner a prueba las habilidades que en su mayoría vienen practicando desde la niñez, y también por que se abre una sección especial donde cualquier forastero puede participar, del cual el finalista tiene el derecho a retar al ganador local. Quién sea que termine como vencedor en la última pelea tiene como premio un baúl lleno de tesoros, que desde la segunda edición es ofrecido por el mismo Emperador de Fortis, aunque este pasa siempre a un segundo plano comparado con el enorme Cáliz de Tobas, y el honor de ser conocido como “El campeón de la Tercer Primavera”; el deseo de todo participante es conseguir el Cáliz de Tobas, una copa enorme bañada en oro que se dio como premio en la primer competencia, la cual se queda con el vencedor de la gran final por los siguientes tres años hasta el próximo encuentro, y que por lo general se la suele dejar en la entrada de la secta o clan a la que el vencedor pertenece a modo de vanagloriarse, como dato adicional, hasta el día de hoy no salió ni una vez de las tierras del norte.
La otra competencia que también atrae una enorme audiencia es la de “Talentos Femeninos”, una especie de carrera de postas en la que se evalúan las virtudes que las grandes familias suelen buscar en una buena esposa y futura matriarca; básicamente se trata de una serie de retos a las que las participantes se someten voluntariamente, de los cuales al lograr cumplir uno pasan a la siguiente etapa, y así sucesivamente hasta conseguir a las diez mejores candidatas. El sueño de las jóvenes concursantes es llegar al menos hasta la última ronda, en esta etapa el orden de las ganadoras es decidido por el público presente durante la competencia, para lo cual deben comprar unos boletos especiales cuyo dinero recaudado es destinado a los orfanatos y comedores de toda la provincia; aquellas niñas que consiguen estar dentro de los primeros puestos tienden a recibir una mayor cantidad y una mejor calidad de prospectos matrimoniales, aunque con el solo hecho de llegar hasta la final ya se garantizan una familia adinerada y poderosa, o por lo menos con un puesto de poder en ascenso.
—¿Qué sucede Leola? —pregunta la abuela Stela a su asistente de confianza, quien dudosa de entrar se queda a un lado de la puerta—. Entra de una vez… ¿Qué dijo la casamentera? ¿Estuvieron de acuerdo con juntar a los niños? —insiste ilusionada.
—Lo siento Señora, dejaron dicho con la encargada que era un honor para ellos ser elegidos por nuestro Clan, pero que…
—¿De nuevo no tienen idea de quién es nuestra niña? —interrumpe Stela, mientras va acomodando su mano alrededor de la taza vacía, está tan cansada de las excusas que no tiene deseos de escuchar otra más.
—Según pude averiguar, se apuraron en celebrar un supuesto compromiso previo con la hija de un comerciante. No les importó siquiera recibir la aprobación de los ancianos de su familia —le susurra con discreción, al mismo tiempo que le va sirviendo lentamente el té.
—Parece que los rumores son cada vez más fuertes, puede que…
—Señora, Señora —grita una de las asistentes más jóvenes, quien corre apurada hacia la sala donde se encuentran Stela y Leola.
—¿Esos son…
—Son los registros de la Señorita Ada —responde Leola sorprendida, quien al acercarse a la entrada alcanza a ver con claridad el contenido de la decena de papeles que la otra asistente regó por el piso al tropezar con la parte baja del umbral.
—¡¿En verdad creen que pueden tratar así a mi nieta?! —exclama Stela, arrojando con furia la porcelana que traía en sus manos contra el piso.
Ada, la única niña de la última generación de descendientes de Tobas, hace tiempo que entró en la edad casadera y aún no habría recibido ni una sola propuesta matrimonial, por su parte esto no le generaba ningún tipo de molestia o preocupación, sin embargo las ancianas del Clan comenzaron a sentirse ansiosas al respecto.
—¡Abuela! —grita el pequeño Clovis, corriendo hacia el regazo de Stela.
—Mi hermoso bebé, ¿a dónde fuiste toda la mañana que no pude encontrarte?
—Tengo cinco años abuela, ya no soy un bebé —responde Clovis, haciendo un tierno berrinche.
—Oh oh oh, lo siento. ¿A dónde fue hoy el pequeño señorito? —continúa Stela, siguiendo el juego de su nieto.
—Salí con el abuelo Duncan…
—¿Y esto? ¿Qué es todo este desorden? —pregunta Duncan desconcertado, apenas llega a la entrada—. ¿Qué sucede aquí Stela?
—¡¿Qué otra cosa puede pasar?! Todas las casamenteras de Tobelius se revelaron, eso sucede —le responde Stela, volviendo a enojarse.
—Ah…, eso. —Duncan pasa a la sala y se sienta a un lado de su esposa, luego le hace un gesto a Leola para que los dejen a solas.
—¿A qué esperas? Levanta rápido todo eso y vuelve a tus quehaceres —le ordena Leola a la asistente más joven, y tras dejar los registros en la pequeña mesada portátil entre Stela y Duncan, ella y los demás salen apurados.
—¿Te parece correcto todo esto? —le pregunta Stela a su esposo, señalando los papeles entre ellos—. Aquel año, de no haber sido por su madre no tendría la dicha de conocer a mi pequeño bebé —continúa, acariciando las mejillas regordetas de Clovis, rellenas de la fruta y pan que el niño se embutió de una sola vez—... ¿Y ahora? Gracias a estos cobardes no puedo siquiera cumplir con su último deseo.
Tiempo atrás la madre de Ada, quién aún estaba en reposo porque acababa de dar a luz a su segundo hijo, fue la única de la familia que se quedó en el hogar mientras los demás cumplían con sus deberes, y debido a ello fue quien terminó ayudando al débil y enfermizo hijo de Stela tras escuchar los gritos de auxilio de su esposa. El menor de los hijos de Duncan y Stela era el único sobreviviente de su linaje, sus hermanos mayores murieron uno a uno a lo largo de los continuos enfrentamientos que tuvo el ejército Aquila contra los invasores de Invidere, y gracias a que la madre de Ada lo salvó de ahogarse, el joven fue capaz de sobrevivir hasta engendrar a Clovis, el pequeño consuelo de sus sufridos abuelos.
—Me pregunto quién habrá tenido el suficiente coraje como para inventar esas atrocidades de Ada —balbucea Stela, rechinando los dientes de la ira.
—¿De qué hablas mujer? —insiste Duncan, casi sin entender lo que dijo.
—La niña siempre está en casa, o si sale lo hace con discreción y acompañada de sus hermanos, no sé quién se valió de eso para esparcir rumores sobre ella.
—¿Qué rumores? —pregunta Duncan.
—Cosas tontas como que se comporta más como un hombre que como una dama, o que no la dejamos salir de casa por que tiene una apariencia atroz que espanta, y que por ello cuando lo hace va cubierta de pies a cabeza. Pero de haberse detenido allí no hubiera pasado nada de esto —señala, apuntando nuevamente hacia los registros de Ada.
—¿Aún hay más? —susurra Duncan, inclinando su cuerpo hacia su esposa.
—Dicen que en realidad no hay niñas en nuestra familia —responde Stela, imitando la pose y el tono de voz de su esposo—, y que por ello decidimos disfrazar al más afeminado de nuestros niños por simple capricho.
—¡Tonterías! —exclama Duncan, dando una palmada fuerte sobre la mesa.
—Por supuesto que lo son, ¿por qué crees que estoy tan enojada y frustrada?
—¿Y ahora? ¿Qué harás con todo esto? —le pregunta su esposo, señalando hacia los registros devueltos por los casamenteros de Tobelius.
—Nada, ¿qué puedo hacer? Tengo que hallar la forma de derribar esos absurdos rumores sin lastimar la reputación de Ada. —Suspira—. Pero no es algo fácil de hacer…
—¿Y la fiesta? —pregunta Clovis de la nada, tomando por sorpresa a sus abuelos, quienes por la acalorada charla se habían olvidado de su presencia.
—¿Qué fiesta? —le pregunta su abuela.
—Justo eso estaba por comentar —dice Duncan al volver en sí—, aunque no es solo una fiesta. Nuestra ciudad será la sede para el encuentro de la Tercer Primavera de este año. Pienso que podrías llevar a la niña contigo para que…
—¡La escala de virtudes! —exclama Stela tras golpear la mesa.
—Yo pienso que sería mejor…
—¡Leola!
—Señora —responde su asistente rápidamente.
—¿Dónde están los niños ahora? Diles que vengan a presentar sus respetos más temprano.
—Sí —asiente antes de irse.
—Gracias esposo, me has quitado una gran carga de encima —le dice a Duncan, palmeando su mano—. Aún no sabemos qué categorías serán elegidas, hay mucho que preparar… —Ensimismada se va hablando consigo misma, mientras se dirige al patio en busca de los demás asistentes de su casa.
—Creo que seremos solos tú y yo jovencito —le dice Duncan a su pequeño nieto, quien se apura en hacer pasar por su garganta los alimentos masticados de su boca.
—Lo siento abuelo, ya hice cita con mis amigos para jugar en el patio de uno de ellos —le responde seriamente, luego bebe lo que queda en la taza de su abuela y se va a toda prisa dejando a su abuelo anonadado.
Stela y las demás mujeres del Clan pusieron todas sus esperanzas en el famoso encuentro de la Tercer primavera, y debido a esto se dedicaron a entrenar a Ada cada minuto libre de sus vidas en estas últimas semanas, todo con el único propósito de que la pequeña llegue lo más lejos posible en la Escala de Virtudes Femeninas, para así tener acceso a los mejores candidatos a esposo de todo Tobelius.
La joven miembro de Aquila sabe que todo lo que están haciendo sus parientes es por su propio bien y porque la aprecian, y también es consciente de que ella misma es responsable de todo lo sucedido en cierta medida, pero aún así no puede evitar sentirse sofocada con tanta atención y control por parte de sus mayores; Ada no tiene la más mínima intención de participar en ese dichoso evento al que van a asistir familias de todo el imperio, lo único que desea con ansias es recuperar su pacífica vida tal y como era hace un mes atrás.
Desde que se anunció que la ciudad de los Aquila sería sede del encuentro este año, Ada es presionada constantemente por las ancianas del Clan y sus primas políticas hasta el punto de hartarse, por lo que cansada de todo decide huir para finalmente tomar un respiro lejos de ellas.
Aislada en el escondite que suele usar junto a sus hermanos, Ada se sienta a meditar tratando de relajarse, algo que le salió mejor de lo que esperaba, la pequeña perdió por completo la noción del tiempo tras quedarse dormida, mientras que los demás miembros de Aquila están a punto de enloquecer por no saber en dónde está.
—¿La encontraron? —le pregunta Stela a Leola. El sol está descendiendo y aún no hay rastros de su nieta, la están consumiendo los nervios de tanta preocupación.
—No Señora, lo siento…
—¿Qué sucede Abuela Stela? ¿Por qué están todos corriendo de un lado a otro? —pregunta Loïc, uno de los hermanos de Ada.
El menor de los tres hijos de Kane, hijo de Tobas y actual Patriarca de Aquila, estuvo ausente en el hogar durante los últimos tres días junto a Liam; a Loïc y a su hermano mayor se le asignó el orden y la seguridad de uno de los condados vecinos, uno de los cuales debía estar listo para prestar apoyo durante el evento en caso de necesitarlo, por lo que debieron quedarse allí hasta corroborar todo. Ambos hermanos cumplieron con su misión antes de lo esperado, pero pese a adelantarse no pudieron llegar antes de que su hermana colapsara del estrés.
—Menos mal llegaron Joven Loïc—le responde Leola—. Llevamos horas buscando a la Señorita Ada. Quizás… —Antes de que pudiera decir otra cosa Liam azota su caballo, el cual tras relinchar comienza a galopar a toda prisa seguido de Loïc.
En cuanto oyen sobre la desaparición de su querida hermana, ambos jóvenes se unen a la búsqueda sin siquiera darse el tiempo a quitarse sus pesados e incómodos uniformes de servicio, haciendo todo por evitar entrar en pánico y no pensar de más.
Liam y Loïc se dirigen directamente a su lugar de siempre con la esperanza de que ella estuviera allí sana y a salvo, pero al llegar y ver que la cueva está completamente a oscuras, la poca estabilidad mental que tenían se desvanece en un instante, y toda clase de cosas comienzan a cruzarse por sus cabezas.
A punto de partir Loïc oye un sonido extraño proveniente del interior de aquel lugar, entonces nuevamente se baja de su caballo y luego se acerca despacio tratando de prestar un poco más de atención.
—¡Es Ada! —grita emocionado por reconocer su voz, sacudiendo su brazo desesperadamente para llamar a su hermano, quien se quedó sobre su caballo a cierta distancia de la entrada y de él.
Tras ver las señales del menor, Liam se desmonta e inmediatamente prepara un par de antorchas provisionales para iluminar el interior, y una vez listos se adentran en la oscura cueva para corroborar que sea su hermana quien esté allí.
Después de un breve momento de incertidumbre, ambos hermanos finalmente respiran aliviados al ver a Ada, quien está recostada sobre un bulto de paja durmiendo tan plácidamente como si estuviera en la comodidad de su propia habitación; cada vez que la pequeña se estresa, cualquiera fuera el motivo, balbucea diferentes conjuntos de palabras carentes de toda lógica mientras duerme, por suerte esta vez también lo hizo y su pequeño hermano lo alcanzó a oír antes de que comenzaran a buscarla inútilmente por otros lados.
—Ada… Ada —llama su nombre Liam, subiendo el tono de su voz cada vez que lo repite, sacudiendo su cuerpo levemente para despertarla.
La pequeña entreabrió sus ojos por una milésima de segundo apenas los oyó entrar, el tiempo más que suficiente para reconocer a Liam, quien vestido con su armadura oficial se dirigía hacia ella con una expresión de preocupación y enojo en su rostro, no le tomó mucho entender que probablemente se había metido en un problema serio, así que enseguida volvió a cerrar sus ojos para fingir que aún estaba dormida.
Luego de haber llamado su nombre varias veces sin recibir respuesta alguna, su hermano mayor se da por vencido y se sienta a un lado dejando su espalda frente a ella.
—Sé que estás despierta, niña tonta —dice mientras golpea el nudillo de su dedo índice sobre la frente de Ada, provocando que su hermana frunza el ceño por la molestia, al mismo tiempo que sonríe pícaramente tratando de mantener sus ojos cerrados.
Al verla comportarse como una niña, Liam deja de fingir estar enojado y comienza a molestarla picando sus costillas, lo que ayuda a que su cosquillosa hermana seda rápidamente.
—¡Me rindo, me rindo! —exclama Ada entre risas luego de aprisionar las manos de su hermano mayor, a lo cual este solo sonríe mientras le vuelve a dar otro golpecito en la frente.
—Ven, te ayudaré a levantarte —dice Liam, e inmediatamente le extiende uno de sus brazos para que Ada se sostenga de este, al mismo tiempo que con su mano libre la empuja por detrás.
Antes de que se pudiera levantar, apenas termina de sentarse, su pequeño hermano se lanza sobre ella y la abraza muy fuerte entre sollozos haciendo que pierda el equilibrio; el menor de los hermanos no podía mantener más la compostura, estaba realmente muy preocupado por ella.
Tras ver la tierna reacción del pequeño Saltamontes, Ada y Liam comienzan a reír a carcajadas mientras tratan de apaciguar a Loïc, quien parece no tener intenciones de soltar a su querida hermana.
Download MangaToon APP on App Store and Google Play