Me fui a los Estados Unidos solo para fastidiarle la vida a mi papá, el día que escuché que me había comprometido con un conde de no sé dónde.
Que se han creído que estamos en la edad de piedra, dónde pueden casarnos con quién ellos quieran.
Yo soy una mujer hermosa, joven, mi padre es uno de los hombres más poderosos de este país, por ello cree que tiene derecho sobre la vida de los demás, sobre todo sobre la vida de mi hermano y de la mía.
Somos sus hijos, pero aun así no tiene que decirnos que hacer.
Mi hermano es un mujeriego, creo que se ha revolcado con todos las mujeres de los amigos de mi papá, no es para menos mi hermano es un hombre demasiado hermoso.
En los Estados Unidos conocí a dos mujeres increíbles, son mayores, pero les encanta el bochinche, con ellas gocé, aunque Lucia es bastante delicada, me encantaba hacerla enojar.
Katrina es una mujer echada para adelante, la admiro mucho, ella se superó, ambas lo hicieron, salieron de un yugo que solo les hacía daño.
Nuestra relación cambió el día que conocí a sus hijos, unos chicos muy guapos, Rodrigo, muy dedicado, tiene los pies bien puestos sobre la tierra.
Douglas, bueno, él es un amor, las demás personas lo ven diferente porque no lo entienden, el pobre ha crecido en un hogar diferente por así decirlo, él creció, creyendo que las mujeres somos nada, somos sus esclavas y darse cuenta de que su mejor amigo está enamorado de su mamá lo tenía con los nervios de punta.
O sea que tiene que ver, muchas veces intenté hacer que entre en razón, ella es joven, bella, independiente, de todas las veces que salimos jamás, coqueteo con alguien mucho menos tener sexo.
Lucia, enamorada de Gustavo, un hombre muy guapo, para que negarlo, por eso un día lo vi besar a una chica, me suplico que no le dijera nada a Lucia, que fue solo cosa de un momento, por una parte, lo entendía, siempre anda de arrastrado con Lucia y ella no le da ni la hora, aunque muere de ganas por darle todo.
Los hombres de mi papá me persiguen, dónde esté, están ellos, por lo que he tenido que inventar de todo para que mi papá desista de obligarme a casar con ese conde.
He tenido que fingir delante de mis amigas que soy una zorra, o sea debía hacer bien mi papel, si me bese con muchos chicos en esas discotecas, fingía que iba a estar con ellos, para mis amigas yo solo pienso con la de abajo.
El día que conocí a Douglas fue otra historia, nos hicimos grandes amigos, él me entendía, sabe todo sobre mí, quienes son mis padres, mi compromiso, aunque le pedí infinidad de veces que se casará conmigo solo para fastidiar a mi papá nunca quiso hacerlo.
Con él viví a la vida loca, solo fue un tiempo, salíamos a bailar, tomamos, nunca apoye lo que hacía con su novia, pero soy partidaria de sí, un hombre u otra persona te trata mal, no debería estar con él o ella.
—Douglas, debo irme, de lo contrario mi padre podría hacer cualquier cosa, está muy molesto porque piensa que tengo una relación contigo, te quiero mucho y no quiero que te haga daño.
—¡Te voy a extrañar mucho!—Me abraza.
—Lo sé, yo también te voy a extrañar, a todos, no te preocupes que voy a venir a visitarte en cuánto pueda.
Eso espero.
—Solo promete que te vas a comportar, deja de hacerle berrinches a la pobre de Kat, y a tu novia déjala un tiempo, eso les sirve a los dos, tu madre que siga pensando que tú y yo somos amantes, no la saques de su error.
Todavía recuerdo el día que me dijo que hiciera algo productivo con mi vida, y dejara de andar con hombres, no me moleste todo lo contrario, esa es la imagen que les di de mí.
Agarro la maleta, los animales que mi padre tienen detrás de mí me esperan.
Voy a extrañar mucho, está vida, la única que me hizo sentir libre, tampoco es como que quiero que mi vida sea esto, pero tampoco lo que mi papá quiere que sea.
Subo al avión, el cual me llevará directo a mi prisión, esa prisión de la cual voy a escapar sea como sea.
—Suéltame animal—Le grito a los idiotas que me llevan a la fuerza, sé que he venido por voluntad, pero me arrepentí a último minuto.
—Señorita es mejor que se quede tranquila, no queremos usar la fuerza con usted—Trogloditas animales, y si cuidado no van a usar la fuerza.
Me meten en la camioneta negra con vidrios blindados,
Me acuesto del asiento suspirando, ya no me queda de otra que aceptar mi destinó, me tendré que casar con el viejo ese, no me importa que sea conde, rey, príncipe, no me quiero casar, menos con ese señor que bien podría ser mi abuelo.
Pensé que irme a EEUU, alejarme los haría desistir del compromiso, pero ya veo que no, ni por todo lo que hice van a desistir de ello.
—Llegamos—Dicen los hombres de la camioneta.
Me bajo y delante de mí está la imponente mansión de mi padre, es la más grande, es una de las propiedades más costosas de todo el país, no es para menos, mi papá es un magnate, su inmensa fortuna es incomparable.
Aliso mi vestido blanco, acomodo mi rubia cabellera, sé que ahora mi padre y mi hermano me darán el sermón de mi vida.
Los hombres abren la puerta para que pueda acceder al salón que es inmenso.
—¡Mila!—Sonríe Alexis, mi hermano mayor—Por fin apareces, mira nada más—me toma de las manos, paga girarme en mi eje.
—¡Alexis!—Me acomodo en su pecho como queriendo evitar a mi padre, quien solo me mira con el ceño fruncido.
Mi padre es estricto, serio en sus cosas, no le gustan los juegos, por eso será que soy así, la oveja rebelde del rebaño, mi padre es un rubio como yo, mi madre también lo es, y es que nosotros somos de raza pura, ja, ja, ja, no somos animales, pero nuestra familia no se liga con cualquier persona.
—Mila—La voz gruesa de mi padre hace eco en todo el salón—Sabes qué te pasaste de rebelde, está vez fuiste muy lejos—Sus palabras me dan escalofríos.
—Papi, es que…
—¡Es que nada!—La voz más fuerte me hace dar un brinco en mi lugar.
—Papá—Alexis intenta defenderme.
—Tú no te metas—Le da una mirada de odio a mi pobre hermano—Y tú—Me señala—Las cosas son como son en esta familia, tú te vas a casar con el conde de Suecia y punto, dentro de 2 meses será la boda, mañana en la noche tendremos la fiesta de compromiso con el conde, no quiero peros, no quiero lloriqueo, no quiero malcriadez, ya no eres una niña.
Que rabia, lo único que puedo hacer es bajar la mirada, no puedo contradecir algo que sé qué sucederá desde que era una niña.
—¡Como usted diga!—Bajo los hombros, quiero llorar, me gustaba estar en los Estados Unidos, allá era libre, me gusta ser libre, no me quiero casar.
Mi papá me da la espalda para irse, es que mi papá sea todo lo estricto que sea, me acerco a él y lo abrazo por la espalda, lo extrañe mucho a pesar de todo, lo amo, siempre ha sido el mejor padre del mundo.
—¡Te quiero papi!—Coloco mi mejilla en su espalda.
Él coloca sus manos sobre las mías y con su pulgar las acaricia, no me dijo nada, pero sentí el suspiro cuando lo abracé.
—Pasa a saludar a tu mamá, está muy ansiosa—Fue lo que dijo, lo conozco, sé que no le gusta expresar sus sentimientos.
Alexis me volvió a abrazar cuando mi papá se fue, él es tan lindo, mi hermano en nada se parece a mi padre.
—Cuéntame, ¿cómo te fue en América?, por favor dime qué todas esas cosas que los hombres de mi padre le decían eran puros cuentos—Me da un beso en la mejilla, sé a lo que se refiere.
—No hice tal cosa—Ruedo los ojos—Pero que mi padre siga pensando que si—Muerdo mi labio inferior—¡Quiero salir esta noche!, llévame.
—Mila, no cambias de verdad, ¿acaso no ves como está nuestro padre?—Me reprocha.
—¡Ay, sí!, como si eso te preocupará—Sonríe.
Mi hermano solo tiene 30 años, pero creo que ha cogido con la mitad de Suecia, basta con que las personas sepan nuestro apellido para querer emparentar.
—Estate lista a las 10 que te voy a pasar buscando, ya sabes el mismo secreto de siempre—me guiña un ojo y sube las escaleras.
¡Ay mi hermanito el alcahuete, como siempre!, bueno él me tapa a mí, yo lo tapó a él y así vamos, todos suponen que yo soy la oveja rebelde de la familia, pero es porque no conocen a mi hermano Lo que pasa es que él es más reservado y yo soy más espontánea y liberal.
Subo las escaleras brincando como una niña chiquita cuando le dicen que vamos al parque, entro a mi habitación, ni la casa de Lucía en los Estados Unidos es tan grande como mi habitación.
Esta limpia no tiene nada de polvo, supongo que papá la manda a limpiar todos los días, es tan meticuloso, es tan fastidioso, lo amo pero me desespera.
Al entrar en la habitación abro mi laptop de una vez tengo que enviarle un correo a Douglas para que sepa que estoy bien, que no pasa nada, que todo por aquí está tranquilo.
Escribo su correo y en asunto coloco hermoso.
«Hola mi hermoso, ¿Cómo estás?, espero que no estés muy preocupado por mí como ya te podrás imaginar, estoy bien, ya estoy aquí en Suecia, en mi mansión, ya mi padre me echó mi regaño y a mi hermano me dio muchos besos, esta noche vamos a salir, tengo mucho tiempo que no salgo con mi hermano, ya sabes todo, ya te conté como es todo. Espero poder verte pronto, te extraño, un montón extraño, nuestras conversaciones, nuestras borracheras, dormir juntos Te quiero muchísimo»
Y es que de verdad lo quiero muchísimo, hicimos una amistad demasiado bonita, sé que Douglas es demasiado controlador machista conmigo no, no lo logró, él quería al principio que yo engañara a mi amiga Katrina diciéndole que estaba en una relación con Rodrigo, no sabía cuál era el motivo al principio.
Ahora supongo que celoso machista no acepta que su mamá está enamorada de un muchacho joven, hermoso, guapo, bello y hermoso de nuevo como lo es Rodrigo, atento o sea el hombre perfecto.
Me gustaría que si algún día me enamoro tiene que ser de un hombre como Rodrigo, Douglas es hermoso, pero no tiene eso que yo quiero el romanticismo, qué es lo que yo quiero, es lo que a mí me gusta, quiero un hombre romántico que me trate hermoso, pero que también me domine.
Eso de andar haciendo lo que uno quiere a veces aburre.
Me voy con mi hermano a una discoteca, que se cree mi papá que me voy a casar, está bien equivocado, no por lo menos con ese viejo, quiero saber que es en lo que están pensando que estamos el siglo 18, ja está bien.
En EEUU no logré casarme, no pude, ni Douglas lo quiso hacer, estaba enamorado de la novia, pero puff que más ya conseguiré a alguien que lo haga.
Estamos en la disco bailando y tomando, me considero una mujer liberal, me encanta la libertad, por eso el día que me case tiene que ser con un hombre joven como yo, que quería salir, y divertirse no que ya vaya a morir.
Mi hermano ya está por allá con una chica bien voluptuosa, dándole arrumacos.
Llevo un vestido bastante sexi, no tiene mangas, y me llega mucho más arriba de la rodilla, se ciñe perfectamente a mi cuerpo, y es color dorado, mi cabello rubio, lo llevo suelto, con unos tacones bastantes altos.
Estoy bailando sola, en la pista y llevo rato viendo como un rubio joven y apuesto no me quita la mirada de encima, por un momento llego a pensar que es uno de los hombres de mi papá o tal vez de mi hermano, pero la verdad es que no tiene pinta de ser escolta, y si lo es, está bien bueno el desgraciado.
Contoneo mi cuerpo con mucha sensualidad, mirando en su dirección, meto las manos en mi cabello, mientras clavo la mirada en la suya, no la esquiva lo que me hace creer que si soy yo la que le interesa, saco una de mis manos del cabello y la bajo con sensualidad por la mejilla luego paso un dedo por mis labios, lo veo tomar del vaso sin dejar de mirarme.
Este tipo Ya me tiene intrigada, ¿quién es?
Decido irme al baño o por lo menos eso le voy a hacer suponer para distraerlo, camino hasta que me le pierdo de vista.
En un descuido le doy la vuelta al salón para llegar detrás de él, cuando ya estoy parada justo detrás le susurro en el oído: —¿Quién eres?
Fue tan rápido que ni me di cuenta, ya mis pies no tocan el piso, siento que floto, tengo su gran mano sobre mi cuello, presionando duro.
—¡Oye animal!—Hablo como puedo.
El tipo al ver que soy yo me suelta de inmediato.
—¿Qué paso hermana?—Alexis llega a mi rescate—¿Quién es este tipo?—Se puso en posición defensa.
—Disculpe señorita, pensé que era otra persona, no fue mi intención lastimarla—Se ve muy apenado, así que le voy a pensar.
—Tus disculpas no me valen, casi matas a mi hermana—Rezonga, Alexis.
—Ya hermano—Me acerco a él, sobándome el cuello, me duele—Es verdad yo tuve la culpa.
—Pero Mila—Me mira con los ojos muy abiertos, a él no le gusta que me toquen, que me miren feo, es sobre protector.
—Nada hermano, yo tuve la culpa, le llegué por detrás cuando él estaba distraído, es un hombre muy precavido—Lo miro a los ojos.
—Disculpe, señorita de verdad, disculpe.
—Tranquilo, ya basta mejor me invitas un trago y olvidamos el asunto, hermanito sigue en lo tuyo que yo voy a seguir en lo mío—Le doy una palmada en la mejilla.
—Te voy a estar vigilando—Le advierte al rubio.
—¿Qué tomas?—Me pregunta cuando mi hermano se va.
—Lo que sea que estés tomando tú—Le respondo, él me mira con asombro.
—Y pareces una niña de su casa—Me dice con una sonrisa, es muy hermosa por cierto.
—De mi casa soy—Respondo con el mismo sarcasmo—¿De dónde crees que soy?—Me mira divertido.
—No he dicho nada, pero si la princesa quiere tomar como camionero, vamos a echarle pues—Me sirve un vaso.
Le doy un trago grande, verga está mi3rda me quemó la garganta, ¿Qué demonios es?, ¡gasolina de avión!
Me mira con una ceja levantada, seguro puse cara de tonta cuando me tomé esa vaina tan horrible.
—¿El camionero quiere tomar otra cosa?—Pregunta divertido, mientras toma de su vaso como si nada.
—Solo lo hago porque debo comportarme como una dama—Me hago a la ofendida—¿Cómo te llamas?
—Soy Horacio Pocaterra.
Un nombre bastante común, eso quiere decir que no es pudiente, me gusta, los hombres con mucho dinero son estúpidos, se creen el culo del mundo.
—¿A qué te dedicas?—Pregunto mientras llama al mesero.
—¿Te envió la Interpol?—Pregunta divertido.
Levanto los hombros—No, solo soy averiguadora—Me vuelvo a encoger de hombros.
—Y tu Mila—Me mira—¿Qué quieres tomar?
—Algo de mujeres, de princesas—Digo con mimo.
—Ya veo, trae champán rosa.
Es una bebida costosa, ¿será que tiene dinero?
No es como que a mí me importe si tienen o no, lo que quiero saber que tipo de hombre es, a lo mejor me sirva para mis planes.
—¡Oye Horacio!—Me mira con atención—Cuéntame, ¿tienes novia?
—Curiosidad supongo—Sonríe.
—Pura curiosidad—Niego.
Me sirven el champán, luego le doy un sorbo, rico esto si me gusta.
Recuerdo cuando íbamos a la disco de Gustavo, como nos divertíamos, las tres, que falta me hacen mis amigas.
Aunque la mayoría de la noche tenía que estar fingiendo ser una zorra para que los hombres de mi papá, corrieran y le dijeran y así me dejara en paz.
—¡Oye te perdiste del planeta!—Me dice Horacio.
—Disculpa es que la bebida me trajo gratos recuerdos.
—¿Algún novio?
—¿Curioso?
Levanta los hombros—¿Es solo una pregunta el azar?
—Son unas amigas que deje en América, ¡las extraño!
—¡Oh!, ¿estabas en América?
—Sí, es un largo cuento, que tal vez, te cuente algún día, o tal vez no, por qué no nos volveremos a ver—Me encojo de hombros.
—Supongo que mi compañía no es la mejor.
—No me mal intérpretes, es solo que—Suspiro—Es algo complicado—Tomo todo el contenido de la copa.
—¡Ok, ok! Espero poder verte entonces, para que me cuentes tus penas, soy muy bueno escuchando—Me dice con seriedad, así que compartimos nuestros contactos.
Tomamos y charlamos un buen rato, el tipo es muy lindo, divertido, y agradable.
Ya me siento un poco desubicada del entorno, le pedí a Horacio que me llevará a casa, cosa que no sé cómo lo va a hacer, ya que mi hermano, me saco y él me tiene que entrar, si no mi papá nos mata.
Voy para donde está con la chica de grandes pechos.
—Me quiero ir, estoy aburrida—Miro a Horacio, quien hace cara de pocos amigos al escucharme.
—No quiero volver, todavía ve a un hotel, te llamo cuando me desocupe.
Afff qué ladilla con mi hermano, yo que pensaba que era más importante que sus deseos carnales.
—¡Idiota!—Me doy la vuelta.
—¡Hey Mila!—Me llama—Sabes que te amo—Me lanza un beso—Y tú—Señala al rubio—Mosca con tocarle un solo cabello, de lo contrario…
—Sí, sí, sí—Le responde el rubio, guao me dejó sin habla, es increíble.
Suelto la carcajada nada más ver la cara de mi hermano.
Lo halo del brazo para irnos a de allí.
—¿Para dónde vas?—Me dice ya dentro del auto.
—No lo sé, déjame en cualquier hotel—Respondo con fastidio.
—Te invitará a un lugar, pero como te aburro tanto—Hace puchero, se ve tan lindo, carajos.
—Solo lo dije para que mi hermano… No tengo por qué darte explicaciones, solo llévame para donde dices.
Pone el auto en marcha, no dice ni media palabra y yo tampoco, voy con los ojos cerrados, quiero dormir, pero me da vergüenza.
—Llegamos—Lo escucho decir, abro los ojos, para ver dónde estamos.
Es como un lago o algo así, se ve hermoso, con la luna de fondo, los árboles.
Me bajo del auto—¡Es hermoso Horacio!—Volteo a verlo, sus ojos brillan cuando mira la luna.
—Muy hermoso, siempre que estoy triste, angustiado, o que no sé qué hacer vengo aquí, me gusta porque me da paz.
Me quito los zapatos y los dejo dentro del auto, quiero sentir la grama bajo mis pies.
Caminamos hasta llegar a la orilla del lago, allí nos sentamos, por un momento me abrazo a mí misma por la brisa de la noche.
Horacio se quita la chaqueta de cuero negra que lleva puesta y me la coloca sobre los hombros, como todo un caballero.
¡Huele divino!
—Gracias—Lo miro a los ojos, hay algo en ellos que me gusta, sus ojos son tan azules como el cielo en primavera
Conversamos mucho tiempo, me estoy quedando dormida, él me abraza por los hombros y me atrae a su cuerpo, para que recueste la cabeza en su hombro, así lo hago, me quedó dormida un buen rato, supongo yo.
El teléfono lo dejé en el auto, abro los ojos.
—¡El teléfono!—Intento levantarme rápido, pero parece que el licor está pasando factura, me mareo y caigo sobre Horacio, quedando uno muy, muy junto al otro.
Nuestras bocas, a centímetros de la otra, intento acercarme para robarle un beso, pero somos interrumpidos.
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