...El príncipe maldito...

Érase una vez, en un reino llamado Cataleya, un príncipe llamado Máximo cuyo destino era gobernar y proteger a su reino de una invasión del país vecino. Él mismo se llevó a sus mejores soldados para la lucha y poder ganar este confrontación tan fuerte.

Las tropas del príncipe fueron subestimada y eso le dió la ventaja sobre el enemigo, el príncipe lideró con valentía y coraje contra quién se osará en tocar sus tierras. No obstante, como el enemigo iba perdiendo usaron algo contra él. Una flor demoníaca que impregnó de un olor peculiar el campo de batalla, afectando algunos en particular, ese olor causaba que su sentido de matanzas aumentará tanto que los soldados del príncipe se empezaron a atacar contra ellos mismos, no distinguían entre aliados o enemigos, su alteza intentó parar esto pero era una magia poderosa que era imposible, esto, al bando opuesto no le afecto porque ya tenían su antídoto y por eso no tuvieron miedo en usarlo.

Aún así, el príncipe resistió el impulso de ese olor y terminó con los rezagados del bando enemigo. Sin embargo, él al ver que sus soldados había muerto en totalidad, no había una manera de festejar su victoria.

Al volver a su imperio, algo cambió en él, el olor de esa flor demoníaca se quedó dentro de él, al poco tiempo de volver, los efectos de esa magia estaban comenzando a aparecer, causando así que en su cuerpo aparecieran marcas moradas y sobretodo un gran cambio de actitud. El príncipe tenía una sed de sangre que lo causaba el efecto de la flor. Así que para no herir a las personas, cazaba animales-bestias, seres que son muy hostiles y atacan a los humanos si se adentra a su dominios, pero él no le tenía miedo, así era como mantenía la cordura que le quedaba.

Como el príncipe tenía una magia extraña, su familia decidió buscar una solución ante esto, buscaron a varías doncellas del templo real. Cada una trató de sanar al príncipe pero era inútil, nada hacia retroceder el efecto de la flor demoníaca, él estaba harto, pidiendo así que ya no lo tocaran, sin embargo, los síntomas de agresividad se mostraban más cuando ellas persistían. Así que Máximo la amenazaba con matarla si volvían a tocarlo. Temiendo antes las amenazas de él, nadie se atrevió a acercarse.

Hubo solo una doncella que podía sanar al príncipe, ella era Anabella, pura y dulce como un ángel, de por sí tenía el don de una santa y conocimiento de una curandera. Ella misma se presentó antes los emperadores, ya que se enteró de la situación del príncipe por su padre que trabajaba en el palacio, de inmediato vino a ver a sus excelencias para mostrarle el antídoto.

Los emperadores confiaron en ella y tomaron el antídoto que ella preparó para que sanará a su hijo, como él no dejaba que se le acercara, la joven fue astuta y pidió que el antídoto se lo dieran junto con la comida y bebida del príncipe, logrando así sanar a su alteza sin que él lo supiera, Anabella fue la única que pudo descubrir una solución para él y los emperadores estaban contentos de que su hijo dejara de ser agresivo. Pero cuando el príncipe vio por primera vez a Anabella se quedó perdidamente enamorado de ella...

Pero no fue amor a primera vista, Anabella no era lo que parecía ya que en ese antídoto tenía otro efecto secundario que ella misma creo para ese momento. Era también como una poción de amor.

Anabella era en realidad una villana que solo quería aprovecharse de la debilidad del príncipe para enamorarlo y tener poder de emperatriz. Él estaba perdidamente enamorado de ella pero era por un embrujo del mismo antídoto. El único que se dio cuenta de eso fue el segundo príncipe, Arasha.

Un día este acorraló a la doncella y la acusó de eso, lo cual ella negó y hasta puso un drama de que el príncipe la estaba acosando, lo cuál cuando Máximo se enteró de esto amenazó a su familiar más querido, pero él solo amaba a Anabella que no veía las consecuencias.

Arasha no iba a dejar a su hermano con esa mujer, así que buscó ayuda con las santas del templo, donde encontró a Alisa, una joven doncella. Pidió su ayuda para liberar a su hermano y ella aceptó. Así que cuando ambos fueron contra Anabella, Máximo estaba ahí para protegerla, pero era mejor así para Alisa, ya que pudo liberar al príncipe con su poder divino estando ahí la culpable.

Alisa pudo conseguir las pruebas suficientes de que habían alterado el antídoto, con esto, Arasha pudo culpa a la mujer de tal acto, Anabella salvó la vida del príncipe, pero al costo de aprovecharse de él. Rápidamente esto fue acusado como un crimen a la corona y Anabella fue a la orca. Alisa había ayudado al príncipe Máximo a librase de esa mujer que solo lo estaba utilizando, así que de ahí una relación de amistad se formó hasta que se fueron conociendo más y el amor surgió, esa santa se fue convirtiendo en la más poderosa, no obstante dejó su puesto para estar con él y ser la esposa del príncipe, teniendo su final feliz.

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Este era una novela común que leía Elena, sin embargo, pensando que tendría un día normal y corriente, no se esperó que iría a tener un accidente en el transporte que utilizaba para ir a su trabajo, el impacto para ella fue mortal que cuando la ambulancia llegó por ella la encontraron sin signos vitales.

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Para ella era extraño la sensación de volver a despertar, ya que hace un pequeño rato le dificultaba para respirar. Sin embargo, al abrir los ojos se asombró al ver algo diferente a su alrededor.

— ¿Eh?.... ¿Donde estoy?

Era de día, la luz del sol entraba por la ventana, una habitación al estilo antiguo, sentadose en la cama ella se asusta al ver todo a su alrededor, no era nada de su época. Antes de bajarse de la cama, un dolor pulsantes de cabeza le llega, recuerdos que le daba certeza de quien era ahora.

“no lo entiendo... ¡¿Ahora soy la villana Anabella?!... ¡¿Como es posible?!"

Antes de morir, Elena era una mujer empresaria, era asistente de una gran corporación importante, a la vez era frustrante para ella pues siempre vivía en el trabajo, pero le gustaba leer historia de época, tanto que antes de morir habia leído el príncipe maldito. Dónde ahora era la villana destinada a morir por jugar sucio con la corona.

“aun sigo sin créelo. Sé que morí y ahora aparecí en el cuerpo de la villana Anabella"

Levantadose de la cama se acerca a un espejo de pie. Observándose como era, una mujer hermosa con los cabellos rosado, ojos violetas y una presencia de doncella. No tenía la presencia de una villana. Pero como dicen; las apariencias engañan.

Anabella era hija de unos nobles que trabajan en el palacio imperial, la dama tiene muchos conocimientos de como sanar cualquier enfermedad usando hierbas y su don divino.

Luego de pensar un poco más, Anabella escucha la puerta tocar.

— señorita, señorita... ¿Podemos pasar— eran las sirvientas de ella.

— adelante...

“por los recuerdos que ahora poseo, éstoy en la época donde Anabella aún no conoce al príncipe. Así que no ha intentado sanarlo ni mucho menos enamorarlo con el antídoto. Puedo cambiar lo que está escrito en la historia pero... Soy la única que sabe cómo crear el antídoto que evitará que el príncipe se vuelva loco"

Luego de haberla arreglado, ella piensa mientras que era peinada.

“no debo morir, en mi vida pasada no salía del trabajo y mi única salida era las novelas de época, sin embargo ahora reencarne en una y sobre todo en la villana. No, debo cambiar una cosa para tener una vida tranquila"

— señorita... La ha llamado su padre, creo que debería bajar.

Anabella aún se adaptaba a estar en este cuerpo, no entiende cómo llegó aquí pero si es su nueva vida no la desaprovechara. Por estos recuerdos, Anabella usaba su apariencia encantadora para manipular a las personas, así que Elena ahora Anabella, no piensa ser de esa forma.

Llegando a la oficina de su padre, él era un noble que trabaja en el palacio. Así que la ha llamado por una razón importante.

— Anabella... Los emperadores está preocupados por el primer príncipe. Él ha vuelto de la guerra pero con grandes secuelas... Dice que tiene impulsos de herir a la persona y la controla matando a animales-bestias. Pero temen a que no aguante por más tiempo. Las santas también le temen, y tú eres la única que puede hacer medicina milagrosa.

— ¿Quiere que le preparé un antídoto, padre?— se hacia la que no sabía para que no sospechara.

— así es, pero no de una forma que tenga que ver el contacto físico... Él se ha vuelto hostil así que es difícil acercarse.

— entiendo... Puedo crear un antídoto que solo se ingiera en la comida y bebida. Le prometo curar a su majestad...

— espero que lo logres... De lo contrario, el príncipe puede volverse más loco y terminé matando a quien se le atraviese... Si logras eso, como recompensa te dejaré elegir prometido ¿De acuerdo?

Elegir prometido en esa época era difícil ya que mayormente lo hacían los padres, pero si Anabella tiene derecho conocer uno de su agrado es mejor aún. Así que estaba más motivada de recrear al antídoto sin manipularlo para que el príncipe no se enamore. Ella piensa dejar las cosas así, solo sanar a su alteza y que sea libre.

Él era el personaje principal de la historia, ella la villana y Alisa la protagonista que está destinada a conocerlo, así que espera a no cambiar mucho el rumbo de la historia si solo le da el antídoto sin alterarlo, ella prefiere vivir apartada de los protagonistas y que tengan su final feliz.

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Al rato después, tocan la puerta de la habitación de Anabella, era la sirvienta personal de ella.

— mi señora...

Cuando Anabella volteó su rostro, pudo ver a la pelirroja cabizbaja, así que recuerdos con ella llegan de repente.

“no lo puedo creer... Ella es Sofía, mi dama de compañía, pero es la única que conoce la otra cara de Anabella. En la novela Anabella le gustaba usar a Sofía para su conveniencia, burlándose de la chica, pero amenazándola de que se quede callada"

La sirvienta veía a otro lado, sus expresiones era de miedo por lo que haría su señora.

— ¿Que es lo que desea, mi lady?

— yo...— Anabella no le gustaba ver esto en su mente, los recuerdos de maltrato y de burlas era algo que no toleraba— Sofía... Date un descanso por hoy, creo que estaré bien...

— ¿Eh?... ¡¿Me está despidiendo, mi lady?!... ¡No, por favor, este es el único lugar que tengo!

— ¡Oh, no, no...! No te pienso despedir, solo quiero que descanses, se que no he sido buena contigo y quiero disculparme...

— ¿Mi lady...?

— se que suena extraño, pero me gustaría cambiar, ya que tenía un presentimiento de que esa actitud iba a ser perjudical para mí... Así que ve, y descansa... Mañana puedes venir.

Sofía aún sorprendida, hace una reverencia y se marcha. Fuera de la habitación ella se preguntaba que le habría pasado a esa mujer si hace unos días atrás se burlaba de ella.

Anabella suspiraba, sabía que se iba a extrañar pero es que no quería ser mala por diversión o por otra cosa. Lo único que tiene como objetivo es creale el antídoto para el príncipe.

________ en el mismo día, pero en otro lugar.

...Palacio Imperial....

— su alteza... Ha vuelto por fin...— aclaró él mayordomo de él, con miedo al verlo lleno de sangre.

— acabo de cazar a los animales-bestias... Así que no tengas miedo, no te haré nada...— él se acerca al sirviente con una seriedad.

— su padre, el emperador, quiere que una santa lo revise... Es sobré su condición actual... ¿Podría-...

— no.

Ignorando más al mayordomo, el príncipe Máximo sigue de largo, él no quería nada y en especial que lo tocaran esas santas, ya que ninguna logra curarlo, y todo por el efecto de la flor demoníaca, que poco a poco le hacia perder el razonamiento, por ahora, Máximo la trata de controlar matando a las bestias pero llegara el momento de que le será imposible.

Llegando a su habitación, éste solo se desvistió para darse un baño, al ver la parte superior de su cuerpo, solo veía las cicatrices moradas hechas por el efecto de la flor demoníaca. Él no sentía nada, como si no le importará ver su cuerpo en ese estado deplorable, pero en el fondo sabe que debe buscar una solución, pero cada vez que se le acerca alguien para ayudarlo lo aparta de inmediato. Solo sabe de que si intenta herir a alguien no dudará en quitarse la vida con la poca cordura que le quede.

____________ al día siguiente.

Anabella había pasado todo el día de ayer en su habitación, recreado así el antídoto necesario para curar al príncipe.

Casi no había dormido y era de mañana cuando toca su puerta, era Sofía.

— adelante~...— soltó un bostezo.

— mi lady...— Sofia, al entrar un poco más a la habitación noto un gran desorden— ¿Que pasó aquí?

— necesito tu ayuda, Sofía...— tomando el frasco brillante con el que trabajó toda la noche, le pide algo a su sirvienta.

— ¿Podrías envolverlo en una caja?... Realmente estoy agotada.

— si, mi lady... ¿Algo más?

— si, dormiré por una hora, por favor despiértame en ese tiempo... Gracias, te dejo el resto a tí-...

Cayendo sobre el escritorio, Anabella duerme de inmediato. Sofía se acercó lentamente a ver si estaba viva, al ver que respiraba por la boca saco un suspiro de alivio, sin embargo, ve el desorden del escritorio, el diario de la señorita estába abierto, con descripciones de hierbas que solo Anabella conoce. Sofía veía en sus manos el frasco que brillaba puramente. Al parecer la dama había trabajado toda la noche en hacer esto...

— ¿Cuál importante sería esto que no descansó hasta terminarlo?— murmuró ella.

Sin más que comentar, Sofía manda hacer los que le pidieron.

_________________ una hora después.

— mi lady... Mi lady....— movía Sofía el cuerpo de Anabella.

La doncella babeaba con ronquidos, Sofía insistente la siguió despertando, hasta que ella se asusta y dice entre sueño.

— ¡Ya voy, jefe!— aún pensado que estaba en su primera vida, Anabella dice—... Ah, no es un sueño... Sí desperté aquí.

— ¿Mi lady?

— oh, Sofía...

— me pidió que la levantará hace una hora.

— ah, es cierto... ¿Empacate lo que te pedí?— ella asiente—... Bien, iremos al palacio, necesito que me ayudes a arreglar.

— ¿Iremos?

— ¿Eh?... Sí, ¿Por qué no?

— a usted no le gusta que le acompañe fuera de la mansión.

Levantadose, Anabella le dice estirando sus brazos.

— eso se acabó... Ya te dije que no voy a tratarte como antes, quiero que me ayudes... ¿Puedes?

Vacilante veía la empleada. Sin embargo le da bastante curiosidad ver ese cambio en ella, por supuesto que Sofía aún no confia en Anabella, pero ésta logrará buscar la confianza de la misma.

— ah... Si, si puedo.

“la razón del porque me gustaría tener a Sofía de mi lado es porqué ella siempre le fue fiel a Anabella de la historia, apesar de que siempre la maltrataba y la amenazaba, ella jamás la acusó. Pero yo no pienso ser así como en la historia... Solo, debo dar el antídoto a los emperadores para que sane el príncipe, por supuesto evité un ingrediente que lo único que hace es que se enamoré de la persona que creó ésto, no quiero tener el mismo final que Anabella..."

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...Palacio Imperial...

La dama iba acompañada de su sirvienta, pidiendo una audiencia privada con los emperadores.

— mi nombre es Anabella Hills... Deseo hablar con su altezas.

Los guardias le hace saber estos a los sirvientes más cercanos a sus majestades. Cuando la noticia de que la hija de los Hills desea hablar con ellos con la excusa de que tenía el antídoto para su hijo. Como se trataba de una posible ayuda para el príncipe ellos aceptaron.

En una sala privada, Anabella y Sofía esperaba la llegada de sus majestades. Ellos llegan, ambas doncella se levantaron e inclinaron para darle el saludo.

— saludo a la gran corona de Cataleya...— anuncio Anabella.

— me gustaría ir al grano si no es mucha molestia...— habló el emperador.

— sí...— Sofía abre la caja y le muestra el frasco brillante— éste es el antídoto que el príncipe necesita... He oído que su alteza a estado mal, asi que con mis conocimientos he creado ésto.

— ¿De verdad esto puede curar a mi hijo?— preguntó la emperatriz, Anabella le asegura lo siguiente.

— así es... Le puedo asegurar de que si no funciona aceptaré el castigo que deseen, pero le recomiendo que se lo den en la comida, le hará un efecto más rápido...

Un mayordomo toma la caja del antídoto, los emperadores veía la dulce apariencia de esta joven.

— confiaremos en tí, señorita Hills... Cualquier resultado se lo haremos saber.

— agradezco que me haya escuchado, le aseguro que su alteza se recupera con ésto...

— a cambió de que si esto funciona... ¿Que es lo que deseas?... Sé que está ayuda no será gratis.

— me temo su alteza, que no deseo nada a cambio, solo saber que el príncipe se ha recuperado me basta.

— tiene un oportunidad de pensarlo, señorita Hills... Si ésto funciona, le garantizo que tendrá un favor con la corona.

Ambos emperadores se marcharon, y es cuando Anabella y su compañía hacen lo mismo.

“de verdad que no quiero nada, ya mi padre me ofreció un trato, pero tal vez tener un favor de los emperadores es bueno... Lo usaré cuando sea necesario. Lo bueno es que hice el antídoto solo para sanarlo y que no se enamorara de mí, así logré cambiar algo"

Bajando las escaleras de salida del palacio, un hombre iba subiendo, mostrándose serio y frío, Anabella le ofrece una reverencia sin saber quién es, éste también le da un saludo con una leve inclinación. Sofía no podía creer lo que veía, sin embargo, Anabella piso mal un escalón y estaba a punto de caerse fuertemente contra las escaleras, pero, este mismo hombre la atajó con gran velocidad.

Ambos viéndose fijamente, el tiempo se paralizó por un momento.