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Soy Un Protagonista En La Novela De Mi Hermana

¿Dónde estoy?

(—¿Qué hiciste Ariana?) Pensó mientras frente a su ventana, un mundo completamente desconocido apareció, un mundo medieval, donde los vestidos largos de las mujeres eran moda y los caballos el medio de transporte más eficaz.

(—¿Por qué parece que estoy dentro de una de tus novelas?) Cerró las cortinas de golpe, dejando el cuarto en obscuridad, tratando de recordar, que es lo que había ocurrido antes de aparecer allí. Un mareo repentino lo hizo estar consciente de su altura, ya no era chaparro.

—¡Un espejo!— Gritó mientras se tambaleaba caminando por toda la habitación.

—¿Ocurre algo, joven maestro?— Una mujer de vestimenta elegante, apareció por la puerta, parecía tener miedo de él.

—¿De casualidad tendrás un espejo que me puedas dar?— Dijo sin acercarse mucho

—U-n espejo, ahora se lo traigo— Cerró la puerta con cuidado desapareciendo por el pasillo.

—¡¡El joven maestro despertó!!— Grito la mujer con miedo en su voz

—¿Estás segura?— Respondió otra mujer, que tiro la masa del pan al suelo

—¡¡Estoy segura, pero ahora quiere un espejo!!— Dijo revolviendo todos los cajones del lugar.

—Pero el mando a retirar todos— Comentó mientras quitaba las pelusas que se pegaron a la masa

—¿En serio quieres que le diga eso?— Se acercó mucho a ella, tratando de que recordará lo cruel que resultaba ser si sus órdenes no se acataban a la perfección, así fueran contradictorias.

—Cierto— Metió la mano en su bolsillo para sacar un pequeño espejo de uso personal, la criada principal salió corriendo y toco con cuidado la puerta.

—He traído lo que solicitó— estaba a punto de abrir la puerta, cuando esta se abrió, un rostro sonrojado, unos ojos azules que parecían avergonzados le agradecieron y con cuidado le quitó el espejo de las manos.

—Gracias— Una voz musical se escuchó del otro lado, alterando su corazón.

—¿Joven maestro?— Pudo sentir el calor subiendo su rostro así que sin decir nada se alejó.

(Que mierda hiciste Ariana) Tomó el espejo y respiro con cuidado, viendo la hermosa imagen en el espejo, unos ojos azules como joyas y en cabello castaño oscuro caía por su frente, sus labios delgados, pero sin ser exagerados, una nariz recta y un cuerpo bien formado sin ser exagerado se presentaron en la pequeña imagen.

—No puede ser— Dejó caer el espejo en la cama de forma dramática— ¡¡SOY HERMOSO!!— Recuerdos donde le decían que era chaparro y feo llegaron a sus oídos.

—¡¡Ahora todos pueden irse al infierno!!— Levanto el dedo medio mientras lágrimas de felicidad caían.

—Veo que ya estás mejor— Una voz masculina se escuchó desde la puerta —Es hora de que vayas a ver a la señorita Raquel—

—¿Ah? ¿A quién?— Dijo tomando una postura recta, como si su cuerpo lo tuviera memorizado.

—Creo que no estás del todo bien, pero no podemos dejar pasar esta oportunidad, conquista a la señorita Raquel y nuestra vida será resuelta— Al parecer aquel hombre era su padre, era viejo, pero atractivo, de quién probablemente heredó los ojos.

—No hay tiempo de jugar al idiota, alistate, te espero afuera— El hombre salió molesto, asi que se apuró a hacer lo que le ordenaban

Romance en el aire

(—Si yo estoy aquí... ¿Dónde está Ariana?) Pensaba conforme el carruaje avanzaba, su rostro era inexpresivo que le daba un aire elegante y feroz, pero al abrir la boca, la nobleza de su voz no concordaba con la imagen desalmada que todos conocían.

—Hoy despertaste con el pie izquierdo, has perdido la dignidad en el tono de tu voz, ¿Estás bien Erik?— Su padre debía resolver asuntos con la familia de la señorita Raquel, así que se fueron en el mismo carruaje, al parecer él pertenecía a la familia Klaus, un importante ducado que buscaba hacer lazos con el Barón Farret padre de Raquel. Era todo lo que sabia pero los nombres no le dejaban identificar de que historia de la vida real o ficticia se trataba.

—Veo que no quieres hablar, así está mejor, solo compórtate— La molestia en su voz era evidente, pero no lo molestaba, le era indiferente.

Cuando por fin llegaron, los buenos modales se llevaron a cabo de forma automática, por dentro, estaba agradecido de que fuera así, pues su torpeza natural de su anterior vida lo había metido en muchos líos.

—Un gusto verlo Conde Klaus, joven maestro, bienvenidos— El Barón Farret los recibió con gusto al menos en las palabras, sus ojos eran hostiles hacia Erik.

Pasaron a una gran sala, con hermosas decoraciones y cuadros pintados por los artistas más famosos de la época, esculturas hechas por las manos hábiles del imperio y pergaminos escritos por los eruditos más sabios.

Toda esa información fue llegando a su mente, como si el verdadero Erik fuera una máquina de almacenar basura.

Como los asuntos solo se trataban entre los líderes de las casas, Erik se quedó afuera, curioso del mundo que lo rodeaba.

—Disculpe— Dijo a la sirvienta que estaba a su lado, la cual se erizó de miedo al escuchar su voz.

—Dígame joven maestro— Su voz titubeaba, Erik solamente suspiró, sin duda era un imbécil a los ojos de los demás.

—Puedo dar un paseo al rededor del lugar— La miro esperando una respuesta positiva, pero el rostro de asombro de la mujer únicamente pudo asentir.

Ya estando fuera, se dedicó a admirar las flores del lugar, todo olía a perfume, la primavera estaba en auge así que se detuvo y aspiró con fuerza, lo que lo hizo toser, pero rápidamente se repuso, quería grabar ese olor para siempre en su memoria.

—Un gusto volverlo a ver joven Klaus— Una voz femenina venía de detrás, haciendo que su corazón saltara.

(Vaya susto que me ha metido)Se quedó callado, aquella mujer de cabello rojo intenso y ojos amarillos esperaba su saludo.

—El gusto es mío, señorita—Alcanzó a responder, lo que no esperaba era que la dama extendiera su mano esperando algo. Por los nervios, la estrechó y la agitó como si fueran grandes amigos

—Veo que se decidió a salir al jardín, que lo hizo cambiar de opinión— La pelirroja quitó su mano de jalón, pues Erik jamás la había tratado con tal falta de respeto, pero lo dejó pasar.

—Solo digamos que esta mañana no desperté siendo yo— Cortó una rosa, admirando su belleza de forma intensa, la mujer frente a él se sonrojó, un ambiente romántico de pronto pareció invadir el aire. Al ver su expresión, la incomodidad lo hizo girar hacia otro lado.

(¡Pero que espera esa mujer!)

Segunda visita al cielo

Su ansiedad subía conforme el tiempo pasaba, esa mirada intensa lo hizo tragar saliva "La señorita es muy bonita" Pensó, pero por ahora era solo eso: Bonita.

"Debo idear un plan para salir de esta"

—Discúlpeme creo que mi padre me necesita— Dijo haciendo una reverencia, y le dio la espalda de una forma tan veloz, que para Raquel fue evidente que estaba huyendo de ella.

—¿Pero qué le ocurre el día de hoy?— Lo vio alejarse, nadie la ignoraba de esa forma.

—Necesito saber donde carajos estoy— Esta vez se había adentrado un poco más al jardín, estaba perdido. La hierba era alta, así que era difícil ver donde estaba la mansión. Conforme avanzaba, añoraba la idea de encontrarse con su distraída hermana. "Extraño tu torpe manera de ser" Sus ojos se entristecieron, no quería estar en un mundo desconocido solo.

"Espera... ¿Qué fue lo último que ocurrió antes de venir aquí?" Se detuvo de golpe y se tiró en el pasto, observó con cuidado el cielo azul, respiró profundo y cerro los ojos, algo en su memoria debía florecer.

El aire soplaba acariciando sus oídos, un recuerdo vino a su mente.

(—Ella es pelirroja.) Fue el comentario que le hizo su hermana respecto al libro que había publicado y él no tuvo el interés de leer. Era una historia bastante popular, ya que la heroína era más bien una mujer sin escrúpulos que logra su final feliz a base de pasar por encima de todos literalmente.

"Al parecer a la gente le encantan historias sobre gente mala teniendo su final feliz" La sociedad en la que vivía era extraña, tal vez por eso nunca logró sentirse parte de ella.

Antes de mudarse con Ariana, su vida estaba al otro lado del país, con un padre alcohólico, que rara vez llegaba a casa y una madre que desapareció durante su niñez. Su vida era tan cliché para los reencarnados que le dio risa la ironía del asunto.

Se recostó en el pasto, no tenía mucha prisa por ver la amargada cara de su padre diciéndole lo que tenía que hacer. Cuando posó sus manos sobre su cabeza, sus dedos rozaron con un bulto, al parecer era un fuerte golpe. "Tal vez esto fue lo que mató al verdadero Erik... fue lo que me trajo aquí"

Una nueva sonrisa empezaba a formarse en sus labios, cuando algo cayó a la altura de su estómago, arrancándole todo el aire haciendo que su boca soltara un extraño sonido y su cuerpo rebotara en el pasto debajo de él un par de veces.

Quedó noqueado casi al instante, no supo exactamente que lo golpeó.

—¿Se encuentra bien?— Una voz dulce y joven encantó su oído, la última vez que sus ojos vieron la luz, un telón grande y denso cayó sobre ellos, ahora había una probabilidad de que haya ido al cielo definitivamente.

—¿Morí tan rápido?— Dijo sin recuperar por completo la consciencia.

—Supongo que no, depende su filosofía de lo que es vivir— La vocecilla le dio una respuesta extraña, también le sorprendió ver a ambos lados y no ver a nadie

—¡Veo que quieres conocerme!— De inmediato, una pequeña niña saltó encima de él, dándole un recuerdo familiar.

—Eres la jovencita que me atropelló— Dijo viendo la sonrisa descarada de la pequeña.

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