Nuestros ojos se encontraron; había esa conexión.
"Sería nuestro secreto".
Corre el año 1915, donde existen matrimonios por contratos, y desde que una nace, ya deciden y sellan nuestro destino como mujer.
Mis padres son terratenientes y los más ricos del pueblo; para ellos solo importa acumular riquezas y el qué dirán de la alta sociedad.
Mi destino estaba sellado desde el día en que nací; al cumplir 16 años, sería entregada por esposa al hijo mayor de la familia Márquez. Él era cinco años mayor que yo.
Era un hombre despiadado a su corta edad; maltrataba a sus peones e, incluso, azotaba a las esclavas solo por el gusto de verlas sufrir y por su placer.
A ese monstruo sería entregada en, aproximadamente, un año más.
No tenía escapatoria. Ya empezaban a llegar las costureras a tomar las medidas de mi vestido de novia, y en ese año me confeccionarían un ajuar completo.
"Mi nani Rosalina me miraba con tristeza mientras me arreglaba el corsé y me hacía un bonito peinado".
Hoy empezaría mi entrenamiento de cómo ser una señora. Tendría un profesor dándome clases de buenos modales.
Lo que no sabía era que esos ojos me cautivarían.
- Ya son las 7:00 a.m.
- Rosalina, ¿por qué Mariana aún no está lista? - Entra mi madre furiosa.
- Lo siento ama, ya solo falta amarrarle la cinta.
- Debería enviarte a azotar, ¡negra inútil!
- Fue mi culpa madre, no quería despertar.
Defiendo a mi nani. Rosalina ha sido la única persona que en esta casa me ha querido verdaderamente.
- ¡Quítate negra! - Mi madre empuja a mi nani haciéndola tropezar y caer.
Mientras agarra las cintas de mi corsé y las aprieta con todas sus fuerzas, dejándome casi sin aire.
Estoy a punto de llorar, pero contengo las lágrimas porque eso solo causaría que me ganara una paliza.
Mi madre es cruel y despiadada. Siempre está detrás de mi padre, que no es mejor que ella.
Siempre quiso darle un hijo varón, pero después de haberme tenido a mí, perdió varios embarazos. Si yo hubiera nacido siendo un hombre, habría perpetuado el apellido y mi padre no habría intentado engendrar hijos varones con sus amantes.
Mi madre vive únicamente para complacer a mi padre. Ha permitido que mi padre lleve a más de una mujer a su propia habitación y hacer tríos. He escuchado sus gemidos y gritos de placer, tanto los de mi madre como los de las demás mujeres que han entrado en su habitación. En esta época, sería imposible que las muchachas de mi edad supieran o tuvieran una idea de lo que son las relaciones sexuales, pero en mi casa no tienen cuidado con eso.
Cuando era más joven, mi niñera me cubría los oídos con una almohada y me acostaba antes de las 8 de la noche para conservar mi inocencia intacta de los actos indecentes que se cometían en mi casa. Hace dos años, me enfermé y me sentía muy mal del estómago. Mi niñera me había dejado dormida y, al despertar, escuchaba sonidos extraños provenientes de la habitación de mis padres. Mi madre gritaba y pensé que mi padre le estaba haciendo daño. La puerta de la habitación estaba entreabierta y lo que vi me enfermó y me provocó los peores vómitos de mi vida. Mi padre estaba detrás de mi madre, mientras ella estaba en posición perrito. Él la embestía con fuerza, mientras ella gritaba pidiendo más. Una mujer rubia estaba delante de mi madre, con las piernas abiertas, mientras mi madre le lamía los genitales.
Salí corriendo a mi habitación y vomité en la cubeta. No paré de vomitar hasta que quedé desmayada. Al día siguiente, mi niñera me explicó que eso era sexo. Entonces pregunté si yo haría lo mismo cuando me casara. Solo de pensarlo, empecé a vomitar nuevamente. Mi niñera explicó que lo que hacían mis padres era aberrante y que el sexo no es malo cuando se hace con amor y respeto.
Que cuando las personas se aman de verdad, comparten sus deseos y su cuerpo, convirtiéndose en uno solo. Me habló del amor verdadero. Desde ese día, quise saber más acerca del amor... Yo quería vivir eso, pero con amor. Fantaseaba cada noche con un hombre que me amara, que me respetara, pero nunca tendría eso, ya que sería obligada a casarme con un monstruo.
Odio esta ropa incómoda que no me deja ni respirar.
Mi madre va a hacer que me exploten las costillas si me obliga a sentarme. Necesitaré que Nani afloje este instrumento de tortura femenina.
Voy por el pasillo erguida, como mi madre me ha enseñado.
En el salón está el hombre más apuesto y varonil que he visto. La verdad es que no he visto a muchos hombres, solo a unos pocos en mi fiesta de 15 años hace un mes, cuando me presentaron en sociedad.
La mayoría eran hombres adultos. No invitaron a hombres jóvenes, ya que estoy comprometida para casarme: mi padre no correría el riesgo de que me enamorara de otro y perder la fortuna de los Márquez.
El único soltero que estuvo en mi fiesta fue mi prometido, un hombre desagradable de baja estatura, regordete y con un ojo chueco. Solo de ver con quién me tengo que casar, me provoca arcadas. Lo peor fueron sus insinuaciones asquerosas de lo que me haría cuando estuviera casada con él.
Mi Nani tuvo que darme un baño con aceites y flores aromáticas para quitarme su mal olor que se había pegado a mi vestido. Y qué decir de su nauseabundo y fétido olor a tabaco que emanaba de su boca.
Estoy mareada y me falta el aire. Todo se está poniendo oscuro.
Siento unos fuertes brazos alrededor de mi cuerpo. Mis piernas tiemblan y mi núcleo se ha calentado solo con el roce de sus manos sobre mi cintura.
Miro sus ojos color azul cielo y siento que es todo lo que siempre deseé.
Él es alguien que está irrumpiendo en mi vida como un fuego y que está desafiando mi destino. Todo se vuelve negro.
Me despierto después de un rato. Nani me dice que me he desmayado por la falta de aire que me causó el corsé tan apretado. Mi madre va a matarme si sigue con esa manía de apretarme el corsé hasta casi hacerme explotar.
Me dice que el profesor Rafael Cortés también sabe algo de medicina y que necesita examinarme.
Mi pecho empieza a palpitar como un caballo desbocado.
Y ahí está él nuevamente, con su mirada azul hielo que me calienta hasta la médula y lo más íntimo de mi ser.
Siento cómo se me calienta la cara, seguramente estoy ruborizada, ya que mi piel blanca como la porcelana está ardiendo.
Después de que me desmayé, mi madre se fue y ordenó que la niñera y el profesor me auxilien, ya que considera que ella solo estorbaría.
- Hola, soy Rafael -se presenta con una gran sonrisa mientras se sienta al borde de mi cama.
- Hoooolaaa -tartamudeo-. ¿Desde cuándo he perdido mi capacidad de hablar coherentemente?
Me explica que me tomará el pulso y me examinará, que si me siento incómoda con algo, se lo diga.
Mi cuerpo tiembla solo con su roce. Mi niñera sale por unos paños de agua, ya que tengo fiebre y frío.
Me he enfermado repentinamente.
No puedo soportarlo más, me lanzo sobre Rafael y empiezo a besarlo y tocarlo, mi cuerpo quema y solo él puede apagarlo.
Rafael lucha contra mí diciendo que no es correcto, pero yo estoy encima de él como una fiera salvaje en celo. Otra vez, me siento mareada y empiezo a ver borroso.
Rafael, al escuchar pasos, se empieza a acomodar la ropa que yo he intentado arrancar.
Me acomoda la almohada, ya que me he quedado sin fuerzas.
Esa semana la paso en cama guardando reposo, la fiebre no me baja y paso delirando. En mis sueños, fantaseo con Rafael haciéndome el amor.
Correcciones:
...Rafael...
Estoy de regreso en mi pueblo. He terminado mis estudios para ser profesor y, mientras vivía donde el Dr. López, he aprendido algo de medicina.
Me ha contratado un poderoso terrateniente para darle clases a su hija, Mariana, de 15 años. En esta época no es muy común que las mujeres estudien, ya que se considera que no tienen mucho que aprender, excepto cómo atender a sus esposos e hijos, y eso basta.
En este caso, me sorprende que quieran que una joven aprenda a leer y escribir. Tendré que darle clases de buenos modales y enseñarle cómo comportarse como una dama.
Me van a pagar bien, ya que somos pobres y necesito el dinero, así que acepto el trabajo.
Al llegar a la hacienda, me hacen esperar en el salón. Lo que veo ante mí es la escena más hermosa de mi vida: una joven alta, de piel blanca como la porcelana, cabello castaño y ojos negros como la noche, camina directo hacia mí. La veo tambalear y corro hacia ella, la tomo en mis brazos antes de que caiga al suelo.
Me mira profundamente y pierde el conocimiento. Explico que se ha desmayado por la falta de aire que ha causado el corsé que está usando.
La nana me explica que se llama Mariana y la llevo a su habitación en brazos. La madre de la joven se desentiende y me deja a cargo de ella, solo con su nana.
En estos casos, otras madres no dejarían a su hija a solas con un extraño, pero esta señora no le da importancia a eso.
Mariana está roja y ardiendo en fiebre, así que ordeno que traigan agua y paños para bajarle la temperatura 🌡.
Cuando la nana sale, lo que tengo delante es a una chiquilla descontrolada completamente: está encima de mí, besándome e intentando seducirme. Trato de controlarla, pero es muy fuerte. Por un momento, me dejo llevar por sus besos, el deseo y la lujuria que está provocando en mí. Luego, razono que solamente está delirando y me calmo. La pongo cuidadosamente en su almohada para que se relaje. La nana ha vuelto y le damos los cuidados que necesita.
Ha pasado una semana desde que tuvo fiebre. Me han encargado cuidarla ya que el médico de la ciudad es un matasanos senil. Aunque no tenga título, le proporciono los cuidados y atenciones que necesita. Cada día está mejorando.
Durante esa semana, ha sido una tortura. Mientras deliraba, podía escuchar cómo gemía y decía mi nombre. Muchas veces, me hacía ponerme duro como una roca, pero la respeté y salí de la habitación. Su nana se ha dado cuenta de lo que ha estado pasando, pero no le importa. Hasta me ha dicho que se alegra de que su niña tenga fantasías con quien ella desee antes de casarse con ese monstruo. Me ha explicado que será obligada a casarse dentro de un año y que le da pena no poder hacer nada para salvarla de ese horrible destino.
Junto con Rosalina, quien sabe curar con hierbas o medicina alternativa, Mariana está completamente recuperada. Sus padres no se han preocupado ni siquiera de venir a su cuarto a ver cómo está.
Download MangaToon APP on App Store and Google Play