...Cuatro años después. Byron....
Bajé del avión, recuerdos envolvieron mi mente. Pensé que lo había superado, pero el asunto de Fabiola aún vivía en mi cabeza. Era cómo si hubiese pasado ayer. Las instalaciones del aeropuerto habían cambiado, habían sillas diferentes, el piso era diferente, las paredes estaban pintadas de un color diferente también, pero todo me recordaba a ella. Creó que volver fue un error.
Foto de Byron.
— ¿Amor en que piensas? — Preguntó Violeta, mi prometida y futura esposa. A la que he llegado a querer mucho, a veces incluso pienso que la amó. Un amor que aún no es muy intenso, pero seguro en el futuro lo será.
— En los cambios. Esté lugar ha cambiado mucho en estos años.
— Las cosas siempre cambian amor.
— Si. Lo sé. — Besé sus labios. — Tu por ejemplo, cada día te pones más guapa. — Ella me regaló una bella sonrisa. Y se puso algo rojita. Eso me encanta de ella. Su timidez.
— Amor ya debemos irnos. Seguro tus padres nos esperan.
— Claro. Vamos. — Tomé su mano y caminamos. Una multitud de periodistas iba hacía algún lugar. A Violetta le llamó la atención y se quedó parada un momento.
— Déjame ver qué pasa. Tengo curiosidad.
— Está bien. — Ella siempre ha sido así, y no me molesta. Me quedé observando también, lo que ví a continuación fue a un hombre. Era alto, fornido, bien vestido. Y reconozco que también es guapo.
Foto del hombre.
Supuse que es alguien famoso, tan vez un actor, o un cantante. No estoy muy pendiente de lo que pasa en mi país desde que me fuí.
— ¿Cómo resultaron tus planes en el viejo continente? — Preguntó uno de los periodistas al hombre.
— Todo fue fantástico. — Respondió el.
— ¿La hija del conde consiguió algo de ti? — Preguntó nuevamente un periodista. Había una pisca de picardía en su pregunta.
— Yo sólo tengo ojos para una mujer. La futura madre de mis hijos. — Dijo el con una sincera sonrisa.
— Qué hombre tan romántico. — Violeta se veía algo conmovida.
— ¿Quieres verme celoso? — Pregunté con una mirada acusadora.
— No amor yo... — Se preocupó en justificarse.
— Si está funcionando. — Dije sonriente mientras le daba un beso. — Vamos. Ya es suficiente por hoy.
— Sólo dejá que vaya a comprar unos dulces.
— Está bien. — Mi prometida fue a uno de los establecimientos que estaban cerca.
— Hablando de ella. — El hombre pasó por mi lado, al igual que los periodistas. Se paró frente a una mujer, una mujer de ojos azules, y una belleza inigualable. Ambos se abrazaron. Luego el la besó de una forma tan dulce y apasionada que mi sangre se empezó a calentar. Sabía quién era ella. Estaba cambiada, es verdad, se veía más madura, más hermosa, más inalcanzable que antes. Pero nunca podría olvidar ese rostro. — Quiero presentar formalmente a la dueña de mi corazón.— Dijo el hombre mientras la abrazaba. — Fabiola Styles.
¿Fabiola qué? Me quedé perplejo. Mi mente no procesaba lo que había escuchado. ¿Ella cambió su apellido?
— Aquí tenemos a la mujer más afortunada de New York. ¿Cómo te sientes? — Preguntó un periodista.
— Cómo la más afortunada. — Respondió ella con una sonrisa.
Foto de Fabiola..
— Amor ya regresé. — Me habló Violeta. — Amor. Amor ya podemos irnos.
— Claro vamos. — Esperaba cualquier cosa, menos encontrarla a ella. Las casualidades son muy crueles.
— Amor vienes muy callado. ¿Pasó algo?
— No.
— ¿Estás nervioso por qué conoceré a tus padres?
— Algo así. — Ojalá fueran los nervios, es esa maldita sensación de celos la que no me deja en paz.
— También tengo miedo. Temo no agradarles.
— Les caerás bien. Te lo aseguro. Ellos son muy buenas personas.
Esta es la segunda temporada de MIEDOS QUE NO EDUQUÉ. Ojalá les guste mi historia. Gracias por leer.
...Liam....
Dos semanas lejos de ella fueron mucho para mí. Ojalá pudiera llevarla conmigo a mis viajes. No me gusta ir sólo.
— ¿Me extrañaste? — Pregunté a Fabi mientras íbamos en el auto.
— Sabes que si. — Dijo ella mientras me daba un beso en los labios.
— Yo te extrañe todavía más. ¿La próxima vez me puedes acompañar?
— Sabes que tengo trabajo.
— Eres la dueña. Nadie dirá nada si tomas unas vacaciones. Y si vas conmigo las hijas de los condes no se me acercarán.
— Ellas no son un problema. Yo sé que me amaba a mi. — Ese amor me ha hecho ser el más paciente de los hombres.
— Si. Sólo te amo a ti. — La besé nuevamente. — Es una lastima que tú a mí no. — Ella se tenso de inmediato.
— Liam... Yo ...
— No. Yo lo sabía desde que empezamos. No te culpes. Yo no lo hago. — Fabi se pegó a mí pecho, su cabeza quedó justo en mi corazón.
— Lo intentó. Te juro que si. Cada día estoy más cerca. Por algo acepté ésto. — Me mostró el anillo que lleva en el dedo. Hace unos días le pedí matrimonio. A veces siento que la presionó. Cada vez quiero más de ella. A pesar de saber que no me ama.
— Lo aceptaste pero aún no decidimos la fecha. — Y ahora nuevamente la estoy presionando. Pero ya quiero que sea mi esposa.
— Eso es lo de menos. Podemos casarnos cualquier día. — Eso de cualquier día no me gustó. Para mí la boda es algo importante.
— Nos casamos mañana.
— ¿Estás loco? — Ella se sobresaltó. — Mañana no. Yo no tengo mi vestido, ni mis damas, ni...
— Ya tranquila. Sólo bromeaba. No me tomaría mi boda contigo a la ligera. — Besé nuevamente sus labios. — Tiene que ser un día inolvidable para ambos.
— Lo será. — Dijo ella y nuevamente se quedó en mi pecho. Me encanta tenerla así. Pero más me encantaría hacerle el amor.
— Ya llegamos. — Dijo mi chófer.
— Desayunemos mañana. — Le pedí a Fabi antes de qué se fuera.
— Claro. — Nos despedimos con un beso. — Cuídate.
— Siempre. — Ella sonrió. La ví entrar a la mansión de su abuelo, y luego me fuí. Vive aquí desde hace tres años. Fueron tiempos difíciles para ella. También lo fueron para mí.
...— — —...
...Flashback....
Cuatro años atrás. Liam acaba de regresar a su habitación, salió a correr y vine sudado. Se mete a bañar y después revisa su celular. Han pasado sólo diez minutos desde la última vez que lo revisó, pero quiere saber si hay una llamada o un mensaje de Fabiola. Para su buena o mala suerte no hay nada. El se entristece y sale nuevamente. Ahora a un club nocturno.
Mientras tanto, Fabiola está en su habitación, deprimida, sin querer hablar o ver a alguien. Su madre no sabe cómo hacer que ella coma al menos un plato. Ha intentado con todo, desde regaños, hasta mimos excesivos.
Los meses pasan, y su madre cada día está más preocupada, está por pasar un año y Fabiola no mejora su estado de ánimo, sigue triste por el abandonó de Byron.
— Ya no puedo con ésto. — Dice un día. — Hija si tanto lo amas ve a buscarlo. — Prácticamente se lo súplica.
— ¿Qué dices madre? ¿Cómo puedo ir? El me abandonó.
— Pues intenta recuperarlo. Ve a dónde sea que el esté. Cruza los cielos, los mares, lo que sea necesario pero ve. Dile que aún lo amas y lucha por el.
— ¿Hablas enserio?
— Nunca fui más seria que en éste momento. — Fabiola escuchá el consejo de su madre. Le pide a su amiga la dirección de Byron, Adalet duda en compartir esa información, pero termina haciéndolo, Fabiola arma la maleta, toma su pasaporte y viaja a Italia. Cuándo llega se hospeda en un hotel, al día siguiente va a buscarlo.
Byron está tomando clases, una compañera de su salón le dice que alguien lo busca y supone que son sus padres. Llega al campo de béisbol y alguien cubre sus ojos. El se quita las manos y al girar se sorprende mucho. Es su amiga Violeta.
— ¿Tú me estabas buscando?
— Si.
— ¿Para qué?
— Para confesarte mis sentimientos. — Dice ella y lo besa. Fabiola está llegando al campo y los ve juntos. Sus pies no se pueden mover, se queda cómo una estatua. — Me gustas mucho Byron. ¿Yo te gustó? — Fabiola está deseando que el la rechacé. Sin embargo pasa lo contrario.
— Si. Me gustas mucho Violeta. — Está última sonríe y nuevamente se besan. Los pies de Fabiola ahora sí pueden moverse. Pero es para dar marcha atrás.
Vuelve al hotel, cierra su maleta y se va al aeropuerto. Su madre se sorprende al verla volver tan pronto. Fabiola no le da detalles, se mete a su habitación y llama a Liam.
El al ver su llamada se sorprende. Pero contesta de inmediato.
— Hola.
— Me rompió el corazón. — El presta atención a sus palabras, suenan tristes. — Dijiste que estarías conmigo si eso pasaba. Te necesito.
— ¿Sigues viviendo en el mismo lugar?
— Si.
— Estaré contigo de inmediato.
Liam arma una maleta y sale al aeropuerto, toma un taxi y visita la casa de Fabiola. Su madre es quién abre, lo hace pasar y el sube a la habitación de Fabiola.
Ella de inmediato lo abraza, y llora en su pecho. Uno tiempo después Liam logra que ella vuelva a sonreír. Fabiola retoma su vida normal, vuelve a la universidad, sale con Adalet, nunca le dice que Byron estaba con alguien más, ni siquiera le cuenta lo que pasó en ese viajé, Adalet imagina que el la rechazó y por ello no quiere hablar, respeta esa decisión. Fabiola visita a su abuelo.
En una ocasión el le propone que cambié su apellido. Fabiola no lo piensa más, ya perdió una vez a la persona que amaba por su apellido, y si se vuelve a enamorar no quiere que pasé lo mismo. Por lo que acepta. Meses después Liam le pide que sea su novia, ella no está segura, le dice que todavía piensa en Byron, pero a él no le importa. Fabiola entonces lo acepta. Y con eso logra molestar mucho a su mejor amiga. Adalet no está de acuerdo con esa relación. Uno por qué quiere a Liam y dos por qué sabe que Fabiola todavía quiere a su hermano.
Adalet entonces corta su relación con ella. Así que Fabiola se queda sin su amiga.
Fin del flashback.
...Byron....
Luego de unos minutos que me parecieron eternos, por fin estuve frente a mi casa. Está no había cambiado mucho desde que me fuí.
— Tú casa es hermosa. — Dijo Violeta.
— Mi madre tiene buen gusto.
— Viendo está casa no lo dudo. — Sonrió y entramos, fuí recibido por mi madre y padre. Mi madre fue la más emocionada. Se echó a mis brazos de inmediato, ser recibido de esa forma es muy grato.
— Hola. Tú debes ser Violeta. Byron nos ha hablado mucho de ti. Aunque no pudimos conocerte en ninguno de nuestros viajes. — Comento ella abrazando a Violetta también.
— Si soy yo. Es un placer conocerla. Y me disculpó por no estar presente cuándo iban.
— No hay problema.
— Buenas tardes familia. — Adalet venia bajando las escaleras. — A, ya estás aquí. — Su frialdad era igual a la de antes.
— Hola. Soy Violeta. Tú debes ser...
— Así que tú eres por la que cambiaron a mi amiga. — La vio de pies a cabeza. — No eres la gran cosa, Fabiola es más bella.
— Adalet. — Mi madre intentó controlarla. — No seas imprudente.
— Yo no me llamaría de ese modo. Más bien diría que soy honesta.
— Tú honestidad es mucha. — Dije molestó. Le guste o no Violeta es mi novia. Debe tratarla con respeto.
— Hermanito. — Ella caminó hacia mi y en lugar de darme un abrazo, me dió un golpe en la entrepierna. Yo fruncí el seño por el dolor.— Se me olvidó darte ésto hace unos años. Lamentó que el regaló llegué tan tarde. — No puedo creer que lo recuerde. Y que me haya pegado tan fuerte. Me quiere dejar sin familia.
— Madre, padre, me tengo que ir.
— ¿A dónde vas? ¿Al fin encontraste novio?
— ¿Novio? — Ella se rió. — No gracias, yo no quiero a un hombre que me abandoné. — Me vio con rencor. — O me cambié por otra. — Observó a Violetta con frialdad. — Me voy.
— Supongo que vas con la responsable de que casi me dejes sin familia.
— Y yo supongo que mamá y papá no te lo contaron.
— ¿Contarme qué?
— Olvídalo. Lo que pasé con ella dejó de importarte el día que la dejaste sola en el aeropuerto.
— ¿De que está hablando tu hermana?
— No le hagas caso.
— Pero...
— En otro momento te lo contaré.
— Está bien.
Fabiola.
Hoy desayuné con Liam, y después me invitó a cenar, estaría desocupada en la noche así que acepté. El me estaba esperando cerca de su auto con un bello ramo de flores. Siempre es detallista conmigo.
— ¿Cómo estuvo tu día? — Pregunté.
— Normal. Mi noche es lo que va estar genial. — Besó mis labios. No se si fue el beso o lo que había dicho, pero me puse algo nerviosa.
— ¿A dónde me llevarás? — Cambié el tema.
— A tú restaurante favorito. — Dijo sonriente.
En el camino un semáforo cambió de color, y ví a Adalet. Hace mucho que no habló con ella. Desde que soy novia de Liam, una de las razones por las que no lo quería aceptar era ella, los sentimientos que ella tenía o tiene por el. Pero Liam me dejó claro que nunca correspondería los sentimientos de ella, ni de otra mujer. Y Adalet tampoco hizo nada por ganárselo.
— Amor. — Liam notó que mi cabeza estaba en otro lugar.
— Si.
— ¿Quieres ir con ella?
— No. Ella no quiere verme. Tú sabes por qué.
— Yo intenté explicarle. Tú lo viste. Es una mujer hermosa, pero yo te amo a ti. Ha sido y será así por siempre. — Me rodeó con sus brazos.
— Ya lo sé amor. Y me siento muy afortunada por tener a alguien que me ama así. — Adalet también nos vio, pero siguió su camino, el semáforo cambió y el chófer avanzó. Giré la cabeza para ver el auto de Adalet avanzar. Es doloroso perder una amistad de tantos años. Pero si lo pienso bien fue lo mejor. Así nunca me cruzaré con Byron.
Violeta.
Byron me trajo a un restaurante fabuloso, aquí en Nueva York todo es magnífico, excepto por el tráfico, ese si es una pesadilla, pero omito esos detalles al pasarla tan bien con mi futuro marido.
— ¿Te gusta el lugar?
— Si. Es precioso.
— Me da mucho gusto. — Dejó un beso en mis labios. Al separarse lo noté extraño, cómo si hubiera visto a una persona que no esperaba.
— ¿Pasa algo?
— No. — El apretó la mandíbula. Y las venas de sus manos se saltaron. Cosa que hace cuándo algo lo molesta es exceso.
— ¿Seguro que no pasa nada?
— Si. Estoy seguro. — El intentó relajarse, pero lo conozco bien, se que algo pasó. Giré la cabeza y ví a un hombre muy apuesto, acompañado de una mujer muy bella, los dos se veían muy alegres, muy enamorados, la sonrisa de ella y los ojos de el reflejaban el gran amor que existe entre ambos. Pero son dos extraños, no creó que ver a una pareja de enamorados, sea un motivo para que Byron se enojé. Negué con la cabeza y gire para encontrarme con el rostro de Byron un poco rojo.
— Amor ...
— La comida no es buena. Busquemos un lugar mejor.
— Pero el mesero ni siquiera...
— Vámonos. — El se levantó de la mesa y yo lo seguí.
— ¿Se puede saber que está pasando?
— Nada. No pasa nada. — Pidió el auto y pronto lo trajeron, ambos subimos y me llevó a un hotel. Pidió una suite y me llevó, apenas habíamos cruzado la puerta cuando el me besó con desesperación.
— Amor tranquilo. ¿Qué pasa?
— Te deseó. ¿Eso está mal?
— No. Pero nunca te habías comportando así.
— Por favor no preguntes nada. Dejá que te haga mia. Es lo que necesitó. — Volvió a besarme y correspondí, me acostó sobre la cama y me quitó la ropa interior, su boca se puso en mi zona privada, yo estaba muy húmeda, y el me estaba devorando por completo. Me derramé en el y subió sus labios a los míos, luego sentí su miembro en mi entrada, cada vez me pe**traba con más rudeza, y mis gemidos demostraban lo mucho que me gustaba eso. Una vez que llegamos al orgasmo me puso en cuatro para comenzar de nuevo, sus en**stidas eran duras y placenteras. Yo pedía más y más de aquello, y lo tuve por varias horas. Hasta que ambos quedamos agotados y tuvimos que dormir.
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