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La Noble Esposa Del Presidente

CAPITULO 1

3 meses después del matrimonio, un Vehículo totalmente desconocido se estacionó por delante de la Villa, por supuesto que Susan sabía que alguien de la Familia Lacronte había llegado, por las iniciales que te tenía imprenta el vehículo, pero no se había esperado que Fuera Andrea Lacronte, su suegra.

Susan durante los 3 meses de matrimonio no se había cruzado con Arturo ni una sola vez, aunque si sabía que todas las noches se la pasaba en el Despacho y antes de que salga el sol ya abandonaba la Villa, Arturo aunque estaba decepcionado de Gabriela y de su repentino abandono acepto casarse con Susan, aunque ambos tenían pensamientos muy distintos con respecto a aquella unión que debería de durar 365 días.

Cuando la joven bajó a la sala se había encontrado con Andrea, por supuesto su suegra tenía una mirada de desprecio hacia ella.

— Señora Andrea - Susan habló con su voz suave y una pequeña sonrisa que se dibuja en su pequeño rostro.

— La servidumbre no debe de dirigirme la palabra, así que regresa por dónde viniste maldita, oportunista, roba prometidos - la acusación de su suegra hizo palidecer a la joven que abrió sus ojos como platos al escuchar a Andrea expresarse de esa manera de ella.

— ¡Madre! - Arturo Lacronte había llegado, Susan se había quedado sin aire en los pulmones al observar al hombre, que vestía traje negro en su totalidad, su elegancia y su presencia destacaba.

— No sabía que la servidumbre tenía privilegios - Andrea Lacronte volvió a hablar.

— Basta Mamá, Susan es mi esposa, no es la servidumbre - Arturo se veía muy serio, su aura inundó todo el sitio, incluso la gran Villa parece pequeña ante su presencia, además luego de expresar aquellas palabras el hombre se dirigió hasta su despacho, Susan tragó saliva y Andrea dejaba en claro que ella no le agradaba.

Todo pareció disiparse, Susan se había metido en la habitación, Andrea salió de compras, aunque Susan no sabía si Arturo seguía en el despacho, pero antes de que pudiera pensar más su teléfono celular sonó percatándose de que se trataba de su madre.

— Mamá, ¿ocurre algo? - Susan tenía miedo, puesto que todos los días iba a visitar a sus padres a la tarde y ahora recién era medio día, aunque su padre no hablaba y tampoco se movía, para ella era reconfortante estar cerca de sus padres.

— Si cariño, tu hermana ha vuelto - Aquello Susan no entendía por qué generó un mal estar en ella, pasaron unos segundos hasta que la joven pudo formular algunas palabras.

— ¿Está en la casa? - su voz era muy baja.

— Sí, está en la casa, además tu padre pudo articular algunas palabras con el regreso de ella - Gema Fontaine parecía triste, y es que no era novedad de que Gabriel Fontaine tenía su favorita entre sus hijas y aquella era Gabriela muchas veces Susan incluso era rechazada por él, pero el cariño y la nobleza de su hija siempre toleró aquello, incluso ella solamente necesitaba y estaba dispuesta a aceptar migajas de cariño de su padre.

— Entiendo Mamá, es mejor que no vaya hoy - Susurró Susan - No quiero incomodar a Gabriela.

— Pequeña Susan está es tu casa, al igual que la de ella, y tienes todo el derecho de venir aquí.

— Lo sé mamá, pero prefiero no ir hoy, te hablaré después - Susan no le había dado tiempo de reaccionar a su madre cuándo la llamada había llegado a su final.

Era media noche cuando Susan se percató de que se había quedado dormida, sentía la garganta seca, había dormido más de 8 horas, incluso su estómago rugía, aquello la hizo fruncir el ceño, salió cuidadosamente de la habitación, el pasillo estaba oscuro y desolado, Susan no quería ser muy ruidosa teniendo en cuenta de que su suegra estaba en la casa y lo menos que quería era incomodar.

Cuándo llegó en la cocina las luces estaban apagadas, era de esperarse, se sirvió un vaso de leche, su mirada avellana se perdió en la ventana que daba al jardín que estaba envuelta en grandes cristales que resaltan la belleza de las flores aún más, los minutos pasaron y el silencio era calma para el corazón de ella, además aquel era su sitio favorito durante estos 3 meses, siempre se colocaba a observar el jardín desde esa misma ventana, ahora inexplicablemente había un pequeño sofá allí, aquello fue puesto allí 30 días después de su llegada.

— ¿Estás pensando en mí? - la voz de Arturo hizo que la joven se levante rápidamente del sofá y suelte el vaso de leche que sostenía en la mano.

— ¿Qué haces aquí? - Susan no estaba acostumbrada a la Presencia de Arturo, es más, ella acostumbraba a estar sola, su padre siempre le decía que ella no encaja en ningún lado y que era mejor que se quede en casa, de allí nació que ella valoró más su soledad que salir y buscar encajar en una sociedad hipócrita.

— Esta es mi casa - Arturo se acercó a ella logrando que Susan retroceda, sin percatarse de que la leche derramada en el suelo era la misma zona que estaba pisando.

Susan había perdido el equilibrio, ya que se había resbalado, pero el golpe esperado no llego, un fuerte brazo rodeo su pequeña cintura, y su reacción por instinto hizo que ella envuelva sus brazos alrededor del cuello de Arturo, aquella acción parecía de telenovela romántica en dónde el protagonista salva a su amada de algún mal, solo al estar frente a frente con sus cuerpos unidos Susan observo los ojos grises del hombre, su perfecto rostro, sus cejas, Arturo Lacronte no en vano era elegido el hombre más elegante y apuesto de toda Inglaterra.

— Gra-gracias - Susan hizo el intento de apartarse de Arturo, pero el agarre del hombre se intensificó - Suéltame, no quise agarrarme de usted - Susan rápidamente se había puesto a disculparse, supo por las encargadas de la casa de que Arturo tenía un fetiche de Limpieza, y no soportaba que la gente esté cerca de él, la ropa que utilizaría debía de ser esterilizada, los ingredientes de su comida son traídas exclusivamente del exterior.

— Estás consciente de que si te mueves vas a producir una reacción en mi cuerpo.

— No tengo ninguna bacteria, no voy a producir ninguna reacción en su cuerpo, señor Lacronte, solamente me asusté, no pensé que usted estaría aquí, no fue mi intención, le prometo que no volverá a ocurrir.

— Debes de desarrollar un poco más tu mente - la voz de Arturo estaba ronca, Susan entró en pánico pensando que efectivamente Arturo estuviera pasando por alguna alergia, por los productos de hidratación que ella usa, o las prendas de mala calidad que lleva puesta.

— De verdad lo lamento - sus ojos ya estaban llenas de lágrimas, había escuchado que Arturo era demasiado despiadado si algo le molestaba, por supuesto todo aquello lo había escuchado de las personas de Limpieza, puesto que con su hermana no hablaba, Gabriela siempre la discrimino, aunque Susan era demasiado buena que siempre pasó por alto todo aquello, ella venera a su familia y aquello no va a cambiar.

— ¿Lo lamentas? - Susan tembló en los brazos de Arturo mientras observaba los ojos brillantes del hombre - Me estás estimulando sexualmente.

Susan quedó pálida al escuchar las palabras de Arturo.

— ¿Qué vas a hacerme? - Susan volvió a removerse, provocando el gruñido de Arturo, no era tonta, ella sabe perfectamente que estaba excitando a Arturo, pero ahora su duda era ¿Ella le gusta a él? Susan realizó un gesto de negación con su cabeza, aquello no puede ser así, pero sentía la masculinidad de Arturo y aquello la asustó más, salió de sus pensamientos al momento de escuchar el tejido de su ropa romperse, su espalda tocando el sofá, y el dolor desgarrador de ser penetrada.

Susan estuvo cerca de gritar, pero Arturo le tapó la boca, las lágrimas brotan de los ojos avellana de Susan, Arturo se había convertido en salvaje, con cada embestida su cuerpo empezó a reaccionar, sus manos acarician cada parte del cuerpo desnudo de Susan, cuando todo terminó, Susan no podía moverse, lloraba desconsoladamente, sus prendas estaban destruidas, Arturo parece como si nada, seguía teniendo el porte de Rey mientras acomodaba su pantalón.

— ¿Por qué lo hiciste? - Susan sé ánimo a preguntar.

— Porque esto es lo que hacen los esposos, tienen sexo ¿No querías eso? Además, me pareció que te gusto.

— Eres una bestia - Susan se tapó con su ropa rota, o por lo menos trato de hacer aquello.

— No trato de demostrar que soy un buen samaritano, eres mi mujer, no puedes negarte - Susan sabe que las palabras de Arturo eran correctas, ella no puede negarse, pero no se esperaba que el hombre hiciera tal cosa - Ve a tu habitación - Expuso Arturo.

Y la voz del hombre esta vez generó una sensación más rara en ella, Susan se había puesto de pie, la incomodidad en su zona íntima era algo totalmente nuevo para ella, se mordió los labios y avanzo hasta llegar a la escalera y subir a su habitación, la cocina seguía estando en total Oscuridad, pero Arturo prendió uno de los interruptores que dejaba ver un poco de luz justo en el sitio en donde está el sofá, y allí la mancha de sangre fue visible, el hombre endureció sus facciones al observar el líquido Carmesí.

CAPÍTULO 2

El nuevo día había llegado al momento en que Susan abrió los ojos, se percató de la alta figura que se encontraba sentado en la pequeña silla, Susan se había asustado, rápidamente se sentó en la cama, no entendía que estaba pasando durante los tres meses, no se había topado con Arturo, pero en una tarde lo ve, a la noche la somete en acto sexual, y a la mañana se encuentra con el hombre mirándola mientras duerme.

— Susan - Expuso Arturo, pero la niña aún estaba aturdida por la presencia del hombre que ni siquiera presto atención a Arturo - Supongo que aún debo de castigarte por no contestar a mi llamado.

— ¿Qué? - Susan reaccionó, pero ya era tarde, Arturo se había posicionado por encima de ella, Susan lo empujó, pero cualquier intento era en vano, su fuerza no era oponente para la fuerza de Arturo.

— Adivina - Arturo abrió la pijama de Susan, la mujer ya se había rendido solamente dejó al hombre que tomara su cuerpo, el dolor era menos intenso que anoche, pero aún había incomodidad, de todos modos estaban casados y ella no podía negarse, una hora después de que dos cuerpos se enreden con totalidad en la cama todo había terminado, Susan quedó confundida, su pequeño cuerpo tenía pequeñas mordidas, mientras observaba que Arturo se prende los botones de la camisa, Susan lo miraba, Arturo estaba actuando como aquello que lo conocen un Empresario Respetado, no obstante con ella se comportaba como una bestia.

— No pienses mucho, es solo sexo - con aquellas palabras Arturo salió de la habitación, como si hace unos minutos no hubiera desatado el nudo de la pasión.

— ¿Cómo ocurrió esto? - Preguntó Susan mirando su cuerpo desnudo, las sábanas desarregladas y lo más importante, ¿era la sustituta de su hermana en su totalidad? ¿Arturo, pensó en Gabriela cuando mantuvo intimidad con ella? - Susan dejó escapar un suspiro ella no quería que esto se saliera de control, necesitaba hablar con alguien, así que se había duchado, desayuno y salió en busca de su mejor amiga, Daniela Jones.

— ¿Qué haces aquí tan temprano? - La rubia se sorprendió de ver a la Morena a las 8 de la mañana parada en la puerta de su departamento.

— Necesito decirte algo, he cometido un pecado y no puedo decírselo a mi madre, no tengo cara para hacerlo.

— Si no has matado a nadie, si no vas robando no es ningún pecado - Daniela la tomó de las manos introduciéndola al interior del departamento.

— Anoche Arturo y yo tuvimos intimidad - Susan unió sus manos, sus pies golpeaban el suelo, ella estaba nerviosa.

— ¿Hay algún problema con eso Susan? - Daniela negó con la cabeza - Déjame decirte que no hay nada malo en eso, están casados, es lo más lógico que puede ocurrir entre ustedes, pero ahora lo que no entiendo es ¿cómo llegaron a eso? Porque resulta que ustedes ni siquiera hablan, el tipo ni te topa en la casa, el día que se casaron los documentos fueron llevados hasta su oficina, ni siquiera lo veías de seguido cuando era tu cuñado, mucho menos lo viste cuando estuvieron casados, y ahora resulta que hasta - Daniela había sonreído antes de hablar - ¿le hiciste alguna brujería? Ya decía yo que no podías resistirte a Arturo, niña, es el hombre más codiciado de Londres y de toda Inglaterra.

— No le he hecho absolutamente nada, deja de decir estupideces, ayer llego su madre, fue allí que se produjo el primer encuentro, de hecho me defendió de la señora Andrea, pero a la noche ocurrió sin explicación, no tengo manera de explicarte lo que.

— Susan, no te estoy pidiendo los detalles, solamente quería saber cómo llegaron a eso, pero al parecer ni siquiera tú lo sabes, nena solo disfrútalo en un año, solo tendrás como anécdota el hecho de acostarte con nada más y nada menos que con Arturo Lacronte.

— No estás entendiendo la gravedad de la situación— Susan se había desesperado— Te estás olvidando de que Arturo ama a mi hermana, iban a casarse y.

— Arturo es tu marido, tu hermana huyó - Daniela la interrumpió.

— Aún no sé que ocurrió con ella, Gabriela solamente desapareció y aquello provocó el infarto en mi papá ¿y si le ocurrió algo? Además, ella ama a Arturo - Susan estaba por continuar, pero Daniela la interrumpió de inmediato.

— Susan, no hemos hablado de este tema porque pensé que nunca sería necesario, pero tu hermana siempre fue la preferida de tu padre, es probable que haya descubierto algo que provocó el infarto.

— Y puede ser que haya descubierto que mi hermana estaba en peligro, es lógico— Expuso Susan.

— O quizás tu hermana lo decepcionó— Daniela miró fijamente a su amiga, pero Susan negó con la cabeza.

— Ella no sería capaz de decepcionar a papá, tengo miedo de que algo le haya ocurrido a mi hermana y yo este usurpando su lugar, además ella ha vuelto.

— ¿Qué? - Daniela se mostró sorprendida.

— Gabriela ha vuelto, debo de verla, debo hablar con ella, necesitó saber si ella está bien.

— Quizás no funcionó con el amante - Daniela se encogió de hombros.

— Deja de decir eso - Susan estaba dispuesta a defender a su amiga.

— Por esta vez me callo, quiero saber que te dice tu hermana y como haces valer el título de la Noble Esposa del Presidente.

— Daniela no me llames así, que no sabes que mal me siento después dé.

— ¿Pensaste en tu hermana cuando él tomaba cada parte de tu cuerpo? - La pregunta de Daniela logró que Susan se sonrojara. — Lo ves, no pensaste en ella, y ante todas las leyes eres su esposa y no es pecado que una pareja tenga sexo, ahora acompáñame a desayunar que aquí la única que cenó y se desayuno a un hombre totalmente deseado eres tú - Daniela había sonreído, unos minutos después ambas jóvenes se habían dirigido a un restaurante.

— ¿Piensas comerte todo eso? - Fue la pregunta de Susan observando el plato de Daniela.

— No seas inoportuna a todo esto, ¿qué te dijo la víbora de tu suegra? - Daniela, después de hacer aquella pregunta se había ganado una mala mirada por parte de Susan.

— Ella por supuesto no oculto su desagrado hacia mí - Susan se llevó un bocado a la boca.

— ¿Y tu caballero te Defendió me has dicho verdad?.

— ¿Tu fortuna se levantó a base de tus buenas bromas? - Susan también había sonreído, logrando que Daniela también sonría.

— Mi padre era bueno haciendo bromas, yo he heredado aquello.

— No me hagas reír - la atmósfera entre ambas jóvenes era agradable, ambas habían iniciado juntas en el área de la educación desde que tenían 5 años y hoy con 23 años, ambas, aquella amistad estaba más fuerte que nunca, eran muy distintas, Susan era callada, no compartía mucho, y Daniela disfrutaba de su juventud, Susan disfrutaba del Arte, Daniela estaba cerca de asumir la Presidencia de la Empresa Familiar.

— Deberíamos de salir esta noche.

— Tú sabes y me conoces, no me gusta salir Daniela.

— Es en una cena benéfica para la Escuela de arte - y escuchar la palabra Arte hizo que Susan cambie de semblante inmediatamente - Los niños que estudian Arte Irán a representar al extranjero, y la empresa de mi padre es uno de los Benefactores, quizás sea una brillante oportunidad para que tú te lances en el mundo del arte.

— No puedo hacerlo, no quiero decepcionar aún más, a mi padre, nunca le gustó que yo estuviera metida en ese aspecto.

— Todo es lo que piensan los demás, pero que ocurre con lo que tú quieres, que ocurre con tus sueños Susan, tomaste la decisión de casarte para que tu familia no pierda su patrimonio porque todos conocemos que Arturo es el sostén de la Empresa, ustedes se consolidan a través de Arturo, si él corta lazos con la Familia Fontaine sus empresas desaparecen, pero ahí está aquello no es un pecado muchas empresas lo hacen, pero tú por tu familia, por unas Empresas que ni tiene nada que ver contigo te sacrificaste, porque tú no obtienes ningún beneficio nunca te compraste un vestido del dinero de tu padre, siempre tu madre te daba dinero y era el dinero de la Familia Morgan, tu Familia Materna.

Susan agachó la cabeza, su amiga tenía razón, su padre nunca la había dejado gastar su dinero, es más, cuando ella entró a la Academia de Arte, su padre la había catalogado como un Fracaso.

— Pero Susan no te pongas así, si te lo digo es para abras los ojos, que te pongas en primer lugar a ti, que dejes de pensar que tal persona no haría tal cosa, que estás cometiendo un error, cuando todo es correcto, vamos está noche conmigo - volvió a Exoresar Daniela.

Susan había suspirado, pero antes de responder su mirada captó a la pareja que estaba llegando al restaurante en ese preciso momento.

CAPÍTULO 3

— ¿Que es esto? - Daniela mostró una mala cara también al percatarse de la presencia de Arturo y Gabriela - Tú eres su esposa, ella lo dejó.

— Daniela, no conocemos lo que ha ocurrido allí, no podemos juzgarla, ella lo ama - Susan miró mal a su amiga, impidiendo que su amiga terminará la frase, - Es mejor irnos de aquí.

— ¿Vas a huir, vas a dejar a tu marido en las garras de tu hermana? Ninguna esposa querría hacer eso - Daniela volvió a quejarse.

— Solamente me casé con Arturo por mi familia, para no quedar en el precipicio del Fracaso.

— Ya no llores por eso, eres su esposa y te recuerdo que por un año.

— Arturo puede terminar con el trato cuando quiera, y después de esta reunión yo sé que ni siquiera va a esperar hasta mañana para informarme de aquello, y a decir verdad eso suena genial, volveré a obtener mi libertad, mi familia se salva, mi padre con el regreso de Gabriela también puede mejorar.

— Y nuevamente son todos ellos ¿Dónde quedas tú? - Daniela la tomó de la mano.

— Daniela no pensarás que mi felicidad está al lado de Arturo - Susan negó con la cabeza - Eso suena loco la verdad, imagínate el exprometido de mi hermana y yo enamorarnos - Susan estuvo tratada a sonreír, pero no lo hizo porque aquello le dará más razones a Daniela de molestarle.

— No tiene nada de malo, muchas veces el amor viene después del matrimonio, hasta ya tuvieron intimidad.

— No digas eso en voz alta - Susan la fulminó con la mirada.

— Vámonos de aquí - Daniela dejó el dinero por encima de la mesa, entonces la curiosidad no pudo con Susan que busco con la mirada a Arturo y Gabriela, pero la pareja no entro en el campo de visión de la mujer - No vas a encontrarlos, de seguro están en una de las habitaciones privadas con las que cuenta el Restaurante - Daniela había hablado con cizaña, no para hacer sentir mal a Susan, es nada más para ver su reacción.

— Pues no los culpo, supongo que Arturo la extraño bastante - Expresó Susan, aunque inevitablemente algo se apretó en su interior.

— Mejor cállate - Daniela esta vez había sonreído - Vayamos a ver a la tía Gema - su mejor amiga la arrastró fuera del restaurante.

40 minutos después el Vehículo de Daniela se estacionó por delante de la Villa Fontaine, Gema que estaba tomando café, se percató de la llegada de su hija menor, pero la mujer no estaba sola.

— Mamá - Susan entró en la casa y abrazo a su madre, por detrás de ella Daniela también había entrado.

— Pero que son estos modales - Andrea Lacronte no oculto su desagrado ante la llegada de la menor de Los Fontaine, a pesar de ser la casa Familiar Fontaine.

— Señora Lacronte - Susan había agachado la cabeza, pero por detrás de ella había llegado Daniela.

— Tú no vuelvas a agachar la cabeza ante nadie - le susurró Daniela pellizcando su brazo.

— Por suerte Gabi ha vuelto, Arturo y ella hacen una hermosa pareja, además tú solamente eres una intrusa - Andrea se acercó a Susan - Pídele hoy mismo a Arturo el divorcio y deja que tu hermana sea feliz.

— Andrea son asuntos de ellos, no podemos intervenir - Gema había interrumpido.

— No, yo elijo a Gabriela para mi hijo - Andrea dejó la taza de café y salió de la casa, no sin antes golpear a Susan con el hombro.

— Susan no hagas caso - Gema acarició el rostro de su hija.

— No piensa hacerlo tía Gema - Daniela saludo a Gema - Hemos venido a ver como está el tío.

— Hoy volvió a Expresar algunas palabras - Gema se sentó en el sofá - Preguntó por Gabriela.

— Era de esperarse - Susan mostró su carita triste aunque quiso ocultar aquello, no pudo pasar por desapercibido ante Daniela.

Las horas pasaron, Susan y Daniela se habían ido, Gabriela no había vuelto.

— Iré por ti en mi nuevo bebé - Daniela tenía los ojos brillantes - La Nueva Lamborghini que adquirí es una bestia, te quiero lista para las 8.

— Vaya, te emociona más el vehículo que un hombre - Susan había sonreído genuinamente con su amiga.

Susan entró en la casa, claramente no esperaba encontrarse con mucha gente en la Sala.

— Miren, pero si es la novia sustituta de tu hijo - Una de las mujeres Expuso, logrando que Andrea sonriera con burla.

— Es una simple sustituta - Expresó otra, Susan subió corriendo por las escaleras, se encerró en su habitación y de allí no había vuelto a salir hasta que el sol se ocultó, y el reloj marcaba las 7 de la tarde, Susan se había bañado, se había puesto un vestido Beige, por supuesto era hermoso, pero no era de diseñador, solamente era una copia barata que ella había logrado adquirir, se recogió el pelo, se veía hermosa, siendo las 8 exactamente el vehículo de Daniela se había estacionado por delante de la Villa Lacronte, Susan se subió en ella y la Lamborghini se alejó.

Desde el cuarto piso, los ojos verdes observaron con un brillo diferente aquella acción, levantó su teléfono celular y Marco el número de teléfono de alguien.

— Diga Señor - La persona con quien Arturo quería contactar rápidamente había contestado el teléfono.

— Averíguame de quien es la Chapa 3x3x4y6 matrícula Inglesa por supuesto - La llamada había terminado y Arturo se sentó por detrás de su escritorio, sacó un vaso de whisky, aquella habitación estaba fría aunque la calefacción estuviera encendida.

Siendo las 11 de la noche, nuevamente el vehículo se estacionó por delante de la Villa, Susan había descendido de ella, esta vez lo hizo más sonriente, sus mejillas estaban sonrojadas, por supuesto que se escuchaba la sonrisa de la joven al descender del vehículo.

La mujercita había empezado a avanzar, se había dado la vuelta por la casa no quería molestar a nadie así que lo mejor es entrar por la cocina, además no sabía si las amigas de su suegra aún estaban en la Sala, así que ella prefirió evitar pasar por un mal rato, las luces de manera inesperada se había apagado aquello hizo que sus pies se doblen por supuesto el tacón era alto, Susan estuvo cerca de caer, pero alguien la sostuvo del brazo, no de una manera muy amigable, podía sentirse el mal humor en la atmósfera, su cuerpo se sacudió bruscamente en los brazos fuertes cuyo cuerpo emana frialdad.

— ¿Con quién estuviste? - Arturo se oía aterrador, Susan entró en pánico al ver a su marido, mirándola de manera muy fea - Contesta a mi pregunta Susan.

— He salido a una cena - Susan se encogió de hombros.

— ¿Ingeriste bebidas alcohólicas? - Arturo, la tomo de la barbilla.

— No es asunto tuyo - Susan se quiso apartar, Arturo la dejo caer, pero segundos después ella chilló de dolor.

— ¿Y ahora qué demonios pasa contigo? - Arturo la levanto encontrándose con los ojos lagrimosos de ella.

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