A la edad de ocho años, venía camino a casa cuando un hombre se me acercó intentando llevarme con él, gritaba por ayuda, pero solo veían lo que pasaba y no hacían nada, forcejee, pero era demasiado pequeña y delgada, hasta que llego MI HÉROE, un muchacho muy bonito, me defendió hasta llevarme a casa y solo con verlo esa única vez se hizo mi amor platónico, él se quedó conmigo hasta que llegara mi padre, al verlo le explicó lo que había ocurrido y entendiendo que lo que había pasado era para pedirle dinero a mi padre, pero lamentablemente quien me salvo jamás lo volví a ver.
Cuando mi madre enfermo fue muy doloroso, verla deteriorarse poco a poco, dándome cuenta que ni todo el dinero ayuda a curar al ser que más amaste y te amo, su enfermedad fue tan misteriosa que ni los mejores especialistas supieron dar un diagnóstico certero, viviendo unos cuantos meses en agonía y yo su única hija junto a ella, hasta que una tarde no pudo más cerrando sus ojos y perdiendo la batalla con esa maldita enfermedad, arrebatándome la luz de mis días.
Después de perder a mi madre, solo fueron escasos meses cuando papá decidió que nos teníamos que ir de aquí, para ahora vivir en Estados Unidos dejando atrás nuestra vida en Italia, al llegar aquí tenía apenas nueve años, donde fue difícil adaptarme, pero con ayuda de mi tía Gia, hermana de mi mamá fue un poco más llevadero, ya que papá se la pasaba trabajando en la empresa, una de las sedes del gran imperio Leone.
Mi tía era la que siempre estaba para mí, me daba el amor de madre cuando me sentía triste, me abrazaba, cuando extrañaba a mi mamá, pero lo que más me afectaba era el abandono y desapego de papá, a esa edad no entendía que pasaba y siempre me hacía la misma pregunta, ¿por qué cambio?, fui creciendo tomando clases desde casa, porque se me dificultó relacionarme con los demás y ser un poco más sociable.
Fui a terapias por lo mismo, me ayudo un poco, pero aun así no quería tener tanto contacto con otras personas, no lo entiendo hasta la fecha, a la edad de trece años mi tía tenía que viajar a Italia para visitar a mi primo Gianni, se estaría con él una larga temporada, yo, tenía ganas de ir, visitar la tierra que me vio nacer, pero me tenía que quedar para seguir con mis estudios.
A la semana que mi tía se había ido, papá trajo a una mujer llamada Sofía, era su novia, al principio me trataba bien, pero a solo dos meses de haberla conocido se casaron y todo cambió, fue todo tan rápido que no lo pude asimilar, ella llegó adueñándose de todo junto a su hija Alice.
Meses después solo eran ligeros empujones ocasionales o accidentales como ella y su hija se excusaban, pero iba en aumento después cuando papá tenía que viajar por su trabajo, me molestaban y humillaban hasta el grado de ponerme la mano encima, pero yo siempre me trataba de defender ante sus ataques, al regresar mi padre le dije e ingenuamente creí que me defendería de ellas, pero nunca sucedió así, me grito frente a ellas viendo sus rostros de satisfacción, regañándome; que siempre quería ser solo yo, que dejara de inventar mentiras y calumnias de mi madre y hermana, al decir lo último le grite a mi padre con tanta rabia, le dije que ellas jamás serían nada mío, me abofeteo hasta el cansancio castigándome por un mes sin derecho a salir de mi habitación, me dolió porque ese día fue el principio de muchas que mi padre me ponía la mano encima solo por ellas.
En esas cuatro paredes me hacía miles de preguntas, ¿en qué momento cambió?, ¿por qué no me cree?, ¿cuándo deje de ser su adoración?, ¿en realidad aún me amará?, era mucho tiempo para pensar y cuestionarme sabiendo que todas tenían una sola respuesta, ellas lo cambiaron a su llegada y mi padre me a dejado en segundo o hasta en tercer plano de su vida olvidándose que yo soy el producto del amor que se profesaban mi madre y el señor Mauro.
Los siguientes años la tía solamente venía de vez en cuando, sin entender el por qué, cuando venía no se quedaba aquí conmigo, solo me visitaba durando su estadía aquí en Seattle una semana, volviéndose a ir, y yo como cada mañana, tarde y noche seguía sufriendo sus agresiones tanto verbales como físicas.
Pero un día cambió todo, una de tantas noches había fiesta en la casa donde claramente siempre me la pasaba en mi habitación porque no me gustaban tanto las multitudes me ponían nerviosa ver tanta gente.
Estaba en mi habitación adelantando tarea, cuando se abrió la puerta entrando un muchacho alto de cabello claro y ojos tan profundos como el océano, me quedé en shock de solo verlo, él solo se disculpó mostrándome esa hermosa sonrisa y mi corazón fue flechado en cuestión de segundos.
Las semanas avanzaron recibiendo a diario la visita de Sam, hasta que nos hicimos novios con la aprobación de papá, al principio era muy bonito, mágico y demasiado romántico, hasta que al pasar de unos cuantos meses, su pedido me haría ponerme nerviosa, pero yo misma me cuestionaba, lo amaba, ¿cierto? y él era mi novio, el primer hombre en mi vida sentimental, pero aunque lo amará demasiado aun así no estaba lista para entregarme a él.
Pero en meses, el cambio repentino de ella me haría caer solo por ser tan ingenua, cambiando mi vida en una sola noche, descubriendo la traición que ambos me harían confabulados y teniendo un solo objetivo lastimarme.
GEMMA LEONE FIORE
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GEMMA
Al despertarme fui recibida con una hermosa sorpresa de Amelia la cocinera, con un pequeño pastel para celebrar mi cumpleaños número dieciocho, me abrazo tan fuerte que era muy reconfortante.
- anda mi niña, pide un deseo y sopla las velas- asentí, cerrando mis ojos pidiendo mi deseo al abrirlos soplé las velas.
Al fondo vi a mi papá recargado en el marco de la puerta con una pequeña sonrisa, se acercó abrazándome sacando una caja, al abrirla era un par de boletos para el béisbol, era mi deporte favorito estaba tan feliz que nada, ni nadie me lo arrebataría.
- hija por la tarde iremos así que desayuna y te alistas, me voy al trabajo- asentí volviéndolo a abrazar besando su mejilla.
- gracias papá, por acordarte de mi cumpleaños- asintió tocando con su dedo la punta de mi nariz y se fue.
Salí tras Amelia, bajando las escaleras encontrándome con Alice sentada en el comedor, ella al verme se levantó a abrazarme algo que me sorprendió por su acción y solo termine correspondiendo su abrazo.
- feliz cumpleaños Gemma, ¿en la noche estarás libre? - me quedé en silencio asimilando un poco lo que ha sucedido, hasta que solo me encogí de hombros.
- gracias Alice, me alegra tu cambio de actitud pero no sé si Sam venga, hace días no e sabido nada de él- ella asintió sentándose de nuevo.
- si lo sé, te pido disculpas si me llegué a pasar, quiero que nos tratemos como lo que mi papi dice que somos- asentí, sonriéndole.- bueno solo espero que en la noche pueda celebrar contigo tu cumpleaños, quiero llevarte a un sitio muy especial.
Solamente asentí sin quedar en nada y ya no volvimos a cruzar palabra solo comimos en total silencio, la vi salir mientras yo me fui a mi habitación, arreglándome para en unas horas irme junto a mi padre, recibí una llamada de mi tía cantándome feliz cumpleaños, durando más de media hora hablando hasta que nos despedimos.
Las horas pasaban y papá no llegaba, intente comunicarme con él pero su teléfono sonaba ¿apagado?, ya pasaban de la hora que habíamos quedado, me dolió que olvidara de nuevo nuestra cita, me levante del sofá, subí las escaleras encerrándome en mi habitación, me acosté a pasar un poco el sentimiento de frustración quedándome dormida.
No sé que hora era, pero me levanto un toque insistente en la puerta al abrir era Sam con un enorme ramo de rosas blancas, me sorprendió que viniera porque en realidad a estado extraño las últimas semanas, tome el ramo y solo lo deje pasar.
- hola, cariño feliz cumpleaños- le sonreí hasta abrazarlo dándonos un corto beso.
- gracias por recordar mi cumpleaños- asintió sentándose en mi cama.
- sabes que recordaría todo lo que venga de ti- asentí sonrojándome- cariño sabes solo vine a despedirme, porque en una hora saldré de viaje por unos asuntos de papá.
- y, ¿cuándo regresarás?- él niega tomando mis manos.
- no lo sé princesa, pero te prometo hablarte diario- asentí, quedándonos un momento abrazados.
Salimos de la habitación hasta que lo acompañe a la puerta me despedí de él dándole muchos besos y solo se fue en su motocicleta, subí corriendo las escaleras, pero al entrar de nuevo a mi habitación estaba Alice sentada en mi cama oliendo las flores.
Al verme se levantó acercándose hasta abrazarme fuertemente, al separarnos se volvió a sentar en mi cama.
- Gemma aún no te cambias, ¿espero que no hayas olvidado mi invitación?- la veo sin entender a que se refiere, hasta que vuelve a hablar- de la celebración de tu cumpleaños, a la ausencia de papá y de Sam, es mi responsabilidad que esta noche sea espectacular- solo asentí.
Mientras la veo sumergirse en su celular yo me doy una ducha rápida al salir me muestra un vestido, el cual no recuerdo haber tenido en mi armario, sin pensar lo agarro de sus manos y me lo puse, arreglado un poco mi cabello, me puse perfume y nos dispusimos a salir.
Nos fuimos en su auto, ya que ella es mayor que yo, tiene su propio auto y su permiso, claro que este vehículo se lo compro mi padre cuando cumplió su mayoría de edad hace cinco años.
El camino fue rápido estacionando, cuando baje vi que era un club, había mucha gente y eso me ponía muy nerviosa, creo que me arrepentiría de haber aceptado su invitación, Alice al verme tomo mi mano jalándome hacia la entrada.
- anda vamos, ya verás que te divertirás- su sonrisa no me daba nada de seguridad, suspire hasta asentir, caminando a la par de ella.
Entramos sin hacer fila, la música era demasiado ruidosa para mis oídos, en la pista había personas bailando sin descanso, solo veía pasar a los meseros con botellas y bebidas, me sorprendí porque era mi primera vez que veía venía a un sitio como este, ya que solo en películas las llegué a ver.
Nos sentamos en una mesa muy cerca de la pista de baile, Alice llamo al mesero pidiendo algo, no logre escucharla, ya que la fuerte música me lo impedía, mientras a ella la veía bailando cerca de la mesa yo solo estaba sentada, nerviosa y un poco incómoda.
- quita esa cara Gemma, hoy es tu cumpleaños, celebraremos tu mayoría de edad- el mesero llego con unos vasos, los tomo Alice y me dio uno- toma bébelo hasta el fondo.
- pero Alice yo no tomo- rueda los ojos hasta ponerlos en blanco.
- hazlo en esta ocasión, ¿si?- dude por algunos segundos, hasta que acepte, que podría pasarme, ¿no?.
Agarre el vaso, levantándolo hasta tomarlo de golpe, mi garganta quemaba hasta provocarme la tos, como es posible que esta cosa les guste, sentía caliente mi garganta y ese fue el principio de no sé cuantos vasos mas que me dio Alice.
Me sentía un poco mareada, me quede sentada pero me sentía tan relajada y más sonriente, sí que estas bebidas te hacían ver las cosas de distinta manera, Alice fue al baño, pero no tardo mucho y en sus manos traía una bebida para mí, era diferente a la suya.
- ten, este te encantara- asentí más risueña que nunca.
Estaba concentrada cuando un hombre me habló preguntándome el nombre de Alice, le di la información y solo pasaron unos minutos cuando unos hombres nos invitaron a su privado.
Sus rostros eran un poco distorsionados, solo veía a Alice susurrar con uno de ellos, cuando Alice me ofreció otro de la misma bebida, su sabor era diferente y en cuestión de segundos de haberlo tomado me comencé sentir desesperada, tenía un inmenso calor en todo mi cuerpo, que con solo hacerme aire con mi mano no pasaba y ya no supe más de mí.
GEMMA
Abro los ojos por un toque en la puerta, al darme cuenta no es mi cama, ni mi habitación, ¿pero que paso?, trato de recordar, percatándome que estoy desnuda y temo lo peor, mis lágrimas comienzan a salir, ya que mi mente no recuerda nada, al enrollarme con la sabana, en la cama se podía notar una mancha, dándome a entender que perdí lo que con mucho recelo cuidaba y lo peor es que no sé con quién la perdí.
Camino a abrir y es una mujer muy malencarada, viéndome de arriba abajo.
- hola princesita, solo para recordarte que tienes que abandonar ya la habitación, pero rápido- asentí, cerrando la puerta.
Me cambié como pude, mis lágrimas me impedían tener una visión clara, mis manos temblaban y mi zona íntima dolía, me puse el vestido y salí a toda prisa, con un dolor en mi cabeza, en mi corazón y en mi entrepierna ¿pero que hice?, ¿quién estuvo conmigo anoche?.
Tome un taxi de regreso, en el camino pensaba el cómo le diría a papá, cualquier excusa no servirá para que se moleste conmigo, ya que es la primera vez que hago eso, después de tratar de buscar la mejor excusa la cual no encontré, llegué a casa, dure algunos minutos afuera hasta que abrieron la puerta y era Sofía.
-pero mira que bonitas horas de llegar, tu padre está con un humor por tu culpa, anda entra y enfréntalo- las manos me temblaban y entre caminando hasta su despacho.
Al tocar escuché su voz decir pase, hasta en su voz podía notarse su enfado por no llegar a dormir.
- hola papá- bajé mi cabeza caminando hasta al frente de su escritorio.
- Gemma que te ocurre, ¿por qué no llegaste a dormir?, tu hermana dice que no te volvió a ver por más que te busco- niego, atorándose todo lo que quiero decirle.
- papá, ¿por qué ya no regresaste?, te estuve esperando y sobre Alice no sé que decirte, solo salimos y ya no me acuerdo papá- se levanta negando, caminando hacia la pequeña foto de mi madre, se recarga y vuelve a verme.
- te desconozco, tú nunca sales, no tomas y ahora resulta que hasta vienes al siguiente día, Gemma si lo haces por venganza me decepcionas yo tenía un compromiso con tu madre por eso no regrese- no pude tolerar que me dijera eso y solo le grité.
- solo te diré papá, grábatelo que no lo volveré a repetir ni Sofía es mi madre, ni Alice mi hermana, tú sabes que mi madre hace años nos dejó y nadie ocupará ese lugar, y si no regrese es por culpa de Alice y sus bebidas- se acerca a mí dándome una bofetada, me quedo en shock tocando mi mejilla.
- no vuelvas a levantarme la voz, y no culpes a Alice eres adulta y sabes muy bien lo que haces, ya no eres una niña, así que asume las consecuencias, ¡lárgate!, no quiero verte.- asentí, abriendo la puerta donde estaban las dos escuchando nuestra pelea.
- que triste, cambiar por nada- camino aventándolas, subiendo las escaleras para encerrarme en mi habitación.
Después de esa noche donde perdí mi virginidad, y donde me peleé con mi padre, es como si ya no existiera para nadie en esta casa, solo Amelia es la que me consiente, a veces pienso que ella tuvo mucho que ver en lo que me paso, haberme entregado a un hombre sin saber quien era.
Aún mi mente está en blanco, no sé que pude haber ingerido para haber borrado esa parte tan importante.
Desde que se fue Sam no e sabido si me a llamado o no, mi celular lo perdí y no e podido comprar otro, ya que papá no a querido darme dinero, las semanas han pasado y todo sigue igual mi padre me ignora, Sofía se regocija por eso y Alice ni la volteo a ver.
Salgo de mi habitación a buscar algo de cenar, porque en la hora que sirvieron me fue negaba el poder sentarme en el comedor, bajo las escaleras y todo a esta hora está silencioso, por lo que me comentó Amelia mi padre y Sofía salieron al igual Alice.
Estaba en la cocina preparando un sándwich cuando se escuchó abrirse la puerta principal junto a unas risas, a las cuales reconozco es Alice y ¿Sam?, camino sin hacer el menor ruido hasta abrir ligeramente la puerta, lo primero que ven mis ojos es a ellos, ¿besándose?, ¿pero que está pasando?.
Los vi subir las escaleras sin separarse un solo instante, espere el tiempo justo subiendo a toda prisa las escaleras, mi adrenalina aumentaba y mis sentimientos 3staban más que revueltos se escuchaban unos ligeros ruidos que provenían de su habitación, al irme acercando se escuchaban con más fuerza hasta que abrí de golpe la puerta, quedandome impresionada aún más al ver la imagen ante mis ojos, estaban desnudos, en la cama, teniendo relaciones.
- ¡Sam!, ¿por qué?- él solo me veía levantándose de la cama, buscando su ropa.- contéstame, por favor.
- para que tanta preguntadera, sabes lo que estábamos haciendo, no te hagas la mosquita muerta que tú ya lo hiciste- voltea a verla Sam y luego regresa su vista pasándola en mí.
- a ti no te estoy hablando, ZORRA hasta ahora me doy cuenta que clase de personas son, pero soy tan estúpida de dejarme enredar por los dos- les grito con tanta rabia que hasta duele mi garganta.
- cariño, te puedo explicar- niego sin parar, cuando vuelve a hablar Alice.
- Sam, ya deja tu teatro y dile la verdad- lo veo más que sorprendida y esperando que hable- bueno viendo que él no te dirá lo haré yo, nosotros tenemos una relación de años y tú solo fuiste una apuesta a la que yo perdí por tu culpa, lo que no entiendo es como con él no querías acostarte y con el bombón del antro hasta te aventaste encima de el.
- ¿TU SABIAS?- la apunto con el dedo - dime quien fue el desgraciado que se aprovechó de mí- se carcajea levantándose de la cama envuelta en sabanas.
- para qué te digo, jamás lo volverás a ver, así que solo recuerda la buena noche que te ofreció- la rabia me invadió y me fui a los golpes, pero Sam me jalo llevándome a mi habitación tirándome a la cama.
- ahora mismo me lo darás- solo negué gritando más que furiosa.
- jamás, me das asco- se subió encima de mí impidiéndome moverme e intentando besarme- AYUDA.
Grité sin parar hasta que alguien lo quito de encima, Amelia me abrazo y solo vi a Edgar sacar a Sam de mi habitación, al estar a solas solo comencé a llorar por todo, me dolía el corazón ante la traición y mentiras de Sam, ellos se burlaban a mis espaldas y yo tan ingenua y estúpida que caí redondita.
- mi niña, tranquila ya pasará- solo se escuchaban mis sollozos en la habitación.
- solo jugaron conmigo Amelia, me duele aquí- me abrazo más fuerte durando un buen tiempo así.
Después de llorar por más de media hora, me sentía sin energía, cansada, me dolía la cabeza y los ojos me ardían, hasta que me acosté y Amelia me cobijo quedándome dormida de inmediato.
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