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LA GUERRERA DEL REY SE CONVIRTIÓ EN UNA DONCELLA

FUE UN HONOR HABER LUCHADO A SU LADO

La sala de trono estaba siendo azotada por un silencio infernal ya que en medio del lugar se encontraba uno de los hombres más repudiados del reino: el canciller César de Arzofia.

El rey, quién no dejaba de observar con incredulidad al hombre, le costaba aún asimilar la desfachatez de lo que había dicho recientemente. En sus sesenta años de vida, jamás había escuchado tal tontería.

—¿El imperio derrotado está ofreciendo un tratado de paz para no atacarnos?—dijo con una sonrisa—sabes bien que en cualquier momento podemos hacer que su patético emperador salga del cargo, siendo ese hecho así¿Por qué debería tan siquiera aceptar que me des dicha propuesta?

—Muy fácil, su majestad—respondió el hombre con sarcasmo—porque aún poseemos el río tamesis, así que si estallamos la represa, ¿Cuantas personas en su frontera morirá?

Apenas el canciller dijo esas palabras varios de los soldados, incluyendo uno que estaba bajo una armadura de plata completa, se pusieron frente al rey para protegerlo.

—¡¿Cómo te atreves a amenazarme?!—gritó lleno de enojo—recuerda que estás en mi palacio, acá no tienes poder alguno.

—Eso lo sé, mi rey—siguió con su actitud irónica—pero no sé arriesgará a las represalias que pueda tener el emperador si no escucha noticias de mí en este día. Aparte, no tiene que preocuparse, no es mucho lo que pedimos en realidad.

Comenzó a caminar de un lado a otro, observando los rostros de los generales, comandantes y ministros.

—Hay una guerrera en sus filas, especializada en combate cuerpo a cuerpo y en hechizos anti-demoniacos—habló mientras seguía su caminata hasta llegar al soldado de la armadura plateada—si mal no estoy, ustedes la llaman Rosalyn.

Enseguida el soldado lo miró de forma amenazadora, por más que su rostro estuviera oculto, su aura transmitía odio.

—En vista que su guerrera es una mujer y virgen—dijo con una sonrisa—el emperador ha solicitado que contraiga sagrado matrimonio con el principe de la corona a más tardar un mes.

—¿Y quién le dijo a usted que mi guerrero de plata es una mujer?—inquirió preocupado ante que aquella información hubiera sido filtrada.

—Bueno, si el guerrero resulta ser un hombre, el mismo emperador buscará otra forma de negociar; sin embargo, vendré mañana para confirmar su respuesta y corroborar el sexo de su mayor guerrero—hizo una inclinación—hasta entonces, mi rey, me retiro.

Una vez que el despreciable hombre se fue de la sala del trono, el rey golpeó con ira el brazo de su trono. Pronto, se empezó a escuchar las voces de los miembros del consejo de guerra quiénes estaban preocupados por la situación.

—¿Quién pudo haberle dicho el verdadero sexo del guerrero?—preguntó el tercer ministro.

—¿Y si es una mentira? puede que nos estén llevando contra la pared sin que ellos sepan realmente—respondió el comandante de la marina.

De entre todas esas voces, los pasos del guerrero de plata se escucharon, haciendo que el rey saliera de su trance. Una vez que llegó a las escaleras que conducían al asiento sagrado, se quitó su casco dejando ver a una chica rubia, de cabello ondulado y ojos grises casi azulados.

—Mi rey—dijo en una reverencia—todos estos años que he estado en las filas, solo dios sabe lo glorioso que ha sido. Siendo que nuestro reino ha podido obtener la victoria gracias al esfuerzo de su majestad, así como también que no estaré dispuesta a que me usen para desestabilizar a Centurión, he decidido darle fin a mis días como el guerrero de plata y retirarme de la vida de la milicia.

Ante la mirada de desconcierto del rey, y el silencio mortal que estaba en todo el salón, lleva su mano a su corazón y empieza a influir toda su energía hacía afuera formando un pequeño cristal que poco a poco se tornaba de un color carmesí.

Siendo extorsionada por el reino vecino para ser parte del tratado de paz y convertirse así en la esposa del príncipe de la corona, Rosalyn decide darle todo su poder mágico al rey.

—¡Para!—gritó el monarca levantándose de su trono—si me das tu cristal te quedarás sin poderes.

—Está bien—dijo con una sonrisa—es mejor que ser obligada a ser una moneda de cambio contra mi voluntad—fue un honor haber luchado a su lado.

Una vez influyó todo su poder mágico en su cristal, hizo que este levitara hasta el rey antes desmayarse por una hemorragia interna.

—Te lo prometo—dijo llegando hasta ella acariciando su cabello mientras en su otra mano sostenía su cristal—te daré todo y más, tu sacrificio no será en vano.

Y así, mientras que la guerrera del rey se encontraba inconsciente, se alistaban todos los preparativos para conseguirle esposo a quien había sido una de las guerreras más poderosas pero que ahora no era más que una doncella común y corriente.

YO ME CASARÉ CON ELLA

Mientras Rosalyn era atendida por los medicos reales, quienes veían con preocupación las hemorragias internas producto de haberse desprendido de manera tan severa de todo su poder mágico, el rey se encontraba en su despacho revisando su decreto para citar a varios hombres nobles de la sociedad.

—Está listo—dijo una vez colocó su sello—lleva esto...

Antes de poder darle la orden a su asistente, escuchó varios golpes de la puerta. Estos tenían un ritmo tan característico, que supo enseguida de quién se trataba.

—¿Primo?—se levantó para recibir con un abrazo al conde de versalles—¿Ocurre algo?

El conde negó ante ello y después de sentarse con su primo al frente de una chimenea, un poco adolorido por la prisa que había tenido por lo que su pierna lesionada salió muy lastimada, comenzó a hablar dejando a un lado su bastón.

—Me enteré por el tercer ministro de lo ocurrido—las palabras hicieron que el rey no pudiera evitar sentir más cólera al respecto—sé también sobre su idea de unirla en matrimonio para protegerla, por eso su majestad, yo me casaré con ella.

El monarca no pudo evitar abrir sus ojos de la impresión, ya que de todos los posibles candidatos jamás pensó que el conde sería uno de ellos.

—Thomas, no quiero obligarte—habló con el ceño fruncido—no solo eres viudo, sino que eres padre soltero y te haces cargo de una industria estando débil por tu lesión en la pierna. No quiero ponerte más carga de la que ya tienes.

El conde enseguida reprobó ante las palabras que escuchaba, sabía muy bien lo que se estaba metiendo y por eso estaba tan decidido a llevar aquello acabo.

—Su majestad, soy la mejor opción—se colocó recto mientras hablaba—no solo soy uno de los solteros “más jóvenes" en la sociedad, sino que tengo medios para que nada le falte a ella.

—¿Lo haces porque ella salvó a tu hija?—preguntó aún desconcertado—no tienes que hacerlo por eso, sabes bien que ella rechazó la recompensa que querías darle precisamente porque no busca nada a cambio.

—Lo sé y sí, también es por eso—observó directo a los ojos de su primo—no puedo darle amor, eso es seguro, después de la muerte de mi esposa; sin embargo, puedo protegerla usando toda mi riqueza y así ocultar realmente su identidad.

El rey no pudo evitar asentir ante dicha lógica, nadie en su sano juicio pensaría que la verdadera guerrera de plata, que era una mujer, estaba casada por el pariente lisiado del rey.

—¡Su majestad!—se escuchó el grito de una mujer a las afueras del despacho.

—Dejen que entre—ordenó.

Hubiese seguido de largo con la conversación con el conde, si no supiera que esa mujer era una de las mucamas encargadas de atender a Rosalyn.

—Su majestad, perdóneme por mi ofensa—dijo la sirvienta bastante agitada y con la cabeza gacha.

—¿Ocurre algo?—preguntó sin rodeos.

—Si, mi señor—la sirvienta intentó calmarse—es Lady Rosalyn, ¡La han envenenado con Milbar!

Tanto el monarca como el conde salieron enseguida del despacho rumbo a la habitación de la guerrera, la cual se encontraba tosiendo sangre en una cama totalmente manchada.

—¡¿Por qué?!—gritó confundido—¿Por qué lo hiciste?

Todos los sirvientes salieron dejando solos a los dos hombres con la enferma, quién no dejaba de toser sangre. El rey sabía que había sido ella misma la que se había envenenado, ya que ese veneno solo era usado por sus hombres más cercanos cuando eran capturados y así evitar que los obligaran a soltar información.

—Mi rey—dijo con una sonrisa después de volver a acostarse—es mejor así, no tengo nada en realidad. No tengo dinero, no tengo casa, una familia o algo de valor en realidad. Lo único bueno que poseía era mi magia, pero no deseo tenerla si eso implica ceder ante el imperio. Si muero, nadie sabrá quién era en realidad.

—¡Te ordeno que no mueras!—ordenó sin clemencia—como tu rey te ordeno que sigas viviendo, mientras respires aún hay esperanza.

Rosalyn poco a poco cerró sus ojos mientras escuchaba como el rey ordenaba traer agujas de plata para drenar el veneno. Por primera vez en su vida pensó que tal vez tuviera una oportunidad de tener algo más allá que solo habilidades para la guerra, algo que no la hiciera sentirse una inútil en la sociedad.

—¿Conde?—preguntó antes de desmayarse, de nuevo, luego de ver como el primo del rey se encontraba en ese mismo lugar.

—Thomas—dijo el rey mientras se hacía un lado y veía como los médicos la atendían—protegela, por favor.

—Si, su majestad—asintió ante la orden del rey.

TU NUEVO NOMBRE SERÁ EVIE LASKY

El rey se encontraba en su salón del trono, al lado de un hombre que vestía la armadura de plata y hacía una demostración de su maná, demostrando que el eea en realidad el guerrero más fuerte del rey.

—Jamás hubiera sabido que el principe Edward era en realidad su guerrero—dijo el canciller con una sonrisa—siendo este el caso, entonces procederé a contarle la siguiente condición para firmar un tratado de cese al fuego.

Mientras el rey se encontraba reunido con el canciller, aguantando las ganas de matarlo debido a que lo estaba amenazando en su propio terreno, Rosalyn recién despertaba de su largo sueño.

—Mi lady—una mucama se acercó con una bandeja—esta comida es especialmente hecha por el médico del rey, con esto mejorará mucho.

Rosalyn asintió ante el gesto de la mucama, por más que no quisiera comer. Aunque agradecía que solo se trataba de un plato de avena y canela, por lo que sería suave para su estómago.

Luego de comer se levantó y con ayuda entró a una bañera con agua tibia mientras que las sirvientas cambiaban las ropas de la cama y ayudaban a quitarle la sangre que había quedado en su cuerpo.

—Mi lady, el rey desea verla—anunció una de las mucamas luego de ayudarla a vestirla con una pijama.

La puerta de habitación se abrió y dio paso al rey con un decreto real que era sostenido por su asistente. Rosalyn se encontraba arrodillada, aún débil, pero expectante a lo que diría el monarca.

—¿Te sientes mejor, Rosalyn?—preguntó con el tono que un padre hablaría a su hijo.

—Si, su majestad—dijo sin dejar de estar arrodillada—gracias a su benevolencia estoy mucho mejor.

—Bien, me alegro—el monarca no pudo evitar sentirse triste ante la cruel realidad de la joven mujer frente suyo—he venido a darte un decreto.

—Su majestad, Noctis tercero—comenzó a hablar el asistente con el decreto completamente abierto—en vista al enorme sacrificio que lady Rosalyn ha dado al reino, conmovido por el acto tan noble que ha hecho al renunciar a sus poderes, ordena que esta se case con el conde de versalles, sir Thomas Lasky. Así mismo, dejará atrás su pasado y responderá al nuevo nombre de Evie Lasky. Cualquier filtración de esta información y la verdadera identidad de la nueva condesa de Versalles, será castigada con la muerte.

—Muchas gracias por su bendición, su majestad—dijeron todos al unisono.

Rosaly recibió impactada el decreto, había cedido su poder con el fin de morir, ya que había logrado vencer en la guerra; sin embargo, jamás pensó que con ello no solo se le daría una nueva identidad sino que la casarían con el primo del rey.

—Muchos éxitos en su nueva vida, condesa de Versalles—dijo el rey antes de salir de la habitación, ya que tenía que seguir arreglando asuntos con el canciller.

Rosalyn, ahora Evie, seguía observando el pergamino que contenía el decreto del rey. Estaba sentada en el balcón de su habitación, en búsqueda de aire fresco para aclarar su mente, pero no podía dejar de pensar en lo ocurrido.

Sospechaba que realmente el rey había arreglado su matrimonio para protegerla y ocultar lo que una vez fue pero le costaba creer que fuera convirtiéndola en un miembro más de su familia, aunque solo fuera esposa de su primo.

Apretó un poco el rollo con acabado tan elegante, sin dejar de pensar en el conde. El hombre cuya hija había salvado, ahora sería su esposo.

—¿Será lastima?—preguntó en un leve susurro.

Después de haber rescatado a su pequeña niña de cinco años, hacía más de dos años, muy pocas veces lo había visto. Por lo que sabía muy bien que si el aceptó esa unión no fue porque tuviera sentimientos por ella, que en parte sería entendible siendo que es viudo.

—me duele la cabeza—se dijo así misma antes de volver a su cama y seguir durmiendo.

Sin saber que dos personas estaban hablando de ella, se dejó llevar por el llamado del mundo de los sueños. A lo lejos, casi a media hora del palacio, en uno de los hoteles de lujo de la capital, se encontraba una niña dibujando al lado de su padre, quién no apartaba su mirada de la chimenea.

—Sheila—llamó a la niña—¿Recuerdas a lady plateada?

La niña asintió ante la pregunta y dijo escapar una sonrisa cuando su padre mencionó a aquella mujer que la salvó cuando era muy pequeña. Aunque tenía su armadura puesta y no había visto su rostro, su dulce voz calmaba su llanto.

—¿Qué dirías si te digo que ella será tu nueva mami?—Thomas cargó a Sheila en sus piernas para que fuera más fácil hablar con ella—¿Te gustaría que Lady plateada fuera mi esposa?

Sheila, con una sonrisa aún más abierta, hizo una señal de okay a su padre. La pequeña infante muda, si tuviera la posibilidad de hablar, estuviera gritando como loca de la alegría.

—Gracias mi vida—Thomas besó su cabeza—ahora sigue dibujando.

Colocó a su niña en el piso y esta enseguida volvió q su trabajo de dibujar un perro, mientras su padre seguía pensando en cómo cambiaría su vida una vez que esa mujer se casara con el.

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