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LA MAESTRA DEL PUEBLO

MIRADAS

Paulet de 26 años es la directora de una escuela, estaba sentada en un hotel esperando la llegada de su primo, ella queria reunirse con el por un problema que tenia en su escuela, estaba a punto de ser cerrada y el era el único que la podia ayudar, no tenía al día algunos documentos y su primo sería de gran ayuda para conseguirlos.

Senta en la entrads del hotel no pudo

resistir la tentación de lanzar una mirada al hombre que atravesaba en aquel momento el las puertas de aquel hotel.

Era un hombre hermoso, mediría algo más de un metro setenta y cinco, y podia tener unos treinta años.

Desde que lo vio paulet no había sido indiferente a aquel hombre sensual. Le había causado tal efecto, que se le había acelerado el pulso, su cuerpo había reaccionado también de una

manera que poco tenía que ver con su habitual forma de ser, aquel hombre giró la cabeza y, durante un instante, también miró en dirección a ella, y sus miradas se encontraron, como si una intensa e íntima comunicación se hubiera

establecido de pronto entre ellos.

El corazón de Paulet, y todo su mundo, funcionaban en torno a aquella mirada prenetrante, de repente todo parecía

tambalearse. Palabras traicioneras como ¡amor a primera vista! cobraban de pronto significado.

¿Amor a primera vista? Aquello no podría sucederle nunca a ella.

Ella pensa que debía de ser el estrés lo que le provocaba aquellas alucinaciones emocionales.

También pensó que un hombre tan elegante no se iba a fijar en ella que era solo la directora y maestra de una escuela del pueblo.

Pero ella tenía muy claro que la única razón por la que estaba allí esperando con impaciencia en en la sala de espera de aquel hotel tan lujoso era la llegada de su primo.

Paulet dio un suspiro de alivio cuando por fin lo vio llegar.

PAULET: ¡valla por fin llegas!

FABIO: no me atosigues, sabes que me puedo ir por donde vine.

PAULET: ¡hay ya! que delicado, bueno a lo que venimos, cuéntame ¿que pasará con mi escuela? ¿si puedes ayudarme con esos papeles que me faltan?

FABIO: si ya hice el proceso y todo va estar bien, tranquila, pero...

PAULET: ¿y ahora que?

FABIO: hay que ver si vas a tener estudiantes, no se como te va caer la noticia que te voy a dar.

Cuando él comenzo a contarle que la fábrica que daba empleo a todo el pueblo había sido adquirida por la competencia y corría el peligro de cerrarse y se desconocia los motivos, ella no lo podía creer eran años que tenía enia la gente del pueblo trabajando y de un momentoaotro iba a cambiarde dueño.

La gente del pueblo había trabajado mucho para constibuir en nuevas inversiones y evitar convertirse en una comunidad desempleada y en la pobreza.

Cuando la fábrica había abierto sus puertas hacía algunos años en el pueblo, no solo había llevado empleo a la zona, sino también personas jóvenes que se casaron con gente nativa y son los hijos de aquellas personas los que ahora llenaban las aulas de la escuela en el pueblo.

Si quedan sin trabajos se veran obligados a salir a las ciudades en busca de un mejor futuro, y con ellos se llevarian a sus hijos y la escuela se quedaría vacía y obligada a cerrar.

Paulet estaba procesando todo, no estaba dispuesta a que ningún tipo sin escrúpulos dejara a todo un pueblo sin trabajo y en la miseria, no quería ver como alguien destrozara el corazón de la gente del pueblo, ellos eran personas buenas que no merecían sufrimiento, ella queria verlo y hablar con él para ver si dejaba la fábrica y los dejaba seguir trabajando en ella.

Paulet era una mujer profesional, había estudiado en el extranjero, pero decidió vivir en un pueblo porque quería ayudar a educar niños, que tuvieran una educación digna, era puso la que sería la única escuela en el pueblo, muchos niños tenían que desplazarse hasta otro pueblo para asistir a una escuela, por eso no todos estudiaban a temprana edad.

PAULET: ¿y donde está ese tipo en estos momentos?

FABIO: Ya se ha registrado en el hotel, estoy seguro que cupará la mejor suite, aunque al parecer no está aquí en este momentos, debe estar en la fábrica.

Tú eres la que quería verlo, pero si ya cambiaste de opinión no importa.

PAULET: No, tengo que hacer algo.

Respondiendo a Fabio entró una llamada, ella contestó y se apartó de su primo, el vio que ella cambió su cara a una más enojada, terminó de hablar y se acercó a su primo y le dijo:

PAULET: Todo el pueblo ya está al tanto de lo que está pasando, saben de las intenciones que hay de cerrar la fábrica. un padre me ha llamado y me dijo que tendrán que marcharse, si se quedan sin empleo tienen que buscar nuevos rumbos ¡tengo que ver a ese hombre!

FABIO: ¡Gabriel Montenegro! ese es su nombre, esperame y hablo algo con la recepcionista.

PAULET: ¿que piensas hacer Fabio?

El se fue y duro tres minutos hablando con la mujer, Paulet vio que ella le entregó algo y sonrieron, el llegó hasta ella y le dijo:

FABIO: he conseguido que la recepcionista me diera la llave de su suite.

Ella al escuchar puso una cara de asombro, Fabio río por la expresión que hizo.

FABIO: No te preocupes, no nos vamos a meter en problemas, a ella la conozco, le he explicado lo que esta pasando, y le mentí que también podia cerrar este hotel y se quedaria sin trabajo; bueno pues, lo mejor que puedes hacer es subir

y esperarlo para abalanzarte sobre él en cuanto llegue.

PAULET: ¿estas loco? no pienso hacer semejante locura loo que quiero hacer es que comprenda el daño que le causará a la comunidad si cierra la fábrica, no voy hacer cosas indebidas.

Fabio la miró de pies a cabeza, el sabía que su prima no era esa clase de mujer, ella respeta su cuerpo y no lo exhibe, el sabia que ella no pretendía hacer eso, solo quería hablar con aquel hombre y tratar de convencerlo.

Pero fabio no se iba a dar por vencido y le dijo:

FABIO: paulet hermosa, con una sonrisa y un poco de coquetería femenina daría mejor resultado que el discurso que tienes en mente.

Es una pena querida, tu tienes todos los ingredientes para cautivar a cualquier hombre por muy frío y duro que sea, a cualquiera derrites, eres

extraordinariamente hermosa, tienes un cuerpo con unas curvas increíbles, aunque trates de cubrirlo con ropa aburrida y ancha.

PAULET: ¡bueno ya!! procura olvidar el tema de seducción.

Dame las llaves, lo voy a esperar para ¡HABLAR!

Ella tomó la llave que su primo tenia y subio a la suite, iba pensando si estaba estaba haciendo

lo correcto, aunque se sentía culpable por el método que estaba utilizando para poder hablar con Gabriel Montenegro, para ella era la única opción que tenía de hacerlo, un hombre tan importante no sacaría unos minutos de su tiempo para recibir a una humilde maestra de escuela.

Paulet llego hasta la suite, y se sentó a esperar, rogó que no tardara mucho en llegar; pasaron dos horas y nada que llegaba aquel hombre, ya eran las 6 de la tarde y ella tenía hambre, le escribió a su primo para que le dijera a su amiga que se le podían subir un vaso de jugo.

El que todavía estaba hablando con la recepcionista le pidió el favor.

Ella estaba desesperada porque el hombre no daba señales de nada, depronto escuchó cómo se abría la puerta de la suite, ella se puso tensa, pero dio un suspiro de alivio cuando vio que era el servicio de habitaciones que le llevaba la bebida que Fabio había mandado para ella.

Tenía la boca seca de la tensión y el hambre, sentia desmayar y se sirvió un vaso que se lo tomó rápidamente. Ella sintió un sabor raro, pensó que depronto habia salido alguna naranja dañada y no se dieron cuenta, tenía un sabor desconocido, pero no desagradable.

El desesperó y la hambre la hicieron tomar mas

¿Dónde se habría metido Gabriel Montenegro? Paulet comenzó a sentirse rara, sentía mucho sueño y todo le daba vueltas estaba mareada.

Fue al baño y se echo agua en la cara para que se le pasara lo que tenía, llegó hasta la cama y se acostó, se dijo así misma que era por un minuto, pero di cálculo le falló.

Gabriel Montenegro llegaba a su suite a las ocho de la noche enojado porque el yerno del dueño de la fábrica dijo que ya su suegro no quería vender

quería que rescindiera el contrato de compra.

A Gabriel no le había gustado porque ya el contrato estaba firmado, el hombre invito a Gabriel a salir con algunas mujeres y él se había negado, no mezcla el placer con los negocios, Gabriel lo rechazó, aquella oferta de comprar sexo lo ofendían.

Los lugares en los que las personas tenían que venderse para proporcionar placer a otros no le interesaban, y no había tratado de disimular su desagrado ante la proposición de aquel hombre.

El hombre no se dio por vencido y le propuso mandarle una mujer al hotel, a lo cual también se negó, le dijo también que sus planes de cerrar la fábrica no le había caído muy bien a la gente del pueblo, y menos a su reputación.

Gabriel Montenegro le dió un no rotundo a sus propuestas.

SUITE

Gabriel frunció el ceño mientras entraba en su suite. No había nada en el mundo que pudiera convencerlo para cambiar los planes que tenia.

La empresa de la familia Vega era competencia directa de la suya, y era lógico pensar en cerrar

algunas de las cuatro fábricas, aunque todavía no había decidido cuáles.

Cansado, entró en la habitación sin molestarse en encender la luz, solo con la del baño que estaba encendida. Exhaló un suspiro de disgusto, se quitó la ropa y se metió en la ducha, cuando

terminó, salió del baño y se dirigió a la cama pensando también en sus padres.

Sus padres vivían México, el se acordó que su madre le preguntaba cuando tendría una novia, pero el siempre le evadia el tema, sin quererlo, recordó de pronto cómo había reaccionado su cuerpo ante la mujer con la que se había cruzado en la sala de espera del hotel. Era muy bonita, pero su ropa tan horrorosa la hacia ver un poco anticuada, ropa ancha y larga. Gabriel sabía cuándo alguien se vestía para causar el máximo efecto, y desde luego no era el caso de aquella mujer.

Echó hacia atrás las sábanas y se metió dentro entonces se dio cuenta de que la cama, su cama, estaba ocupada por siguiente más, encendió rápidamente la lámpara de la mesa y miró con incredulidad la mujer que estaba acostada a su lado.

Gabriel sintió el olor a alcohol que desprendía la suave respiración de la mujer que dormía a su lado.

Sus sentidos reaccionaron de manera muy distinta, era la mujer que vio en la sala del hotel.

Gabriel la habría reconocido en cualquier parte, o

mejor dicho, su cuerpo la habría reconocido. Entonces su cerebro reaccionó, recordó la voz de aquel hombre tratando de convencerlo para

que se echara atrás en la firma del contrato. ¿Era ella la mujer de la que él le había sugerido? Tenía que serlo, no podía tener ninguna otra razón

que justificara que estuviera en su cama.

Segado por la ira, agarró con fuerza el brazo de la mujer mientras se inclinaba hacia ella para despertarla, Paulet estaba profundamente dormida, sumergida en el más delicioso de los

sueños, en los abrazos del hombre más guapo y sensual del mundo.

Gabriel se inclinó sobre ella y, tocando su brazo desnudo, le preguntaba: ¿Qué diablos hace usted en mi cama? El cerebro de Paulet seguía bajo los efectos del alcohol, pero como pudo hizo el esfuerzo para abrir los ojos, cuando lo logró vio al hombre más hermoso junto a ella.

Cerró los ojos para disfrutar de aquella imagen, pero volvió a abrirlos inmediatamente para no perderse ningún detalle de él. Entonces, extendió el dedo y comenzó a recorrer su pecho, maravillada ante la diferencia entre aquella piel y la suavidad de la suya.

Gabriel no podía creer lo que estaba sucediendo, aquella mujer intrusa no había hecho ni caso a su pregunta, y además lo estaba tocando sin su consentimiento. Pero no, aquello no era simplemente tocar, su cuerpo reaccionó con una sacudida, lo estaba acariciando.

Algo en su mente deseaba rechazar lo que estaba ocurriendo, pero por otro lado, sintió un intenso deseo de abrazar a la mujer que lo estaba torturando de aquel modo tan seductor.

Gabriel estaba perdiendo su autocontrol, no estaba acostumbrado mezclar trabajo con sexo. Pero, para su sorpresa, perdió la batalla con aquella mujer.

Mientras tanto, Paulet, alentada por algo mucho más poderoso que el alcohol, seguía totalmente ajena a cualquier cosa que no fuera el maravilloso sueño en el que estaba sumida.

Ella se levantó un poco y pasó suavemente la punta de la lengua por el cuello de Gabriel

El seguía sin dar crédito a lo que estaba ocurriendo en ese momento, lo que ella estaba

Haciendo lo tenía perdido, y el se estaba dejando sin poner ninguna resistencia. Se dejó caer sobre la almohada mientras ella se subía provocativamente sobre él, su lengua continuaba lamiéndole la piel con increíble sensualidad.

El comenzó a quitarle la ropa entre besos, apesar de la semioscuridad de la habitación, el pudo ver el hermoso cuerpo que ella ocultaba bajo la ropa ancha que usaba, tenía la cintura estrecha, un abdomen plano, ella continúo pasando su lengua por el cuello, mientras el le quito el brasier, el sintió cómo todo su cuerpo se estremecía al ver sus hermosos pechos redondos.

Paulet soltó un grito ahogado cuando sintió la lengua de Gabriel sobre su p*zón, temblaba del placer que estaba sintiendo y dijo en susuro:

PAULET: ah que rico, me gusta.

Y cerró los ojos para disfrutar de lo que estaba

sintiendo. Gabriel estaba impresionado por la reacción de aquel cuerpo a sus caricias.

Trató de recordarse a sí mismo que estaba contratada para hacer un trabajo, pero la lujuria no lo dejaba pensar con claridad, sus sentidos estaban demasiado nublados como para pensar con claridad.

Durante los escasos minutos en los que la había visto en la sala de espera del hotel, supo que podría afectarlo de aquel modo, que la desearía así.

Gabriel deslizó la mano por la curva de su cintura, deteniéndose sobre su cadera, no podía dejar de desearla, Paulet disfrutaba de lo que aquel hombre le hacia, estaba en el cielo, Gabriel parecía saber dónde y cómo acariciarla. Su cuerpo se derretía con cada ola del placer que él

despertaba en ella.

Paulet miró con l*juria aquel hombre, lo deseaba con todo su ser. Pasó la yema de los dedos sobre su erecc*ón, Gabriel no podía explicarse cómo estaba permitiendo que aquello ocurriera, nunca en toda su vida había experimentado un deseo tan intenso, ni había sentido una necesidad tan grande de tomar lo que se le ofrecía tan explícitamente la acarició.

Después bajo su mano hasta su int*midad, se dió cuenta que estaba bien húmeda y caliente, sintió cómo el cuerpo de ella se estremecía buscando su contacto, quería que él entrará en ella, se decidió porque tampoco aguantaba las ganas y entró al fin en ella.

Paulet escuchó el gemido que salió de su garganta mientras se introducía en ella, llenándola por completo, su pasión se desató aún más allá de cualquier límite.

Los dos estaban sumergidos en la lujuria, él la pen●traba y al mismo tiempo ella movía sus caderas con ayuda de él.

Cuando ella alcanzó el orgasmo, se derritió en espasmos de tal intensidad, que Gabriel pudo sentirlos dentro de él.

EN SUS BRAZOS

Ella permaneció entre sus brazos con el cuerpo todavía tembloroso tras el impacto de su propio placer, Gabriel la escuchó susurrar:

PAULET: ha sido maravilloso, me encantó.

Y cuando él la miró, paulet cerró los ojos y se quedó dormida en sus brazos, el la observó bien, no tenía ninguna duda de que era una profesional pagada por aquel hombre que lo quería convencer de cancelar la firma de la fábrica.

Con la mente más despejada, Gabriel recordó cuando el hombre de la familia vega le dijo que podía dañar su reputación, ya era demasiado tarde, sabía que si salía a la luz su encuentro con aquella mujer le podia perjudicarlo de cierto modo, pero no estaba casado, así que las repercusiones que podría tener por una mujer ventilando ante la prensa sus intimidades no serían tan terribles para él, pero sería motivo de burla por haber caído tan fácil en una trampa y

perdería respeto en el mundo de los negocios.

Si eso ocurriera, no podría contar con el apoyo y la confianza a la que estaba acostumbrado. Ningún hombre de negocios, ni siquiera uno de tanto éxito como él, podía permitirse algo así.

Se levantó de la cama dejando sola a paulet y lanzó una mirada de desprecio contra ella.

Gabriel no podía creer qué lo había poseído para comportarse de una manera que el desconocía de si mismo, no entendía cómo había dejado que la situación se le escapara de las manos, ni por qué permanecía todavía al lado de la cama

mirándola, el continuó asi hasta que evitó justo a tiempo el deseo de tocarla, de pasarle suavemente el dedo por las mejillas y acariciar aquellos labios suaves y carnosos.

Gabriel pensó que debia despertarla y echarla de su habitación, miró el despertador y eran las dos de la madrugada, y se dijo a sí mismo que era su sentido de la responsabilidad el que le impedía hacerlo, siquiera para una mujer como aquella era seguro andar por ahí de noche, podría pasarle algo malo en el camino.

Trató de no volver caer en la trampa de sentir pena por ella, salió de la habitación y se sentó en el mueble de la sala a pensar.

Gabreiel no habia dormido nada, estaba esperando que su seductora se despertara, tendría mucho que hablar con ella, no iba a permitir que aquel hombre se saliera con la suya, lo chantajeara para que se echara atrás en el contrato que había firmado con su suegro.

paulet se desperto y frotó los ojos, le dolían la cabeza y todo el cuerpo, pero eran dos dolores distintos, en su cuerpo había un rastro de placer.

Tendió la mano instintivamente para tocar la mesa de noche, y fue entonces cuando se dio cuenta de que no estaba en su cama.

se levantó de prisa mirando a todos lados en busca de una respuesta, los recuerdos de ciertas imágenes y sonidos atravesaron su mente, no podía ser verdad, Paulet miró al otro lado

de la cama y su corazón volvió a latir con normalidad cuando comprobó que la cama estaba vacía.

Suspiro de alivio porque segun ella había sido un sueño, pero después cayo en cuenta y se preguntó:

PAULET: ¿pero porque estoy aqui?

Enseguida los recuerdos vagos iban haciendo

presencia en su mente y al mismo tiempo lo hacía los latidos de su corazón.

Paulet se dió cuenta que todo era cierto, había ocurrido todo lo que creia un sueño, pasó en aquella habitación, en aquella cama.

Mientras dirigía la vista al baño, Paulet vio su ropa doblada sobre la silla, se vistió y después empezaron a llegarle los recuerdos

de lo sucedido, no sabía qué la había impulsado a comportarse así, le llegó el recuerdo de lo que había bebido. Cualquiera que fuesen los ingredientes de aquel jugo habían convertido a una mujer decente en una sedienta de sexo

se estremeció.

Paulet recogió su bolso y se dirigió con cuidado a la puerta de la habitación.

Habían pasado más de tres horas desde lo ocurrido, y seguía sin entender por qué había sido incapaz de controlar su deseo, era cierto que había sentido una fuerte atracción por ella cuando la había visto por primera vez en la sala del hotel, pero saber quién era tendría que haber sido suficiente para dejar de sentirla.

Gabriel se puso tenso cuando sintió cómo se abría la puerta del dormitorio.

Estaba sentado al lado de la ventana, sin moverse.

Respirando con dificultad, paulet al salir de la habitación echó una rápida a la puerta principal, era la única vía de escape que tenia la suite, Gabriel se anticipó a su idea y se colocó delante

de la puerta para impedirle la salida.

Cuando ella lo volvió a mirar, sintió cómo su vergüenza aumentaba de intensidad. Era él, el hombre que había visto entrar al hotel, el mismo que le había provocado los más excitantes pensamientos.

GABRIEL: ¿me puedes explicar como entrantes a mi suite? Has entrado ilegalmente, y además has tenido la gran cara de hacer un pedido al

Servicio de habitaciones. ¿Vas a pagar la cama y la bebida de tu bolsillo o vas a enviarle la factura a Gustavo Pérez?

Paulet giró la cabeza automáticamente al escuchar el nombre del más odiado de

por los vecinos, aunque el suegro de Pérez fuese el dueño de la fábrica y él el director, no era muy popular en el pueblo, por suerte, los sindicatos y las autoridades habían impedido que tratara de explotar a sus trabajadores con exceso de trabajo.

PAULET: ¿que? no yo no tengo nada que ver con el.

Lo que Pulet no entendía era qué tenía que ver aquel hombre con la humillante situación que ella estaba viviendo.

GABRIEL: sé perfectamente lo que trama Gustavo perez, pero si has creído por un instante que voy a permitir que me presiones están muy equivocados.

Paulet tragó saliva ¿De verdad creía Gabriel Montenegro que ella era ese tipo de mujer? lo peor ¿Cómo explicar que había bebido un juego y no había sabido lo que estaba haciendo?

Una mujer en su posición, responsable de la educación de las mentes de los niños se había

ido a la cama con un completo desconocido, Paulet se asustó al imaginar lo qué pensarían los padres de sus alumnos sobre su comportamiento.

PAULET: !usted se está equivocando conmigo!

GABRIEL: ya puedes irte con tu patrón, dile de mi parte que, aunque hayas cumplido muy bien su encargo, no pienso cancelar el contrato, dile también que no podrá utilizar contra mí una noche de sexo profesional, que es todo lo que usted me ha proporcionado.

Gabriel la miró para observar cómo reaccionaba ante sus palabras.

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