Maya era una chica soñadora, que vivía en el campo recolectado flores y cantando. Su pasatiempo favorito era leer novelas románticas.

Soñaba que algún día llegaría su príncipe azul y la llevaría a la gran ciudad y serían felices por siempre.

_¿Quién era su príncipe azul?

Siempre eran los protagonistas de las novelas románticas qué solía leer.

Maya era solo una chica de 16 años. Era muy alta para su edad. Rubia de ojos azules.

Vivía en el campo, con sus abuelos.

Nunca supo que pasó con sus padres, le preguntaba a sus abuelos, pero le daban respuestas vagas. Ella suponía que uno de ellos era hijo de ellos, pero jamás vio una foto alguna. En la casa solo había fotos de los abuelos

Estudiaba en una escuela rural en el pueblo San Marcos.

Sus abuelos sabían que Maya pronto tendrían que dejarla ir a la universidad.

Y llegaría la hora de decirle a Maya la verdad sobre sus padres.

Pero mientras tanto guardarían silencio.

Maya como todos los días, se levantaba muy temprano. Les ayudaba a sus abuelos en los quehaceres antes de ir a la escuela.

Llegaba a casa, almorzaba con los abuelos, ayudaba en lo que faltara por hacer en el campo, tomaba un libro de esas novelas románticas y se iba a la orilla del río, se sentaba a los pies de un sauce, tendía una manta y pasaba toda la tarde ahí leyendo, acompañada de su perro Baltasar, era un pastor alemán.

Ella en dos años iría a la universidad, estaba indecisa, no sabía si estudiar literatura o actuación, quería llegar hacer la protagonista de algún drama romántico.

Sus abuelos la aconsejaban qué buscará otra carrera, ellos encontraban que esas dos carreras no le servirían a futuro.

Para ellos ser famosa no le duraría para siempre. A ellos les preocupaba que la fama es tan voluble, muchas veces tus fans te amaban, pero con un solo error que cometa, la destruirán.

Un día Maya, buscaba un libro nuevo para leer, ya los que estaban en la biblioteca de la casa los había leído todos.

Buscó en el ático, por si encontraba algo, nada encontraba.

En un rincón debajo de muchas cosas había un baúl viejo, que llamo la atención de Maya.

Sus abuelos no le permitía a que fuera ahí, cuando niña, le decía que había un fantasma. Pero como Maya había crecido ya no creía en esas cosas.

Maya sacó todo lo que había encima de ese baúl viejo.

Este se encontraba con candado.

Estaba intrigada, ¿¿¿por qué un viejo baúl estaría con llave??? Era la gran pregunta.

Siguió buscando y no encontró ningún libro.

Tendría que ir a la biblioteca del pueblo para conseguir un libro. Pero eso lo haría después de salir de clases.

A la hora de la cena Maya pregunta a sus abuelos sobre el baúl qué había encontrado, ellos solo dijeron que había cosas viejas en él.

La abuela estaba a punto de decir el contenido del baúl, cuando el abuelo le toma la mano, dando a entender que debía guardar silencio.

Finalmente, la abuela le dice que son recuerdos de su boda y cosas así.

Algún día te las enseñaré, le dijo la abuela, mirando a su esposo.

Maya ya no volvió a preguntar.

Sus abuelos se dedicaban a la agricultura. Su abuela hacia mermeladas las que vendía en el pueblo.

Maya muchas veces iba con ella a vender, los días que no tenía clases.

Ellos sentían que se habían sacado la lotería con una nieta que les cayó del cielo.

Ella ayudaba en todo, Maya sentía que les debía mucho a ellos por haberla criado y lo mínimo era ayudar en lo que pudiera.

Ellos ya eran mayores y los veía trabajar mucho.

En la gran ciudad, en las oficinas del CEO despiadado y frío en su forma de hacer negocios, era implacable, no se le escapaba nada en el mundo inmobiliario, compraba terrenos, construía grandes complejos habitaciones y los vendía a gran precio. Hacía lo que fuera para conseguir lo que le interesaba.

Tenía una pelea con su padre, él quería que se casara, que sus enemigos en el directorio querían su cabeza, porque según ellos un CEO sin un pilar familiar no era capaz de mantener una empresa en el tiempo.

Él encontraba que eso era una estupidez.

Pero si los directivos se ponían en su contra, podrían sacarlo de la presidencia.

Él tenía que hacer algo, si de ser necesario buscaría una esposa a como de lugar.

Henry Font estaba contrarreloj, si no conseguía una esposa o por lo menos comprometerse antes de la junta directiva que sería en tres meses, podrían destituirlo.

Y él no permitiría que el negocio que ha pertenecido por generaciones a su familia, pase a manos de la familia Pierce, familia política de su padre.

La familia Pierce siempre ha luchado por conseguir el patrimonio de la familia Font.

Se casó con su tía y así poder entrar en las empresas como miembro de la junta directiva.

De ese matrimonio nació Matthew y es quien hace todo lo posible para quedarse con la presidencia.

Un día Henry, agobiado por su primo Matthew, por las constantes muestras de querer quedarse con la empresa, tomo su auto y se fue sin rumbo.

Llego a un pequeño pueblo rural. Se bajó y camino por el lugar, llego a orillas de un río, se sentó a la sombra de un sauce.

Él sintió una tranquilidad en ese lugar, que de a poco cayó un ligero sueño.

Estaba tan a gusto cuando un perro lo asustó y no dejaba de ladrar.

Se levantó, buscaba algo como para ahuyentar al can que no paraba de ladrar y parecía que en cualquier momento lo atacaría, cuando una chiquilla de cabellos dorados con flores en el pelo, solo le silbo y el perro corrió hacia ella moviendo la cola.

_ ¿Qué hace UD aquí? Esto es propiedad privada. Y a Baltasar no le gustan los extraños, le dice la chiquilla.

Él no sabía que contestar, únicamente se le ocurrió decir que estaba perdido. Que ya se retiraba.

Y así lo hizo.

Sintió rabia por como le hablo esa niña. Nadie se atrevía a algo así, sin pagar las consecuencias.

Llama a su abogado y le ordena que averigüe sobre los terrenos que están a las orillas del río, del pueblo San Marcos.

Mientras salía de ahí, a Henry se le ocurrió hacer un condominio en ese lugar. El paraje era muy lindo. Pensó que sería una buena inversión, que hay mucha gente que quiere vivir fuera de la gran ciudad.

Como buen empresario Henry siempre veía donde podría sacar ganancias.

Pero pensaba en esa niña, en como le hablo, eso lo ofuscaba más.

Se fue a su auto, antes de partir compró algo de beber y se fue a su casa.

Esperaba que en los próximos días su abogado le tuviera buenas noticias.

De ser necesario pagaría por esos terrenos.

Con ese pensamiento Henry subió a su habitación, se duchó agarró un libro y se puso a leer.

Ese día no bajo a cenar, no quería que su padre siguiera con el tema de buscar una mujer con quien contraer matrimonio.

Así que pidió que le subieran la cena.

No pasaron ni dos días, cuando el abogado de Henry, llegaba a la oficina con un folder en su mano, con la información de los terrenos que pidió investigar.

Los terrenos a orillas del río pertenecen a la familia Fritz, ellos no tuvieron familia, ya son mayores. Tienen una nieta de 16 años, la criaron como tal, aunque no lo es. Se desconoce quienes son sus padres.

El terreno tiene una hipoteca, que ya tiene varias letras vencidas.

Ellos se dedican a la venta de hortalizas, lo que no ha ido muy bien.

La Sra. Fritz se dedica a vender mermeladas, pero eso no es suficiente, solo les sirve para sobrevivir.

La nieta Maya Fritz, está en tercer año de preparatoria, estudia en la única escuela rural del pueblo y ayuda a sus abuelos.

Eso es lo que he investigado hasta ahora le dice el abogado.

Henry que escuchaba atentamente, lo que le relataba el abogado, ya estaba urdiendo un plan en su cabeza.

Por un lado, a él le interesó esos terrenos y lo segundo estaba pensando en negociar con los Fritz, en pagar la hipoteca a cambio de comprometerse con su nieta.

Era una idea descabellada, debido a que Maya era menor de edad, pero eso le haría ganar tiempo, para poder mantener la empresa de la familia.

No se podría casar con ella en un plazo de dos años hasta que cumpliera los diesiocho años.

Obviamente, él no se casaría con ella. En esos dos años se consolidaría como el CEO y ya nadie podría sacarlo de ahí.

Eso creía él.

Él había tenido una mala experiencia amorosa, no creía en el amor de las mujeres, él solo buscaba placer en ellas, no se permitía enamorase.

Él, cuando entro a la universidad era un tanto gordito.

Lo cual lo hacía un chico tímido, las chicas únicamente se les acercaba porque venía de una buena familia.

Él se había enamorado de una compañera de carrera, él entró a estudiar administración de empresas y a la vez arquitectura, era un chico muy inteligente pero ingenuo en las cosas del corazón.

Melissa se llamaba su enamorada, antes sus ojos no había defecto en ella.

Melissa era la chica popular de la universidad y Henry le compraba todo lo que le pedía.

Ropa, joyas, hasta un auto le compró.

Un día la invito al cine, ella le dice que no, que era su día de chicas y que pasaría toda la tarde con ellas.

Él que tenía las entradas al cine, así que fue solo.

Compro palomitas y bebida y entró.

Era una película romántica.

Pensaba en Melissa al ver como en la película se besaban y el aún no se daba un beso con ella. Únicamente pasaban tiempo juntos en la universidad o se tomaban de la mano.

Henry veía una pareja más adelante de su asiento, como se comían a besos, él los ignoró y siguió viendo la película.

Al terminar, se encienden las luces, el aún permaneció sentado.

Mayor fue su sorpresa cuando la pareja que se besaba unos cuantos asientos más adelante era Melissa con el capitán del equipo de basquetbol de la universidad.

Ella salió sin decir nada.

A la salida lo esperó , antes que Henry, le reclamará, ella terminaba con el de la peor manera.

Lo humilló diciendo que solo estaba con él por lo que le daba. Y que le hizo un favor de estar con él, que por su aspecto nunca conseguiría novia.

Fue así que Henry, se propuso cambiar su aspecto y se volvió frío, jamás volvió a enamorarse y las mujeres solo eran objetos para él. Las utilizaba y desechaba como cualquier cosa.