Sinopsis:
Ailén Dimo es una joven de 18 años que ha vivido en la calle desde los 8 años, después de la muerte de su madre. Siempre fueron muy unidas y al encontrarse sola se sentía perdida. El casero la desalojó sin ningún remordimiento y, al ser solo una niña, decidió irse a alguna casa de ayuda, pero no duraba mucho tiempo porque personas más abusivas se quedaban con las camas disponibles. No le quedó de otra más que vivir en la calle. Ella creía que era una humana cualquiera sin imaginar lo que realmente era.
Garelin Emrys, de 25 años, psicólogo del departamento de criminología, vive solo, pues su madre murió hace cinco años dejándolo devastado. Aunque ya era un hombre, siempre fue muy unido a ella. Tenía mucha familia, un tanto misteriosa, diría él, pero lo amaban demasiado y él se dejaba querer. Siempre buscaba a quién ayudar, pues decía que en la vida todo se le regresa multiplicado cuando se hace el bien. Así que trabajaba en una casa para la gente de la calle. Siempre sabía cómo eran las personas al ver sus ojos, tenía ese don, pero él jamás se imaginó que no solo era un humano común y corriente, sino que era el descendiente de la décima generación de un ser poderoso.
Ellos están destinados para demostrar que la luz y la oscuridad pueden unirse no solo para luchar contra los vampiros que la reina Lilibeth liberará para eliminar a la próxima reina del infierno, sino para amarse por la eternidad.
Capítulo 1:
Lucifer, el rey del inframundo, salía a discurrir por la tierra para copular con las humanas o con algún otro ser sobrenatural, cuando en el año 2012, en uno de sus tantos viajes, encontró a una mujer hermosa de 40 años llamada Elena Santoro. Por primera vez, no solo vio a una incubadora para procrear a su futuro heredero a su trono, sino que se dio la oportunidad de sentir lo que es el amor. Estuvo con ella durante dos años, pero nunca quedaba embarazada.
— Perdóname, Lucy, por no quedar embarazada —dijo Elena, triste y llorando en el pecho de él.
— No llores, amor mío. Solo me importas tú. Lo que sí necesito es irme al inframundo para resolver unas disputas entre mis hijos. Volveré pronto.
— Te amo demasiado, Lucy. Y no sé por qué no puedo ser como tú para poder irme contigo. Hazme el amor como si fuera nuestra última vez.
Y así lo hizo. Lucifer le hizo el amor como nunca, con amor, pasión y una necesidad de marcarla. Se derramó tantas veces en ella que esperaba que ahora sí quedara preñada. Cuando amaneció, se despidió de ella entre besos, sin imaginar que esa sería la última vez que vería al amor de su vida.
Después de dos meses que se fue Lucifer, Elena comenzó a sentir algunos síntomas que la alertaron. Ella era enfermera del Hospital San Lucas en el bello Italia, así que sabía que estaba embarazada. Por fin lo estaba, pero ya no estaba su amado Lucy. Así que, por el momento, ella se dedicó a su cuidado. Así pasaron los meses, donde su barriguita crecía y su salud se encontraba bien. En su mente le hablaba a su amado y él le contestaba. Le había comunicado que ella estaba embarazada por fin y que su embarazo estaba marchando viento en popa. Y en dos meses más sabría si sería varón o no. Lucifer le contestó que estaba feliz, emocionado y ansioso por conocerlo. Así transcurrieron esos dos meses sin ningún contratiempo. Elena se encontraba con el médico recostada para ver cómo se movía su pequeño dentro de su vientre de 6 meses. El médico le diría si era niño o niña, pero por alguna razón no se dejaba ver mes con mes. Ella le decía a Lucifer que no se dejaba ver y tendrían que esperar hasta que naciera y que esperaba que estuviera aquí cuando su hijo naciera.
Por alguna extraña razón, Lilibeth, que no podía tener hijos con Lucifer porque todos nacían deformes y a los pocos horas morían, ella había decidido crear a sus propios hijos. Por eso, Lucifer tenía que buscar la forma de engendrar a sus gobernantes en el inframundo o infierno. Así que, cuando Lilibeth podía, mataba a las mamás e hijos no nacidos de Lucifer. O hasta cuando eran niños, los mataba. Y se enteró de que su esposo amaba a una humana más que a nada, decidió buscarla hasta que la encontró y la vio embarazada. La envidia como a ninguna otra y decidió exterminarla. Solo le faltaba un mes para dar a luz, así que provocó que en el autobús que venía ella chocara contra otro autobús.
Ailén Dimo Santoro: "¿Qué significa victoria y sabiduría?"
Ella es nuestra protagonista.
Garelin Emrys es nuestro protagonista masculino. Él tiene el poder de cambiar a cualquier forma humana o animal, y está conectado con la naturaleza.
Namael, que significa "Ángel de luz", es nuestro ángel. Es el ser celestial que nos guía y protege en todo momento. Aunque no lo veamos, está siempre a nuestro lado, velando por nosotros y ayudándonos en todo lo que necesitamos.
Nuestro ángel es un ser lleno de amor y compasión. Nos ama incondicionalmente y siempre está dispuesto a ayudarnos en todo lo que necesitamos. Cuando nos sentimos solos o tristes, él nos consuela y nos da fuerzas para seguir adelante.
Además, nuestro ángel nos ayuda a conectarnos con nuestra espiritualidad y a encontrar nuestro propósito en la vida. Él nos muestra el camino que debemos seguir y nos da las herramientas necesarias para alcanzar nuestras metas y sueños.
Por todo esto, es importante que siempre tengamos presente a nuestro ángel y le demos las gracias por su amor y protección. Él es nuestro guía y nuestro amigo fiel, y siempre estará a nuestro lado, guiándonos hacia la luz y la felicidad.
Baalzephon es el guardián de los centinelas del infierno y, a su vez, el capitán. Es nuestro demonio.
Lucifer, el padre de la mentira, es un personaje que ha sido objeto de muchas interpretaciones a lo largo de la historia. En la Biblia, se le describe como un ángel caído que se rebeló contra Dios y fue expulsado del cielo. En la literatura y el cine, se le ha retratado como un ser malvado y astuto que busca corromper a los seres humanos y llevarlos por el camino del pecado.
Sin embargo, hay quienes defienden una visión más benigna de Lucifer. Para ellos, Lucifer es un ser de luz que representa la libertad y la rebelión contra la opresión. Según esta interpretación, Lucifer se rebeló contra Dios porque no estaba dispuesto a aceptar la autoridad divina sin cuestionarla. En lugar de someterse a la voluntad de Dios, prefirió seguir su propio camino y luchar por la libertad de los seres humanos.
Esta visión de Lucifer como un ser de luz y libertad ha sido plasmada en diversas obras de arte y literatura. En la canción "Sympathy for the Devil" de los Rolling Stones, por ejemplo, Lucifer se presenta como un personaje seductor y enigmático que ha estado presente en algunos de los momentos más oscuros de la historia humana. En la novela "Paraíso perdido" de John Milton, Lucifer es retratado como un personaje trágico que lucha por su libertad y su dignidad frente a la tiranía divina.
En definitiva, la figura de Lucifer sigue siendo objeto de controversia y debate. Para algunos, es un ser malvado y corrupto que busca la destrucción de la humanidad. Para otros, es un ser de luz y libertad que lucha contra la opresión divina. Sea como sea, lo cierto es que la figura de Lucifer sigue fascinando y atrayendo a artistas y escritores de todo el mundo.
ELENA SANTINO MAMA DE AILINE
Hola queridos lectores, espero que les guste esta nueva novela. Recuerden que no se les olvide votar, pues con sus manitas arriba me ayudan a crecer. Gracias y les mando un afectuoso saludo.
Elena ya se encontraba en el hospital mientras la revisaban. El doctor le habló con una voz de consuelo a Elena: "Señora, lamento informarle que su bebé no se encuentra bien, tendremos que hacerle un..." "No, mi bebé no se puede morir, él o ella es especial", gritó Elena fuertemente y dijo: "Dios, si estás ahí, ayúdame. Sé que no es tu favorito, pero es su hijo, es producto del amor de ambos. No me lo quites, por favor". "Buenas tardes, soy médico del hospital XXX de Estados Unidos. Trasladaremos a esta paciente y la salvaremos", dijo un médico alto con un rostro que irradiaba paz. "Pero la paciente se encuentra mal, no podemos moverla", dijo alguien. "Usted no se preocupe", respondió el médico. Y así aquel hombre la llevó a la camilla en un helicóptero blanco. En cuestión de segundos, se encontraban en el mejor hospital de Estados Unidos, en la puerta de la entrada de urgencias. La dejó sobre el piso y aquel hombre puso su mano sobre su vientre y una luz salió de sus manos, cubriendo a Elena completamente. Al poco rato, entró un médico diferente, la revisó y no encontró nada raro. Lo que notó fue que le faltaban probablemente días para que diera a luz. "¿Alguien sabe quién dejó a esta mujer en la entrada?", dijo el Dr. Méndez. "No, doctor. Solo dejaron este sobre de dinero y esta carta, explicando que la atendiéramos hasta que ella diera a luz y le diéramos este dinero", dijo la enfermera. "Bueno, esperemos a que despierte para saber qué dice". Una vez que despertó Elena, sintiéndose extraña, cuando abrió lentamente sus ojos se dio cuenta de que seguía en el hospital. Ella se alarmó, se levantó rápido, lo que provocó que se mareara. En eso entró la enfermera, pero no entendía lo que decía. "Por favor, señora, quédese en la camilla. Todavía sigue lastimada", dijo la enfermera mientras tocaba el botón rojo de alarma. "Elena", contestó queriendo salir al mismo tiempo, "déjeme ir. No perderé a mi bebé, además no le entiendo". Elena se detuvo y tocó su vientre y se dio cuenta de que seguía su bebé dentro de ella. Sintió una gran calma. En eso entraron unos enfermeros y el médico que la estaba atendiendo.
— Doctor, creo que ella no entiende otro idioma.
— Señora, recuéstese nuevamente, no le pasará nada.
— ¿Mi bebé está bien? ¿Dónde estoy? (Il mio bambino sta bene? Dove sono?)
— Habla italiano, dijo el Dr. Méndez que, por alguna extraña razón, le entendió. No sabía por qué, pero habló en italiano.
— No se preocupe, su bebé está bien. Soy el Dr. Méndez y seré su médico. Se encuentra usted en Estados Unidos. ¿De dónde es usted? (Non preoccuparti, il tuo bambino sta bene, sono il dottor Méndez e sarò il tuo medico, sei negli Stati Uniti, da dove vieni?)
— ¡Estados Unidos! -dijo Elena sorprendida- ¿Y qué hago hasta acá si estaba en un hospital de Italia?
— Bueno, señora, queríamos que despertara para preguntarle quién es usted, pues dejaron este sobre con dinero -contestó el médico que hablaba en italiano.
Elena tomó el sobre y vio que era una gran cantidad de dinero y una carta que no se decidió a leer en ese momento.
— Estaba en un hospital de Italia. El autobús donde venía chocó con otro. El médico que me atendió me dijo que mi bebé ya no tenía posibilidades de vivir y que lo tendrían que sacar de mi vientre. Yo grité que no. Le pedí a Dios que me ayudara y después me desmayé. Y ahora que despierto, me veo aquí en Estados Unidos.
— El médico solo la miró y le dijo: "Señora, ¿usted cree en los milagros?"
— "Sí", contestó inmediato y con lágrimas en los ojos.
— "Bueno, pues parece que Dios intervino porque aquí está con su bebé en óptimas condiciones y usted solo tiene unos cuantos golpes que me imagino son del accidente. Así que no se preocupe, descanse que estará en observación unos días y después la daremos de alta".
Elena se tranquilizó y ya acomodada en la camilla nuevamente sacó la carta y comenzó a leerla.
"Elena, no me conoces, pero tu súplica fue escuchada. Tanto tú como tu bebé corren un grave peligro. Los seguirán buscando hasta cumplir con su objetivo, que es liquidar al bebé del fruto del amor entre Lucifer y tú. Tienes suficiente dinero para sobrevivir en lo que encuentras un trabajo. No desperdicies esta segunda oportunidad y enséñale a tu pequeño que siempre haga el bien, pues sabes que por sus venas corre la oscuridad de Lucifer. Ellos ya no la encontrarán hasta que ella sangre, pues los demonios entre hermanos así se reconocen. Así que procura siempre mantener a tu pequeña alejada de los peligros, o ya en extremo se pueden camuflar entre la suciedad. También están unas llaves en el banco XX, donde te darán unas llaves para tu nueva casa. De ti depende cómo quieras vivir de ahora en adelante. Recuerda enseñarle a hacer el bien y no el mal".
Elena estaba agradecida con Dios, pero triste porque se tendría que alejar de Lucifer, así que se comunicó con él nuevamente por pensamientos.
— ¿Estás ahí, Lucifer?
— Mi amor, ¿dónde estabas? Hace horas que trato de comunicarme contigo. ¿Estás bien? ¿Nuestro bebé cómo está?
— Lucifer, perdí al bebé -dijo Elena entre lágrimas y apenas le salía la voz.
— ¿Qué? ¿Cómo? ¿Dónde estás para ir por ti? -aquello lo dijo levantándose de la mesa de reunión en donde estaba y salió de ese lugar.
— Tu gente me atacó y sufrí un accidente. Dios me permitió vivir para decirte lo que pasó, así que de ahora en adelante no quiero volver a saber de ti. No quiero que me busques porque te odio. Por tu maldita gente perdí al bebé. Adiós.
— No, espera -pero ya no se escucharon los pensamientos de Elena.
Lucifer estaba más que enojado. El infierno retumbó, y los demonios sabían que su líder estaba enfurecido. Interrogó a cada uno hasta que dio con Lilibeth y descubrió que fueron los hijos de ella los que atentaron contra la vida del amor de su vida y aquel ser que no nació. La desterró a las profundidades del infierno sin dejarla salir, viviendo día a día sola en un cuarto pequeño.
10 DE JUNIO DE 2031
Diez años después de la fecha en la que ella cumpliría 18 años, se encontraba Ailén en un contenedor de basura con su cara desfigurada, su cuerpo manchado de suciedad humana y mugre, su cabello con mechones llenos de enredos y sangre por doquier. El hombre que la veía, vestido de negro con una camisa roja como la sangre, la vio despectivamente y pensó que se encontraría con otras personas, no con una moribunda. Ailén se veía en pésimas condiciones, pero su sangre tenía un aroma muy peculiar que los identificaba como hijos de Lucifer. ¿Será mi hermana?, pensó él. También notó un aroma muy diferente a todos sus demás hermanos, que le hizo sentir compasión y ternura, cosa que él, como guardián de los centinelas del infierno, no podía sentir. Pero con esa pequeña mujer que no se atrevía a tocar, fue interrumpido por una voz de hombre que lo vio a lo lejos y se acercaba. No podía dejar que nadie viera a esa mujer, y más porque su padre le había exigido ir por ella. Así que, en un abrir y cerrar de ojos, ya no estaba ahí. Aquel hombre de ojos expresivos vio una mancha de sangre, así que sacó un pequeño pañuelo que traía y tomó una muestra para después analizar. Ese hombre jamás olvidaría su rostro, un rostro que daba temor de solo verlo. Claro, él no sintió miedo, sintió más miedo al saber que se había esfumado de la nada cuando no había puertas. No podía ser una fantasma porque esos son traslúcidos, se decía a sí mismo. Salió de ese pequeño callejón y sonó su celular.
— Si, ¿qué pasó jefe?
— Tengo un nuevo caso que es difícil de descifrar al asesino. Necesito que vengas inmediatamente, dijo el jefe con voz autoritaria y un tanto dudosa.
— En una hora estoy por allá. Mándeme lo que tenga para irlo analizando, contestó Garelin sorprendido por aquella voz de su jefe.
Cuando Garelin se dirigió a las oficinas del FBI, se dio cuenta de que las fotos que le enviaron eran de mujeres de un rango de edad entre los 15 y 18 años. No había un patrón en cuanto al color de piel o cabello, pues las 10 mujeres asesinadas y ultrajadas salvajemente, con marcas de mordidas por todo el cuerpo, hacían difícil deducir un tipo en específico de asesino serial. Solo tenía el rango de edad, lo demás no era muy relevante, hasta que notó algo peculiar: primero, 8 de esas mujeres pertenecían a una casa hogar guiada por monjas y, segundo, las otras dos mujeres vivían en la calle. Así que esperaba que su jefe y sus compañeros hubieran visto lo mismo que él.
Mientras entraba al inframundo, Balban, el sexto hijo de Lucifer, cuestionó si la mujer que habían encontrado era realmente su hermana. "¿Estás seguro de que es nuestra hermana?", preguntó. "Nuestro padre nunca ha tenido mujeres, siempre hemos sido hombres cada mil años. No puede ser", le dijo a Baalzephon. "Lo sé, Balaban", respondió Baalzephon igual de dudoso. "Pero puedes olerla, su sangre es la de mi padre". "Por Dios, si huele a mierda", contestó Balban enfadado y con una mueca de asco. "Serás imbécil", le respondió Baalzephon. "¿Por qué no la bañas?", preguntó Balban. "Porque si es nuestra hermana...", respondió Baalzephon. "Desde cuándo un demonio hijo de Lucifer que vive en los infiernos y tiene centinelas a su cargo tiene miedo de ver a una mujer desnuda", cuestionó Balban. "Tienes razón, me la llevaré a mi cuarto en lo que llega mi padre", decidió Baalzephon. "¿Ya lo contactaste?", preguntó Balban. "Sí, ya lo contacté y me mandó literalmente la demonio jajajajaja que lo espere hasta que él llegue. Bueno, me voy con esta", se despidió Baalzephon en tono despectivo.
Baalzephon llevó a la muchacha en sus brazos y, analizando la situación, se dio cuenta de que olía horrible. Rápidamente movió su mano y un baño grande salió con agua caliente y humo saliendo por todos lados. La introdujo lentamente en el agua y comenzó a quitar toda la mugre acumulada que veía que era de mucho tiempo, probablemente años. El agua se ensució muy rápido, así que la desechó y automáticamente se llenó de nuevo con agua limpia. Conforme cambiaba el agua, salía a la luz la tez de aquella mujer y el color negro de su cabello. Este proceso del agua lo hizo fácilmente durante una hora.
Cuando la puerta de su estancia se abrió, entró su padre, Lucifer, imponente y grande, no como humano, sino como el dios, guardián y gobernante del infierno. "Se puede saber por qué tanta insistencia para que viniera", dijo Lucifer molesto acercándose al baño lleno de vapor y con aroma a fresas. "Mientras discurría por la tierra, sabes que me gusta ir a los callejones, pues encuentras humanos de muchas clases necesitando un favor, y en uno de esos...", explicó Baalzephon.
— Ya ve al grano, Baalzephon —dijo fastidiado su padre.
— Encontré a esta mujer, que huele igual que tú y que todos nosotros, haciéndose a un lado para que Lucifer mirara a la mujer desnuda en aquella tina.
— Sorprendido e inclinándose hacia la chica, Lucifer dijo: "Elena".
— ¿Quién es Elena?, preguntó Balban intrigado.
— Nadie que te importe. ¿Dónde la encontraste?
— En un callejón, tirada junto a un contenedor.
— ¿Sabes cómo se llama?, dijo Lucifer con un nudo en la garganta que controlaba bien para no mostrarse débil.
— Desde que la encontré, está sin despertar. La encontré en estas condiciones porque estaba horriblemente irreconocible, y déjame decirte que es realmente hermosa.
Mientras la observaban en la cama ya cubierta con las sábanas negras, ella comenzó a delirar y gritar que la dejaran y no le hicieran daño. Agitada y sudada seguía repitiendo lo mismo, hasta que un grito fuerte la despertó diciendo "MAMÁ".
Lo que se les olvidó a aquellos demonios fue transformarse en humanos, porque cuando ella abrió los ojos y los vio con sus apariencias relajadas, gritó tan fuerte que el infierno tembló, alertando a todos, pero ella cayó desmayada otra vez.
— Creo que sí es nuestra hermana —gritó Balban—. Además, ya la olíste. Ese aroma es tan... tan...
— Puro —contestó Lucifer con voz tranquila, como le hablaba a Elena, llena de amor.
— Padre, ¿sabes quién es la madre?
— Creo que sí. Será mejor que nos transformemos por si despierta. No hay que dejarla salir hasta que sepamos bien quién es. También transforma tu habitación en una más acogedora.
Aunque Baalzephon iba a protestar por modificar su estancia del tamaño de 7 manzanas, Lucifer la convirtió extrañamente en la habitación de su amada Elena, con un cuadro de ella en la pared enfrente de la cama de ella.
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