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RECUPERANDO TU AMOR

AGRADECIMIENTO-PRÓLOGO

Inicio esta nueva historia dirigiéndome a ustedes, mis lectores, con una razón importante, y es para agradecerles siempre el apoyo que me dan: sus mensajes positivos que me ayudan a crecer como persona, sus likes, sus regalos, sus votos y el hecho de seguirme en mi cuenta de Mangatoon (ya somos casi 1000 seguidores☺️). Me da mucha alegría. Mil gracias por tanto amor recibido.

Sé que tal vez no sea una escritora profesional y tenga mis fallas ortográficas (mil perdones por eso, trataré de ir mejorando), solo soy una aficionada, como siempre lo he dicho.

Empecé en este mundo de escribir historias como una terapia emocional a un proceso que llevaba en mi vida. Proceso que en parte ya fue superado, pero ahora me encanta ir imaginando personajes e historias y plasmarlas aquí.

Con este nuevo proyecto, solicito su apoyo como siempre me lo han dado. Puede que haya capítulos muy dramáticos (maltrato emocional) o muy románticos, pero me justifico, es por la nueva temática en la que estoy participando: MALTRATO EMOCIONAL. Espero que el trama que voy creando les vaya gustando. Gracias a todas y todos.

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CALEB

Me casé sin amor, obligado por las circunstancias de ese momento. Mi padre quedó quebrado financieramente porque su único amor era el licor. Yo era un joven de 17 años, sin experiencia de nada y cansado del desastre que mi padre hacía cada vez. Mi madre lo dejó y se fue de la casa con el chófer. A los pocos meses, mi padre murió de un ataque al corazón. En ese momento, asumí el rol de presidente de una empresa que estaba a punto de morir por la quiebra, y yo, como CEO, era un desastre, debo admitirlo.

Un día recibí una propuesta de un amigo de mi papá, quien era accionista minoritario de la empresa y su mano derecha.

— Voy a invertir un buen capital en esta empresa para que salga a flote y pagaré todas las deudas que tu padre tenía, esto bajo dos condiciones: 1. Ser el accionista mayoritario y presidente de la empresa durante 5 años y 2. Debes casarte con mi hija Sofía cumpliendo tus 18 años.

La propuesta me sonó muy tentadora. La empresa saldría de la mala racha y no perdería todas las propiedades que estaban empeñadas. Lo único que no me parecía era casarme con una mujer que no había visto jamás. Además, yo estaba enamorado de mi amor de la infancia, Laura, y casarme significaba olvidarme de ella.

— ¿Qué gano yo con esa boda? Si usted es presidente de esta empresa, ¿qué lugar ocuparé yo en ella? —pregunté.

— Careces de experiencia y aún no has terminado la universidad. Yo he sido el brazo derecho de tu padre y sé cómo funciona este mundo. Prepárate primero, cásate con mi hija y te devolveré la empresa. Nos beneficiamos ambos.

— Está bien, ¿qué puede ser peor? —acepté.

¿Casarme a mis 18 años con una mujer que solo sé su nombre? Mi padre solo me dejó problemas.

Al cumplir mi mayoría de edad, conocí a Sofía el día de mi boda.

BODA

CALEB

Frente al altar con apenas 18 años de edad, vestido con un smoking blanco estaba esperando a una mujer que no había visto su cara jamás, ni tenía idea de su edad.

Tenía mi corazón destrozado, dolía, era un dolor agudo, sentía ganas de llorar, había terminado con la chica que he amado toda mi vida, Laura, desde que la conocí siendo un niño me enamoré de ella y cuando cumplimos 15 años nos hicimos novios.

En este momento, estoy de pie esperando a mi futura esposa, una mujer que no es Laura. La música nupcial empezó a sonar, iba entrando Don Ángel, el amigo de mi padre con una mujer que vestía un vestido color perla con un velo donde no podía ver su rostro. Don Ángel llegó al altar y me hizo entrega de su hija, le tomé la mano y miramos al sacerdote.

No le puse mente a todo el discurso del padre, de un momento a otro, la chica llamada Sofía se levantó el velo para sellar el matrimonio con un beso, hasta en ese momento conocí su rostro. Ella me dio un beso apenas tocando mis labios. La miré con odio. No la amaba ni un poco, ¿Quién podría amar a una persona que nunca ha visto?

La recepción terminó. ¿Ahora qué voy hacer? ¿Dónde llevó a Sofía? ¿Qué tengo que hacer ahora? Ella no decía nada, creo que mi mirada de repulsión la habia notado. Don Ángel se dirigió a mi.

— Es hora que empiece tu luna de miel. Aquí están los dos boletos para ir a París. Tratala con cariño, ella es mi única hija y es mi mayor tesoro.

— ¿Cómo es que siendo su mayor tesoro, me la entrega tan fácil?

— Porque sé que eres un buen chico y sé que con el tiempo todo será bueno para ustedes. Tienen un futuro brillante juntos.

El chófer de don Ángel nos llevó al aeropuerto, increíblemente las maletas ya estaban preparadas y en el auto. Subimos al auto. Cada quién en un extremo y en total silencio.

Llegamos al aeropuerto y subimos al avión con destino a París. Ella me miraba de reojos.

— ¿Qué me ves?— le dije con el entrecejo fruncido.

— Discúlpame. No te veía a ti, veía las nubes. Tú estás a lado de la ventana y yo quisiera estarlo. ¿Podemos cambiar?

— No quiero cambiar de lugar. Mira al frente y deja de molestarme— Ella volteó la cara a un lado.

Llegamos a París, ahí nos esperaba un señor en una limosina.

— Hola señorita Sofía, hola señor Caleb. Los llevo a la residencia— ¿Éste señor como sabe mi nombre? pensé.

Llegamos a una casa que parecía una pequeña mansión. Habían dos empleadas afuera para recibirnos. Ellas tomaron las maletas y nos indicaron la habitación. Entramos Sofía y yo al cuarto. La empleada cerró la puerta para darnos privacidad.

— No dormiré contigo. Quiero una habitación propia.

Ella me miró fijo a los ojos.

— ¿Tanto me odias?

— ¿Y tú no? No odias esto, ¿Por qué no te opusiste a esta boda?

— No te odio. ¿Ya no te acuerdas de mí?

— Yo jamás te habia visto.

— Jugamos un par de veces cuando éramos niños.

— No recuerdo y ya.

— Tal vez no deba decirte esto y posiblemente no te importe. Desde que era una niña te he amado. Soy Sofía François.

— A como dijiste no me importa— le dije con mi cara molesta.

Salí del cuarto en busca de una sirvienta.

— ¿Puede prepararme una habitación para mí?

— Si.

La sirvienta preparó una habitación a lado de la de Sofía. Me encerré en el cuarto y le puse llave.

Ella dice que la conozco. Traté de recordar y nada, el único recuerdo era con Laura. Mi corazón se agitó por recordarla. Me acosté y sentí que todo estaba perdido para mí.

Soy un joven que apenas cumple 18, ¿qué manera de cumplir años? Me siento miserable. Odio a mi padre.

Tocaron la puerta.

— No me molesten. Voy a descansar.

— Abre por favor— Era la voz de Sofía.

Me levanté y abrí la puerta. Ella entró. Traía puesto una bata roja. Se sentó en la cama.

— Di lo que tengas que decir y sal de mi cuarto. Quiero descansar.

— Es nuestra luna de miel y quiero estar contigo— me tiré una carcajada.

— Tú estás loca. Sal de aquí. Por lo menos deberíamos de llevarnos bien respetando nuestros espacios.

Ella se levantó y dejó caer la bata. Tenía en frente una chica en lencería. Sofía es realmente sexi, su cabello largo liso tapaba sus pechos y la curva de su cadera es perfecta.

— Quiero tener sexo contigo— dijo Sofía con un voz de mando.

— Sal de mi cuarto. No quiero ser grosero contigo.

— No me iré a ningún lado.

Puede que no ame a esta chica pero sigo siendo hombre. Visualmente era muy apetecible pero no sentía amor por ella.

— Mira Sofía, eres muy bonita y sexi pero no te amo. No quiero tener sexo sin amor. No quiero usarte para satisfacer mis necesidades sexuales como que tal fuera un animal. Te voy a pedir por última vez que salgas de mi cuarto.

— Ya te dije que no voy a ir a ningún lado. Yo a ti te amo y quiero tener sexo con mi esposo— se levantó y se acercó a besarme.

La tomé de los hombros y la empujé.

— Te dije que no— ella se puso a llorar.

— Caleb, solo por esta vez por favor. Solo por hoy quiero sentirte. Yo sé que no me amas y que me odias pero solo hoy y no te molesto más, te lo prometo.

La miré con esa mirada de repulsión. Mi mente solo estaba enfocado en Laura.

— Solo hoy y no me molestas más, ¿estás segura? Okey. Solo para que sepas, tendremos sexo pero yo estaré pensando en la mujer que realmente amo. ¿Te parece?

Ella puso una mirada triste.

— Si.

— Desnúdate, quítate esa ropa ridícula y ponte en la cama— ella se desnudó y se acostó.

No puedo creer que vaya a tener sexo con una mujer que no es Laura, con Laura había tenido relaciones desde que nos habíamos hecho novios, la curiosidad por descubrir nuestro cuerpo, esos sentimientos que cuando nos tocábamos nuestros corazones palpitaban como dos locos, en este preciso momento todos esos recuerdos vinieron a mi mente, sentía que le estaba fallando. Ya había sido suficiente con haberla lastimado cuando terminé con ella por tratar de componer el desastre de mi padre.

Me desnudé y fui directo encima de ella. Ella trató de besarme pero yo aparté mi cara. La embestí de una sola vez. Ella me empujó llorando. No la dejé que se levantara y continué.

— ¿A dónde vas? Era esto lo que querías, ¿no?

— Pero así no.

Continué hasta que terminé.

— Listo. Ahora vete y no me molestes más. Es una promesa.

Ella se sentó en la cama a llorar. Mi pene tenía sangre. Llevé mi mano a mi frente. He sido un animal, Sofía era virgen. Me vestí y salí del cuarto. Bajé al jardín que estaba detrás de la casa. Grité y le di un golpe a un árbol, mis puños sangraron. Me agaché y puse mi cabeza en mis rodillas.

¿Qué diablos hice? Me puse a llorar. Soy un animal. ¿Cómo pude hacerle esto a ella? Ella era virgen y la lastimé. Ella debe sentirse igual que yo. Soy un estúpido. Odio todo esto.

Me puse de pie y me senté en una banqueta.

Hubiese dejado que todos tomarán un trozo de la empresa. El banco y todos los que a mi padre les debía o dejarle la empresa sin más a don Ángel. ¿Por qué sacrificarme? Laura perdóname por todo.

Estuve en el jardín casi dos horas. Entré a la casa y subí a mi cuarto, Sofía no estaba, había una mancha de sangre en las cobijas. Ver esa sangre me hacía sentirme una completa basura, me justificaba diciéndome que le había dicho que no quería y que amaba a otra mujer y ella continuó insistiendo.

Quité la cobija y la tiré al piso. Me acosté en la cama. Traté de dormir.

A la mañana siguiente. Bajé a desayunar. Sofía no bajó. Así que desayuné solo. Sentía que era lo mejor.

Subí denuevo a mi cuarto y me vestí para salir. Aunque no conocía Paris, preferiría perderme en esa ciudad que pasar más tiempo en esta casa que me asfixiaba, lejos de Sofía.

Mientras caminaba desorientado, llamé a Laura un par de veces pero las llamadas iban directo al buzón de voz. Llegué a un parque y me senté un rato. Revisé mi reloj, había caminado 4 horas. ¿Dónde estaré? Estoy perdido. ¿Cómo se llama el lugar donde vivo? Caminé tratando de seguir la misma calles de regreso a casa.

Llegué a casa. Sofía estaba en el jardín frente a la casa. Me vio entrar y se levantó.

— Hablemos— me dijo.

— Está bien— le dije con una expresión de inconformidad.

— Llamó mi padre y quiere que estudiemos acá en París. Abrirá dos cuenta para que tengamos dinero disponible. Aquí hay varios auto, puedes escoger uno para tu uso.

— Me parece bien.

— Y lo de ayer— la interrumpí.

— Ya no digas nada por favor.

Entré a la casa y me encerré en mi cuarto.

FIEBRE

— Puedes abrir la puerta por favor— Abrí la puerta.

— ¿Qué desea la señorita Sofía?— le dije con sarcasmo.

Sofía entró y se sentó.

— Quiero que hablemos.

— No me hostigues. Quiero vivir tranquilo el tiempo que esté aquí.

— Caleb, ayer arrebataste de la manera más ruin mi virginidad. Era mi primera vez y no tuviste ni el mínimo tacto.

— No sabía que era tu primera vez. Insististe tanto que solo te complací, perdón por eso. No volverá a suceder.

— ¿Tanto me odias?

— No te odio. Solo no te amo y no quiero que me molestes. Es difícil de comprender.

— Te cuesta tanto intentar una relación de amor conmigo.

— Si me cuesta. Solo te pido que te alejes de mi.

Sofía salió llorando del cuarto. Se que fui un completo animal con ella ayer pero nada va a cambiar el hecho de que no quiero nada con ella.

Un mes pasó y desde la última vez que hablamos, no hemos cruzado palabras, Sofía procura no encontrarme en los pasillos y yo procuro no salir del cuarto.

Pronto empezaremos la universidad. Me inscribí en la carrera de Relaciones Internacionales.

El primer día de clases llegó. Entré al salón y mi mayor sorpresa es ver a Sofía en ella. Le puse una mirada de pocos amigos. Salí del aula y ella tras mío.

— No sabía que tú querías estudiar esto. No pienses que te ando siguiendo.

— No me hables. No me interesa lo que digas. Me voy a cambiar de carrera— Caminé hasta secretaria.

Hablé con la secretaría e hice todos los trámites para mí cambio de carrera. Al salir de la secretaría, Sofía estaba fuera. Una llamada de Laura entró.

— No me hables aqui. Además, Laura me llama.

—¿Laura?

Seguí caminando y contesté la llamada. Sofía me veía fijamente con lágrimas en sus ojos.

— Hola Caleb. ¿Cómo te va?— era la voz de Laura.

— Laura, mi amor. Te he extrañado.

— Bueno, te he llamado para decirte que no me llames más. He tomado la decisión junto con mi familia que me voy a casar con Roger.

— ¿Roger? Estás loca. Él es mi mejor amigo.

— Solo quería decirte eso— Laura colgó la llamada.

Esto es estúpido. Había pensado en divorciarme y dejarle todo a Sofía y a su papá. ¿Qué sentido tiene mi vida? Sofía se acercó y se paró frente mío, tenía sus ojos húmedos.

— A ti te encanta llorar. ¿Qué quieres?

— Te quiero a ti. ¿Por qué no llevas tú anillo de boda?

— ¿Por qué lo debería usar? Ese anillo no me identifica.

— Está bien. Aquí en la universidad tampoco te voy hablar— Ella se quitó el anillo, me lo dio y se fue.

Tan difícil es aceptar que no siento nada por ella. ¿Cómo puede ella amarme con dos veces que nos vimos cuando éramos niños? Realmente es una idiota. Y este desprecio que siento por ella es porque, ¿Por qué?, ella no tiene la culpa de mi decisión de dejar a Laura por tratar se recuperar lo que era de mi padre. No se porque siento que la odio.

Salí de la universidad. Me fui a casa.

Una semana después estaba empezando mis clases en la carrera de traslado. De querer estudiar Relaciones Internacionales pasé a estudiar medicina. Entré más lejos de ella mejor.

Mi suegro llamó.

— Hola Caleb. ¿Cómo te ha ido? ¿Ya empezaste la universidad?

— Hola. Ya empecé. Seré Médico.

— ¿Qué tiene que ver medicina con tu empresa? Debes prepararte para ser el CEO cuando te gradúes. Creí que ibas a estudiar Negocios Financieros.

— Mmm bueno, me apunté en medicina. Su hija puede ser la CEO de la empresa. Por mi no hay problema.

— ¿Ustedes aún no se llevan bien?

— Me llevo muy bien con ella. Suegro voy a colgar que voy a entrar a clases— colgué la llamada.

Las clases terminaron y volví a casa. Había quedado con mis compañeros en salir a tomar. Así que, me di un baño y me arreglé. En los pasillos me encontré a Sofía.

— ¿Saldrás?

— Eso te pregunto a ti, Caleb.

— Si, pero no te digo dónde, no vaya a ser que quieras ir para vigilarme.

Sofía salió primero.

Llegué a un bar-restaurante. Empezamos a tomar. Había algunas compañeras. Una de ella se me acercó.

— ¿Caleb?

— Si. ¿Osiris?

— Me gustas— Me quedé viéndola.

— Mmm okey. Eres aventadita.

Sofía entraba con un grupo de chicas. Nos miramos fijamente a los ojos por unos cuantos segundos. Osiris se acercó a mi cuello y me olió. Sofía apartó la cara.

— Osiris, no hagas eso. Me incómodas.

— Toma un trago Caleb, disfruta la noche.

— Con permiso. Voy al baño— Osiris se fue detras mío. Sofía nos seguía con la vista.

Entré al baño. Osiris entró.

— ¿No ves que es el baño de hombre? No hagas esto Osiris. No me gusta que me digan o que se me ofrezcan.

— No seas mal humorado.

— Te lo advierto. No me gustas y no hagas esto— salí del baño.

Cuando salí Sofía ya no estaba y era lo mejor. Me despedí del grupo y me salí del bar. Anduve conduciendo por toda la ciudad hasta que me aburrí y me fui a casa.

Sofía estaba en mi cuarto.

— ¿Qué haces aquí?

— Me rechazas a mi, que soy tu esposa pero a otras las dejas que te toquen. ¿Qué hiciste en el baño con ella?

—¿Qué hace un hombre con una mujer a solas?— Sofía me dio una cachetada.

— Eres un idiota pero ya no te preocupes por mí, eres libre de hacer lo que desees así como yo soy libre de hacer lo que desee con quién desee

— Correcto. Ahora sal de mi cuarto.

Sofía salió. Me reprocho todo esto que hago con ella. No sé porque la trato así, me sale a penas la veo. Ella no tiene la culpa de nada.

Han pasado seis meses desde que nos casamos. La rutina era la misma. No hablaba con Sofía ni ella conmigo. Ella salía de vez en cuando con sus amigas y yo igual. Era como que tal estábamos solteros. Cuando nos encontrábamos en los pasillos de la casa hacíamos como que no nos veíamos.

Un día de estos, vine encendido en temperatura a la casa. Había tomado Paracetamol pero la fiebre no salía. Ella estaba cenando sola en el comedor cuando le pregunté a una empleada donde había un botiquín.

— ¿Qué medicina necesita? Voy a buscar. En la cocina creo que hay uno.

— Paracetamol y un termómetro. si es posible un te de limón, creo que tengo gripe.

— Ya se lo llevo señor Caleb.

— Gracias— subí al cuarto.

Tocaron la puerta.

— Puede entrar— grité.

Sofía traía la medicina, él te y el termómetro.

— ¿Qué haces Sofía?

Ella puso lo que traía en la mesa de noche y se acercó a la cama. Puso su mano en mi frente.

— ¿Estás hirviendo? Date un baño.

— Solo dame las pastillas nadamas. Quiero dormir.

— Puede que no me ames, puede que solo sientas odio por mi pero yo sí te quiero. Por lo menos déjame cuidarte cuando estés enfermo.

Me sentía mal y un poco mareado.

— Vamos al baño— Sofía me tomó de la mano y me llevó al baño— ¿te bañaras con la ropa?

— Si.

Estuve unos 15 minutos bajo el chorro de agua. Ella sentada en la tapa del inodoro. Salí del baño remojando todo el piso, temblando del frío. Ella corrió a buscar una toalla y una mudada de ropa y me la dio. Me sequé y me cambié la ropa. Ella quedó afuera del baño. Me senté en la csma, ella tenía una taza de té y me dio la Paracetamol.

— Espero con esto mejores— Ella me tocó los brazos— Ahora están helados.

Me acosté en la cama y me puse una cobija. Ella se metió a la cama.

— Ya fue suficiente Sofía. Gracias. Puedes irte.

Ella no dijo nada y simplemente me abrazó. No dije nada, solo la dejé y cerré mis ojos. Sentía tanto escalofríos en mi cuerpo que acepté su cuerpo para conseguir un poco de calor. Mi corazón se aceleró un poco pero no le puse mente. Así pasamos la noche. No me pude contener y mis manos masajearon sus pechos.

—¿Qué haces Caleb?

— No lo sé. Es como si mis manos actúan por su cuenta— retiré mis manos de sus senos— es mejor que te vayas a tu cuarto.

Ella tocó mi frente denuevo.

— Estás hirviendo otra vez— encendió la lámpara de la mesa de noche— tienes la cara roja. Voy por unos paños de agua fría.

Ella se levantó, me senté en la cama y le tomé la mano. Mi respiración estaba cansada, sentía mis labios seco. Me puse de pie y la jalé hacia mi.

— No te vayas— la abracé y me acerqué a besarla.

Ella me abrazó y me aceptó el beso. Ese beso se intensificó hasta quedar desnudos en la cama.

SOFÍA

— Caleb, quiero seguir pero me da miedo que me lastimes— recordé ese día.

— No lo haré Lau. Jamás lo haría.

—¿Lau? No soy Laura— me levanté desnuda de la cama y me vestí.

— Quiero hacerte el amor. No me dejes así.

— Eres un tonto. Yo me preocupo por ti y tu alucinas por esa Laura— Salí de su cuarto.

Eres un maldito tonto. Entré a mi cuarto y entré a la ducha. ¿cómo pude enamorarme de ti? Seguro ni me recuerdas. ¿Para qué le dije a mi padre que quería casarme contigo? Yo solo quería ayudarte.

Mis lágrimas se camuflaban con el agua. Salí de la ducha. Me acosté desnuda en mi cama.

Cómo odio sentir esto por Caleb. Ya no puedo más con este estúpido matrimonio. Imaginé mi primera vez con él de una manera romántica pero vez como resultó todo.

—Sofía abre la puerta— la voz de Caleb.

Ahora reconoce que soy Sofía. Es una broma. Me puse una bata y abrí la puerta. Su cara estaba toda colorada por la fiebre.

— Tu cara sigue toda roja. ¿Ya te tomaste tu medicina?

— Si— él me vio con una mirada opacada.

— Perfecto, entonces sal de mi cuarto.

— No. No quiero. Sofía perdoname— Me abrazó— siento que me quemo.

Caleb cerró la puerta y me empujó contra ella para besarme. Soltó el nudo de mi bata y la dejó caer al piso. Me dejé guiar por ese sentimiento y lo jalé hasta la cama. Caleb empezó a besar mis senos, sus labios se sentían tan caliente, su respiración era caliente. Era tan delicado que me tenía en sus manos. Soltaba sonidos suaves. Él empezó a moverse suavemente, me miró fijamente a mis ojos, me sentía que me perdía en ellos. Esta vez era tan diferente a la primera vez, está podía disfrutar de su cuerpo, de sus caricias y de esos besos calientes. Está vez nos fundimos en un solo latir.

Al llegar a su orgasmo, cayó a un lado, suspiró y fijó su mirada al techo.

— ¿Estás bien Caleb?

— Estoy bien. Me siento cansado— sonrió.

Se quedó dormido. Me levanté a buscar unos paños fríos. Los puse en su frente. No se si yo me estoy aprovechando de la ocasión pero siento que amo a este hombre aún más. Me acosté a su lado poniendo mi cabeza en su pecho. Le susurré que lo amaba.

A la mañana siguiente.

— ¿Qué hago en tu cuarto? — Desperté al escuchar esto.

— Tú viniste.

— No me digas más. Ya recordé— Se levantó de la cama— No te hagas falsas expectativas.

— No me las hice. Estabas con fiebre y solo te cuidé, como lo haría con cualquier persona.

Caleb salió del cuarto. Yo quedé en la cama un poco confundida por su actitud. Anoche me hizo el amor y hoy se levanta y me dice esto. Es un estúpido, demente. No debo confundirme, él al inicio me dijo Lau.

Me alisté y me fui a la universidad.

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