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«Si Tú No Existieras»

Capitulo 1

Bienvenidos 😘

He publicado cinco historias, y esta es mi favorita. Me encanta la trama, me encanta el amor que existe entre los protagonistas, y me gusta porque aquí hay pasión, deseo, entrega total. En fin, los invito a leer.

...“Si Tú No Existieras”...

Perla y Dayhan tendrán que convivir juntos por unos días, en un sitio remoto. En un lugar donde únicamente estarán ellos dos. ¿Qué pasará, ya que son polos opuestos?

¿Sus vidas serán las mismas después de esa experiencia?

Perla Thompson, una adolescente de diecisiete años, era la típica niña rica que muchas quisieran ser. Tiene piel delicada, cuerpo perfecto y ojos azules. Hija única, sus padres le complacen todos sus caprichos. Le gustaban las fiestas, los viajes y los autos. Era la chica más popular de la preparatoria Harrison y solo se junta con chicos de su mismo nivel económico. Era engreída, prepotente y se sentía ser el centro de atención.

Dayhan Maldonado, un adolescente de diecisiete años, era un chico humilde y muy guapo, pero se mantenía bajo perfil. Era el hijo del jardinero de la mansión Thompson. Su mamá falleció cuando era un niño de seis años y su meta es superarse para ayudar a su papá.

Era un lunes por la mañana, exactamente las 7:00 AM. Perla se despertó con el sonido de la alarma de su teléfono móvil. Abrió los ojos todavía soñolienta, y se volvió a arropar con la sábana. Le costaba mucho levantarse de su cálida cama. Después de diez minutos, volvió a sonar la alarma. Esta vez era inevitable levantarse. Se estiró y se dirigió al baño para darse una ducha. Después de terminar su aseo personal, se puso el uniforme: una falda de encajes azul marino con cuadros blancos, muy sexy, una camisa blanca amarrada a su preferencia y unos tenis Converse blancos.

Se miró al espejo, se hizo una cola en el cabello, se puso un poco de maquillaje nada extravagante. Era tan hermosa que no necesitaba hacer muchas cosas para verse radiante. Se echó una exquisita loción perfumada y se colocó unos pendientes de diamantes. Bajó a desayunar. Sus padres estaban en el comedor, les dio los buenos días y se sentó. Perla acostumbraba a desayunar alimentos ligeros: una tostada de pan integral con aguacate, queso y un vaso de jugo de manzana verde. Después de desayunar, se despidió de sus padres y salió al garaje. Se subió en su auto, un Lamborghini de color rojo, y se dirigió a la preparatoria Harrison.

Al llegar, sus amigas la esperaban en la entrada, sentadas en un banco. Ella estacionó su auto y se dirigió a las chicas. Se saludaron, se halagaron y entraron al aula. Iban caminando y platicando de lo que habían hecho el fin de semana, aunque ya se habían hablado por celular. Un chico salió de prisa del aula y tropezó con Perla. — ¡Disculpa! — le dijo él y continuó caminando. Ella lo miró furiosa, la había pisado muy fuerte. Empezó a maldecir y sus amigas trataron de calmarla.

— ¡Perla, no fue intencional! Sabes que él es muy cuidadoso. — dijo Diana.

— Ese Dayhan es un tarado. — comentó Emma.

— Ese imbécil, estúpido, corriente, me pisó muy duro y no tuvo la amabilidad de ver cómo estaba. — explicó Perla.

— ¡No le digas así! No seas cruel, Dayhan es muy amable y te pidió disculpa. — expresó Génesis.

— Están embobadas con él, “literal”. — afirmó Perla. Entraron y se sentaron en sus lugares.

El señor Raúl, padre de Dayhan, lo llamó como cada mañana para que se despertara. — ¡Arriba, hijo! — El chico se levantó rápidamente, fue al baño a darse una ducha, después se puso su uniforme: un pantalón azul marino, una camisa blanca y unos tenis Converse negros. Se terminó de arreglar y fue a la cocina, se preparó un sándwich de jamón y queso, luego tomó un vaso de jugo de naranja. Como acostumbra a usar abrigo, después de terminar de desayunar fue a la habitación y agarró uno del closet. Se lo puso, se despidió de su papá y salió afuera a esperar a Gael, su vecino y amigo que siempre lo llevaba a la preparatoria.

Ambos amigos iban todo el camino hablando y riendo. Estaban tan distraídos que sin darse cuenta intercambiaron celulares. Dayhan bajó del auto, se subió la capucha del abrigo dejando ver solo un poco de su rostro, entró sus manos en los bolsillos y empezó a caminar despacio, pero con pasos firmes. Ya en el aula, se sentó en el lugar de siempre, en la última fila. Sacó el celular del bolsillo de su abrigo y al ver la pantalla se dio cuenta de que era el de su amigo. Salió rápidamente y sin darse cuenta tropezó con Perla. Amablemente, le pidió una disculpa y siguió caminando. Él sabía que ella iba a decir groserías e insultos, por eso prefirió no detenerse.

Él, después de volver a cambiar el celular, regresó al aula, entró con la capucha puesta y sin mirar a nadie. Perla se quedó mirándolo detalladamente hasta que él se sentó en su sitio.

Dayhan y Perla, aunque estudiaban en la misma preparatoria y en la misma aula, habían hablado pocas veces. Ella lo veía y lo ignoraba, él era muy reservado, cauteloso y respetaba el espacio de cada uno.

Después de ese pequeño inconveniente, el día continuó normal. En ocasiones, Perla miraba a Dayhan aún con impulso de reclamarle por haber tropezado con ella.

Dayhan no era tímido, todo lo contrario, pero odiaba la hipocresía, por esa razón no tenía amigos en la preparatoria. Sabía que Perla estaba molesta, ya que él la conocía bien. El chico solía ir todos los días a la mansión Thompson con su papá. Un día, el señor Alberto Thompson agredió verbalmente al señor Raúl y él no pudo soportar ver cómo humillaban a su padre. Se le fue encima al señor y este le prohibió volver a la mansión.

Como era el último año de clases para los estudiantes de 4° grado, sus profesores organizaron un viaje: un fin de semana en la isla Gran Caimán para celebrar el retiro de los estudiantes de la preparatoria. Todos los estudiantes de ese nivel debían ir, su nota final de biología dependía de ese viaje.

Perla

Dayhan

Capitulo 2

Cada vez que un profesor entraba al aula, les recordaba a los estudiantes que debían ir al viaje, y que ya era el fin de semana.

Dayhan era el más inteligente de todos los estudiantes. Siempre respondía a todas las preguntas de los profesores, dominaba perfectamente el inglés, el francés, era un genio en informática y una calculadora en matemáticas. Debido a su inteligencia, generaba muchas envidias. Además, era muy guapo, muchas chicas morían por él, pero él mantenía distancia con todas.

Era la hora de salida en la preparatoria Harrison. Todos los estudiantes caminaban hacia la salida. Dayhan decidió ir al baño antes de irse. Perla pasó por su lado dándole una intensa mirada, ella no se pudo contener, lo detuvo agarrándole por el brazo.

— La próxima vez, ten más cuidado, y pide disculpas de rodillas. —dijo con arrogancia y continuó caminando. Él únicamente la miró sin pronunciar palabras y siguió al baño.

Las amigas de Perla la estaban esperando en el auto, ella llegó enojada, estaba buscando a su novio, Andhy, y no lo encontró.

— ¡Por Dios! ¿Estabas con Andhy? —exclamó Diana.

— ¡No!, no logré ver a dónde se dirigió, ¿Y dónde está Emma? — preguntó Perla.

— Aún no sale, parece que todos se pusieron de acuerdo en salir tarde. —explicó Génesis.

Andhy, el novio de Perla, salió y se acercó a ella.

— ¿Salimos esta noche? —le dio un beso.

— ¡Claro que sí, amor! — afirmó ella.

— Entonces nos vamos en la noche. —le acarició el rostro y se retiró.

Emma salió con una cara de decepción y les dijo a las demás: "Nos vamos, chicas". Todas se subieron al auto de Perla. Dayhan venía saliendo. Su amigo Gael lo estaba esperando en su llamativo carro, por sus colores y evidentes arreglos, al verlo lo llamó con estruendo.

— Dayhan, aquí estoy. —Todas las chicas miraron a Dayhan.

— Es un sueño, ¡qué hermosa sonrisa! —suspiró Génesis.

— ¡Es un papacito! —expresó Diana.

— Tienen razón, sin duda alguna, está entre los tres más guapos de la prepa, pero es pobre, hijo de un jardinero. ¡Uy! Qué horror. —comentó Emma.

Perla, quien también estaba mirando a Dayhan, encendió el auto mientras continuaba mirándolo.

— Emma es la más sensata de ustedes. Él no está mal, pero no está a nuestro nivel. Si una de nosotras se involucra con alguien como él, deja de ser una de las chicas más populares de la prepa. Él es un hermoso insignificante y no existe para nosotras — explicó Perla.

Ellos también las miraban y Gael, con una sonrisa pícara, dijo: — Dayhan, si yo estuviera en esta prepa, una de ellas sería mi chica.

— ¡No creo! Son unas engreídas que se creen más que todos.

Todos se fueron a sus respectivos hogares. Dayhan llegó a su casa acompañado de su amigo. Él se cambió de ropa y se dirigió a la cocina a preparar algo de comer para los dos. Después de que todo estuvo listo, se sentaron en el comedor.

— Esto está rico. — dijo Gael mientras saboreaba una rica pasta con mucho queso. Dayhan solo comía diminutas porciones, estaba pensativo y ausente.

— Oye, ¿en qué piensas? — preguntó Gael, al notar su silencio y para iniciar una conversación.

— Descubrí algo a la hora de salida. Escuché una conversación en el baño.— alguien abrió la puerta, interrumpiendo lo que él iba a decir. Entró el señor Raúl, Dayhan se levantó y le dijo: — Hola Pa, ¿quieres comer? — le quitó la mochila que llevaba a cuestas.

— No, hijo. Hola Gael — dijo el señor mientras se sentaba en un viejo sofá.

— ¿Cómo estás, señor? — preguntó Gael sonriente.

— Bien, muchacho. Dayhan, ya pagué el viaje a la isla.

— No, papá, no voy a ir a ese viaje.

— No seas desagradecido, tu papá hace un esfuerzo, además, debes ir a esa isla — interfirió Gael.

— Hijo, no te puedes dar el lujo de reprobar una materia. Recuerda que vamos a tratar de conseguir una beca.

El chico pasó la mano por la nuca y frunció el ceño. No quería compartir con sus compañeros, la mayoría les parecían altaneros y engreídos, pero debía ir a ese viaje.

Mansión Thompson

Perla y sus padres estaban cenando. Ella, como toda una niña caprichosa y consentida, les dijo: — Pa, Ma, quiero ropa nueva para el viaje.

— Todas las semanas vas de compras con tus amigas, ¿qué haces con esas ropas? —le preguntó el señor Alberto.

— ¡Ay, amor!, la niña no puede ir a ese viaje con ropa vieja. Mañana después de clases te puedes ir con tus amigas de compras.

— ¡Gracias, los amo! —hizo puchero.

— En esa preparatoria deberían dividir a los estudiantes, ¿cómo es posible que el hijo del jardinero viaje con ustedes? —dijo el señor indignado.

— ¿En serio, Pa?… ¿Cómo sabes que él va para el viaje?

—Sí, le presté el dinero a Raúl —explicó Alberto.

—Tú eres el culpable de eso, desde la primera vez que ese jardinero te pidió prestado para mandar a ese bueno para nada a la preparatoria Harrison, te debiste negar —acusó la señora.

— ¡Bueno!, yo los dejo, voy a salir con Andhy.

— ¡No llegues tarde! —pidió su mamá, Rocío.

— Gracias a Dios, nuestra hija tiene un excelente novio y de buena familia.— dijo Alberto orgulloso.

Al día siguiente, se repitió casi la misma rutina para los estudiantes.

Perla llegó a la preparatoria con su estilo inusual. Sus amigas, como siempre, la estaban esperando en la entrada. Se saludaron y entraron al aula. Tenían una esquina especialmente para ellas. Había una chica sentada en una de esas sillas, todas se pusieron frente a ella con actitudes de divas. Como Perla era la más respetada, ella siempre tenía las primeras palabras y le dijo: "Ese lugar está ocupado".

Esa estudiante era Madison. Le contestó comiéndose una pera y mirándola a los ojos sin temor.— Estaba vacío cuando llegué. — contestó Madison.

Capitulo 3

— Escucha bien, cosa rara, sabes bien que esa silla nos pertenece a nosotras. Si no quieres tener problemas, agarra tus cosas y muévete. —señaló Perla con su dedo índice

— Y si no quiero ¿qué?— retó Madison.

— Chicas, la niña no está entendiendo —dijo Emma.

— ¡Qué igualada! —exclamó Génesis con gestos.

Madison cortó la pera, mordió un pedazo y se acercó a Génesis. — ¿De verdad soy una igualada? —preguntó con intimidad.

— Además, no es nada inteligente —comentó Diana.

Andhy entró al aula y se percató de la reunión, se acercó a las chicas.—¿Qué pasa amor?— preguntó.

—Está rara, no entiende que ese lugar nos pertenece. 

Andhy se puso frente a Madison, empezó insultarla resoplando en su cara y tocándole los hombros. Dayhan, sentado en la última fila, en total silencio y con los ojos entrecerrados, estaba observando la agresividad de Andhy con Madison. Se levantó molesto, le dio dos toques a Andhy en el hombro. — Oye, es una mujer.

Andhy se creía superior a todos, era el hijo del dueño de la institución, además, era novio de la chica más popular de la preparatoria, sentir que Dayhan lo estaba cuestionando era un insulto para él. — ¿Quién te cree tú para decirme así?

—¡Yo! ¡Nada!, simplemente pienso que los verdaderos hombres debemos respetar a las mujeres.— dijo Dayhan con las manos en los bolsillos y mirándolo a los ojos.

Andhy enfureció.— Te voy a enseñar a no meterte en cosas ajenas.

Le lanzó un golpe a Dayhan, pero él lo evadió, le lanzó otro y Dayhan lo esperó con un puñetazo en la nariz, que empezó a sangrar inmediatamente. Andhy lo golpeó en la boca, Dayhan lo golpeó varias veces en el estómago. Los demás estudiantes gritan. — Pelea, pelea, pelea.— hasta que llegaron los profesores y los detuvieron.

Para un chico sin recursos económicos y sin nadie que lo defendiera, golpear al hijo del dueño del centro educativo era algo imperdonable, ¡pero!… Un padre que sabía la clase de hijo que tenía, que se vivía metiendo en problema todo el tiempo y que no respetaba a sus compañeros, sabía que había estudiantes que merecían una segunda oportunidad, en este caso, Dayhan.

Estaban en la oficina de la directora, Dayhan como siempre en una esquina con su abrigo puesto y la capucha subida, callado y escuchando a los demás hablar, Madison estaba junto a él. Andhy sentado diciendo que el chico fue el responsable, Perla sentada a su lado limpiando la sangre que le brotaba de la nariz.

La directora después de hablar con el señor Adrián Harrison les dijo a todos.— Esto que acaba de suceder, no se puede repetir, les quedan menos dos meses de clases, sería una lástima suspenderlos en esta etapa del año escolar, eso va para todos, ahora vuelvan a su aula, otra pelea y los cuatro estarán suspendidos.

Todos regresaron al aula, Dayhan sin miedo y sin resentimiento se sentó en su lugar. Madison se sentó a su lado. Andhy no estaba conforme con el resultado final, quería que suspendieran al adolescente. Perla y sus amigas no dejaban de mirar a Madison junto a Dayhan.

El día continuó avanzado, entre algunas miradas inquietantes y algunos comentarios sin base, los estudiantes supieron mantener distancia. Ya era hora de salida, todos se marchaban a sus hogares. Perla y sus amigas estaban esperando nuevamente a Emma, quien se demoraba en salir.

— Chicas, algo le pasa Emma, está muy extraña.—dijo Génesis preocupada.

— ¡Es cierto! Y siempre demora en salir.— expresó Perla, con inquietud.

—¿Será que está con alguien y no quiere que nos demos cuenta? — preguntó Diana.

Andhy venía saliendo, caminando de prisa, con una expresión de enojo en su rostro. Más atrás venía Emma despacio, pálida, no pudo continuar de pies y se desmayó. Todas corrieron a ver ¿qué le pasó?

Llamaron la ambulancia. Después de unos minutos, y poner alcohol en su nariz, ella reaccionó, también llegó la ambulancia y aunque ya estaba consciente decidieron llevarla al hospital, para una revisión. Génesis y Diana la acompañaron.

Perla estaba sentada en un banco, con las manos en la cabeza, mirando hacia abajo, muy nerviosa. Quería a Emma como su hermana, o algo parecido. Estaba tan nerviosa que no podía conducir, Andhy se le acercó para tratar de calmarla.

— Cálmate Perla, seguro no se alimentó bien y por eso fue el desmayo.— dijo el chico inquieto.

— Amor, ¿me llevas a la casa?, creo que no puedo conducir.— dijo la chica.

— ¡No puedo!, trata de relajarte y conduce con cuidado. — le dio un beso y se marchó.

Dayhan, que aún estaba esperando a su amigo, escuchó la conversación de Andhy y Perla. Aunque no eran los mejores amigos, no podía dejarla conducir en ese estado. Con temor a ser rechazado se ofreció a llevarla. —¿Si quieres te puedo llevar?

Ella lo miró confundida con ojos entrecerrados, no esperaba un acto de amabilidad de su parte. Lo dudo un poco, pero accedió a que la llevara. —Está bien, vamos. — ella le entregó la llave de su auto, él, como todo un caballero, le abrió la puerta para que subiera, luego subió y empezó a conducir.

Iban enmudecidos, en un silencio sepulcral. Él para romper el hielo y para saber a dónde la iba a llevar, le preguntó. —¿Te llevo al hospital?

Perla volteó a verlo con una mirada de interrogantes, se quedó callada por unos segundos. La actitud de Dayhan la dejó sorprendida. 

— ¿En serio no te molesta llevarme?— le preguntó ella.

—¡No! ¿Por qué debería ser así?

— Porque tú y yo no somos amigos.

— Tampoco somos enemigos, o por lo menos yo no te considero así.

— Llévame a mi casa. — dijo ella con voz desanimada y para terminar la conversación. Él volteó un segundo para verla, luego inmediatamente fijó su mirada hacia adelante.

Llegaron a la mansión Thompson, se abrió el enorme portón, Dayhan condujo hasta la entrada de la casa. Los señores Thompson estaban sentados en la terraza tomando un café. La señora Rocío vio llegar el auto de su hija, pero ella venía de copiloto, observó bien para ver quién manejaba, y se percató que el que venía conduciendo era Dayhan. 

— Cariño, ¿por qué el hijo del jardinero viene en el auto de nuestra hija?

El señor lo vio y se levantó enfurecido, rápidamente se dirigió hacia ellos. Sin preguntar nada y lleno de ira, agarró a Dayhan por el pecho, sujetando con fuerza por la camisa. — ¿Qué demonio haces con mi hija? ¿Qué haces en mi casa?

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