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AGONY

Agonía.

Hace 6 años atrás, en un día caluroso como este, me dieron la terrible noticia que terminó con la vida que conocía hasta ese momento.

En ese entonces yo solía ser un chico muy activo. Me gustaba hacer de todo. Pero lo que más amaba en este mundo, era jugar fútbol soccer...

Recuerdo que aquella tarde estábamos jugando la final del torneo de verano, y mi equipo iba un gol arriba sobre nuestros rivales.

Yo jugaba de medio campo y además era muy bueno haciendo tiros desde afuera del área...

Cuando solo faltaban 15 minutos para que el encuentro terminara, uno de mis compañeros me pasó el balón y de inmediato corrí hacia el arco contrario...

Solo me faltaban unos pocos metros para llegar al área, cuando de repente todo se volvió negro frente a mis ojos. Mi cuerpo se debilitó y en un instante caí inconsciente al piso...

Más tarde desperté en un cuarto de hospital completamente confundido y agotado, lo primero que hice al abrir los ojos, fue buscar algún rostro conocido a mi alrededor pero pronto me dí cuenta que estaba solo.

Me levanté de la cama con las pocas fuerzas que me quedaban y caminé despacio hasta la puerta, pero cuando estaba a punto de salir, escuché las voces de mis padres afuera de aquella habitación.

Ellos estaban acompañados por alguien más y hablaban de cosas que no podía entender debido a mi corta edad, lo único que recuerdo es que un doctor les dijo...

_"Su hijo tiene leucemia"...

Y fue en ese instante en que todos mis sueños se vinieron abajo. Con tan solo una palabra mi vida se derrumbo por completo...

Desde ese día he pasado más tiempo en el hospital que en mi propia casa... Ya casi no recuerdo como era mi habitación, o el color de las cortinas, de que lado estaba mi cama o como había ordenado los libros del estante.

Fue así como mi conjunto de fútbol se transformó en una bata de hospital, los cánticos del estadio se ahogaron en el silencio absoluto de este lugar y el gran campo de juego se redujo considerablemente a estás cuatro paredes donde me aferró a la vida día tras día...

Recuerdo que al principio lloré mucho, me enojé con Dios y con el mundo entero. Maldije a todos y desee morir con todas mis fuerzas.

Pero cada vez que veo las lágrimas de mi madre o las ojeras en el rostro de mi padre, eso me hace recordar que está lucha no es solo mía, también los involucra. Y es gracias a ellos que aún no me he dado por vencido.

Aunque mi cuerpo duela, aunque pierda peso y mi cabello se haya caído completamente. Cada vez que veo el rostro de mis padres, trato de poner mi mejor sonrisa...

Pero a pesar del esfuerzo que hacemos, tanto ellos como yo, somos concientes de que el tratamiento no está funcionando, la enfermedad no retrocede y mis esfuerzos se están agotando...

Él tiempo se me está pasando y lo más triste es que no disfrute de mi vida. Podría morir en cualquier momento y no me llevaré ningún recuerdo conmigo, porque solo he estado encerrado dentro de está prisión, sin ver la luz del día.

Desearía ser un adolescente normal y solo tener que preocuparme por las cosas típicas de mi edad, como a qué universidad aplicaré o a qué chica invitaré al baile de graduación...

Cuando supe que estaba enfermo solo tenía 11 años. Apenas era un niño, tenía muchos sueños y toda una vida por delante.

Lo más irónico de todo esto es que ahora solo me conformo con seguir respirando...

Aún creo que es injusto y sigo sin comprender porque me pasó esto, pero después de sufrir por tanto tiempo, ya me resigné a la idea de que indefectiblemente moriré algún día...

Mis padres no quieren rendirse, aún no quieren aceptar que su único hijo morirá tarde o temprano pero lo cierto es que ellos no merecen pasar por esta agonía y yo tampoco...

Lo bueno de mi situación actual es que solo me faltan un par de meses para cumplir mis 18 años y aunque parezca una tontería, para mí es un evento muy importante.

Después de que obtenga mi mayoría de edad, ya no tendré que depender de la decisión de mis padres y podré elegir entre continuar el tratamiento o abandonarlo.

Es por eso que espero mi cumpleaños con muchas ansias, ya que después de ese día, pienso marcharme de aquí para siempre...

Ahora mismo me encuentro en la soledad de mi habitación, pensando en aquella decisión que tomé hace algún tiempo.

Sé muy bien que mis padres no aceptarán que abandone el tratamiento, pero ellos deben entender que ya no puedo seguir viviendo así.

Esta mañana amaneció lloviendo y después de la quimio, me la pasé durmiendo hasta entrada la noche.

Cuando desperté ya había oscurecido y solo se oía el repiqueteo de la lluvia en la ventana...

Me quedé observando como las gotas se estrellaban contra el vidrio y por un momento desee ser una de ellas... Quizás de esa manera mi agonía finalmente terminaría...

De pronto alguien irrumpió violentamente en mi habitación logrando que me llevara un gran susto...

No podía ver quién era, pero en la total oscuridad de mi cuarto solo pude distinguir la silueta de un hombre que se ocultó detrás de la puerta como si estuviera escondiéndose de alguien.

_ ¿Quien eres? ¿Porque estás en mi habitación?_ Le pregunté.

_ Shhh..._ Me contestó.

Aquel sujeto no respondió a mi pregunta, solo me pedía insistentemente que me callara.

_ Llamaré a la enfermera._ Dije asustado.

Me incorporé un poco para alcanzar el teléfono y así poder llamar a las enfermeras para que vinieran a ayudarme, pero de repente aquel hombre ya se encontraba junto a mí y me sujetó fuerte de las muñecas para que no tomara el teléfono...

En ese preciso instante un relámpago iluminó la habitación por completo y pude ver su rostro...

Aquella persona solo era un muchacho como yo. Tenía su cabeza parcialmente cubierta con una capucha, pero aún así pude ver qué tenía su rostro golpeado.

Tendría que haber gritado o al menos debería haber pedido ayuda, pero sin embargo no lo hice, porque en su mirada se reflejaba un profundo miedo y desesperación...

No se porqué, pero al verlo a los ojos, no sentí miedo en absoluto; por el contrario, solo sentí pena por él...

_ ¡Ayúdame!..._ me suplicó.

Justo en ese momento oí pasos y voces que provenían del corredor...

Continuará....

Incorregible.

_ ¡Eres incorregible!... Me decían constantemente.

Pero a mí siempre me importó un carajo lo que pensarán los demás sobre mí.

No se cuándo fue que perdí el interés en las personas o en las cosas, puede haber sido cuando mi padrastro me golpeaba, o el día en que decidí huir de casa, pero estoy seguro que en algún punto, le perdí el sentido a la vida.

Ahora hago lo que quiero y cuando quiero, sin medir las consecuencias.

Huí cuando solo tenía 14 años y fue después de recibir una paliza por parte de mí padrastro que me envió por una semana al hospital. Antes de que me dieran el alta, me fuí de aquel lugar y no regresé a casa nunca más.

Decidí irme porque siempre era lo mismo, mi madre me pedía perdón después de que el imbécil de su novio me golpeaba brutalmente, también me prometía no volver a verlo y después de un tiempo él regresaba, haciendo de mi vida un verdadero infierno.

Cuando me escapé aquella vez, estuve deambulando durante días, viví en la calle por un largo tiempo, hasta que me encontró un anciano que vivía solo y me llevó a su casa.

El viejo se hizo cargo de mí y pidió ser mi tutor legal ante la justicia, hasta me envió a una escuela para que continuará con mis estudios

pero lamentablemente lo bueno dura poco en mi vida y aquel viejo murió al año de haberme adoptado.

A nadie le importó que él ya no estuviera, nadie fue a su funeral, ni tampoco fueron los empleados del juzgado a preguntar por mí. Después de todo, a quien le importaría un adolescente descarriado como yo.

Cuando el viejo murió, yo me quedé viviendo en su casa y tuve que hacerme cargo de mi mismo otra vez.

Falsifiqué su firma en la escuela e inventé miles de escusas cuando lo citaban por mi mal comportamiento, pero nunca supieron que él ya había muerto.

El último año me salté la mayoría de las clases y terminé repitiendo, por eso ahora debo ir con chicos menores que yo, que son más fastidiosos que los idiotas de antes.

Me pasaba gran parte del tiempo en la calle y por eso terminé involucrándome con sujetos que llevaban una mala vida y al final de cuentas terminé envuelto en peleas clandestinas y en apuestas que me llevaron a adoptar un estilo de vida bastante vicioso.

Como prácticamente he vivido en la calle, eso ha generado que me vea envuelto en diferentes tipos de pleitos, por lo cual aprendí a defenderme bastante bien.

Además mi talento innato en el boxeo me ayudó a ganar buen dinero para poder sustentarme, lo único que me juega en contra, es mi maldito orgullo, ya que no tolero perder.

En las peleas que participo hay ocasiones en las que debo perder a propósito, porque al hacerse mediante apuestas, a veces los resultados están arreglados de antemano y justamente es allí donde surge el problema...

Cómo lo que acaba de ocurrir hace un momento.

Se suponía que debía perder contra un peleador veterano y todo marchaba bien hasta el momento en que aquel sujeto golpeó mi rostro. Entonces, perdí el juicio por completo.

Lo único que siempre les pido es que no me toquen el rostro y el imbécil no hizo caso a mi advertencia, por eso fue que terminó inconsciente en el piso.

Ahora me encuentro corriendo por mi vida, porque al parecer le hice perder mucho dinero a un pez gordo y sus matones quieren darme una lección.

Corrí por varias cuadras, pero aún así no lograba perderlos de vista...

De repente se me ocurrió ingresar al hospital. En ese momento no pude pensar en otra mejor idea, además sé que ellos no se atreverán a hacer escándalo en un lugar como este, porque hay personal policial en todos los pisos, o al menos, eso es lo que creo.

Apenas entré al área de emergencias me dejé caer sobre una banca de la sala de espera. Necesitaba descansar un poco porque estaba exhausto de tanto correr.

Encima la cara me dolía terriblemente, debido al golpe que recibí de aquel imbécil. Lo bueno de toda está situación, es que él se llevó la peor parte.

Mientras estaba ahí, ví entrar a los matones que me estaban persiguiendo, al parecer aquellos bastardos no querían darse por vencidos.

Antes de que pudieran atraparme me metí rápidamente al asesor y subí hasta el tercer piso.

Una vez que llegué allí, caminé por el corredor buscando un lugar donde ocultarme, entonces oí el sonido del ascensor abriéndose una vez más e inmediatamente me oculté detrás de una columna, para espiarlos miéntras los escuchaba conversar entre ellos.

_ Debe estar en este piso. Él ascensor se detuvo justo aquí y luego volvió a bajar._ Oí que dijo uno de ellos.

_ Revisemos el lugar._ Agregó el otro

Me deslicé lentamente pegado a la pared y entré en el primer cuarto que encontré.

Adentro estaba totalmente oscuro y me quedé detrás de la puerta para escuchar a los tipos que estaban buscándome.

_ ¿Quien eres? y ¿Porque estás en mi habitación?_ Me preguntó alguien.

Me giré de inmediato encontrándome con una silueta en medio de la oscuridad.

_ Shhh..._ Le pedí que se callara.

En cuanto me acerqué a esa persona me dí cuenta que solo era un chico y además se veía bastante asustado por mi presencia. Debía calmarlo porque si él comenzaba a gritar, iba a delatarme...

_ Llamaré a la enfermera._ lo oí decir.

¿Que demonios debía hacer?

Si ese chico alertaba a las enfermeras esos tipos iban a encontrarme.

Entonces sin previo aviso, corrí y lo tomé de las manos antes de que pudiera agarrar el teléfono...

En ese preciso momento, la luz de un relámpago iluminó la habitación por completo y nuestras miradas se cruzaron por un instante... Finalmente pude ver a la persona que tenía enfrente...

Aquel tipo solo era un chico al igual que yo, con la diferencia que él parecía estar muy enfermo...

De repente escuché corridas... Esos tipos se acercaban, podía oírlos hablar afuera de la habitación...

_ ¡Ayudame!_ Le pedí.

Necesitaba ocultarme lo más rápido posible y el chico era mi única salvación en este momento...

Continuará...

Asistencia.

Aquel muchacho me miraba fijamente a los ojos mientras me sujetaba de las manos y las voces de afuera se oían cada vez más cerca, haciendo que mi corazón se paralizara...

Miré en dirección a la puerta y luego volví mi vista hacia aquel desconocido...

_ Ayudame, por favor._ Me volvió a insistir.

_ Está bien. ¡Ocúltate en el baño!_ Le respondí.

No sé que demonios pasó por mi cabeza en ese momento, pero sentí la necesidad de ayudarlo.

Apenas el muchacho se escondió en el baño, dos sujetos irrumpieron en mi habitación...

_ ¿Quienes son ustedes? Llamen a la enfermera, por favor. No me siento bien._ les dije suplicante.

Me levanté de la cama tambaleándome y luego caminé hacia ellos, fingiendo sentirme mal. Hasta incluso tomé al sujeto más robusto de la chaqueta tratando de evitar que siguieran avanzando.

_ Me siento mal. Voy a vomitar..._ comencé a hacer arcadas.

_ No me toques, maldito enfermo._ me empujó haciéndome chocar contra la pared.

_ ¡Revisa el baño!_ le ordenó el otro.

Sabía que tenía que evitar que abrieran la puerta o si no ellos descubrirían al joven escondido allí dentro. Por eso tenía que hacer algo rápido para que no lo atraparan, entonces sin pensarlo demasiado, me abalancé sobre ellos...

El papel del moribundo es el que mejor se interpretar y por eso creí que era hora de dar mi mejor actuación.

_ Ayuda..._ me atravesé en su camino_ Me estoy muriendo..._

_ ¡Lárgate!_ intentó quitarme del medio.

Me dejé caer de rodillas mientras me sujetaba de su chaqueta y justo en ese momento otro sujeto abrió la puerta de la habitación...

_ ¡Tenemos que irnos! Las enfermeras alertaron a la policía!_

_ ¡Vámonos!_ el hombre que entró tomó al tipo robusto del brazo.

_ ¡Suéltame!_ quitó mis manos de su chaqueta y me empujó hacia atrás haciendo que cayera sentado.

Apenas se fueron, cerré la puerta de inmediato y luego me dejé caer sobre la cama. Estaba temblando de pies a cabeza, porque era la primera vez que hacía una cosa tan arriesgada como esa.

Al parecer esos tipos estaban buscando al chico que estaba oculto dentro de mi habitación, pero gracias a que los detuve, no pudieron encontrarlo.

Después de algunos minutos aquel muchacho salió del baño, se dirigió rápidamente hacía la puerta y la abrió un poco para mirar hacía afuera.

_ Creo que se fueron._ le dije desde mi cama.

_ Eso parece..._ cerró nuevamente._ Tienes un teléfono celular? Necesito hacer una llamada._

Lo miré con desconfianza, porque no quería darle mi teléfono. Ni siquiera sabía quién era, además, quién me aseguraba que después de dárselo, él no saldría corriendo de aquí.

_ ¡No voy a robarte!_ Me dijo mirándome a los ojos.

Me sorprendí al oír sus palabras, porque parecía como si estuviera leyendo mi mente... Pero no podía juzgar a alguien sin conocerlo, al menos eso es lo que me enseñaron mis padres.

Entonces abrí el cajón de la mesita de noche, saqué mi celular del interior y luego lo extendí hacía él.

El muchacho lo arrebató de mis manos y salió disparado hacia el corredor.

_ ¡Ey! ¡Detente!_ le grité.

Intenté seguirlo torpemente en la oscuridad de mi cuarto, tropezando con la cama de al lado. Pero al llegar al umbral de la puerta, me detuve al ver que estaba en el corredor hablando por teléfono.

_ Ven a buscarme, estoy en el hospital local._ le dijo a alguien.

Luego de cortar la llamada se giró de inmediato y caminó hacia mí.

_ Gracias._ me devolvió el teléfono.

Se acomodó la capucha, metió las manos a los bolsillos de su chaqueta y cuando se disponía a irse, lo detuve sujetándolo del brazo.

_ Espera un momento._

Entré a la habitación y tomé un viejo paraguas que mamá había olvidado hace bastante tiempo.

_ Ten, afuera está diluviando._ Le extendi aquel objeto en desuso.

El joven solo me miró fijamente y asintió con su cabeza, luego tomó el paraguas y se marchó...

Mientras lo observaba como se iba por el corredor, en el fondo deseaba ser como él y poder irme de este lugar de una buena vez por todas...

Cuando el chico estaba a punto de entrar al ascensor se giró en mí dirección, me miró una última vez y luego desapareció ante mis ojos.

Volví nuevamente a mi cuarto y me acosté en mi cama. Lo que acababa de pasar había sido demasiado extraño para mí, pero debo reconocer que aquello a sido lo más emocionante que me ha pasado en toda mi vida...

Cerré mis ojos para descansar mi vista un momento y no sé porque la mirada penetrante de aquel joven volvía a mi mente una y otra vez.

No podía entender cómo alguien puede transmitir tanto con una sola mirada, ya que ni siquiera me hizo falta hablar con él para darme cuenta que debe tener una vida bastante difícil...

Al final de cuentas todos cargamos con nuestra propia cruz, con la diferencia que no todos sufren de la misma manera...

De inmediato me incorporé en la cama y del cajón, tomé lápiz y papel e inconscientemente ya me encontraba dibujando en mi cuaderno, la mirada de aquel muchacho.

A la mañana siguiente desperté al sentir que alguien pellizcaba mis mejillas...

Sentía los párpados pesados y me costó bastante terminar de abrir los ojos. Pero en cuanto pude abrirlos, me encontré con la figura de Mary frente a mi.

_ Vamos dormilón.Vine a buscarte. Hoy tienes otra sesión de quimio._ me dijo sonriendo.

Ella es la enfermera más antigua de la sección de oncología. Ha visto pasar a miles de pacientes durante todos sus años de servicio, aúnque creo que yo soy el que más tiempo ha pasado aquí dentro.

Mary es como una segunda mamá para mí y le tengo un aprecio enorme...

_ Me puedo saltar la sesión de hoy. No me siento bien..._ dije resongando.

_ ¿Tu quieres que el Dr. Patrick nos mate a ambos? Vamos, mueve tu trasero y súbete a la silla._ me ordenó con su ceño fruncido.

Me acomodé sobre la silla de ruedas resongando mientras Mary sonreía al ver mi cara de fastidio.

_ Déjame adivinar... De seguro te quedaste dibujando toda la noche y por eso ahora estás cansado._

_ ¿Como lo sabes? ¿Acaso eres adivina?_

_ No tengo que ser adivina. Con solo ver las ojeras debajo de tus ojos, me basta._

Ella me llevó a través del corredor hasta la sala de quimio mientras tarareaba una canción que desconozco.

Una vez que llegamos ahí, me dejó junto a una camilla...

_ Te recojo luego, cariño!_ me guiñó el ojo.

Hice un intento de sonrisa levantando el pulgar mientras ella salía de la habitación.

En ese momento llegó la encargada de mi tratamiento y me ayudó a recostarme sobre la cama para luego comenzar a preparar los medicamentos que iban a suministrarme.

Una vez que ya estaba cómodo, me puse los auriculares y seleccioné la lista de canciones que escucho cada vez que estoy recibiendo la quimioterapia, ya que oír esa música me ayuda a relajarme...

Cerré mis ojos un momento y sin querer tuve un sueño fugaz... En el me veía corriendo detrás de un balón de fútbol, estaba tratando de alcanzarlo y cuando logré tomarlo con mis manos, de repente levanté mi mirada y me encontré con un par de ojos negros que me miraban profundamente...

Abrí los ojos de inmediato, luego miré a mi alrededor y me di cuenta que aún seguía en el área de quimio.

Solté un suspiro pesado miéntras me cubría los ojos con mi brazo...

Algunas horas después me llevaron de vuelta a mi habitación. Me sentía terrible debido a que los efectos de la quimio hoy eran peor que cualquier otro día...

Sentía náuseas y mi cuerpo no paraba de temblar, incluso tuvieron que ayudarme a acostar porque estaba tan exhausto que no podía ni caminar.

_ Tranquilo, cariño. Lo estás haciendo muy bien. Tus padres estarán aquí pronto._ me dijo Mary.

Ella me cubrió con una manta y como pude me giré en dirección a la ventana.

_ Iré a ver a los otros pacientes. Si necesitas algo me avisas._

Solo asenti levemente, ya que no tenía fuerzas ni para hablar, pero cuando Mary estaba a punto de salir del cuarto, oí que le habló a alguien.

_ Hola... ¿Tu eres su amigo?_

_ Yo solo vine a traer algo..._

_ Podrías quedarte un momento. Hoy no ha sido un buen día para él. Sus padres ya vienen en camino._

_ Espere... Yo no..._

_ Solo serán un par de minutos._ insistió la enfermera.

No sabía con quién estaba hablando. De lo que si estaba seguro es que había alguien más en la habitación, pero estaba tan agotado que no tuve fuerzas para voltearme a ver de quién se trataba...

Continuará...

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