La noche ya mostraba su tono más oscuro sobre la ciudad de San Felix. A pesar de que eran las nueve de la noche las calles se mantenían vivas, llenas de gente que solían salir a divertirse los fines de semana.
Además, era el día del reencuentro universitario: un suceso donde las cinco universidades de la ciudad se reunían para el evento más grande del año. Desde muy temprano se disputaban en deportes, baile y pruebas de conocimiento. Sin embargo, después del programa académico, las calles y avenidas se inundaban de estudiantes con ánimos de fiesta.
Johnny Márquez, un estudiante del séptimo semestre de la carrera de administración de empresa, caminaba por la avenida universitaria junto a sus amigos: Mery, Marcos, Alex y Javier; después de haber salido del reencuentro universitario. La noche era joven, así que habían decidido ir a Tragos y Copas Club. Un lugar que durante el día brindaba un ambiente familiar con un área de fiestas en dónde había una piscina, pero por la noche, se habría el sector del bar, donde asistían las personas amantes de la música moderna, que mientras bebían, podían disfrutar de partidos de fútbol en grandes pantallas o simplemente hablar.
También era el lugar donde trabaja Johnny. Pero esa noche no, esa noche había pedido permiso para disfrutar del evento universitario.
Al llegar al lugar los muchachos buscaron una mesa desocupada en el cual instalarse, mientras Johnny se dirigía a la barra para saludar a Carlos su jefe.
En la barra estaba atendiendo una mujer rubia, delgada, con un aspecto un poco rockera, vestía de negro y sus ojos tenían un sombreado oscuro. Discutía con un hombre casi de su mismo estilo, este a su vez, llevaba una sudadera negra con la capucha cubriéndole la cabeza y que apenas dejaba ver una barba de candado en su rostro. Sin embargo se notaba furioso, ya que se levantó del taburete con brusquedad y empezó a caminar con las manos en los bolsillos y la cabeza agachada. Al pasar por el lado de Johnny el personaje lo golpea con el hombro.
- Lo siento amigo – dice Johnny mirando al hombre.
Pero aquella persona hizo caso omiso a lo sucedido y simplemente siguió hacia la puerta hasta perderse en la salida.
Johnny se encogió de hombros y procedió a dirigirse al taburete donde anteriormente estuvo aquel hombre.
- Supongo que eres la nueva - dice Johnny dirigiéndose a la chica.
- ¿Disculpa? – su voz sonaba todavía alterada, tal vez por la discusión anterior.
- Donde están mis modales. Soy Johnny Márquez - le tiende una mano para saludarla - yo también trabajo aquí.
- Ah, tu eres al cual estoy suplantando - le estrecha la mano - soy Lesly Torres – dice con una voz más serena.
- Me parece que te he visto antes.
- Soy estudiante de arquitectura en la UNASF.
- ¡Claro que te había visto! - recuerda Johnny – en la universidad. ¿No te vi en el reencuentro universitario hoy?
- No me gusta estar en una multitud y menos en ese tipo de alborotos - dice en tono cortante.
- Sin embargo mírate aquí.
- Es solo trabajo – acentúa sus palabras con una mirada fulminante.
En eso interrumpe Carlos, que sale del depósito ubicado detrás del área de atención con más cajas de cerveza.
- ¡Hola Johnny! , ¿Viniste a trabajar? – bromea el jefe.
Johnny contesta con una carcajada.
- Solo pase a divertirme con mis amigos - señala hacia la mesa donde ya están acomodados el grupo.
Los muchachos levantan las manos saludando a Carlos y este les devuelve el saludo con la misma seña.
- Veo que ya conociste a tu remplazo - dice Carlos mirando a Lesly.
- Pero solo por hoy – puntea Johnny.
- ¿Y cómo la ves?
- Atiende muy bien, pero es muy seria, debería de sonreír más - apunta con el dedo a su boca mientras le muestra una sonrisa a Lesly.
- Pues debes de entrenarla, porque pienso darle un puesto fijo - dice Carlos mientras saca una cerveza ´del frigorífico y la destapa – ¡toma!, la primera va por la casa - se la tiende a Johnny.
- Gracias jefe - Johnny la recibe y le da un gran trago - por favor, dame cuatro cervezas más - dice mirando a Lesly.
Ella saca las cervezas, las destapa y se las coloca en la barra frente a Johnny mientras lo mira profiriendo una sonrisa de Guasón.
- Te parece así – señala Lesly.
Johnny toma las cervezas entrelazándolas con los dedos mientras le dice:
- Así está mucho mejor - y le da la espalda para dirigirse a la mesa donde están sus amigos.
Solo está a unos pasos de la mesa, cuando todos sus compañeros lo voltean a mirar, excepto Marcos que mantenía la vista hacia la barra.
- ¿Quién es la chica de la barra? - pregunta Mery un poco celosa.
- Es Lesly Torres, trabaja con nosotros desde hoy.
- ¿Y ya le pediste su número de teléfono? - dice Marcos con la mirada aun en la chica de la barra.
- ¡Estás loco! ¡Acabo de conocerla!.
- Pero ella te estaba coqueteando.
- ¡Si claro!- Johnny suena un poco irónico - apuesto a que tú no se lo pides - dice mientras le tiende la mano a Marcos para cerrar la apuesta.
- Acepto – estrechan las manos.
La noche se extendió a las una de la madrugada. Con frecuencia Marcos era el que iba a buscar las cervezas y se tomaba su tiempo en la barra. Pero, después de unas cuantas rondas Johnny empezó a sentirse mal. El cuerpo le sudaba y sentía que le faltaba el aire.
Mery ve que él toma la parte delantera de su camisa y la agita para aliviar el calor.
- ¿Te sientes bien? - pregunta preocupada.
- Si, solo voy a tomar un poco de aire.
Johnny se levanta y el suelo se le movió. Estaba mareado. No era como normalmente le sucede con el alcohol, más bien era como si se le hubiera bajado la tensión.
Camina tambaleando hasta la puerta que da al área de fiestas y toma las llaves para abrir la puerta, la cual Carlos deja siempre detrás de un cuadro, ya que en muchas veces las ha perdido.
Mery lo mira desde la mesa. Va a levantarse para seguirlo cuando ve que Carlos le hace una seña a Lesly para que ella vaya tras de él.
- ¡Déjalos a solas! – Le dice Javier a Mery en el oído – tal vez le gane a Marcos y se quede con la apuesta - Eso no la hizo sentirse mejor, pero si la calmo un poco.
Solo ha transcurrido unos cuantos minutos, cuando Mery escucha un alboroto de la gente que llamo la atención del grupo.
Todas las personas corrían de pronto, simulando una maratón hacia el área de fiestas, incluido Carlos que deja la barra sola.
- ¡Johnny!- exclama Mery mientras se levanta de la silla.
Todos los muchachos se unen a las personas que corren. Mery se habré paso hasta quedar en la primera fila. Al llegar a la piscina, las piernas le flaquean, cae de rodillas con las manos tapándose la boca y los ojos llorosos.
Estaban sacando a Johnny del agua. Tenía los ojos cerrados y no se veía que respirara. Tal vez estaba muerto.
-¡Johnny! ¡Corre!
Escuchaba esa voz familiar a lo lejos, o… ¿estaba en su cabeza?. En realidad él no lo sabía. Todo estaba oscuro. Ningún otro sentido activo.
-¡Johnny! – escucha por segunda vez.
Johnny abre los ojos y se incorpora rápidamente al escuchar de nuevo su nombre. De repente, se encontraba sentado en el suelo. En medio de un bosque. Le recuerda al lugar colorido y vivo, donde solía ir con su padre a recoger leña cuando era pequeño. Pero algo estaba mal. Era diferente a aquel entonces. El suelo estaba agrietado y los árboles secos. Una densa neblina arropaba aquel lugar. Como si una maldición lo hubiera invadido.
Se levanta del suelo lentamente. Trata de recordar ¿cómo ha llegado ahí?, pero no encuentra en su mente ningún hecho ocurrido anteriormente. Tampoco sabe ¿Por qué esta en ese lugar?. Inmediatamente su pensamiento es interrumpido por el sonido de un trueno, que de una manera casi involuntaria lo obliga a mirar hacia arriba. El cielo pintaba las nubes de un gris demasiado oscuro. La advertencia de que un fuerte aguacero se aproxima.
Johnny se percata del frio que tiene. Su cuerpo está temblando sin querer. Se mira las manos y estas están pálidas, como si por ellas no circulara sangre. Se las lleva a la cara empuñadas para calentarlas con el vapor de la boca que deja pasar entre sus pulgares.
- ¡Johnny corre! – otra vez esa voz.
- ¿Papá? – Se pregunta mirado a todos lados, sin ver nada más que arboles - ¡papá! – grita.
- Por aquí, ¡corre! – se oye entre la neblina.
Johnny se abre a correr hacia su derecha, guiándose por la voz de su padre que grita su nombre una y otra vez. La neblina es tan densa, que en dos ocasiones ha tenido que reducir su marcha para no golpearse con los árboles.
- PAPÁ ¿DÓNDE ESTAS?- grita mientras se detiene.
Hace como cinco segundos que no escucha la voz de su padre.
Respira profundo. Esta agitado por la carrera que acaba de realizar. Su corazón esta acelerado. Mira a su alrededor. A pesar de que la oscuridad del caer de la noche impide un poco su visión, reconoce un árbol grande de aquel lugar. Un recuerdo de él y su padre, descansando un poco sentado bajo el árbol antes de continuar el trayecto hasta su casa invade su mente. De pronto, empieza a llover fuertemente, parece que han abierto unos aspersores gigantes.
- ¡PAPÁ! – grita nuevamente, pero solo recibe la repuesta del sonido de las gotas de agua que golpean el suelo y los árboles.
Apenas se ha callado el eco de su último grito, cundo detrás de él escucha una rama seca que se quiebra. Se voltea de un salto. A lo lejos distingue una figura. Detrás de un árbol ubicado a unos cinco metros de distancia observa una silueta humana.
- ¿Papá, eres tú? – pregunta nervioso.
De repente, un destello de un relámpago ilumina todo el lugar, dejando ver lo que está frente a él. Lo que Johnny vio lo dejo paralizado.
Una persona de unos dos metros de alto, vestido con un manto negro que se arrastraba hasta el suelo, llevaba puesto una capucha que ocultaba totalmente su rostro, solo dejaba ver unos ojos amarillos, que brillaron cuando recibieron el flash del relámpago. Un frio recorrió el cuerpo de Johnny. La nuca se le erizo. No podía hablar.
Aquello empezó a salir lentamente del lugar donde se encontraba. Cuando Johnny pudo reaccionar, comenzó a correr en dirección opuesta a esa cosa. Tenía el presentimiento de que no era nada bueno. En ocasiones miraba hacia atrás para asesorarse de donde estaba aquello que lo seguía. Y a pesar de que pareciera que solo caminara, el monstruo iba recortando su distancia con respecto a Johnny. Cuando ya estaba a un metro de él, el perseguido tropieza con una piedra…
Johnny se despierta sobresaltado. Tiene la impresión de que el corazón se le va a salir por la boca. Pero se calma un poco cuando observa que está en su cuarto. Mira su teléfono que está en una mesita junto a su cama. El reloj marca las cuatro y media. Falta media hora para que el despertador suene. Pero no importa, se sentía aliviado de que todo aquello había sido solo un sueño. Un mal sueño.
Johnny todavía estaba acostado en su cama. No podía sacarse de la cabeza la imagen de aquellos ojos escalofriantes que lo miraban desde aquel árbol.
Suena la alarma del celular, las cinco. Tomo el aparato y apaga la alarma. Se levanta cansado de la cama, como si en vez de haber estado durmiendo, hubiera estado en una larga jornada de trabajo. Se estira para relajar un poco el cuerpo y luego se dirige al baño.
Mientras se está cepillando los dientes, se mire en el espejo. Los ojos apagados y una barba que no se afeitaba desde hace algunos días, le muestra un rostro envejecido. Piensa que, «desde los doce años no he tenido pesadillas», y ahora que tiene veinticuatro, en una sola semana ya era la segunda vez que soñaba con esa cosa.
La primera vez había sido la noche del reencuentro universitario. Johnny no recordaba casi nada de esa noche. El alcohol había hecho de las suyas. Pero si recordaba “haber estado parado en medio de un camino de tierra en la cual no se divisaba el final, a los lados estaba cercado por unos árboles gigantes que perecía unirse en sus ramas. A unos diez metros de él, la cosa del manto negro lo miraba fijamente con sus ojos amarillos. Johnny escucho el chirriar de madera que sonaba atrás de él. Voltea a mirar, una puerta de unos tres metros estaba abierta completamente, en su interior solo se podía observar una luz blanca. No sabía a donde llevaba esa puerta, pero el solo mirarla le brindaba alivio. Mira otra vez hacia el encapuchado, se había acercado más a Johnny. El pánico que sintió lo hizo correr hacia la puerta, aquella cosa también apresuro el paso, pero el muchacho logra cruzar la puerta antes de ser alcanzado por el monstruo. La luz del interior lo encandiló completamente. Cuando pudo abrir los ojos, estaba acostado en el suelo con la ropa mojada al lado de la piscina, mientras todas las personas lo observaban; incluido sus amigos y esa chica rubia llamada Lesly que apenas había conocido esa noche. Después de eso no recordaba nada más.
Las cinco y cuarenta. Johnny se dispone a preparar el desayuno. Mira por la ventana de la cocina. Afuera está lloviendo. Siente como si estuviera todavía en el sueño. Prende la cocina y coloca sobre ella un sartén para prepararse unos huevos revueltos. La comida preferida de su padre. Inmediatamente recuerda que él lo había estado llamando en su sueño. Eso le hizo pensar que ya hace más de un mes que no se comunica para la casa.
Cuando recién se había mudado para la ciudad para estudiar Administración de Empresas en una universidad reconocida de la región, solía viajar todos los fines de semana para su pueblo natal. Luego consiguió trabajo en el club nocturno Tragos y Copas como «barman», el cual ocupaba sus fines de semana. Y sus visitas se limitaron solo a llamadas telefónicas, que poco a poco se fueron distanciando más y más una de la otra.
Se sienta a desayunar. Toma el celular. Mira el reloj. Ya son las seis y diez. Luego entra a los contactos y marca el número de su mama sin pensarlo mucho. Mientras toma un sorbo de café, escucha el tono de espera.
- ¡Hola Johnny! – Contesta la mamá alegre – me tenías abandonada- le reprocha.
- Sí, un poco, entre la universidad y el trabajo casi no tengo tiempo de nada. Pero… ¿Cómo has estado?
- Bien mijo, tu sabes, aquí cuidando de mis animales y trabajando la costura para ganar algo de dinero.
- Pero porque no quieres mudarte aquí conmigo.
- Ya vas a empezar otra vez con eso, ya te he dicho que no me gusta la ciudad, además toda mi vida he vivido en el campo y no lo cambiaría por nada del mundo, admito que desde la muerte de tu padre ha sido difícil, pero aquí me siento en paz.
- Hablando de papá… - dice Johnny, pero inmediatamente se calla, cortado por el sentimiento de no querer preocupar a su mamá.
- ¿Sí, que pasa? – pregunta extrañada su madre.
- Nada solo que hoy me levante pensando en él.
- Si yo también lo recuerdo a veces – suena un poco nostálgica.
Continuaron hablando un largo rato. Se colocaron al día de los hechos ocurridos durante todo el tiempo que no habían hablado. Johnny no se atrevió a contarle lo de sus pesadillas. Siempre había sido muy cerrado para expresar sus problemas.
- Mami te dejo, se me hace tarde para ir a la universidad – dice Johnny tratando de finalizar la llamada.
- Bueno hijo cuídate, que Dios me lo bendiga.
- Gracias mamá ¡chao!
Al colgar el celular, se da cuenta de la hora. Son las seis y media.
Se levanta rápidamente de la mesa, toma el bolso y la chaqueta de cuero que reposaban sobre el sofá de la sala, y sale del apartamento. Tiene el tiempo justo para tomar el bus y llegar a la clase de las siete.
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