Inicio de semana, nuevo día, nuevo estrés. Sí, estrés, porque cuando inician las clases todo es un caos: entre levantarse temprano, tareas, exámenes, trabajos y más. Salgo de mi cama al escuchar el despertador. Es horrible madrugar para esto. Soy alguien a quien le gusta la acción y no la rutina. En vacaciones aprovecho al máximo el amanecer, los seres que con él trae el primer rayo por la mañana. Pero hoy no será así. Hoy es el inicio de clases, así que a ducharme y alistarme con mi ropa de chica rara. Todos la catalogan así, pero la gente no entiende que el negro significa elegancia, poder, misterio y, por supuesto, lo más importante, miedo y frialdad. Soy cool, se los juro, pero la gente debe aprender a no juzgar una portada por su apariencia. Arreglo mi cabello, que es tan negro como el azabache, igual que mis ojos. Me delineo los ojos y pinto mis labios de un rojo escarlata. Se ve perfecto. Si pudiera compararme con alguien, diría que con una vampiresa de esas que son reinas.
Xanandrax baja, tu comida ya está lista y tu hermano anda impaciente. Apúrate... -dice una voz desconocida.
- Mueve ese trasero antes de que te dé una patada que te hará bajar de un tiro -dice mi hermano Jhames.
Y antes de que mi dulce y estúpido hermano pueda decir algo más, lanzo con buena puntería una de las botas que usaré hoy. ¡Ay por Dios! No me he presentado. Soy Xanandrax, una bruja blanca del norte de Colombia. Vivimos cerca de una frontera, ya que aquí hay acceso a bosques y más.
Prosiguiendo la guerra con mi hermano, lo veo con cara de pocos amigos y entonces allí habla mi adoración, mi madre.
- Otra vez Jhames molestando a tu hermana, ¿no te cansas? Xanandrax, apúrate, debes ir a clase. Y tú, más te vale que hoy no haya quejas, porque te dejo el sartén de gorra. ¿Me oíste? -dice mi madre Solmar.
Mi hermano abre los ojos tanto que creo que se le saldrán. Le tiene miedo a mi mamá porque le gusta portarse mal y pues se la da de rico, pero no estudia. Yo salgo corriendo a la mesa. Créanme, no me gusta ver a mi mamá molesta. A veces creo que puede leer nuestros pensamientos, y más miedo me da cuando se enoja. Su cara se pone rara, es como si cambiara a una bruja de esas de terror, igualita... pero es un amor. Mi madre trabaja en una tienda y mi papá es paramédico. Dice que le gusta más la acción.
Termino de desayunar mi bollo con mantequilla, queso y aguacate, y mi vaso con café con leche. Soy de mucho comer, dejo los platos en el fregadero y cojo mi mochila. Salgo disparada para agarrar la buseta al colegio. No espero a mi hermano porque me da pena que sepan que somos familia. A veces pienso que no es de mi sangre porque es tan tonto que, bueno, ya llegando al instituto veo a mis amigos Carlos, Ángel y Jenny. Esta última es como una hermana, no nos guardamos secretos.
Bajo del bus y la abrazo, luego a los chicos. Nos saludamos y caminamos hacia los casilleros para buscar los libros. Cuando estamos llegando, veo una sombra salir corriendo por el pasillo. La verdad, ni me asusta, pero no comento nada porque los muchachos son muy miedosos. Si ellos vieran lo que yo veo o si tan solo entendieran parte de la naturaleza de los muertos.
Ya una vez que con nuestros libros nos separamos para ir a clase, espero hoy sea rápido. Y así pasa, llega la hora del almuerzo, y veo a mis amigos en el campo. A lo lejos veo a mi hermano molestando otra vez al mismo chico. No sé por qué él se deja, me da rabia. Corro hacia ellos y empujo a mi hermano. Pero cuando se voltea, creo que a golpearme, se fija que soy yo y solo chifla. Agarra sus cosas y se va con sus amigos. Me giro al chico y lo ayudo a levantar. Me da cosita porque siempre si lo golpea feo y no me gusta. Yo soy paz y amor, bueno mientras no se metan conmigo.
El chico me ve y se me queda viendo como si viera un fenómeno o qué sé yo. Me da pena y agacho la cabeza. Él me da las gracias y nos presentamos.
"Hola, mucho gusto, soy Stevan y tú eres?".
Yo levanto la mirada y tiene unos ojos color miel. "Mmmm h.. ho.. hola, pues me llamo Xanandrax y estoy en 4to año, un gusto".
Lo invito a almorzar con nosotros y los chicos lo ven con pena porque tiene la cara lastimada. Al sentarnos, los presento y nos empezamos a conocer. Empieza Stevan.
"Bueno chicos, hola, me llamo Stevan y tengo 16 años. Vivo con mi papá, que es capitán de aviación, y tengo 2 hermanos mayores, pero ellos viven en otro país".
Es un placer, Stevan. Yo soy Jenny y tengo 16 años. Ya falta poco para que cumpla años y vivo con mis abuelos maternos. A mi papá no lo conozco y mi mamá se fue a otro país cuando tenía 5 años. No me veas así, me acostumbré a estar sin ella. Soy feliz con mis abuelos.
"Epa, yo soy Carlos, soy el más apuesto de todos y creo que todos tenemos 16. Me gustan los deportes y pues tengo mis papás, pero estos viven de viaje, así que casi siempre estoy solo. Y Ángel es mi hermano, somos morochos, pero muy diferentes. Él es el nerd y sabelotodo, y yo el sexy deportista jajajaja."
Automáticamente, yo ruedo los ojos. Carlos es lindo, pero muy tonto. Se parece mucho a mi hermano. Ya nos conocimos, terminamos de comer y en eso suena el timbre. Nos dirigimos a nuestras aulas y ¿qué creen? Stevan va conmigo en la misma clase de economía jajaja. Así, Jenny y yo ya tenemos a uno de los chicos con nosotras. Las siguientes clases pasan volando y me emociona volver a casa. Y se preguntarán a qué se debe mi emoción. Hoy es lunes y pues los lunes voy donde la abuela y nos aventuramos en sitios solos que según tienen fantasmas.
¿Ustedes creen en fantasmas, espíritus y esas cosas?
Llegué a casa y corrí a mi habitación para poder bañarme y buscar mi libreta de anotaciones, pero antes de abrir la puerta, mi madre me pegó un grito.
Solmar: Xanandrax, ¿acaso no saludarás a tu madre, o yo estoy pintada? - en eso la escuché subir y llegar a mí, como una hija me quedé quieta. - A ver jovencita, espero por ti. - volteé y le sonreí y solo salí corriendo a abrazarla. - Hola mami, vine corriendo porque me hacía pis, no porque te olvidara. - y esbocé la sonrisa más bonita y grande para que me creyera, pero ella leyó mi mente y solo levantó su ceja izquierda y me observó, me puso tan nerviosa que no pude mantenerle la vista, así que me rendí y bajé la mirada, ella sonrió y solo acarició mi cabeza, y solo dijo - Hija mía, no corras tanto, podrías caerte y hacerte daño, anda a cambiarte y acompáñame a merendar, ya luego te vas con tu abuela si- y allí ella dio media vuelta y bajó las escaleras, yo solo me giré y entré a mi habitación y fui rumbo al baño y me eché una ducha relajante de esas que te dejan como nueva, salí y me coloqué unos shorts cortos camuflados, un top negro, recogí mi cabello y delineé mis ojos y me coloqué mis lentes, me chequé en el espejo y cualquiera creería que voy a conquistar a un chico, bueno, si tal vez enamore a uno, pero muerto jajajaja y me reí como loca. Me encantan los fantasmas, las leyendas y todo esto que cuentan en pueblos.
Satisfecha con mi imagen, busqué mi libreta y la puse en un bolso, al igual que mi celular y mi cámara de alta resolución. No puedo ir y no captar las imágenes. Aparte, metí mi libro personal de oraciones y hechizos. Como ya les dije, soy una bruja blanca de esas que usamos hierbas, velas y nos conectamos con la naturaleza y, si es necesario, hasta con muertos.
Ya lista con todo lo que necesitaré, bajé hasta el comedor y allí estaba mi mami sentada esperándome para merendar juntas. Ella me observó y me preguntó a dónde iremos hoy, y contesté sinceramente que no lo sé, porque la abuela no me ha dicho, y si la abuela no ha dicho, es porque no ha chequeado con el péndulo a dónde iremos hoy.
Y se preguntarán qué es un péndulo, o no sé cómo le llamen ustedes, pero es un cristal conectado a una cadena de plata que a través de ella pasamos nuestra energía para que esté conteste inquietudes, nos guíe a sitios o simplemente también lo usamos para que absorba energías negativas de nuestro cuerpo. También para la adivinación están las runas y las cartas, y el tabaco aunque este último no me gusta iiiuuu wacala, saben muy feo jijiji. Bueno, voy caminando a casa de mi abuela Carmen, y desde acá huele muy rico, eso solo indica que está haciendo galletas. No sé ustedes, pero cuando nuestros padres y abuelos cocinan, inundan la casa de olores divinos.
Xanandrax: -Abuela, ya llegué, llegó tu nieta favorita. Abuela: - Hija, por fin llegas. Ya debemos irnos antes de que sea de noche.
Y salimos de casa. Si mi curiosidad no fuese algo normal, ataco con mis preguntas: - Y a dónde vamos abuela? ¿Qué haremos hoy? ¿Qué me enseñarás hoy? Ya quiero llegaaaar. ¿Ya estamos cerca? ¿O es muy lejos? Y ahí vamos, se obstina: - Ya basta, Pepito pregunton. No puede esperar a que lleguemos. Dios, tú si preguntas. Mientras menos sepas, mejor. Así veré de qué estás hecha y si de verdad has aprendido o solo perdí mi tiempo. Y allí ella pone una cara diabólica. Ella da miedo, pero sé que es mi abuelita. Ella no hará algo que me lastime, eso lo sé.
Y pongo mi cara de gato tierno para que no me regañe más. Sé que soy fastidiosa preguntona, pero me gusta saber y como no nacemos aprendidos, es mejor preguntar y enterarse de las cosas. Y salgo de mis pensamientos porque mi abuela me alerta que llegamos y qué gran sorpresa, es una cabaña, pero con algo inusual. Se siente rara y pesada. En eso veo que alguien abre la puerta y saluda a mi abuela y nos invita a pasar.
Estamos en la sala y la Sra. Elisa nos regala café para así explicarnos lo que pasa en su casa y que necesita de nosotros. Ella conversa con mi abuela mientras yo siento que algo o mejor dicho alguien me está observando. Volteo con discreción y no sé si es mi imaginación, pero vi una sombra. Mi instinto me dice que hay algo y lo sé porque él está aquí. Y ustedes dirán, esta chica está loca, habla de un él, pero nunca ha mencionado un hombre. Pues les explico quién es. Ese él de quién hablo se llama Cipriano. Es un capitán del ejército. No les digo apellido porque en su lápida o lo que quedaba de ella no estaba su apellido, y pues preguntarle tampoco lo dice. Él es un ente que quedó atado en la tierra. Un día que fuimos a un cementerio para prender velas a las ánimas en penas, mi abuela y yo hacemos esta labor porque hay tantos muertos y muchos no son atendidos. Nosotras cada semana agarramos 1 día para visitar cualquier cementerio y hacer mantenimiento aunque sea a 10 tumbas. Casi siempre las abandonadas son de niños y abuelos o personas muy muy viejas. La de los ancianos pues sus hijos y nietos creo que no se acercan por no recordar o sentirse culpables, pero la de niños pues mucha gente no las visita porque es duro aceptar que un bebé o niño iniciando apenas su vida se haya ido. En una de esas labores, mi abuela y yo estábamos limpiando una tumba familiar de alrededor 5 personas que habían partido sus lápidas. Estábamos con algunos que trabajan de noche en el cementerio arreglando, pero escuché un grito tan horrible. Bueno, no fui la única. Todos allí lo oyeron y quedaron aterrados. Con decirles que uno de los que nos ayudaba se orinó del susto. El decía que capaz era una bruja negra, pero no. Luego del grito, oí la voz de un hombre que gritó "Ayuda". Pero solo mi abuela y yo lo oímos. Ambas volteamos a vernos y sabíamos que debíamos ir. Uno de los señores nos preguntó que a dónde íbamos y fui sincera. Simplemente le dije que había un alma pidiendo ayuda y nuestro deber era ayudarlo. El señor me vio como si estuviese loca, pero decidió ir con nosotras. Y así caminamos. Nos sorprendió ver 3 hombres destrozando la tumba y pegué un grito, que para ser sincera, mi abuela dice que parezco actriz de terror. Esos hombres al oír el grito ni voltearon, solo salieron corriendo como alma que lleva el diablo. Pero al correr dejaron caer un cráneo, el cual le pertenece a este ente que me acompaña. Mi abuela se acercó a la tumba y yo al cráneo.
No sé por qué la gente le tiene miedo a un esqueleto. Siempre debes tenerle miedo a los vivos más que a los muertos. Bueno, recogí el cráneo y me acerqué a su tumba. Mi abuela ve mis manos y da un suspiro, y sé que es de alivio. Su cráneo no pudieron llevárselo. Aquí vienen profanadores de tumbas. A veces solo roban las cosas de valor de los difuntos, o los que roban una que otra parte de los muertos. Y están los locos, los que tienen relaciones sexuales con los difuntos, y créanme, no respetan si son hombres o mujeres.
El hombre que nos acompaña nos ayudó a acomodarlo, y le prendí una velita y hice una oración. Decidimos regresar a lo que estábamos haciendo, pero mientras camino, siento un peso en mi nuca. La verdad no digo nada. Después de terminar nuestra labor, mi abuela y yo nos vamos a casa. Al llegar, mi abuela me ve con cara de pocos amigos y me pregunta con una voz acusadora:
Carmen: - ¿Me puedes explicar qué te trajiste del cementerio antes de que te dé una buena paliza?
Yo automáticamente abro mis ojos espantada y le contesto que no me he traído nada. Ella se acerca a mi cabeza y dice una oración. Me siento un poco débil. Ella me sienta en una silla y me revisa. Le pide al ente que se presente porque no es bienvenido en mi casa ni en mi cuerpo.
Y allí se presenta como Cipriano. Mi abuela le hizo las preguntas, pero solo dijo que no quería irse de mi lado. Que él podría ser mi guardián y más para los que trabajamos. Mi abuela acepta y prepara un espacio en nuestro altar de muertos o en nuestra bóveda, y agrega algo que lo identifique. Él solo pide usar algo militar, y con eso tendremos. Y así se hizo. Se ha mantenido con nosotras, bueno, más conmigo. A medida que ha pasado el tiempo, nos ha revelado cosas. Fue un capitán de guerra. Murió de la manera más humillante, de un tiro mientras hacía guardia en una noche oscura donde el sueño se apoderó de él. Se quedó porque no quería quedarse solo. Él es una de esas tantas almas que quedan vagando en la tierra. Y no solo porque las maten, sino porque también hicieron cosas terribles. Y él no fue la excepción. Por eso, cuando anda con nosotros y hay un ente que puede dañarme, lo veo a él cerca de nosotras. Como en este caso, está allí en su forma de perro negro. Él cambia de forma según se necesite. Y aquí está gruñendo hacia donde digo que vi la sombra. Sé que lo que está en esta casa no es bueno. Y tampoco es un alma vagando. Lo que hay aquí es malo, es burlón. Y creo que esta señora no es tan puritana como nos quiere hacer ver.
Interrumpo a la señora y a mi abuela y les digo que quiero ver la casa. Está acepta y me levanto a lo que creo es la cocina. Cuando entro, sé que hay algo que no cuadra. Detallo todo. Esta casa se ve sombría y oscura, como si algo se escondiera. Reviso, pero no veo nada. En eso, escucho pasos y volteo. Es Cipriano y quiere que lo siga. Y así lo hago. Llego a un pequeño cuarto donde se encuentra el lavandero. Y aquí hay velas negras, fotos atadas. Esta señora no supo hacer algún trabajo y solo se ganó un demonio que solo viene a cobrar un alma, no importa cuán sea. Lo que importa es que se vaya con él y ya. La gente no entiende que jugar con los demonios, brujas negras, duendes y todas estas criaturas puede traer un gran problema. Salgo de allí y aaaaaaaaaahhh, ese demonio está aquí. Me ha empujado al pequeño cuarto y me lastimé el brazo con una daga que había aquí. Lo que faltaba, un demonio agresivo. Me levanto y me molesto porque la gente no habla claro. Nosotras no somos quienes para juzgar a nadie. Cada quien ve lo que hace. Si les gusta trabajar con cochinadas, es problema de ellos. Mi problema es que nos contactan y dicen que no saben qué pasa. Y llegamos a la casa y hay demonios, pactos con brujas o duendes. Y como no cumplen con lo que ofrecieron, es lógico que quieran llevárselos o no. Salgo del cuarto y me dirijo a la casa. Y encuentro a la señora con su cara de santa y a mi abuela. No aguanto y le digo sus verdades. ¿Cómo es posible que nos mintiera que sabía lo que ocurre y nos vea cara de estúpidas? Mi abuela se levanta y me jala.
Carmen: - Bueno, niña, ¿qué te pasa? ¿Por qué le hablas así a la señora? Más respeto.
Decido abrir mi bocota, pero la señora se alarma y le dice a mi abuela que no se preocupe. Pero me molesta que traten de ocultar lo que de verdad pasa. Así que yo, toda ángel, hablo.
Xanandrax: - Usted no se meta. Usted es mentirosa. ¿Por qué no nos dijo que tiene un cuarto atestado de fotos atadas, velas negras, dagas y flores de muerto?
Mi abuela se me atraviesa, con cara de no te creo, y solo me dice: "Muéstrame". La llevo a dónde está el cuarto y ese altar. Y en lo que mi abuela se acerca, lo ve. Pero entra y empieza a buscar no sé qué. Sale molesta y le pregunta a la señora que dónde está el tablero. Y ella no aguanta y se echa a llorar. Solo dice que lo echó en un carro. Y mi abuelita, bien cabreada, con su cara bien lavada, le dice: "Sin el tablero no puedo ayudarte. Consíguelo. Y si no, pues me avisa. Pero que quede claro, el trabajo saldrá bien caro". La mujer se levanta como resorte a insultar a mi abuela. Porque a ella le dijeron que nosotras solo pedimos una colaboración, más no que cobraríamos. Mi abuela, con una gran sonrisa, solo dice: "Eso solo aplica cuando nos hablan con la verdad. Pero cuando nos quieren engañar, toca cobrar para que aprendan que las mentiras pueden salir caras".
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