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Mi Amor Secreto

Inesperado

La vida le había regalado a Martín Otuz una bella mujer con la que se había casado, una mujer diferente a todas las que había él conocido. Ella deseaba junto a él  un hogar con muchos  hijos, pero él solo quería  ser su marido.

Martín Otuz ante ella era un excelente marido, era tierno, caballeroso y muy gentil. Demasiado bueno para ser real.

Pero Inés creía que no había un mejor hombre en el mundo que él, su amado Martín era su hombre ideal.

Pero a la pobre muchacha la vida le tenía preparaba una sorpresa que destruiría esa maravillosa imagen del hombre perfecto que había en la mente y en el corazón de la enamorada Inés.

Una mañana de verano dónde el sol resplandecía como nunca, Martín le dijo a su mujer: Inés cariño tengo que salir, me urge llevar algunos pagarés al Banco. ¿No te molesta mi cielo que no te acompañe a desayunar?

¡El desayuno se ve delicioso! Pero tengo que irme ahora mismo o no llegaré a tiempo; ¿Lo comprendes mi cielo?  Le dijo dándole un tierno beso

¡Lo comprendo mi vida!  ¿Quieres que te prepare algunos sándwiches para llevar? No has comido nada.

No cielo.. No te preocupes por mí,  comeré algo rápido en el camino,  ¡Voy tarde ya!

La besó de nuevo y subió a su autu despidiéndose de ella con una sonrisa. Marchándose en su auto el tierno y maravilloso esposo de Inés se despidió de ella en la puerta de su casa.

Inés había terminado sus quehaceres muy temprano y para el medio día  Inés decidió encender el televisor  y sentarse a comer algo mientras miraba el noticiero.

Estaba muy aburrida y deseaba pasar el tiempo mirando la televisión. Un nota periodística sobre un hermoso crucero que llevaría a muchas afortunadas personas de vieje de lujo por dos semanas  llamó la atención de Inés quien miraba curiosa todo lo que enfocaba el camarografo.

De pronto una imagen en la pantalla la paralizó, no podía creer lo que veía, frente a sus ojos estaba un joven  reportero  que hablaba  la llegada del enorme crucero al muelle  y en la orilla  estaban muchos curiosos mirando, y en uno de esos momentos la cámara filmó a un hombre, la mirada de Inés se quedó fija en ese hombre que besaba a una joven y hermosa mujer y abrazaba también a a un pequeño.

El joven periodista le preguntó al niño que feliz esperaba subir al gran crucero : Dime pequeño: ¿Estás feliz de poder subir a bordo de este magnífico barco? -- ¡Sí! -- Mi papá le regalo el viaje a mi  mamá por su cumpleaños, él no puede venir con nosotros porque trabaja mucho, pero me prometió que luego de que mamá y yo volvamos  vendrá a pasar con nosotros una larga temporada..

Las palabras inocentes de aquel niño le recordaron dos cosas a Inés, primero que su esposo no había querido tener hijos con ella, y que siempre le había dicho que aún no se sentía listo para ser padre.

Segundo, le había dicho que pronto debía hacer un viaje de negocios y estaría fuera por unas semanas. Ya antes él lo había hecho, salia de viaje "de negocios" por una semana y aveces hasta por dos semanas.

Y en sus ocho años de casados ella siempre le respetaba esas ausencias aunque le dolía no poder  acompañarlo. Esas semanas dónde se iba de viaje ella se sentía sola, pero creía que su esposo tenía muchas preocupaciones y asuntos importantes que atender y que por eso su esposo  Martín solía hacer muchos viajes de trabajo.

Ella siempre creyó que solo se trataba de trabajo y nada más.

Ahora sabía porqué de tantas ausencias de casa y la verdadera razón por la que siempre se negaba a que ella lo acompañara .

El pequeño niño de unos seis años era idéntico a su esposo Martín  y por "casualidad" se llamaba Eltom. El segundo nombre de su esposo. No había duda alguna,  ese niño  de la televisión era hijo de Martin su esposo.

Apagó el televisor sin poder creer aún lo que había visto, para ella era como estar viviendo una cruel pesadilla.

S sentó en un sofá a llorar sin descanso, los minutos pasaban y pasaban e Inés seguía llorando.

Alguien la escuchó llorar de al pasar frente a su casa  y preocupado tocó la puerta: Inés; ¿Estás bien? --  Inés -- ¡Respondeme por favor!

La petición  de quién tocaba la puerta no era oída por Inés y mucho menos respondida y eso angustió mucho al hombre.

La ventana que daba a la cochera estaba abierta y por allí entro por ahí  hallando a Ines en la sala hecha un mar de lágrimas  y con sus  brazos abrazando sus piernas.

La  rodeó con sus brazos  para consolarla y le pregunto: ¿Qué te pasa? -- Inés dime, ¿que te sucedió?  ¿Porque estás así?

Ella lo miró fijamente, y una sensación extraña se apoderó de ella,  sabía claramente de los sentimientos  que sentía hacía ella, así qué en un arrbato rodeó su cuello y lo  empezó a besar,  sorprendiendo mucho al muchacho

-¡Inés! ¿Estás segura de esto?  Preguntaba luchando para no sentir deseos de más,  aunque  su corazón se salía de su pecho mientras ella lo besaba.

No digas nada por favor, sólo bésame,  ¡y hazlo tantas veces que sienta deseos de amarte y luego de amarnos, llevame contigo lejos de aquí..

El pobre muchacho no entendía nada de lo que sucedía, pero estaba ante algo que solo se había atrever a imaginar.

Sabía que Martín su patrón había salido muy temprano esa mañana y como de costumbre no volvería hasta muy tarde o llamaría para decirle a su esposa  que dormiría fuera.

Él y otros ya sospechaban  que el patrón tenía una aventura con otra mujer, por que sus constantes salidas que  lo acusaban sin palabras.

Martín era mayor que Inés unos quince años, ella había sido jefa en una de las máquilas que poseía Martín quién se había enamorado de la bella joven y siendo su jefe no dudo en conquistarla y  en casarse con ella.

Parecía tratarla como a una princesa, al menos así se veía en apariencia. Pero  algo de lo que se veía entre ellos  no les parecía tan real en esa supuesta perfecta  relación.

Frank vivía enamorado de la esposa de su patrón y esa tarde la tenía en sus brazos y ella le estaba pidiendo que la amara, eso para él era más de lo que podía imaginar.

Inés,  sabes que siempre te he amado y que lo haré hasta el último día de mi vida..  Te lo dije antes de casarte con Martín  y te lo digo ahora..

Mi amor no sé que fue lo que sucedió, pero mi amor, mi Inés te pido qué -- Que no me pidas que haga algo que deseo más que nada en este  mundo,  hacerte  mía ..

¡Tomame Frank! Hazlo ahora, amame ahora. Le pedía Inés

¡No Inés!  ¡Así no! Lo deseo más que nada en este mundo, y no sé que fue lo que te  hizo Martín para que estuvieras  llorando así, pero si te hago mía y luego  te arrepientes de haberlo hecho conmigo, yo quedaría destrozado porque te habría sentido toda mía y sólo habría sido por un momento  de debilidad  tuya y de enojo contra él..

Y en segundo lugar sólo te harías daño a ti misma  haciéndolo conmigo,  porque es a él a quién amas.

Frank;  ¡O lo haces conmigo o me buscaré a otro que me lo haga! Si no quieres amarme sé quién me lo haría sin dudar..

¿ Que dices  Inés? ¡Tú no eres así!  ¿Que te sucede? -Frank  estaba preocupado por ella,  la conocía de toda la vida y temía que ella fuera a cumplir su promesa de buscar a otro para que le hiciera el amor .

Inés al verlo que no se decidía en hacerlo o no, preguntándose en su interior  que era lo mejor, se levantó del sillón dónde estaba y sin que Frank lo esperara dejó caer su vestido frente a él, al ver su bello cuerpo casi desnudo, Frank ya no pudo más y lo que iba a pasar entre los dos no tenía vuelta atrás.

Él  siempre envidiaba a su patrón al pensar que  cada noche  podía dormir y amar a la mujer que él había amado desde que era un niño, deseaba estar en su lugar y poderle hacer el amor.

Esa tarde estaba con Inés, ella se entregó en brazos de quién la amaba y Frank la amó hasta saciarse,  dejandola  exhausta de tanto placer.

El teléfono de Inés sonó mientras aún estaba en los brazos de Frank  y al sospechar que se trataría de su esposo lo tomó de la mesa al lado de su cama y acertó, se trataba  de Martín

¡Hola Martín! ¿Llamas para decirme que no  llegarás  a dormir?  No te preocupes lo entiendo, nos veremos mañana. Dijo y colgó.

Sorprendiendo mucho a Martín que esperaba la acostumbrada súplica de su esposa de que hiciera todo lo posible por volver junto a ella, por que lo extrañaba mucho..

Se  encontró al llamar  con una mujer muy diferente y que respiraba de una forma extraña y le pareció escuchar algo semejante a un beso  en el cuello de su esposa o eso le pareció escuchar.

Una sensación extraña le recorrió la espalda y se le metió en la cabeza una idea  angustiante que lo preocupó mucho.

¡Debo irme abuela!  Dijo preocupado

¿Sucede algo malo Martín? ¿Le pasó algo a tu esposa?  Le pregunto su abuela

¡No lo sé abuela!  Pero noté muy extraña a Inés y algo agitada..

¿Agitada? ¿A qué te refieres con eso?  Preguntó muy extrañada su abuela al escuchar  el término que usó su nieto para referirse a la actitud extraña de su esposa Inés

¡Me voy abuela! - Dijo levantándose de la mesa sin responder a su pregunta.

Salió en su auto con el corazón que le saltaba en el pecho fuertemente, ¿Que le pasaba a Inés? Ella nunca se había comportado así.. Ella  jamás en sus ocho años de casados se había comportado tan distante y desinteresada en que volviera o no,  todo lo contrario ella era la dulce Inés que siempre le pedía que volviera  y ahora la había sentido sin interés alguno de que él  volviera a la casa

Además, su respiración era agitada como cuando -- ¡No! No, no, noooh  -- ¡No! -- Gritó  -- Ella no es capaz de hacer algo así -- !Inés no! -- Yo seré un canalla  -- Pero ella es lo más bello y puro que tengo en esta vida --- ¡Ella no!

Su corazón latía muy fuerte y se negaba a aceptar un pensamiento así de su esposa Inés; y a la vez temía  encontrar algo qué  no pudiera asimilar o cometer una locura si estaba en lo correcto.

Mientras en su casa, Inés le pedía a Frank que se fuera

¡Inés vámonos esta misma  noche! -- Le pedía ilusionado Frank deseando   que ella lo aceptara.

¡Me siento muy cansada Frank y creo que es por tu culpa! Dijo con una sonrisa

Al escucharla  Frank, la abrazó muy fuerte  y la besó profunda he intensamente  y luego le dijo: Hablaremos de eso mañana mi amor, estaré en tu puerta muy temprano antes de que él vuelva y tú y yo Inés  ya estaremos muy lejos de aquí para cuando aparezca..

Yo  voy a cuidar de ti hasta que muera;  te amo tanto Inés y siempre voy a  hacerlo..

Su promesa de amor era tan sincera que Inés sintió vergüenza de lo que había hecho -- Gracias Frank -- Serás un gran esposo y un gran padre  algún día..

Gracias porque todo  lo bueno de ti quedará en la semilla que sembraste, ¡Un gran regalo! -- ¡Gracias Frank!

Frank no comprendió de qué hablaba Inés o a qué se refería sólo presumió que sus palabras significaban que se iría con él.

Pero Inés al salir Frank preparó sus cosas y las subió a su auto, luego se bañó y se arregló muy bien -- Se veía muy hermosa ante el espejo.  Sentía que lucía así, muy hermosa, por que ya llevaba dentro algo  que muchas veces le pidió a Martín  y que él  nunca quiso darle.

Y tal como lo imaginó,  Martín llegó a su casa antes de la media noche, el viaje había sido largo. Al llegar ella lo recibió con miles de besos como si nada hubiera pasado y como si lo estuviera esperando sensualmente vestida.

Martín se relajó al sentir sus besos  y  todas sus dudas y temores se  tranquilizaron,  dejando todos sus pensamientos negativos atrás.

Inés lo sedujo fuertemente, y cumpliendo su objetivo, con sus besos lo fue llevando  al límite de sus emociones, como nunca lo habían hecho, se amaron y después de que él se quedara dormido cansado de a amar..

Inés  salió de la cama y tomando las llaves  de su auto se marchó dejándole a Martín todo lo que sabía sobre él, la mujer y el niño, escrito en una carta de despedida.

No se guardó nada de lo que sentía, ni su desilusión ni su desdicha, cada una de sus palabras eran bien sentidas . Quería que sus palabras no dejarán dudas de que ella lo sabía todo.

Palabra por palabra dejó su alma en esa carta y estaba segura que cuando Martín despertara y vería su carta  ella estaría muy lejos y él no sabría dónde se había ido.

Un dolor muy profundo

Martín despertó como si hubiera dormido en un colchón de plumas, descansó como nunca lo había hecho en su vida, después de que su esposa Inés lo amara como jamás lo había hecho se sentía muy feliz y satisfecho.

Se levantó muy contento de la cama tarareando una canción de amor, se bañó y se puso la colonia que le había regalado Inés. A él no le gustaba mucho, pero Inés merecía que él la usara y en especial después de amarse de esa forma la noche anterior.

Imaginó besos intensos esperándolo antes del desayuno, muchos te amo adornando la mesa y el exquisito olor de su café esperándolo de la mano de Inés.

Salió muy feliz de su habitación bajando las escaleras pensando en su esposa, la llamó deseando besarla: ¡Inés mi amor quiero que salgamos a pasear hoy! ¿Que te parece mi cielo?

Le extraño que ella no le respondiera, la espero encontrar en la cocina y no la halló.

Extrañado al no encontrar ni a su esposa, ni su desayuno listo, volvió a llamar: ¡Inés! Cielo, ¿dónde estás? Su amada esposa no estaba en la cocina ni lo recibía con un beso como él lo esperaba, no encontraba a Inés en la cocina y no se veía su desayuno por ninguna parte.

Preocupado llamó muchas veces a su esposa y no escuchaba su voz.

¡Inés!... ¡Inés! Llamaba a su esposa mientras caminaba por la casa buscándola. Pero por más que la llamaba ella no respondía.

Martín estaba confundido y preocupado, buscó por toda la casa a Inés pero nadie contesto, el único sonido que se escuchó fue el del timbre a la puerta de su casa, pensando que podría ser ella, abrió la puerta.

Hola Frank, ¿Has visto a Inés? La estoy buscando.. Le preguntó Martín a su capataz.

¿Inés no está? La alarma se encendió en el pecho de Frank al escuchar lo que decía Martín y sin poder guardar su desilusión exclamó: ¡Inés se fue!

¿A dónde se fue? Preguntó asustado Martín

¡Lejos de tus aventuras! Dijo indignado Frank. ¿Creías que siempre ibas a engañar a Inés y que ella nunca se enteraría de lo que haces?

Ayer por la tarde la encontré llorando y aunque no me quiso decir que era lo que le sucedía o por qué estavs llorando.. Supe que era por ¡tu culpa!

Ella se veía sufrir, podía entender le dolía mucho y sabía que era por algo que tú le hiciste y yo la console..

¿La consolaste? ¿De qué manera Frank? Lo interrumpió Martín muy enojado le hacía la pregunta

¿Crees que estoy ciego Frank y que no he visto como te comes a mi esposa con los ojos? ¿Crees que no lo sabía?-- ¡No soy idiota Frank! Sé que ¡te mueres por mi esposa! Darías uno de tus brazos o una de tus pierna por una noche de amor con ella-- Pero ella es mía Frank -- ¡Mía! -- ¿Lo entendiste?

Martín estaba furioso, si Frank se atrevía a confrontarlo otra vez, él iba a tomarlo del cuello y le daría una golpiza.

Martín era mucho más fornido y más alto que Frank y si golpeaba al muchacho le podría hacer daño.

Frank en su lugar deseaba poder golpear a Martín, estaba deseando decirle que ella había sido su mujer, que después de hablar con ella, Inés le pidió hacerla su mujer, deseaba tirarle en la cara a Martín lo que había pasado con Inés ayer por la tarde.

Cuando Frank estaba a punto de decírselo Martín dijo: ¡Anoche Inés me amó como nunca lo había hecho y por eso sé que volverá!

Porque yo soy su dueño; Yo fui el primero en su cuerpo y siempre seré el primer hombre en su vida, su dueño y el hombre que una mujer como Inés amara, ella siempre le pertenecera a un sólo hombre -- ¡A mí!

Te guste a ti o no Frank ¡O a quién sea que diga lo contrario! Inés es y será siempre ¡mía!

Al escucharlo Frank, no pudo debatir lo que le decía su patrón.. Martín tenía razón, lo que había pasado entre Inés y él, había sido una despedida.

Pensando entendió que por esa razón ella le había dado las gracias despues de estar con él y le había dicho que él sería algún día un gran esposo y un gran padre ..

Comprendió que ella no se refería a una vida juntos, sino a un adiós para siempre. Inés no se iría con él, esa no era su idea.

Ella no podría vivir con otro hombre, si no fuera Martín Otuz.. Él era su hombre, y siempre lo sería.

Dolido y derrotado por segunda vez Frank tomó sus cosas y se fue de la finca.

Frank dejaba todo atrás con el corazón herido y más enamorado de Inés que antes, aúnque no se hubiera ido con él, lo que siempre soño lo había vivido con ella, Inés como lo había deseado muchas veces, su mujer.

Martín se quedaba sin su capataz, pero no le importó, estaba tan dolido al comprender lo que había pasado entre su capataz y su esposa que solo la tristeza tenía cabida en su mente y en su corazón.

Cerrada la puerta de su casa Martín trataba de hallar una explicación a la actitud de su esposa, ¿Porque lo había engañado? ¿Quién le diría de sus aventuras? Esas preguntas rondaban en su cabeza.

Martín Otuz era un hombre muy rico y también mujeriego. Siempre lo había sido, desde antes de conocer a Inés, pero siempre había sido discreto. Su padre lo había hecho y también su abuelo, era algo enseñado.

Su padre siempre le había dicho: Hijo las mujeres son para disfrutarlas, pero sólo una es para amarla.. A esa tienes que cuidala y apartarla sólo para ti..

¡Ten siempre cuidado de que nunca se entere! Y cuando esté loquita de amor por ti , dale un hijo..

O cuando tengas una pelea difícil, y las cosas se pongan difíciles, dale un hijo y verás que ya no te molestará más..

Su abuelo y su padre habían sido hombres de muchas mujeres y nunca habían dejado a una embarazada. Sólo él había cometido ese error después de una borrachera entre amigos, él había embarazado a la hija de un socio.

Él ya estaba casado con Inés cuando eso sucedió y no sabía como solucionar ese problema y aunque el padre de la muchacha espero que el se casara con ella.

Él le dijo que no podía ni quería divorciarse de su esposa, así que asumió su papel como padre del bebé aunque no se sentía listo para ser papá.

Le tocó asumirlo sin quererlo. Aunque de vez en cuando él pasaba visita también a la madre del niño. Algo que a la muchacha le gustaba mucho, ya que ella estaba enamorada de Martín.

Pero él sólo amaba en verdad a su esposa Inés y con todas las demás, era sólo placer de momento.

Conociendo a Inés buscó por toda la cocina alguna nota que le dijera dónde había ido Inés, busco en las gabetas, en dónde Ines guardada las facturas y no halló nada.

La llamó muchas veces a su teléfono pero ella no contestaba sus llamadas.

Y después de buscar y buscar en la cocina algo que le dijera que había pasado con Inés, encontró en el basurero el teléfono de su esposa, era claro que Inés sabía que la llamaría y tirando su teléfono en la basura le dejaba claro que no quería hablar con él.

Despues de buscar y no hallar nada, subió a la habitación para buscar allí algo que le diera una explicación o alguna señal que le permitiera entender porque se había ido así Inés.

Y buscando vio por fin la carta en la mesita de noche que le había dejado su esposa Inés, la abrio muy despacio y en ella Inés decía: Siempre que te ibas me sentía orgullosa de lo mucho que trabajabas para hacer que todos tus negocios funcionarán tan bien. Pero me di cuenta que Eloísa era parte de tus negocios y que su pequeño , que por cierto es idéntico a ti, era parte de lo mismo. ¡Un gran negocio! Dormías con ella y con ella si estuviste listo para ser padre. Entendí tu juego, con otras te divertías cuando yo te aburría y luego volvías a jugar al gran y devoto marido. No puedo creer que por mi cuerpo que guarde para un sólo hombre, también pasarán las caricias y los besos que le diste a otras mujeres ¡Me da asco! Sabes qué ... No, no vale la pena. Adiós Martín. Te mandaré al abogado con los papeles firmados. Cuida bien de tu hijo y no le des tan mal ejemplo. Adiós Martín ¡Para siempre!

Martín no entendía como pudo Inés enterarse de Eloísa y menos como pudo enterarse sobre el niño.

Hasta que una imagen vino a su memoria.. ¡El joven reportero! ¡No puede ser!..

¿Por qué a mí? Yo he sido cuidadoso, durante años nadie supo sobre mi hijo, esto no fue algo que quise que pasara..

¡Yo amo a Inés! -- ¡Yo la amo! -- Y no me importa lo que pasó con Frank, la amo..

Ese idiota y yo estamos sufriendo ahora mismo por la misma mujer..

Ella nos amó como nunca para decirnos adiós, dejó marcada nuestra piel, y a mí me dejó herido el corazón..

-- Inés -- Inés ¡Mi amor lo siento! ¡Lo siento tanto mi amor!

Las lagrimas de Martín empezaron a caer sobre el papel, su corazón se rompía en mil pedazos ante las palabras escritas por Inés.

Había perdido dos veces a su esposa en un día y estaba seguro que ella pensó en dejarlo he irse con Frank, pero que conociendola, supuso que ella enojada e indignada al enterarse de su engañó, lo traicionó con Frank, pero después de hacerlo, se sintió mal por lo que había hecho y prefirió irse por su cuenta

Habia sido mujer de su capataz por rabia contra él, pero muy a pesar de todo lo amaba y no quiso humillarlo al huir con su capataz.

El pobre Frank soñó que después de lo que pasó con ella, Inés dejaría a Martín para irse con él..

Pero estaba segura que luego de amarlo como lo había hecho esa noche, le quiso evitar esa humillación con todos los hombres de la finca.

¡No me lo merezco! Tu amor Inés, no me lo merezco .. Lloraba y se lamentaba por haberla perdido.

Martín estaba sentado en la misma cama donde la noche anterior Inés lo había amado intensa y apasionadamente.

Su dolor era muy grande mientras veía la carta de Inés , su esposa lo había traicionado empujada por su engaño, por el dolor que le había causado él.

La conocía muy bien y estaba seguro que estuvo con Frank odiandolo a él por lo que le había hecho.

Sabía que Inés debía considerarlo un desgraciado, un miserable y un mentiroso.

Siempre le dijo que tendrían hijos después, que no estaba listo para ser padre, pero se había enterado de su hijo Eltom, cómo podría responderle si le preguntaba ahora, porqué le negó a ella su derecho a ser madre y pudo tener un hijo con otra mujer.

No tenía respuesta para darle Inés, solo vergüenza de su parte, la había traicionado de la forma más baja y más cruel.

La amaba muchísimo, eso era verdad, pero nunca le dió lo que ella le pedía, él solo la quería sólo para él.

Su egoísmo fue muy grande al encerrarla en una mentira en la que la hizo vivir por años.

Él nunca quiso tener hijos, solo le interesaba la mujer, y pensó que si un día tenía uno, sería solo con Inés.

Pero ese niño no tenía la culpa de su error y él  debía ser padre aunque no lo hiciera bien.

Estaba tan triste por lo que había hecho, por perder a Inés, a la única mujer que él realmente amaba, que se encerró en su casa y no quiso salir de allí por muchos días.

Cuando volvió su hijo y su madre de su viaje en el crucero, él no fue a verlos como les prometió, no la llamó ni una vez y tampoco Martín  quería nada saber de ella ni del niño.

Se sentía muy mal por lo que había pasado, no sabía nada de Inés desde que se fue y era claro para él que ella no quería saber nada sobre  él.

Los hombres de la finca se empezaron a  preocupar por el patrón y en las fábricas de maquila no se estsbsn firmando las entregas. El gerente tuvo que  tomar las decisiones por el patrón porque éste no contestaba sus  llamadas.

Nadie hablaba de lo sucedido, aunque todos sabían de la separación del patrón y su esposa, pero aunque no lo decían, entendían  que el responsable de lo que sufría el patrón, era el mismo, Martín Otuz.

Un precioso secreto

El patrón no se veía nada bien desde que su esposa lo había abandonado, todos murmuraban sobre su cambio, no solo anímico, sino físico,  había incluso mujeres que venían a él  ofreciéndose para  consolarlo, pero  a él  eso le parecía muy molesto.

Había sido un devorador de placer y de  mujeres, pero desde que se había ido de su lado el amor, nada de eso le interesaba.

Esto es  muy curioso, en mi lugar otros hombres disfrutarían de su libertad y aprovecharian su soledad para tener toda la libertad de estar con otras mujeres;  pero para mí  esta libertad es una cadena  de la que quiero ser libre.  Inés significaba toda vida, y mis  aventuras fueron mi  muerte.

Martín se sentía cada día  más solo sin Inés.

Sin su esposa en su vida nada tenía sentido para él, se reprochaba todos los días no haber entendido lo importante que era Inés en su vida.

Pasaba horas interminables trabajando para tener que pasar el menor tiempo posible en su casa, el recuerdo de su esposa lo atormentaba  en cada rincón.

Una mañana fría llegó una visita a su puerta, el hombre gordo y de barba escasa era el abogado que contrato Inés  y le traía los papeles del divorcio. Esa tarde gris y muy fría de invierno se le metió en el alma a Martín  al verlo frente a su puerta.

Martín se halló sin salida ante aquel hombre, dentro de él,  habría preferido no abrir esa  puerta, pero sin pensar en quién vendría a verlo a esa hora, lo había hecho y ahora  con el corazón roto firmaba los papeles del divorcio que le había enviado su esposa Inés.

Se decía a sí mismo mientras firmaba que no tenía ningún  derecho a atar a una mujer tan buena como Inés a un canalla mentiroso como él.

Le estaba doliendo mucho el alma al sentirla completamente  perdida, extrañaba tanto  su aroma y su deliciosa  comida, dormía muy poco y  había perdido mucho peso y sin ella se sentía perdido.

Había mantenido lo de su separación  como si se tratara de algo que podría  solucionarse entre los dos, pero la noticia de la  llegada del abogado se corrió velozmente  y su secreto pronto se divulgó y todos se enteraron rápidamente  del divorcio del patrón y su bella esposa Inés.

Las murmuraciones entre las gentes  iban y venían a favor y en contra del patrón y eso Martín  no pudo evitarlo.

Lo que nadie podía negar entre todos los comentarios que hacían, era que  todos podían ver que el patrón sufría  y eso era de lo que más hablaban.

Era muy penoso ver lo triste que estaba el patrón desde que su esposa Inés lo había dejado, muchos hasta  apostaban  que él  se convertiría en un alcohólico sin ella.

Pero Martín no quiso refugiarse en el alcohol como muchos lo esperaron y tampoco quiso hacerlo en las mujeres.

Trabajaba como mula y parecía querer reventar del esfuerzo físico  que hacía, trabajaba muchas horas al día y para no llegar a su casa y encontrarla vacía, prefería  llegar solo para  dormir y salir al otro día muy temprano en la mañana.

Inés llenaba todos los espacios de esa casa con su calor y con su ternura. Le hacía mucha falta oírla cantar mientras lavaba la ropa o cuando atendía la casa. Su alegría  y sus besos al amanecer  le hacían una falta enorme.

Todo estaba en la casa  como ella lo había  dejado  y eso se volvía una tortura peor para Martín, pero aún así, dejaba cada cosa en el mismo lugar dónde ella lo dejo antes de marcharse.

A pesar de que Inés no quería saber nada sobre él, Martín  si deseaba saber cómo estaba ella.

Así qué buscó saber de su ex-esposa, dónde vivía y que hacía, cuando se enteró donde estaba, quiso ver a Inés,  pero  Inés no quería ni verlo y se negaba a sus intenciones de encontrarse con ella.

Martín había intentado muchas veces acercarse a Inés y  que ella lo recibiera para que le permitiera pedirle perdón,  pero ella no aceptaba ni sus visitas ni mucho menos sus intentos de verse en otro lugar.

Ella le enviaba a decir siempre  que la dejara en  paz, lo evadía y cambiaba su número telefónico muchas veces para que él no la llamara más. Inés no quería saber nada de él y así se lo hacía saber a Martín.

Eso hacía sufrir mucho a Martín  porque lo que más deseaba él,  era pedirle perdón.

Una tarde muy cálida mientras Martín estaba estibando unas pacas de heno una voz detrás de él  lo sobresalto con una pregunta: ¿Cuánto tiempo más vas a estar llorandola?

El rostro frente a él en lugar de agradarle lo molestó..

¿Que haces aquí Eloísa?  Deberías estar con Eltom en la playa, el niño quería ir allá para su cumpleaños  ¿No te alcanzó el dinero que te envié? -- ¿Quieres más? -- Le preguntaba muy  molesto Martín,  la presencia de Eloísa en su finca lo irritaba mucho

¡No vine por dinero! ¡Vine por que te extraño! Martín no entiendes que yo te amo, te lo he dicho muchas veces y tú lo sabes ..

Y, y ahora que ella no está, Eltom tú y yo podemos estar  por fin  juntos; nada estorba a nuestra felicidad ahora..

¿Felicidad Eloísa? ¿Que Inés  no te estorbara para poder estar conmigo?

¿Eso es lo que pretendías Eloísa al pedirle al niño que hablara con el reportero?  ¿En serio creías que yo dejaría a Inés para irme a vivir contigo? La miró  furioso Martín

¡Yo soy la madre de tu único hijo Martín!  ¡Ella nunca quiso darte un hijo! Gritó la muchacha

Fui padre contigo en medio de una borrachera ¡Ni siquiera me acuerdo de lo que pasó  ese día!  Luego me pareció divertido dormir contigo  después el embarazo, después del niño y por tu padre..

Pero a tu padre  le deje muy claro como pasaron las cosas entre tú y yo; yo no era el único  culpable..

Él me exigió dejar  a Inés y responder por tu embarazo, pero  le dejé muy claro  que yo no dejaría a mi esposa ¡por ti! Le dije que yo amaba a mi esposa,  y él inteligentemente  lo entendió.

Pero el idiota en todo esto  fui yo.. Había  dejado mi vida de aventuras para casarme con Inés..  ¡Y volví a mis andadas contigo! ¡Y con ¡otras mujeres!

¿O qué creías Eloísa que sólo eras tú?

Yo seguí los consejos de mi abuelo y los  de mi padre y me divertí en mis viajes con cuanta bella mujer me diera la gana -- Pero luego de mis viajes  volvía con mi esposa como un ¡perro arrepentido!  Avergonzado  de lo que había hecho..

La trataba como a una reina;  ¡Mi reina!  La única mujer que realmente yo he amado, ¡La única Eloísa!  ¡Inés! Y a nadie más amaré en toda mi vida ..

¡Eres un estúpido Martín! Morir así por una mujer que ya no te quiere..  ¡No dejaré que veas nunca más a tu hijo! No lo mereces.. Lo amenazó

¡Has lo que tu  quieras Eloísa!  De mi parte  recibirás un cheque cada mes para Eltom..  Yo ya lo hablé con tu padre..

¡No quiero tener nada más que ver  contigo!

Ahora, ¡lárgate Eloísa! -- Le pidió muy molesto  a la muchacha y le dio la espalda para seguir trabajando

No perdiste a tu amada Inés por mi culpa Martín  -- ¡Sino por la tuya! -- Eres un bastardo al igual que todos tus antepasados

Los hombre de este sucio Valle sólo han hecho infelices a las mujeres que se enamoran de ellos, eres igual a mi padre y a mis hermanos ..

Criare a ¡mi hijo! Yo sola, lejos de ti y de la influencia de este ¡podrido Valle!  ¡Ahora sufres! Y me alegro de que lo hagas por que Inés fue muy inteligente al dejarte y aún más; al dejarte por otro.

Mirándola  entre  enojo y tristeza  le contestó: Tienes nucha razón Eloísa;  ¡Soy un bastardo! -- Y sí -- ¡Sufro sin Inés! Como no tienes ni idea..

También tienes mucha razón en qué ella fue muy inteligente al dejarme..

Las palabras que estaba diciendo  Martín se le estaban anudando en la garganta, sacando fuerzas del dolor que sentía  le dijo a la muchacha: Hay una cosa que siempre haré Eloísa y esa es: ¡Amar a Inés  hasta el día en que me muera!

Educa bien a Eltom para que no sea tan estúpido como su padre, eso le evitara sufrir como yo sufro ahora...

¡Adiós Eloísa y no vuelvas por aquí nunca más!

Martín estaba tan dolido por todo lo que le había dicho Eloísa, en especial que Inés podría estar con otro hombre, que le dio la espalda para que la furiosa Eloísa no lo viera llorar .

Ya habían pasado seis meses de su separación y aún no lograba entender cómo permitió que todo se viniera abajo en su relación con Inés y se recriminaba no haberle dado un hijo cuando ella se lo pedía, todo  por su egoísmo de quererla sólo para él.

Eloísa cumplió su palabra, se llevó al pequeño Eltom a Europa y no volvió más por el valle. Los cheques girados para el niño eran depositados por el padre de Eloísa en la cuenta de su hija, pero Martin no volvió  a ver más a su hijo más,  ya que Eloísa se había casado con un holandés que conoció en su viaje por Italia.

Una noche de lluvia Martín estaba muy inquieto y no podía dormir por más  que trataba de hacerlo,  así qué se levantó de su cama y salió al balcón de su casa, al ver la lluvus caer exclamó: ¡No sé que es lo que me pasa hoy,  pero siento más ganas de verte y de estar contigo que nunca! -- Inés -- ¡Mi amor! ¡Cuanto te extraño!

Mientras él se sentía más sólo que nunca en su vida, Inés se llevaba una gran sorpresa

¡No puede ser! -- Son iguales a -- Es que esto ¡no puede ser! -- Yo estaba segura de que eran de -- Empezó a llorar con mucha tristeza.

Señora -- ¡Calmese! -- La operación salió muy bien y sus hijos son  preciosos, y están sanos y fuertes..

La enfermera no comprendía por qué ella lloraba y tampoco había escuchado lo que decía,  sólo Inés sabía el motivo de su pena y el porqué de sus lágrimas.

Despues más calmada empezó a tocarlos y los pequeñitos empezaron a bostezar y ella sonrió, la enfermera tenía razón eran ¡preciosos! iguales a su padre.

Un niño y una niña -- Mismo color de cabello y misma nariz y esa boquita pequeña y hermosa como la de su padre. Era innegable quién era su padre biológico. Al principio no lo podía creer, pensó que Frank sería el padre-- Lo aseguraba en su interior.

Después de todo fueron dos veces con él, lo suficiente para embarazarse y no había sido él quién puso sus hijos en su vientre.

Aquella noche amó con toda su alma a Martín para despedirse de su vida con él para siempre  y fue Martín quién puso sus semillas en ella;  Eran sus hijos. Los que nunca quiso tener con ella, pero si con otra mujer

Ahora mis amores, dijo acariciando sus cabecitas. ¡Seremos una gran  familia! Ustedes y yo seremos muy unidos y les prometo que los amaré con todas mis fuerzas -- ¡Los amo a los dos! -- Sollozando dijo: ¡Como amare siempre a su padre!

Lo que Inés aseguraba en su corazón  no sucedió, Martín era el padre biológico de sus hijos, no Frank como ella lo creyó, los pequeños eran iguales a Martín , eran tan bellos y tan pequeños, que su corazón se enamoró  de ellos al verlos.

Ella estaba embelezada contemplandolos dormir, sabía que esos pequeños  serían su fuerza para vivir, ella les enseñaría a ser buenas personas y a saber amar verdaderamente a un solo ser.

Se prometía vivir para ellos y protegerlos con toda su ser, sus hijos  serían su secreto de amor y sus hermosos ángeles.

Aunque ya no estaba con Martín y no volvería con él, tenía en su vida una parte del hombre que nunca dejaría de amar.

Sus pequeños fueron una sorpresa del cielo, su error al presumir que eran de Frank, pero esa sorpresa no pudo hacerla más feliz, eran suyos y de Martín y fueron concebidos por amor.

Ella había amado con toda su alma por última vez al padre de sus hijos y hoy veía ante sus ojos el bello fruto de su amor, Martín si querer le había regalado lo que siempre ella le pidió y por partida doble.

Era madre de los hijos de Martín Otuz, como ella lo quiso siempre.

Mientras Inés disfrutaba de su celestial  sorpresa, Martín  miraba caer la lluvia, no solo del tejado de su casa, sino de su rostro al piso, recordando  los besos de Inés.

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