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Amor En Plena Guerra

Capítulo 1: Ella es todo para mí

...----------Narra Yuni--------...

Hoy es un día muy especial, mi niña Dana está cumpliendo 8 años. Hace 9 años que me enamoré del papá de Dana, él era el tipo de hombre que para tener lo que quiere miente, engaña y traiciona a mujeres como yo, que creemos que el amor es un cuento de hadas.

*Yuni, mamá de Dana*

—Mami, ¿qué piensas? —Mi hija me hace volver en sí.

—Pienso en ti, mi cielo, en lo maravillosa y extraordinaria que eres. Vamos, ya falta poco para llegar.

Trabajo como interna en una mansión de unas personas muy importantes, es un ministro de este país. Vivo en China, en la provincia Fujian, en la ciudad de Xiamen, en el distrito de Huli. Llevo 3 años trabajando aquí, soy una empleada doméstica, hago de todo un poco. 

Mis patrones son excelentes personas, siempre me han pagado por mis servicios, al menos he contado con esa suerte, ya que muchas de mis conocidas no les pagan y las tratan muy mal, y soportan todo, solo por la comida y por tener un lugar donde vivir.

Gracias a que una amiga me recomendó, estoy aquí en este trabajo, no ha sido fácil, es mucho lo que hago, pero con tal de darle lo mejor a mi hija, aguanto lo que sea.

Llegamos a la inmensa mansión y como siempre entramos por la puerta de servicio en silencio, directo para nuestro cuarto, ya que por delante se nos tiene prohibido hacerlo. Hoy el día estará peor de lo común, hay visitas. 

Hay dos limusinas, una blanca y una negra y en la puerta de la mansión están dos hombres vestidos de negro, parecen ser americanos, lo más probable es que estén aquí, para hacer negocios con mi patrón, el señor Feng Wáng. Hoy era mi día libre, pero según lo que veo me tocará trabajar. 

Mi hija abre la puerta del cuarto, está molesta, piensa que me olvidé de su cumpleaños.

—Hija, cuéntame, ¿Cómo te fue en el colegio?

—Muy bien mami, —responde mi niña muy seria y pensativa.

Me encanta verla así, se le arruga la frente. Se ve tan linda, la cara se le pone roja. Me río.

—¡Mami! ¿De qué te ríes?, —pregunta con sus bracitos cruzados.

—Me río de ti, me encanta ver esa carita tan cómica que haces cuando estás molesta —le digo, apretando sus cachetes—. Mi flor, mira lo que te traje. —Agrego, sacando de mi nevera una pequeña caja blanca con una cinta roja—. —¡Feliz cumpleaños!—.

—Mami, mami, mami, muchas gracias, no se te olvidó, te amo, eres la mejor. ¡Qué rico es una torta de chocolate y fresas! Me gusta mucho tu regalo, mamita. —dice mi niña saltando como una cabra loca.

Me abraza fuerte y le doy un beso en la frente, tan bella mi flor, ¡Cómo ha crecido! Se me salen unas lágrimas de alegría.

—Yo lo sé, princesa, a mí también me encanta comer este pastel, es mi favorito. Mi flor, mira también esto. Ábrelo. —Le digo.

—¡Wuaooo, me encanta! Gracias mami. Ahora te amo mucho más. —Sonríe mi flor de forma pícara al ver su regalo—.

—¿Me amas más, solo porque te regalo esto? ¡Si eres interesada! — Me expreso con una gran sonrisa.

Le traje un collar de corazón que se abre por la mitad. En un lado tiene una foto mía y en la otra de mi hija, es hermoso.

—¿Te lo pongo? —Le pregunto.

—Sí, mami.

—Te queda hermoso, bueno, vamos a cantar.

—¡¡Claro, mamita!! —Exclama muy contenta.

Tocan a la puerta, es mi jefa.

—Señora Xiao, dígame ¿qué desea? —Pregunto.

—Hay alguien que quiere conversar contigo. Vamos, sígueme. —Ordena ella.

—Deme 5 minutos, por favor es para cantarle el cumpleaños a mi niña, por favor —Expreso con una media sonrisa—.

—No. Es muy importante que vengas y es para ya. De verdad que lo lamento mucho. —Contesta un poco preocupada—. Está bien. —Concluyo bajando la cabeza en señal de respeto—.

Tengo muchas ganas de quedarme con mi niña, es su día, porque siempre debo obedecer y elegir el trabajo antes que a mi flor. Claro, a veces se me olvida que la necesidad me lleva a hacer grandes sacrificios, por ese motivo, es que me aguanto todo esto.

—Princesa, ya vengo, perdóname por no cantarte cumpleaños ahorita, pero se presentó una emergencia, te prometo que apenas termine con este problema, vengo y te canto cumpleaños, y juntas nos comemos todo el pastel. ¿Te parece bien? —Le deposito un fuerte beso en la frente y le doy un gran abrazo.

—Está bien mamita, te espero, pero no te tardes mucho.

Le digo a mi niña que se quede en el cuarto y cierro la puerta. Mi corazón palpita tan fuerte que creo que la señora Xiao lo escucha, no dejo de pensar en las palabras de mi jefa. No sé qué pasa. ¿Qué fue lo que hice? ¿Por qué ella lo lamenta? ¿Qué será lo que lamenta? Seguro son cosas mías.

Al llegar a la sala de estar, veo a 3 hombres, no los distingo muy bien, me acerco un poco más, para mi sorpresa es Jacob, el padre de Dana, mi hija. Él es un hombre alto de 1.80, rellenito, ojos azules, cabello liso castaño. Cuando me ve, levanta sus cejas un poco gruesas y con una mirada de pocos amigos se acerca a mí, él recorre mi cuerpo con esa mirada, que me pone los pelos de punta.

—Hola, Yuni. ¿Te acuerdas de mí? Tanto tiempo sin verte. Vengo por mi hija. —

—¡¡Quéeee!! —Exclamé poniendo mis manos en mi boca—.

Mis manos están temblando, mi corazón se acelera muchísimo. ¿Qué hace él aquí? ¿Qué hago? Dios mío, ¡ayúdame!

—Tú estás loco, —le respondo. —En el momento en que me abandonaste, Dana, dejó de ser tu hija, ¿se te olvidó? Estaba sola por tu culpa, y la mía por creer en tus mentiras. Me dejaste embarazada y desamparada, no vengas ahora a buscarla. —Agregué con lágrimas en mis ojos—.

—No te estoy pidiendo permiso Yuni, el pasado está pisado, me interesa, es el presente, ella es mi presente, es mi hija, me la llevo y punto. —Declara Jacob—. Ya tengo todo arreglado para llevármela, hablé con un abogado y me han entregado la custodia de la niña. Fíjate, aquí están la copia de los papeles. —Añade Jacob, lanzando los documentos a la mesa—.

—Seguro que le diste una gran cantidad de dinero. Ella no tiene tu apellido, no tienes ningún derecho de llevártela. —Alego.

Tomo los papeles y leo lo que dice.

Después de varios minutos termino de leer los documentos. ¡Es cierto! ¿Y ahora qué hago? Trato de pensar y buscar alguna solución, pero muy dentro de mí, sé que no voy a poder salir de esta, me metí con un hombre muy poderoso y ahora estás son las consecuencias.

—Como tu misma lo dices, una gran cantidad de dinero puede lograr lo que sea. —Confiesa con una sonrisa de satisfacción y señalando los papeles que tengo en mis manos.

Siento mis piernas, tambalearse, no puedo creer que me esté pasando esto, ¿qué puedo hacer yo?, ¡sin mi hija no soy nada! Ella es todo para mí, ella es mi vida. ¿Qué hago?

—¿Qué pasa aquí, mamá? —Intervino mi niña, sus ojos están más grande de lo normal, está muy asustada—. Ella sabe que algo malo está pasando.

—Hija, no te preocupes, ve a tu cuarto, —le ordeno, me acerco a ella, le doy un beso en la frente para calmarla y le hago señas con la mano para que se retire a su cuarto—.

—Entonces no vas a cooperar, —exclama Jacob—. Me la llevaré por las malas; Agarren y lleven a la niña a la limusina. —Ordena Jacob a sus hombres—.

Volteo mi mirada a la señora Xiao para ver si hace algo, y me ayuda. Pero no es así. Lo único que hace es alejar su mirada de mí. Con fuerzas, grito que la suelten.

—¡No puedes hacerme esto! ¡Por favor! —Suplico a Jacob—. Pero no dice nada y se retira dejándome una vez más, pero esta vez sola, sin mi niña, mi tesoro más grande me lo han quitado.

Mi hija grita, pidiendo que la ayude.

—¡Mamá, no me dejes ir! ¡Por favor, mamá! ¡¡Ayúdame!!

Salgo corriendo con todas mis fuerzas. No dejaré que se lleven a mi niña. Debo pelear con uñas y dientes. Solo falta un metro para llegar a dónde está ella, pero cuando me falta tan poco para llegar a la limusina, alguien me da un fuerte golpe en la nuca, que me hace perder el conocimiento.

*Dana*

Capítulo  2: ¿Quiénes son ellos?

...------Una semana Después-----...

...----------Narra Dana---------...

Intento abrir mis ojos, pero siento todo mi cuerpo muy pesado y débil. Está muy oscuro y no veo nada. Tuve un mal sueño, ¡qué horrible!

¡Mamá! ¡Mami! ¡Mamá! —llamo en voz alta, pero no me contesta.

Volteo a mi alrededor para ver dónde estoy. ¿Será mi cuarto? Pero ¿por qué está tan oscuro? No sé dónde estoy, no reconozco este lugar.

¡Oh Dios mío! No fue un mal sueño, es verdad, me alejaron de mi mamá. Empiezo a llorar y a recordar a esos hombres grandes como gigantes, tomándome por las fuerzas y montándome en un vehículo.

**********

Yo grito, pero nadie me ayuda, empiezo a golpear al hombre que va a mi lado con mis manos y también a la puerta del vehículo con los pies, yo no quiero ir con ellos, pero solo soy una niña, me encuentro sola sin ninguna ayuda, y así no voy a poder escapar.

—Déjame bajar, por favor. — Le suplico.

El hombre agarra mis manos, las aprieta muy fuerte, eso me duele mucho. Él me acuesta en sus piernas boca abajo, de esa manera me inmoviliza. Cuando tengo la oportunidad lo muerdo con todas mis fuerzas en el muslo de la pierna, pero no le hice ni cosquillas.

—Me duele mucho, suéltame. —Insisto—.

—Quédate quieta, niña. —Responde.

No dejo de moverme y de gritar que me suelten. Seguro se equivocaron de persona, creyeron que mi madre tiene mucho dinero y por eso me secuestraron. ¿O será que me porté mal y la señora Xiao me está castigando? Pero ¿por qué mi mamá no me ayudó? No me acuerdo de haber hecho algo mal. Lo más probable es que mi mamá hable con ella y la convenza de que me dejen ir. Seguro en algún momento lo hacen. ¿Y si no?

—Por favor, Dios, ¡¡ayúdame!! —Suplico.

El vehículo se detiene, estoy un poco feliz, tal vez Dios me escuchó y me van a dejar ir. Abren las puertas y entra un hombre no logro verle la cara. Él me baja el pantalón y mis pantis y me inyecta algo en la nalga.

¡Ayuda!, ¡alguien que me ayude!—grito con todas mis fuerzas, pero nadie viene a ayudarme—. ¿Qué hacen? ¿Qué es eso? ¿Por qué lo hacen? — Pregunto—.

Ninguno me responde, no entiendo nada. ¿Por qué, me está pasando esto a mí en un día tan importante? Hoy estoy cumpliendo 8 años y solo quiero estar con mi mamá. ¿Por qué me alejan de ella?

—¿Qué me van a hacer? —Pregunto.

¿Será que me irán a tocar mis partes íntimas, o me sacarán algún órgano para venderlo? Bueno, eso fue lo que dijo una compañera de la escuela: que hay muchos niños que son secuestrados por personas muy malas. Yo espero que ese no sea mi caso.

—¿Hacia dónde me llevan? —Llorando imploro una respuesta—.

Pero siento mucho dolor de cabeza y mi cuerpo está muy débil. No resisto, mis ojos se empiezan a cerrar poco a poco. Parpadeo tratando de no quedarme dormida, pero mi cuerpo no da para más.

**********

Es todo lo que recuerdo, todavía no entiendo, ¿qué hago en este sitio? ¿Por qué me habrán traído a este lugar? ¿Cuánto tiempo habrá pasado desde que me montaron en ese vehículo? Tengo los labios tan secos, el estómago me gruñe y me siento tan débil.

Tocó mi cuerpo revisando si tengo alguna herida, noto que no traigo el uniforme de educación física, es algo diferente, parece ser un pijama, pero no veo muy bien por la ausencia de luz. También siento algo en mi mano, es como un cable, ¿me lo arranco? Es largo, ¿qué será? Mejor no hago nada, es capaz que me lastimo.

Escucho a alguien hablando muy cerca, vienen hacia acá, estoy asustada, ¿qué me irán a hacer? ¡Tengo mucho miedo! No puedo evitar llorar, ¿quiero a mi mamá? Cada vez se acercan más.

Están afuera, en toda la puerta, veo las sombras de los pies. ¿Qué hago? Mejor me escondo debajo de las sábanas, para que ellos crean que sigo dormida.

—Señor Jacob. No se inquiete, la dosis que le inyecte para mantenerla dormida, "no fue tan fuerte", seguro ya está por despertar —Dice alguien.

—Espero que así sea, si le llega a pasar algo, tú vas a ser el único responsable. ¡Ya ella lleva una semana dormida! ¿No entiendo por qué? —Habla muy furioso otro hombre.

Escucho lo que hablan claramente, son dos hombres. Pero cómo así que tengo una semana dormida, entonces hoy estamos, (Cuento con los dedos) 22 de diciembre. Llevo muchos días durmiendo, donde estará mi mamá. Y ese hombre, ¿por qué está tan molesto? ¿Por qué, quiere que me despierte? ¿Qué será lo que quiere?

—Usted señor Jacob no tiene de qué preocuparse, yo he estado monitoreando los signos vitales de la niña y ella se encuentra muy bien. Ella no se ha despertado no solo por el sedante, sino también por el largo viaje que hizo en avión.

—Espero que sea verdad lo que dices. —Comunica el hombre de manera amenazante—. ¿Qué estás esperando para abrir la puerta? —Grita.

Me encuentro debajo de las sábanas llorando y escucho cuando abren la puerta y también veo con más claridad, debe ser que prendieron las luces. ¡Tengo tanto miedo! ¿Quiénes son ellos? ¿Por qué me trajeron a este lugar? ¿Por qué me durmieron? Y ¿cómo así que viaje en avión?

—¡Hola! Princesa, ya te escuché llorar, no tengas miedo, puedo hablar contigo —Expresa el hombre malo.

Ya me escuchó llorar, me descubrieron. Me quedo escondida en las sábanas.

—No quiero hablar con usted, señor. Váyase, usted me da miedo, — pronuncio con fuerza.

—Mi niña, no seas así, vamos a hablar, no me tengas miedo, por favor —dice él, se acerca y me toca la pierna, que está un poco descubierta, me da mucho miedo y empiezo a gritar.

—¡Mami, mamá, auxilio! Alguien que me ayude. —Grito como nunca.

Me volteo hacia el lado izquierdo y meto la cabeza debajo de la almohada y me pongo a llorar con quejidos de dolor, parezco a un cerdo cuando lo están matando, casi igual a como lo vi en el canal de televisión.

Después de varios minutos llorando y gritando exageradamente, me calmo deseando que ya se hayan ido, pero vuelvo a escuchar a alguien hablar. De nada sirvió que haya llorado tanto, lo hice para que me dejaran sola, pero no lo hicieron.

—Señor Jacob, déjeme con la niña, por favor, necesito revisar cómo está ella física y mentalmente. ¿Le parece bien? —Manifiesta el médico—. De esa manera, ella va a estar más tranquila para cuando hable con usted. —Finaliza, esperando tranquilo que el hombre que está en silencio responda.

Después de casi tres minutos de silencio, responde:

—Bueno, está bien, me retiro del cuarto, pero voy a esperar afuera del dormitorio. —Expresa el señor malo.

Escucho el sonido de la puerta cerrar. Respiro tratando de agarrar aire, pero por estar aquí debajo de las sábanas me cuesta hacerlo, me siento asfixiada por todo lo que lloré y grité.

—Hola, Dana, no tengas miedo, soy doctor, yo no te voy a hacer ningún daño. Ven, siéntate por favor, vamos a ver cómo estás. —Dice con una voz muy dulce.

Me quito la sábana y para mí, sorpresa, yo lo conozco. ¿Pero qué hace él aquí? Trato de conversar con él, pero él me hace señas con la mano para que me calle, que no diga nada todavía. Él toma una libreta y empieza a escribir algunos garabatos.

Capítulo 3: Vuelvo a Reír

Estoy muy confundida, no entiendo dónde estoy. ¿Qué hace él aquí?

Él es un amigo de mi mamá, estudió con ella en la secundaria, es blanco, alto, cabello negro y ojos negros. Él siempre iba con nosotras a comer helado, pero hace meses que no lo veo, eso creo, no me acuerdo muy bien, pero llevamos tiempo. Pero estoy feliz porque él me va a ayudar a volver a ver a mi mamá.

Me siento en la cama y el doctor agarra un lápiz y una libreta que está encima de un escritorio de color morado con fucsia, que está al lado de la cama donde me encuentro.

En el escritorio hay muchos libros bien arreglados y una lámpara de Minnie Mouse. Pero, ¿qué está escribiendo?

Mientras el doctor sigue escribiendo, observo el cuarto. Es grande y en las paredes hay muchas mariposas y flores.

Hay unos muebles muy hermosos de color fucsia. Se ve todo tan bonito.

Pero nada de eso me puede dar felicidad. Mi mamá es mi mayor felicidad. Si ella no está conmigo, me siento muy mal.

El doctor se acerca a mí, se sienta a mi lado y me muestra la libreta. Yo leo lo que está escrito, lo cual dice:

 "Dana, confía en mí. No digas que me conoces, porque si lo haces, solo empeorarán las cosas. Empecemos de cero. Tú y yo no nos conocemos, todos deben creerlo. Solamente así te podré ayudar a volver con tu mamá. Tú sabes que ella es una persona muy importante para mí, así como tú. Pero por favor, no hables más de la cuenta. Únicamente escucha y responde, a menos que el momento lo amerite. Tranquila, más adelante, cuando no haya peligro de ser descubierto, hablamos, ¿te parece?".

Veo al doctor con ganas de preguntarle muchas cosas, pero es mejor esperar.

*Huang*

Así que muevo la cabeza dándole a entender que estoy de acuerdo con él.

Él arranca la hoja de la libreta y se retira llevándose el papel. Va hacia una puerta, supongo que es un baño. Si lo es, se escucha cuando baja el inodoro.

Se queda otro rato más, se escucha el ruido del agua, se regresa rápidamente hacia donde estoy, abre un maletín negro, se seca sus manos y se coloca antibacterial. Se pone unos guantes azules y saca unas cosas y las pone en la cama.

Luego se acerca a mi brazo, lo revisa y luego de su maletín saca un pedacito de algodón, le aplica alcohol y me lo pone en el brazo donde tengo ese cable largo.

—Dana, voy a sacarte esto que tienes aquí pegado de tu brazo, esto es un catéter, no te va a doler, no te preocupes, solamente es un jalón, cierra tus ojos y respira.

Yo cierro mis ojos y respiro y cuando los vuelvo a abrir no siento nada, no me dolió nada, qué bueno.

—Gracias doctor, ya empezaba a fastidiarme, eso ahí en el brazo.

—Sí, mi niña, me imagino. Ahora mi niña por un ratito vas a dejar tu brazo así para que no sangre. Y no olvides, yo soy tu médico, estoy para eso, para ayudarte en todo lo que necesites. Si te sientes mal solo, dímelo—. Ahora abre la boca, —ordena, pero con una voz muy tranquila y dulce —. No te preocupes, solamente es un bajalenguas, ¿lo has visto antes?, sirve para ver tu boca y la garganta, no te hará ningún daño.

Me ingresa el bajalenguas en la boca, me revisa y anota en una hoja.

—Dana, voy a ver tus oídos, y verificaré tus ojos, con estos aparatos, este se llama otoscopio, y me ayudará a examinar tus oídos para ver si tienes algún objeto extraño, y este se llama oftalmoscopio y con él voy a ver cómo está tu vista. Pero tú los puedes llamar pío como hace el pollito, pío, pío, es más fácil de llamarlos, ¿no crees?—. Dice riéndose. Me muestra los aparatos y él hace que yo saque una gran sonrisa, me siento tan bien con él. Se ve que es una buena persona, voy a confiar en él.

—Mi niña ahora necesito que inhale, ósea, que respires y aguantes la respiración hasta que yo te diga y después sueltes el aire o sea exhale, pero lentamente y mientras lo haces voy a escuchar tus pulmones con este aparato que se llama estetoscopio sirve para escuchar los sonidos de tu corazón y de tus pulmones.

Él revisa mis oídos y mis ojos y sigue anotando en una hoja, de verdad no sé qué tanto escribe, después revisa mi pecho y la espalda con ese aparato, pero se siente frío, me manda aguantar la respiración y posteriormente a soltarla. Pero él me hace cosquillas con el aparato y me río.

En eso abren la puerta. Es Jacob, un hombre alto de piel blanca, cabello castaño y ojos azules como los míos. Él está con una señorita joven, como mi mamá, de piel blanca y cabello negro y liso. Su cabello lo tiene recogido en forma de cebolla. Su ropa es como un uniforme: blusa blanca de mangas largas, falda negra por las rodillas y usa lentes. Parece que también viene de China.

Estoy sentada en la cama con la camisa levantada, riendo. Pero cuando veo al señor Jacob, vuelvo a sentir miedo. El doctor se da cuenta, así que pone su mano en mi hombro y luego me ayuda a bajar la camisa.

—Señor Jacob, la señorita Dana está muy bien de salud. Es una niña muy sana y fuerte, a simple vista es lo que se ve. Todavía necesito hacerles unos chequeos y exámenes médicos de rutina, que son muy importantes para detectar problemas a tiempo o antes de que ocurran —declara el doctor Huang.

—Estoy de acuerdo con usted. Lo mejor será hacerle esos exámenes lo más pronto posible. Es mejor prevenir que lamentar —confirma Jacob.

—¿La puede llevar mañana a mi consultorio? —pregunta el doctor.

—¡Sí! Ella irá mañana, pero no conmigo. Tengo mucho trabajo por hacer. Así que la señora Mei Wáng es la que llevará a Dana. Ella será la única encargada de sus cuidados, como la alimentación, su estudio y bueno, todo lo referente a la niña, claro aparte de usted, ya que usted será su médico —dice con voz ronca—. Así que aprovecho de presentarle a la señorita Mei Wáng. ¡Ahí se me olvidó! Ya se conocen, ¿verdad? —dice Jacob con una mirada de esas que dan miedo—.

—Es un placer conocerla, señorita Wáng. Mi nombre es Huang Su. Cuenta conmigo para lo que sea —expresa con una inclinación de cabeza—. La espero mañana a las 9:00 a.m. Sea puntual, por favor —añade el doctor, pero muy serio para mi gusto—.

—Ya terminé mi trabajo hoy. Con su permiso, me retiro. Hasta luego, señorita Dana. Nos vemos mañana —concluye Huang despidiéndose de todos—.

Volteo hacia la puerta y veo al señor Huang irse. Me siento muy triste. En ese instante, se acerca el señor Jacob y se sienta a mi lado. Mis manos empiezan a temblar, no siento mi cuerpo, siento que todo me da vueltas. La señorita Mei se queda de pie en toda la puerta y me mira y se acerca.

—Señor Jacob, yo veo a Dana muy mal, está muy pálida, ¿ya ella comió? —pregunta Mei.

—No, no ha comido. Lleva una semana que no lo hace. Solo le han suministrado suero —responde Jacob—.

—Disculpe, espero que no se moleste por lo que le voy a decir, pero ¿por qué no deja que ella se bañe y coma? Luego de que la niña haya reposado, usted conversa con ella.

—Muchas gracias, señorita Mei. Usted tiene razón. Entonces me retiro para que Dana se bañe y luego baje a comer.

—Ok, muchas gracias por entender. Yo la ayudo a levantarse para que se bañe. No se preocupe.

El señor Jacob se levanta de la cama y se retira. Gracias a Dios y a Mei, me siento más tranquila.

—Ese hombre sí es confiado. ¿Qué derecho tiene de sentarse a mi lado? —comento mirando hacia la puerta—. Muchas gracias, señora Mei. De verdad que ese hombre me da miedo. Gracias por hacer que se fuera. Y perdone que la moleste, ¿usted sabe quién es él? ¿Y por qué me trajo para acá? Yo quiero ir donde mi mamá. ¿Usted sabe dónde está ella?

La señora Mei se queda pensando por unos minutos. En su mirada se nota tristeza.

—Señorita Dana, yo no le puedo responder esas preguntas a usted. Discúlpeme —responde como si tuviera un nudo en la garganta—. Después de que coma, el señor Jacob va a hablar con usted. Solo él tiene el derecho de contarle todo —añade la señora Mei—.

—Pero...

—Señorita, sea obediente, porque si no, me va a meter en problemas —me interrumpe Mei.

Noto que la señorita Mei también tiene miedo, así que me quedo en silencio. Me siento muy triste. ¿Qué es lo que él tiene que decirme? Todos le tienen miedo. ¿Pero por qué?

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