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Comprometida Con Un Psicópata [SUSPENDIDA]

1. El joven pálido

_ Acepto casarme con su hijo, señor y señora Roble. _ Dijo Elena, de 25 años, mientras observaba al joven pálido de 21 años en la silla de ruedas.

Aquel joven la observaba con mirada apenada y a la vez un poco triste.

Elena iba a recibir mucho dinero a cambio de esta decisión tomada apresuradamente por su madre, quien prácticamente la arrojó a esta situación.

Todo comenzó cuando hace cinco meses la madre de Elena llegó por la noche a su pequeño departamento en donde vivían arrimados.

_ Mamá, ¿cómo pudiste? ¿Acaso no pensaste en mí y en mi hermano? _ Dijo Elena muy triste y enojada. _ Era mi dinero, mis ahorros. Ya había planeado en qué invertirlo.

Elena le estaba reclamando a su madre, quien había recaído en el vicio de los juegos de azar.

_ No es mucho, creo que podemos pagarlo. _ Dijo Vanessa, madre de Elena. _ Solo déjame pedirle un préstamo al banco.

Elena no podía estar más en desacuerdo con esta idea.

_ No. No podemos endeudarnos para pagar otras deudas. No recurriremos al banco. Yo trataré de que me den un aumento en el hospital y trabajaré horas extra. _ Dijo Elena mientras se tocaba la frente y caminaba de un lado a otro en la cocina de su departamento.

El hermano menor de Elena, Gabriel, se ofreció para trabajar por las tardes después de sus clases para ayudar, pero Elena no se lo permitió.

No era la primera vez que su madre se endeudaba con el casino. De hecho, esa fue la ruina de la familia Campos. Fue el vicio de Vanessa lo que hizo que su esposo la abandonara y dejara a cargo de sus dos hijos, Elena y Gabriel. Pero ese no fue el final del sufrimiento de sus hijos, pues siempre tenían escasez de alimentos, de ropa y medicinas. Las constantes pérdidas de dinero de Vanessa en el casino hicieron que su familia llevara una vida miserable, mudándose de departamento cada vez que no podían pagar el alquiler. Los lugares a los que se mudaban eran cada vez peor y más peligrosos.

La familia Campos tuvo un momento de superación cuando, por fin, Vanessa había dejado de lado su vicio y con los ahorros de ella y su hija Elena pudieron comprar un pequeño cuarto para vivir los tres juntos. Todo parecía indicar que pronto las cosas podrían mejorar, sin embargo, Vanessa rompió su promesa de no volver a los juegos de azar y jugó toda una noche hasta acabar con los ahorros que Elena había dejado guardados. Luego siguió jugando para recuperar lo perdido, pero se terminó endeudando más, es por eso que terminó firmando un papel en dónde, si no hacía el pago de todo lo que debía dentro de la fecha límite, el casino le arrebataría el cuarto que con tanto esfuerzo lograron comprar.

Durante tres meses, Elena y su madre trabajaron mucho para conseguir el dinero de la deuda del casino, pero aún no llegaban ni a la mitad, y la fecha límite de pago estaba por llegar.

La gente del casino enviaba a sus matones a la casa de Elena una vez por semana para hacerles recordar sobre la deuda. Hace un día fueron al colegio de Gabriel para golpearlo como recordatorio de la deuda. La policía no podía hacer nada en esa situación, pues los matones no habían dejado marcas en el cuerpo de Gabriel.

Un día en que la madre de Elena, Vanessa, estaba trabajando en el área textil de la empresa Moda Roble, todos los accionistas, incluyendo el accionista mayoritario, el señor Roberto Roble, llegaron a supervisar cómo operaban las nuevas maquinarias que habían adquirido. Todos los empleados despejaron el área a excepción de los costureros, quienes eran los que operarían estas nuevas maquinarias caras. Vanessa era costurera, por lo que se quedó y la observaron trabajando bien con las nuevas máquinas.

Cuando terminó toda la demostración, todos salieron a almorzar, solo Vanessa se quedó un rato más para dejar todo en orden. Al salir del área encontró al señor Roberto Roble hablando por teléfono muy triste antes de colgar. Vanessa se acercó a hacer plática, pues sabía que el señor Roble era muy conversador y amable, es así cómo se enteró de que él sufría a causa de su único hijo, quién no tomaba sus medicamentos y no dejaba que ningún enfermero se le acercara para cuidarlo. Hasta ahora nadie había logrado poder acercarse a él, ni siquiera su madre.

_ Si la situación sigue así, no nos quedará más opción que internar a nuestro querido hijo. _ Dijo el señor Roble con mucha tristeza en sus ojos.

_ Anímese, señor Roble. Puede que aún no haya encontrado al cuidador correcto para su hijo.

_ Ya no sabemos a quién más recurrir. Nuestro hijo rechazó a la mayoría de los mejores enfermeros, y nadie más quiere aceptar el trabajo.

_ Bueno, yo tengo una hija que es enfermera. Ella es muy buena en su trabajo, además de gentil y muy paciente, pero esto no lo digo solo por ser su madre. Si quiere le muestro todos los certificados que tiene y su título universitario, tengo fotos de eso en mi celular.

_ Parece que está muy orgullosa de su hija. _ Dijo el señor Roble mientras se reía, pues él entendía ese sentimiento.

Cuando Elena llegó a su casa cansada de trabajar, su madre le dio la buena noticia. Una oportunidad de trabajo como enfermera personal de un joven de 21 años, hijo de los dueños de Moda Roble. Si consigue que el hijo de los señores Roble no le rechace durante los primeros días quedaría contratada y tendría un mejor sueldo que el que gana en el hospital.

Al día siguiente, Elena se prepara para ir a la casa de los Roble. Al salir del edificio de su departamento, un auto negro con lunas polarizadas la estaba esperando.

_ La señora Rosa Roble me envió para llevarla a la mansión Roble. _ Dijo el chofer del auto mientras le abría la puerta.

Elena sabía que una movilidad vendría por ella, pero no imaginó que sería algo tan llamativo como esto, pues todos sus vecinos la estaban observando, incluidas las vecinas más chismosas de la cuadra, quienes miraban con sospecha a Elena subiendo al auto lujoso de un extraño. Probablemente, estarían pensando lo peor de ella.

Al llegar a la mansión de los Roble quedó maravillada con la belleza de la arquitectura y los jardines. Rápidamente, fue recibida por el señor y la señora Roble.

_ Bienvenida, Elena. Flynn te está esperando en su habitación. _ Dijo el señor Roble mientras la guiaba.

_ Roberto me dijo que hoy vendría una nueva candidata a enfermera, pero nunca imaginé que fuera alguien tan hermosa. _ Dijo la señora Rosa Roble mientras se sostenía del brazo de Elena.

_ Gracias, espero poder llevarme bien con su hijo. _ Dijo Elena.

_ Yo también espero lo mismo._ Dijo la señora Rosa Roble.

Al llegar a la habitación, Elena se encontró con la escena de un joven delgado y pálido sentado sobre una silla de ruedas mientras observaba por su ventana. Su cabello oscuro y ondulado le tapaba un poco la mirada.

2. El joven pálido (2)

_ Flynn, ella es Elena, tu nueva enfermera. ¿No piensas saludar? _ Dijo la señora Rosa Roble.

Flynn no respondió.

_ Por favor, se amable con la señorita.

Flynn volvió a ignorar a su madre.

Desde que llegaron a la habitación, Flynn no dejó de mirar hacia la ventana. Lo único que hacía era jugar con un bolígrafo que tenía dando vueltas entre sus dedos.

_ Hijo, ya tenemos que irnos, ¿no piensas despedirte? _ Dijo el señor Roberto Roble con un semblante triste. _ Volveremos en una semana.

La madre miró triste a su hijo y luego a su esposo. Ambos sabían que ya era hora de partir.

La señora Rosa Roble le dio una última indicación a Elena sobre los medicamentos de Flynn antes de acercarse a su hijo para darle un beso en su cabello. El señor Roberto, antes de irse, arrebató bruscamente el bolígrafo que Flynn tenía en su mano.

_ Ya te he advertido sobre tener estas cosas puntiagudas. No hagas que nos preocupemos. _ Dijo el señor Roble y luego salió de la habitación junto con su esposa Rosa y Elena.

Elena se sorprendió un poco por lo brusco que fue el señor Roberto con Flynn. Luego miró el semblante de Roberto y se notaba un poco nervioso.

A veces Flynn raya las paredes. _ Dijo el señor Roberto intentando hacer una sonrisa despreocupada.

Cuando cerró la puerta de la habitación de Flynn, le dio una última indicación a Elena.

_ Si tienes alguna duda o si necesitas ayuda con algo, puedes hablar con la sirvienta Ana. Los guardias de seguridad estarán siempre cerca de la entrada, por si necesitas "más ayuda". Eso es todo, nos vemos en una semana.

Elena pensó que los guardias en la puerta de la entrada de la mansión eran por protección de intrusos, ya que era una familia muy adinerada, pero era raro que estos guardias no estuvieran junto a los otros guardias que estaban vigilando el perímetro del terreno de la propiedad, estos solo estaban afuera de la puerta principal. Además, ¿para qué necesitaría la ayuda de los guardias?

Antes de que el señor y la señora Roble se marcharan para ir a un viaje de negocios en Francia, le hicieron firmar a Elena un documento de confidencialidad, por el cual no podría revelar nada de lo que ocurriese en esta casa, tampoco podía traer ningún aparato que grabara video o audio. Elena volvió a la habitación de Flynn. Cuando llegó lo encontró en la misma posición.

_ Hola Flynn, yo soy Elena, a partir de ahora te voy a cuidar.

Flynn la ignoró.

_ Todavía es muy temprano, voy a traer tu desayuno.

Elena le trajo una bandeja con alimentos nutritivos a Flynn.

_ Mira qué delicioso se ve todo esto. Apuesto a que tienes mucha hambre. _ Dijo Elena mientras acercaba la bandeja hacia Flynn.

De un solo golpe, Flynn tiró la bandeja al suelo, lo cual asustó mucho a Elena. Ella llamó a la sirvienta para que le ayudara a limpiar, luego volvió con otra bandeja de alimentos.

_ Flynn esta vez no seas tan rudo, ¿sí?

Flynn volvió a ignorarla.

A Elena no le dijeron cuál era la enfermedad de Flynn, solo le dieron una lista de medicamentos y los horarios a los que él debía tomarlos, era todo muy secreto.

_ Flynn, debes comer algo, estás muy delgado. O acaso, ¿estás a dieta? ¿Fuiste obeso antes y no quieres volver a subir de peso?

Flynn volvió a ignorarla.

_ Ya sé, te leeré un cuento. Los tres cerditos siempre están de moda, seguro que los conoces. Había una vez tres hermanos cerditos [...] y el lobo dijo, ¡soplaré y soplaré, y tu casa derribaré!, ¡muajaja!...

_ ¡Basta!, odio los cuentos y más aún ese. _ Interrumpió Flynn enojado y harto de escuchar la historia.

_ Al parecer si puedes hablar.

_ No me trates como a un idiota con déficit mental. Por supuesto que puedo hablar y no necesito cuentos estúpidos.

_ Perdón Flynn, esa no era mi intención. _ Dijo Elena un poco avergonzada. _ Pero, qué bueno que por fin decidiste hablar, ya me había cansado de hablarle a tu espalda.

_ …

_ ¿Qué tal si volvemos a empezar? Hola, Flynn, me llamo Elena, un gusto conocerte.

_ …

_ Ahora, preséntate tú.

_…

_ ¿Flynn?

Flynn solo siguió ignorando a Elena una y otra vez, hasta que Elena se enojó. Este niño mimado no le respondió adecuadamente ni la miró desde que llegó.

Elena pensó que no debía decepcionar a los señores Roble, ya que su madre Vanessa les había dicho que era una enfermera muy paciente, sin embargo, eso era mentira. Rápidamente, Elena se paró delante de Flynn para obligarlo a verla, sin embargo, él la esquivó, otra vez Elena se paró delante de él, pero Flynn era más rápido girando su silla y su cuello. Elena no se rindió, incluso se tropezó y cayó tratando de perseguir a Flynn, hasta que decidió atraparlo. Elena sujetó fuertemente la silla de Flynn desde el frente, dejándose plantada delante de él sin darle oportunidad a que mire hacia otro lado. Flynn se sorprendió mucho, pues no esperaba tener la cara de un extraño tan cerca de la suya. Mientras la miraba fijamente, su corazón empezó a agitarse, era la primera vez en mucho tiempo que tenía a una mujer de casi su misma edad delante de él.

_ ¡Flynn! _ Gritó Elena muy agitada mientras sujetaba fuertemente la silla de ruedas. _ ¡Ya basta! Quédate quieto, me llamo Elena, mucho gusto. Ahora preséntate, es tu turno.

_…

_ ¡Flynn, por favor!

No es que Flynn no quisiera hablar, es solo que no sabía qué decir, pues estaba muy nervioso y asustado en esta situación.

_ Me, me llamo Flynn. _ Respondió Flynn un tanto nervioso.

_ Ahaha, por fin. _ Celebró Elena mientras trataba de recuperar el aliento.

_ Estúpida. _ Murmuró Flynn.

Elena lo escuchó claramente, pero solo le dio gracia, pues ella había ganado ante el niño mimado. Luego soltó la silla de Flynn, inmediatamente, él volvió a su antigua posición de mirar hacia la ventana, pero esta vez estaba más tenso y con los cachetes ruborizados, pues no esperaba que su nueva enfermera fuera tan joven y bonita. Los anteriores enfermeros y enfermeras eran mayores y muy serios con su trabajo, al ser los mejores del país y con buenas recomendaciones no tenían tiempo que perder con un paciente que no los aceptaba.

_ Oye Flynn, ¿qué tal si comes algo?

_ …

Flynn volvió a ignorarla. Elena ya no sabía qué hacer, así que esta vez decidió dejar de hablarle y solo se limitó a acompañarlo en silencio. Unos minutos después, Flynn empieza a moverse hasta la puerta de su dormitorio.

_ Flynn, ¿a dónde vas?

Flynn no le contesta, solo sale de la habitación y se dirige hacia las escaleras que dan al primer piso. Él no puede bajar escaleras, pero se queda mirando los peldaños muy fijamente. Su corazón empieza a latir fuertemente mientras empieza a aferrarse a su silla, luego avanza poco a poco hasta que está en el borde de las escaleras y su corazón late más fuerte mientras una pequeña sonrisa empieza a formarse en su boca.

De repente, Elena sujeta la silla de Flynn por atrás.

_ ¿Estás recordando cuando antes podías bajar escaleras? _ Preguntó Elena. _ Una vez me enyesaron la pierna, también miraba las escaleras cuando extrañaba caminar, pero si estás muy cerca, puedes caerte. ¿Acaso quieres bajar?

Inmediatamente, Elena puso la silla en un lugar alejado de las escaleras y procedió a tomar a Flynn de su cintura.

_ ¡¿Qué haces, estúpida?! ¡Suéltame! _ Gritó Flynn nervioso mientras alejaba a Elena con sus manos.

_ Te voy a cargar para llevarte abajo. ¿No querías bajar?

3. El joven pálido (3)

_ ¡No, Suéltame! _ Exigió Flynn.

Elena lo soltó.

_ ¿A dónde quieres ir? _ Preguntó Elena.

_ A ningún lado. _ Dijo Flynn enojado mientras regresaba a su habitación.

Elena solo lo observó un poco confundida, no sabía cómo relacionarse con este muchacho. Cuando estaba a punto de regresar a la habitación, la sirvienta la detuvo. Al parecer vino cuando escuchó los gritos de Flynn.

_ Señorita, espere. _ Dijo la sirvienta Anita mientras subías las escaleras lentamente, pues ya era una señora muy mayor. _ ¿Qué cree que está haciendo? El joven Flynn no puede salir de su habitación.

_ ¿En serio? No sabía. _ Dijo Elena.

_ ¿Los señores Roble, no le dieron las indicaciones? Él no puede bajar a la primera planta, ni subir a la siguiente. Este piso es solo para él.

_ De verdad no lo sabía, creo que olvidaron decírmelo.

Elena pensó que era lógico que no permitieran que Flynn se acercara a las escaleras, puesto que podría caerse. La sirvienta Anita observó a Elena con una mirada de sospecha.

_ ¿Qué fue lo que le dijeron los señores Roble?

Elena le contó a la anciana sobre los medicamentos y los horarios, también le dijo que no tenía idea de cuál era la enfermedad de Flynn. La anciana parecía un poco sorprendida, pero trató de ocultarlo.

_ En todo caso debe saber que el joven Flynn es alguien muy especial. _ Dijo la anciana mientras se marchaba. _ Por cierto, por su bien, nunca le dé la espalda.

Elena entendió esta última recomendación como una advertencia de que nunca podía descuidar a Flynn, ya que podría hacerse daño y los señores Roble podrían enojarse con ella, hasta incluso hacerle una demanda y llevara presa.

Elena volvió rápidamente a la habitación para encontrar a Flynn tratando de entrar con su silla a su baño.

_ Espera, déjame ayudarte. _ Se apresuró Elena para sujetar a Flynn.

_ Yo puedo solo. _ Dijo enojado Flynn. _ Solo voy a orinar.

Elena no le creyó y lo apoyó en su hombro.

_ Te dije que yo puedo solo. _ Dijo Flynn tratando de alejarla, pero Elena era más fuerte y entra al baño con Flynn.

El baño estaba acondicionado con barandas para que Flynn se sujete.

_ Listo, apúrate y sujétate que yo no voy a mirar. _ Dijo Elena mientras aún tenía sujetado a Flynn. _ Ya cerré mis ojos.

_ ¿Estás loca? _ Dijo Flynn muy sorprendido. _ Déjame, yo puedo hacerlo solo.

_ No mientas, podrías caerte. Es peligroso, apúrate.

_ Atrás, estúpida. _ Flynn pudo apartar a Elena, y débilmente logró sostenerse de pie.

Elena se sorprendió mientras veía a un tembloroso Flynn apoyándose en la baranda, ella creía que Flynn no podía caminar.

_ Yo puedo caminar, pero soy muy débil para sostenerme. _ Dijo Flynn.

Para Elena esto tenía más sentido, pues las piernas de Flynn no se veían delgadas como las de las personas que no pueden caminar. Justo cuando Elena estaba a punto de decir algo, Flynn le cerró la puerta en la cara. Elena trató de entrar, pero Flynn se encerró, así que pegó su oreja a la puerta. Escuchó la cadena del retrete, luego escuchó que el grifo del lavadero se abrió y se cerró, después de eso no se escuchó nada. Elena empezó a preocuparse porque Flynn no salía del baño. Tocó la puerta, varias veces, pero Flynn no le contestaba, por lo cual Elena empezó desesperarse y a tocar más fuerte, hasta que por fin, Flynn decidió abrir la puerta y apareció temblando mientras se apoyaba de las barandas.

_ Por favor, deja de hacer escándalo, no quiero que la anciana suba hasta aquí. _ Dijo Flynn refiriéndose a la sirvienta Anita. Inmediatamente, volvió a su silla con movimientos temblorosos.

_ Lo siento, es que no te escuchaba y temí que…

_ ¿Pensabas que un inválido como yo podría haberse accidentado mientras orinaba? _ Interrumpió Flynn.

_ No es lo que iba a decir.

_ Como sea, voy a descansar, déjame solo.

_ No puedo irme, tus padres me dijeron que esté siempre contigo.

_ No tienes que seguir todo al pie de la letra. Ellos no están aquí, puedes irte a descansar de mí.

_ Ellos depositaron su confianza en mí. Déjame buscarte ropa adecuada para que duermas. _ Dijo Elena mientras abría el armario de Flynn.

_ No es necesario, aún tengo mi pijama puesta, ¿eres ciega?

_ Tú pareces ser el ciego. _ Dijo Elena mientras seguía buscando ropa.

_ ¿Cómo dices? _ Dijo Flynn un poco enojado.

_ ¿Acaso no sientes tu barriga húmeda? Parece que mojaste tu camisa mientras usabas el lavadero.

Flynn recién pudo percatarse de eso y se sintió molesto. Enseguida, Elena se acercó a Flynn con una nueva prenda.

_ ¿Qué haces? ¿Acaso piensas desvestirme? _ Preguntó Flynn incrédulo y con tono burlón.

_ Por supuesto. _ Dijo Elena mientras jalaba la camisa de Flynn desde su cintura hacia arriba.

Mientras Elena desvestía a Flynn, este no podía moverse, pues todo ocurrió tan deprisa que no le dio tiempo para negarse, solo podía estar quieto, atónito y nervioso. Estaba tan quieto que parecía un muñeco de trapo. Solo cuando Elena terminó de cambiarle la camisa pudo reaccionar.

_ Debiste preguntar antes de cambiarme, yo puedo hacerlo solo. _ Dijo Flynn sin poder mirar a Elena a la cara.

_ No tienes por qué avergonzarte, soy una profesional, estoy acostumbrada a desvestir pacientes. Por favor trata de comer tu desayuno antes de dormirte.

_ Desayuné antes que llegaras. _ Dijo Flynn mientras se tapaba con el edredón y se cubría hasta la cara.

_ ¿Es en serio? Pudiste haberlo dicho hace rato. Estuve rogándote para que comieras. _ Dijo Elena una poco enojada.

_ …

Elena se sentó en un sillón de la habitación y se puso a vigilar a Flynn hasta que él se durmió. Pasadas unas horas trajo su almuerzo y el de Flynn, esta vez él no rechazó la comida, luego le ayudó a cepillarse los dientes. Por alguna razón, Flynn tenía mucho sueño, ya que después de almorzar, volvió a quedarse dormido. Elena no pudo evitar quedarse dormida también, pues la vista de la ventana mostraba un día gris y parecía que iba a llover, poco a poco fue cerrando sus ojos y lo último que vio fue a Flynn durmiendo.

Elena soñó que era una pequeña mariposa débil y cansada. Estaba hambrienta, pero por suerte encontró un hermoso jardín lleno de flores. Ella voló hacia las flores y empezó a beber de su dulce néctar, parecía que todos sus problemas desaparecían con cada sorbo, pero no se dio cuenta de que en realidad había caído en una trampa. Atrás de ella bajaba lentamente de su telaraña una araña despiadada que estaba a punto de atacarla, pero cuando se abalanzó sobre ella, Elena se despertó y lo primero que vio fue la habitación oscura, pues ya era de noche. En medio de la oscuridad sus ojos pudieron notar una silueta negra, era Flynn quien estaba delante de ella, estaba de pie y no temblaba. Flynn empezó a acercar su mano a la cara de Elena, pero la impresión fue tanta que Elena se desmayó presa del miedo.

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