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Mi Hermoso Vagabundo.

Rocío Martínez...

Soy Rocío Martínez, una joven de tan solo veinticinco años de edad, en los cuales me ha tocado trabajar muy duro para ayudar a mi madre soltera y a mis dos hermanitas pequeñas.

Hace un par de años estudié enfermería, ese siempre fue mi sueño desde muy pequeña, pero por cosas que suceden cuando uno menos se lo espera no pude terminar mi carrera, porque mi madre enfermó gravemente de cáncer, hace casi dos años y por ese motivo me vi obligada con el dolor de mi alma a dejar mis estudios en la universidad.

Desde el día que le diagnosticaron el cáncer de mama a mi madre, tuve que trabajar muy duro en lo que apareciera por ahí, para ayudar con los gastos médicos y los de la casa. Puesto que a mi madre no le quedó más remedio que dejar de trabajar.

Hice aseo en casas particulares, trabajé de mesera y también estuve en una lavandería planchando, hasta que se cruzó por mi camino la doctora Angelica, quien al conocer mi historia, siempre me ayudó y me recomendó en el hospital con sus pacientes para continuar con los cuidados en sus casas, una vez que fueran dados de alta.

Así conocí a la familia Bennett Hansen, ahí fue donde me enamoré por primera vez del señor Felipe Bennett, mientras me encontraba haciendo los cuidados de su esposa, yo me fuí enamorando de él en silencio al ver cómo sufría mientras lloraba por la mujer qué lo engañaba con otro hombre.

(Pensé que me entregaba a un buen hombre el día que hicimos el amor, pero me equivoqué por completo porque por primera vez se rompió mi corazón al darme cuenta de que mis sentimientos nunca fueron correspondidos.)

Así que tomé mis cosas y me fui de ahí lo más rápido que pude, pero con la frente bien en alto, ya que le dije sus cuantas verdades a ese hombre que no supo valorar mi sincero amor.

Lo único malo es que me quedé sin trabajo y sin poder ayudar económicamente a mi madre, que se encuentra últimamente un poco complicada de salud, puesto que hace unas semanas no la he visto muy bien, aunque ella quiera demostrar que es fuerte como un roble.

Así que comprenderán lo agobiada que me siento con su enfermedad y mis hermanitas, porque por el momento yo soy quien debe llevar la comida a nuestro humilde hogar.

...----------------...

En este momento, estoy buscando empleo en algo más estable y con mejor salario, ya que por el momento limpio una casa dos veces por semana y por las noches ayudo al señor Carlos, que es dueño de un pequeño negocio de comida, el cual solo gano unos dólares con los que me alcanza solo para pagar la renta y algunas cuentas básicas.

(Viernes 12:30 a.m.)...

Al fin pude salir de mi trabajo y por suerte se encuentra a solo seis cuadras de mi casa y como de costumbre camino sola por la noche sin que me suceda nada, ya que es un lugar seguro y tranquilo para mí, porque conozco a casi toda la gente del barrio.

Este día, como es de costumbre, me llevo a mi casa algunas sobras de comida que el señor Carlos me regala, porque él es un buen hombre que con lo poco y nada que gana, de igual forma me da empleo para así poder ayudar a mi familia.

Pero... Mientras camino a casa, me encuentro con un hombre sentado en el piso al costado de la acera.

Fue extraño porque a él nunca antes lo había visto por ahí, ya que a diario suelo encontrarme con personas en situación de calle. pero siempre veo los mismos rostros. Así que traté de ignorar su presencia dando pasos largos y rápidos para pasar por su lado, pero cuando estaba justo en frente de él, escuché su voz ronca, grave y algo aterradora.

_ ¿Me podrías ayudar con algo de dinero?_ le escuché decir, mientras algo en mí me hizo detenerme y no pude evitar responderle.

_ Lo siento mucho, pero no puedo. Dinero es lo que menos tengo en este momento.

_ Es que muero de hambre._ me dijo manteniendo siempre su mirada al piso.

_ Si es hambre lo que tienes, te daré esto._ le dije mientras abría mi bolso y le daba algo de las sobras de comida que llevaba para mi familia.

Ese hombre solo estiró su mano para recibir la comida y luego se levantó del piso sin levantar la cabeza para ir en dirección contraria a la mía y perderse en la oscuridad de la noche, sin dar ni las gracias, solo se fue sin decir nada. Mientras que yo retomé mi camino para llegar pronto a mi casa, ya que mi madre debe estar muy preocupada por mí al estar caminando sola a esta hora.

Al otro día...

Como de costumbre, recorrí casi toda la ciudad buscando trabajo, pero como suele suceder, me fue mal porque en casi todos los lugares que fui me pedían estudios o experiencia de por lo menos dos años.

Ya de tarde noche me fui a trabajar con el señor Carlos, quien ya había abierto su negocio, así que al entrar tomé mi delantal y comencé a atender a las personas que esperaban por su orden.

(23:00 PM)

Ya que esta noche llegó más gente de lo habitual, salí más temprano porque el señor Carlos había vendido todo los platillos que había preparado para el día y por lo mismo no hubo sobras, pero que de igual forma el señor Carlos, para que no me fuera con las manos vacías, me preparó cuatro sándwiches.

Caminando a mi casa y a solo dos cuadras de llegar, me volví a encontrar con ese hombre misterioso que había visto el día de ayer, pero esta vez se encontraba de pie, ¡Como esperando a alguien!

Por alguna razón inexplicable, ese hombre no me causa temor y caminé como de costumbre, pero sí tratando de ignorar su presencia.

_Tienes algo de comer._ me dice aquel hombre con esa voz tétrica y aterradora que ya había escuchado.

Me volví a detener...Nunca he podido negar a un necesitado la comida y, con el dolor de mi corazón, le entregué uno de los sándwiches que me preparó el señor Carlos. (Digo con el dolor de mi alma porque ese sándwich sería el mío, ya que sería incapaz de dejar a mi familia sin comida).

_Aquí tienes, que lo disfrutes._ le dije mientras le entregaba el sándwich.

_Eres una chica muy amable._ me respondió, levantando su rostro. Al verlo, vi que llevaba una máscara puesta.

_¿Por qué te cubres el rostro con esa máscara?._ le dije ya que no pude evitar preguntar.

_ Porque llevo una horrible cicatriz._ me respondió, para luego dar la vuelta y caminar dándome la espalda para perderse por lo más oscuro de la calle.

Esta vez quedé aún más intrigada por aquel hombre porque ya es la segunda vez que hablo con él y ni siquiera se cuál es su nombre.

mi nuevo empleo

Después de ese encuentro con aquel hombre misterioso, seguí caminando hacia mi casa, Ya que mi madre me esperaba como cada noche con una taza recién hervida de té para calentar los huesos, como bien dice mi santa madre.

Después de tomar el té y platicar un rato con mi madre me fui a dormir, porque al día siguiente quería salir muy temprano a buscar trabajo, pues necesitaba llevar a mi madre al médico pronto porque últimamente la he visto muy débil y temo que el cáncer pueda haber vuelto.

Al día siguiente...

Me levanté con la mejor energía, pensando que hoy sí sería mi día de suerte. Tomé en mis manos el mapa de la ciudad, en el que había marcado todos los lugares y calles que había pasado buscando empleo. Lo más triste es que no me quedan muchos lugares para ir, así que salí a tomar el autobús que llega al otro extremo de la ciudad. Ahí vive la gente más rica y pudiente del país, pero también es donde se encuentran las empresas más prestigiosas e importantes del mundo.

Allí, la gente camina por la ciudad con total indiferencia hacia el prójimo, vistiendo cada uno el traje de última moda y de la mejor marca para sentirse mejor persona. Ya qué mientras luzcan mejor, mejor es el trato que te darán, y eso me quedó muy claro porque al bajarme del autobús, me sentí de otro planeta, ya que cada mujer iba más arreglada y maquillada que la otra, con sus rostros bien estirados, con sus hermosos peinados y sus hermosos trajes de las mejores marcas del mundo.

Por mi parte, yo me puse unos jeans algo desgastados, ya qué los tengo hace más de dos años, unos zapatos bajos y una blusa blanca que era de mi madre cuando trabajaba como secretaria antes de enfermar de cáncer. Me hice mi moño que suelo llevar siempre y mi rostro lavado con el agua fresca de la mañana.

¡Esa mujer soy yo! La que no puede aparentar lo que no es, ya que si alguien me quiere contratar, será por lo que soy y no por como me veo.

Después de llevar casi tres horas caminando de empresa en empresa, de tienda en tienda y de edificio en edificio, lo único que conseguí fue que todos me miraran de pies a cabeza para luego escuchar un rotundo "¡No tenemos empleo para alguien como tú en este lugar!".

(¿Alguien como yo? ¿Qué piensan que vengo de otro planeta?)

Pero si algo tengo de bueno es que sé cuánto valgo y no permito que nadie me haga sentir menos solo por el hecho de no tener dinero. Así que de cada lugar que salí, coloqué mi mejor sonrisa y me despedí de forma muy educada para seguir caminando por esas calles con grandes edificios.

Hasta que quedé impresionada al ver un despampanante edificio frente a mis ojos.

Caminé hacia él y entré, viendo cada lujoso detalle en su interior. Hasta que el personal de seguridad del edificio me detuvo y me preguntó qué hacía allí. Yo les expliqué que estaba en busca de trabajo y que me gustaría dejar mis papeles por si necesitaban a alguien. Ellos gentilmente me llevaron con la recepcionista, quien me miró de pies a cabeza para luego decirme:

_Dime qué necesitas.

_Buenas tardes, estoy en busca de trabajo y me gustaría dejar mis antecedentes por si necesitan a alguien para hacer lo que sea en esta empresa, ya que necesito un empleo con suma urgencia._ respondí.

_¿Viste en algún lugar que esta empresa es un hogar de caridad?_ me preguntó la mujer, viéndome de pies a cabeza.

_No, señorita, pero quizás haya un puesto vacante para lo que pueda servir._ le volví a responder.

_Lo siento, pero no... Así que mejor toma tus papelitos y lárgate, ya qué en esta empresa solo trabajan personas de alto estatus social y hasta para limpiar el piso necesitas estudios._ me dijo mientras hacía un gesto a los guardias para que me sacaran de ese lugar como si fuera una vagabunda pidiendo limosna.

_Muchas gracias por su tiempo, que tenga un excelente día._ le dije antes de salir, para que sintiera que no es necesario ser de un estatus social alto para ser una persona educada.

Salí de ese hermoso edificio con una gran sonrisa, pero por dentro me sentía humillada y despreciada por la recepcionista.

Caminé por unas dos cuadras y a lo lejos escuché que llamaban a alguien.

_¡Señorita, señorita.!_ yo seguí caminando hasta que me tomaron del brazo por detrás para detenerme.

_Le estoy hablando._ me dijo la recepcionista del edificio que acababa de salir.

_¿Qué le sucede?_ le pregunté un poco molesta.

_Quiero disculparme con usted, y sí tenemos una vacante para un trabajo en nuestra empresa.

_¿Es una broma? Si usted fue quien me dijo que yo no tengo estatus social para trabajar en esa empresa._ respondí.

_Lo sé, pero me acaban de avisar que una señora del personal de aseo renunció y necesitamos llenar esa vacante de inmediato._ al escuchar esas palabras, mi corazón palpitaba de pura emoción.

_Acepto de inmediato._ le digo mientras volvemos a entrar al edificio.

_Llamaré al señor Augusto, ya que él es el jefe del personal de aseo para que le dé todas las indicaciones._ me dice la recepcionista.

_Muchas gracias._ le respondo mientras llega el señor que nombró.

_Así que tú vienes a limpiar todos los inodoros del edificio._ me dice un hombre robusto de unos cincuenta años que me miraba de pies a cabeza, como lo suelen hacer todos en esta empresa.

_Buenas tardes, señor._ le saludo estirando mi mano.

_Ven de inmediato, hoy mismo comenzarás a trabajar, ya que el sanitario del décimo piso, el plomero que acaba de terminar unos arreglos, dejó todo sucio._ me dice mientras yo lo sigo.

_Como ves, nosotros no tomamos el ascensor principal, por el hecho que el personal de servicio de la empresa solo puede tomar este ascensor que se encuentra al costado de las escaleras de emergencia, para no molestar ni incomodar a las personas de gran estatus social que trabajan aquí._ agrega.

Vuelvo a escuchar " A las personas de estatus social".

¿Qué, en esta empresa, trabaja el hombre más rico del mundo, o el presidente del país, o los jeques árabes que no se pueden mezclar con una persona humilde? - pensaba mientras llegamos al décimo piso en donde se encuentra el sanitario que hay que limpiar.

_Ahí tienes todo para que limpies y espero que dejes reluciente si no quieres ser despedida en tu primer día de trabajo._ me dice ese robusto hombre con cara de pocos amigos.

Así que tomé ese carrito, el que sería mi nuevo compañero en el trabajo, y me fui a limpiar el sanitario para dejarlo reluciente y no perder mi nuevo empleo.

Sam Warren.

En uno de los lugares más privilegiados y elegantes del país vive Sam Warren, un hombre guapo de treinta años de edad, alto y con un cuerpo muy tonificado, ya que va al gimnasio todas las mañanas y sigue una dieta muy estricta para no tener ni un gramo de grasa en su cuerpo.

Sam es algo inmaduro para su edad, puesto que siendo el único heredero del imperio Warren, aún se sigue comportando como un adolescente que va de fiesta en fiesta por la noche y de mujer en mujer en su cama.

Ya qué él nunca ha tenido una relación seria con una mujer, ni mucho menos tener planes de casarse y tener hijos como lo desean sus padres para conservar su linaje y heredar el gran imperio petrolero que poseen alrededor del mundo.

Sam es un hombre muy mujeriego, tiene mujeres para cada día del mes si así lo desea, pero lo más triste de él es que teniendo todo el dinero del mundo lo que jamás ha podido tener es amor, ya que sus padres lo concibieron solo para dejar un heredero de su gran fortuna.

Porque tristemente sus padres jamás le han dado lo más importante en la vida de una persona: el amor, el cariño y la contención de una familia, ya qué desde pequeño fue criado por las empleadas de la mansión mientras sus padres viajaban por negocios por todo el mundo, viéndolos un par de veces al año cuando se veían obligados a venir por asuntos de trabajo.

A medida que fue creciendo, fue enviado a los internados más prestigiosos del mundo. Digo los internados porque por su mala conducta fue expulsado de varios.

Luego, cuando creció, estudió finanzas en la universidad que sus padres eligieron para él y al terminar lo dejaron a cargo de la empresa que tienen en los Estados Unidos. Hoy en día, Sam es el presidente de dicha compañía, en la que factura millones de dólares anuales, llegando a ser posicionada como una de las más grandes empresas de todo el mundo.

Aparte de todos los adjetivos antes dichos, Sam Warren es un hombre muy cuadrado en su trabajo, algo maníaco en lo que se decide hacer y obtener, ya que no conoce la palabra "no" en su diccionario. Se podría decir que es un hombre frío y muy distante con las personas que lo rodean...

(Un día cualquiera tipo 12:00 p.m)

Después de haber tenido una estresante reunión que le hizo perder toda la mañana, decide salir a almorzar con alguna de las mujeres de turno que tiene para satisfacerse cuando él quiere, a la que después de comer piensa llevar a comerse el postre a su departamento que tiene en su edificio.

Pero mientras baja del ascensor, ve a una hermosa chica que le llamó su atención, la que vestía de forma diferente a todas las mujeres de la empresa. Sam se quedó observando mientras esa chica platicaba con la recepcionista, que la miraba de forma déspota, con desagrado y desprecio, para luego esa pobre chica ser sacada por orden del personal de seguridad del edificio.

Sin entender muy bien lo que sucedía, caminó hacia la recepcionista y le preguntó: "¿Qué hacía esa chica ahí?"

Ella se puso muy nerviosa, ya que era la primera vez de todos los años que llevaba trabajando ahí, que el gran señor Sam Warren le dirigía la palabra a ella.

_Es una vagabunda pidiendo empleo en esta prestigiosa empresa._ le respondió tartamudeando.

_Supongo que la enviaste al encargado del personal para ser contratada._ le dijo Sam a esa mujer que, con cada segundo que pasaba, se iba ruborizando cada vez más al tenerlo tan cerca de ella.

_No señor... ¿Cómo se le puede dar empleo a una mujer así?"_ le respondió la recepcionista.

_Te diré solo una cosa... Si no vas por esa chica y no la traes de vuelta, considérate despedida de inmediato.

_Pero señor, ¿cómo quiere que trabaje aquí si ella no tiene nada que ofrecer a esta prestigiosa empresa?_ le dijo la recepcionista, sabiendo que una de las reglas principales de la empresa es contratar a personas con estudios.

_Entonces yo mismo iré por ella y le daré tu empleo, ya que desde este momento estás despedida._ le dijo Sam muy molesto.

_No, señor, por favor se lo ruego, no me despida._ le dijo suplicando aquella mujer que no sabía lo que sucedía.

_Entonces haz tu trabajo y ve por ella de inmediato._ le dijo mientras se daba la media vuelta para salir del edificio.

_Señor, espere por favor! ¿Qué empleo quiere que tenga esa chica?_ le preguntó la recepcionista saliendo detrás de él.

_Eso lo ves tú o el encargado de los empleados ¡Por algo te pago un buen salario! Ah, pero que gane el mismo salario que recibes tú por hacer tu inepto trabajo._ le respondió sin dejar de caminar para luego subir a su carro de último modelo que lo estaba esperando en la puerta del edificio.

La recepcionista no tuvo más opción que ir corriendo tras esa chica, hasta que pudo alcanzarla y convencerla para que aceptara el empleo. Como esa chica era una mujer pobre y sencilla, decidió enviarla a trabajar junto al señor Augusto, jefe del personal de aseo, un hombre malvado y algo sucio de mente que acosa sexualmente a varias empleadas del edificio mientras trabajan.

Del salario ni hablar, ya que ella jamás permitiría que la contrataran por el mismo salario que recibe ella. Así que fue a hablar con el encargado de redactar el contrato de trabajo y le pidió que lo hicieran el contrato por un sueldo bajo. Ya qué por su culpa estuvo a punto de perder su empleo, qué tantos años de sacrificio le ha costado mantener.

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