Sin principio ni final
Que nuestro amor sea como el mar, donde se ve el principio pero no el final, como el infinito firmamento que no tiene principio ni final.
Aquí comienza una verdadera historia de amor, una historia con todos sus entresijos, con todas sus aventuras, con sus desventuras, con sus más y sus menos. Una historia de amor al fin y al cabo, como tantas otras.
Una historia que se basa en el AMOR en todo su esplendor, en toda su plenitud. Una historia que nace del amor, perdura en el amor y muere en el amor. Una historia que renace entre las cenizas. Un amor verdadero, intenso, pleno, limpio, puro. Un amor por el que nadie apostó. Un amor por el que se luchó hasta límites insospechados. Un amor que nunca se rindió. Un amor que nace en la infancia; el primer amor.
Un amor que se sostiene hasta la madurez. Un amor que se rompe en un momento dado. Un amor que se retoma en un día inesperado. Un amor que está destinado a perdurar el resto de las vidas de dos enamorados.
Y en este momento puedo afirmar que el verdadero AMOR nunca se pierde. Incluso me atrevo a aventurar que el verdadero amor siempre perdura.
Alice está enamorada, lo está y se siente dichosa y feliz de poderlo decir, de poderlo demostrar. Alice es la protagonista o los protagonistas de mi HISTORIA DE AMOR son todos ellos. Mateo Dubois está enamorado pero se limita a demostrar su amor por su padrino Hernán, el padre de Alice. Georgina, divertida, enamorada de Oliver, y él que no perdía tiempo con las mujeres, pero su corazón tenía dueña, era Georgina aunque siempre demostraba lo contrario. Mientras que Franchesca se enamoró de Alessandro, ellos sí se correspondían en el amor hacia respeto y siempre salían de paseo. Maximiliano era muy guapo, él solo tenía ojos para Luciana, hija de Máximo Carlos y Vanesa. No se veían casi, pero él no perdía la esperanza nunca, sus encuentros eran en los eventos y cumpleaños.
Soy una fiel aprendiz de escritura. Intentaré plasmar esta gran historia de amor de la forma más idónea y complaciente para todos mis seguidores.
Dedico en especial esta novela:
A mi hermana Maricel, a mis bellos hijos y
mis seguidores, especialmente a la bella Cris, fiel a mis novelas, Nelly, mi amiga del corazón, Cistin, mi princesa hermosa. A todos en general, los que hacen posible realizar un gran sueño, que es el arte de escribir, de imaginar, dejando fluir nuestros sentimientos, emociones, corazón y alma.
MIS QUERID@S LECTORES, LES DOY LA BIENVENIDA 🤗. AHORA VAMOS A CAMINAR JUNTOS EN ESTE HERMOSO RECORRIDO. ESPERO QUE USTEDES SE SIENTAN CÓMODOS Y PUEDAN DISFRUTAR CADA CAPÍTULO, DEJANDO UN COMENTARIO Y UN ME GUSTA. COMPARTAN CON SUS AMIGOS Y FAMILIARES, PORQUE USTEDES SON LOS VERDADEROS PILARES QUE ME LLEVAN A VOLAR, SOÑAR Y PLASMAR MIS HISTORIAS. LES DEJO UN ABRAZO, COMO YA SABEN, DESDE BUENOS AIRES, ARGENTINA. SU HUMILDE SERVIDORA, MARY 🦋💟✍️.
Mis bella lecturas como están, aquí estamos siempre viendo tan bellos comentarios 💕
mil gracias a todas pueden buscarme en Instagram @mariarosalva_escritora22 en mi página cambie de nombre espero ansiosa verlas ,les dejo un enorme abrazo 🤗
Mil gracias las espero ,Mil gracias las espero ,Mil gracias las espero ,Mil gracias las espero
Javier y Mercedes llevaban juntos un año y recibieron muchísimo dinero de Nikolay, decidieron comprar una finca. Poco después, ellos viajaron a Rusia. Pamela les dijo que tenían que criar a sus pequeños, Alberto (que ahora es Oliver) y la pequeña Melina (que ahora es Franchesca). El notariado preparó todos los trámites necesarios, donde ellos figuraban como padres legítimos. Era la única oportunidad de cambiar la historia de sus hijos. Edwards y Pamela sabían que vendrían por ellos y no habría salida. Poco tiempo después, salió un comunicado donde daban información sobre la muerte de Pamela Andreani y su esposo Edwards. Tristes, Mercedes y Javier sabían perfectamente que terminaría así. Ellos jamás ocultaron la verdad a sus hijos. Vivieron en la finca siempre hasta que decidieron comprar una misión cerca de Hernán. Ellos nunca se separaron. Las tres familias siempre fueron muy unidas.
Los años pasaron y era momento del 15 de la bella Alice...
—¡Vamos o llegaremos tarde!—dijo Enzo a su bella esposa. —Estamos bien con el tiempo. Te ves hermosa, cariño.
Sin perder el tiempo, Enzo la besó y comenzó a acariciar la espalda de Charlotte.
—Ata allí, Enzo Dubois. Te prometo que te recompensaré, mi amor —dijo ella sonriendo y dejó un cálido beso en los labios de su amado.
—Mm, sí, claro que lo harás. No sabes lo que te espera, Charlotte Dubois. No me provoques —dijo este besando con intensidad. Ella tomó su mano y sonrió divertida. Aparentemente, ella quería guerra.
—Mis amores están hermosos. ¿Nos vamos? —dijo Charlotte.
Salieron rumbo a la casa de Hernán. De afuera, se veía muy hermosa.
—Valió la pena el esfuerzo que hicimos con Estefi —dijo Charlotte sonriente.
—Qué bellos están mis amores. Adelante, Alice está muy nerviosa. No sabes lo hermosa que está mi niña. Está grande, se convierte en una señorita y cuando menos espere, tendrá novio. Ja, ja, ja. Bueno, si Hernán deja —dijo Estefanía sonriendo.
Se saludaron e ingresaron a la casa. Mateo estaba con los puños apretados. Estaba celoso de Alice. Aunque él sentía cosas por ella, no le dejaría tan fácil el camino a otros.
"Enzo, Hernán y Javier están en el despacho y te están esperando", dijo Estefanía con una sonrisa. Ella sabía que Hernán estaba celoso como padre y que Enzo estaba en la mira porque Mateo era el eterno enamorado de Alice.
"Gracias, voy con ellos", dijo Enzo mientras le daba un beso en la mejilla a su esposa y se retiraba.
Charlotte y Estefanía fueron a ver los últimos detalles mientras que Georgina le hizo señas a Mateo para que subiera. Ella tomó a Alessandro del brazo y se lo llevó a ver el salón donde sería el baile de Alice. Mateo subió las escaleras y entró a la habitación de Alice.
"¡Mateo, qué bueno verte! Ven, siéntate", dijo Alice sonriendo dulcemente. Tenía un toque de rubor en su rostro.
"Alice, ¿me vas a decir finalmente qué deseas de mí esta noche?", dijo Mateo acercándose a ella.
"¿Estás dispuesto a hacer lo que yo quiera?", dijo Alice con la cara roja.
"Sí, lo que quieras", dijo Mateo deseando comerse a besos a Alice. Si había algo que él disfrutaba era verla ruborizarse.
"Quiero un beso, lo deseo Mateo", dijo ella agachando la cabeza. Pero él tomó del mentón a Alice y la miró a los ojos, acariciando su rostro. La besó, era un beso dulce, suave y torpe como todo adolescente.
"Yo también lo deseaba, Alice. Me iré, prométeme que te cuidarás. Yo viajo la próxima semana a Nueva York, vendré apenas termine de estudiar", dijo Mateo quedando frente a Alice. Ella lo abrazó fuerte.
"Te vas por miedo a mi padre, te vas porque temes hablar de lo que sientes", dijo ella con los ojos cristalizados.
"No quiero cometer un error. Eres muy hermosa, me gustas y mucho, pero no puedo hablar de lo que siento ahora. Entiéndeme, nosotros somos familia, nuestros padres trabajan juntos de toda la vida y yo pronto quizás sea el director de la empresa. Me quiero preparar, más allá de que mis padres me enseñaron mucho, quiero ser un diseñador", dijo Mateo acercándose más a Alice. La besó y el calor entre ellos aumentó. Él se detuvo, sus respiraciones eran agitadas. De pronto, la puerta se abrió.
—Mm, si fuera el padrino - hizo señas con sus dedos - ustedes dos estarían en el horno - dijo Georgina, sonriendo. "Te veo más tarde", dijo Mateo, acercándose a su hermana y dejando un beso en su frente. Le guiñó el ojo y salió. "Estaba bueno ese beso de telenovela. Mm, no te preocupes, no diré nada. Sabes que tu padre me dejaría sin hermano", dijo Georgina haciendo cara de horror. "Lo amo y lo voy a esperar siempre", dijo Alice con un brillo especial en su mirada.
Javier, junto a Enzo y Hernán, estaban hablando de sus hijos. Ellos sabían perfectamente lo que hacían, solo que cuidaban a las princesas, pero sabían que en algún momento aquellos muchachos terminarían juntos.
"Javier, ¿tú sabes que Georgina está arrastrando alas por Oliver?", dijo Enzo un poco molesto.
"Enzo, lo sé y no te preocupes porque Oliver está en otra sintonía. Si llegué a creer que había amor, pero al final Oliver se irá esta semana que viene con Mateo", dijo Javier sonriendo. Nunca pensó estar charlando del futuro de sus hijos.
"Enzo, Mateo disimula ante nosotros, pero veo su mirada. Él no ve a Alice como su prima o amiga. Se nota que la mira como su amor. Mejor que se vayan porque me dará un paro. Yo amo a Mateo, pero mi hija está en medio", dijo Hernán suspirando.
Entraron las tres mujeres. "Mercedes anda con problemas de salud. Le descubrieron un cáncer, pero el tratamiento está dando diagnóstico positivo", dijo Estefanía. "Veo que no pierden el tiempo arreglando la vida de nuestros hijos. Dejen que ellos se enamoren, como ustedes lo hicieron. No cometan el error de separarlos", dijo Mercedes sonriendo dulcemente. Ella se sentó en el sillón. "Cariño, no te estés esforzando. Prometo que dejaré a nuestros pequeños sean ellos", dijo Javier dejando un beso en la frente de Mercedes. Javier era un hombre que pasó por mucho y vieron el amor de Charlotte y Enzo crecer y es un amor inquebrantable.
"Estefanía ama mucho a Mercedes. Es como una madre para ellos", dijo Hernán. "Yo creo que debemos dejar de ser tan estructurados", dijo ella acercándose a Hernán.
Charlotte sonrió. Ella no era como ellos. Siempre creyó en el amor puro y genuino, y gracias a su esposo, que nunca se dio por vencido, ella seguía creyendo en él. "Hernán, Mateo está enamorado de Alice y tarde o temprano terminarán juntos. Míranos, Enzo jamás se rindió y gracias a él yo creo en el amor real. Mi hijo se va por miedo a fallarte a ti y no a nosotros", dijo Charlotte, dejando a Hernán sin palabras. ¿Será que él es tan duro que su ahijado le tenía miedo?, pensó él.
Esa noche disfrutaron. Los jóvenes quedaron de ir a la finca de Javier a pasar el fin de semana.
Ese fin de semana fue único para ellos. Aunque Alice sabía que Mateo se iría la próxima semana, ella disfrutó el día. Fueron charlas y risas recordando la infancia de ellos, cuando iban a montar a caballo o caminar por el lago.
Continuará...
3 años después...
"Alessandro, te dije que no lo hicieras ahora, nuestros padres se enojarán", dijo la bella Georgina, que tenía 18 años.
"Georgina, eres exagerada", exclamó Alessandro enojado. Tenía 17 años, pero era muy inteligente y siempre hacía experimentos.
"Hola hermosa, ¿y tú por qué traes esa cara?", dijo Mateo. Tenía 21 años, era muy guapo como su padre y había regresado de estudiar en Nueva York hacía dos años.
"Georgina, Alessandro, corran a abrazarlo", gritaron unísonos.
Poco después, "¡ya llegamos!", dijo Charlotte haciéndose escuchar desde la puerta. Enzo tenía el cabello ceniza, cada vez más guapo, y Charlotte algunas que otra cana, siempre bella.
"Mamá, papá, volví", dijo Mateo acercándose a sus padres. Ellos lo abrazaron con mucho amor, era muy tierno.
"Mateo, estás hecho un hombre", dijo Charlotte sonriente. "Como tu padre", exclamó Enzo con una sonrisa pícara. "Papá, mamá, quiero seguir su legado. Me falta 2 años y termino mi carrera", dijo Mateo.
"Mateo, eso sería perfecto", dijo Enzo abrazando a su hijo nuevamente. "Y para mí también, hijo. Alessandro quiere ser ingeniero y Georgina abogada. Solo quedas tú, hijo", expuso Charlotte con una sonrisa.
Después de cenar, Georgina y sus hermanos salieron a tomar helado y se encontraron con Hernán y sus hijos en la heladería. Hernán era un padre sobreprotector, Alice era hermosa con ojos grandes, cabello negro largo y Maximiliano era muy guapo. Alice Durand ese día, al ver lo guapo que estaba Mateo, su rostro se ruborizó y Mateo solo volvió su mirada a Hernán. Sabía que era como meter el dedo en la llaga, Hernán lo mataría si miraba a su princesa. Ella ya tenía 18 años, pero Mateo nunca olvidó desde los 15 años en el cumpleaños de Alice. Ella no volvió a besar a nadie, ella le pidió que su regalo fuera un beso y Mateo cumplió con ella. El beso no lo olvidó y él sabía por qué ella se ruborizaba, pero en este tiempo ya estaba acostumbrado a estar con mujeres. Eran su debilidad, aunque crecieron con padres ejemplares. Él estaba en otra sintonía. Hernán lo miraba y estudiaba sus movimientos.
Mateo, ¿te vas a quedar? —dijo Hernán, mirando a Alice, y ella levantó su mirada a medio sonreír. Hernán volvió su mirada a Mateo.
—No, padrino. Tengo dos años más. Voy a terminar mi carrera y vuelvo ya para seguir con la empresa —expresó Mateo, mirando a su padrino.
—Mm, y aprovechen para salir este fin de semana —dijo Hernán suspirando. Él ve a su hija enamorada, pero su ahijado está muy cambiando. Es más serio, casi no expresa nada.
—Mm, no estaría mal, padrino. La verdad, me vendría perfecto, pero me gustaría ir a la finca del abuelo Javier —dijo Mateo. Él preferiría tranquilidad, ya que en Nueva York hacía una vida loca.
—Bueno, eso estaría perfecto. Y vayan, si quieres puedes llevar a Alice y Maximiliano, así van todos juntos, y nosotros aprovechamos para cenar todos juntos con tus padres —dijo Hernán, dejando sorprendido a su ahijado y a sus hijos. ¿Qué le estaba pasando?, pensaron ellos.
—Ok, mañana a las 8 paso a buscarlos. Hoy voy a ir a ver a los abuelos. Me dijo Oliver que mi abuela está muy enferma —dijo Mateo con tristeza.
—Sí, hijo, ella está mal, pero ya sabíamos. Son tres años de tratamiento. Dios fue bueno. Pudimos tenerla y compartir. Estoy seguro de que ella, si se va, se iría muy feliz. Todos le consentimos —dijo Hernán con sus ojos cristalizados. Era como una madre. El cariño era único.
Todos se fueron a descansar. Al siguiente día, Mateo pasó por los chicos, pero antes de salir fue advertido: "Cuida de Alice. No la ilusiones si estás con otros pensamientos", dijo Hernán con firmeza.
—Padrino, no te preocupes. La voy a cuidar con mi vida —dijo Mateo sonriendo. Abrazó a su padrino y se fueron. Todo fue divertido. Estaban los hijos de Charlotte y Enzo.
Mateo Dubois
Georgina Dubois
Alessandro Dubois
Maximiliano Durand
Alice Durand
Los hijos de corazón de Mercedes y Javier, cuyo sueño de tener una familia se cumplió, aunque fue triste. El final de Pamela y Edwards les dio la oportunidad de ser padres.
Oliver Durand
Franchesca Durand
Georgina fue a cabalgar y con ella fueron Maximiliano, Alessandro, Franchesca y el bello Oliver. Fueron rodeando todo el campo mientras que Mateo cocinaba con Alice. Ellos charlaban amenamente y comentaban sobre sus carreras. Ella siempre trabaja con la casa de moda como modelo de cada diseño.
"Me vas a seguir evitando, Mateo. Sé que cambiaste tu vida. Sales en revista o en las redes. No quiero que me explique nada, pero es obvio que andas de amorío en amoríos", dijo Alice sonriendo con amargura. Ella lo ama, pero no quiere que él se aleje. Por eso, Mateo se acercó y acarició el rostro de Alice.
"Lo siento, no cumplí con mi palabra. Te fallé. Pasé por muchas mujeres y tú mereces algo mejor, alguien que te haga feliz", dijo Mateo acercándose. Dejó un beso en la frente.
"Mm, si Mateo, es tan obvio. Claro que ilusa, creer que volverías a mí", dijo Alice con un tono sarcástico. Rodó sus ojos hacia atrás.
"No puedo negar que me gustas. Quisiera ser yo el primero en todo, pero no puedo. Yo tengo una vida loca", dijo Mateo quedando frente a ella. Y esta se acercó con lágrimas en sus ojos. Lo besó.
"Deseo ser tuya en todo sentido, pero no puedo obligarte a que estés conmigo", dijo Alice. Dejó el delantal y fue a la habitación. Se lavó la cara. No quería llorar más. Ya había llorado mucho estos tres años.
Mientras Mateo maldecía y caminaba de un lado a otro, se pasaba la mano en su cabello. Salió y fue a la habitación de Alice. Entró y cerró con seguro. Se recostó al lado de ella, acarició su cabello. Se acercó con cautela y la besó.
"No sabes cómo me siento. Yo deseo tenerte, pero no quiero que te ilusiones", dijo Mateo quedando encima de ella. La volvió a besar.
"Hazlo. No me importa nada. Solo quiero ser tuya", dijo Alice. Y volvieron a profundizar sus besos. Pero Mateo se detuvo.
"No, no puedo. Perdóname. Yo no estoy listo para hacerlo contigo. Tiene que ser especial, no así", dijo Mateo. La besó y fue a seguir cocinando. Tenía ganas de hacerla suya, pero él no haría nada, menos si no está seguro de estar con ella. Mientras Alice sonrió levemente, se cubrió su rostro. El beso era único y ella sabía que tendría que ayudarlo a decidirse a Mateo.
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