Mi nombre es Renata, tengo 17 años y mido 168 cm. Soy blanca, tengo el pelo castaño claro y largo hasta la cintura, y ojos marrones. Soy la hija mayor de tres hermanos: Sebastián, de 15 años, y Diego, de 10 años. Me gusta usar faldas cortas y blusas holgadas a la cintura, con zapatos deportivos. Mis padres se llaman Álvaro y Esther. Mi papá se dedicaba a los bienes raíces y vivíamos holgadamente en un pueblo pequeño situado al lado de las montañas. Tenía un aroma característico a madera, quizá por el paso de los camiones que bajaban de las montañas hacia los aserraderos de camino abajo. Cursaba la escuela preparatoria. Todas las mañanas tomaba mi mochila y mi chamarra y, sobre mi bicicleta, atravesaba el pueblo. Me gustaba sentir el viento en mi cara y su aroma fresco en mi piel. Tomaba mis clases y luego volvía a casa. Mamá tenía un pequeño negocio frente a la casa, donde vendía bizcochos. A veces llegaba a visitarla y otras veces me iba directo a casa. Mis hermanos ya estaban en casa. Preparaba algo de comer para Diego y para mí. Sebastián prefería comer pizza o algún sándwich y papá llegaba más tarde.
En la escuela se acercaba el cumpleaños de Ronaldo, un compañero de clase, y planeaban festejarlo. Yo estaba indecisa, no sabía si asistiría. Tenía una amiga con la que había algo que nos acercaba, quizá el hecho de que crecimos juntas. Cuando éramos niñas, su familia vivía a un lado de la mía. Crecimos y nuestros intereses cambiaron un poco. A ella le gustaba salir con chicos, le gustaba sentirse atraída y deseada, vestía muy coqueta y a veces me hacía sentir una niña. A mí no me importaba, me gustaba ser como yo era. Había chicos muy guapos, pero yo no estaba interesada. Quizá sentía que aún no había llegado el chico de mis sueños y no tenía prisa. René algunas veces se ofrecía a ayudarme con los libros y, con gran insistencia, se ofrecía a acompañarme a casa. No estaba interesada y varias veces lo rechacé. Juntos, me convencieron de ir al convivio de Ronaldo. Esta vez, el convivio no sería en una casa, ahora planeaban hacerlo en el lago. Era un pequeño lago muy cerca de las montañas, muy poco visitado por sus matorrales y árboles a su alrededor, cosa que para muchos de mis compañeros resultaba atractivo, pues podían hacer cosas que sus padres les prohibían. No me sentía afectada, pues yo no necesitaba esconder nada, solo quería pasar un buen rato. Sería el fin de semana. Llevaríamos comida y ropa para entrar al lago. Algunos compañeros llevarían de forma clandestina bebidas alcohólicas. No era muy usual que mis padres me negaran un permiso, pero esta vez...
"Mamá... este fin de semana festejarán a Ronaldo, ¿puedo ir?"
"Si está bien, ¿dónde será?"
"Será en el lago."
"Mmm no, Renata, allá no puedes ir."
"¿Por qué no, mamá?"
"Ese lugar es muy peligroso, he escuchado algunos rumores sobre ese lugar."
"¿Qué rumores? ¿Que los chicos se juntan ahí para beber? Yo no lo haré, mamá, te lo prometo."
"No, ese lugar no me gusta."
"Mami, por favor, regresaré temprano. Si, Amanda irá también y Fabián, su hermano."
"Bueno, pero te advierto, si no regresas pronto, iré con tu padre a buscarte."
"Gracias, mami, regresaré temprano, te lo prometo."
Llegó el día, preparé una maleta y el sábado por la mañana mi padre me llevó en su auto. No era la distancia, era mi maleta la que pesaba mucho. El lago estaba a dos cuadras hacia el centro del pueblo y luego a la derecha hacia el otro extremo del pueblo. Era un lugar maravilloso. Se escuchaba el eco de nuestras risas, se sentía el fresco del ambiente aunque no hacía frío. Llevamos comida y preparamos una fogata. Montamos unas tiendas de campaña para poder cambiarnos de ropa. Nunca había visitado ese lugar y me parecía el mejor lugar del mundo. Estaba verdaderamente fascinada. Preparamos carne y calentamos comida que llevamos de nuestras casas. Mis compañeros comenzaron a jugar y a nadar en el agua. Yo solo me puse el traje de baño y caminaba por la orilla. Me daba miedo; era algo desconocido para mí. Otros sacaron unas guitarras y comenzaron a cantar. Otros más comenzaron a beber y hubo quienes servían pequeños vasos de licor y los repartían en quienes no deseábamos beber, como yo. Aún así, no quise beber y uno de esos chicos que se acercó por bebidas era René, que por supuesto se molestó por negarme a beber. Amanda y yo nos acercamos a los chicos que cantaban y entonamos una canción. Después de unas horas, ya todos nos sentimos mareados, unos por la bebida y otros por la emoción del lugar, de la alegría, del juego.
René, ya un poco tomado, llegó hasta donde yo estaba sentada junto a Amanda, me tomó de la mano y me hizo seguirlo. Amanda solo me miró y supuso que él quería hablar conmigo a solas y me miró con mirada traviesa.
Me llevó hacia un camino de tierra lleno de arbustos y árboles. De pronto, me abrazó y me besó.
- ¡Suéltame! -exclamé.
- Tú eres mi novia dijo él.
- No, estás equivocado -respondí.
Me abrazó con brusquedad, me besó y luego sus manos recorrieron mi cuerpo ante mi impotencia. Forcejeamos, me solté y corrí hacia donde estaba Amanda. Ella solo me miró y siguió cantando con los demás. Yo me sentía incómoda, sentí miedo, mucho miedo. Más tarde, ya casi era de noche, René se acercó nuevamente y me tomó con delicadeza de mi mano derecha. Ya no quise caminar con él. Entonces, pidió perdón y dijo que solo quería pedirme perdón. Acepté caminar con él. Entonces gritó fuerte: "¡Ahora, muchachos!" Llegaron cuatro compañeros más y, ante el pánico, me levantaron y me condujeron al agua. Me lanzaron y no pude evitarlo...
creo que perdí el conocimiento, no sé que pasó, algo o alguien me conducía con suavidad, no tenía miedo, podía respirar sin dificultad, no tenía frío, solo sentía una hermosa brisa sobre mi cuerpo, desperté, estaba recostada sobre un lecho de hojas a la orilla del lago, al extremo contrario dónde estaba con mis compañeros, me incline, estaba sola y a lo lejos, todos mis compañeros buscándome, llamaron a emergencias, no sé que pasó pero me levanté y camine por la orilla hasta llegar a ellos, la policía estaba también y cuestionaban el comportamiento de los compañeros incluyendo a René, cuando notaron mi presencia, con sorpresa me reclamo el equipo de emergencias y dieron por hecho que todo había sido una broma o juego de ellos y mía, mis compañeros estaban incrédulos, no me vieron salir del agua, sabían que no era buena nadando y de ser así me hubieran visto hacerlo, no sabía que decir pues ni yo misma lo sabía, solo dije que perdí el sentido y desperté fuera, el equipo de emergencias me revisó, pero no encontraron nada en mi cuerpo; una parte de mis compañeros seguirían la fiesta, yo por supuesto no, se lo había prometido a mamá, tome mi ropa, me vesti, luego tome el resto de mis cosas y comencé a caminar sola, Amanda continuaría en la fiesta; durante mi trayecto, me sentí maravillada, sentía una extraña sensación de alegría, me sentía feliz; a mi pasó por los árboles y arbustos no comprendía, sentía la sensación de que no iba sola, incluso escuché el ruido de las ramas al pisar, comencé a caminar más rápido y al llegar a la calle principal, había carros y gente, entonces deje de escuchar esos ruidos y rápido llegué al negocio de mamá, al verla, olvide todo lo vivido, de ahí nos fuimos a casa, volvió a mi esa extraña sensación, por el aroma del viento, llegamos a casa y papa comenzó a preguntar.
_ Renata, ¿que fue lo que pasó en el lago?
_ no sé, ¿a qué te refieres?
_ tiraron a alguien al agua
_ René quiso jugar una broma pero no le salió, llegó la policía y emergencias pero solo se trataba de una broma
_ ¿no estabas tu de por medio verdad?
_ estábamos todos
al escuchar esto, mamá se puso alerta
_ ¡¡Renata!! ¿que paso?
_ nada mamá, aquí estoy
ellos dejaron de lado sus comentarios, para luego continuar con la cena, yo preferi, subir a mi habitación y darme un baño, me recosté en la cama y escuché ramas secas por mi ventana, me asome a ella pero no había nadie, entonces volví a mi cama, que extraña sensación, trataba de recordar que pasó en el lago, no entendía, pero sentía algo, que me seducía y no sabía que era, así me quedé dormida; era domingo y temprano salimos de paseo con la tía Natalia en un poblado cercano, regresamos antes del anochecer, ya en mi recamara, sobre mi cama volví a sentir nuevamente esa sensación y ese aroma, quizá siempre existió pero nunca lo percibí, hasta ahora; al día siguiente de regreso a la escuela, en mi clase, mis compañeros, aquellos que estuvieron conmigo en el lago, me miraron con incredulidad, ya habían rumores en cuanto a lo que pasó, no sé explicaban cómo pasó, no entendían como es que salí ilesa, ellos no deseaban lastimarme, pero lo que pasó era para esperar lo peor; pasaron las horas, yo no quería seguir, estaba inquieta, mi madre me dijo que el lago era peligroso, pero mi necesidad por regresar era imperiosa; entonces, decidida salí de la escuela, antes de terminar las clases y me encamine al lago, llegue al lugar dónde estuve sentada con Amanda, buscaba respuestas a mis emociones, pero no encontraba nada, me senté en una piedra frente al lago, el lugar era bello y hermoso era fresco, quizá por su vegetación, parecía oscuro, volví a sentir nuevamente aquel aroma característico, en ese momento me di cuenta que eso era lo que yo buscaba, esa sensación que me producía ese aroma, no era el lugar, era ese aroma, quizá ese aroma me haría recordar lo que pasó esa tarde en el lago; camine de vuelta a casa, igual algo caminaba junto a mi, pero esta ves, no sentí miedo; llegue a casa y por la noche igual que las noches anteriores, alguien visitaba mi ventana con ese aroma característico, un olor a cedro, humedad o hierba, me gustaba ese olor, parecía perfume; me asome por la ventana, al igual que las otras noches no había nada; al día siguiente a la misma hora volví al lago, esta ves, llegue al mismo lugar, pero ahora encontré una orquidea blanca, ¿alguien jugaba conmigo? no sabía pero sentía algo que me gustaba, regrese a casa, por la noche nuevamente ese aroma, hice de mi vida diaria ese aroma y cuando no podía volver al lago por la escuela, comenzó a poner esa orquídea en mi ventana, me sentía acompañada siempre que estaba sola, sabía que alguien caminaba conmigo, pero evidentemente, era alguien muy ágil.
días después, apareció un chico en la escuela, un chico moreno, pelo ondulado, con ojos negros, mirada desafiante, altivo y gallardo, era muy alto, media quizá 190, llamado Roberto, muy callado y sombrío, llamaba la atención su presencia, yo preferi mantenerme alejada de el, ingreso a las mismas clases que yo, aunque parecía tener más edad, su personalidad imponía respetó, un día platicaba con Amanda y Sol, Roberto paso junto a nosotras, su aroma, era el... era Roberto dueño de ese aroma, era quien me dejaba las orquídeas en mi ventana, gire mi cabeza y mi cuerpo, el se dió cuenta o quizá el paso para que yo lo viera y que supiera que el era, después de unos pasos giro su cara hacia mi, su mirada penetrante, me hizo sentir que teníamos una cita, una complicidad que no sabía que existía, el asistía solo a dos clases por la mañana, esa tarde salía y se dirigía a casa; su mirada me pedía buscarlo y yo sabía dónde.
me salí de clase nuevamente, fui directo al lago, llegue al mismo lugar, mis piernas temblaban, me sentía nerviosa, no tenía la seguridad de que el fuera la misma persona quien me llevará orquídeas, pero algo en mi me hacía buscarlo; me senté sobre la misma piedra, está vez no había orquídea, espere unos minutos y otra vez ese aroma, me levanté y gire a mi alrededor, su presencia detrás de mi me hizo temblar
_ hola
_ hola, pensé que no vendrías
_ yo... no podía faltar más a mis clases
_ fui a buscarte a la escuela
_ ¿tu eres quien me deja flores en mi ventana?.
_ soy quien te busca aquí, en tu ventana y en la escuela
_ no, no sé cómo, busco en mi ventana y aquí, no te había visto
_ yo te conocí aqui
_ pero, no sé, no te conozco
_ no quería asustarte
su presencia era grata, su forma de hablar era avasalladora, su forma de mirar era intrigante, cuando me miraba era dulce, hacia que me sintiera segura junto a el, pero escuchaba algún ruido y su mirada cambiaba en segundos, parecía un radar, parecía que revisaba cada centímetro de las entrañas del lago y sus alrededores, su forma de mirar era extraña, sus pupilas se contraían con agilidad, sus manos fuertes, parecían garras como las garras de un águila, lo que tocaba parecía tocarlo con seguridad; a su lado olvide el tiempo, ya era tarde y al darme cuenta, me despedí con prisa, mi mamá estaría buscándome y camine de prisa, pero durante mi camino, me sentía acompañada y acompañada también de ese aroma, sabía que el no era como los demás, era una persona fuera de serie, sobrenatural quizá, pero me hacía sentir algo que nunca senti, no sabía cómo y no quería investigar, las orquídeas seguían apareciendo en mi ventana, una altura de más de 3 metros y cuando lo buscaba ya se había marchado; en la escuela, a la distancia que estuviera sus ojos me miraban, los compañeros comenzaron a verlo con rivalidad y las compañeras lo veían atractivo, pero el siempre callado y evitaba estar en público, algunas veces nos veíamos en el lago, era muy raro que manifestará una sonrisa, pero cuando lo hacia era para mí, me trataba con delicadeza y respeto, me gustaba tocarlo y abrazarlo, sentía que el se limitaba, quizá por respeto pero yo sabía que me necesitaba como yo a él; habia una casa pequeña, muy pequeña, pasaba inadvertida para todos, escondida entre los árboles y la maleza al lado del lago, ahí vivía el, solo, tenía 22 años y una madurez extraordinaria, era muy pulcro y ordenado.
René en la escuela, continuaba con sus asedios, pero ya no confiaba en el, aquella tarde deje de creer en el, pero el insistía y cada vez que podía me pedía perdón, pero cuando pensaba que yo no lo miraba el coqueteaba con cuánta mujer se lo permitiera, aún así, mi interés estaba centrado en otra persona, Roberto se acercaba más cada día a mi vida, en el lago nos veíamos de ves en cuando y en la escuela todos los días, pero al principio trataba de mantenerse al margen, luego poco a poco nos acercamos más y más, después nos tocaba hacer algunas prácticas juntos, yo estaba fascinada por compartir cada segundo con el, pero mis compañeros todos no compartían lo mismo, cuando estábamos en grupo el no hablaba, solo yo interpretaba sus inquietudes, los compañeros con burla trataban de integrarlo a sus bajezas, pero el no se incluía, todos lo veían grosero y desagradable, el me decía que no era con ellos con quién quisiera congraciarse, solo conmigo, solo yo le interesaba, poco a poco se fue ganando enemigos, lo agredian con frecuencia y el los ignoraba; se acercaba la noche de aniversario, la dirección de la escuela había programado un baile de gala, tocaría un grupo musical y nosotros vestimos ropa de gala, vestidos largos y esmoquin, iríamos en parejas, yo por supuesto, iría acompañada de Roberto, pero René no estaba de acuerdo, estaba dispuesto a no permitirlo, llegó el día, Roberto fue por mi a casa, yo vestía un vestido azul celeste, pelo suelto y un collar con una esmeralda en forma de corazón, use unos tacones pequeños, aún así me veía pequeña al lado de mi radiante acompañante, su esmoquin lo hacia verse mucho más guapo de lo que era, bailamos horas y horas, me sentía volar sobre el piso, solo el y yo existimos en un paraíso para dos, estaba enamorada por primera ves, ya había pasado la medianoche cuando decidimos salir de la fiesta, René y sus amigos no dejaban de mirarnos, salimos del salón y ellos seguían nuestros pasos, el me sostenía del brazo al caminar, me hacía sentir que no pasaba nada, que todo estaba bien, en unas calles antes de llegar a mi casa nos alcanzaron y René me jalo hacia el, a Roberto lo juzgaron como un cobarde por ignorar sus agresiones, en un intento por demostrar valentía frente a sus amigos, René me beso por la fuerza y los demás sujetaron a Roberto, pero en medio del revuelo, mientras forcejeamos, Roberto desaparecido en la penumbra de la noche y ante la sorpresa de todos, se escuchó una especie de latigazo y un gruñir que venía de la oscuridad, todos corrieron, el pánico les ganó y yo quedé sola parada en medio de ese lugar, miraba a todos lados, buscaba a quien producía esos ruidos escalofriantes, en seguida apareció de entre las sombras Roberto nuevamente, le pregunté porque me dejó sola y el contesto que nunca se fue, pero era la mejor forma de alejarlos sin lastimarlos, en ese momento no comprendi, pregunté si era el quien producía esos sonidos y el acepto, no lo ví como desapareció, los demás tampoco, pero evidentemente el era dueño de una agilidad extraordinaria, pregunté cosas que no quiso contestar, solo me dijo que no quería que yo le tuviera miedo, pero que siempre me protegería porque me amaba.
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