Anna Torres es una mujer divorsida con dos niñas, Auris de 10 y Melanie de 5 años, luego de su dura separación se retira del lugar donde trabajaba como asesora financiera y se dedica a realizar auditorías y asesorar a empresas en la parte financiera de manera independiente, no le iba tan bien como ella quería pero una oportunidad de trabajo le da esperanza que todo cambiará. La empresa de importación de repuestos auropeos más importantes del país es la empresa familia de los Piettri; está estaba pasando por una situación muy difícil cuando el padre de estos toma la decisión de inyectar capital a la empresa y busca a unos socios que no con muy bien vistos en el área empresarial. El hombre muere y deja en manos de sus hijos, Sergio y Sebastián Piettri, para que se encarguen de ese trabajo, pero luego de varios años notan que una clausura de ese acuerdo lo hará perder la empresa, y por eso solicitan los servios de Anna como Auditora.
Sergio Piettri, es uno de los mas importantes empresarios del país, algunos lo colocan como muy hombre arrogante pero guapo, el mayor de los Piettri tiene su familia, una esposa de los cuales poco ven a su lado y dos niños, Luis Angel 8 y Julia 4, que le dedica una gran parte de su tiempo. Su empresa se encuentra en apuros y necesita saber ¿porque? muchos le han engañado, lo han traicionado y el decide buscar a una profesional, una contadora que se dedica a la asesoría y aunque no es nada conocida solo ha escuchado de ella elogios por su gran profesionalismo y haber ayudado a alguna empresas en salir en problemas financieros.
Ellos dos se conocen, y empiezan a surgir algo más que un simpre acuerdo laborar, un simple contratos de servicio. Anna se niega a querelo porque no puede y no quiere complicar más su vida, con un ex violento y sus múltiples problemas económicos. Sergio ve en Anna todo lo que no ve en su casa, una mujer trabajadora, independiente, fuerte pero principalmente, una madre dedicada. El la quiere, y aunque todo a su alrededor cada vez es más complicado y enrredado, no puede dejarla ir, y menos cuando los ojos de su hermanos se posan en ella.
Es un juego de querer y no querer, de sentir amor y no permitir que crezca ese sentimiento.
Anna: "No puedo quererlo"
Sergio: "Anhelo tenerla"
Pero existen muchas razones para no amarse, ¿serán suficiente solo 10 para permanecer alejados, uno del otro?
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NOTA DE AUTOR
Bienvenodos querido selectores a la primera de tres historias que fueros la que me permitieron permanece cuerda durante la pandemia. Le aciento no tenía celular 📱 (porque se me había dañado) escribie en mi correo por partes de los que se me ocurrirá. Al final me conseguí escribiendo tres historias con los personajes que se entrelazan por qué el amor y lo prohibido los unió.
le aviso que tenga paciencia, subiré semanal 3 capítulos o 4, son políticas de la plataforma, así que los invito a que se sienten y disfruten con paciencia.
Esta primera parte es muy romántica y tiene un poco de drama (cómo toda smis historias alguien muere) no haré spoiler, así que gracia por leerme.
***Regalenme ❤️ y si te gusta algo comenta ✍️ me gustaría saber que piensas de la historia.
Si le gustan los banner de mis historias comenten también. Me encanta crearlos para ustedes 😍💖***
Anna Torres
Miro mi brazo y olvidó que había vendido mi reloj de pulsera, fue lo último que tuve que hacer para salir de algunas deudas.
Ahora me fijo en el lugar con detenimiento y no podía creer que hace dos días me habían llamado desde una de las más importantes empresas de importación de la ciudad.
Respiro hondo y estacionó frente al lugar, un hombre con un uniforme azul oscuro se me acerca.
– ¡Buenos días! – lo miro, es un señor mayor.
– Soy… Anna… Torres – digo, me mira y luego habla por el transmisor.
– La señorita Torres – espera que alguien le responda.
No puedo escuchar ya que lleva un audífono, es de última tecnología lo que utilizan, no es de menos, la empresa es de los Piettri, ¿quién no conoce a su empresa? si es las primeras empresas de importación de repuestos europeos.
El hombre en mira.
– Señorita Licenciada – me dice de repente – tienen que entrar por la otra entrada.
Miro sus manos y no le entiendo.
– Entre por la próxima calle hacia la derecha y se encontrará – me explica – una entrada como está – me muestra el gran portón color azul y con el logo de la empresa Piettri – ahí estará uno de mis compañeros y le indicará.
– Ok – respondo.
Y voy siguiendo sus indicaciones.
Arranco mi auto y lo dirijo hacia la otra calle y consigo una entrada igual a la anterior pero está es donde entran los vehículos; me hacen pasar a un estacionamiento privado.
Al estar dentro, parqueo mi auto entre un Jeep negro y un Mercedes Benz color plata. Mi Twingo amarillo de un año más antiguo que ambos vehículos, y dejan verlo como algo insignificante.
Me bajo y arreglo mi falda, decidí ir en una falda negra con una blusa roja. Y mis zapatos de tacón negros, se ven algo viejos, la punta desgastada y cuando empecé a caminar por ese estacionamento oscuro, note que el tacon se habia roto y sonaba con cada paso que daba, cuando llegue donde el señor que me había atendido antes, no estaba solo, una figura alta lo acompañaba.
Cuando llego el hombre me miró.
– Sergio Piettri – dice con una voz profunda e imponente. Me estira su mano y la recibo.
Casi me pongo a temblar al notar de quién se trataba. Sergio Piettri, era uno de los socios principales de la importadora. En realidad el hermano mayor de los Piettri, quien luego de morir su padre, heredó la empresa, junto con su hermano Sebastián.
– ¡Necesito la oficina lista! – grita el hombre sin soltar mi mano.
Veo como algunas personas ahí corren.
– Gracias por venir – se dirige a mi, miro mi mano mientras trato de calmar mis nervios.
Sergio es todo lo que hablan sobre él, hombre algo terrorífico, creo que no me devolverá mi mano cuando el mismo se da cuenta que no me ha soltado y lo hace.
– Sígame Anna – dice y hago lo que me dice – no le molesta que la llame Anna ¿cierto? – voy tras de él mientras mi estúpido tacón hace un ruido que molesta.
Trato de ignorarlo pero Sergio voltea a verme.
El sólo me mira y yo sonrío.
– Si está bien, así me llamo – bromeó y el hombre ni una sonrisa me da – llamame Anna, está bien.
– Anna, le mostraré nuestras oficinas – dice y veo que la parte de arriba de ese lugar, que es un gran depósito, hay un pasillo donde están las oficinas.
– La administración está abajo – me muestra un pasillo donde hay ventanales dónde podemos ver parte del depósito y la oficina administrativas.
– Aquí arriba tenemos… – abre una puerta – una sala de reuniones – me muestra y debo pasar frente a él, y noto que tiene un perfume muy varonil a madera.
Miro una sala con una gran mesa con varías sillas alrededor, dos tv y una pizarra blanca con alguna anotaciones.
Cierra la puerta.
– Un baño – me muestra otra puerta donde está muy bien identificada.
Asiento.
Abre la última puerta.
– Está es nuestra oficina – abre la puerta y me hace pasar. — al final está la cocina, luego la verás. — dice ya adentro.
Es una oficina con tres escritorios. Uno en el centro y dos a cada lado tipo u.
– Siéntese Anna – me dice.
En las sillas que están frente el escritorio del centro, imagino que es su escritorio, ya que su silla es más grande.
– Está será su Oficina desde ahora – me señala uno de los escritorios a su lado derecho. Yo lo miro confundida.
– Disculpe, aún no hemos hablado sobre el trabajo – le digo.
– Me han hablado muy bien de usted – dice al mírame y apoya sus codos en el pasamanos en su silla presidencial. – necesito que empiece a trabajar desde ahora – me muevo nerviosa.
Su mirada y su presencia intimidan.
– Disculpe, pero no acostumbro a trabajar sin antes acordar el pago de los honorarios– le hablo y sus ojos negros me miran con detenimiento.
– ¿Cuánto son sus honorarios? Puedo pagar un adelanto ahora mismo, y cambiar sus zapatos rotos – al decir eso me sentí muy apenada, no solo porque notará mis zapatos, si no porque cree que con su dinero puede tener lo que desee.
– Me disculpa – me levanto de la silla algo agitada y con la cara roja de vergüenza – pero no tolero trabajar con gente como usted.
Me siento muy ofendida, jamás pensé que alguien como él me tratara de esa manera tan… déspota.
Camino hasta la puerta y me detengo cuando escucho tan cerca.
– Lo siento, Anna – dice él mientras su mano sobre la mía en el pomo de la puerta.
Veo como cierra los ojos y suspira.
– Si le digo la verdad, estoy desesperado – su voz ahora es algo rara, si parece algo desesperado, si. – me contaron de su trabajo y necesito de usted – me sorprendo mucho por su cercanía – son las mejores referencias que he escuchado y necesito que me ayude, ¡por favor! – dice eso y noto ahora que está más cerca, sus ojeras y sus ojos rojos.
Imagino que en verdad necesita de mi ayuda, debe estar en problemas.
– No me gusta el maltrato – digo sería y alejándome de él. Me pone muy nerviosa.
– Lo siento, no quise…– lo miro.
– Necesito que hablemos bien sobre el trabajo para poder decir lo que necesito y los honorarios.
– Su computadora tiene acceso a todo lo que desee – me vuelve a mostrar el escritorio a su lado derecho – y lo que no esté ahí ¡se lo daré yo!
Lo miro y me vuelvo a sentar.
ANNA
– Hablemos del trabajo, por favor – me siento, él hace lo mismo que yo, pero esta vez se sienta en la silla a mi lado.
– Necesito una auditoría de los últimos 5 años – lo observó, es un hombre muy serio, pero noto sus facciones están tensas – tenemos unos socios los cuales quieren aplicar una cláusula de castigo – dejo que continúe – ellos quieren vender pero nos exigen el 44% de la utilidad de los últimos 5 años y unos intereses que no pueden ser calculables.
– Esa cláusula ¿quien la incluyó? – necesito saber todo para saber en dónde buscar.
– Mi padre se asoció con ellos, pero solo fueron socios capitalistas – me explica – ellos inyectaron liquidez y a su tiempo se les canceló el dinero invertido más las ganancias, pero mi padre murió y se encargaron de la administración, yo solo estaba en la parte de ventas, pero hasta que no se resolviera lo de la herencia de mi padre – miro en su rostro una mueca de fastidio.
Dejo que continúe, pero en ese momento nos interrumpen. Un hombre de cabello negro alborotado y un uniforme de la empresa (camis azul clara con el logo de la empresa en el pecho y pantalón negro) en su mano un casco de moto completamente negro.
– Sabía que tenía que venir temprano, pero no recordaba porque – dice y me mira sonriendo. Me siento muy incómoda porque ambos hombres son muy parecidos y extremadamente varoniles.
– Anna, mi hermano Sebastián – Sergio se levanta – era importante – ahora se dirige al recién llegado, que se rasca la cabeza y lo mira.
– Ok, ya lo sé, solo lo olvide – lo mira y luego va hacia mi, estirando su mando – un placer, Sebastián Piettri – estiró mi manos y el hombre me besas los nudillos sin dejar de mírame .
– ¡Sebastián! – La voz del otro se escucha en cada rincón de la oficina y me sorprende.
Me suelta y lo mira.
– No sabia que la policía iba a ser tan linda – dice y me guiña un ojo mientras coloca el caso de la moto en el otro escritorio.
– Necesito que respetes a Anna – gruñe Sergio – ella estará trabajando para nosotros, no lo olvides.
Lo veo que se levanta y va hacia su silla. El otro se apoya en su escritorio y ambos me miran.
– ¿Cuánto son sus honorarios? – me dice Sergio y lo miro.
Mi cabeza en este momento se convierte en una gran calculadora que se traba de tantos ceros que salen.
Es mucho trabajo, son 5 años de una auditoría, si ellos tienen todo, si todas mis horas solo son dedicada a ellos quizás termine para final de mes, pero si son problemas económicas me tocará trabajar los fines de semana; mis hijas no tendrán mucho tiempo para su madre, si solo es por un mes, no habrá problema, quizás pueda pagarles a alguien que me las cuide mientras trabajo el fin de semana eso sería adicional porque tendría que cortar por ese extra, si ellos quieren que el trabajo sea lo más rápido posible. Aún no me dicen la dificultad del trabajo.
– Necesito saber sobre la cláusula que quieren aplicar. – les digo – no pueden esconder nada si necesitan que busque algo en particular, si hay alguna condiciones o solo se aplica si alguna de las partes lo desean.
– Está bien Anna, le diremos algo muy serio que está pasando en nuestra empresa, y si aplican esa cláusula nos quedaremos sin nada, quiere decir, que los Piettri dependemos de usted para no quedar en la calle.
Con eso que acaba de decirme empiezo a transpirar. Nadie nunca me había dicho que mi trabajo dependía de que la empresa siguiera o se hundiera.
El caso es, que esta fue la manera en que entre a la vida de los Piettri.
Yo, Anna Torres, madre, divorciada con un auto a punto de dejarme en la calle y con unos zapatos de tacón rotos, debía auditar y encargar en una de las empresas más importante del país, ¿la razón? Si descubren que la empresa fue usada para lavado de dinero podrían recuperarla, si no, tendrían que pagar una cantidad que ni vendiendo la empresa lograrían cubrir.
El caso es que Luis Alberto Pietti, padre de los hermanos: Sergio y Sebastián, pasó una racha en la que necesitaba liquidez, estaba muy endeudado y se asoció con dos personaje que no son muy bien vistos, pero él los conocía muy bien, habían sido amigos desde la niñez en Italia, de dónde son los Piettri, pero esos personajes son asociados a contrabando y lavado de dinero.
Luis Angel, para no perder la empresa y no manchar su nombre sabiendo que sus amigos no eran empresarios como él pero sí contaban con las posibilidades y la liquidez que necesitaba, los hizo firmar una cláusula castigo. Es un contrato entre las partes, si ambos están de acuerdo la firman.
El caso era que si a los tres años no se cancela lo que ellos le inyectaron a la empresa podrían solicitar la utilidades (40%) más unos intereses por los años que no se canceló, pero ellos pagaron la deuda pero Luis Angel muere al cumplir los Tres años del convenio y estos personajes se encargan de la empresa, el problema era que aunque los hijos de Luis Angel heredan sus acciones, la herencia es peleada por una supuesta pareja que tuvo el padre luego de la muerte de su esposa, y había una hija. Lo que tuvieron que esperar que pudieran solucionar todo lo referente de la herencia para que Sergio, por ser el mayor, tomará posesión de la presidencia con el apoyo de su hermano Sebastián, ya que ambos tenían el mayor número de acciones.
De su supuesta hermana, según ellos y luego de las pruebas, no era su hermana según las pruebas de ADN.
Ahora yo, debo revisar todas las finanzas de la empresa, y si todo está correcto ellos pierden la empresa, si no es si, pueden pelear. Pero algo me dice que no todo es tan correcto.
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