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Tan Disconforme Tan Disparejo

El gran Prólogo

PRÓLOGO:

Tan Disparejo. Tan Disconforme.

-¿James? Si vamos a utilizar una bella comparación, yo soy una rosa, él es un cardo, yo soy una ternura, él es una hiel, yo soy el perfume y este es un pedo atorado en el trasero.

-¿Niobio? Es un pedazo de princesa andante, la nenaza más grande de la puta historia, no hay más nada que contar.-Hurgándose en los oídos.-Él es…-Bosteza con vagancia exagerada-Demasiado esto y demasiado aquello.

Disparejo. Disconforme. Uno es amante del k-pop y el otro del hard rock y heavy metal. Qué se podría esperar de dos personas tan distintas coexistiendo en un apartamento donde la locura y el caos reina desde el primer momento que Niobio (amante de lo contrario a eso) toca la puerta de la habitación número 32.

La Ciudad Cap 1

En un campo, dentro de otro campo, dentro de otro campo era donde había nacido. Las batatas y demás vegetales estaban hartos de escuchar mis palabras quejumbrosas a la edad de diecinueve años. No negaba que mis suspiros sonaban en alto, más alto que las locas ideas de Hitler, pero aun así, eran míos, mis sueños y no le hacían daño a nadie.

-¡Eureka!-Expreso a todo volumen.

-¿Qué es, qué es? ¿Salió un video nuevo de BTS?

Mi hermana mayor por dos años me roba el teléfono y en el momento que lo suelta me tiro de la silla y quedo esparramado en el suelo con mi teléfono en los dedos, me dolía el cuerpo pero mi bebé estaba salvado y sin ningún rasguño. Aquel estruendo hizo que los vecinos, nada chismosos, fueran a ver lo que sucedía. Entraron las viejas chismosas a la cocina y todos esos esposos apestosos a viagra. Cada uno cogiendo sin permiso una de las especiales empanadas de mi queridísima madre y riendo sobrenaturalmente.

-E…Estás loca, mi bebé, mi bebé por poco no la cuenta.-Digo irritado.

Mi mamá, cansada de ver esta actitud normal de los dos, solo se abre paso entre la multitud y coloca una empanada en la boca abierta de mi hermana. Después de que la grasa y la suavidad de la comida tocaran sus papilas gustativas salió del tonto trance del que se encontraba y enseguida puso ojos de arpía lengua de lija, de seguro loca por contarle a mamá ese mensaje que había visto en mi teléfono. Traté de hacer contacto visual con ella para que detuviera lo que sea que estuviera a punto de hacer, nos conocíamos tanto que nuestra telepatía cursó el modo sabio, pero la muy perr…la muy canina no me miró ni con el rabillo del ojo.

-¡Bio!-Espeta mi mamá enarcando las cejas,-No estamos contratando personas que se hagan pasar por alfombras de piso, levántate ya.

Los cotillas de los vecinos se fueron uno por uno resignados, creyendo que verían un buen show.

El desayuno en familia estuvo callado, incluso Poper, mi linda cachorrita solo se dignó a comer y no ladrar para que le den más. Esto era obra de mi hermana, ya había metido su nariz de vieja bruja y de seguro le dijo a mi mamá lo que vio en mi teléfono, y, como cadena de alto voltaje mi mamá le comunicó el chivatazo a mi papá que comenzará con su interrogatorio en tres, dos, uno…

-Bio…

Deja sus cubiertos y me mira con su entrecejo tonto.

-Papá…

-Bio…

-¿Papá?

-¡Felicidades hijo! ¿Cuándo planeabas decirnos sobre esto, eh? Si no es por tu hermana…

-¡¿Espera, qué?!

Esta vez fui yo el que quedó con la boca bien abierta y recibí una empanada de parte de mi hermana, la cual fui masticando con mi cara más impactada.

-¿E…Están de acuerdo? No puede ser cierto, no es justo. ¿Por qué así de fácil? P…Pensé que me iban a rogar que me quedara ¿A dónde se fue el drama? Qué horror.-Escupo los trozos de la empanada por hablar rápido.

-Ya empezó, démosle el abrazo de aceptación por recibir una beca antes de que se ponga más quejica.

-Ustedes, lo planearon desde el principio, de seguro le pagaron el director de la escuela para que le consiguieran la beca al zángano de su hijo menor por no poder hacer bien un trabajo tan simple como regar una planta, a este hijo inútil que se le seca hasta la planta más sencilla de sembrar, me siento herido.

-Sisisi, todo lo que digas, todo lo que digas.

Acostumbrados a mis quejas paranoicas se acumularon por todas partes para un abrazo familiar, mi mamá frotó mi sedoso cabello, papá daba toquecitos en la espalda y mi hermana grabando, como siempre, penosos momentos.

Me gustaba darle ese toque dramático a las situaciones cuando se volvían amistosamente simples, pero eso era parte de mí, yo solo bromeaba respecto a mis padres. En realidad eran las personas más tolerantes y buenas de todo el universo, siempre me apoyaron e inmiscuyeron en mi vida todo lo que les dió la gana, hasta en mi primer sueño húmedo que curiosamente no fue con Brad Pitt o Tom Cruise, ni más ni menos que con mi querido Taehyung, pero ya eso es otra cosa. El caso es que mis padres son mis dioses de Grecia y mi hermana la pecadora, es la mujer más hermosa, carismática y a la que más adoro a pesar de nuestras cosas de bromas y chismes.

A mis diecinueve años ya sabía que el día llegaría, ese día que decidiría abandonar la granja y salir a decepcionarme, sorprenderme, ilusionarme, y todos los sentimientos mezclados existentes, porque se suponía que así era una vida real con los pies sobre la tierra, la vida se basaba en eso, en emociones fugaces; ya lo había aprendido en carne propia en la escuela, lo que la vida me demostró y las emociones que sentí porque a pesar de tenerlo todo y una vida como niño mimado también tenía que vivir en carne propia lo que es ser maltratado solo por mi manera de vestir o mi forma de hablar. Si hay algo que siempre me gustó fue ir contra la corriente de las personas. Los jóvenes de esta comunidad no me soportaban, desde la primaria fui la mancha, el rarito, las manos de seda que no tocaban la tierra, el cabello impecable sin polvo, pero a mí eso me entró por un oído y me salió por otro, bueno, si digo la verdad tras mi dura personalidad, al principio dolió, pero después de ver a mi familia apoyándome, ya no dolía como antes.

Llegó la pubertad tocando mi respectiva puerta color crema. Los audiófonos y mi hermana eran mi obsesión, mi querida arpía me había inducido a un mundo del que no quería salir: el k-pop. Este mundo que definitivamente hizo mis oídos diamantes impenetrables contra burlas simples de mis compañeros de aula, me hizo fuerte y dramático, cobarde y de todo un poco. Básicamente comía, desayunaba, almorzaba y hacia tareas viendo esta nueva belleza que entró a mi vida para darme alegría, no exagero. Pero aquí estaba el propio suelo que pisas todos los días para encargarse de decirte que vivas con los pies sobre la tierra y dejes de soñar tan alto como los rascacielos. Quería ir a Corea, quería tener amigos cultos con quienes interactuar y debatir sobre un video nuevo o que personaje me gusta o el peinado, cosas así, mi hermana no era suficiente, deseaba expandir mis horizontes y conocimiento más allá de un chateo o una video llamada. En el instituto me había convencido a mí mismo, aspiraba a irme de ese campo, crear nuevos horizontes, apliqué para una carrera que muchos pensaran “no es confiable”, pero yo les diría “es mejor que nada”.

Mis primeros pasos de bebé en la ciudad fueron una comedia, imagínense, un joven de campo que se queda atrás trescientos años de tecnología y avance. Babeando cada centro comercial y cualquier insignificante monumento, tomando fotos hasta de la caca de paloma y que ni siquiera saber tomar algún tipo de transporte, eran la peor situación que puedas mezclar, pero mi resistente calma y la deidad divina llamada Internet me sacaron de aprietos y preguntas vergonzosas a las personas como: ¡hola señora que está muy ocupada! ¿Me puede decir cómo tomo un taxi?

La ciudad, la catastrófica, inmensa y suculenta ciudad me abrumaba. ¿“Qué es esto, qué es aquello”?. No paraba de atiborrarme la mente con pensamientos.

Horas más tarde, hablar con el director, chequear las asignaturas y nuevo horario fueron empanada comida. Mis angelicales padres ya me tenían una cómoda y cálida instalación compartida, tenía que soportar a un extraño viviendo conmigo pero no podía pedir más en esta época del año, Internet dijo que la busca de alquileres se ponía imposible cerca del inicio de curso, y más si los apartamentos radican cerca de las escuelas.

Con las maletas a cuesta y recibiendo el cambio que el taxista me devolvió con mala cara, suspiro y dejo caer la gran mochila que estuvo detrás de mí dolorosa espalda desde que llegué a la ciudad, estaba molido. Siento mis huesos crujir como galleta de soda y exhalo el aire un poco aliviado porque después del ajetreado día tendría una semana libre para acoplarme e interactuar con mi compañero de habitación y no ser un aislado social antes de que comiencen las clases.

La bicicleta que choca contra el concreto de la acera me devuelve a mi dolorosa realidad, a mi lado se encontraba un tipo flacucho, encorvado de mal aspecto que parecía temblar cada vez que observaba el edificio que estaba frente a nosotros. Vestía uniforme overol blanco con el logotipo de una pizza. Si no fuera por el teléfono que siguió sonando con persistencia él se hubiera quedado hipnotizado en el lugar.

-S…Si jefe, y…ya estoy en el l…lugar.

No era mi intención escuchar, pero el pobre estaba tan ido y tembloroso que ni se fijó que yo estaba al lado y siguió balbuceando.

-P…Pero… ¿Por qué yo?

Apuesto que su sangre había bajado a los talones cuando sacó la caja y caminó dos pasos sin acercarse lo suficiente al edificio.

-P…Pero…yo no quiero entrar allí, jefe, no me haga esto.

Cómo podría moverme del lugar mientras ese sujeto tenía las defensas subidas al 200% Un paso en falso que delate mi posición y estoy seguro de que sale corriendo del lugar, aunque poco no faltaba para que lo hiciera.

-N…No, allí no, no quiero salir violado o incluso tatuado, no a la habitación treinta y dos por favor.

Y cuando dijo “treinta y dos” supe que era mi turno de actuar. Me acerqué con sutileza y toqué su hombro de forma gentil. El dejó caer su teléfono y metió un grito profesional de peli de terror, esparramó la caja contra mi pecho y se largó a toda máquina dejando el celular en el suelo con la voz de un enojado jefe en el otro extremo. Mis intentos de gritarle por su caja con pizza y la bici tirada al borde de la acera fueron nulos, caso omiso me hizo.

A medida que iba subiendo, el escandalo era más notorio, me aferré a la caja con pizzas y subí las escaleras, ni siquiera intenté utilizar el ascensor, tenía miedo de quedarme trancado o eran demasiadas pelis de terror en mis circuitos.

No sabía decir si eran gritos o mantras invocando seres de otro universo, pero estaba claro que se podía catalogar cualquier cosa menos música. Rezando por que la escandalosa bulla no fuera en mi piso y menos en mi habitación voy subiendo en cámara lenta para no llevarme infartos prematuros. Esperaba que mis mil rezos funcionasen.

Iniciación

De nada sirvió lanzar plegarias al cielo, allí me encontraba yo, pasmado frente a la actual puerta que sería mi nueva casa a partir de ahora, pensando que mis rezos se los llevó el heavy metal al infierno, las paredes exteriores retumbaban, se oían cosas partirse y gritos y yo replantándome si sería una buena idea dormir en un hotel.

-¿Un mira hueco?-Pregunta una atemorizante voz detrás de mí.

Me tomó aproximadamente cuatro segundos hacer el recorrido de su cintura a su cara, el tipo más enorme que he visto en mi vida, imponía furia e impaciencia, expansiones en sus orejas, lleno de piercing nasales, ropa negra toda descuartizada y para más colmo, calvo. Sostenía una caja con cervezas con una sola mano y la otra traía un teléfono idéntico al que dejó caer el repartidor de pizza, demasiada coincidencia si fuera ese el teléfono.

-Si no vas a pasar, muévete nena.

-¿N…Nena?-Pregunto irritado.

Ignorando mi comentario me barre hacia un lado con su exagerado cuerpo. A punto de hacer mi contraataque abre la puerta y el hedor que sale en masa ligado con alcohol me noquea fuertemente, fue un golpe bajo. Menuda peste, no iba a tolerar esto y menos en el lugar donde iniciaría mi nueva vida universitaria. Casi a punto de cerrarse la puerta, me cuelo en el antro.

-¿Así que entraste, eh? ¿Eres el nuevo repartidor de pizzas?

Sentí que debía pensarme la pregunta antes de responder a lo loco, ya que, cuando dijo “repartidor de pizzas”, la música y los cotilleos simultáneos disminuyeron, todos centrando su atención en mí.

-Y…Yo…

-¿Oyeron eso? Este balbucea menos que el último.

El calvo comenzó la carcajada y todo el mundo ríe.

-Y…ya está bien, todos, largo de aquí.

Dejo mi mochila en el suelo para tratar de encarar mejor a estos vándalos.

-Y con más huevos que el otro ¿No crees que deberíamos de llamar a James?-Vocifera uno del grupo, sentado arriba de una mesa, cabello azul y negro, escandalosa voz, peor que un mosquito silbando en tu oído en medio de la noche. El mismo modus operandis de ropa y conjunto vulgar: expansiones, piercing nasales, ropa negra descuartizada. ¡Auxilio!, la moda es asesinada aquí.

-¿Dónde está?-Responde el calvo.

-Ni idea,-Responde el intento de Dj bajando sus cascos igual de extravagantes.

-Búsquenlo, no puede perderse la iniciación, dile que vino uno interesante.

-Venga tío, no quiero verle a mitad de la fornicación como la vez pasada,-Contesta el peli azul bajándose de la mesa y acercando su apestoso cuerpo hacia donde yo estaba.

-Muy bien, lo busco yo, mientras tanto vayan explicándole a la nena las reglas de nuestro Santuario.

Dicho esto el calvo desaparece entre la multitud de seres extraños llevándose consigo la caja que contenía la pizza y la lanza en medio de la horda de personas que estaban bailando frente a los grandes amplificadores, bestias, parecían bestias.

-Un pequeño tour para la nena, trato especial por obra del tótem que te acaba de elogiar.

¿Tótem, se refería al calvo? Bien le pegaba de lo enorme que era.

Iba a posarme su hombro tatuado alrededor de mi cuello pero detengo su acción.

-No me llamen nena, soy un hombre.

-¿Hombre? Escuchen esto muchachos, la nena es comediante.

Sin previo aviso me jala bruscamente a su lado, envuelve mi nuca con su mano y me susurra:

-¿Por qué no cooperas un poco? Con esos colorines que traes de ropa y ese cabello tan limpio y sedoso como una chica. Debes de lavarte el cabello más veces de las que James folla.

-Vulgar-Respondí con enojo.

Se sube arriba de una mesa con micrófono en mano:

-Atención a todos los cerdos y cerdas que asisten esta noche al Santuario, hoy tenemos la “cereza del postre” reunida entre nosotros, carne nueva y bien fresquita caballeros.

Unas manos me empujan y comienzan a tocarme por todos lados, guiándome hacia el centro de la fiesta.

-Elogiado por el propio tótem, se merece una buena iniciación.-Sigue hablando por el micrófono, como si su voz no fuese ya lo suficientemente molesta.

Me toman de los dos brazos y me llevan a rastras hacia una mesa donde había todo tipo de bebidas y botellas rotas.

-¿Q…Qué es todo esto? Suéltenme o llamaré a la policía

-¿La policía? Alguien tendrá que decirle las reglas a la nena, pero será para después, pasemos a la acción ahora.

Vociferan:

-¡Que le inicien, que le inicien!

-Ya basta, suéltenme, no soy ningún repartidor de pizzas.

El tipo loco que hace un rato tenía el micrófono jala hacia atrás mi cabello con tosquedad.

-¡Ay! Eso duele

-Disfruta de la velada nena. Denle el brindis y lancémoslo a la piscina del “barriga llena”

Se le acerca al loco alguien del público y dice:

-Oye, James se cabreara si no esperamos por él.

-Déjale.

-¿A quién van a dejar esta vez?

Los vítores acallan y la música disminuye.

-J…Jefe, no quise…

-¿Si? Sabandija marico…-Hace una pausa cuando sus ojos captan la “cereza del pastel”, o sea, yo.

-¿El nuevo repartidor de pizzas? ¿No es un poco más flojo que los demás? Para esto me interrumpiste, no hay nada que valga la pena mirar de esta niña.

Se subía la cremallera de ese pantalón que gritaba: “Auxilio, asesinan a la moda” .Se acomodaba un pelo bastante opaco y me escaneaba con sus ojos raros.

-Pero tiene buen carácter James, es un bocón y tartamudea menos que los otros.

Y por fin llega en escena el calvo y el tan esperado James del que todos hablaban.

-¿Nombre?-Eleva mi mentón con sus dedos.

Fue la primera vez que pude ver ese tipo de mirada que las personas llaman “gélida como el glaciar” Me intimidaron, sus ojos, sus gestos, no sabía que una persona me haría sentir tan mal.

Ordena a los que me tenían sujetadas las manos que me liberen para así acercar una botella sucia y pintada de color rojo chapucero a mis labios llena de firmas con todo tipo de colores.

-¿Cómo te llamas?

-Esto es un error si piensan que me quedaré de brazos cruza…-Sus amplias manos cubrieron por completo mi nuca y me hizo beber de la botella, dolió como el carajo, el cristal chocaba y presionaba mis labios y dientes, yo me resistía, pero la fuerza de su agarre era inhumana. Aquel trago amargo como la hiel destruyó mi garganta, la tos era imparable y el ardor de mi estómago me hacía llorar mientras arqueaba mi cuerpo.

-Lo llevaré yo personalmente a la piscina del gordo.

Sus malignas risas ya molestaban al punto de desear destruir mis oídos.

-N…No puedo respirar.-Las yemas de los dedos presionan alrededor de mi cuello por desesperación, me ardía la garganta y no podía estar quieto, todo era desorientado.

-James le dará un súper trato especial a la “cereza del pastel.”

Abuchean a lo lejos y siento como el espacio de la habitación se hizo más grande, claro todos se estaban hiendo en manada, incluso la música se había ido, ya no estaba. ¿Qué sería de mí ahora? Suponía que todo era un mal sueño, que cuando me durmiera allí mismo iba a despertar descansado, en mi camita suave. Eso fue lo que hice, balancee mi cuerpo hacia atrás para caerme y quedar dormido pero algo me sostiene de la espalda baja.

-¿Tu primera vez con el Vodka?

¿Quién era el que me estaba hablando, sigo soñando?, decía a mis adentros.

-¿Por qué presiento que serás mi futura diversión?-Pregunta con una carcajada, confusa, pero estaba claro que era un carcajeo.

-¿El mundo da vueltas?

¿Esa era mi voz?, pensé. Si era así, que débil y femenina.

-Al final no me has dicho tu nombre, supuesto “repartidor de pizzas”.

Y él creía que yo en este estado, ¿en mi estado más lamentable iba a entablar una correcta conversación?

-Ya mátenme, esto es lo peor.-Balbuceo.

-Esa cantidad de maletas en la puerta, ¿son tuyas?

Asiento como diez veces.

-Ah…-Suspira-Lo sabía, sinceramente no te veía aspecto de repartidor, eres ese nuevo inquilino. Se me había olvidado por completo a pesar de que tus papás me tenían quemado el teléfono.

-Suelta…entonces…

-Nuevo compañero de habitación, te di un trato especial por eso, pero eso no significa que te vayas con media iniciación, lo haremos hasta el final y esa será la única manera de que deje vivir a una nena en mi apartamento.

“¿Su apartamento?”, nuestro apartamento sería.

-¿A…A dónde se vaaa?

Era inútil aparentar estar bien, mientras más me esmeraba por no arrastrar las palabras, peor me salía.

-A que despejes un poco la mente, empezamos mal la noche, es verdad que el trago “Invento de la familia Borrachín” está a toda caña pero no para dejarte en el penoso estado en el que estás.

-Puajajaja-Le tomo la palabra con mi risa tonta incontrolable.-R…Repite, e…l nombrrr…

El nombre de ese trago era espléndidamente gracioso. Caminamos, bueno, me arrastró por todas partes, no sabía el rumbo que estábamos tomando, él no hablaba mucho y las pocas palabras que decía yo ni las entendía, el mundo giraba y giraba, era lo peor.

-¡Buen viaje camarada, que estas aguas pecadoras nos libre de todo mal rutinario! ¡Que el santo mundo te regale una botella llena de Vodka, tequila y todo por allí, llenito de alcohol! ¡Arriba los objetos gratis y líbranos de toda tensión y estupidez y monotonía y aburrimiento y que el “Amen” decida si merecemos diversión interesante o no!

Parecía que estaba entonando un himno, cuando terminó de gritar el recital, dejó de sostenerme, ¿lo que sentí? Libertad, y parecía que estaba volando hasta que la dura realidad, o mejor dicho, hasta que el agua contra mi cara me reanimó como a un cadáver con RCP.

El subidón de alcohol parecía estar desapareciendo y ya más o menos podía saber en qué fosa me había tirado.

-¿Piscina?-Miré alrededor.

Él sentado en el borde, los dedos de sus pies tocando el agua, una botella de alcohol en una mano y observándome fijamente.

-Que vulgar, no me mires.

-No te estaba mirando.

Y sigue su descarada observación.

Chapoleteo en el agua, estaba seguro de que cuando saliera me iba a congelar, estas fechas no son muy cálidas.

-No puedo procesar toda la injusticia, no puedo.

Nado desde el medio de la piscina hasta la orilla.

-Faltan dos minutos para que termine el ritual, no puedes irte todavía.

-¿Quién me obliga?

-La botella de Borrachín que tengo en mano-Eleva la botella-Si sales te meto otro sorbo contra tu voluntad.

Y una vez más, cuando dijo el título de la bebida me derrumbé de la risa.

-Tengo frío-Froto mis manos.-Esto es inhumano, déjame salir.

-Yo estoy sudando, ¿qué pasa con tu cuerpo, estás enfermo?

Claro, como yo estaba tulléndome empapado de agua hasta la coronilla y él estaba más seco que un desierto, es obvio que no tenía frio, pero esta vez este delincuente iba a aprender que las cosas no siempre salen como a él le dé la gana.

Sostengo los pies del delincuente para que se cayera y jodiera de frio.

-Toma esto, sufre la misma sentencia que la mía.

El delincuente de mal aspecto no se movió ni una décima, incluso estaba aplicando toda la fuerza de mi ser en sus pies, toda.

-¿Eh? D…Debe ser que mis manos están mojadas.-Digo justificando mi débil fuerza.

-Vamos, déjalo, si sigues pujando se te saldrá la mierda.

-No, me niego…-Sigo empujando con leve vergüenza en mi rostro.

-Este tipo se está demorando en salir, tendremos que hacer más bulla. Normalmente sale en facciones de segundos cuando oye muchos gritos, pero tú hablas como nena, y tienes una voz muy baja, esto es aburrido, además, solo estamos dos de los integrantes.

Se levanta, le da un buche grande a la botella y se quita el pullover negro lanzándose en picada al agua y gritando:

-¡Wujuuuuu!

-Nononono, loco. ¿Y cómo le puedes dar un sorbo a la botella y mantenerte de pie, eres humano?

-Tú eres demasiado flojo.

Detrás estaba la puerta trasera de una casa y su mini jardín, esto no era el edificio, estábamos en el jardín trasero de una casa desconocida dentro de una piscina desconocida.

-¿D…Donde estamos precisamente?-Digo, con miedo.

El delincuente no dejaba de regodearse y gritar.

-Ey nena, vamos, comienza a gritar si no quieres permanecer en el agua hasta mañana.

Nunca en mi corta vida, aun viviendo en un campo lleno de trabajadores, había visto esos cuadrito en la barriga de un hombre, ¿cómo se llamaban?

-¿Nena, qué miras tan embobado?

Después de los cuadritos en la barriga, mis ojos atacaron el rastro de pelo negro que descendía hasta su parte baja desapareciendo debajo de sus shorts, yo no tenía eso, tampoco tenía un solo musculo tonificado, mi piel era más pálida, mis pezones más rosados, sus ojos más oscuros, sus orejas más perfectas, su cabello más largo y negro intenso, ¿ébano, azabache? Es un color extraño, seguro era teñido. Las expansiones de su oreja y los piercing en el ombligo no se compraban con la manga de tatuajes de su brazo derecho, me recordó a Jeon Jung Kook, a mi bello vocalista de BTS, mi Kookie.

Un chorro de agua vino directo mi cara.

-Espabila.

Como venganza hice lo mismo y comenzamos con el Chapoleteo, me divertí una milésima de segundos hasta que su risa se volvió más notoria y giro la cabeza hacia la puerta trasera de la casa. Instantáneamente dejé el Chapoleteo cuando vi a un gordo rechoncho parado en borde de la piscina con un bate de beisbol, su cara no era muy linda y amistosa que digamos, más bien grasosa.

-Ustedes, ya me tienen harto. ¡Harto!

¿Nunca has visto la combinación enojada de un gorila, más una ballena, más un hipopótamo, más cualquier cosa gorda? Pues esto era lo que estaba a unos metros de distancia agitando un bate bastante preparado lleno de puntillas como si fuera a rallarle la cabeza a un zombi y no un ser humano. Me quedé estático, creo que ya sabía de quien era la piscina.

-¡Corre!

-N…no p…

-Por dios, ¿qué tan lento puedes ser?, cuando digo “corre”…-Me toma de la mano-¡Es corre!-Grita y me saca a la velocidad de la luz del agua.

Mi ropa se hizo más pesada, era difícil correr, cuesta creerlo, pero el hipopótamo, más gorila, más ballena, más cualquier otra cosa gorda se estaba acercando a gran velocidad asesina.

-Me cago en tus muertos, ¿por qué cojones eres tan lento?-Dice en medio de la persecución.

-Mis shorts, se me caen, ¡se me caen!- Grito aguantando el chándal que ya iba a mediados de mi trasero.

-Nena, si ese bate te coge, te hace polvo de princesa.

Sus manos habilidosas se agarran de mi chándal, pensé que me iba a ayudar a sujetarlo, en vez de eso me lo quita hasta los pies.

-¿Qué hiciste?, no, mi chándal, idiota.

-Lo siento amigo, es chándal o puré de princesa.

Se ríe, le echa un vistacillo a mis penosos calzones color rosa y me carga, no como princesa, si no como pernil de cerdo o saco de papas, mi estómago maltratado por el hueso duro de su hombro.

¿Cómo este hombre podía correr el doble de rápido conmigo a cuestas y medio sistema de alcohol en su cuerpo? Era una pregunta que me rompía el cerebro.

-No, mi chándal, no.

A la lejanía se veía mi preciada prenda pisoteada por el gorila quien se detuvo cuando nuestra distancia aumentó, pisoteó el chándal unas trescientas veces antes de recogerlo y olerlo.

-¿Q…Qué?-Anonadado pregunto.

-¡Uff! Le agradas al barriga llena amigo, yo tú, me cuido ese culo rosado que tienes.

-¡Bastardo!

La noche más alborotada, los sucesos más inaceptables y violentos llegaron a su fin cuando el tipo de cuadros en el abdomen me lleva a la que sería mi habitación aún cargado en su hombro con el estómago hecho trizas y el frio más grande de mi vida. Me dejó en el suelo con media sonrisa en sus labios y cabello recogido hacia atrás por los dedos de sus manos. Dije incoherencias y solo frunció el entrecejo cerrando la puerta, yo me tiré allí mismo con ropas húmedas lo que me costó días y días enfermo encerrado en mi cuarto cuando se suponía que esta semana antes de comenzar la escuela serían mis días de recorrer la ciudad y aprender algo nuevo. Todo plan destrozado por el personaje que recién conocí, una noche llena de accidentes y cosas a las que no estoy acostumbrado, una noche rara donde en estos momentos mi cabeza daba vueltas y mi cara estaba pegada al suelo del tapete lleno de polvos y marcas de pies. Una noche como la de hoy con un disparejo hombre rudo lleno de expresiones frías y a la vez…Ya no sé.

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