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Aléjate De Mi

Una vez más

Cuando Gabriela regresó en sí, tenía los audífonos puestos, escuchando un CD con una grabación de voz.

Con fuerza lo aventó al rincón de la habitación, esta estaba casi en penumbras, con las ventanas cerradas aunque era evidente que era más de medio día.

Tambaleándose se dirigió a ellas y las abrió de par en par, dejando que un aire fresco se colará dentro del cuarto, cambiando el aire caliente.

Se acercó al espejo, su cabello enmarañado y su vestimenta cómoda le hacían saber que era fin de semana, su rostro se veía más joven que la última vez que lo vio, con curiosidad se tocaba las mejillas, los ojos no estaban hinchados y su cuerpo tenía buena salud.

— ¿Qué haces?— Pregunto su hermana quien la miraba y la detuvo antes de que se quitara la camisa para ver mejor.

— ¿Eh? Nada, solo que creí sentir que algo me picaba— Dijo avergonzada pero agradecida de ver a su hermana de nuevo.

Estaba feliz porque la última vez que la vio esta estaba molesta y se alejó de ella pues su necedad a quedarse con el hombre que no la amaba hizo que se alejara de todos aquellos que la querían de verdad. En especial le dolió el abandono de Berenice, pues era su confidente y la voz de su razón, así tampoco jamás pensó la horrible traición que se tejió a sus espaldas.

— Supongo que estás actuando raro por tu cita de hoy, aunque estoy en desacuerdo espero que todo vaya bien para ti— Berenice asomó el pulgar y cerró la puerta.

Para este momento Gabriela recordó aquel día, el día que sería presentada a su futuro esposo, resultando ser Fabian, el famoso escritor de novelas de misterio, que alcanzó la fama con corta edad tras su primera novela "Canto a la media noche" que se volvió popular en poco tiempo atrayendo a jóvenes de todas las edades, entre ellas... Gabriela.

Ella era tan fanática de su trabajo que tenía todas sus novelas hasta ahora, incluyendo audio libros, e incluso veía todas las entrevistas que Fabian otorgaba.

Un vuelco dio su corazón al recordar todos los sucesos del pasado, la indiferencia con la que ese hombre la trataba, pues antes de ser comprometido con ella, Fabian ya había conocido al gran amor de su vida Mariana. Una joven actriz conocida por su belleza y amable trato a todo aquel que conocía.

Al conocer su compromiso Mariana se alejó, sin embargo, en un triste giro de los acontecimientos tuvo un accidente de auto donde quedó en coma durante un largo tiempo, despertando por fin en su quinto aniversario de bodas.

Aún recordaba cuando envió su solicitud a aquel llamado del gobierno para aumentar la natalidad de su país haciendo que chicos con características similares tuvieran citas y obligándolos a casarse al año.

Nunca espero que quién apareciera en su mesa fuera la persona que más admiraba, también desconocía que el fuera parte del programa.

— Debes cancelarlo— Ordenó a su asistente y mejor amigo.

— No puedo hacerlo, tú te comprometiste y firmaste, no puedo hacer nada—

Se enteró de esa conversación al año de casada, de parte del hermano de Fabian, quien tampoco la toleraba, pues el corazón de su hermano estaba con Mariana.

Pero esta vez todo sería diferente, prefería mil veces ser sancionada por el gobierno que pasar su vida siendo miserable, como en los últimos momentos de su vida, donde, encerrada en su habitación tras el abandono del amor de su vida falleció de tristeza.

Cepilló y recogió su cabello, esta vez toda su vida sería diferente.

Un mínimo

Salió de su habitación, con un vestido fresco y ligero maquillaje, pues solía tocar mucho sus ojos y el delineador solía correrse.

— Te ves muy bien, pero no entiendo por qué deseas hacer esto— Su madre estaba triste, pues ella también era muy joven cuando la tuvo.

— No te preocupes... yo... no voy a hacerlo— Respiró profundo para no perder la compostura.

Berenice y su madre se miraron sorprendidas, pues Gabriela estaba segura de que moriría sola, por eso prefirió que el gobierno buscará al amor de su vida, ya que ella no podía.

— ¿Segura? Ayer te veías muy ilusionada— Berenice dejó de comer helado, se le hacía inaudito la repentina decisión de su hermana.

— ¿Ya no temes morir vieja y sola?— Pregunto de forma insensible.

— ¡Estoy segura!— Gabriela se sentía avergonzada por la reacción, pero no volvería atrás

— Si es lo que quieres— Su hermana se encogió de hombros y siguió comiendo

— Pero la multa del gobierno es muy alta ¿Qué harás para pagarla?

— Tengo ahorrado un dinero que pensaba utilizar para mudarme sola en cuanto entrará a la universidad, pero prefiero ocuparlo para salir de este lío— Estaba resignada a perder los ahorros que guardo con mucho esfuerzo, pues el trabajo de medio tiempo en una nueva editorial no tenía muy buena paga.

— Bueno, entonces cuando llegue el momento te ayudaré, pero ahora ve a responder por lo que hiciste — Su madre le dio un golpecito en la cabeza.

Así ella salió con muchas cosas en mente, como, ¿Por qué la vida le estaba dando una segunda oportunidad?

Sin medir mucho el tiempo finalmente llegó al café en el que habían citado a ambos, en el fondo vio a Fabian, estaba solo y parecía repasar esos escritos de su siguiente novela.

Un recuerdo doloroso invadió su mente, el asomarse por esa ventana y acercarse temblorosa a preguntar si era él su cita, la cara fastidiada y la expresión de enojo bajaron sus ánimos.

— ¿Es una nueva novela en la que estás trabajando?— Preguntó para desvanecer ese silencio incómodo que la ahogaba.

— Ahora también eres una loca fanática— Sus palabras tan frías y directas hicieron que su pecho se detuviera, en toda la tarde la ignoró y en las siguientes citas programadas también, así fue hasta que la dejó.

Sacudió su cabeza para eliminar ese sueño tan vivido y se dio cuenta de que Fabian la miraba a través del cristal, abrió los ojos asustada y salió corriendo, quería llegar a su destino lo más rápido posible, no quería tener ningún contacto con quien vivió algo tan doloroso.

Se quedó impasible, Fabian no movió un solo músculo al verla huir.

— Era la de la foto— Dijo entre susurros y sacó su celular una realizar una llamada.

Mientras, el corazón de Gabriela latía con fuerza, parecía querer salirse del pecho, pero finalmente había llegado a la dependencia de gobierno, para solicitar la anulación de su petición.

— Lo siento señorita, pero debe haber aunque sea cinco citas antes de que se pueda aceptar la anulación del contrato, al final se les realizará un examen y si los resultados son negativos podrán separarse y pagar la multa, mientras no se puede hacer nada — La voz de la dependienta se quedó grabada en su cabeza, no podía creer que estaba obligada a convivir con el hombre que tanto la hizo sufrir.

Bajo las escaleras desanimada, cuando un auto se detuvo frente a ella, de inmediato lo reconoció, pero no había forma de escapar.

— Yo también lo intenté, solo hagamos esto y ambos seremos libres— Hablaba sin siquiera mirarla a la cara, la reconocida indiferencia la entristeció, eso era justamente lo que quería evitar

Palabras del alma

—Sube, dime donde puedo dejarte para que vayas a tu casa— Por primera vez la miró atento esperando su respuesta, pero estos se abrieron al ver que de los ojos de Gabriela caían lágrimas.

— No dije nada malo ¿O sí?— Dijo, pero ella ya no logró escucharlo, lo intrigó la idea de que pudo haberla hecho reaccionar de esa manera, pero más el hecho de que en su mirada había una profunda tristeza.

Esa sensación lo invadió hasta verla desaparecer entre la gente, parecía estar huyendo del dolor.

Un poco molesto por la situación llamó de nuevo a su amigo, quien se burló de él cuando le contó que la chica no entró a la cafetería.

— ¿Enserió huyó otra vez? Vaya, sí que le repeles— Su burla era tan obvia que Fabian rechinó los dientes

— No te hablaba para eso, al parecer necesito que ahora sí me averigües donde vive, debo hablar con ella— Por algún motivo esta situación lo molestaba, no le gustaba que lo evitarán.

— De acuerdo de todas maneras ya tenía su dirección en la mano, te la mandaré por mensaje— Tras la confirmación de su amigo colgó el teléfono y espero a que el mensaje llegara.

...****************...

Gabriela no se dirigió a su casa, estaba en un parque cercano, la lluvia se avecinaba, pero no le importaba. Al parecer enfrentarse cara a cara fue más fuerte de lo que esperaba.

Suponiendo que las citas son fallidas, ella no tenía manera de salir librada de los exámenes, pues realmente amaba a Fabian. Recordaba el sonido triste del piano durante las madrugadas, el cómo sus novelas se volvieron más tristes y lúgubres durante su matrimonio, su voz cada vez más apagada y todo aquello hacía que no deseara repetirlo porque no era la única infeliz.

Le gustaba el Fabian enamorado, aunque no fuera de ella, Mariana era maravillosa y detestaba la idea de que aquella mujer fuera a sufrir un accidente a causa de su corazón roto.

Estaba sumergida en sus recuerdos, cuando unos pasos en la hierba se acercaban a ella, reconoció los zapatos masculinos que cubrieron su campo de visión pues se encontraba con la cabeza agachada.

— Tenían razón, estarías aquí— Aquella voz hizo su cuerpo temblar, alzó la mirada deseando que aquello fuera producto de su cabeza. Más no fue así, hay estaba, el hombre que amaba.

—¿Por qué huiste de esa forma? — Escuchó resonar esa voz de nuevo, sus oídos se llenaron de ella y la lluvia que empezaba a caer sobre sus cabezas.

— Tú ya tienes a alguien en tu corazón, todo el mundo lo sabe, por qué eh de ser yo quien tome su lugar— Sin quererlo su voz se adoraba en la garganta, ese sentimiento le dolía.

— Así que lo sabes, es verdad que estoy enamorado de alguien más, yo ingresé a este programa solo por juego, jamás pensé que realmente me emparejarían, ahora solo quiero terminar con esto y espero no ser egoísta al pedir tu ayuda— Se basaba en el hecho de que Gabriela también intentó anular el compromiso, realmente esperaba que entendiera sus razones.

— Entiendo— Dijo con dificultad, su deseo de huir se hacía más intenso, pero no quería hacerlo tan obvio, se mordió el labio con fuerza para detener el sentimiento tan intenso.

— Esperaba que así fuera, así que espero contar contigo en la siguiente cita— Fabian se fue dejándola bajo la lluvia, para este momento no podía reprenderlo más.

— ¡¡TÚ, PEDAZO DE BASURA, EGOÍSTA, PATÁN, EGOCÉNTRICO, CHIMPANCÉ, HOMBRE DE LAS CAVERNAS, MISERO GUSANO DE TIERRA, HUMANO DESALMADO, PEZ DE CHARCO, DESGRACIADO ANIMAL SIN SENTIMIENTOS!!— Sé detuvo y tomó aire, tenía apretados los puños, el asombro en la cara de Fabian era invaluable, se puso de pie de forma firme y mirándolo a los ojos, Sonrió.

— No deseo tener, una sola cita más contigo.

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