La brisa del viento, el sol alumbraba aquel atardecer carmesí. Las olas del océano amenazaban con llevarme a lo más profundo del mar. Mi corazón palpitaba y mis mejillas se sonrojaban mientras nuestros ojos se cruzaban por primera vez. Nunca olvidaré aquella sensación de libertad. Mi nombre es Acua y soy una sirena del océano Atlántico y esta es la historia de mi mágico viaje a la superficie.
El océano ha sido mi hogar durante mis veintiún años de edad, lo que no es importante, porque las sirenas como yo suelen vivir hasta ciento cincuenta años. Una edad demasiado elevada para alguien que nunca ha explorado los peligros de las profundidades, un lugar prohibido para las sirenas. El Rey Tritón es quien gobierna y controla las aguas del reino con su gran tridente. Es capaz de controlar las aguas a su voluntad y dependiendo de su estado de humor puede causar catástrofes marítimas que afectan el mundo de los humanos y sirenas.
Mi nombre significa “nunca olvides de dónde vienes ni a dónde perteneces”. Ese fue el último regalo que mi madre me dejó antes de partir. Pero aun así siento que a pesar de su partida ,ella se encuentra en cada parte del océano acompañándome en mis aventuras.
—Siempre llegando tarde Acua, ¿con qué te distrajiste esta vez? —dice Burbuja.
Ella es mi amiga Burbuja, una sirena muy mandona y un poco sobreprotectora. Siempre está cuidándome de que no me meta en problemas.
—Encontré un barco pirata, parece que hay un montón de objetos extraños allá dentro —responde Acua fascinada por su descubrimiento.
En sus manos tenía un joyero de diamantes brillantes y una bolsa de tela algo desgastada con un par de tesoros dentro. Burbuja sin mucho entusiasmo la observa sin entender la fascinación y curiosidad.
—Pero¿Tienes que ver? ¿Tiene forma muy extraña? ¿Para qué crees que sea esto? —dice Acua con sorpresa mientras intentaba abrir el joyero.
—Es muy peligroso estar en un barco, tienes idea de lo que te pudo pasar. Hay muchos tiburones y quién sabe qué otras cosas más —dice Burbuja frunciendo el ceño con preocupación.
A lo lejos se acercaban su amigo Ostin un Triton de ojos celestes y cabello café, acompañado de una sirena de ojos verdes y cabello rubio, algo tímida como asustadiza llamada Estrella.
Ambos se acercan mientras observan la cara de desinterés de Burbuja y la curiosidad de Acua.
—¿Qué tienes ahí Acua? ¿Parece otro de tus objetos raros? —dice Ostin mientras toma uno objeto y lo examina con curiosidad de forma burlona.
—¿Miren encontré este collar extraño? ¿No es fascinante? ¿Alguna vez vieron algo tan increíble como esto? —dice Acua mientras se los enseñaba como asombro.
Estrella solo observaba con un poco de curiosidad pero con temor de tener que estar cerca de objetos tan extraños. Burbuja se da cuenta de que el sol había oscurecido un poco y eso solo significaba una cosa. Estaban llegando tarde a clase.
—¿Esperen no notan algo extraño? ¿El sol se oscureció de repente? —dice Ostin preocupándose.
¡Pero qué dices Ostin! ¡Harás que todos se asusten! —contesta Burbuja molesta por la actitud repentina de su amigo.
Un barco se aproximaba sobre ellos y a medida que se acercaba la luz comenzaba a desvanecerse sobre sus cabezas.
Acua mira el rostro asustado de Ostin, mientras es regañado por Burbuja que comienza a asustarse al escuchar un fuerte ruido. El miedo y el pánico se apoderan de Estrella que decide nadar para esconderse detrás de una roca. En cambio Acua se queda sorprendida al reconocer de qué se trataba.
El barco se detiene justo debajo de ellos y unas voces parecían escucharse arriba en la superficie.
Sus amigos algo asustados se quedan petrificados, mientras que la curiosidad se apodera de Acua que se llena de intriga y decide acercarse.
Burbuja se da cuenta del brillo de los ojos de Acua, quien se acerca hacia la inmensa fortaleza.
—¿Qué creen que sea eso? ¿Vamos allá arriba a ver qué es? —dice Acua con una mirada audaz y sin miedos.
—¿Conozco esa mirada? ¿Piensas meterte en problemas? ¡No subas, puede ser peligroso! —dice Burbuja con un tono de preocupación y unos ojos suplicantes, mientras tomaba su brazo evitando que subiera.
—Tengo curiosidad. Creo saber de qué objeto se trata —dice Acua con seguridad en su mirada.
—No estoy segura. Y si te pasa algo, recuerda que tenemos clases de pociones con Griselda. Se va a enfadar muchísimo si faltamos a clases —dice Burbuja intentando convencerla.
Ostin toma la mano de Estrella, quien seguía asustada por lo que estaba sucediendo.
—Vamos… Toma mi mano, Estrella —dice Ostin preocupado por su amiga.
Estrella seguía asustada y temblando de miedo cuando Ostin le habla con una voz calmada y serena. Intenta animarla a salir detrás de su escondite. Burbuja seguía regañando a Acua.
—No subas, no sabes lo peligroso que es subir a la superficie. Está prohibido. Si la guardia real se entera, estaremos en un gran lío —dice Burbuja intentando hacer comprender a Acua.
Ostin se acerca para decir:
—Tiene razón Burbuja, es muy peligroso. No sabemos nada sobre aquel mundo ni los peligros que habría ahí arriba.
Estrella se acerca a Acua para decirle:
—Vamos, se nos está haciendo tarde para la última clase de la profesora Griselda —dice Estrella intentando animar a Acua para que desista de su idea.
—Es muy aburrida su clase y siempre está de mal humor. Saben que no se me da bien la clase de pociones —contesta Acua sin mucho interés.
Aún seguía con mucha intriga por subir arriba.
Estrella decide contarles un poco los chismes que se rumorean por la escuela.
—Se dice que la profesora Griselda fue uno de los grandes amores del rey Tritón. Fue tan fuerte su amor que el antiguo rey Poseidón casó al rey Tritón con una princesa del mundo de los dioses: Atenea. Es la razón por la que Griselda es tan amargada con todos sus alumnos —dice Estrella intrigada por aquella historia.
Acuá escucha atentamente la historia de Estrella y piensa que es muy triste la vida de Griselda.
—No puedo creer que Griselda tenga un amor tan trágico. Creo que ahora puedo entender un poco más a la profesora Griselda —dice Acuá sorprendida por aquella historia.
Pero en ese instante una ancla cae al agua. Ostin, Estrella y Burbuja se sorprenden del ruido del objeto, en cambio Acua impaciente y llena de curiosidad nada en dirección del barco.
La brisa del viento pasaba por la cara de la joven y las olas amenazaban con llevarla de regreso al océano. En ese instante se acerca a una roca y decide subir para observar a lo lejos a unos humanos.
El mundo humano había avanzado de tal manera que había llegado a explorar el espacio exterior, pero el océano seguía siendo un misterio. Al menos eso es lo que creía Ian Bernocchi, un joven arqueólogo de veinticinco años, rubio de ojos verdes fascinado por el océano y sus misterios.
Se había embarcado para conocer e investigar el mar en busca de vida marina con su grupo de amigos. Su amigo era Albert, un joven de cabello oscuro y ojos marrones con lentes. Era biólogo de veinticinco años muy inteligente que había ganado muchos premios y reconocimientos en la universidad. El más joven del grupo se llamaba Carlos, el más carismático y alegre con solo veintitrés años, estudiante universitario.
Muy intrigada y llena de curiosidad, Acua sube a la superficie y observa a un joven rubio con ojos verdes que mira hacia la costa.
Ian siente la presencia de alguien que lo observa y se da cuenta de unos ojos y un largo cabello que lo miran desde una roca. Sus miradas se cruzan en ese mismo instante y una cálida sonrisa brota sobre el joven.
Acuá sorprendida por Ian que le sonríe, decide bajar su cabeza por instinto natural. Se había sonrojado por la sonrisa del joven de ojos verdes. Él no se había dado cuenta de qué criatura lo estaba observando. Solo sabía que esos misteriosos ojos lo habían cautivado.
Carlos estaba algo impaciente por terminar de traer todas las cosas al barco.
—¡Vamos Ian, terminaste de traer las cámaras! —dice Carlos.
Ian algo despistado por la voz de Carlos responde:
—¡Claro que sí, en un segundo!
Ian parecía estar demasiado distraído para darse cuenta de las palabras de Carlos. Albert, quien lo observa, le pregunta con intriga:
—¿Por qué te demoraste tanto?
Ian pensativo mira a su amigo que estaba moviendo unas cajas.
—Me pareció ver algo en el agua, pero hacía tanto calor que no pude ver con claridad. Debe ser el sol que me quemó el cerebro, amigo —dice Ian dudando si confesar todo lo que había visto.
Carlos, quien escucha de lejos, le pregunta a Ian:
—¿Qué ocurre Ian? ¿Algo te preocupa? —dice Carlos mostrándole preocupación en su mirada.
—Si me disculpan, quiero tomar aire fresco —dice Ian ignorando a sus amigos.
Sus amigos responden con un gesto confuso.
Mientras tanto, Acuá se fue avergonzada de ver a un humano tan de cerca, pero intrigada. Se preguntaba qué hacían unos humanos tan cerca del mar. Acuá recordó en ese instante que había faltado a clases y que su padre estaría súper enfadado si se entera de que fue a la superficie. Por lo que decidió irse a casa. En la casa se inundó un inmenso silencio.
—Estoy de vuelta padre. Hoy fue un día muy agitado. Griselda se puso muy furiosa con nosotros —dice Acuá tratando de ocultar su nerviosismo.
Artur era el nombre de su padre, quien parecía preocupado por el reciente comportamiento de Acuá.
—Ya me enteré de que no fuiste a clases —dice Artur.
Acuá nerviosamente evita la mirada de su padre y cambia la pregunta:
—¿Qué te hace pensar eso padre? —dice Acuá preocupada por la mirada acusadora de su padre.
—Tus compañeros de clases vinieron a casa preguntando si habías llegado a salvo. Sabes la sorpresa que me llevé cuando me dijeron que no asististe a clases de Pociones —dice Artur.
La mesa se había llenado de un silencio…
Asustada, decide confesarle toda la verdad a su padre:
—¡Padre puedo explicarlo! ¡Fue un accidente! —dice Acuá.
Artur intentaba mantener la paciencia, pero fue inútil pensar que su hija había vuelto a meterse en problemas.
—¡Qué fue lo que hiciste esta vez Acuá! —dice Artur conteniendo su enojo.
—Estuve en la superficie, pero nadie me vio. Mis amigos me preguntaron qué era esa luz y sentí tanta curiosidad que me acerqué. Me escondí en una roca cuando vi a un joven humano —dice Acuá.
Acuá recuerda ese momento con nostalgia e intriga por el joven.
—¿Sabes lo imprudente que fuiste? ¿Sabes que está prohibido cualquier contacto con los humanos? ¡Si alguien se enterara tu vida correría peligro! —dice Artur.
Angustiada, la sirena nota la preocupación de su padre y se arma de valor.
—¿Por qué no podemos hablar con los humanos? ¿No estás cansado de vivir en un mundo donde el rey decide qué se puede o no hacer? —dice Acuá mostrando su impotencia por no poder decidir su vida.
Su padre angustiado por el problema que traería si descubrieran que se relacionaba con ellos. Podría ser llevada a la cárcel real.
—Hemos vivido con miedo de que los humanos nos descubran. Sabes que está prohibido. Ellos solo quieren hacernos daño.
¡Ellos solo quieren cazarnos y exponernos como si fuéramos payasos de circo para su entretenimiento! —dice Arthur enfadado.
—¿Recuerdas los piratas? Ellos aún siguen buscando las cabezas de las sirenas. ¡Nos ven como trofeos! ¡Son bárbaros seres malvados! ¡No quiero volver a escuchar que subiste a la superficie! Si este rumor se esparce estaremos en problemas —dice Arthur.
La joven asiente sin saber qué decir ante las duras palabras de su padre. Esa misma noche, Acuá no pudo dormir. Solo pensaba en el joven humano que le había sonreído. Se preguntaba si volvería a verlo o si él también la recordaria.
La noche anterior me había quedado despierta recordando aquel humano y pensando en las palabras tan hiriente de mi padre.Me preguntaba como mundos tan diferentes no eran capaces de conocerse y aprender uno del otro.
En la mañana decidí alistarme para ir a mis clases de canto,como nuestra lengua antigua que se remonta de tiempo inimaginables, como también la historia de nuestro reino y el origen de nuestros dioses.Cada uno de ellos es indispensable para existencia de la sirenas, es importante no olvidar nuestro origen y lo que somos.
Es por eso que alguien tan diferentes como yo no puede encanjar con las tradiciones de Atlántida.Mi sueño esta más allá del Océano, quiero ser parte del mundo humano.Aun si implica riegos y romper las reglas.
Pero si ahí algo en lo que debes temer es la profundidades del océano cerca del abismo.Ahi habitan seres malignos como las cecaelias mujeres mitad pulpo.
Se dice que ellas poseen el don de la brujería,ninguno se atreve a cruzar la oscuridad del abismo y si te las encuentras solo traerían desgracia.Involucrarse o hacer un trato con ellas podría traerte mala suerte por el resto de tu vida.
Nunca se sabe que sucede en su maquiavelicamente.Es por eso que tenemos prohibido relacionarnos con ellas.Ninguna sirena se a atrevido a entablar una relación con ellas.Despues de la guerra ellas habían perdido su estatus social al querer conquistar Atlántida o eso es lo que se rumorea entre los habitantes.
Mientras nadaba por el océano tranquilamente terminó tropezandome con Olivia una Cecaelia,se los había dicho parece que no es mi día de suerte.
—¿Puedo ver que intentas evitarme? ¿Acaso te doy miedo Acuá? —Dijo Olivia con ironía en su mirada.
—¿A dónde quieres llegar Olivia?—Estoy ocupada, si me disculpas —dice Acuá evitando su mirada mientras nadaba por el arrecife.
Algo asustada decide nadar rápido intentando esquivarla, pero Olivia es más rápida.
—Me enteré de que una sirena recolecta basura de los humanos. Los rumores corren rápido por aquí. No se habla de nada más —dice Olivia burlándose de ella.
—Claro que no es basura. Son objetos que usan los humanos. Solo que no sé ,cómo,ni para qué se usan —dice Acuá algo enojada y frustrada de no ser comprendida.
Puede que esta pecesita sea menos tonta de lo que creí. No es fácil de manipular, se dice Olivia a sí misma.
—¿Piensas que una sirena como tú puede conocer aquel mundo? —dice Olivia irónicamente ante la situación.
—Quizás algún día pueda conocer y entender para qué funcionan todos estos tesoros —Dice Acuá con convicción en su mirada.
—Qué ilusa eres. Yo queriendo tener un estatus aquí en el mar y tú queriendo ser algo que no perteneces —Responde Olivia burlándose de Acuá.
—¡No sé por qué me dices eso de repente! —dijo Acuá mostrando su frustración y enojo.
—Allí en el mundo de los humanos somos más detestados que en las profundidades.
— ¿O acaso no sabes que ellos nos comen, se alimentan de nosotros? Esos humanos que tanto defiendes son unos asesinos de peces —dice Olivia.
Sus palabras solo hacían eco en mi corazón,sería verdad los humanos eran tan malvados como los describía mi padre o Olivia. Sin darme cuenta había terminado justo debajo del gran barco.Sin comprender decidí nadar hacia la playa en busca de respuesta.
En el barco estaba Ian leyendo una entrevista "Criatura misteriosa":"Mito o Realidad"
Contaba que en uno de sus viajes a la isla Capri se encontraba en un grupo de turistas en un barco esperando ver el espectáculo de delfines. “Todos nos quedamos asombrados de ver una misteriosa cola de pez nadando con los delfines”. “Intentamos acercarnos para observar y vimos una misteriosa figura humana. Anonadados, ninguno de los turistas pudimos descifrar qué criatura se trataba. "Aún hasta el día de hoy me sigo preguntando qué criaturas abundan en el océano”.
Escrito por Toni Gabaldón.
Mientras leía se daba cuenta de lo misterioso que era el mar y lo observaba a simple vista. En ese momento escucha un canto celestial y se pregunta de dónde provenía aquella dulce melodía.
No muy lejos de la costa se encontraba Acuá cantando y disfrutando del sol de la mañana. El sol iluminaba sus escamas , mientras se peinaba con un peine que encontró en la arena.
Nuestros mundos tan distintos son
como la brisa y el aire cuando canto esta canción.
Anhelo conocer más que este cielo azul
como la brisa del verano cuando apareces tú.
La melodía de aquella joven había atraído la curiosidad de Ian.Quien se sorprende ya que nunca había escuchado un canto tan hermoso.Incluso la voz de Acuá había despertado a los otros miembros del grupo del barco.
—¿Que es esa melodia?¿Creo que aún sigo dormido?¿Alguna vez escucharte algo similar a esto Ian?.—Pregunto Carlos soñoliento mientras miraba a su amigo.
—Nunca había escuchado algo similar —dice Ian.
Como si se tratara de un juego decide zambullirse por el agua en busca de peces para comer. Sus intentos por atrapar peces son en vano. Resulta que todos los peces se dirigían hacia la playa.
En ese instante observa la silueta de una mujer y siente curiosidad. Decide acercarse a la orilla del mar para ver quién era aquella joven. Se acerca y ve a una joven de cabello platinado y unos ojos celestes como el mismísimo Oceano. La observa como si la conociera desde hace mucho tiempo. Nunca había visto a una joven tan hermosa como ella. Parecía sacada de un sueño.
Temiendo asustar a la joven con su presencia, Acuá se percata de que algo o alguien la está observando y decide ocultarse detrás de una roca.
Pero era demasiado tarde. A unos centímetros de ella se encontraba aquel joven. El mismo que la había visto ayer con sus ojos. De un susto Acuá intenta huir pero Ian la agarra del brazo evitando su huida.
—Disculpe, me pareció escuchar una voz. ¿Resulta que es usted de quien proviene esa hermosa melodía? —dice Ian cautivado por su belleza.
Acuá se queda muda del susto.
—¡Lo siento! ¿Te asusté? Es muy raro ver gente a esta hora de la mañana en estas playas tan desiertas —dice Ian intentando comenzar una conversación con la misteriosa chica.
Acuá reacciona y responde al joven:
—¡Me encanta esta playa!¡Es como un sueño estar aquí!.—Dijo Acua mientras observaba la Isla con fascinación.
Sorprendido pregunta cuál es su nombre. La joven no responde a sus palabras. Le pregunta si es de la región.
Ella asiente con la cabeza. Esos breves instantes Ian le sonríe a la joven con esa sonrisa que solo él puede darle con complicidad.
Se escucha un grito de lejos. Resulta que Albert estaba llamando a Ian. Ian se da cuenta y mira hacia el barco.
Cuando Acuá aprovecha ese momento para desaparecer y regresar al mar.
Ian se da cuenta de que la chica con la que había hablado se había desaparecido. Cuando decide volver al barco.
—¿Dónde estabas Ian? Te estábamos llamando hace un rato —dice Albert.
—Encontré a una joven cantando. Estaba justo aquí cuando desapareció de la nada —dice Ian sorprendido de ver nada a su alrededor.
Albert incrédulo le dice:
—Creo que bebiste demasiada agua del mar.
Ian estaba seguro de lo que había visto.
—Adivinen, decidí preparar el desayuno —dice Carlos alegremente.
—Genial, no logré atrapar ningún pez —responde Ian mostrando su frustración y algo hambriento.
—Deja de buscar peces, hay mucha comida en el almacén del barco —dice Carlos.
—Por cierto Ian, ¿qué tal te fue con la bióloga marina? Se llamaba Ástrid, ¿verdad? —dice Carlos con intriga.
Ian resopla sin interés alguno por recordar aquel tema.
—Sabes que no quiero hablar de ella —dice Ian nostálgico y molesto.
—Vamos, hermano. ¿Acaso no es toda una belleza? Era un partidazo. No eran novios —dijo Carlos reprochándole a Ian.
—Eso fue hace mucho tiempo, cuando ella y yo compartíamos el mismo sueño —dijo Ian un poco decepcionado al recordar.
—Sabes que se fue a Inglaterra —dijo Carlos mostrándole un posteo en Fotogram de Ástrid en bikini en una playa de Cancún.
—Hacían una pareja muy bonita. No entiendo por qué la dejaste ir —dijo Carlos cuestionando a Ian.
—Ella decidió perseguir sus sueños. No podía dejarla atada cuando sé que no éramos felices juntos. El trabajo, la distancia… Decidimos ser solo amigos y apoyarnos —dijo Ian sin mucho interés.
—No sé ustedes, pero yo creo que es hora de ver esas faunas marinas —dijo Albert mostrándoles unas imágenes en su tablet.
Acuá seguía asustada y fascinada por haber estado tan cerca del joven humano. No sabía si él había descubierto su secreto, si se había dado cuenta de que era una sirena.
De pronto ve pasar a Burbuja, su mejor amiga sirena.
—¿Dónde estabas? Te estuvimos buscando por todas partes —dijo Burbuja preocupada.
—Tu padre nos dijo que habías vuelto a salvo.
—No me creerías ni aunque te lo contara —dijo Acuá con una sonrisa en la cara.
—Conozco esa sonrisa. ¿Qué estás tramando Acuá? —dijo Burbuja intrigada por la respuesta de su amiga.
—Conocí a un humano —dijo Acuá recordando la cara del joven humano.
—¡Qué conociste qué! ¡Un humano! —dijo Burbuja asustada y comienza a temblar.
Acuá trata de tranquilizarla y decirle que no se dio cuenta de que era una sirena.
Burbuja seriamente le pregunta:
—¿Dime que no lo volverás a ver nunca más?
Acuá dudando de su respuesta dice:
—No estoy segura. Nunca había hablado con un humano de verdad —respondió Acuá entusiasmada por conocerlo.
—¿Qué tiene de especial ese humano que no tengan las sirenas? —dijo Burbuja enfadada.
Acuá no quería pelear con Burbuja y tampoco quería herirla.
—Hay tantas cosas nuevas. Tantos objetos que funcionan de maneras inimaginables. Quiero saber qué cosas son —dijo Acuá intentando convencer a Burbuja.
—Tenemos clases de canto. ¿Vienes? —dijo Burbuja sonriéndole a Acuá.
Las dos se fueron muy animadas sin pensar en lo que había sucedido. Sabían que su amistad era más fuerte y siempre podían contar la una con la otra.
En las profundidades del abismo se encuentra una cueva, donde Olivia crea pociones para usar a su favor. Cansada de vivir en las sombras y ser despreciada e humillada por las otras criaturas del océano, decide idear un plan para vengar a su pueblo y rebelarse de la opresión del rey Tritón, que había condenado a toda una especie a vivir en la oscuridad, mientras las sirenas tenían más privilegios y eran amadas por todas las criaturas del océano.
—¡Estoy harta! ¡Solíamos ser las criaturas más poderosas del océano! ¡Antes de que aparecieran las sirenas! ¡Y nos arrebataron todo! —dijo frustrada, mostrando su enojo.
—¡Cómo es posible que seamos humillados por seres tan inferiores! ¡Pero yo les mostraré lo que es el verdadero terror! —dijo Olivia con un gran rencor y resentimiento.
Las cecaelias no se hacían llamar brujas por algo en particular: podían comunicarse a través de pociones y un vínculo de sangre con otras de su especie.
—¿Podrías relajarte, Olivia? ¿No seas tan dramática? ¿Solo necesitas una sola oportunidad? —dijo la voz misteriosa del caldero.
—¡Sabes lo difícil que es soportar todo esto! ¡Todo el que me ve cree que soy una amenaza! ¡Pero les enseñaré cuál es el verdadero miedo! —dijo Olivia con malicia en su mirada.
—¿Así se habla? ¿Usa el miedo en su contra? No sabrán qué les vio venir. ¿Vénganos a todas nosotras? ¿Destruye su fantasía, Olivia? —dijo la voz misteriosa.
—Usaré todo el poder que esté en mis manos. Nadie podrá impedir que use mi magia oscura a mi voluntad —dice mientras mezcla una serie de algas y otros ingredientes.
Olivia ve una oportunidad en el miedo. Ya no tiene nada que perder. Siendo el estatus social más bajo entre las criaturas marinas y siendo el ser más despreciado del océano, las reglas ya no aplicaban en ella.
En las profundidades del océano se pasean las “ninfas de las flores”, que son las encargadas de cuidar la fauna del océano. Habitan en el bosque del valle de las Floreflais, una rara flor con el poder de conceder deseos o de curar las heridas.
—¿Hola, Acuá? ¿Linda mañana? ¿Cuéntanos en qué travesura te metiste esta vez? —dijo Eco mientras cuidaba las flores del jardín.
—Pues volví a meterme en problemas. Llegué tarde a clases. Lo más probable es que mi padre me regañe de nuevo —dijo Acuá evitando recordar su encuentro con el joven humano.
—Como sabes, hay mucho trabajo. ¿Por qué no les cantas a las flores de loto? Parecen muy apagadas el día de hoy —observa preocupada Eco.
—Está bien. ¿Cómo están, pequeñas? —dice Acuá mientras comienza a cantar.
Flor del día alumbran el oscuro mar con su alegría dan vida al mar. Burbujas hay bailan al compás de mi canto ancestral. Anímense a escuchar pues es la melodía del mar.
Las flores parecen comenzar a moverse al compás de la voz de Acuá. Comienzan a lanzar su polvo mágico de curación. Antes de que se desperdicie, las ninfas toman aquel polvo guardándolo en una especie de frasco mágico.
—Bien hecho, Acuá. Tienes la voz más hermosa entre todas las sirenas del mar —dijo Eco mientras recogía el polvo de las flores.
—No es para tanto. La verdad es que desearía hacer mucho más. Como ustedes, que cuidan las flores del jardín —dijo mientras admiraba su trabajo.
—¿Por qué no te unes a los sanadores? Son muy requeridos en todas partes del océano —respondió Eco intentando animarla.
—¿Sanadores? ¿Qué es eso? —se sorprende Acuá al escuchar ese nombre.
Los sanadores eran médicos encargados de ayudar a las diferentes criaturas. A la joven sirena nunca se le había pasado por la cabeza tal idea. Después de que su madre murió, comenzó a aferrarse a objetos perdidos de los humanos.Era una buena forma de lidiar con su pérdida,Nunca había pensado que podía ayudar a otros. Si se convertía en sanadora, la idea le parecía fantástica. Quizás ya no podría traer de vuelta a su madre, pero podía salvar a otros con sus poderes de sirena.
—Si trabajas duro y aprendes, estoy segura de que encontrarás tu lugar en el océano —dijo Eco mientras tocaba su hombro intentando animarla.
—¡Tienes razón! ¡Solo así podré ser útil para mi padre! Muchas gracias, Eco. No sabría qué hacer sin tus consejos —respondió felizmente mientras se alejaba hacia la escuela.
—¡No hay de qué! ¡Buena suerte! —dijo Eco despidiéndose de su amiga.
De repente, el hijo del rey Marcus, un joven tritón de ojos azules y cabello castaño, apareció por el valle. Las ninfas se sorprendieron de su presencia. Más él parecía actuar sospechosamente. Parecía llevar un libro consigo. Pero qué hacía por estos alrededores el heredero de la corona. Sin percatarse de la presencia de Olivia, quien se escondía en las sombras observando al príncipe discretamente.
—Creí que era por aquí. Siento que me he perdido. ¿Dónde está esa rara alga mortal? Sabía que este estúpido libro no serviría de nada. Maldito estafador —dice Marcus resignado mientras tira el libro y vuelve por el lugar de donde vino.
Olivia observa el libro “Alga mortal del océano”. Parecía que el príncipe estaba buscando un veneno: el alga de fuego, que solo crecía en las profundidades del abismo.
—Parece que no soy la única que quiere muerto al rey —dice Olivia mientras escucha la conversación de las ninfas.
—¿No es extraño, Eco? ¿Por qué el príncipe vino al valle de las flores? Estaba actuando muy extraño —dijo una ninfa mientras observaba al joven príncipe irse.
—Sin duda. Es peligroso cruzar más allá del valle. Puede que una de esas brujas esté cerca. Quién sabe qué podrían hacerle al joven príncipe —respondió Eco preocupada.
—¿Acaso no lo sabes? Marcus es el príncipe más problemático. Ni su padre puede controlarlo. Parece que se le subió demasiado a la cabeza lo de ser rey —dijo la ninfa contando los rumores del castillo.
—No tenía idea. Pero sin duda es un tipo de pocas palabras —bromeó mirando a su compañera.
Sin percatarse de la presencia de Olivia, quien sonreía maliciosamente desde su escondite.
—Así que un príncipe cegado por el poder. Qué perversa ironía. Parece que sé lo que busca —dijo Olivia mientras miraba el libro con un brillo perverso.
En el castillo de Atlántida, el rey estaba preocupado por el comportamiento rebelde e irresponsable de Marcus. Últimamente faltaba mucho a sus clases de etiqueta, política e historia. Pensó que cuando le dio la noticia de que sería el sucesor al trono cambiaría su actitud, pero se había vuelto descuidado y arrogante. Cada día desconfiaba un poco más de si su hijo era apto para ser el próximo rey.
Sus ojos se cruzaron a lo lejos con su hija predilecta, la menor de todas: Lea. Su belleza, inteligencia y actitud alegre llenaban de felicidad al viejo rey, que parecía cansado y agotado.
—¿Cómo está mi querido padre? Veo que hay algo que te preocupa —dijo Lea con voz preocupada al notar lo cansado que se veía.
—Marcus, últimamente está faltando a sus clases de entrenamiento para ser el sucesor al trono —dijo el rey suspirando preocupado.
—¿No me digas que se trata de Marcus otra vez? Lo más probable es que se esté saltando sus clases como de costumbre —dijo Lea sarcásticamente.
—Desde que sabe que se volverá rey, dejó de tomarse en serio sus responsabilidades como sucesor al trono —respondió Lea.
—¿Acaso algún día dejará de ser tan irresponsable mi hermano? —dijo Lea recordando el mal comportamiento de su hermano.
—Sabes que siempre me preocupo por cada uno de tus hermanos —respondió Tritón pensando en el bienestar de su familia.
—No siempre es divertido ver su rostro de decepción y disgusto. Es tu culpa por consentirla demasiado de niña.
—Parece que a tus ojos ella es tu favorita. Mientras que Víctor, Amelia y yo no existimos. ¿Por qué no admites que la quieres más a ella que a nosotros? —Dijo Marcus usando su punto débil como excusa.
—¡A dónde quieres llegar, Marcus! ¡Deja de comportarte irrespetuosamente! ¡Se te olvida que les estás hablando al rey! —Dijo Tritón sin poder contener su enojo al hacer tal acusación.
—¿Ves tu reacción, padre? ¿Siempre exageras cuando se trata de Lea? ¿Por qué en vez de estar pendiente de cada una de las cosas que hago, te ocupas de Amelia o de Víctor, quien sabe dónde estará en este momento? —Dijo Marcus mientras se relajaba en su asiento.
—¡Es imperdonable! ¡Tu falta de respeto hacia tu rey! Eres un irresponsable, tus profesores no hacen más que venir a quejarse por tu mal comportamiento. ¡Dime cuándo te tomarás en serio las cosas! —Exclamó Tritón mientras movía su tridente.
—Está bien, padre, relájate, ¿quieres? Si eso es lo que tanto te molesta, ¿por qué no me enseñas la biblioteca prohibida del castillo? —Dijo Marcus planeando un plan perverso.
—¿Por qué quieres ir a la biblioteca secreta? Antes parecía no importarte. ¿Por qué ese cambio tan repentino? —Respondió Tritón algo confundido por su cambio de actitud.
—¿No es obvio? Siempre te quejas de que no aprendo nada. ¿Al menos déjame conocer los misterios de la biblioteca? —Contestó Marcus mostrando por primera vez interés en aprender.
—¡Está bien! Si es que estás interesado en aprender, ve y le diré a Lea que te enseñe. Aunque solo ella tiene permitido ir a aquella biblioteca, sé prudente y no te metas en problemas. —Dijo Tritón mientras suspiraba agotado.
Marcus se va de la sala del trono con una sonrisa satisfecha. Sabía que su padre no le negaría nada si se trataba de estudiar. Aunque Marcus tenía otros planes.
Decide irse a la biblioteca prohibida del palacio. Solo ahí encontraría el libro que necesitaba. La razón por la que se prohibía la entrada era porque contenía muchos secretos sobre el reino, como artefactos peligrosos que se utilizaron en la guerra hace mil años atrás. Como los libros de hechizos de las cecaelias, si cayeran en manos equivocadas podría provocar otra guerra interminable. Pero eso era lo que quería conseguir Marcus, el poder necesario para deshacerse de su padre. Sabía que en uno de esos libros estaría los ingredientes para crear un veneno tan mortal que no dejaría rastro en su víctima.
—Veamos qué tenemos por aquí. ¿Cecaelias? ¿Mujeres mitad pulpo? ¿Poseen la capacidad de crear elixires? ¿Como de curación o encantamiento? —Leía Marcus en busca de algo interesante.
—¡Lo tengo! ¿Un alga que no es capaz de dejar rastro? ¿Interesante? —Dijo mientras leía atentamente.
Lo que él no sabía es que Lea también se encontraba detrás de otra columna leyendo la guerra de los 100 años.
—¿Qué hace él aquí? ¿Se supone que papá no lo deja entrar aquí? —Susurró en voz baja intentando escuchar qué decía.
—¿Valle de las algas? ¿Dónde queda eso? En fin, ya veré cómo me las arreglo. —Dijo Marcus mientras tomaba uno de los libros de la sección prohibida.
Marcus decide ir en busca del alga sin darse cuenta de que alguien lo estaba acechando en las sombras.
—Estoy harto de que mi padre no me tome en serio para gobernar el mar —dijo Marcus con una voz amenazadora—. Una vez que tenga esa alga, me desharé de ti, querido padre.
El joven no se percató de que Olivia estaba cerca, observándolo.
—Miren a quién tenemos aquí —susurró Olivia mirándolo sarcásticamente.
El joven príncipe miró por todos lados en busca de la voz.
—¿Quién anda ahí? ¿Déjate ver, escoria? —dijo Marcus intentando observar de dónde venía la voz.
—Yo veo que la escoria aquí eres tú, invadiendo el territorio de las cecaelias, el hogar de las mujeres pulpo —dijo Olivia con una sonrisa en su rostro.
Aterrado por ser descubierto, le preguntó:
—¿No es de mala educación escuchar conversaciones ajenas? —respondió con arrogancia Marcus.
—¿No es un crimen robar algas que no te pertenecen? —dijo Olivia disfrutando el momento.
—¿Qué es lo que quieres, bruja?
Olivia sonrió.
—¿Es un halago lo que oigo? Por lo visto no soy la única que quiere ver muerto al Rey. —Dijo Olivia intrigada por el joven príncipe.
—Veo que no soy el único que está harto del reinado de mi padre. —Contestó Marcus disfrutando la astucia de Olivia.
—¿No es acaso obvio, querido príncipe? Por lo visto, ¿es esto lo que estás buscando? ¿Un alga que solo crece en las profundidades del abismo? Un gran ejemplar.
—Pero debo decir que yo no la usaría si fuera tú. —Dijo Olivia maquiavélicamente.
La risa de Olivia retumbó por las profundidades.
—Lo que yo decida hacer con ella no es asunto tuyo, bruja. —Dijo Marcus algo frustrado.
—Qué iluso eres, joven príncipe. No sabes que esa alga tiende a dejar rastro sobre su víctima. Me pregunto quién culparán cuando se descubra su envenenamiento. —Dijo Olivia burlándose sarcásticamente de Marcus.
—¿Qué quieres a cambio de ella? —Dijo Marcus intentando averiguar qué es lo que tramaba Olivia.
—¿Crees que quiero algo de ti, príncipe? —Respondió Olivia.
—¿Acaso no es eso lo que quieres?¿Por algo me estabas observando desde hace horas?—Dijo Marcus sorprendido pero con arrogancia en su mirada.
—Me alegra llegar a un punto intermedio contigo.Resulta que muchos de mis compañeros desean la muerte del Rey. —Dijo Olivia con una sonrisa malvada en su rostro.
—¿Qué gano yo a cambio de ayudarte? —Dijo Marcus.
—¿No es obvio que te conviene tenerme de aliada? Que de enemiga querido príncipe. —Dijo Olivia algo molesta.
Irritándose Marcus comenzó a perder la paciencia.
—¡Estás intentando amenazarme, bruja! ¿Sabes con quién estás hablando acaso? —dijo Marcus enfadándose por la arrogancia de Olivia.
Sacó su arma y apuntó a su cuello. Olivia sintió mucho miedo al tener tan cerca el arma filosa en su delicado cuello
. —¿Inténtalo? ¿Das un paso más? Mis compañeros irán directo al rey. —Dijo Olivia sin miedo a las amenazas de Marcus.
Algo confuso y enojado, Marcus baja su espada sin dejar de mirar a Olivia.
—¿Qué gano yo a cambio de si te convierto en mi aliada? —dijo Marcus intrigado por la respuesta de Olivia.
—¿No es obvio? Tú te conviertes en rey, mientras que nosotros somos libres de vivir en la oscuridad¿No te resulta un trato justo? —dijo Olivia intentando convencer a Marcus.
—¿Puedo obtener lo que quiero sin tu ayuda? Lo sabes, ¿verdad? —Contestó Marcus sin dejarse influenciar por la bruja.
—¿Ahora es así? Es una lástima, estas algas solo crecen en mi jardín.
—Sin paga no hay alga, ¿comprendes? —dijo Olivia satisfecha por su cometido.
Era muy obvio darse cuenta de quién había ganado o perdido. Marcus decide alejarse nadando frustrado por no lograr su objetivo. Olivia estaba muy satisfecha por su cometido. Sabía que el príncipe regresaría de rodillas a pedirle su ayuda. Solo era cuestión de tiempo.
Los dias pasaban y Marcus no podia quitar de su mente las palabras de Olivia por lo que decide ir de regreso al valle de las algas a ver si se la encontraba de casualidad.
—¿Creí que seria mas fácil encontrarla por aquí?¿Sabia que fue una perdida de tiempo?.—Dijo Marcus mientras buscaba con la mirada algún indicio de su paradero.
A lo lejos ve una cueva y un fuerte olor se desprendía de la cueva, dudando decide entrar y se encuentra cara a cara con Olivia que no parecía muy sorprendida de verlo en persona.
—¿Parece que no hice una mala elección al final? ¿Me convenciste, bruja? —dijo Marcuscon arrogancia en su mirada.
Convencida de que su plan había tenido resultado.Olivia dijo —Me imaginé que regresarías pronto. ¿Cuándo una bruja se acerca a proponerte un trato?¿Es mejor que respondas rápido?.¿Puede que la próxima vez no te vuelva a repetir la misma oferta?.
Marcus la observa parece que estaba creando un contrato magico,parecia muy convenciada de lo que estaba haciendo.
—Ambos queremos lo mismo,si para deshacerme del rey tengo que hacerme aliado tuyo, que así sea. —Dijo Marcus sonriéndole a la bruja con una profunda maldad . Olivia sabía que lo tenía en sus manos, que podría hacer lo que quisiera con él, solo era cuestión de tiempo.
—Muy bien, firma este papel y seremos aliados. —Dijo Olivia fría y calculadora como siempre.
—¿Acaso esto es necesario? ¿No confías en mi palabra?. —dijo Marcus sonriendo a Olivia cínicamente.
—Prefiero usar mis propios métodos, querido príncipe. ¿Aceptas o no?. —dijo Olivia irónicamente.
—¿Cuáles son tus condiciones? ¿Sabías que había algo de trampa en tus palabras?. —dijo Marcus dudando de las palabras de Olivia.
—No todo en la vida es gratis, siempre hay un precio que pagar, es insignificante lo que pido. —dijo Olivia burlándose en la cara incrédula de Marcus.
Las reglas del trato eran simples si lo traicionaba, lo convertiría en un alga para siempre. Si llegaba a contar sus planes a alguien, acabaría ella misma con su vida. Mientras fueran aliados, ella le ofrecía protección contra las artes oscuras y otras criaturas que le quisieran hacer daño, así como pociones mágicas.
Era una oferta demasiado generosa, pero que siempre tenía cláusulas.Olivia lo tenia friamente calculado desde la primera vez que lo vio, ella no se iba con reodeos en el asunto.Sabia como lidear con cualquier obstaculo o adversidad que se le presentara.
Marcus decide firmar, ya que no vio ninguna cláusula que le pareciera un impedimento. Por lo que aceptó sin vuelta atrás. Ya eran aliados y su plan de deshacerse del rey estaba en marcha.
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