Capítulo 1
Nethal le dio mucho dinero.
Han pasado días y noches de pasión desenfrenada y risas. No paran de mirarse y hablar. No hay nadie más en su mundo. La gente entra y sale del enorme apartamento, y Nethal habla con unos y otros. Amigos de visita, productores de discos, representantes, managers, músicos. Pero no la suelta. La lleva con él todo el tiempo, abrazada y a veces colgada de un lado como un koala, o en su espalda o pegada a su pecho. Pero no la deja y lo hace todo con ella.
No saben que es esto que están viviendo, ni les importa. Ninguno de los dos es muy normal, así que las formalidades y la etiqueta no es asunto de ellos. Solo se están amando "como si nada, como si nadie, como si nunca", le susurró él, cerca del oído. Es una parte de un poema de Frida Kahlo.
Son tan felices que les duele la tripa y la cabeza y a veces también la mandíbula, porque no paran de sonreír.
Un día Nethal la soltó un momento. Le invitaron a una raya de farlopa sus amigotes. Y después estuvo toda la noche bailando y saltando sobre los sillones de cuero blanco con la mirada ida. Él y sus amigos destrozaron media casa y uno de ellos cayó sobre la mesa de cristal del comedor, cortándose. Lo llevaron al hospital los de emergencias que no se sabe quién, los llamó.
A mediodía Nethal despertó con una resaca insoportable. Ella estaba sentada a los pies de la cama, pintando sus uñas de negro. Era bonita y pequeña, pensó él. Pero no podía ocuparse de ella ahora. Estaba demasiado aletargado por la noche de locura.
—Estuvo bien ¿verdad?. —Ella lo miró con sus ojos negros y profundos. No dijo nada. Eso lo inquietó. Terminó la frase por si ella no había entendido. —La fiesta.
Ella se encogió de hombros. Ni siquiera había estado ahí. No le gustaban sus amigos, que a sus espaldas le robaban y que siempre intentaban meterle mano a ella. Si hubiera estado en esa fiesta probablemente habría salido mal parada. Momo se encerró en la habitación con llave y no abrió hasta que todos se fueron. Apenas durmió por el ruido y porque durante la noche varias veces intentaron abrir y no era Nethal.
Él se la queda mirando y nota su disgusto. Cree que ella está enfadada por lo de anoche y que desaprueba su forma de vida. No le gusta que una mujer intente controlarlo o lo critique. Si quiere estar con él, lo acepta como es y si no, que se vaya. Eso piensa.
Se levanta de la cama desnudo, mostrando sin pudor su hermoso cuerpo, duro y fibroso, y se acerca a un cajón. Saca una cartera grande y empieza a rebuscar dentro hasta que encuentra un sobre blanco muy abultado y se lo tira a la chica.
Ella mira el dinero con sorpresa y niega con la cabeza. Esconde la mirada y le dice bajito que no haga eso, por favor. No la hace sentir bien.
—Solo es dinero —dice él —y yo tengo mucho. A ti te hace falta, ¿no?. —Él quiere disimularlo, pero la chica nota el desprecio escondido en el filo de sus palabras.
No pretende ofenderla, es que en su mundo todo es así. "Tanto tienes, tanto vales", repetía él mismo, como un mantra. No se da cuenta de lo lamentable que la hace sentir dándole dinero de esa manera. Como a una puta. Él cree que es dinero lo que ha estado buscando y por eso ha estado con él todos esos días. La está compensando. Aún le gusta y puede estar con él más tiempo, piensa Nethal.
Ella reflexiona en que hubiera preferido que le pagara una comida. Esto no da para más. "Fue bonito mientras duró", piensa con ironía en la trillada, pero acertada frase, viendo lo que está pasando. "No te demores, Momo. No vale la pena, no vale la alegría"?, se dice a sí misma.
En su vida todo funciona según una premisa sencilla. Soltar, dejar ir. Se levanta y le dice:
—Nos vemos. Tengo cosas que hacer en casa.
—¿Cuándo vuelves? —dice él.
Momosuke no contesta, ni lo mira. Recoge su pequeño bolso y sale deprisa. El sobre queda atrás. Ni siquiera lo ha tocado. Nethal hace un gesto con los hombros, sin entender. Si es tan aprensiva y se ofende tan fácilmente, mejor es que se vaya.
...………………...
Las luces blancas brillantes que emitían aquellos focos gigantes, definían desde atrás las cinco siluetas de los miembros de Kyō Tō. La banda estaba en la cúspide de su éxito y hoy era el día en que estaban presentando su nuevo disco, frente a un público fervoroso que gritaba y aplaudía sin parar, esperando el comienzo del show.
Ellos, altivos y seguros de sí, aparecieron de la nada sobre una plataforma, y la gente enloqueció. Los niveles de adrenalina se disparaban y los músicos con su carismático cantante al frente arrancaron con la primera canción sin mediar palabra. Eran profesionales y llevaban mucho tiempo en esto, así que sabían perfectamente cómo complacer a un público que de todos modos ya los amaba.
De pronto la voz hipnótica de Nethal rompió la armonía con una nota imposible que hizo temblar los corazones y vibró en la piel de los presentes como si de una descarga eléctrica se tratara. En gran medida, ese era el secreto del éxito del grupo. El cantante tiene la voz perfecta, decreciente y con una frecuencia de sonido que oscila en un amplio rango en herzios.
Está altamente entrenado desde joven. También posee un alto nivel de capacidad en canto natural y una amplia gama vocal. Tiene un dominio total sobre sus armónicos, subtonos, trinos y falsetes.
Nethal, ha nacido para ser una estrella.
Capítulo 2
Esto no es algo que sus seguidores sepan, pero es parte del motivo que los vuelve locos por él. Su voz es tan hermosa y especial que es capaz de cambiar el estado de ánimo de la gente triste y hace que cualquiera que lo escuche se sienta mejor. La música de Kyō Tō, rodea y acompaña a las masas en todas partes, en los dispositivos móviles, en la televisión, en el cine y, como en este momento, en los conciertos en directo, a pesar de que lo que tocan es rock duro y saben Dios y el Diablo, que no es el género musical favorito del gentío. Pero ellos son especiales. Y lo saben.
A mitad de concierto, todos los presentes, funcionan como una sola entidad. Nethal contempla el panorama, tantas veces visto, en todos sus anteriores conciertos. Un mar de cuerpos que se mueven como en ondas, que a veces levantan los brazos, a veces lanzan brillantes destellos desde los flashes de sus cámaras, a veces corren en círculos y en algunos momentos, también, guardan un sepulcral silencio, anhelando un poco más de esa magia que solamente ellos, los Kyō Tō, tienen. Nethal se puede llegar a sentir como un dios pagano. Amado y admirado hasta la locura.
De vez en cuando, sobre el mar de cabezas, se ven cuerpos rodando, sobre todo femeninos. Es un juego y un salto de fe, también. Pequeñas mujeres se estiran con los brazos en alto y los pies en puntillas y alguien las lanza en forma de ariete sobre la gente que sigue la diversión y no las deja caer al suelo. Innumerables brazos las sostienen y las manos de todos las ruedan adelante y atrás sobre la gente. Es hermoso verlas rodar.
Nethal es una estrella que sabe bien como llevar a sus adeptos como quiere y a donde quiere. Siempre lo siguen en sus locuras porque tanto se entrega el público a él como al contrario. Él no teme a la gente, como otros artistas que se mantienen a distancia e incluso en los conciertos miran a la masa bajo ellos con temor por si algo se sale de control. La superestrella baja del escenario, se lanza contra ellos y es recogido en el aire y llevado como un sagrado Cristo yaciente por todo el recinto, mientras él, con los ojos cerrados, sigue cantando hasta el momento en que siente que debe volver y como si diera una orden telepática, lo devuelven a su sitio.
Él lo llama sinergia. Otros dicen que es locura. Sea como sea, no teme. Hace señas al staff para que coloquen frente a él la rampa que pidió. Es una pieza móvil que atraviesa la zona donde las vallas metálicas separan al público del escenario como si fuera un foso de caimanes. "Es por seguridad", le dicen. Pero eso le importa menos y nada.
No comprende a qué se refieren, porque él siempre está seguro ahí. El escenario es su territorio, son sus dominios y él mismo es el amo de este feudo. La rampa se despliega con suavidad y crea un camino que lo acerca a la gente, que embobada lo mira sin creer que su dios se acerca. Todos enloquecen y los gritos llamándole se doblan.
Los guitarristas lo siguen y más atrás el bajista. Incluso el batería se levanta y los sigue con las baquetas en alto, sin dejar de marcar el ritmo, mientras Nethal al frente, levanta su voz como un encantamiento que inunda el recinto completamente. Es el punto álgido del espectáculo que casi llega a su fin después de una hora, que muchos llevarán para siempre en sus corazones y en sus mentes como una experiencia inolvidable.
Y en ese momento, cuando toda la banda da el último estertor y Nethal derrama una última poderosa nota y...
De repente, el vacío que siente por dentro, en su alma, se lo traga todo y lo deja sin voz, con la boca abierta, mudo. No consigue reaccionar mientras mira a un público alucinado y expectante. Simplemente, no puede cantar más. La masa enfervorecida le pide otra y lo ovaciona. Todo el grupo está en shock, pero no saben qué hacer.
En mitad de todo esto, una figura femenina es lanzada por encima de todas las cabezas, de forma tardía. Un solo cuerpo gira y se convierte en el foco de atención. La mujer va rodando sobre la gente como si fuera un tronco de un árbol de cerezo. Las manos la envían hacia adelante a una velocidad sorprendente y llega hasta la rampa. ¡Y paf!. Cae a los pies de Nethal como si fuera una ofrenda al Dios.
Ella es pequeñita y flaca. Nada especial. Pero cuando de pronto sonríe, es más bonita que un sol. Lo mira desde el suelo y completamente estirada sobre la tarima, brazos arriba, pies de bailarina en punta, y pronuncia su nombre.
—¡Nethal!.
Y se ríe y a él le suena como una cascada de agua que rebota entre las piedras. Casi le llega su aroma, indefinible pero único, entre el olor a sudor y humanidad. Ella huele a jardín y a lirios.
Se acaba de enamorar y ya no quiere cantarle a otros. Abre la boca y sin más, brota desde su esencia la más bella canción de amor. Sus compañeros de siempre, que conocen su voz y las armonías preferidas, se animan a acompañarlo suavemente y así, con una rodilla en tierra, se inclina sobre la muñeca de ojos castaños y boca de fresa.
Le canta a ella y a lo que siente al mirarla y cualquiera diría que su canción lleva siglos escrita, más no. Es el sonido nuevo de una canción nueva, inédita, que recuerda a los primeros tiempos del cantante por su frescura. Todo lo improvisan él y su grupo. Hasta la última nota que vibra un momento en el aire y desaparece entre el estruendo de la muchedumbre.
El aplauso final es ensordecedor. Nethal extiende la mano y levanta a la chica. La abraza por la cintura y ella se deja. Saluda a la concurrencia y sin soltar la mano de ella se inclina varias veces como en resto de sus amigos y se despide con la mano en alto hasta la próxima. Arrastra a la niña al backstage huyendo del ruido de miles de voces y cuando están casi solos la coloca con suavidad entre su cuerpo y la pared ocultándola de las miradas curiosas de todos los que pasan y se preguntan qué está pasando con el cantante estrella. Hoy fue todo muy raro al final y todos quieren hablar con él, pero Nethal solo quiere hablar con ella.
—¿Quién eres tú, muñequita?.
—Soy Momosuke. —afirmó risueña.
Se llama Momo. Como la flor del melocotón.
Capítulo 3
Le da la mano para levantarla del suelo y la lleva tras las bambalinas, pero le dice que espere ahí. Y ella lo hace. Mientras él se despide del público con una inclinación tras otra y levantando los brazos junto con sus chicos en señal de victoria, ella recibe un montón de mensajes de su grupo de amigos que la vieron en las pantallas gigantes mientras Nethal le cantaba.
Ella no era una fan del grupo ni del solista, en realidad. Los conocía porque era imposible no saber de ellos, tal era el éxito a nivel nacional que tenían. Pero no era una seguidora ni mucho menos. Bastante tenía con su vida y con sobrevivir día a día como para ocuparse de cosas tales como seguir a un ídolo por muy famoso que fuera.
Estaba allí porque una amiga le había regalado la entrada, y se integró en el grupo de conocidos de ella, pero más amigos de la otra chica realmente. Y así fue como apareció allí sin esperarlo.
Mucho menos esperaba terminar como protagonista de todo aquello. Por primera vez en su vida se decidió a soltarse el pelo y librarse de un montón de las inhibiciones que normalmente acotan su vida y al son de la música fue entrando en calor y dejándose llevar.
Saltaba, gritaba y cantaba sin pudor. Total, nadie la conocía allí prácticamente y a todos les daba igual quien era ella o lo que hiciera. En un momento dado y sin saber cómo se encontró rodando por sobre las cabezas del gentío y fue una sensación tan extraordinaria, el sentirse tan ligera, tan confiada en manos de otros, que casi resultó una especie de éxtasis. Cerró los ojos y simplemente dejó que la turba condujera su cuerpo pequeño y suave a donde quisiera, fluyendo sin pensar.
Cuando abrió los ojos estaba a los pies de aquel dios al que había contemplado desde lejos durante toda la noche, arrastrada por el encantamiento de su voz y su presencia. En ese concierto fue que entendió cuál era el éxito de Nethal y su agrupación, por primera vez. No tenía nada que ver la experiencia de verles en directo a lo que era verlos por la tele o en diferido. Ese hombre tenía magia. Era magia.
Él le preguntó su nombre y le dijo. Luego le cantó de forma estremecedora y al final la levantó y la hizo esperar mientras se despedía entre el clamor del recinto. Momo empezó a dudar si era una buena idea quedarse, pero para cuando quiso buscar la salida entre esa maraña de cables y aparatos de sonido y focos gigantescos, ya era tarde.
Él había regresado y abrazándola, la condujo por los largos pasillos que llevaban al camerino. La llevaba bajo el sobaco casi, resguardada de miradas ajenas. Era raro porque en realidad todos allí la habían visto sobre el escenario, pero le gustó que no la expusiera y en realidad ella no se sentía cómoda mirando a nadie ni recibiendo miradas extrañas.
Nethal la llevó con él porque no quería perderla entre la multitud. Lo que había sentido sobre el escenario mientras le cantaba iba más allá de la interacción que se tenía con una fan. Él quiso cantarle a ella en concreto. Ella había despertado un algo dentro, una voz nueva, como si fuera una de sus musas.
Al mirarla la palabra inspiración cobraba un nuevo sentido, porque además, todo se dio en presencia, sobre el escenario, improvisando pero al tiempo sabiendo lo que hacía, como si una voz le dictara la melodía y la letra completa desde otra dimensión o desde el cielo. Y eso lo había provocado la chica directamente.
Ahora quería descubrir quién era Momosuke y qué había en ella que hacía que quisiera cantarle. Y así empezó todo. Vivieron unas semanas increíbles juntos en el apartamento de lujo que tenía el cantante en el centro de la ciudad, hasta el día de aquella fiesta.
Después le ofreció mucho dinero. Y la cagó.
......................
Pasaron dos meses.
Ella siguió adelante con su vida. El tiempo con Nethal había coincidido con sus vacaciones y así es como lo tomó. Unas vacaciones de su vida y de sí misma. Y en verdad fue tan increíble que por un momento empezó a soñar con cuentos de hadas y príncipes azules. Pensó tontamente que para él era lo mismo. Hasta el día en que la trató como una basura y le ofreció dinero. Ella no tenía mucha experiencia pero no era una ingenua.
Nethal quería buen sexo sin compromiso y ya. ¿Y ella?. Realmente Momo no se había planteado nada. No pensó en nada. De hecho, no pensó… no estaba en sus cabales cuando se fue con él. Jamás había hecho algo parecido y en el calor del momento le pareció una estupenda idea. Una aventura increíble y la asombrosa oportunidad de estar con alguien inalcanzable para cualquiera. Después de todo él era un casi Dios.
Todo bien. Pero después de unos días ella empezó a sentir algo más que la emoción de la novedad. Se estaba enamorando. Eran perfectos el uno para el otro. Reían, follaban, hablaban, jugaban… no tenían entre ellos ni un solo desencuentro. Fue maravilloso.
Unos días antes de irse, escuchó una conversación entre el manager y uno de los productores.
—¿Y esa quien es?. —El que habló era un hombre bajito y con barriga que le presentó Nethal un rato después. Un productor de la discográfica.
—La nueva putita. Ya sabes como es. —replicó el manager.
—Sí, ya sé. Pero no se parece a las otras. No es tan —hizo un dibujo de reloj de arena en el aire con las manos— exuberante como le suelen gustar.
—Bueno. Una puta es una puta. Y esta se deja coger pero bien. Se oyen los jadeos por toda la casa y ya estamos varios esperando a que se canse de ella y nos deje probarla, como hace siempre ja, ja, ja —La lascivia iluminó los ojos del sátiro.
—Avísame cuando pase. Yo también quiero un poco de eso ja,ja.
Momo se movió hacia atrás para no ser vista, asqueada. Por eso no salía con nadie desde hacía tanto tiempo. Su último novio la había llamado "su cubo de semen" el último día que lo vio, justo cuando lo abandonó. Le había dicho con desprecio que eso era lo que había sido para él todo ese tiempo. Después de una relación tormentosa de años, lo pilló hablando con un montón de mujeres más en su aplicación de mensajería, y pudo darse cuenta de que llevaba mucho haciendo eso el desgraciado.
Fue el último de una larga lista de fracasos amorosos y la guinda del pavo. Después de eso ya no quiso saber de hombres hasta que llegó Nethal, tan irresistible, tan divo, tan distinto a todo lo que conoció antes. O eso pensó al principio. Finalmente se le vieron los colores y pasó a ser uno más de tantos, o eso quiso creer.
Porque por más que su cabeza le dijera que ya lo había olvidado, si corazón o extrañaba a rabiar.
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