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SÓLO SI ES CONTIGO

1: Debe de ser una broma de mal gusto

— ¡¿QUÉ?! NO PUEDES HACER ESO!!

Madison rió al ver a Leya explotar de rabia.

—Claro que puedo hacerlo mocosa impertinente. Yo ya lo hice.

Leya tragó saliva de la rabia. Vió el deseo de pegarle a Madison y abofetearla hasta dejarla inconciente pero solo apretó sus puños y los dientes.

Al lado de Madison, estaban sus hermanas que sonreían triunfantes.

— Al fin nos deshaceremos de esa estúpida.

—Un monstruo con otro monstruo. Una pareja perfecta.

Las risitas de sus hermanastras empeoraron la situación. Leya agarró un cojín y lo aventó hacia ellas.

— Eres una maldita bestia!!!¿¡cómo te atreves!? Nunca nadie se casará contigo y así es como me lo pagas? Maldita desgraciada!!

Las lágrimas de Leya se hacían presentes por la rabia.

— ¡¡¡Solo te interesa el dinero que recibiste!!!

— Y un millón es demasiado para una niña como tú. Vé a empacar tus cosas, esos idiotas pasarán por ti enseguida.

—¡¡¡LAS ODIO!!! OJALÁ NUNCA MÁS LAS VUELVA A VER!!!

—Eso espero- dijo Madison sonriente-.

Leya subió las escaleras hasta su habitación. Sentía como su corazón se partía en miles de pedacitos.

No tenía mucha ropa, solo tenía unas cinco prendas y dos pares de calzado, desde que Madison se casó con su padre y éste se fue, Leya tenía que soportar todo un sinfín de trabajos en la casa.

Leya quería enamorarse y soñaba con casarse con una persona que sintiera lo mismo. Tenía 28 años y nunca había podido tener novio por culpa de su madrastra.

Mientras lloraba por haber sido vendida para casarse con un chico enfermo, ya había agarrado todas sus pertenencias.

Sintió a Madison gritarle.

—Leya!! Ya están aquí!!! Ya baja!!!!

Bajó las escaleras con angustia por lo que iba a encontrar en su nueva vida. Vió a sus hermanastras y madrastra con una sonrisa grande, y al lado dos personas nerviosas intentando sonreír.

—Hola. —Dijo sin ánimos al llegar a ellos —.

¿¡Qué tipo de padres pagarían tanto por su hijo!? Leya pensaba que a pesar de qué iba a ser su futura esposa, sería más una sirvienta.

Quería tener sus esperanzas intactas, pero jamás pudo salir de esa miserable trayectoria. Parecía estar sentenciada a ser infeliz.

Coco se acercó con un ladrido meneando sus orejitas peludas.

Miró a su madrastra agarrando al cachorro.

—¿puedo llevarmelo?

—Si llévate al perro. -dijo con crueldad -.

— Pero mamá... —sollozaron las hermanastras —.

—Hijas no necesitamos a ese saco de pulgas ... Ya pueden llevársela

La mujer dijo con voz dulce.

—¿Estás... lista cariño?

Leya la miró. Sintió que su corazón se encogía y asintió con la cabeza.

El señor le agarró la maleta y Leya los siguió.

El auto que esperaba afuera era de lujo, antes de entrar en el le dió un vistazo a la casa , aquella que había comprado su padre y qué se la había obsequiado al morir su madre.

Madison se había encargado de esconder esos papeles, y dar lugar a otros falsos.

Leya suspiró hondo. Madison y sus hermanastras salían por la puerta con una cara sonriente despidiéndose.

Leya las miró con odio y entró al auto.

No tenía caso que se resistiera.

Le había tocado casarse con alguien que no conocía y que estaba enfermo.

2: Los Foster

— ¿Debe de parecerte un poco extraño, verdad?

Dijo el señor. Leya miró hacia delante.

La señora miró hacia atrás y sonrió.

—Sé qué debes pensar que somos unos malos padres. ¿Cómo podríamos hacer algo así? Pero todo tiene una explicación.

—¿Y cuál es?—Dijo Leya mirándola —.

—Nuestro hijo está enfermo.

—Julia ! no le digas así, la vas a asustar! — dijo el hombre —.

—El se va a morir?- dijo Leya-.

"Genial tengo que cuidar a un hombre incrustado en la cama ”.

—Espero qué sí, algún día — Dijo el hombre —.

—¡Morgan! — Golpeó su brazo—.

Leya torció su boca.

— Verás cariño, deseamos con desespero que salga de su casa. Está todo el día encerrado y ha llegado al punto de autolesionarse. Está así desde que Miranda lo engañó y lo dejó. Estaban comprometidos.

—¿Y cuál es mi función en eso?Yo no soy psicóloga.

—Hemos contratado a varios psicólogos durante esos seis meses.

—Y ninguno pudo hacerle cambiar.— dijo el hombre — buenos para nada.

Leya pensó que parecían ser buenas personas, pero sin embargo aún no entendía bien porque ella.

— Hemos pensado que sí el amor lo dejó así... tal vez el amor lo vuelva a sacar...

—Vaya cuento de hadas — suspiró Leya — El ni me conoce, yo tampoco a él, ¿y hablan de amor? ¿con un matrimonio arreglado?

—Fue nuestra última opción. El no conoce a nadie. desde qué se rostro ya no es el mismo...

—¿ Que le pasa a su rostro?

— Tiene una gran cicatriz debido a una pelea.

Leya pensó en un hombre deforme, con barba y panzón.

Se le salió la poca esperanza que le quedaba.

— Esperamos que al tener una mujer, salga de vuelta. Te pagaremos.

—¿Qué?

—Te daremos dinero cada mes, será cómo un trabajo. Solo debes firmar esto. — La mujer le entregó un papel — es el contrato del matrimonio. Sólo serán seis meses. Después pueden divorciarse.

Leya observó la firma que ya estaba.

—¿Cómo hicieron que el firmara?

— El ya sabe de lo que se trata.

—¿Y está de acuerdo?— Leya puso cara de sorpresa —.

— En si ... no. —dijo el hombre — pero si madre le rogó tanto que no tuvo más que aceptar.

— Tengo el don de persuadir — Guiñó el ojo—.

Leya sonrió y miró de nuevo el papel.

La mujer le entregó un bolígrafo. Está se tomó un tiempo pensando en si era buena idea. Ahora ya no tenía un lugar a dónde ir. Firmó al fin y le dió el papel a la mujer.

—Que bien Morgan, ya tenemos Nuera. —sonrió— me hubiera gustado que hubiera sido de otra forma, ojalá tu madre me perdone.

—Espera un momento, ¿Mi m-adre?

— Conocí a tu madre . A tu padre también. Éramos amigas y trabajamos juntas en una cafetería. Ella ya estaba embarazada de ti y eran muy felices. Cuando ella murió siempre estuve dispuesta a ayudar a tu padre a cuidarte pero el se negaba. Dejó de hablarme y me enteré que se había casado con otra mujer con dos niñas. Me enteré de cosas bizarras de ellas y me molesté qué tu padre te había abandonado. Quise sacarte de allí pero no encontraba a tu padre por ningún lado. Luego, pasó esto, y fuiste mi primera opción.

Leya se sorprendió. El auto empezó a disminuir la velocidad y entraron a una mansión hermosa.

—¡Ya estamos en casa Leya Foster! —dijo aparcando —.

—¿Preparada para conocer a tu esposo?—sonrió—.

3: Conociendo a Edgar Foster

Leya se fijó en la enorme casa mientras tenía a coco en brazos y el señor Foster bajaba la maleta.

La señora abrió la puerta y la invitó a pasar.

Leya entró, la casa estaba a oscuras. Parecía la boca de un lobo. Se fijó en las escaleras que eran lo único que decoraba la casa . El señor Foster cerró la puerta dándole un susto a Leya.

— Edgar, tu esposa ya está aquí!!- gritó la señora Foster—.

Leya se sintió en una película de terror. Siguió abrazada de coco y observó como una silueta se acercaba a la escalera.

Tragó saliva. Aún no podía ver quién era aquel hombre alto que bajaba lentamente las escaleras.

— Vaya madre, veo que no perdiste el tiempo.

—Edgar, ya lo habíamos hablado. El trato es seis meses, y si ni siquiera sientes de vuelta una pizca de vida en ti, no nos meteremos más en tus decisiones.

El bajó el último peldaño y ahí Leya pudo ver su rostro.

El era un joven hermoso.Leya lo miró sorprendida, lo único que había acertado era que tenía barba. No podía dejar de mirarlo, el se acercó a ella observándola y ahí ella pudo notar una cicatriz que pasaba por su ojo.

—¿Acaso la conseguiste trabajando en alguna esquina? -Dijo Edgar -.

Laya se enfureció y sin pensar le dió una cachetada.

— Ya veo porque estás a oscuras y sin salir de casa. Vive una bestia idiota que no es capaz de dar Gracias.

Edgar se tocó su cachete enfurecido.

Leya miró hacia la señora Foster qué igual que el señor Foster, estaban asombrados.

—¿Cuál será mi habitación?

— Si, sígueme.

Al pasar por al lado de Edgar este susurro entre dientes:

— Verás lo que es ser una bestia.

Leya al escucharlo se ruborizó.

Subió las escaleras siguiendo a la señora Foster .

La casa era hermosa aunque muy oscura.

Leya subió todas las escaleras y bajó a coco para que corriera.

— Esta será tu habitación.

Leya se fijó en la habitación que la señora Foster le señalaba.

Ella entró observando lo grande que era.

De toda la oscuridad era la única habitación con las ventanas abiertas y con rayos de sol entrando por el balcón.

También al lado de está habitación había un baño solo para ella.

Leya sintió que se podría acostumbrar a ello en esos 6 meses.

— Qué es eso?- dijo observando una fotografía en la mesita de luz -.

—Edgar a los 30. Cuando se ocupaba de la empresa y seguía haciendo lo que le gustaba.

La señora Foster empezó a llorar. Leya la llevó a sentarse en la cama.

—Perdona Leyla. Tú misma lo has dicho. Se ha convertido en una bestia después de su separación con Miranda.

—¿Todo por qué lo engañó?

La señora Foster saco un pañuelo de su bolsillo.

—No solo lo engaño con otro hombre sino que ese hombre era su primo. Él lo traicionó en los negocios y se acostaba con ella incluso el día de su boda. Toda esa alegría desapareció al ver a los dos en la cama unas horas antes de su casamiento. El era risueño, divertido, apasionado por la vida... —Exclamó— Lamento que no lo puedas conocer así.

Leya puso su mano en el hombro de la señora Foster.

— No sé preocupe Señora Foster, intentaré que vuelva a ver a su hijo de esa manera.

La señora Foster sonrió .

— Gracias Leya, pero dime Juli, Juliana o mamá. Eres mi última opción en esto.— la abrazó—.

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