~Meses después~
**Madison**
Han pasado meses y por fin Isabella tuvo su bebé, me estoy preparando para ir a la mansión Petrovich a conocerlo, le dieron de alta el día de ayer, pero no pude verla ya que estaba en casa de Max.
Es un hermoso niño, y creo que su nombre es Aiden, mis padres lo vieron ayer y quedaron encantados con esa hermosa criatura, me da emoción de solo pensar en un bebé.
Estoy en mi auto camino a la mansión, mis padres me compraron un auto para el día de mi cumpleaños número diecinueve, me dieron la mejor de las sorpresas ese día, y otra de mis sorpresas fue la llegada de Max, sé que viene cada mes a visitarme, pero la sorpresa fue que se graduó de doctor y volvió para quedarse en la ciudad, no me siento sola desde ese entonces.
Max se ha convertido en la persona más importante que tengo en el momento aparte de mis amigos, pero digo que tiene un toque más especial que todos porque él me ayudó a reparar poco a poco lo que estaba roto, desde que llegó a la ciudad siempre ha estado pendiente de mí, tuve que ir a un psicólogo y nunca faltó él a mi lado.
Va de visita a mi casa cuando sale del consultorio, muchas veces se queda a cenar, incluso mis padres lo dejan dormir en casa, yo voy a su casa de visita de vez en cuando, por ejemplo ayer estaba con él porque me estaba ayudando con un proyecto ambiental de la universidad, Max tiene más conocimientos que yo en esa área.
Sí, la universidad nos sigue dando patadas en el trasero, por suerte Helen, Joseph y Maicol que son los mayores, terminan este año, no creo que necesiten de tanto si van a herederar las empresas de sus padre. Pero yo aún tengo dos años por delante para terminar al igual que Samuel, somos los menores así que debemos estar en la lucha todavía.
...
Espero que la gran reja de la mansión Petrovich abra sus puertas para ingresar, cuando estoy adentro me recibe Daniel, como siempre tiene que desordenar mi cabello muy bien arreglado cuando me ve, no ha perdido esa costumbre.
No me siento cómoda estando en este lugar, no por las personas, sinó por algo más que cuando recuerdo, sigue doliendo doliendo un poco, trato de pensar no eso, se supone que ya estoy sanando, pero ha pasado mucho tiempo desde ese día, tal vez haya una cicatriz muy grande, pero lo que si sé, es que yo dejé de esperar, y decidí olvidar.
—¿Estás bien niña?—me pregunta Daniel al ver que no me muevo de dónde estoy en pie, me quedé observando la mansión por unos segundos, esta es la primera vez que tengo la valentía de venir.
—Estoy bien, y deja de decirme niña—gruño, y él solo se ríe.
—Lo sigues siendo para mí, anda, vamos adentro—me dice, nos pusimos en marcha cruzando por ese camino de piedras y alrededor decorado con flores.
—¡Daniel!—se escucha una exclamación y era la voz de Javier—tú maldito bastardo.
—¿Ahora que quieres? No te prestaré más dinero así que largo —responde Daniel sin importancia.
—Tú me has robado, te comiste mi pastel de chocolate, sabes que es mi favorito—se quejó cruzando los brazos sobre su pecho, ¿Esto es por un pastel?.
—Oh vamos, yo no fui, pregúntale a Peter o a Jack, siempre me culpas por todo.
—Sé que fuiste tú escurridizo, siempre robas mis cosas.
—¿Yo? Tú eres el que lo hace, incluso quieres usar mi ropa interior, no tienes vergüenza, deberías pedirme disculpas por tal calumnia.
—Ja, olvídalo, eso pastel lo hizo la señora Antonella y tú te lo comiste, la ropa interior se devuelve, pero lo que te comiste no, debería hacértelo vomitar ahora mismo.
—¿Ves que si robas mis cosas? Y ya te dije que no fui yo, bueno... había un pastel de chocolate y nueces en la despensa pero...no creo que haya sido el tuyo.
—¡Te mataré!
—Yo creo que mejor me voy...—dije, y seguí de largo mientras ellos seguían con su discusión de un pastel de chocolate y nueces, ¿Quién pelea por eso? Solo esos dos tienen esa peculiaridad, pero admito que me sacaron una sonrisa.
Ni siquiera tomé la perilla de la puerta cuando alguien la abrió, era Emily, hermana de Mason, ella y su hermana han visitado mi casa con Isabella, me tomaron mucho cariño y me miran como una amiga. Debo decir que al principio no cruzaba palabras con ellas por el hecho de que son hermanas de... él. Sin embargo, Isabella está casada con Mason, así que traté de ser un poco más abierta, fue difícil para mí en un principio, pero ellas fueron muy discretas y nunca mencionaron el tema de su hermano, creo que Isabella ayudó un poco en ese asunto ya que fue la principal testigo de todo lo que pasé y conoce mi situación a fondo.
—Hola—me saluda con una amplia sonrisa—¡ven a conocer a mi sobrino! —. No me dejó decir nada y me jaló del brazo hacia adentro, cerró la puerta detrás y luego me encaminó hasta el recibidor, se veía bastante entusiasmada.
En el recibidor estaban los padres de Emily, Mason al lado de Isabella y esa pequeña criatura en brazos, aparte también estaban los chicos, Samuel, Maicol y Joseph, incluida Helen, al parecer coincidimos con el mismo día para conocer a Aiden.
—Oh, Madison —pronuncia Isabella al verme, la verdad me sentía incómoda en ese lugar, no fue buena idea venir—ven, acércate, mira de cerca a esta belleza.
Tímidamente me acerqué como Isabella me indicó, por Dios que casi me muero de la ternura, unas pequeñas manos, unos pequeños y rosados pies, una boca tan diminuta, una nariz perfectamente pequeña y ni hablar de lo pequeño que es, ¡el bebé de Isabella es precioso!.
—¿Verdad que es lindo mi obra de arte?—habla Mason sosteniendo a Aiden en sus brazos.
—Es realmente hermoso, felicidades—les digo tomando la manita del bebé, es tan suave y delicada—mi madre me dijo que lo llamaron Aiden, lindo nombre.
—Si, ese lo escogí yo—respondió la señora Loren, a ella también la conozco porque ha ido a mi casa y también ha hablado con mi madre.
—Es exactamente igual a Mason—comenta Lauren, no me percaté en que momento se posicionó a mi lado.
—Puf, claramente se parece a mí —alardea Samuel con suficiencia.
—Ya quisieras, eres tan feo que las chicas huyen de tener una relación seria contigo—se burla Emily con una sonrisa satisfactoria.
—Habla la que balbucea cuando está cerca de un chico—contraataca Samuel alzando una ceja, Emily pone los ojos en blanco y le resta importancia a su comentario.
La verdad esos dos tienen muchos choques, como la familia de Isabella estuvo viviendo aquí por un tiempo, ellos convivieron, pero no sé la llevaron bien, o eso me comentó Helen.
—¿Y ustedes no tendrán uno?—le pregunta Maicol a Joseph y a Helen.
—Yo solo espero el momento para engendrar—respondió Joseph mirando a Helen pícaramente.
—Aún no es el momento —corrige ella.
—Se están tardando —comenta Samuel.
—¿Y tú Samuel? ¿No piensas amarrar a un chica con un hijo para que pueda quedarse contigo?—Inquire Emily haciendo irritar a Samuel.
—Te voy a demostrar que puedo retener una a mi lado, también espero ver que no actúes como una tonta delante un chico, con tu poca carisma creo que todos terminarán huyendo de ti, abejita —le responde Samuel con una sonrisa retadora.
—Basta chicos, los veré tomados de las manos un día de estos—interviene el señor Franco, Samuel y Emily intercambian miradas de desagrado y luego la desvían cruzando los brazos sobre sus pechos.
Mientras tanto Mason estaba cautivado observando a su pequeño bebé, lo tenía en sus brazos y no lo quería soltar, lo detallaba mientras ese ángel dormía en un profundo sueño, se le nota lo feliz que está por ser papá, pero pobre, tuvo que soportar los cambios de humor de Isabella durante el embarazo, valió la pena terminar con muletas esos días, la misma Isabella me contaba todos sus arranques repentinos, su esposo tuvo que soportar todo eso.
—Mamá, ¿Dereck no vendrá a conocer a Aiden?
En el momento en que Lauren hace ese comentario mi sonrisa se desvanece, la sala queda en silencio total, todas las miradas cayeron sobre mí y varias de reproche sobre Lauren, un nudo se forma en mi garganta y otra vez estoy sintiendo la ansiedad, se supone que ya me estaba librando de ella.
—Lo siento...—se disculpa Lauren tomando el dedo meñique de mi mano, pero no debería disculparse, soy yo la que tuvo la valentía de venir a esta mansión donde convive la familia de él, y es obvio que lo mencionen ya que también es el tío de Aiden.
—No te preocupes, creo que ya debería irme, no vine por mucho tiempo, solo quería conocer al bebé —dije con una sonrisa forzada sujetando el asa de mi bolso.
—¿No te quedarás con nosotros? Estaremos aquí con Isabella en nuestro día libre —me habla Helen tomando mi mano, puedo notar la mirada de preocupación de todos, pero no pienso quedarme un minuto más.
—No, tengo un compromiso con Max, solo vine de paso—excuso, y no miento, en verdad tengo un compromiso con él.
—Últimamente esa garrapata no se despega de ti, se le nota que aún le gustas —comenta Maicol con indiferencia
—Estoy de acuerdo con el sujeto a mi lado, ese doctorcito no te deja respirar —añade Samuel, la verdad a mis amigos no les agrada Max porque siempre estoy con él.
—Cierren la boca sino van a decir nada productivo —les corrige Isabella —puedes irte, Mad, no hay problema, cuando termine mi reposo iré a tu casa y llevaré a este muñeco.
—Bien, entonces me despido —me límite a decir.
Salí de la mansión sin dejar notar la prisa que tenía, afuera estaba Peter, jack, Javier y Daniel discutiendo por otra cosa que no tenía la menor idea.
Pasé de largo y me subí en mi auto, cuando estuve adentro pude soltar todo el aire retenido en mis pulmones, dejé caer mi cabeza en el volante, cerré mis ojos con fuerza y traté de inhalar profundo, mi cuerpo estaba tenso, y todo eso lo causó el nombre de él, por eso trato de mantener mi mente ocupada en otras cosas, incluso por las noche tomo pastillas para dormir porque tengo pesadillas con él.
Después de calmarme pongo el auto en marcha y salgo de la mansión Petrovich, cuando estoy por girar la esquina para salir de toda su área, freno en seco al darme cuenta que otro auto viene en la misma dirección que yo, al parecer se dirige a la mansión.
Dejé caer mi cabeza en el volante nuevamente para pasar el susto, estaba aturdida y nerviosa, ¿Que pasa conmigo?.
Me bajo del auto porque no me percaté si logramos chocar o tener un roce, por poco chocamos y no sé si fue por mí negligencia o la persona que conduce ese otro auto tampoco tuvo cuidado.
Me acerco al auto contrario y toco su ventanilla para cerciorarme si se encuentra bien, o si quería darme un insulto, el auto es muy lujoso, lo detallé muy bien, y si fuera chocado con él, de seguro hubiera pagado mucho dinero por eso.
—¿Hola?—toco nuevamente la ventanilla de ese auto, pero la persona que está adentro no se digna a bajar ni a darme ningún tipo de respuesta, no puedo ver quién está adentro porque los vidrios son oscuros y no logro ver nada.
En ese momento que estoy de pie al lado de ese auto, mi teléfono vibra en la parte de atrás de mi pantalón, lo saco y en la pantalla veo el nombre de Max, sonrío cuando lo veo y le contesto de inmediato olvidándome de persona tan odiosa que no baja del auto.
Me llama para decirme que la cita se aplaza para esta noche, se reunirá con sus amigos en el club de encuentro donde siempre vamos a pasar el rato, acepto su invitación porque la verdad no tengo nada que hacer esta noche, tomar no me vendría nada mal.
Cuelgo el teléfono y lo devuelvo a su lugar, me doy por vencida con la persona maleducada que nunca bajó del auto y regreso al mío poniéndolo en marcha dejando el otro coche atrás.
**Isabella**
—Vamos, déjalo dormir—le digo a Mason que no se despega de Aiden, ahora está en su cuna, pero su terco padre sigue sin creer que tiene un hijo.
—¿Y si llora? —me dice preocupado.
—No lo hará mientras está dormido, y si lo hace lo alimento —le digo para calmarlo.
—Pero...¿Y si deja de respirar? Y si...
—Mason, deja de imaginar cosas, déjalo que duerma, no le pasará nada, ya cálmate.
Mason estaba ansioso antes de que naciera Aiden, no me dejaba sola, aveces faltaba a su trabajo para estar conmigo y consentirme en todo, pero también sufría con mis cambios de humor, y ni si diga de Daniel y Javier, ya ellos tenían experiencia porque fueron los que trataron con mi madre la cual también pasó por lo mismo tres veces, no fui muy manejable.
—Entonces descansa tú también —me dice abrazándome por la espalda.
—Iré al jardín con los chicos, recuerda que hoy se quedarán conmigo, no quiero estar sola todo estos días que debo mantenerme en reposo.
—No estarás sola, está mi madre y las chicas, no quiero que hagas ningún esfuerzo, y no quiero enterarme que andas por la cocina, voy a enojarme como la última vez si me desobedeces ¿Está claro?
Si, Mason ha sido así también durante mi embarazo, no me dejaba hacer nada, no me permitía ir a la empresa, no me permitía conducir, ni siquiera cocinar, la última que vez que toqué la cocina me corté un poco la mano y él se puso paranoico y se enojó conmigo solo por eso, ¿Por un simple corte?.
Exacto, por un simple corte, él me ayudaba a bañar, a vestir, hacía todo por mí, incluso quitar mis zapatillas.
Cuando dormimos, trataba de acomodarse lo mejor por mí pansa, él tenía cuidado en todo, incluso la señora Loren se burlaba porque Mason era muy exagerado, pero es un maravilloso esposo, creo que es mi mejor sirviente.
—No quiero que vayas al jardín —comenta hundiendo su cabeza en mi cuello.
—¿Por qué?
—Solo quiero que estés en reposo como lo indicó el doctor, y tú padre también estuvo de acuerdo conmigo.
Y aquí va la parte de mí padre, es igual a Mason, parece su hijo. Sobreprotector, celoso, le da importancia a cada detalle de mi, a mis cambios de humor, lo que deseo, busca la manera de complacerme, creo que obtuve como esposo una copia de padre.
—Amor—pronuncio y me giro en sus brazos para verlo de frente—. Solo me sentaré afuera y haremos un picnic, ellos se encargarán de todo, solo quiero distraerme en algo mientras Aiden duerme, no me pasará nada con eso, no te preocupes.
—¿Lo prometes?
—Por supuesto, que tonto eres —rodeé su cuello con mis brazos y dejé un beso en sus labios para convencerlo, que hombre tan terco.
—Bien —asiente muy obediente —volveré temprano hoy como siempre, espérame.
—De acuerdo, solo no hagas travesuras —le advierto liberando el agarre de mis manos en su cuello.
—Sabes que nunca hago nada travieso —me recalca tomando mi brazo para pegarme a su cuerpo con un poco de fuerza —pero quiero hacer algo ahora.
—¿Que cosa? —le pregunto rodeando con mis manos su cintura, quedaba bajita ante su gran figura varonil, y tenía que alzar mi mirada para poder verlo mejor.
—No preguntes —me dijo, y con una mano se apoderó de la parte de atrás de mi cabeza enredando sus dedos en mi cabello para hacerme llegar hasta sus labios, me besó como siempre lo hace, con afán y con salvajismo.
Empezó a dar pasos hacia adelante y yo retrocedí hasta que me topé con la cama y caí en ella de espaldas, él se subió encima de mí y me cubrió por completo con su cuerpo, se apoderó de mis labios nuevamente, esta vez tomó mi rostro con sus dos manos intensificando el beso, me estaba dejando sin aliento.
Introdujo mi lengua en mi boca y jugó con ella sin dejar de mover sus labios intensamente, se apoderaba del superior y del inferior, incluso llegó a morderlo, él nunca me besa, me devora hasta al cansancio y nunca se siente satisfecho.
Alejó el cabello que cubría mi cuello y sus besos pasaron hasta ahí, fueron suaves y húmedos, me hacían sentir en el cielo, lamió hasta bajar a mis pechos y acarició por encima de la tela, pero sé que aún no lo podemos hacer y es una lástima porque mi cuerpo está deseoso por sentirlo, y sé que el suyo también, su miembro puntea en mi cavidad, esto está siendo una tortura.
Nuevamente se apodera de mis labios con voracidad mientras sus manos empiezan a bajar por mis piernas y luego subir suavemente alzando mi vestido, apretó mi piel dejando la marca de sus dedos en ella, trataba de ser delicado por mí estado, pero creo que le es muy díficil controlarse.
—Dime que me amas, Isa —demanda pasando nuevamente a mi cuello, él me llama por ese apodo desde que vivimos juntos, me gusta que me llame así.
—Te amo —respondo—te amo Mason —la última frase me salió acompañado de un jadeo porque sentí un mordisco en mi cuello.
—Yo siento que te amo más —dice él y toma mis labios nuevamente —te adoro, te amo y te necesito—habla sobre mis labios un poco agitado, esas palabras siempre las escucho de él, cuando tiene la oportunidad me dice un «te amo» al oído, él no sabe lo satisfactorio que es escucharlo decir eso.
Se detiene y me mira a los ojos, el grisáceo se su mirada tiene un brillo único, y sus labios están rojos de tanto besarme, acaricio su mejilla suavemente y él cierra los ojos dejándose mimar, es como un pequeño gato que ronronea cuando le dan las caricias.
—Sino fuera porque estás indispuesta, te dejaría en silla de ruedas ahora mismo, no sabes las ganas de ti que tengo ahora —habla dejando un pequeño beso en mis labios que no pude corresponder por lo rápido que fue.
—Solo me has torturado, quería que lo hicieras —demando decepcionada.
—Me contento por ti, no sabes cuan grande es ese esfuerzo —me dice detallando mi rostro con detenimiento.
—Lo acepto, espero que cuando me recupere puedas darme lo que pido y hacerme lo que deseas —manifiesto con una mirada inocente que sé que lo prende.
—Vuelves a hacer eso, y no respondo de mí —sentencia tomando mi barbilla.
—Bien, me rindo —declaro regalándole una sonrisa dulce.
—Te veo esta tarde, recuerda hacer lo que te dije o me verás enojado —me advierte para despedirse, tiene que irse a trabajar con su padre.
—Lo sé, no te preocupes.
Por último sonríe complaciente, me da un beso antes de salir de la habitación y dejarme hecha un desastre en todo mi cuerpo, esto si que es una tortura hormonal.
Me levanto de la cama con cuidado y me dirijo a la cuna donde duerme Aiden, sus padres han sido traviesos en la habitación delante de su presencia, está durmiendo de costado y tiene su pequeña boca entreabierta, puedo ver desde aquí su roja lengüita.
Tiene los ojos cerrados y noto que sus pestañas son largas, será igual de guapo y perfecto que su padre, todos dicen que es su estampa de él y que tiene mis ojos, una combinación perfecta.
El que sí estaba muy fascinado por su nieto, fue mi padre, ayer no se despegó de él, incluso le trajo cientos de juguetes, la celebración de ayer por su nacimiento fue maravillosa.
—Jelena, por favor te dejo a cargo al bebé, iré al jardín, si despierta me avisas —le digo a la nueva niñera que contrató Loren.
—Como diga señora.
Bajo las escaleras después de dejar a Jelena con Aiden, los chicos ya debieron de preparar todo, inventaron un picnic para el día de hoy ya que lo tiene libre porque es sábado, decidieron pasarlo aquí en la mansión.
—Por favor mi señora, tome asiento —me ofrece Peter y me incorporo en la silla con la ayuda no pedida de él, estoy casi segura que Mason le pidió que estuviera a cargo de mi mientras el no está.
—¿Quiere algo de fruta?—me pregunta Jack, otro supervisor, hasta la comida me la tiene controlada Mason.
—Por supuesto, gracias —le respondo tomando un pequeño recipiente con frutas en trozos.
—¿Y Aiden? ¿Todavía duerme? —me pregunta Helen, la cual está en el pasto entre las piernas de Joseph que parece una garrapata, no la deja sola tampoco.
—Si, aún duerme —le digo llevándome a la boca un trozo de fruta.
—¿Cuando me darás uno de esos?— pregunta Joseph a Helen al oído, pero logré escucharlo.
—Muy pronto te daré uno a ver cómo te comportas como papá — dice ella dejando caer su espalda en el pecho de él.
—Ya verás que seré un buen padre —afirma Joseph plantando un beso en su mejilla.
—¿La pasan bien chicos?—se escucha una voz diferente, era la señora Loren que se unía a nosotros.
—Si suegra, debería probar un poco de pastel —responde Samuel mirando a Emily para que se sintiera irritada.
—Oh, ya tengo un nuevo yerno, eso es nuevo —bromea ella tomando el pastel que Samuel le ofrece.
—Ya quisiera ese baboso, no le des cabida mamá —gruñe Emily lanzándole una mirada fulminante a Samuel, él solo le guiña el ojo y no argumenta nada.
—¿No es de tu agrado los arándanos?—escucho que le pregunta Maicol a Lauren.
—No me gustan —afirma ella arrugando la nariz.
—Bien, entonces come fresas, son dulces como tú —lo último lo dijo en un susurro.
—¿Que dijiste? —indaga ella alzando una ceja.
—Nada, solo come la fresa —miente Maicol mirando en otra dirección con el ceño fruncido, Loren y yo intercambiamos miradas cómplices, algo raro pasa acá entre estos cuatro.
—Loren, ¿Vienes de hablar con él?—indago mientras que los chicos se centran en lo suyo.
—Si, pero al parecer no estaba de buen humor, recién llega y está con el diablo adentro —responde ella soltando un suspiro cansado.
—¿Regresó solo para conocer a Aiden o para quedarse? —pregunto llevando a mi boca un trozo de fruta.
—A eso iba, él renunció a su puesto como líder de los rusos, se quedará permanente en la ciudad —afirma Loren con un dejo nostálgico.
—¿Enserio? ¿Franco lo sabe? —indago desprendida.
—Si, no quedaron en muy buenos términos por eso, pero ya se le pasará, es su hijo y debe respetar su desición.
—¿Y como lo has tomado tú? ¿Estás de acuerdo?
—Si, yo lo apoyo en todas sus decisiones, pero lo que me preocupa es que haya venido con otro propósito, cuando fui a su habitación para hablar con él, tenía muchas fotografías en su cama de tu amiga, y además de eso en la pared estaba incrustada su daga con un pañuelo que decía el nombre de ella, ya sabes a qué se debe su regreso —relató, y pude notar su preocupación.
—Entonces...¿Renunció para poder regresar y volver con ella? —concluí, es lo más probable.
—Esas son mis conclusiones.
—Espera un momento... —me detuve pensativa.
—¿Que pasa?
—Madison se fue casi al mismo instante que él llegó, ¿lo habrá visto?.
—Cabe es posibilidad, pero no entiendo por qué llegó tan molesto, no creo que hayan hablado ¿O si?
—Ya viste como se puso ella de solo escuchar su nombre, no creo que quiera verlo, ni mucho menos hablar con él, no será bien para ella saber que él está de regreso.
—No deberías de decírselo.
—¿Y si la busca?
—Ese ya es otro tema, ojalá y no cometa una locura.
—Tengo un mal presentimiento.
...
**Emily**
—¡Hey!
—¡Maldición! —reaccioné exasperada, este tonto quiere matarme de un paro cardíaco.
—¿Que estás haciendo?—me pregunta curioso.
—¿Y a ti que te importa? ¡Casi me matas de un jodido susto! —respondo furiosa, que entrometido es este chico.
—¿Hablabas por teléfono a escondidas de tu madre? —supone el imbécil.
—No seas metiche, no es lo que parece...—mentí desviando la mirada para que no vea el letrero de mentirosa que tengo plantado en la frente.
—¿No es lo que parece?—pronuncia con una sonrisa de suficiencia—te alejaste de nosotros a hurtadillas cuando tú teléfono vibró y viniste a esconderte en la parte trasera del jardín, ¿No es sospechoso viéndote con el teléfono en la mano?.
—¿Y que más da? Estoy en mi casa y puedo venir a donde se me da la gana, no necesito darte explicaciones ni a ti ni a nadie, y si no tienes nada más que decir, puedes volver al infierno de dónde saliste, hueles a azufre —concluyo pasando a su costado, pero el muy idiota asió mi brazo y me pegó contra la pared de manera abrupta, apoyó una mano en la pared y la otra la metió a su bolsillo.
—Estás invadiendo mi espacio personal —señalo algo incómoda, Samuel estaba muy cerca y me mira de una manera extraña.
—¿Con quién hablabas? —me pregunta, pero esta vez se puso serio.
—¿Por qué eres tan entrometido, Samuel? ¿Tus padres no te enseñan modales? —cuestiono retadora, él frunció el ceño y tomó mi mentón, pude sentir fuerza en el agarre de sus simples dedos en mi barbilla ¿¡Que demonios pasa!?.
—Te preguntaré de nuevo, abejita, ¿Con quién hablabas a escondidas? —indaga nuevamente sosteniendo mi mentón, esto sí que es incómodo.
Samuel y yo no nos hemos llevado muy bien, cuando se quedó a vivir aquí con su familia un tiempo, me molestaba a cada momento, es bastante molesto e irritante, no lo soporto, es más, ambos no nos soportamos, somos como el agua y el aceite.
Además, una vez que fuimos a la misma fiesta juntos, me pilló hablando con un chico, y desde ese momento empezó a molestarme más intensamente, decía que era un tonta delante de la persona que me gusta, pero él no se queda muy atrás, me he dado cuenta que no tiene ninguna relación seria con alguna chica, presencié una vez que fue rechazado, y las chicas no duran nada con él, es una pena, también es patético.
—No te lo diré, haste a un lado, necesito pasar —lo empujo con mis dos en su pecho, pero sentí que toqué fue a una roca en vez de a un ser humano.
—¿No me lo vas a decir? —alza una ceja, y su mirada no me gusta para nada.
Tragué en seco y negué con la cabeza, obviamente no le iba a decir que estaba hablando con un chico al que le di mi número celular en el bar, esta puede ser una futura relación, el chico es serio, y no es un odioso como Samuel.
—¡Ay!
Samuel resopló irritado, me tomó con brusquedad del brazo y me tiró en el pasto y me golpeé fuerte el trasero.
—¿¡Te volviste loco!? —le reclamo tratando de volverme a levantar y darle su merecido, pero antes de que pudiera hacerlo ¡Se subió encima de mí!.
No dijo nada, abrió mis piernas con sus dos manos y se adentró colocando mis muñecas unidas sobre mi cabeza en el pasto, no lo niego, me estoy empezando a asustar, este Samuel de ahora está muy raro, y lo más importante ¡Este maldito tiene mucha fuerza!.
—¿No me lo vas a decir, abejita? —vuelve a preguntar con un tono más suave, pero me da miedo, quiero meterme la droga que este se mete para tener un cambio de humor así de repentino.
—¿Por qué quieres saber eso? Solo fue una llamada, no tiene nada que ver contigo —le digo disgustada, aunque me tenga sujetada fuertemente en el pasto, no me voy a doblegar, ni siquiera mi madre me hace un interrogatorio para que lo venga a hacer un patético don nadie.
—Ya veo, si eres testaruda, hay que darte una lección que no olvidarás jamás —menciona, y usa su mano libre para subir ¿¡Mi blusa!? ¿Que demonios está pasando?.
—¡Detente ahí! —ordeno con firmeza, nadie me ha visto así de expuesta, por suerte se detuvo y no pudo ver mi abdomen.
—¿Y entonces, abejita?
—Mi padre te matará si sabe lo que me estás haciendo —sentencio, pero lo único que hace ese lunático es sonreír ¿¡Se está riendo en mi cara!?.
—Adelante, puedes decirle, no creo que sea capaz de tocarle una cabello al hijo de su mejor amigo —dice con simpleza.
—¿¡Me estás diciendo que tú eres más importante que yo!?
Samuel ya me está sacando de mis casillas, por los comentarios que he escuchado de mi padre últimamente cuando me ve con él, puedo decir que si le cuento lo que me hace Samuel, le va a dar gusto en vez de ayudarme ¡Esto no puede ser!.
¡Mi padre le dice yerno a Samuel!
Estoy perdida, ni siquiera cuento con mi madre, ella también toma eso como nada porque sé que en fondo al igual que mi padre, también quiere que tenga algo con este baboso, prefiero irme a un convento.
—Pensé que no eras inteligente, ahora dime ¿Continúo? —habla con una sonrisa torcida en su rostro que me hace perder los estribos.
—¿Que es lo que quieres? Me haces perder el tiempo y es muy valioso —ataco con indiferencia.
—Que me digas con quién hablabas.
—¿Eso es todo? ¿Haces esta estupidez solo para saber eso? Eres un lunático demente, estás enfermo —escupo con un tono de voz ácido.
—Ya que te parece esto una estupidez, no veo el problema en que continúe con esto.
—¡Espera! Bien, te diré.
—Te escucho.
—Estaba hablando con un chico —confieso con fastidio, odio que me haya sacado la información, se suponía que iba a ser secreto.
—¿De qué hablaron?
—¿¡Que!? ¿También quieres que te dé detalles?
—Creo que quieres que continúe.
—Espera, espera, bien, solo hablamos sobre la universidad —le miento, no iba a exponer mis cosas íntimas con este loco, y si sigue de intenso, le grito a mi madre.
—Mientes —asegura.
—¿Que? Me pides que te diga con quién hablaba y te lo dije, me preguntaste de qué hablamos y te lo dije, me tienes aquí inmóvil como una estúpida y sigues jodiendo, ¿Enserio estás bien de la cabeza? Si no me crees es tu problema ¿Okey? No tengo por que darte detalles de nada, ahora suéltame o le gritaré a mi madre —planteo tratando de liberarme de su fuerte agarre, pero todo lo que hago es inútil, tenemos la misma edad, pero no la misma fuerza.
—Siempre has sido tan terca, abejita —comenta inclinándose hacia mi rostro, quedó en una distancia bastante imprudente.
—¿Q-que estás haciendo? Aléjate de mí —hablo en un balbuceo.
—Estás temblando abejita, ¿Tienes miedo de lo que te pueda hacer? —me pregunta al oído, pero no le respondo —mejor ten miedo de lo que me entere, así soy más peligroso, abejita.
Concluye dejando un beso en mi cuello ¡Un beso en mi cuello!
Me libera de su agarre y se pone de pie mirándome desde arriba, mete sus manos en los bolsillos y antes de irse me lanza un guiño con una sonrisa aparentemente dulce en su rostro, lo maldigo cuando ya se había alejado de mi, quedé en shock total.
¿Que acaba de pasar?.
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