Todos se imaginan de vez en cuando sus deseos más enigmáticos, sus sueños imposibles y de poco sentido, recuerdo que desde niña me atraía la imagen viva de leer cada esperanza oculta en los ojos de las personas, papá decía que esa convicción podría traer un don algún día, un fruto que desencadenaría en dinero, montañas de billetes verdes cayendo sobre mí.
Así que con mis siete años de vida empecé a seguir el negocio de mi padre, ser detective, sin embargo, para mi corta edad fue de los mejores, capaz de dejar en el suelo un cartel completo de narcotraficantes, experto en provocar la bancarrota total a una de las bandas delincuenciales más peligrosas de Nueva York, e incluso vender por debajo de cuerda a los mafiosos más codiciados por el Estado, todo sin dejar rastro alguno que delatará su labor, sin duda, un héroe de la noche.
Aunque para ser tan bueno, me dificultaba el ingreso de sus planes, sus libros o herramientas de combate, más esto no era un impedimento para rendirme, yo llevaba desde muy pequeña su pasión por el arte de entender a las personas malvadas en pro de un beneficio social, hablar como él, actuar como él, vestirme como él, ser él… Eso se convirtió en el fuego de mis años siguientes.
Mi padre era un hombre dulce cuando se trataba de nosotros contra el mundo, quería alejarme del negocio, esperaba que me dedicará a otra profesión, que tuviera amigos, o lo que es peor… Que encontrará el “amor juvenil” como solía mencionar al llevarme a la escuela, mis notas le angustiaban, así como mi odio por las matemáticas, después de tanto hostigamiento a mi favor por su labor, decidió darme información y lo mejor de todo, se venía uno de sus más ambiciosos casos.
“El descubrimiento de un Lycan” supondrán nuestra reacción, nos reímos incrédulos de la situación, más la numerosa suma de dinero conmovió en parte el corazón de ambos, por aquel entonces, tenía 16 años.
Durante esa época, la figura casi imperceptible de mi madre rondaba mis pensamientos, papá no la mencionaba jamás, al parecer siempre que trataba el tema, su semblante rígido y cortante mantenía en silencio parte de mis frases, es un hombre excelente, más esto no evita mis cuestionamientos por una mujer que jamás estuvo conmigo y esperaba conocer.
Algunos días reconocía su ausencia como una cosecha de rechazo, como una flecha clavada traicioneramente en mi pecho, para variar mis tardes en la escuela eran peor que desmantelar una banda de ladrones, igual a la sensación de repudio y asco que el resto, ninguno de mis compañeros lo mencionaba, pero persistía la sensación incómoda que suplicaba que te alejaras. Todos eran solo niños ricos y mimados, supondrán que mi padre “Dentista” no era buen método de aceptación social para los hijos de políticos, famosos y CEOS de multinacionales.
Los primeros días trate de que me expulsaran, unos cuantos baldes de pintura sobre la cabeza de unos idiotas no fue suficiente para eso, pues sus padres eran solo concejales y demasiado amables a tal trágico castigo, mis malas notas tampoco sirvieron… No soportaba el rostro decepcionado de mi papá, así que con el tiempo permití que tales años desvanecieran, reconozco que tampoco deseo acordarme de tal época. Ni mi patética existencia justificada en un color tan horrible cabello, que a los años se volvía más blanco que rubio claro.
—Mi Jules —Mencionó mi padre y bajé a su oficina al instante, después de tres años de investigación, conocía la debilidad y el paradero exacto de la bestia que debíamos cazar como prueba reacia de un hombre lobo conviviendo entre nosotros.
—Estoy lista —Respondí cuando sus ojos direccionaron los míos estudiando el mínimo miedo plasmado en mis pupilas.
Él asintió y me otorgó el plano del inmueble que irrumpiríamos bajo la orden del presidente de Nueva York, ese mismo día al llegar la noche nos dirigimos al punto de encuentro, primera regla: Jamás ser vistos juntos.
Vistiendo un atuendo de mucama, una peluca castaña y una identificación falsa, ingrese sin problemas al hotel, era tan inmenso que temía fallar en mi primera misión, tomando un carrito de limpieza y las llaves de la habitación 503, guíe mis pasos al ascensor... Tenía 19 años y tampoco quería entrar a la universidad para ejercer una profesión que no estuviera relacionada con el espionaje, los pisos del enorme edificio terminaron mi viaje, respire hondo, saliendo de mi pequeña nube.
Mire el reloj, justo en tres minutos papá vendría —Hoy es luna llena… ¿Sería cierta aquella leyenda?
Una rendija de la ventilación cae dentro de la habitación 503, logro escucharla… tres golpes recaen en la puerta confirmando el permiso de mi papá, entró con cautela a la habitación usando las llaves como cualquier mucama de hotel lista para limpiar cuando los residentes se van.
Una vez dentro, ambos buscamos pistas del presunto Lycan, conocíamos sus horarios y sus noches festejando el fin de su jornada laboral —¿Notas algo? —Pregunto frustrada sin percatar un indicio.
Él saca cinco cámaras de su bolsillo, las cuales estaban antes puestas por el residente —¿Qué piensas de esto? Un hombre que tiene tantas cámaras en un solo lugar, esconde algo.
Yo ruedo los ojos, los hombres lobo son solamente parte de la ficción en nuestra cultura —Quizás solo sea un controlador neurótico de su espacio.
—Quizás… Pero es sólo un quizás mi Jules.
Después de hurgar minuciosamente un poco más, un libro negro capto nuestra atención, forrado con piel de dudosa procedencia, atisbaba en su primera hoja una advertencia, “Sangre negra y altanera, garras feroces y hambrientas, desencadenaréis un alma rota y vieja, perseveráis tu venganza en dolor y tu historia en temor, romperéis tu lengua como parte de tu corazón”
Insegura de continuar observo la mirada de mi papá sobre el escrito, ¿Qué hará? ¿Podría ser esta teoría real? Llevo mi mano sobre el libro en cuanto noto sus dedos con el gusto de pasar la siguiente página —Papá por favor, no puede ser real.
—¿Y si lo es? Si ha de tener una dirección, un punto de encuentro, una respuesta que nos permita conocer la debilidad de este ser sobrenatural —Papá retira mi mano pasando la siguiente página —Si existe, debemos saberlo... Será sólo una breve investigación.
Nunca en mi lapso de vida cuestione los mandatos de mi padre, debatir con un hombre brillante sería una disonancia bajo una noche larga de libros y teorías conspirativas, sin embargo, esta vez la desconfianza en su sentido de espía me dejaba inquietud, la hoja vieja y desteñida paso por sus dedos dando un dato siniestro “Soy la luz, aquella que perseguiréis en una noche con palpitaciones esclavizadas de mi imagen, aquella que se esconde en el aló de la luna, aquella que entrevéis con ramas rígidas y brisa brusca, aclámame… Porque soy tu amante y tu única”
—Long Path Trail —Susurra mi padre, conteniendo su respiración —Nos veremos allá.
Al mencionarlo desaparece por los canales de ventilación —¿Por qué de tantos lugares escogería ese?
Salí de la habitación manejando mi papel de mucama, aunque un peso constante recaía sobre mis hombros, supongo que es necesario mantener cierta aflicción por esta nueva convicción, papá se había llevado el libro, no lo entiendo… El no suele dejar cavos sueltos, incluso las cámaras fueron devueltas a su sitio y el resto borrarán mi presencia una vez yo este fuera del edificio.
Pasaron los minutos y aparque justo a la entrada del bosque, me deshago del disfraz, tratando de percibir un sonido extraño, pero solo había silencio, impaciente entre hasta los alrededores, los altos faroles se hallaban sin funcionamiento, al igual que el libro y sus oscuras palabras… La oscuridad se cubría de árboles frondosos y aire frío.
Eso quiere decir que, si me pongo en los zapatos de mi padre, debo empezar a buscar la luna, actualmente me arrepiento de esa decisión, ¿Acaso las adolescentes son así de estúpidas? ¿Por qué no llame a la policía antes de irrumpir ahí? Sea como fuera, la traición pasó factura por mis ojos… después de unas horas caminando, los gritos desgarradores de un hombre se mezclaron con el aullido de un lobo, corrí hasta el sonido, mis piernas temblaban y mi garganta se secaba, allá… Escondida entre los arbustos presencié la tórrida figura de un lobo enorme y blanco desgarrando la piel de mi padre.
Perpleja cubrí mi boca para ocultar mi llanto, mi padre estaba vivo, cuando llegué… Aún constataba parte de sus movimientos, sus manos aún aruñaban el pasto y su voz… Aún suplicaba agotada un auxilio, ¿Y qué hice? ¡¿Qué fui capaz de hacer?! Ver como aquella fiera iracunda acababa hasta el último y desgarrador aliento de la única persona en el mundo que amaba.
Por otro lado, los llamados en eco resuenan sobre mí, trayendo consigo mis recuerdos de aquel día, recuerdos que sólo estarán en mi cabeza…
—Jefe… —Murmura Charles acomodando sus gafas con pena —Puedo entender que no quiera cerca a los hombres lobos, pero ¿Qué hay de las otras criaturas? ¡Tenemos un listado enorme por el paradero de muchas de ellas!
—Olvídalo, Charles la muerte de mi padre es sólo parte de una lección sobre el mundo, es una constancia de mantener alejadas a las bestias de los humanos.
Al decirlo mi trabajadora de vigilancia y mejor amiga Adeline viene a modo de suplica por las palabras de Charles —Oh vamos jefe, de lograr capturar a uno, podríamos ser millonarios.
Molesta me dirijo a ambos —¿Y cuál es el precio de sus vidas? ¡Apenas podrán tocar parte del dinero que imaginan en sus cabezas! No tienen idea de lo peligroso que podría ser.
Charles que habitualmente sonríe después de mis regaños, solo baja la cabeza, su cabello rubio vuela por las corrientes de aire dando un aspecto pensativo.
Adeline por el contrario me ofrece su mano como señal de disculpa —Se que hay cicatrices imposibles de sanar, sin importar el tiempo ni el olvido, pero jefe, puedo decir que durante todos estos años trabajando a su lado… Cuándo solo éramos chicas soñadoras del trabajo de tu padre, somos las mejores y tú eres su única sucesora, la única descendiente capaz de mantener su negocio con los parlamentos, congresos y tribunales de múltiples países, también la única capaz de darle justicia, por favor…
Subo mi mirada a los ojos verdes de Charles, el revisa desinteresadamente unos documentos en cuanto sus pupilas tropiezan conmigo momentáneamente
—No lo haremos, es una orden —Contesto sin titubear mientras me marchó por los pasillos con paso firme, ya no quiero perder a nadie más… no existen los seres sobrenaturales, no existen, no existen, no existen ¡No son reales! Fui yo la verdadera asesina, la que perdió compasión de la única persona en la tierra capaz de cambiar el mundo, doy asco, perdí mi lógica y dejé engañar a mi memoria con la idea de un estúpido hombre lobo.
Salgo del ascensor caminando por el vestíbulo que se hacía más largo a medida en que mis pensamientos aumentaban —¿Te encuentras bien?
Retraída, levanto mi vista notando la presencia de Charles sujetando mis brazos —Déjame, solo necesito aire fresco.
El aún no me suelta, ¿Piensa qué estoy tan débil? —La acompañaré.
Molesta me deshago sin éxito de su agarre —¿Has hecho ejercicio? —Al decirlo sonrió frente a su mirada preocupada como respuesta a mi pregunta.
Sacándome casi a rastras del edificio, las luces de la ciudad sosiegan mi necesidad por una tranquila noche en la ciudad, con los años me había vuelto más aburrida, quiero decir… más tranquila.
—Vamos, no quiero levantarla.
—¿No te cansas de hacer lo mismo siempre?
—¿Disculpe?
—Soy patética ¿No es así? Vamos no tienes que fingir, no estoy ni cerca de llegarle a los tobillos de mi padre.
Charles para de caminar ofreciéndome su espalda como única reacción —Tal vez seas patética...
El silencio nos guarda aquel momento, no sentía el motor de los autos, ni las luces cegadoras de la gran calle, el volteo a verme por primera con disgusto, sus cejas rubias disponían su fruncido ceño —Dígame algo Jules, ¿Qué la hace sentirse tan perdedora? Nada de lo que haga ahora podrá revivir a su padre.
—¡Charles!
—¿Estoy equivocado? —Sostiene con una rudeza desconocida —Jamás sentiría lástima por usted, me niego a sentirla, porque ha sido la única quizás en mantener un legado que con todo a su favor para terminarse sostiene millones de dólares y no es capaz de ir por más, máteme entonces, piense en mi como el asesino de su padre.
—Cállate...
—Adelante, es la única que puede hacerlo sin esperar una defensa de mi parte.
La frustración como la intensidad fueron aumentando nuestra situación, sus ojos esmeralda chispeaban de rabia al igual que los míos, ninguno dispuesto a ceder, sentía las lágrimas retorcer mis ojos sin posibilidad alguna de salir por la causa de mi orgullo.
El suspiro y sus manos me levantaron hasta el costado derecho de su hombro —¡Jefa se equivoca si piensa que voy a dejarla! Esta empresa no tiene más oportunidad que aceptar el negocio con el tribunal de Roma.
—Bájame —Menciono furiosa – ¡No estamos capacitados para cazar vampiros!
—Es una breve investigación ¿Olvida qué somos espías?
Permanecí muda, fueron las mismas palabras de mi padre, más sus intenciones eran completamente distintas… Él detuvo sus pasos hasta una pequeña tienda, permanecía sentada a las afueras del local recordando como me hacía tan frágil con la voz de mi padre, como deseaba ser igual a él.
—Toma —Responde Charles ofreciéndome una soda.
—Gracias.
—¿Se siente mejor jefa?
Asiento tranquila —Fue un día largo de trabajo.
—¿Y cuándo no lo es? —Pregunta y nos reímos cansados de la situación —Siempre hay una esposa buscando a la amante de su pareja, una viuda hurgando documentos sobre las propiedades del difunto, un sargento intentando encontrar a sus hijos o buscando a su novia, un banco colaborando con la agencia sobre la protección de sus datos, pero no algo suficientemente grande…
Doy un sorbo a mi bebida, observando el cielo gris —Aunque no lo creas, yo también quiero correr riesgos de vez en cuando…
Charles voltea emocionado —¡Es increíble que lo diga jefa! ¡Porque ya aparte la cita con el tribunal!
—¡¿Qué hiciste qué?!
Él sonríe culpable mientras mueve sus manos a modo de disculpa —Es solo una cita sobre el caso.
—¡Podrían descubrirnos!
—Usted es la mejor, ya lo solucionará —Responde nervioso a la par en qué corre al edificio.
—¡Charles me la vas a pagar! No… ¡¿Qué haré maldición?! Charles es un idiota, si aceptamos reunirnos con el tribunal es obvio que después debemos aceptar su petición o de otro modo, saldremos muertos y expuestos. ¡Imbécil ven aquí!
Iracunda boto la lata al cesto de basura corriendo a su misma dirección, estoy tan enfadada que los tacones se cruzan haciéndome tropezar con mis propios pies, ya a punto de caer una mano atrapa mi cintura evitando que mi cara se estropee con el duro concreto.
Abro los ojos nerviosa pensando que al menos no voy a terminar sin un diente.
—¿Está usted bien? —Dice la voz proveniente del hombre que aún me sostiene.
Avergonzada me aparto para voltear a ver el rostro de este salvador en desgracias matutinas —Si, descuide mi…
Dios… ¿Es real? Froto mis ojos para percatarme de no estar alucinando, sus ojos… como diamantes, sus cabellos oscuros escondidos en la campera y su total perfección visual, apuesto a que si intento hablar tartamudeo la primera palabra, veo sus labios con un cierto gusto desconocido, puedo detectar un aroma frío como las gotas heladas de las nubes al caer de las hojas, no entiendo que me pasa.
Incómodo asiente mientras se aleja con prisa perdiéndose entre la gente —¿Dónde…?
Imposible ya no estaba por ningún lado, no entiendo como alguien con ese aspecto procuraba esconderse con tanta notoriedad, es alto… pero también hay muchas personas altas en esta ciudad.
Llevo mis manos a las mejillas sintiendo acalorada mi piel, algo extrañada vuelvo a la oficina, pero siendo honesta sigo perdida en los ojos del extraño, sus labios rosas y definidos, una nariz fina, mandíbula fuerte y una postura firme, pero imperceptible por la cantidad de ropa oscura que ocultaba su cuerpo, incluso yo mido 1.70 y considero que su altura era de 1.89...
—¿Está de acuerdo jefa? —Pregunta Adeline viendo a mi dirección expectante.
—¿Sobre…? —Cuestionó finalmente despertando de aquel letargo.
Sorprendida Adeline continúa —Sobre el encuentro con el representante del tribunal, Trevor Carter.
—Con una condición —Mencionó en cuanto recuerdo el enredo de este nuevo caso —Ninguno de nosotros actuaremos como representantes de la agencia en esa reunión.
Charles frunce el ceño —Entonces jefa… ¿Pretende cancelar?
Miro de reojo a Charles —Ya no podemos negarnos, ira un actor de confianza en su lugar.
Adeline asiente segura de mi decisión —Es lo más conveniente, instalaremos un chip dentro de su cuerpo como precaución, al igual que un micrófono para comunicarnos.
Me levanto y la esencia de ese hombre perdura en cuanto mi vista se encuentra con el paisaje oscuro de la ventana —Está reunión terminó, los veré mañana.
—¡Descanse Jefa! —Responde juntos.
Debo tomar algo, la imagen de ese hombre se vuelve a cada minuto una maldición, entro a mi auto reorganizando mis ideas —No fue para tanto, porque me siento tan conmovida.
Irritada golpeó el volante y la carretera vacía me ayuda a controlar mi malestar, al llegar a casa todo el sistema de seguridad verifica mi identidad, las grandes puertas se amplían permitiendo mi paso. No por estar escondida entre las sombras a causa de mi trabajo debía vivir del mismo modo en mi hogar.
Creo que gran parte de mi fortuna compenso el ser marginada y humillada desde pequeña, al menos eres consciente que cuando no eres nada para el resto del mundo, crece más la necesidad de ser importante, en mi caso, la Impopularidad de mi apariencia convalido mi deseo por el conocimiento, tomo una ducha viendo con melancolía mi cabello, estos mechones blancos como el papel fueron la principal causa para ser considerada por lo demás niños como una anciana y una bruja.
Incluso en la adolescencia, ningún chico podría acercarse, todos pensaban que tenía un problema genético, no debería pensar más estas tonterías… No, quizás si deba recordarlo para entender que ningún hombre se interesaría en mí, una mujer que la vejez pareciera saludarla desde niña.
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