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Novia De Alquiler

Uno

Miro repetidas veces el papel atentamente.

Bruno me debe de estar vacilando o gastando algún tipo de broma. Me río interiormente mientras aparto la visto, y acto seguido el papel que me acaba de entregar.

-¿Enserio, Bruno?-Digo levantando la mirada hacia él.-¿Novia de alquiler?- Me río sonoramente ante su estúpida idea.

Veo como él niega con la cabeza mientras mueve de nuevo los papeles delante de mí.

-Es tu oportunidad, Luca. Estás jodido y bien lo sabes.-Dice mientras toma asiento enfrente de la gran mesa.-Te estoy intentando ayudar como un buen amigo.-Responde mirándome fijamente y cruzándose de brazos. Arrugo las cejas.

-Me estás vacilando, no ayudando. Y no, no necesito ninguna puta novia de alquiler.-Respondo tranquilamente mientras aparto de nuevo las putas hojas.

Bruno está acabando con la poca paciencia que me queda el día de hoy. ¿Una novia de alquiler? menuda tontería y estafa.

-Tu jodido padre ha venido a amenazarte en cuatro ocasiones de que le presentes a tu gran novia.-Ríe con sarcasmo.-Pero adivina qué. No, no tienes. Porque resulta que tú nuevo juguete sexual era una prostituta.-Dice apoyándose en la mesa y continuamente levantándose.

Yo no tenía ni idea de que Amanda era una prostituta. O eso quería pensar.

Mi padre quiera que coja el mando de la empresa lo antes posible y para eso debo de casarme tarde o temprano. Sino todo esfuerzo se lo llevará mi hermano mayor, Elliot. Además de llevar la empresa de Italia, también llevaría la de Estados Unidos. Y es algo que niego rotundamente. Por esa misma razón le mentí a mi padre, yo no sirvo para ser un hombre romántico. Ni si quiera soy amable, y tampoco cuanto de tanto tiempo libre para dedicarle.Estoy frustrado, tiro de mi cabello hacía atrás y me golpeo la frente. Sé que estoy jodido. Sé que si en cinco meses no encuentro a la pretendienta perfecta estaré hundido como un miserable. Suspiro con pesadez mientras cojo de nuevo la hoja. Lo primero que ilustra es un dibujo "Novia de alquiler" Tan patético y desesperado.

Miro de reojo y veo como Bruno asiente con la cabeza y ladea una sonrisa media. A lo que yo gruño.

-Bien, me lo pensaré. ¿De acuerdo? ¿Contento?-Digo subiendo las manos hasta el cielo y desesperado.

El asiente y se ríe.

-Ahora sí, amigo. Ahí nos vamos entendiendo. Y por favor si llamas no seas un capullo.

Tuerzo la cabeza en señal de que me ha ofendido sus palabras. Yo no me considero capullo, bueno, al menos no a tiempo parcial.

-Haré lo que pueda. Ahora vete.-Digo echándole con la mano. El se ríe más fuerte de mi reacción y se marcha.

Me quedo mirando los papeles una vez más, al final de ellos sale un número. Más tarde probaré a llamar.

Me limito a terminar lo que queda de trabajo. Esta empresa lleva existiendo desde hace más de 42 años. Tan solo llevaba seis años aquí, pero para mí había significado demasiado. Había estudiado y trabajado mucho para poder ocuparla. Y no quería que nadie me quitara mi puesto por la cara. Suspiro pesadamente y recojo mis cosas. Para así poner rumbo a casa, ya que está anocheciendo.

Dos

...ANNE...

Me miro por última vez en el gran espejo de mi habitación y sonrio satisfecha. Llevaba un gran vestido negro ajustado junto a unas botas de cuero. Me veo repaso por última vez mi pelo moreno que cae en hondas y mi gran ojos azules a través del espejo. Ahora van más maquillados, junto a unos labios rojos y delineador. De pronto se me borra la sonrisa coqueta que tenía. Al mirar hacia abajo veo a Misifu intentando arañar mis botas. Perdón, intentando no. ¡Las había arañado de verdad! Lloriqueo mientras lo zarandeo un poco.

-¡Misifu, eran nuevas!- Digo casi lloriqueando.

Maldito gato. Lo aparto y le echo una mirada asesina. Pongo un poco de saliva en mi dedo anular y empiezo a frotarlo en la bota. No me lo puedo creer. Suspiro cansada y me levanto. Clavo la mirada en el culpable y lo apunto.

-¡Estás castigado por dos semanas, Misifu!

Miaauuu

Sí, miau. Dichosa bola de pelos. Hago un puchero y cojo mi bolso para salir.

Escucho mi móvil sonar en mi bolsillo y sé que será mi cliente Caleb. Estatus social alto, guapo y amable. Él quería romper con su matrimonio de tan solo cuatro años. Decía que su mujer era una loca. Yo cree mi propia empresa cutre de novia por alquiler. Necesitaba el dinero para ayudar a mamá y también pagar los gastos de casa y universidad. Todo eso me está matando lentamente. Y más de saber que los tratamientos de mamá subieron a grandes cantidades. Por lo cual debería hacer más trabajos extras. Suspiro y cojo el móvil del bolsillo y le mando un mensaje. "Llegando. Haz el plan a la perfección." Tecleo y lo guardo. Entro en el gran portal para después ver a Caleb besándose con su mujer. Pobre mujer.

Analizo todo determinadamente. Había bastante gente alrededor, pero tenía que hacerlo. Sé que iba a quedar como una maldita loca. Ahogo un suspiro y me preparo mentalmente para la acción. Hago pasos ligeras y exagerados hasta llegar a ellos.

-¡Oh dios mío! ¡Cómo has podido!-Digo llamando la atención y poniéndome la mano en el pecho.

Toda la gente desvía su atención hacia mí.

-Cariño...puedo explicarlo-Me mira a mí y a su mujer a la vez. Me río internamente por la situación.

-¿Quién es ella?-Digo apuntandola con mi dedo y poniendo cara de error.

-¡Eso mismo me pregunto yo! ¡Soy su mujer!-Grita alterada.

-¡No puedo creerlo! ¡Y tú te querías casar conmigo! ¡Te has aprovechado de mí y de mi buen corazón, maldito!-Respondo alterada y dándole bolsazos con mi bolso. Una vez que paro de darle con el bolso veo a su mujer llorando desconsoladamente y eso hace que mi pequeño corazón se estruja un poco. Pero no puedo fallar ahora.

-¡No me llames nunca más, pervertido asqueroso!-Grito para darme la vuelta y salir de allí. Miro hacia el suelo avergonzada por todo este lío y me tropiezo con alguien. Pido disculpas y sigo por mi camino hacia el bar donde había quedado después con mi mejor amiga, Lily.

Grupo molesta por el camino, ese tal Caleb habría sido más fácil si le decía a su mujer que su pene era de muchas mujeres y que no quería reservarlo para una sola. Río irónicamente y entro dentro del bar una vez que he llegado divisó a mi amiga sentada en la esquina.

-¡Anne! ¿Y esa cara?- Pregunta mientras me da un trago de su cerveza.

Sonrío tristemente al pensar en lo que sucedió horas atrás. No tenía porque esconderle algo a mi amiga, ella sabía todo sobre mí y sobre la empresa. Le empecé a contar todo desde el inicio hasta el fin y ella me escuchaba atentamente.

-Santl dios.-Suelta de la nada.-¡Ese hombre si era un patán!-Dice pegándole un trago a su cerveza.

Asiento lentamente mientras degusto el platillo de arroz.

-Sí vieras la cara de su pobre mujer, Lil. Me dio mucha pena.-Dije moviendo el tenedor en el arroz.

Ella asiente triste al recordar la historia. Y me agarra de la mano para darme ánimos.

-Ya sabes lo que hablemos. Hay que dejar lo personal aparte en esta empresa.-Dice con cara triste mirándome.

Suspiro y asiento.

Poco después se unen más de nuestros amigos con nosotros y pedimos ronda de tequilas innumerables. Ya había perdido la cuenta. Sólo tenía ojos para mirar a John. John Muller. El tío por el cual me tire enamorada cuatro insufribles años. Y el cuál rompio mi lindo corazón. Dijo que no era suficiente para él, y que veníamos de mundos totalmente distintos. Patán.

Suelto un hipo y todos se me quedan viendo. Suelto una risa tonta y hago un ademán de que ahora vuelvo.

Voy directa al baño y me miro al espejo. Estoy hecha un desastre. El maquillaje de mis ojos corrido y el pintalabios casi igual. Me echo una última mirada y voy hacia la barra para pedir algo más. Siento que estoy un poco mareada tras el tequila. Pero aún puedo aguantar un poco más.

Me apoyo en la barra con mis manos en la cara y ojeo el sitio. Veo a mi lado un hombre con traje azul marino impresionante. Giro mi cabeza total hacia él sin disimulo. Y el solo suelta una mueca mientras bebe de si wiski.

-¿Señorita?

Vuelvo al mundo real pasado unos minutos y me siento avergonzada. Carraspeo para después hablar.

-Una cerveza y un wiski para el señor de al lado.-Digo sin una pizca de vergüenza en mi voz.

Estúpida qué estás haciendo.

Noto como el hombre de al lado se gira un poco hacia a mí y me observa con esos ojos penetrantes. Yo también me giro hacia él y le doy una ligera sonrisa. Él solo frunce el ceño. Tiene los ojos color miel más lindos que vi en mi vida. Y esos rizos en tu pelo caoba que me encantaría estrujar. Mandíbula marcada, labios gorditos. Me relamo los labios.

Veo que el camarero ha traído las bebidas. Así que salto de mi lugar y le paso el Wiski al señor.

-No necesito que me invites a ningún trago. Tengo dinero.

Sus palabras me hielan por dentro y la forma de hablar. Arrugo el entrecejo ante su comportamiento tan irrespetuoso. Me aclaro la garganta y me giro por completo.

-Solo estaba siendo amable con usted. Por eso le estoy invitando a otro Wiski. Me trae sin cuidado la cantidad de dinero que tengas.-Digo relamiéndome los labios y pegando un sorbo a mi cerveza. Él ladea la cabeza y por la expresión que hay en su rostro sé que no le ha gustado mi respuesta ni la forma de dirigirme hacia él.

Tres

...Luca...

Miro fijamente a la mujer desdeñosa que está enfrente de mí. Ha sido poco cortés de su parte decir algo así. Tiro del Wiski y lo arrastro hacia ella en una señal de que no lo acepto. Ella me fija su vista en el vaso y después en mí. Arruga sus labios carmín.

-¿No te han enseñado modales?-Pregunta cruzándose de brazos.

La verdad es que sí me habían enseñado modales y desde bien pequeño. Pero no pensaba coger un trago de una extraña. Seguro que sabe quién soy y quiere envenarme o quién sabe que.

-¿Y a ti a no invitar a extraños?-Contrataco en un gruñido. Ella se enfurece más, así que todo pasa muy rápido y de un momento a otro me estampa el licor en la cara. Me grita cuatro cosas y se va hacía la mesa en la que estaba para recoger sus cosas y irse.

Maldigo en mi interior y me levanto apresurado para ir detrás de ella.

¿Cómo se atreve a tirarme el licor en la cara? y más manchando este traje nuevo de colección que ha costado miles de dólares. Intento calmarme internamente y la veo pasar la calle. A lo que la sigo bastante enfurecido y cuando se da cuenta de que la sigo se echa a correr por toda la calle. Gruño molesto y lo dejo pasar. Maldita loca.

Me voy hacia el coche para dirigirme a casa. Una vez que llegó a casa lo que me recibe en el mueble del recibidor son los papeles que Bruno me entregó horas más tarde.

Río irónico y me saco el traje para enfundarme en una buena ducha. Eso me calmara.

*******

Despierto por el sonoro ruido de la alarma, eso significa que son las 7:00 de la mañana y que debo ir a trabajar otro día más. Suelto un quejido por la espalda ya que he dormido mal y me apresuro en arreglarme. Voy hacía la empresa y una vez que estoy allí Bruno entra en mi campo de visión, tuerzo la boca con mal gusto. No tengo ganas de que empiece a calentarme la cabeza ahora. Es agotador.

-He llamado yo por ti.

Esas cuatro únicas palabras hace que me detenga en seco. ¿Qué diablos?

Me giro hacia él lentamente.

-¿Por qué coño has hecho algo así? ¿Y sin mi consentimiento?-Digo enfurecido.

Él le resta importancia con la mano. Y me hace que pase dentro de la oficina para seguir hablando del tema.

-Porque sabía que no lo harías, Luca. Y necesitas hacerlo o perdemos todo.-Aclara tanjante.

Ruedo los ojos molesto.

-Esta tarde vendrá a verte aquí, tranquilamente. Y hablareis. Ya que por la tarde solo te quedas tú nada más y nadie os verá.-Dice enumerando el plan como si fuera lo más perfecto.

Suelto un suspiro pesado ante él.

-No me puedo creer que hayas hecho eso, Bruno. Te dije que no necesitaba algo así.

-Ya yo te digo que sí que lo necesitas. Y punto pelota. Sé amable.-Dice palmeando mi espalda antes de marcharse.

Escucho como mi teléfono suena y descuelgo la llamada. Es papá.

-¿Qué pasa ahora, papá?

+Hijo, ya te llamé la otra vez. Quiero que vengas a casa y me presentes a tu novia. Mamá se alegrará mucho de eso.

-Ya te he dicho que ella ahora está ocupada y no tiene demasiado tiempo.

+Luca Bonatti. ¿No me estarás mintiendo de nuevo?

Suelto un suspiro cansado y me llevo la mano a la cara.

-No, papá. Ella es una chica ocupada y no puede ahora mismo viajar.

+Entonces iremos nosotros para este fin de semana.

Siento que la boca se me cae al piso.

-Papá, no hace falta...

+¿Cómo que no? Claro que sí, iremos mamá y yo. Así nos quedaremos más tranquilos. Cuidate.

Y cuelga el teléfono. Suelto un grito al cielo por salirme todo estúpidamente mal.

Pasa la mañana tranquilamente y la media tarde. Miro el reloj y marcan casi las 18:00 horas. Escucho unos leves toques en la puerta y hago un sonido de aceptación para que pase. Es mi secretaria, Lina.

Sonríe gentilmente y se aclara la garganta;

-Una mujer ha venido a verle con urgencia. ¿La hago pasar, señor?-Dice tranquilamente.

Hago un asentimiento con la cabeza y se marcha. Supongo que ya está aquí esa mujer tan famosa de internet. Suelto un gruñido tosco y me enderezo sobre mí asiento.

Escucho como hablan entre las dos afuera, seguro que Lina le está diciendo de la poca paciencia que padezco. O advirtiéndole de cualquier tipo de cosa hacia mí.

Veo a la mujer entrar, se hace acto de presencia su pelo moreno caído en hondas y arrugo el ceño ante su presencia.

Me mira a los ojos y se le abre la boca exageramente.

¿Qué diablos?

La mujer de ayer que me tiró el licor encima y que está putamente loca.

-Vete.

Es la única palabra que expreso con gentilidad y paciencia. Ella arruga el entrecejo hacia a mí. Va a hablar pero de pronto las palabras no salen. Se queda estática en el sitio y yo martireo mis dedos sobre la mesa de cristal impaciente.

-¡Joder, que te vayas!

Ella pega un salto en el sitio y vuelve a mirarme.

Arruga la boca en una línea y camina directa a mí. Siento como me tiembla el ojo de la impotencia que siento.

¿Cómo se atreve?

Me levanto de mi sitio y me paro delante de ella. Siento su respiración irregular, traga en seco y después comienza a hablar como psicópata.

-Primero que nada, disculpe por lo de ayer. Segundo estoy aquí por el motivito del trabajo.-Comienza a reírse vagamente.-Ya sabes.., el de novia por...¡Alquiler!-Dice como si fuera su gran obra maestra. La miro serio desde arriba, ya que le saco dos cabezas. Y niego con la cabeza lentamente.

-Tienes la osadía de de tirarme el licor ayer y irte sin disculparte. Y ahora te presentas aquí, porque según tú eres una novia de alquiler.-Digo repitiendo las palabras tranquilamente.

Ella alza la cabeza hacia a mí y no deja de observarme.

-Sé que me pasé anoche. Lo sé. Lo siento por eso, pero de verdad que necesito este puesto de trabajo más que nunca. Creo que es el único en el que me pagarán algo extra.-Dice nerviosa mientras mueve sus dedos de un sitio a otro.

Inflo mi pecho hastiadamente y me coloco de nuevo en mi sitio alejándome de ella. Me siento en el escritorio y le hago un ademán para que tome asiento. Ella se dirige ahí y se sienta nerviosa.

-¿Cuánta experiencia tienes?-Pregunto mientras cojo un papel y bolígrafo.

Al ver que ella no contesta levanto la vista de mi sitio.

-Bastante para ser tu novia.-Dice riéndose.-Tengo la celosa, la super enamorada, la perfecta y la ordinaria. Puedes crearme según tú quieras. Y modificarme. Así como un robot...-Enumera tranquilamente- Pero en una persona.-Suelta risueña.

Hago una mueca al ver todo lo que dice. Seguro que no sabrá ni cómo comportarse. Sólo hay que verla como viene para una presentación.

-De acuerdo. Tu nombre.

-Anne Jones.

Apunto en el papel todo lo que me va dictando.

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