Son alrededor de las seis de la mañana, el cielo aún conserva tonos suaves, en ausencia del sol, que continúa oculto tras las verdes colinas que abrazan el pequeño pueblo pesquero de Ullapool.
Ullapool apenas con poco más de mil quinientos habitantes, vive de la pesca y el turismo, este último en su mayoría con visitantes jubilados, que buscan la tranquilidad de lugares menos bulliciosos y que tengan un aire pintoresco en sus calles.
En Ullapool se puede llevar una vida tranquila y discreta sin problema alguno, un escape de la vida acelerada y demandante que se vive en las grandes urbes, un pueblo que discrepaba con la curiosidad y rebeldía juvenil que aquejaba a esa parte de la población, siendo testigos de cómo cada fin de curso en las escuelas, un grupo de chicos que vieron crecer, emigran a las ciudades en busca de oportunidades y aventuras.
Un patrón que se repite y se convierte en una estadística para analizar y que crece con cada censo realizado, pero no todos siguen ese camino, hay un par de excepciones y Reverie Etkin es una de ellas.
La joven de apenas veinte años, era hija de los difuntos profesores Etkin, que eran muy apreciados por la comunidad de Ullapool y que alguna vez tuvieron en su historial a jóvenes que eran eminencias en las carreras universitarias que tomaron, ya que gracias a estos profesores que fueron parte de su formación básica en educación, inculcaron el amor al conocimiento, el habito a la constancia y disciplina, entre muchas otras habilidades que les ayudaron a lo largo de su vida estudiantil.
Por eso su muerte no solo los afecto, a ellos como familia, sino a todo el pueblo de Ullapool que los tenía en tal alta estima y extendieron ese mismo cariño y preocupación a su hermano Jude y ella.
Reverie extraña cada día a sus padres, y siente pesar en su corazón al saber de todo lo que se han perdido, lo más importante de ello, la llegada de Jeremy a sus vidas.
Sus padres fallecieron cuando ella tenía apenas diez años, fue un accidente automovilístico que les arrebato la vida de forma instantánea y Reverie le gusta pensar que no sufrieron a la hora de morir, podría decir incluso que fueron afortunados en eso, aunque el verdadero dolor de su ausencia lo cargaban ellos, que seguían respirando y recordando todo lo que ya no podría ser.
Su hermano se convirtió en padre y madre para ella, que aún era una niña, Jude tuvo que asumir toda la responsabilidad que sus padres compartían, que, aunque tenía su edad actual en ese entonces, si Reverie lo veía en retrospectiva, también era un niño que tuvo que terminar de madurar y mostrarse fuerte para ella y evitar que se preocupara, aun cuando fuera prácticamente imposible.
Fue difícil, no tenían mucha familia en quien apoyarse, y quienes fueron al funeral de sus padres, eran personas del pueblo y algunos parientes lejanos que querían adoptarla, pero Jude se mantuvo firme y se propuso a cuidar de la única familia que le quedaba a como diera lugar, sin importar todas las complicaciones que eso conllevaba.
Se las arreglaron solos, dividiéndose las tareas y tratando de continuar con su vida, a pesar de la ausencia de sus progenitores, que pesaba a cada momento y les hacía darse cuenta, de que ellos hacían parecer todo tan fácil, pero la realidad era completamente distinta cuando ellos eran quien ahora debían hacerse responsables de la casa y la pequeña librería que aun administraban por la tarde.
Su pequeña y rota familia, no duro mucho tiempo así, porque más pronto de lo que imaginaban, una nueva adición llego de forma repentina, al menos para Reverie.
Ella volvía de la escuela y como siempre paso antes por el mercado, para hacer las compras para la cena, su hermano le había pedido un platillo en especial, que sabía su madre preparaba en ocasiones especiales y que hace poco consiguió hacer su propia versión, ella pensó que tal vez algo bueno había pasado en el trabajo o que al fin se tomaría un descanso.
Su sorpresa fue grande cuando al llegar a su casa, vio a su hermano ahí, eso no le causaría incomodidad, por el contrario, le hacía feliz, pero la incomodidad surgió cuando vio a la persona que le acompañaba.
Diora Quinn y quien se presentó descaradamente como la prometida de su hermano, sin duda no fue una buena primera impresión.
Lo poco que Reverie sabía de Diora Quinn era de los chismes que corrían entre la comunidad e incluso de sus compañeros de clase, que era muy probable que escucharon de sus padres.
Aquella chica era la hija del capitán William Quinn y que tenía fama de tener un temperamento tan feroz como estar en medio del océano y navegar contra olas caóticas en una tormenta.
Sus compañeros de clase, solían inventar todo tipo de historias sobre el marinero, decían que en realidad el señor Quinn, era en realidad un despiadado pirata que raptaba niños.
Lejos de eso, nunca se interesó en los asuntos de los Quinn o de otra familia que no fuera la suya, hasta esa tarde cuando su hermano no corrigió lo que considero una osadía por parte de la chica y que por si eso no fuera suficiente le revelo que la chica estaba embarazada y que ese bebé era suyo y por eso habían decido casarse.
La noticia le cayó como un balde de agua fría, y aquella chica de mirada arrogante y vestimenta como si acabara de arreglarse para ir a una fiesta, huyo de su familia, para convertirse en su cuñada, cuando apenas tenía doce años.
Al principio la convivencia fue difícil, discutían por todo y aunque su hermano trataba de mediar entre ellas y decirle que viera en Diora la hermana mayor que nunca tuvo, hizo que una guerra se desatara entre ambas.
Para tranquilidad de Jude, decidieron hacer una tregua que consistía en al menos no atacarse de forma directa y tratar de llevar una relación de lo más cordial, por el bien de todos los objetos rotos que fueron pruebas de sus discusiones, después de todo no era lo más sensato poner a una adolescente y una embarazada en la misma habitación.
Conforme el embarazo avanzaba, ella se tomaba la libertad para tratarla como si fuera su criada personal, para no molestar a su hermano, lo dejo pasar y entendiendo su estado fue tolerante, pero la realidad es que era un abuso constante al que Reverie tuvo callar por su hermano, no podia seguirlo preocupando, cuando él tomaba ambos turnos en la mina para ahorrar todo el dinero necesario para cuando el bebé naciera.
El parto de adelanto dos semanas, y Reverie que creía que el amor a primera vista era un invento de las películas, nunca creyó que quedaría rendida ante una criatura tan pequeña al instante en que lo sostuvo en brazos, en cuanto llego a los cuneros.
Jeremy fue como lo nombraron, en memoria del abuelo que no pudo conocer.
La llegada de su sobrino hizo que tuvieran un poco de paz relativamente hablando claro, porque si bien Diora menguo sus acciones en cuanto al trato que le daba a Reverie no significa, que las cosas en casa fueran fáciles, ya que básicamente el cuidado de Jeremy recayó en ella y su hermano, que no pudo estar tan presente como hubiera querido, porque en su trabajo apenas le dio una semana de descanso.
Ella se encargó de su sobrino en todo, su cuñada ni siquiera era capaz de cambiarle el pañal al niño y mucho menos calmarlo cuando este lloraba a menos que necesitase que lo amamantara, ella se desentendía por completo.
Sabía que Diora no amaba a su hermano, pero era madre, no entendía como era capaz de desentenderse de su hijo, pero no importaba ella amaba a Jeremy y lo protegería sin dudar.
Los únicos momentos en que se separaba de su sobrino era cuando tenía que ir a la escuela y eso fue la gota que derramo el vaso.
Una noche Jeremy no dejaba de llorar, tenía fiebre, y sabia de quien era culpa, pero no podia externarlo, por más que deseara cruzar esa puerta y decirle sus verdades a esa mujer, tenía que callarse, pero eso no significaba que no pudiera escuchar lo que hablaban.
“––¡Porque sigues permitiendo que vaya a la escuela!––dice Diora con el reclamo en cada palabra y Reverie pueda imaginarla escupir cada palabra, un mal hábito que comienza a creer heredo de su padre. ––¡Para que necesita estudiar!, no iría a la universidad, es tonta, mejor debería dedicarse a aprender a cuidar esta casa y no dejarme todo el trabajo, al menos así será una buena esposa.
––Mis padres querían que Evie fuera a la universidad––dijo Jude con voz más tranquila, claramente más considerado con el esfuerzo de su hermana por hacer dormir al bebé. ––Por favor, se paciente, deja que termine la secundaria y cuando Jimmy sea más grande, retomara sus estudios.
––¡Crees que somos ricos Jude!, ¡no seas idiota!, ¡ella tiene que dejar la escuela o me largo de aquí con mi hijo!”
Reverie sabía que no aguantaría ni una hora con Jeremy, es casi una amenaza simbólica, sin valor, pero es suficiente para que la determinación en su hermano flaquee, y también para que tome una decisión, que no necesita meditarlo mucho no cuando ve el angelical rostro dormido de su hermoso sobrino.
Deja la escuela al finalizar el año, es una sorpresa para sus compañeros y aunque no lo dicen abiertamente, saben que la juzgan, que cuando la miran caminar de la mano de Jeremy para llevarlo al preescolar se lamentan por su decisión, lo que no saben es que ella no se arrepiente.
Se alegra de ser ella quien lo cría y no esa mujer que solo es madre de nombre, ver a Jeremy convertirse en un niño amable y dulce es algo de lo que se enorgullece, hace que todo valga la pena.
Dejo de desear cosas, querer más allá de lo básico, ni siquiera en la idea de un pastel de cumpleaños porque eran demasiado caros, incluso los ingredientes no podían figurar en la compra cuando habían otras prioridades.
No se opuso cuando cerraron la librería y lo poco que tenían se suponía que debía ir a una cuenta de ahorros, pero estaba segura de que su cuñada jamás fue a dejar el dinero y era obvio con toda la ropa que compro, maquillaje e incluso un par de joyas que muy probablemente se aprovecharon de ella para vendérselas como auténticas.
Al final que más podían hacer, de alguna forma ejercía el suficiente poder sobre ellos, para hacerlos callar, ella era la señora Etkin después de todo.
Cuando cumplió diecisiete consiguió un trabajo de medio tiempo en la cafetería a lado de la estación de autobuses, Jeremy iba al preescolar entonces, su cuñada no tenía problema, más dinero para cumplir con sus caprichos de adolescente reprimida.
Fue ahí donde conoció a su actual prometido Arlo Monroe.
Era un chico bastante alegre, con quien era fácil conversar y por un momento deseo más de lo que hubiera imaginado, era parte de la tripulación del señor Quinn y de alguna forma hizo que padre e hija arreglaran sus diferencias.
Pronto su relación floreció, y las promesas eran tan reales como la vida misma, a su hermano le agradaba, su sobrino lo llamaba tío, que más podia pedir.
Que le pidiera matrimonio, hizo que todo fuera más real, el que le mostrara la casita que estaba construyendo en cuento se convirtieran en un matrimonio, le emocionaba aún más, saber que no tenía que separarse de su familia, que podia seguir cuidando de Jeremy.
Tal vez, al fin tenía la vida que quería.
Reverie estaba ayudando en la cocina, cuando escucha un alboroto afuera y que es lo suficientemente escandaloso, para que deje de hacer lo que está haciendo y pregunte a una de sus compañeras que es lo que está pasando.
––Abby––llama a su compañera y amiga, quien estaba apurada colocando todas las órdenes que puede en su bandeja. ––¿Qué está sucediendo y porque las aves de rapiña están tan inquietas? ––pregunta en un susurro, para evitar que escuchen como llama al grupo de mujeres que está en casa de todos los viajeros jóvenes que pasan por el pueblo.
––Oh es que acaban de llegar los reyes de Ullapool.
Reverie sé ríe por la analogía de su amiga, ante la llegada de las personas que se podrían considerar los dueños de Ullapool y que posiblemente tenían tanto dinero como para comprar todo el condado de Ross and Cromarty, aunque eso era demasiado considerado, tal vez podría llegar a ser todo Highlands, pero el punto era que esas adineradas personas, tenían la preferencia de pasar sus vacaciones en este pueblo pesquero, que siendo sinceros no tenía mucho que ofrecer a personas de mundo lujos como ellos.
––Ya veo, bueno, eso significa que Arlo recibirá una paga mayor.
Abby bufa y pone los ojos en blanco, para luego equilibrar la bandeja de plástico en su mano, sin problema alguno. ––Y más trabajo, es muy probable que este año, nos toque ir a trabajar a la villa.
––No siempre van Charlie y Lola.
––Sí, pero por lo que escuche van a requerir más gente, al parecer el hijo mayor acaba de comprometerse, así que cruza los dedos, porque con esa paga, incluso podrás irte de Luna de miel a Londres.
––Bueno, si es así no suena tan mal.
––¡Abigail, donde están mis órdenes! ––Grita Charlie, su jefe, desde la amplia barra de estilo retro, que era uno de los atractivos visuales del establecimiento.
––Ya voy anciano, no somos un restaurante de comida rápida.
––Mide tu lenguaje o te remplazaré por Maggie, ella es más rápida que tú.
Reverie sé ríe, mientras continúa asando waffles y tocino, sabe que las amenazas de su jefe es más una rutina, un pequeño teatro para aligerar el ambiente en su acelerado turno, porque es más que obvio que Charlie no remplazaría a Abby por Maggie, cuando la segunda es una mujer de más de setenta que tiene como único trabajo servir café, en términos de eficacia, Abby era una opción irremplazable.
Acostumbrados a las horas pico, que se dividen al menos en dos, durante el turno de la mañana, que es el de Reverie toma, es entre las nueve y las once y luego alrededor de las dos, cuando llegan los autobuses Inverness.
Está tan ocupada, que se olvida que ese día Arlo regresaba y que grata fue su sorpresa, al verlo con un ramo de flores afuera de la cafetería, esperando a que terminara su turno.
Ella corre hasta su prometido, quien la recibe feliz en sus brazos, seguido de un apasionado beso, como si no se hubieran visto en décadas.
––Pero, ¡¿Cómo?!, ¿volviste antes? ––pregunta con la emoción adornando su rostro.
Arlo le sonríe a su eufórica novia, feliz por su regreso, pero lo que más amaba, era ver su brillante sonrisa, o sus divertidas reacciones ante sus regalos, que no importaba los simples o elaborados que fueran, ella brillaba como una estrella cuando eran de su parte.
Había válido por completo la pena, esta pequeña sorpresa, a pesar de que ella lo reprendería por no esperarla, pero eso quedaría en el olvido, cuando le dijera las buenas noticias.
––El capitán Quinn nos hizo volver antes, tuvimos una buena pesca y no vio razón para qué nos quedamos más tiempo, además era importante que volviera cuanto antes, te tengo una noticia.
––¿Cuál dime? ––La pregunta de Reverie, era más una exigencia, que era dominada por su curiosidad e impaciencia, lo que causa una risa en Arlo, al percatarse de la clara indirecta de que dejara todo el misterio sobre lo que tenía que decirle.
––Bueno, el capitán Quinn, ha observado mi desempeño guiando a los novatos y desde aquella vez que estuve a cargo por un mes, luego del accidente que lo dejo en cama, comenzó a notarme más y hoy me dijo que me recomendó para trabajar en la compañía.
––Eso quiere decir, que, ¿ya no te irás?
Arlo asiente y pega más a su novia a su cuerpo, para estrecharla entre sus brazos y poder susurrarle, lo que su superior le dijo aquella mañana.
––Sí, me dedicaré a tareas administrativas, aunque primero pasaré por una capacitación, en la sede en Glasgow, son tres meses, pero será después de nuestra boda, será como nuestra luna de miel.
––¡Eso es increíble!, ¡Estoy tan feliz por ti!, ¡Tan orgullosa!, tendré al mejor esposo de todos.
––¡Y yo a la mejor esposa de toda Escocia!, no, ¡de Europa!, ¡o del mundo!
El halago hace reír a Reverie, ama estos momentos y la emoción de vivir aquella aventura a lado de Arlo, su futuro esposo, es el mejor regalo que pudo haber recibido en mucho tiempo.
Se toman de las manos y caminan hacia la casa de los Etkin, hoy Reverie preparara un festín por las buenas noticias, había tantas cosas que celebrar, que deseaba que estos buenos momentos, perduraran a través del tiempo.
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En la villa, la familia Cumberland y Wingrove, junto a sus invitados, se encuentran desempacando. Al principio, cuando planeaban las vacaciones de este año, las hermanas Thornton, Milena y Rosalie, se inclinaban por un destino más paradisiaco y considerablemente más cálido, pero Emerson, el marido de Milena, cambio los planes, sin lugar a discusión, porque quería un lugar más pintoresco y arraigado al lugar de nacimiento de su hijo Edgar, para celebrar la fiesta de compromiso con su novia Cordelia Kingsley.
No era lo que Milena tenía en mente, cuando ambos chicos les comunicaron su deseo de casarse, luego de tan largo noviazgo, pero su marido, había alegado con complicaciones en el traslado de los invitados, algo con lo que tuvo que conformarse muy a regañadientes, porque sabía que, en realidad hacia todo esto, para que el hijo bastardo que tenía con esa mujer, pudiera asistir.
Tuvo que tragarse la furia que le quemaba las entrañas, una que ha contenido desde que supo la existencia de ese niño, por el bien de la reputación de su familia y el prestigio que conllevaba ser una Cumberland, debían guardar las apariencias y fingir que había al menos armonía y cordialidad entre ellos.
En Ullapool la rutina de sus habitantes sufre cambios ligeros tras la llegada de sus extravagantes visitantes.
El tema de conversación sobre la ropa que usan, los autos de importación que recorren las calles, o las veces que los ven haciendo sus picnics en su playa privada, son una constante a donde quiera que Reverie va, en su casa, con su cuñada despotricando sobre la ropa y lo escuálidas que se ven aquellas chicas y que ella se vería mejor, o en el trabajo a sus compañeras suspirar por Edgar Cumberland y Finn Wingrove, que se había dado a la tarea de conseguir a su pareja de vacaciones, lo que desato una especie de competencia indirecta entre todas las chicas casaderas en el pueblo.
Abby y Reverie por su parte disfrutaron del circo que ocurría cada día frente a la cafetería, ya que por supuesto Charlie no permitiría que ese tipo de espectáculos ocurrieran en su lugar de trabajo.
Los días transcurrían con tranquilidad para Reverie que no pasaba todo el día acosando a los recién llegados, prefería concentrarse en su trabajo, ahorrar dinero, cuidar de su sobrino y salir de paseo en bote con Arlo.
Cierto día mientras limpiaba una de las mesas que hace poco se desocuparon, encontró un libro, era un ejemplar de “El viejo y el mar”, curiosa abrió el ejemplar, que le resultaba familiar, para encontrar en la portada el sello que sus padres, solían poner a los libros que tenían en la librería, de la cual solo quedaban algunos que consiguió conservar, de los muchos que su cuñada vendió o tiro a la basura para su pesar y que con su próximo matrimonio, esperaba tener una pequeña biblioteca que le recordara a esos días clasificando los libros acompañada de sus padres.
Volviendo su atención a libro, vio que estaba bastante desgastado, con varias anotaciones a los márgenes y citas subrayadas, que supuso eran las favoritas del dueño, sonrió al ver que algunas eran también de sus favoritas y decidió guardar el libro o era posible que su jefe lo dejaría botado por ahí.
Al principio pregunto a Abby si sabía quién se había sentado en la mesa del fondo junto a la ventana, pero si bien su amiga era buena para recordar las ordenes, no era lo mismo para recordar rostros y poco o nada, pudo recabar sobre el misterioso dueño del libro, que claramente compro cuando la librería aún estaba abierta.
Regreso a su casa, con el libro en su bolso, su cuñada como siempre estaba sentada en el sillón, pintándose las uñas de un rojo brillante que en sus manos le resulto vulgar, su hermano había vuelto recién de la mina y juntos se pusieron a cocinar, mientras ella de vez en cuando se giraba a donde Jeremy hacia la tarea, explicándole con paciencia las operaciones matemáticas que se le complicaban.
Arlo llego más tarde, con una bolsa llena con comida, que venía de parte de la madre de este y que utilizaron alguno de los platillos como acompañamiento durante la cena.
La conversación fue en su mayoría guiada por Jeremy y su emoción por la excursión que harían a la granja del señor Graham, una actividad que ya era una tradición desde que ellos estaban en la escuela, así que no hicieron nada por quitarle peso a su emoción, ni siquiera los comentarios sarcásticos de Diora.
El fin de semana, tuvieron un paseo, en donde toda la familia fue al pueblo cercano a hacer la prueba de vestido y dar los últimos toques, para que el día de la boda no hubiera ningún inconveniente, aprovecharon también para comprar un par de muebles para la habitación, aun cuando Reverie dijo que podían esperar o comprarlos en una tienda de segunda mano, Arlo se impuso, sustentándose en la superstición de que necesitaban cosas nuevas, para que su matrimonio siempre estuviera lleno de buena suerte.
El lunes siguiente, Reverie estaba tomando las ordenes de algunos clientes, cuando Abby para variar, llego tarde, haciendo un escándalo, para pesar de los oídos de Charlie y Maggie, solo que el primero no se quedaría callado con las actitudes de la chica, pero ella ignoro los regaños de su jefe y cuando termino con lo que hacia la tomo del brazo y la llevo a la cocina, donde le conto la razón de su apuro.
––¡Esta es nuestra oportunidad Evie! ––dijo emocionada la chica pecosa y de amplia sonrisa, con la euforia coloreando su voz––En la villa están solicitando trabajadores, y están pagando lo equivalente a ¡seis meses de salario!
Si bien la paga era atractiva, Reverie no se dejó llevar por la emoción, porque siendo realistas, era una oportunidad demasiado buena para ser verdad y ella ya podia imaginar los interminables requisitos o las condiciones casi inhumanas y por más necesitada que estuviera por efectivo, no se esclavizaría por voluntad propia.
––¿Y dónde escuchaste eso?, y no me digas que es un rumor.
––¡Por supuesto que no! ––exclama la chica a la defensiva, restándole importancia a las precauciones que estaba tomando su amiga. ––Esta información fue completamente extraída de la fuente oficial, o debería decir escuchada, en fin, el punto es que la señora Milena fue quien no solo coloco el anuncio en el tablero de la plaza, también dijo y cito, “todo aquel que quiera ayudarnos con la fiesta de compromiso de mi hijo, es bienvenido, pagaremos bien y daremos un trato justo” ––dijo Abby, intentando imitar la voz de la señora Cumberland.
––¿Y de que es el trabajo?
––Al parecer es ser meseros, ya sabes encargar de caminar entre los pomposos invitados y ofrecer bebidas y esas cosas, ¡pero lo mejor es que es solo un día!, por todo ese dinero, yo no lo dudaría.
––No lo sé Abby, si es en la noche, sabes que podría ser complicado, tengo que encargarme de Jeremy y…
––¡Oh vamos Evie! ––dijo Abby poniendo los ojos en blanco––deja que su madre se encargue de Jimmy por una vez en su vida, estamos hablando de un trabajo bien remunerado y que tú que pronto serás una mujer recién casada, te vendría perfectamente.
Reverie sabe que Abby tiene razón y negarse no era la mejor opción, pero antes de que ponga alguna otra excusa, su amiga le dice que no exigen experiencia alguna y con eso, rechazar tal oferta no debería ni siquiera figurar como una alternativa, por lo que luego de meditarlo, decide aceptar.
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Arlo es quien va a dejarla hasta la villa, la familia había dejado en claro, que los empleados podían acceder por la puerta este, que llevaba a los jardines traseros y donde podían llegar directamente a la cocina, que es donde recibirían las instrucciones necesarias.
Se despide de su prometido con un beso en los labios y con la promesa de que le dirá a Abby que lo llamen en cuando termine todo para pasar por ellas.
Reverie nunca había visto la villa, ni siquiera de lejos, por lo que cuando Abby y ella ingresan por la entrada, sienten que han llegado a lo más parecido a un castillo, nada anormal en Escocia, que alguna vez fue la tierra que albergo a una familia real.
Pronto se une a todas las demás personas que han venido por el empleo, que no es una sorpresa encontrarse con prácticamente todos los jóvenes de Ullapool.
La tarea era simple, fueron divididos en cuatro grupos, los dos primeros se turnarían para pasear en bandejas en el salón principal y el jardín, mientras que el otro grupo estaría ayudando en la cocina y el ultimo se encargaría de limpiar y asistir a alguno de los invitados de ser necesario.
Reverie y Abby fueron colocadas en esos dos primeros grupos, ella iría al jardín y Abby estaría en el salón, algo que sin duda le emociono a la chica, que parecía una fanática a punto de entrar al concierto de su banda favorita.
Reverie se enfocó en su tarea, sonriendo y pasando de forma silenciosa a cada uno de los invitados para ofrecerles tanta champan como quisieran, pero luego de un par de horas se permitió tomar un descanso, tenían derecho a un pequeño refrigerio, por lo que ella se sentó en una de las jardineras, mientras observaba a los invitados pasearse solo para presumir sus caros trajes y vestidos.
No negara que algunos eran bonitos, pero otros, simplemente la desconcertaban y no entendía porque la gente pagaba tanto por ellos, está perdida en sus pensamientos, cuando alguien se sentó a su lado, haciendo que pegara un pequeño brinco desde su lugar.
––¿Aburrida?
––Perdón.
––Te pregunte si estas aburrida.
Si bien era de noche, el lugar estaba lo suficientemente iluminado y Reverie pudo observar al hombre a su lado.
Era un hombre joven, posiblemente a mitad de sus veinte, su cabello negro como el ébano tocado por la luz de los faroles instalados, lo hacía brillar como una noche estrellada, sus ojos tan verdes como la copa de un pino, eran de alguna forma hipnotizantemente tristes.
Al ver que no respondía, él sonrió y miro hacia donde todos los invitados felicitaban a la pareja recién comprometida.
––Sinceramente tampoco me estoy divirtiendo––dijo con una sonrisa, que en realidad discordaba con las emociones que se reflejaban en sus ojos. Reverie no dijo nada, especula que probablemente aquel hombre solo quería desahogarse, aunque ella fuese ajena a sus quejas en sí. ––Vine porque mi hermano me rogo que quería que lo acompañara, pero no soy más que un invitado no deseado, pero que se preocupan de mantener las apariencias, que no son capaces de echarme.
––¿Y de verdad vale la pena que te expongas de esa manera? ––pregunta Reverie luego de un tiempo en silencio, solo dejando que el bullicio de los invitados se mezclara con el aire y se colara entre ellos.
––¿Cómo?
––Si tu hermano te apreciara no te hubiera obligada a venir en primer lugar, al final solo estar convirtiéndote en el hazmerreír no solo de los invitados, sino de ti mismo. ––Reverie se levanta, junta la basura y antes de irse, se gira hacia el hombre, que solo muestra asombro en su rostro. ––Eres libre de decir sobre qué es lo que quieres, algunos otros no tenemos ese privilegio.
Reverie se fue, dejando a ese hombre con un impacto, que difícilmente se le olvidaría.
Siguió trabajando y ya había servido incluso en el salón, cuando los señores Cumberland dieron un discurso sobre el maravilloso hijo que tenían, pero su sorpresa fue cuando vio a ese hombre a lado de la familia, aunque claramente un par de pasos detrás, como si se esforzara por no ser notado, cuidando incluso de que las cámaras no captarán su rostro en la fotografía.
Vio a la pareja conformada por Edgar Cumberland y Cordelia Kingsley, que estaba despampanante en un sencillo, pero elegante vestido color plata, que resaltaba con su melena rubia y labios color cereza.
––¿Sabes quién es él? ––pregunto, señalando al hombre con quien converso hace un par de horas.
Abby que estaba a lado suyo, ya que consiguió que una chica cambiaria con ella y pudieran estar juntas en el mismo grupo, aplaudía como si fuera otro de los invitados, siguió la dirección a donde estaba aquel hombre y como se esperaba su amiga se encargó de darle, más información de la que pedía.
––Él es Bastien Levan, es medio hermano de Edgar, dicen que es hijo de la amante más longeva del señor Emerson y que tenía planes de reconocerlo en este evento, pero que su esposa se lo prohibió.
––¿Y tú como sabes todo eso?
––A veces las avecitas son útiles, cuando sabes cómo socializar con ellas, ¿Por qué llamo tu atención?, es guapo no lo negare, mejor que Arlo y mira que es de las bellezas de Ullapool…
––No es lo que piensas, solo me dio curiosidad porque no lo vi llegar con toda la familia.
––Si claro.
Reverie rio, sabía que su amiga se refería a esas chicas que podían compararse como un club de fans, pero analizando lo que Abby le revelo, ahora entendía el dilema del hombre entre hacer lo que debía y lo que quería, internamente se reprendió por su osadía, porque hijo ilegitimo o no, se tomó la libertad para hablarle tan casualmente como si fueran iguales.
Volvió a la cocina, donde el encargado le pidió que fuera a tirar la basura, se hubiera negado, pero al no haber nadie disponible tuvo que aceptar, no era por el hecho de hacerlo, sino el lugar en donde estaban los contenedores de basura.
Era el lugar más alejado de la residencia y apenas había iluminación, sabía que era una locura, pero se armó de valor y fue hasta el lugar, lanzo lo más rápido que pudo las pesadas bolsas, pero no dio ni tres pasos, cuando alguien la tomo de los hombros y la pego a su cuerpo.
Ella se retorció, pero el hombre no cedía, por lo que recurrió a pisarle el pie, grave error, porque aquel tipo que apestaba a alcohol, no era otro que Edgar Cumberland.
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