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La Bailarina Y El Mafioso

Capítulo 1

Cora Smith:

Hola me llamo Cora Smith, fui abandonada a los siete años por mi familia en Babel y desde entonces era el único hogar que conocía.

Babel es un bar dirigido por Martina Huertas, una mujer ni de mala, ni buena reputación, a ella solo le interesa el negocio y que su mercancía produzca y con mercancía me refiero a mí y a las tantas chicas que están en Babel.

Todas servimos a un propósito aquí, algunas son meseras, otras damas de compañía, nadie está por obligación, menos yo por supuesto. Según Martina le debo una gran fortuna, ella me convirtió en lo que soy. La mejor bailarina de entretenimiento de Babel. Además de que soy la favorita de los hombres. Tengo un hermoso cuerpo voluptuoso, un arma de lujuria para muchos

No soy prostituta, no. Aún no he llegado a ese nivel y espero jamás llegar allí. Únicamente aspiró o pagar mi deuda con Martina o escaparme de aquí.

Hoy como tantas noches tenía que hacer mi especial. Me encontraba en mi camerino, retocando mi maquillaje y mi cabello.

--- Cora, cinco minutos para salir--- me anuncia Martina. Con una sonrisa que solo está reflejada por la cantidad de dinero que le haré ganar hoy.

Quien diría que una bailarina podría ganar tanto dinero, pero es que los hombres desean más, lo que no pueden tocar y esa soy yo. La favorita y, por tanto, estarían dispuestos a pagar cualquier precio por verme bailar.

Podia escuchar las ovaciones en el gran salón, mi nombre siendo llamado. Cora, gritaban todos con voces cargadas de excitación.

Ante esto mi estómago se sintió mal y reprimi el vómito que estaba apunto de salir, estaba asqueada, quería salir de aquí.

En cambio enfrente a Martina mostrando mi mejor mascara y sonreí brillantemente --- estoy lista---

Ella me inspecciona de arriba abajo --- buen trabajo, haz que gane bastante dinero--- dice abriendo un poco más mi bata para que mis pechos sean más visibles.

Estuve apunto de golpear su mano, pero lo evite, en el pasado no me había ido muy bien resistiéndome.

Mi traje especial está noche era un brassier rojo de encaje y bragas a juego. Este atuendo no dejaba nada a la imaginación. Estaba casi desnuda, mi única protección era la bata roja de seda que me cubría como armadura, pero que tarde o temprano la tendría que dejar antes de entrar al escenario.

Mis pies estaban calzados por sandalias rojas, que me habrían parecido lindas, sino las llevará en este horrendo lugar.

---¿Lista?--- pregunta Martina

--- Por supuesto-- sonreí y respire profundo preparándome para el acto.

Alejandro Balem:

Me encontraba sentado en una de las mesas al frente del escenario.

Alejandro Balem

---Señor, verá que no se arrepentirá--- dice Ricky mi mejor amigo y mi hombre de confianza. Él posa sus manos sobre mis hombros, golpeándolos con entusiasmo. Lo observó irritado, me trajo casi a rastras a este sitio, era uno de nuestros bares, propiedad de la familia Balem.

Ricky

Pero jamás había venido, puesto que era una de las nuevas adquisiciones que hizo mi padre, a eso de un mes atras. Mire con aburrimiento el escenario, no estaba tan seguro de que esta bailarina tan famosa en Babel, fuera a quitarme mi mal humor.

¿La razón?. Mis padres, para heredar el imperio familiar tenía que obligatoriamente casarme, era un requisito en todas las mafias. La familia era lo más importante y, por tanto, la base de la fuerza del mafioso o eso escuche.

En otras palabras me casaría y crearía descendencia y estos serían en un futuro mi mejor inversión. Dice mi padre: Es el ciclo natural de la vida te casas tienes hijos y en la mafia esto es importante, los hijos son una bendición una fortuna, el día de mañana ellos te protegerán de tus enemigos, serán tu bastón... Esto sonaba algo retorcido, pero era lo que era.

Mi padre Miguel Balem, cuando cumplí mis quince años empezó a darme trabajos pesados como ajustes de cuentas, es decir eliminar a ciertas personas. Como deudores morosos, o simplemente personas que querían hacer daño a la familia.

No me malinterpreten amaba a mis padres y a mi hermana menor Valeria, pero mi padre aveces me trataba como un asesino a sueldo, era algo no sé despreciable para mis estándares de mafioso.

Aunque la quemadura del aguijón al saber esta verdad. Fue más llevadera, gracias a que mi titulo de mafioso, me hacía poderoso, rico y por tanto podía tener todo lo que un hombre quisiera tener. Mujeres.

Pero una vez más mi padre me arruina mis planes queria que me casara y eso no me sento nada bien.

---Caballeros con ustedes su bailarina preferida Cora smith--- dice una mujer pelirroja de unos cuarenta años, hermosa para su edad, pero aún asi fuera de mis estándares.

Martina Huertas

Todo el salón estalló en ovaciones, los miré sorprendido. ¿Podía ser esta mujer tan hermosa como decían?. Lo dudaba no había conocido la primera mujer que me deslumbrara por completo. Todas me parecían iguales y solo para un propósito tenerlas en mi cama al final de la noche y que me dieran un buen goce sexual.

Las luces se apagaron y por un momento la curiosidad me invadió.

Una luz se encendió y apareció una joven hermosa, de tez trigueña, cabello negro ondulado que caía en cascada en su espalda.

Cora Smith

Dirigí mi mirada más abajo y vi lo que todo hombre querría ver, un par de pechos grandes y llenos. Cubiertos por una fina tela de encaje rojo. Mi mirada bajo más, su cintura era delgada y suspire decepcionado. Sus bragas no eran traslúcidas. Más, sin embargo, estas se aferraba a sus anchas caderas.

No era la típica chica delgada con cuerpo de modelo con la que me acostaba. Esta era más... salvaje, su carita era de ángel, pero su cuerpo era de diabla. Mi tipo de mujer, mi sueño.

Cora:

Todo el tiempo estuve nerviosa como todas las veces, escalofríos cubrían mi cuerpo y no de la buena forma. Siempre temía que hoy sería el día en que Martina vendería mi virginidad.

Vi a los presentes y era los mismos, hombres gordos y asquerosos. Así que me obligue a cerrar los ojos

La musica comenzó y comencé a balancear mis caderas al ritmo de "love me like you do de Ellie Goulding". Me sabia la rutina de memoria.

Eres la luz, eres la noche

Eres el color de mi sangre

Eres la cura, eres el dolor

Eres la única cosa que quiero tocar.

....y comencé a pasar mía manos por todo mi cuerpo y mover mis caderas sensualmente, balance mi cabello de un lado a otro.

Cuando terminé escuche aplausos y ovaciones de los hombres y por supuesto el característico sonido de los fajos de billetes que era arrojados en el escenario.

Mire con anhelo el dinero, si tan solo pudiera tomar un rollo y largarme de aquí. Pero no, la señora Martina siempre vigilaba mis movimientos como un halcón acechando a su presa.

---Cora, Cora, Cora--- gritaban todos y solo quería que pararán. Gracias a Dios solo me presentaba solo una vez en el día. Me alejé del escenario y tomé de una de las mujeres que ayudaban en Babel, la bata roja y me la puse con alivio

Capítulo 2

Alejandro Balem:

No sabía que podía significar tanto

Tanto...Eres el miedo, no me importa

Porque nunca he estado tan alta

Sígueme a la oscuridad

Déjame llevarte más allá de los satélites...

La música seguía sonando y yo no aleje mi mirada ni un solo segundo de su cuerpo, de sus manos y en donde las ponía, me tenía completamente hechizado, ella se subió a ese tubo, que era tan sensual como ella y terminó de bailar.

No dude ni un segundo cuando dije a Ricky, sin alejar mi mirada de Cora --- la quiero para mí---

Él ríe con gracia --- ¿no te lo dije?, te dije que esta mujer podía sacarte de tu rutina ---

Asentí molesto y alejé mi mirada. Cora, ella era especial, quien sabe sí era una prostituta o no. Pero seguía siendo especial y no quería que se refiriera a ella como un goce pasajero.

Miré a mi alrededor y había muchos hombres, demasiados y estaba pensando que tendría que eliminarlos a todos, porque habían visto a mi Cora y eso me enojó.

--- Quiero verla ahora--- dije a Ricky

---Alejo, cálmate ella no es una prostituta, no se vende--- dice

Lo observé con una sonrisa, era todavía mejor de lo que esperaba. Pero a la vez lo mire enojado ---Soy Alejandro Balem, mi padre es dueño de este lugar, y soy el mafioso más temido de este territorio has que me vea--- dije y Ricky asintió nervioso, podíamos ser amigos, ¿pero que desafiará mi autoridad?, eso no.

Cora:

Me encontraba en la ducha limpiando la suciedad de sus miradas obscenas. Restregué muy bien mi cuerpo con la esponja y cuando terminé me vestí con una sudadera holgada, que era de mis atuendos favoritos.

La sudadera rosa me cubría de pies a cabeza y era genial, no quería sentirme observada. Aunque dudo que en mi cuarto me sintiera así, pero la llevaría de todas formas, me hacía sentir segura.

De repente un toque en la puerta me sorprendió, después de mis presentaciones nadie venía a excepción de Martina, pero ella entraba como "Pedro por su casa" y esto era inusualmente extraño.

Mis manos empezaron a sudar y esto era preocupante, que tal sí, era uno de esos hombres gordos que querían poseer mi cuerpo.

Volvieron a tocar con insistencia y... tome un bate de beisbol que me dio Martina para casos especiales y este se consideraba exactamente especial y propicio para golpear a quien sea que se encontrara tras mi puerta.

--- ¿Quién es? --- pregunté aferrando el bate en mis manos y retorciéndolas en él, preparándome.

----he... me preguntaba si...mi jefe quiere tener una reunión privada con ud señorita Cora....---

Ante sus palabras me alarmé, si me quería a solas solo podía significar una cosa, y ¿por que rayos, Martina no se dio cuenta que entraron dos extraños? ---- Eso no es posible, llamaré a Martina nadie puede venir sin autorización...---.

Alejandro:

Rodee los ojos todo el tiempo no sé porque puse a Ricky a hablar, él no conseguiría que entrara. Como el mafioso que era empujé la puerta y la abrí sin ser invitado y me revele ante Cora.

La observé de arriba a bajo, no tenía su anterior atuendo vistoso, pero no era como si esta sudadera no luciera sexi en ella. Era rosada y calzaba pantuflas de conejo y su cabello estaba atado en una cebolla grande a la altura de su cabeza. Se veía realmente seductora, con ropa o sin ella. --- hola --- dije con una sonrisa.

Cora:

Era el hombre más apuesto que había visto en mi vida. Lo observé con descaro, nariz perfecta, ojos azules, cabello negro, tez pálida, era como si viera a uno de esos chicos de esa serie de Vampires Diaries, a Daimon más explícitamente. Seguí explorando era alto debía tener alrededor de metro ochenta. Su vestimenta era costosa, llevaba consigo un traje negro, que se aferraba a su cuerpo musculoso. Estaba segura que tenía la boca abierta y está literalmente babeando.

Este hombre misterioso se ríe de mí y alcanzó a escuchar una hermosa y sexi carcajada. Luego dice ---Seguro que siempre causo ese efecto en las mujeres--- él pasa sus dedos, adornados con anillos de plata por sus labios tapando su sonrisa descarada.

Estas palabras me trajeron a tierra, fruncí el ceño y encontré mi voz --- no puede estar aquí, así que le pido que se retire --- me cruce de brazos y él bajo la mirada a mis pechos.

Mi error, no tenía brasier y estaba segura de que mis pezones se asomaban por la fina tela del saco.

El hombre a su lado suspiró audiblemente y el hombre misterioso le lanzo una mala mirada... como si estuviera molesto porque su amigo me mirara.

Baje los brazos y holgué más mi saco para evitar que se vieran mis amiguitas.

El hombre misterioso suspira regresando sus ojos azules a mí --- soy Alejandro Balem---- dice tendiéndome una mano velluda y fuerte y... ¡ahh me encantaban esas manos!.

Me negué a darle la mano y lo miré testarudamente --- no me importa quien sea, largarse de mi cuarto--- dije y sus ojos me miraron mal pero no me importo, caminé y lo pase casi rozando mi hombro con el de Alejandro. Me acerqué a la puerta y la abrí más para que él y su amigo se largaran.

---No--- dice Alejandro sin voltearse

Observé al hombre que lo acompañaba y parecía nervioso y asustado. Me alcancé también a asustar pero recordé que tenía el bate en mi mano y esto me dio esperanza. Sí tenía que golpearlos para que se fueran lo haría. Aunque lamentaría dañar esa cara tan hermosa

---No me hablarás así--- dice Alejandro dándose la vuelta. En un segundo estaba lejos de mí y al otro dio grandes zancadas llegando imponentemente a mi espacio personal. Respiré profundo sorprendida y en el proceso su colonia llego a mis fosas nasales y era exquisita como él.

Aclare mi garganta y me enfoque --- te hablaré como quiera, ya que has entrado sin permiso a mi cuarto y estás invadiendo mi espacio personal --- lo empujé y Alejandro me observó sorprendido. Miro su pecho y mi mano, tal parece que tenía un ego muy inflado y no soportaba este tipo de trato, pues que mal por él.

Alejandro:

Estaba tan enojado, nadie me hablaba así y menos una mujer.... pero una vez más esta no era cualquier mujer, mi sangre hervía con violencia, ella me retaba a tomarla aquí mismo.

Ese bate en su mano solo me hizo excitar más, qué me quisiera amenazar también era encantador, si supiera lo que podría hacerle.

---Solo quiero un rato contigo muñeca te pagaré bien--- dije estaba seguro de que esto se resolvería con sexo y la sacaría de mi sistema.

Ella me miró indignada ---no soy prostituta idiota, soy bailarina, ahora --- levanto su bate para intentar no se que, --- largo los dos, o si no...--- pero esa violencia en sus ojos negros me encantaba. ¿Seria así en la cama?, esperaba que si.

---....que haras somos dos contra uno--- dije y sus dulce ojos se llenaron de miedo, esto me sento mal. No quería verla así.

Intenté decir algo, pero que ella empezó a gritar pidiendo auxilio. Mierda, Ricky me miró alarmado, y por estúpido que fuera también lo estaba y no sé porque, esta mujer nos hacía huir así, sobre todo a mí el mafioso más temido.

---Alejo debemos irnos o tu padre...--- levanté una mano para callarlo, sabía que mi padre no vería esto con buenos ojos y más si me había metido sin autorización a este lugar, que aún no era mío.

Intenté acercarme a Cora, pero ella levantó más el bate. Le di una sonrisa --- nos veremos pronto mi princesa--- frunció su ceño confundida por el apodo que le di y aproveche ese momento de confusión para acercarme y darle un beso.

Luego me separé y me fui de su habitación, alcance a escuchar de ella --- bastardo infeliz---, sonreí quería volver a besar esa boquita sucia.

Capítulo 3

Cora:

Me habia besado ese infeliz. Mis dedos aún estaban sobre mis labios, había sido mi primer beso y ese, hombre salvaje y ....sexi me lo había robado.

Sabia que estaba siendo inmadura, porque en el lugar en que vivía y por el trabajo que tenia, no se me permitía soñar. Pero una pequeña parte muy profunda en mi interior, aún aferraba ese sentimiento de que tal vez pudiera tener, un final de cuento de hadas...

---Cora--- grita Martina, me levanté de la cama. En la cual había caído tras mi beso con Alejandro.

Los gritos desesperados de Martina se iban acercando. Cualquiera pensaría que se preocupaba por mi, pero no era el caso ella solo se preocupaba por su mercancía, por su dinero.

Cuando vi a Martina en el umbral de la puerta, ella suspiró aliviada --- niña te oí gritar y pensé lo peor--- ella se acercó y empezó a inspeccionarme --- ¿alguien te toco?, ¿todavía eres pura? --- pregunta alarmada, creo que no sería bueno decirle que ese hombre me beso

---Estoy bien--- dije un poco molesta por su actitud.

----Bien, entonces porque has gritado, casi me matas de un susto--- dice tocándose su pecho dramáticamente

---Dos hombres entraron a mi habitación--- dije molesta con ella, después de todo era mi cuidadora. Continúe --- ¿como es eso posible? --- mi voz sonó insegura y nerviosa. El miedo de lo que ellos dos pudieron haberme hecho, o cualquiera, pesaba en mi. No podía esperar más tenía que escapar, no seria el juguete de ningún hombre, protegería a toda costa mi virtud, era lo más valioso que tenía y nadie me lo quitaría.

---¿Dos hombres?, madre mía, pero...--- dice y sus ojos se transforman en furia, ---esos idiotas me las pagaran--- dice Martina alejándose, no permitiría que tocaran a su favorita.

Antes de irse dice --- cierra con seguro la puerta y no abras a nadie, a no ser que sea yo--- dice sin más y cierra de golpe.

Suspire frustrada e hice como me dijo.

A la noche siguiente...

Me encontraba de nuevo en mi camerino, preparándome para mi show, esta vez iba vestida de Ángel. Aunque mi lencería era traslucida y no creía que los angeles lucieran así, pero lo que sea.

Salí con Martina de mi camerino ella iba adelante para escoltarme, observando todo el lugar como un halcón. Había más hombres custodiando los pasillos. Con lo que paso la noche anterior, Martina no quiso correr ningún riesgo.

Rodee mis ojos, me trataba como si fuera su joya más valiosa y eso me molestaba, no era una cosa ¡cielos!, era una persona de carne y hueso. Suspire frustrada no hallaba la hora de irme de este lugar.

Una vez en el escenario comencé a bailar como de constumbre, y fue cuando lo vi. Alejandro estaba sentado cerca del escenario, sus ojos azules eran dos canicas de hielo, estaba enojado. Miraba mi vestuario y a los hombres presentes con ira contenida.

Esto me hizo sonreír, quien se creía este para mirarme posesivamente. No era suya y no sería de nadie.

No sé porque lo hice pero esta vez no cerré mis ojos y me quedé viendo a Alejandro esta vez mis caderas dazaban al ritmo de la musica de "Earned It , de The Weeknd".

Me senté en una silla y comencé a balancearme en ella, haciéndo mi coreografía...no alejé mi mirada de él y es que me tenía presa de ella. Pero a la vez quería decirle que era intocable, jamás me tendría....

Alejandro:

Verla en ese diminuto atuendo, aunque sexi, me tenía enojado, porque todos los bastardos infelices veian lo que era mío. Estaba a punto de hacer algo imprudente cuando Cora, comenzó a bailar en esa silla tan seductoramente sin alejar su mirada de mi.

"Gatita mala" sonreí hacia ella, le gustaba jugar con fuego. El enojo fue disminuyendo, los ojos de Cora solo estaban en los míos y no sabía porque lo hacia, pero no me importaba.....ella hizo que me detuviera solo con su mirada, de no haberlo hecho este lugar seria un completo baño de sangre....

El alivio una vez más llego a mi, no se porque estaba preocupado, hoy mismo Cora estaría en mi mansión, ya tenía todo planeado. La sacaría de Babel.

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