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Solo Deseo Amor

El comienzo del fin

El día estaba gris, llovía copiosamente. En el medio de una calle desierta se ve la imagen fantasmal de una pequeña criatura, que se mece lenta y tranquilamente de un lado al otro, de un lado hacia el otro. Sin cesar. El agua la ha cubierto por completo, y el frío cala sus huesos, pero ella parece no inmutarse por nada, solo camina con el lento movimiento, cual hoja al viento. Ella solo camina, trata de procesar y comprender lo que le ha ocurrido estos últimos dos días en los que su vida se ha convertido en un verdadero caos.

Si le hubieran dicho que, a sus 20 años, estaría viviendo todo esto no lo habría creído, pero sí, no lo puede negar, y mucho menos cambiar, solo le resta hacer lo único que sabe… salir adelante sola.

Dos días antes.

Como todas las mañanas Luna se despertaba muy temprano para ir a trabajar. Desde que, a sus 18 años, salió del orfanato donde se crio, trabaja como empleada de limpieza en una gran empresa de transporte.

Desayuna feliz porque ha logrado concluir su cuarto semestre en la universidad en línea, siente que la vida le sonríe. Tiene su gran amor, con el que se va a casar en cuanto se reciba, aunque a veces, solo a veces, se siente un poco apenada, ya que su novio es el hijo del dueño de la empresa. Sacude su cabeza cada vez que la asaltan los pensamientos negativos, él la ama y le demuestra siempre todo su amor.

Luna es una chica sencilla, le gusta trabajar y lucha por salir adelante. Sus cabellos son castaños, piel canela y ojos negros, como dos faroles en la noche le brillan en la cara haciéndola aún más hermosa de lo que ya es. Su cara es pequeña, toda ella lo es, midiendo tan solo 1,60 metros. De labios delgados, y boca pequeña, pero que hacen juego con todo el resto de su persona.  Su cuerpo podría describirse como reloj de arena, para muchos simplemente perfecto. Le gusta ejercitarse, y ha aprendido a defenderse. No quiere sentirse insegura caminando por la calle por eso aprendió a defenderse.

Termino su desayuno, limpio todo y salió hacia su trabajo. Caminó hasta la parada del autobús y luego de 30 minutos llegó a su destino. Camino hasta la entrada de personal, y al entrar marco su tarjeta de entrada.

Buenos días Luna ¿Cómo está todo hoy? Preguntó animado Cesar, el oficial que custodia la entrada de los empleados.

Buenos días Cesar, muy feliz porque ayer rendí bien la última materia del semestre Contestó con su inigualable sonrisa la dulce chica.

_ Felicitaciones, sos una chica muy inteligente en algunas cosas, pero en otras te aconsejo que abras bien los ojos.

¿A qué te referís?, no entiendo por qué me decís esto, pero tranquilo que siempre ando con mucho cuidado. Bueno me voy a comenzar antes de que lleguen los empleados de las oficinas  A Luna le pareció muy extraño el comentario de Cesar, nunca le había dicho algo así, pero realmente no se preocupó demasiado, solo pensó que era porque andaba mucho sola y a veces eso podía ser peligroso.

Luna había conocido a Cristian, su novio, en el trabajo. Ella estaba terminando de limpiar la oficina de vicepresidencia cuando él llegó, y se quedó embobado mirando a la joven hermosa que limpiaba su oficina. La labor debía estar terminada cuando él llegó, pero ese día en especial, la muchacha que se ocupaba de esa área no había asistido al trabajo y le tocó a Luna reemplazarla, pero después de terminar con su propio sector.

Cuando ella se dio vuelta para salir de la oficina se quedó tiesa, obnubilada por la presencia del hermoso hombre que tenía enfrente. Por su parte él estaba de la misma manera, cautivado no solo por el cuerpo hermoso sino también por su hermosa cara, toda ella era espectacular, algo nunca visto por él.

La joven se disculpó por el atraso y salió corriendo dejando la oficina de Cristian reluciente de limpia y por supuesto sola.

A él la actitud de la chica, que se notaba era muy joven le encantó. A sus 25 años se sintió realmente encantado con esta presencia, su timidez, la dulzura que se podía apreciar en sus reacciones al notar su presencia y por supuesto el sonrojo, que la dejó en evidencia. Él ya tenía mucha experiencia con las mujeres y sabía perfectamente cuando había causado una buena impresión.

A partir de ese día comenzó su plan de conquista, esa hermosa y pequeña niña tenía que ser para él.

Sus idas eran diametralmente opuestas. Mientras ella luchaba a diario para obtener su título y sobrevivir; él tenía todo a manos llenas, nunca tuvo que esforzarse por nada. Como hijo único siempre obtenía lo que quería. Sus padres le habían inculcado el amor al dinero y la sed de riquezas, lo que hacía que nunca tuviera suficiente.

Era todo un galán, de 1,75 metros, rubio y de ojos azules. Facciones perfectas, mandíbula cuadrada, nariz recta, todo un adonis. Según las revistas del corazón uno de los hombres más atractivos del País del Sol, decían que cualquier mujer estaría feliz por solo una noche con él. Y para Cristian lo que decían las revistas era palabra sagrada, y es que en realidad ninguna lo rechazaba, todas caían rendidas de inmediato a sus pies.

Todas menos una, una pequeña empleada de limpieza de su empresa, que no se dejaba llevar por las riquezas o lo material. Con ella tuvo que usar otras estrategias, seducirla de a poco, cortejarla, enviarle flores, bombones. Invitarla al cine, a cenar, a lugares sencillos por supuesto, una caminata a la luz de la luna, un picnic en el campo.

Todas cosas que jamás hizo ni pensó que iba a hacer, pero sus esfuerzos rindieron fruto. Un año después de ese primer encuentro ella vivía en un departamento pequeño, pero lujoso, que Cristian había comprado para ella. Por supuesto que no estaba a su nombre, él no era tan tonto. A ella nada le importaba sólo que estaban juntos, cada día se esforzaba más en trabajar y estudiar para que él, su amor, estuviera orgulloso de ella. Es por esto que no aceptaba la propuesta de no trabajar y vivir solo de él, eso la reducía a ser una mujer que no salía adelante

sola y que necesitaba de un hombre que la mantenga. Ella lo ama pero necesita sentir que puede sola, superarse para poder sentirse bien consigo misma, capaz y fuerte, como un gran roble, difícil de derribar.

Volviendo a esa hermosa mañana.

Luna ya había terminado de limpiar su sector de oficinas del quinto pisos y los baños de los pisos 5 y 6, trabajó muy duro, como todos los días. Luego se retiró a tomar su descanso. Ese día la encargada del último piso, el de los jefes, se retiró temprano porque se lastimó la mano,  por lo que ella debía encargarse de cualquier imprevisto que se produjera, era solo por las dudas ya que en realidad nunca pasaba nada, o esocreía.

Cerca de la hora de salida fue llamada desde la oficina del CEO, ya que había ocurrido un imprevisto con el café. De solo pensar que estaría frente a su suegro ella se ponía muy nerviosa, aunque él no sabía que era su suegro, debía tranquilizarse y hacer bien su trabajo pensó…

Pero nada de todo lo vivido hasta ahora la preparó para lo que iba a escuchar en esa oficina…

Revelación

Padre ya te he dicho que me voy a casar con Camila, ella es la única mujer que puede ir de mi brazo, la única que está a mi altura. Jamás podría llevar a mi lado a Luna, ella es muy buena y hermosa, pero no está capacitada para ser mi esposa. El único lugar que puede tener una chica de su clase es el que tiene, de amante. Menciona Cristian con un tono jocoso, que denotaba que lo que decía le causaba gracia.

Me dejas más tranquilo hijo, tu boda es en dos días y tenía miedo de que te arrepintieras. Sabes que Camila y sus millones son lo mejor que te pudo pasar Contesta Raúl, con cinismo, para ellos todo lo que importaba era el dinero, las personas valen según su nivel económico, pero esto Luna recién lo está viendo, la enda de sus hojas a comenzado a caerse y la reelación de una dura erdad ha llegado a su vida.

Ambos se ríen y ella en su corazón comprende que de quien se ríen es de ella. Esta muda y sorprendida, pero dispuesta a seguir escuchando.

_ Por supuesto, es una oportunidad que no puedo desaprovechar por nada del mundo. Pero no hay ninguna cosa que me impida seguir disfrutando del cuerpo y del amor incondicional que mi Luna me brinda. Ella va a tener todo mi amor, solo que en las sombras, jamás podrá ser mi esposa.

Hijo, siempre puedes jugar fuera de casa, pero jamás pongas a esas mujeres por sobre tu esposa. Recuerda que eso te puede hacer perder millones

No importaba perder a su esposa, ni a sus futuros hijos, no importaban las personas, solo los millones, a eso se reducía todo para ellos. Luna se sentía asqueada, las nauseas la invadieron, temía descontrolarse y delatar su presencia. Era una suerte que las secretarias no estuvieran en ese momento, aunque no tenía ni idea de adonde se habían ido ni tampoco le importaba, solo tenía ganas de salir corriendo de ahí pero no quería delatarse y que supieran que había escuchado, no aún.

La conversación iba a continuar, pero ella decidió que ya era suficiente, por lo que se dispuso a hacer ruido con los elementos de limpieza y golpear la puerta para poder disimular. No iba a demostrar que había escuchado todo, no iba a hacer ningún escándalo, ella iba a salir de ese lugar con la frente muy en alto. No por ser pobre se iba a dejar pisotear.

En el momento en que escucharon ruidos ambos callaron, y en cuanto golpearon la puerta dieron el pase. Con toda la entereza que tenía la joven entró al lugar y cumplió con su función después de todo ella estaba muy orgullosa de su trabajo. Controlo las lágrimas traviesas que intentaban salir, terminó de limpiar y se retiró de la oficina.

Cristián la había mirado lleno de temor, se preguntaba por qué había ido ella y no la de siempre, que ni su nombre sabía y tampoco le importaba. Se encontraba inquieto ¿y si ella había escuchado?, ¿Si se enteraba de todo y lo dejaba? Luego se calmó, claro que no lo a a dejar, ninguna mujer en su lugar lo haría, aceptaría todo con tal de estar con un hombre como él, después de todo Luna lo amaba, siempre le creía todo y estaba dispuesta para él, por qué ahora iba a ser diferente.

En el momento en el que ella se retiraba de la oficina una hermosa mujer salía del ascensor y se dirigía hacia la misma. Toda ella desprendía glamour y clase, es despampanante, pensó Luna. Morocha de ojos azules como el cielo, una piel que se notaba suave y cuidada, muy blanca, como la nieve. Definitivamente era la prometida de Cristian no tenía ninguna duda.

Cuando esta joven pasó a su lado la miró con evidente asco intentando alejarse lo más posible de ella, como si tan solo con un rose la fuera a contaminar, como si su sola presencia la enfermara. Arrugó la nariz, pareciendo que sentía un olor nauseabundo. Estos gestos y acciones lejos de enojar a Cristian lo divirtió, y como no si esa es la manera en la que él mira a las personas de su clase, si con Luna fue distinto es por que se la quería llevar a la cama, se había encaprichado, y una vez que la tuvo le gustó demasiado y no quiso desecharla... tampoco quiere ahora. Pensándolo bien tiene que convencerla de que deje de trabajar, le da mucha repulsión verla con el uniforme y limpiando todo, además así no se entera, por ahora, de su matrimonio, y si la mantiene la puede controlar mejor.

Por suerte Luna ya se había retirado de la oficina. Él se acercó a su prometida y le dio un dulce beso y la abrazó, con una sonriza en los labios, gesto que la chica respondió de la misma manera.

Realmente no le molestaba casarse con ella, era sumamente hermosa, con mucha clase, criada para ser la esposa y madre perfecta, pero a pesar de todo no era su Luna, no tenía su fuerza ni su dulzura. Recuerda la primera vez que la vio, al principio se sintió molesto, a esa hora ya el personal de limpieza no debía estar en la oficina, pero todo su enojo se esfumó en cuanto la vio, era hermosa, cálida, un cuerpo que se notaba sumamente tentador, a pesar del uniforme. Estaba literalmente babeando y en ese momento supo que tenía que ser de él, más cuando vio la manera en que lo miraba y el rubor de sus mejillas.

¡Cariño... cariño! ¿En dónde estas? ¿Te estoy hablando? una voz sumamente chillona sonó, sacándolo de la nube, de recuerdos, en la que se había metido escapando por un momento de su realidad.

_Oh\, perdón\, me distraje pensando en algunos pendientes que tengo. Pero tranquila mi amor que acá estoy para voz\, mi papá seguro se va a encargar de mis pendientes_ Contestó meloso Cristian sosteniendo a Camila por la cintura. Si hay algo que a él se le da bien es fingir interés cuando en realidad no lo tiene.

_ Por supuesto hijo, tranquilo disfruta de tu tiempo con tu futura esposa así terminan de coordinar todo para la boda.

_Perfecto querido porque te vengo a buscar para que vallamos a comer a nuestro restaurant favorito\, hoy llega mi adorado primo y quiero que lo conozcas_. Ella brillaba de felicidad por casarse con Cristian\, no es que lo amara tampoco\, pero amaba el estatus que le da ser su esposa\, una mujer como ella no puede casarse con un hombre inferior\, y ya que el hombre al que ella ama es un imposible\, no le queda otra que seguir este plan. De todos modos él es sumamente apuesto y un excelente amante\, el mejor de todos pensó suspirando\, sin embargo no puede ser mejor que él\, nadie es mejor que él\, pensó con melancolía.

Claro Cami, vamos a conocerlo, he oído hablar mucho de él, es muy famoso a niel mundial. Sería muy bueno lograr que invirtiera en su empresa, podría ampliar aún más su flota y abarcar todo el mundo, con nuevas rutas tanto aéreas como terrestres, incluso se aventuró a soñar con entrar al mundo del transporte de cargas, lo que traería grandes ganancias, si aún no lo hacía es porque le faltaba capital, pero si lograba captar a este pez gordo nadie lo va a detener.

Con eso en mente salieron ambos tomados de la mano hacia el restaurant, era el mejor de la ciudad, una reservación era sumamente complicada, incluso tenían lista de espera, pero ella que era muy previsora e inteligente, por lo que había sobornado al personal del lugar para conseguir que les den una mesa, necesitaba impresionar a su amado primo. Se había estido y maquillado para la ocasión, tratando de erse aún más hermosa de lo que ya era. Siempre debía verse dulce, gentil, delicada y por supuesto bella, insuperable. Si tan solo pudiera ser de él, si ese amor fuera posible...

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Luna por su parte dejó las cosas de limpieza en su lugar, y fue directo a recursos humanos para renunciar a ese trabajo. No pensaba pasar un día más en ese lugar, no iba a permitir que se siguieran burlndo de ella ni mucho menos que la humillara más. La suerte era que como era una empleada de tan baja categoría, la más baja para ser precisos, no necesitaba de demasiado protocolo para renunciar, podía presentar una nota manuscrtita notificandolo y problema resuelto.

Nadie preguntó el por qué de su decisión, nadie la miró siquiera, dejó su renuncia junto con su uniforme y se dispuso a salir del edificio. Cesar ya no estaba en su puesto, lo que era una pena porque no se iba a poder despedir de él, el único con el que hablaba realmente además de sus compañeras de limpieza, que no se encontraban en sus lugares,  aunque en realidad no eran amigas.

Con todo el peso del mundo sobre sus hombros se dirigió a su departamento, que en realidad no lo era, acaba de darse cuenta de que tiene que dejar ese lugar, no puede quedarse un minuto más ahí. Caminó un poco hasta una

plaza cercana y se sento a respirar, pensar y tranquiliarse. Su mundo se había desmoronado, lo que ella no sabía es que aún no había terminado de caer, lo peor para ella está por venir, y de las deciciones que tome dependerá su felicidad o su infortunio.

Cayendo

Luego de estar un momento sentada en la banca, se decidió a ir al departamento a buscar sus cosas. Tenía que encontrar un lugar donde pasar la noche, no podía perder demasiado tiempo. Tampoco quería, por nada del mundo, encontrarse con Cristian, aún no podía enfrentarlo, aunque presentía que en algún momento iba a tener que hacerlo.

Camino hasta la parada del autobús. Solo esperó unos minutos y este llegó, era una suerte no tener que esperar tanto tiempo. En 30 minutos llegó a casa, bueno, la que ella consideró durante un tiempo su casa, hoy comprendía que nunca lo había sido.

Al entrar y mirar alrededor una oleada de recuerdos la invadieron. En todos los rincones estaba la presencia de quien, hasta esa mañana, había creído que era el hombre con el que iba a compartir su vida. Sonrió con burla para sí misma.

El departamento tenía una sola habitación, esta era grande y confortable; una pequeña cocina comedor y una hermosa sala de estar. Estaba pintado en tonos pastel, celeste, amarillo y blanco. Todo era hermoso, de un gusto exquisito. Los muebles eran finos y delicados, el sofá costaba un año de su salario, jamás lo hubiera podido pagar. Ni hablar del resto de los muebles. Por supuesto que todo lo había comprado y elegido él, jamás la dejo a ella siquiera opinar, sobre la decoración o el miviliario. Ahora entendía por qué, tenía miedo de que eligiera cosas que no estén a su altura.

Se sentía agobiada y asfixiada por el lugar, su olor aún estaba impregnado en todo. Ella era una intrusa, se había quedado clavada en la entrada como si su presencia no fuera bienvenida. Y ella que pensaba que ese era su hogar. Se sentó en el cómodo sofá y se permitió llorar, se desgarró de dolor y se derramó en llanto. Podía formar una laguna de tantas lágrimas que vertió, pensó con gracia.

Luego de llorar por horas, recordó que debía buscar un lugar en el que ir a dormir. Miró su celular, tenía la esperanza, tonta esperanza, de que él le hubiera mandado un mensaje... pero no había nada, no había intentado comunicarse con ella. Ni siquiera entendía porque guardaba tontas esperanzas. Al diablo con todo, hay que seguir. mejor que no le hablara, si ella ya sabía quién era él en realidad.

Se levantó, fue hasta la mesa de noche y sacó la caja en donde guarda sus ahorros en efectivo. El resto lo tiene en el banco. Ella se administra muy bien, y él se encargaba de los gastos de la casa y también del mercado. Idiota, era una amante mantenida y no se había dado cuenta. Parece que era mucho más ingenua de lo que se había imaginado. Tantos años sola, tantos años añorando ser amada que confundió, quizá, amor con deseo. Ya no sabía que pensar, lo único que tenía claro es que él no la amaba, solo la quería en su cama. Se arrepentía de haberse entregado a él, y no por mojigata, claro que no, después de todo este es el siglo XXI, sino por darle el gusto y permitirle así humillarla más.

Tomó sus documentos, un pequeño bolso con las pocas prendas que tenía, las que eran suyas, el dinero y salió tranquila en busca de un hotel, algo económico. Debía ir más hacia la zona céntrica, por lo que tuvo que nuevamente buscar un autobús, no pensaba desperdiciar dinero en taxis, no sabía cuánto se iba a demorar en conseguir un nuevo empleo.

Al llegar al lugar, camino unas cuadras y encontró un pintoresco hotel, nada lujoso, justo a la medida de se bolsillo. El lugar era muy limpio y la habitación muy cómoda. Solo deseaba dormir y eso es lo que se disponía a hacer cuando un mensaje llegó a su teléfono. Cristian le hablaba.

"Cariño, lamento no haberte podido ver hoy, han surgido algunos inconvenientes en la empresa, nada grave no te preocupes, pero tengo que viajar mañana temprano y voy a estar unas semanas afuera, si todo me sale bien vamos a poder expandirnos, seremos la empresa más grande a nivel mundial. Vas a estar muy orgullosa de mi. Te amo, deséame suerte "

"Te extraño mi amor, por favor cuídate en mi ausencia, y cuando vuelva hablamos sobre el trabajo, no me gusta verte limpiando la suciedad de otros"

"Otra vez te digo TE AMO"

Leyó una y mil veces el mensaje, no pensaba contestar pero tenía miedo de que si no lo hacia, siguiera insistiendo o la llamara, era mejor responder. Maldito hipócrita, pero ella ya había visto sus erdaderos colores, era solo un recipiente vacío. Ahora por fin entendía esa metráfora, él es hermoso por fuera, pero no hay nada en su interior, como un hermoso jarrón vacío.

"Te deseo todo lo mejor en tu viaje"

Era claro el doble sentido en que lo decía, le deseaba, a pesar de todo, lo mejor... o quizá no, que se pudra pensó, que se joda y que... ya está todo terminó, no quería pensar más. Apagó su teléfono y se durmió.

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Cristian estaba muy conforme con él mismo, el almuerzo había sido muy producto, aunque el primo de Camila resultó ser un maldito engreído él confiaba en que iba a lograr sacarle algunos cuantos millones. Aún sonreía recordando la escena.

¡Hola primo! Estoy muy feliz de que puedas estar con nosotros en esta ocasión tan especial. No sería lo mismo si me faltaras La aguda voz de Camila inundo el lugar. Si fuesen perros estarían aullando del dolor.

Hola Camila, tenía algunos negocios que atender en la ciudad, por eso estoy aquí Por alguna razón que Cristian no entendía pero su prometida sabía a la perfección el joven que acababa de llegar no fue muy amable. Es por esto que Cristian lo consideraba un engreído.

Vito, te presento a mi prometido, Cristian Miller

Un gusto Cristian Vito Lombardi para servirte La mirada de Vito era fría y escrutadora, como si quisiera conocer lo que los demás piensan, o peor aún, como si lo supieran.

Camila se desvivía por atender a su primo, y hacerle los mil elogios. Por su parte Cristian hacía lo mismo, como era de esperarse hablaron de negocios, cada uno era experto en sus ramos, aunque mientras uno solo atendía lo referente al transporte el otro se desarrollaba en muchas categorías.

Vito era dueño de una transnacional, la empresa más grande de Ciudad Sur, con ramificaciones en todo el orbe. No tenía un solo rubro sino que se diversificaba desde lo alimenticio, indumentaria, seguridad, tecnología, por mencionar algunos. Ahora estaba invirtiendo en vienes raíces. Justamente esa es la razón por la que está en Ciudad azul, quería comprar un hotel junto al mar y convertirlo en un gran resorts, el mejor de todos.

El hombre miraba con burla a su "prima" y al idiota que se va a casar con ella, se dio cuenta de inmediato que el pobre infeliz quiere su dinero, pero él no es ningún iluso y solo invierte si es algo realmente bueno. Mientras esté en este país se a a tomar el tiempo de revisar una propuesta, si le conviene por supuesto que piensa poner dinero. Sería para él algo bueno, quizá, tener también entre las suyas una empresa de transporte, tanto de pasajeros como de carga.

La comida transcurrió con calma, todas las mujeres se detenían a mirar a los apuestos hombres que se encontraban allí, y odiaban a Camila porque ella podía estar en compañía de semejantes especímenes, eran hombres tanto hermosos como poderosos, llamaban la atención de todos allí. Muchas mujeres parecían comérselos con la mirada. Su porte elegante y su aura dominante quitaban el aliento de las féminas del lugar.

Cristian estaba un poco ansioso, no había podido hablar con su Luna, tenía miedo de que hubiera escuchado algo desagradable, o que se percatara de que Camila salía con él. Definitivamente cuando volviera de su luna de miel debía hablar con ella, aclarar todo y asegurarle que a la única que amaba era a ella. Ninguna otra iba a estar en su corazón, pero tenía que asegurarse de que su matrimonio era un acuerdo comercial aunque no lo fuera en realidad.

Por fin ese almuerzo terminó y logró deshacerse por unos minutos de Camila, lo suficiente como para mandarle un mensaje a su amor. Cualquier cosa para que no se preocupara, o algo peor lo buscara, Camila no podía, por nada del mundo, saber de Luna, esa sería su ruina.

Los mensajes que envió fueron escuetos, pero le pudo decir todo lo que quería. Que ella supiera que no iba a estar por unos días, y por supuesto que se hiciera a la idea de que no iba a trabajar más, y reafirmar que la amaba. Todo lo necesario para que ella siga como siempre lista y dispuesta para él. Su respuesta fue breve, por suerte, porque justo se acercaba su prometida. Guardó el teléfono y con una sonrisa le dio un dulce beso en los labios.

Subieron al auto y se dirigieron a una pequeña reunión que habían hecho sus amigos en su honor, era como una despedida de solteros en conjunto.

Lo que Cristian no sabía es que no solo se estaba despidiendo de su soltería, lo que estaba en juego era mucho más grande y más importante que todos sus millones. Se sentía en la cima del mundo sin saber que, en realidad, estaba comenzando a caer.

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