Alguna vez se preguntaron por qué en la vida siempre hay personas más favorecidas que otras.
Está es la historia de Leonor, una joven princesa, hija del emperador Maximus, de Atenea el imperio más temido en los últimos doscientos años. Cómo su nombre lo dice, es el imperio bendecido por la diosa de la guerra y por generaciones los emperadores habían sido temidos por sus habilidades tanto en magia, como en la guerra. Por más de doscientos años, generación tras generación de príncipes, habían conquistado y dirigido varios reinos. En la actualidad su emperador Maximus ya había conquistado tres reinos y de cada uno de ellos se había casado con cada reina convirtiéndolas en sus Concubinas, buscando con esto asegurar su descendencia.
Maximus tuvo solamente dos hijos, una niña y un niño, hijos de su Emperatriz y su reina. Con el paso de los años, Leonor, fue sintiendo la clara diferencia que su padre hacia hacia ella. Cuando su hermano cumplió la mayoría de edad los miembros de la corte no lo vieron apto para el cargo, puesto que David era solamente un príncipe engreído que pocas veces aportaba a la comunidad y que vivía despilfarrando el dinero del imperio en fiesta y mujeres. Por otro lado, Leonor, vivía interesada en como mejorar y aportar cosas a la comunidad algo que a ante los ojos de los nobles, les pareció mejor poner a la chica como sucesora que al joven príncipe.
El emperador Maximus empezó a dudar de la sucesión de su hijo y a prestarle más atención a Leonor, puesto que el también había notado el interés de su hija por el imperio.
La emperatriz, madre de David al enterarse del posible cambio de heredero actuó rápidamente y en la fiesta de mayoría de edad de la chica la drogo y con ayuda de un viejo amigo la llevo una habitación donde la chica fue violada por un viejo de la corte. Al día siguiente el emperador fue quien los encontró y obligó a su hija a contraer matrimonio con ese señor para evitar el repudió público, sin saber que eso terminaría por condenar a la pobre princesa.
Luego de que la joven saliera del palacio, el maldito viejo abuso de ella en todo sentido, tanto física como sexualmente. La trataba de sirvienta, en las noches la violaba y si a ella se le ocurría hablar, él la golpeaba. La princesa fue denigrada hasta sus últimos momentos, sin poder pedir ayuda, ni poder ver por última vez a su madre, la chica murió producto de una gran golpiza que recibió al intentar escapar. Nunca supo por qué sus padre no fueron nunca a verla, ni tampoco por qué ella tuvo que sufrir ese triste final. Se preguntaba si en verdad ella merecía todo eso y juro al universo que si tenía la posibilidad de volver el tiempo atrás, todos pagarían por su sufrimiento...
Mientras que su cuerpo daba la última bocanada de aire, pronto sintió una gran oscuridad y su cuerpo de pronto dejo de pesar.
No sabía ¿cuánto tiempo llevaba así?, ¿ni en dónde estaba? pero de pronto una luz brillo dejándola completamente ciega y dijo
-Cuanto has sufrido hija mía...
No te preocupes, yo te voy a ayudar. Volverás y podrás tomar tu venganza.
Leonor intento identificar a la mujer que le hablaba y dijo.
- ¿Atenea?
- Es una forma de llamarme. Despierta tu poder y sobrevive Leonor...
Sin la luz desapareció y Leonor se despertó respirando con desesperación. Llevo su mano a su pecho y dijo.
- Solo fue una pesadilla...- al oír su voz quedó impactada. Esa no era su voz de adulta, esa voz era de una niña. Sin perder tiempo se levantó de la cama y corrió al espejo para darse cuenta de que ya no era la mujer que fue al momento de morir, aún era una niña. Una niña de apenas unos seis años , miró su aspecto y cayo de rodillas al suelo. Sin poder creer lo que había pasado aún dijo.- entonces fue verdad... todo lo que me pasó no fue un sueño.
Sus lágrimas empezaron a caer y pronto su corazón, quien antes era noble y puro, empezó a endurecerse dejándose llevar por el odio y rencor que empezó a sentir por todo lo sucedido. Pronto amaneció y ella aún con su rostro empapada permaneció en el suelo hasta que su doncellas entro.
- Princesa , ¿se encuentra usted bien?
Leonor miró a la mujer que una vez la vendió por unas cuantas monedas y su rostro se ensombreció. Si ella no hubiera contribuido en su desgracia, nunca hubiera terminado con ese viejo y mucho menos hubiera sufrido todo lo que sufrió.
Leonor asintió levemente y con voz dulce dijo.
- Fue una pesadilla.
La sirvienta se acercó para ayudarla a levantar, pero justo cuando estiró sus brazos la reina estaba entrando a la habitación y Leonor empezó a gritar.
- Basta... basta... ya no me pegues... por favor... mamá...
La reina corrió hacia su hija y empujó a la mujer, quien se había quedado inmóvil por como la niña gritaba y dijo.
- Princesa...
La reina se acercó a ella y dándole una bofetada al ver el rostro de su hija dijo.
- ¿Quien te dió el derecho de golpear a mi hija? Guardias.- dos hombres uniformados entraron a la habitación y vieron a la princesa acurrucada en el suelo y luego a la reina furiosa sosteniendo el brazo de la sirvienta.- Arresten a esta mujer y llevenla a los calabozos. Atacó a la princesa y yo misma le informaré de esto al emperador.
- Si Majestad.
Ambos se llevaron a la mujer quien gritaba y pedía por su vida y mientras esto sucedía Leonor se mostró lamentable frente a los ojos de su madre, quien se había acercado a ella con cuidado.
- Tranquila cariño, tu madre ya está aquí, ¿dime dónde te hirió?
- Me jaló del cabello... y me tiró al piso por qué le dije que no me quería levantar. Mami no dejes que ella vuelva...
Leonor lloró más fuerte y la reina Maribel enfureció al saber que la mujer que cuidaba de su hija la habia maltratado. Abrazo a su pequeña y acariciando con cuidado su cabeza dijo.
- Tranquila cielo, mami se hará cargo de todo. No dejaré que nadie te lastime nunca más.
Sin más Leonor abrazo fuerte a su madre y comenzó a llorar de verdad. En su anterior vida deseo muchas veces escuchar esas palabras de ella, ella sabía que algo malo le tuvo que haber pasado luego de su salida del palacio, por qué o sino, no entendía por qué su madre, quien nunca había permitido ni que la miraran feo, no la había ido ni a visitar luego de que el emperador la había prácticamente hechado del palacio y obligado a casarse con ese viejo ruin. Sin pensar más en ello, se tranquilizó y la reina dijo.
- Vamos te ayudaré a cambiarte e iremos a contarle esto a tu padre.
Al mencionar al emperador, Leonor ensombreció su mirada, pero aún así asintió. Jamás le perdonaría a su padre que la haya entregado a un muerte segura solo por preocuparse de el que dirán. Sin más dejo que la reina la bañara y cambiará para luego ambas salir a desayunar...
En el jardín donde el emperador se encontraba desayunando con la emperatriz y el principe, pronto vieron venir a la reina con la princesa en brazos. La niña tenía los ojos hinchados y su nariz al roja al ver esto Maximus dijo.
- Bueno días reina Maribel, ¿Que le sucede a la princesa?
- Buenos días majestades, Alteza - dijo para luego inclinarse - no es mi intención interrumpir su desayuno, pero ocurrió un hecho gravísimo.
La emperatriz miró con indiferencia a la mujer pero el emperador dijo.
- ¿Que sucede?
- La doncella de la princesa esta mañana parece haber pedido la cabeza, se atrevió a golpear a nuestra hija, la arrastró de los pelos haciéndola caer de la cama y si yo no hubiera llegado a tiempo quien sabe que otras cosas le hubiera hecho a mi hija.
El emperador miró el rostro de la niña y vio como está se acurrucaba el en hombro de su madre. Pero antes de poder decir algo la emperatriz dijo.
- Que traigan a la sirvienta. Yo me encargue personalmente del personal de los niños y no creo que la doncella haya hecho algo tan severo sin un motivo...
- ¿Motivo? ¿Acaso está diciendo que cualquier persona puede venir a levantarle la mano a los hijos de su majestad? ¿Quisiera saber que haría la emperatriz si esto le hubiera pasado al principe? Tengo curiosidad de saber si seguiría diciendo que tal vez el príncipe merecía ese correctivo.
La emperatriz miró con odio a la mujer y antes de que las dos comenzarán a discutir el emperador dijo.
- Suficiente a las dos. La reina tiene razón, nadie tiene permitido levantarle la mano a mis hijos. Si yo que soy su padre y el emperador no los golpeó, ni lastimo, nadie tiene derecho a lastimarlos.
Maribel sonrió y Marcus dijo.
- Guardias, denle treinta Azores a la doncella y que le corte una de sus manos.
- Majestad creo que esta siendo algo excesivo en su castigo.
La emperatriz no quería dar el brazo a torcer ante la reina, pero el emperador contesto de manera frívola.
- Es lo menos que se merece.
La reina sonrió y dijo.
- Gracias majestad. Nos retiramos...
- Siéntense a desayunar con nosotros. Me gustaría saber como van los estudios de la princesa.
La reina sonrió con entusiasmo, ya que el emperador rara vez preguntaba por su hija y tomando asiento junto con la niña entre medio de ambos dijo.
- Muy bien, ya está aprendiendo sus clases de etiqueta y...
- A su edad ya tendría que saber cómo comportarse.- dijo la emperatriz de forma despectiva.
Leonor tomo una servilleta y la coloco en su falda, luego espero que le servirán su té y lo tomo de demostrado su buenos modales. Algo que sorprendió tanto a la reina como al emperador. La niña tenía una postura perfecta y su agarré era delicado, parecía todo una señorita, mientras que el principe, quien tenía un año más que ella, aún no sabía cómo comportarse en la mesa junto con su padre, él jugaba con su comida y mientras desayunaba se manchaba toda su ropa. La reina miró al principe y luego a la emperatriz con una sonrisa burlona para luego decir.
- Lleva solo tres clases de etiqueta y creo que sabe comportarse mejor que otros niños de su edad.
Maximus al ver que la niña no hablaba dijo.
- Cuentame Leonor, ¿como te va en tus clases de historia?
Leonor dejo su taza y con una sonrisa inocente dijo.
- Muy bien majestad.
Maximus Frunció su rostro y dijo.
- Leonor soy tu padre, puedes decir así...
- No es correcto, mi profesora de etiqueta dice que a la realeza hay que llamarlas por su título.
Maximus sonrió y dijo
- Eso está bien en público, pero cuando estemos en privado puedes llamarme padre...
-Entiendo majestad.
Maribel al ver la cara de su esposo dijo
- Es mejor así , aún está aprendiendo y tal vez se confunda.
El emperador solo asintió y dirigiendo su mirada a su hijo vio el desastre que estaba haciendo para comer y llamando su atención dijo.
- Tal vez la misma maestra podría enseñarle al principe , puesto que cada vez sus modales empeoran.
La emperatriz Frunció su rostro y asintió antes sus palabras. La reina sonrió y dijo.
- Luego le diré a la maestra que pase a su oficina majestad.
De pronto Leonor miró al emperador y dijo.
- Majestad.- Maximus miró a su hija y está continúo.- Me gustaría entrenar junto con el príncipe. Hoy me sentí muy débil ante la agresión de la sirvienta y... yo...- las lágrimas comenzaron a salir nuevamente de sus ojos y dijo entre llantos- No quiero que eso me vuelva a pasar, tal vez la próxima vez nadie esté para ayudarme y quiero saber cómo defenderme sola.
Los tres adultos miraron a la niña con diferentes expresiones. La reina miró a su hija con pena, la emperatriz la miro con enojo, puesto que ella no creía necesario que la princesa aprendiera a defenderse y el emperador la miro sorprendido por su pedido. Luego de un momento de silencio dijo.
- Tal vez no sea bueno, ya que las artes de defensa y espada es solamente para los hombres...
La reina miró a su esposo y dijo.
- Pues a mí me parece correcto. Si bien no es común que una princesa porte una espada, esto puede ser beneficioso en un futuro.
- ¿Eso creé? Muy bien buscaré a alguien calificado para enseñarle a la princesa.
La emperatriz se enojo por eso y dijo.
- Majestad, con que ponga a más guardía a su disposición es suficiente. No creo que sea correcto que una princesa aprenda el dominio de la espada. Eso sería poco femenino y...
- Y si la princesa quiere practicar con la espada la dejaré, nunca sabemos cuándo puede estallar una guerra, es bueno que mis dos hijos sepan defenderse.
Leonor sonrió y limpiando su rostro dijo
- Gracias majestad. Mami vamos a la biblioteca por favor, quiero leer un poco.
Maximus miró a su hija por la forma tan cariñosa en que le hablaba a la reina y a él lo trataba tan distante, pero no se atrevió a decir nada. La reina solo sonrió y acariciando su cabeza dijo.
- Claro cariño, majestad nos retiramos , muchas gracias por la invitación y por todo.
Ambas se levantaron de sus asientos e inclinandose ante los tres se despidieron dejando a los emperadores enojados por dos motivos diferentes.
Una por haber arruinado su mañana y el otro por sentir que su hija ya no lo miraba con el mismo amor que antes. Sin más los tres siguieron desayunando en silencio y luego de eso cada uno se dirigió a sus actividades...
Los días siguientes Leonor fue llamada por su padre y con su nueva doncella se dirigió a su oficina. Una vez llegó fue anunciada y el emperador la dejo pasar y pidió que tomara asiento.
- Leonor te mandé llamar puesto que ya conseguí quien te entrene. - Una mujer muy alta se dejó ver ya que se encontraba en una esquina de la oficina del emperador y dijo - Ella es la capitana Sara Milton. Ella se encargará de darte la debida instrucción y a enseñarte todo lo que tienes que saber para poder defenderte. También compartirás clases con tu hermano para aprender sobre tu magia, aún que me han dicho que aún no ha despertado.
- Así es majestad, pero he leído en la biblioteca real, que con una roca mineral podría despertar mi poder. Me gustaría conseguir una, ¿usted sabe donde se encuentran?
De Pronto la risa de la capitana se oyó en la oficina y Maximus la siguió.
- Majestad, veo que tenía razón la princesa en verdad quiere convertirse en una guerrera. Será un honor para mí instruirla alteza.
Maximus sonrió y dijo.
- Lo mejor es que esperes a que tú don despierte por si solo, pero si llegado el caso no lo hace, te conseguiré la roca no te preocupes.
- Muy bien majestad, gracias. ¿Capitana Milton, cuando empezamos?
La mujer sonrió y dijo.
- Apartir de hoy princesa, cambiese de ropa, póngase el uniforme que está en esta bolsa y la espero en el campo de entrenamiento.
La mujer le extendió una bolsa y Leonor tomandola solo asintió.
- Muy bien, majestad con su permiso.
Maximus no tuvo tiempo a decir nada más, puesto que su hija salió a toda prisa de la oficina
- Veo que en verdad está deseosa de empezar
- Si, eso parece.
- Le recomiendo que le consiga esa roca, si leyó el libro donde dice como despertar la magia también habrá leído las otras maneras de hacerlo. Por lo que ví ella está decidida a despertar su poder, no creo que esperé a que despierte por si solo.
Maximus Frunció su ceño y dijo.
- Entiendo, hablaré con el mago de la torre.
- Muy bien majestad me retiro.
Sin más Sara salió de la oficina del emperador y este tomo asiento mirando hacia la puerta, su hija parecía hacer cambiado radicalmente y él no entendía cuál era la razón. Sin más solo se dedicó a escribir una carta al mago de la torre pidiéndole su opinión.
***
En el campo de batalla Diana llegaba con su uniforme de entrenamiento llamando la atención de muchos soldados. Mucho no entendían que hacía la princesa allí pero la veía adorable.
Ni bien llegó Sara la puso a calentar y luego de eso empezó a enseñarle lo básico para que la niña entendiera bien pasó a pasó.
Años después...
En el campo de entrenamiento una joven albina luchaba contra varios soldados a la vez. Su dominio con la espada y sus habilidades para la pelea, eran realmente excepcionales.
La capitana Sara se encontraba sentado a un costado del campo observando todo junto con el emperador, quien junto ese día había ido a ver a sus hijos entrenar.
- Veo que le has enseñado bien...
- No puedo llevarme todo el crédito, su alteza es mejor guerrera de lo que alguna vez fuí. Es como si tuviera sed de venganza, cada golpe cada práctica ella aprende de sus errores y mejora para que no puedan contra ella.
- El mago de la torre dijo algo parecido la última vez que estuvo con ella.
Pronto vieron como cinco hombres yacían adoloridos en el suelo y la princesa sonrió para luego voltear a ver a su público. Los aplausos no faltaron y está se inclinó en forma burlona.
- Gracias, gracias pero aún que me duele sacarles su dinero es momento de que paguen.
Muchos miraron mal a la mujer, pero pagaron sin rechistar. Leonor le dió las monedas a su doncella y dijo
- Para evitar esto la próxima apuesten a mi favor.
Mucho solo sonrieron y pronto el rostro alegre de la joven cambió cuando vio a su padre venir en su dirección.
Leonor se puso seria y al estar su padre frente a ella está se inclinó y dijo
- Majestad.
- Leonor ya te he dicho que me puedes decir padre...
- No es correcto majestad.
Maximus decidió dejar eso de lado, puesto que su hija siempre le decía lo mismo y dijo.
- Veo que tus habilidades han mejorado mucho.
- Gracias a las enseñanzas de la capitana.
- Si eso me ha dicho.
El emperador al ver que no sabía que más decir, dijo.
- Tu madre me dijo que pronto será tu cumpleaños número dieciocho. ¿Que te gustaría hacer para ese día?
- Nada. No tengo deseos de festejarlo.
Sara levantó una de sus cejas y el emperador las Frunció.
- Leonor es tu mayoría de edad, es necesario hacer una celebración en tu honor para así poder presentarte ante los jóvenes y...
- ¿Tan pronto quiere deshacerse de mi?- el rostro de la chica era nuestro pero sus palabras eran filosas. El emperador abrió grande sus ojos y está continúo.- Lamento infórmale a su majestad que no estoy interesada en contraer nupcias por el momento. Tampoco me interesa celebrar esta fecha. Si usted desea hacer una fiesta, hágalo, pero yo no me presentaré. Eso de sonreír falsamente y entablar conversaciones con señoritas huecas que solo saben hablar de vestidos y joyas no es lo mío. Ahora sí me disculpa majestad tengo clases de magia con el mago de la torre.
Leonor se inclinó y saludando a la capitana empezó a caminar sin prestarle atención a la mirada de asombro de su padre.
Sara quien era íntima amiga de Maximus sonrió y dijo.
- Veo que la princesa no está dispuesta a casarse, es una lastima dejara a muchos con el corazón roto.
- Cállate, está niña... iré a hablar con su madre ella sabrá que hacer.
- Majestad, créame cuando le digo que no es bueno obligarla a hacer algo que ella no quiere. Lo único que se ganará es su odió.
- Bueno tal parece que algo ya le hice, por qué no ves como me trata, desde que es una niña tiene esa actitud conmigo y aunque le he dado vueltas al asunto, no encuentro el motivo de su odio hacia mí. Le he dado todo lo que me ha pedido y más, pero esto se acaba hoy, he sido muy blando con ella.
- No creo que lo odie - Maximus miró mal a Sara y está se corrigió.- bueno tal vez si, pero aún así lo respeta y creo que si usted hace algo para enojarla lo único que ganará es que ella lo odie más y se aleje de usted.
- Iré a hablar con la reina.
- Muy bien majestad entonces me retiro. Y... suerte con la princesa , la va a necesitar.
Sin más Sara salió del lugar y Maximus se dirigió al palacio de la reina para hablar de este asunto. El no podía permitir que su hija hiciera lo que quisiera...
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