Evan Collins es un hombre millonario, con una gran empresa que él administra. Además, hace unos días se descubrió que Evan tiene dos hijas de unos 7 años y la madre de aquellas niñas es un misterio.
Aún no sé quien fue la afortunada de ser la esposa de Evan Collins, eso me pone a pensar.
Evan Collins es mi jefe y yo soy su secretaria Jane Green, trabajo con el cómo secretaria hace tres años, Nunca supe que tenía dos lindas hijas hasta hace el año pasado, mi jefe me pidió que comprara dos Barbie de último modelo y que de paso comprara otras cosas.
Cuando llegue a la casa de mi jefe, vi a dos lindas niñas vestidas de princesas, una tenía el vestido de cenicienta, la otra tenía el vestido de la bella durmiente, eran tan encantadores que casi me desmayo.
Las niñas emocionadas vinieron hacia mí y trataron de quitarme los regalos que tenía en mis brazos.
—Eso es mío ¿Verdad? Dámelo, dámelo -dijo la niña vestida de cenicienta.
—A mí también dámelo, quiero mi regalo ahora -Dijo la niña vestida de la bella durmiente.
—Oh, pequeñas ¿De dónde salieron? -Pregunté un poco sorprendida.
En eso veo que mi jefe bajar con su vestido de Blanca Nieves, no saben cuanto me quise reír, pero me aguante lo que más pude.
—Sé que te quieres reír, deja los regalos en la mesa y ve afuera a reírte. -Me dijo mi jefe avergonzado.
Así que deje los regalos en la mesa y salí de la casa para reírme un poquito, teníamos esa confianza así que no era malo burlarse y no me despediría por eso.
Volví a entrar a la casa y vi a las niñas pequeñas bailando con su padre, era tan lindo que me gusto ver a mi jefe estar muy avergonzado.
Luego de eso mi jefe me presento a sus lindas hijas.
La niña vestida de Cenicienta se llama Isabela, tiene unos lindos color avellana, su cabello es de color castaño y largo y lacio, su tono de piel es clara.
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La niña vestida de la bella durmiente se llama Elizabeth, sus ojos son de color Ámbar, su cabello de color castaño, corto y ondulado y llevaba unos lentes transparentes con marco circular, su tono de piel es clara.
Las dos tenían la piel clara y no tenían la piel de su padre y lo miré confundida y él da un suspiro y me dijo
—Solo tienen mi apellido, lo demás es de su madre.
Bueno eso si era verdad, porque no vi nada que sea igualito a el hasta que me dice.
—Pero tienen un lunar en el pecho como yo lo tengo -Dijo mi jefe enseñándome al igual que sus hijas lo siguieron.
—Tengo el lunar de papá aquí y aquí y aquí -dijo la bella Isabela señalando los lunares que tenia en su cuerpo.
—¿Tu también tienes lunares? -me pregunto la hermosa Elizabeth.
—Sí, si los tengo -le respondí- tengo dos en mi brazo y uno en la pierna.
Habían más lunares, pero no les iba a enseñar todo. Después de eso ellas me traen una corona y lo ponen en mi cabeza, luego me maquillan para que este igual que ellas.
No eran buenas pintando, pero mi jefe me dijo que me subiría el sueldo por eso y quien soy yo para decir que no, así que las deje que me maquillaran.
Debo admitir que me veía hermosa y me tome varias fotos con las niñas y en eso mi jefe me dice:
—Por favor no la publiques, manten esto en secreto.
—¿Por qué? -le pregunté Curiosa.
—No quiero que una personita descubra que tengo hijas, eso podria afectar a mi trabajo y a ellas.
Me dijo con un tono triste mirando a las pequeñas y ellas lo miraban confundidas, así que hice lo que mi jefe me dijo y no lo publique más bien lo guarde en un lugar seguro.
Y esa es la pequeña historia de como conocí a las pequeñas y ahora vamos al presente donde todo es caos.
Hay varios reporteros fuera de la empresa queriendo entrar, pero los guardias no los permiten. Tuvimos que quedarnos ahí por un buen rato hasta que vino el auto del jefe a recogerlo.
—Señor su auto ya esta aqui -le dije señalando el auto.
Mi jefe asintió, pero se le notaba enojado y estresado, quería saber quien fue el causante de todo esto, pero nadie lo sabe y algunos de quienes saben que el jefe tiene hijas son sospechosas incluyendo a mi también.
Salió de la empresa y con dificultad entro al auto y fue a la escuela de las niñas y sorpresivamente había reporteros alrededor de la escuela, vi a las niñas que lloraban por tener una multitud encima.
De pronto mi jefe salió del auto muy enojado y derribo a los reporteros, estaba más enojado que nunca y jamas lo había visto así, derribo las cámaras y golpeó fuertemente a los reporteros hasta llegar a sus hijas y llevarlas de vuelta al auto.
Las niñas estaban muy asustadas, abrace a una de las niñas mientras que la otra estaba con su padre y este la consolaba.
—Papi tuve miedo ¿Quiénes eran esas personas aterradoras? -dijo Isabel quien estaba en los brazos de su padre llorando.
—Eso no importa en este momento, de ahora en adelante se quedarán en casa con la niñera -dijo mi jefe con un tono serio.
Luego de eso fuimos a su casa para dejar a las niñas con la niñera y después mi jefe me dijo que me quedara con las niñas.
—¿Qué? ¿Por qué? -pregunté muy confundida.
—Solo quédate aquí, si pasa algo llámame de inmediato -Me dijiste subiendo al auto.
—¿A dónde va?
—Iré a ver a alguien -sin más que decir se va.
Mire al auto irse hasta ya no poder verlo, algo le estaba preocupando mucho y creí saber a quién iba a ver porque esa cara de enojado es cuando le mencionan a su padre.
—Jane quiero jugo -dijo Elizabeth jalándome la ropa.
La tomé en mis brazos y entre a la casa con Isabela y la niñera. Le preparé el jugo a las dos pequeñitas y la niñera se me acercó.
—El jefe parecía muy enojado, ¿Qué le hicieron a las niñas?
—Solo las rodearon no la dejaron salir de la escuela y las hicieron llorar, ese enojo al jefe.
Cuando se trata de las hijas del jefe él siempre hace lo posible para protegerlas y darles lo que ellas quieren, ellas no son como esas niñas y jóvenes que siempre le exigen a sus padres cosas de que no están a su alcance, ellas quieren algo sencillo no algo costoso.
—¿A dónde fue el jefe? -pregunto la niñera.
—No lo sé, creo saber a donde fue, pero es algo imposible también.
La niñera me miró confundida y eso es algo justificable, ya que ella no sabe de quién hablo.
—Ya terminé mi jugo -Dijo Elizabeth dándome el vaso- Jane ¿Quiénes eran esas personas?
—Mm bueno, esas personas tampoco las conozco, pero para mi son personas muy malas.
—¿Malas? -dijo Isabela sorprendida.
—Sí, esas personas invaden tu privacidad, no te dejan ir al parque de atracciones.
—¿Qué? ¿En Serio? -me dijeron las niñas sorprendidas al mismo tiempo.
—Sí, imagínense eso, no puedo ir al parque de atracciones solo por esas personas.
Vi como la niñera se reía al ver la reacción de las niñas y puedo decir que fue muy divertido ver a las niñas así.
—Bueno, niñas Vamos a hacer la tarea y no esperen hasta tarde para hacerla -dijo la niñera terminando de lavar los vasos.
—Jane ¿Mamá ha enviado una carta? -Me pregunto la pequeña Elizabeth.
—Oh sí, casi me olvido de dárselo.
Cada 2 meses les doy dos cartas a cada una de las niñas fingiendo que su madre lo ha escrito y enviado estas cartas para ellas. Aunque esto es algo que no debería de hacer, pero mi jefe me dijo que lo hiciera y no sabía por qué.
Siempre me preguntaba por qué su madre no lo hacía y cada vez que iniciaba la pregunta mi jefe me miraba enojado y no toco el tema.
Pensé que tal vez la madre de las niñas se fue sin decir una palabra o se murió también, pero no sé que es lo que paso con la madre de las niñas, eso es un completo misterio para mí.
—Jane mira -dijo la pequeña Elizabeth- Mamá dice que fue a nadar bajo el mar y encontró a Nemo.
—¡Eso es maravilloso! -conteste asombrada.
—Jane, Mamá dijo que mañana nos dará dos boletos para Disneyland -dijo la pequeña Isabela alegre.
—Eso también es asombroso, entonces eso significa que van a conocer a sus princesas favoritas
—¡Si! -dijeron al mismo tiempo las niñas
—Tómense unas fotos con ellas y cuando vuelvan me las enseñas ¿Está bien?
—Está bien, le diremos a papá que nos tome fotos -dijo la pequeña Isabela.
—Jane, ¿qué princesa te gusta?, para tomarnos foto con ella -me dijo la pequeña Elizabeth.
—Me gusta la reina Elsa de frozen -dije con una sonrisa al final.
Las niñas son tan adorables que pensaron en mí, en serio amo a estas niñas con toda mi vida, si pudiera daría mi vida por ellas, pero tengo a una persona especial en casa esperándome.
Después de unas largas horas aburridas el jefe me llamó para decirme que haga las maletas de las niñas que se iban a mudar y yo quede: "¡¿Cómo?!", y solo eso me dio y colgó así que lo hice, hice todo lo que me dijo mi jefe, las niñas se preguntaban porque y yo tampoco lo sabía y solo les dije que esas personas malas nos iban a atacar y se lo creyeron.
Luego de unos minutos mi jefe llegó a casa todo golpeado en el rostro, las niñas preocupadas fueron hacia él.
—Papi ¡¿Qué te pasó?! -Dijo Elizabeth- ¡¿Quién te hizo esto?!
—Fueron las personas malas ¡¿Verdad?! - dijo Isabela con su ceño fruncido.
—¿Hiciste las maletas?
Asentí rápidamente mientras la niñera las ponía enfrente del jefe y ella pregunta
—Señor ¿Qué está pasando? ¿Por qué dijo que hiciéramos esto?
—Eso no importa, niñas suban al auto ahora, Lizzy por favor lleva las maletas al maletero
—Sí, señor, vamos niñas -dijo mientras tomaba las maletas.
—Jane -me llamo mi jefe y me dio una señal de que lo siguiera.
—Jane -dijo Elizabeth abrazando mi pierna temblando de miedo.
—Elizabeth te dije que fueras al auto -dijo mi jefe haciendo que se suelten de mi pierna.
Elizabeth lo mira llorando y le dice —Estoy asustada papi... ¿Qué está pasando?
—No sucede nada amor, solo ocurrió algo que no me gustó ¿Okey?, las personas malas que viste en la escuela van a volver y podrían hacerles daño y no quiero eso.
—Pe.. Pero vendrás con nosotros ¿Verdad? No nos vas a abandonar.
—No cariño -le da un beso en la frente de su hija- eso no va a suceder, pero quiero que estés en el auto ahora.
—¡Elizabeth! -Llamo a su hermana llorando.
Isabela también estaba asustada y trataba de ser fuerte por Elizabeth y al ver que no la seguía se asustó más y por eso la llamo con un grito desesperante.
Elizabeth Corrió hasta su hermana y subió al auto.
—Jane necesito que hagas algo por mí -me dijo sacando unos papeles y su celular, me explico toda la situación que estaba pasando.
Y tuve razón todo esto era por el padre de la esposa de mi jefe, el abuelo de las niñas, al parecer quería arrebatárselas de las manos de Evan, pero este no iba a dárselas para nada.
Aún no sé que sucedió con la madre de las niñas o que quiere ese señor con las niñas, pero la cara de mi jefe me lo dice todo así que haré todo lo que me dijo mi jefe.
Una vez ya explicado lo que mi jefe quería que hiciera entró al auto con las niñas.
—Señor ¿a dónde va? -dijo Lizzy la niñera de las niñas.
—¿Y tú que haces aquí afuera? ¡Sube inmediatamente! -dijo mi jefe ordenándole que suba.
La niñera sube al auto confundida.
—Señor ¿Qué hago con la casa?
—Eso no importa, solo toma todos los papeles de mi oficina y guárdalas en un lugar seguro, solo tienes dos horas para que ese viejo venga.
—Está bien señor -dijo nerviosa.
—Jane ¿no vas a ir con nosotros? -dijo asomándose a la ventana Elizabeth.
—Yo me quedo para cuidar tus juguetes cariño, hazle caso a tu papi ¿Si?
—No Jane, ven con nosotros tengo miedo -saco su mano pequeña por la ventana esperando a que la tome.
—Vamos conduce -le ordenó al chófer.
—papa espera, Jane no se subió.
—te veo después cariño -dije sacudiendo mi mano.
—¡Jane, ven conmigo! ¡Jane!
Esa es la última vez que la vi, estaba muy aterrorizada y era justo que se sintiera así, todo estaba pasando muy rápido.
4 meses después
4 meses después.
Desde ese día no he visto a las niñas ni a mi jefe, en estos cuatro meses nunca tuvimos contacto, pero eso era lo mejor porque el abuelo de las niñas venía y hacía todo lo que quiera con la oficina o también espiaba lo que hacía.
Fue muy agotador escapar de todos los hombres que trabajan para ese señor, ya ni se esforzaban en esconderse ni nada. Al final el viejo se terminó rindiendo, una cosa menos por la cual ocuparme.
La otra cosa que tenía que ocuparme era lo de la oficina, tenía que estar controlando a los chicos de la oficina, prácticamente era la jefa, como no está Evan Collins, yo tenía que ocupar su lugar y fue un total desastre, pero gracias a mi amigo Gustavo pude controlar a todo el personal.
—Hueles rico ¿qué es? -pregunte bromeando con Gustavo.
—Antes de venir al trabajo, tuve que atrapar a mi perrita que se me había salido de la casa -Contesto sentándose enfrente mío- prácticamente fue un ratito, un ratito y ella se ensuciaba en casi todo el cuerpo.
—Eso te pasa por dejar la puerta abierta -Bromee mientras que Gustavo frunce el ceño.
—No me molestes que después vas a necesitar mi ayuda y no lo tendrás -Me amenazó.
—Igualmente, me vas a ayudar, porque soy tu persona favorita -le sonreí amablemente.
—No me gusta tu sonrisa, solo te hace más fea -Bromeo- parece que el maquillaje no cubrió toda tu fealdad.
—... Pero mira quien habla, el chico que llega apestando y envenena a toda la oficina.
—No tienes otra cosa que decir, se te acabaron los insultos o que.
Así estuvimos un buen rato peleando entre los dos hasta que un personal nos interrumpe y luego vamos al trabajo con todo el entusiasmo que tenemos... o sea no tenemos, pero fingimos que sí.
Todo estaba bien, relativamente bien, en serio todo estaba bien, hasta que viene "mi mejor amiga" como dice Gustavo.
—Jane ¿tienes mucho trabajo? -me pregunto.
— Sí y mucho, no sé que haré con todo este papeleo, mira hasta llegar al techo -dije sarcásticamente cuando claramente en mi escritorio no hay nada.
—Ja Ja mira como me estoy riendo.
Yo puse una mirada para ver si se estaba riendo y ella se enojó muchísimo, se le notaba cuando la vena casi se le salía de su frente.
—Idiota -susurro pensando que no la escucharía.
—Ya dime que quieres Alice, no tengo todo el tiempo del mundo para ti.
Suspira frustrada— Quiero que me ayudes en adelantarme el pago.
—...
En ese momento pensé "¿Es en serio? Para eso se levantó de su silla, para adelantarle el pago"
—Encontraste un vestido que no puedes pagar porque te los gastas en otros vestidos que ni lo utilizas.
—Mi vida personal no te interesa a ti, a sique no te entrometas en donde no te llaman.
—Bueno, entonces no -Sonreí amablemente.
—¡¿Qué?! ¿Por qué no? -dijo enojada.
—Por qué no, además si no me dices en que lo vas a necesitar no te lo daré.
—no tengo por qué decirte eso.
—Lo siento, solo puedo adelantarte el pago si en verdad lo necesitas, mientras tanto no.
Ella furiosa tiro las cosas que estaban en mi escritorio hacia el piso llamando toda la atención de los empleados.
—¡No entiendo por qué haces esto!
—¿Hacer que?
—Te haces la que no sabes, sé perfectamente que si Gustavo te lo dice tú le das todo el dinero.
–¿Y por qué yo haría eso? -En ese momento me comencé a molestar.
—todos saben que te gusta Gustavo, por eso le darías todo el dinero a ese idiota.
Me levante de la silla y golpee la mesa con fuerza, en serio me moleste por lo que dijo, Gustavo y yo éramos amigos y además le gustaba alguien más.
—Escúchame bien, yo no te lo doy por esa razón tan absurda, no te lo doy porque eres una irresponsable, no sabes ahorrar el dinero que tienes, lo gastas en vestidos que son una réplica que nunca lo usas, solo tomas fotos y lo olvidas en tu armario donde están todas las réplicas que compras.
No sé donde me salió eso, pero lo dije y era verdad lo que dije, la vi comprando esos vestidos que son réplicas y quería humillarla, pero no de esa forma, pero bueno, eso ya está en el pasado... y me siento feliz de hacerlo.
No me arrepiento para nada en el mundo.
Vi como la vena de la frente estaba por reventar Ja, ja, ja.
—¡Idiota, todo lo que dice es mentira! ¡Lo haces para encubrir que te gusta Gustavo!
Los empleados comenzaron a reunirse en donde estábamos nosotros y ella los vio y sonrió de manera muy diferente.
—A Gustavo le das lo que quieras, pero si nosotros te lo pedimos, lo niegas enseguida ¿Verdad chicos?
Con eso sabía que estaba tramando que los empleados se vayan en contra mio, aunque ya lo estaban, pero me odiarían más.
Pero en ese momento me congelé, las personas se estaban amontonando alrededor mío, me estaba empezando a asustar, era como si ellos se estuvieran haciendo grandes mientras me decían cosas que no podía escuchar.
Era como si me faltaba el aire, no podía respirar, supongo que aún no me gusta estar con mucha gente, es aterrador.
—¡Dame mi pago adelantado Jane!
—¡Ya te dije que no puedo dártelo!
—¡¿Por qué?!
—por qué yo se lo dije, a ninguno de los empleados le puede entregar el pago adelantado.
Como siempre mi jefe Evan Collins llega en el momento más oportuno con su cara seria y preparando su voz para poder regañar a todos los empleados y eso hizo.
Los empleados se alejaron de mi oficina y por fin pude respirar, me tomé unos minutos y luego volví a ponerme a trabajar.
Después de que mi jefe regañara a todos los empleados, vino hacia mí.
—¿Te encuentras bien? -Me pregunto
—Sí, estoy bien gracias, señor, pero quiero preguntar... ¿Por qué está aquí? ¿Cuándo llegó? ¿Por qué no me lo dijo?
—Tranquila, llegue hace dos horas, pero quería que estuvieras aquí para vigilados.
—Le dije que no soy buena en esto, yo solo sirvo para los números no para esto.
—igual lo hiciste muy bien, te felicito ahora vamos a mí...
Mi jefe es interrumpido por Gustavo quien vino agitado hacia mí.
—¿Qué pasó? -pregunté preocupada.
—Es que escuche que te estaban molestando ¿Estás bien? -me respondió agitado.
—Sí gracias, pero llegaste un poquito tarde.
—¿Qué? ¿En Serio?
—Sí, ya me hubieras visto en el piso bien muerto y con la mano torcida.
—¿Y por qué la mano torcida?
—No sé, pero vi a mi tía cuando se cayó del segundo escalón de la escalera de la puerta principal.
—Solo tienen 2 escalones y luego el piso.
—Lo sé, pero se torció bien feo la mano.
En ese momento mi jefe aclara su garganta haciendo que Gustavo y yo lo miramos confundido.
—Tengo que hablar con Jane a solas ¿Podrías irte a trabajar? -Dijo mi jefe con su ceño fruncido.
Rápidamente Gustavo se disculpo y volvió a su trabajo.
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