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El Hijo De La Mafia. [M-preg]

I.

...DISCLEAMER....

...Está historia no es apta para todo público y prefiero mil veces que no la lean antes de que me critiquen la historia y me la saquen, así que estás son las advertencias de esta historia....

...Mpreg....

...Escenas de sexo....

...Lenguaje obsceno y vulgar....

...Acciones que puedan ser perjudiciales a la moral....

...Escenas desagradables como abuso de sustancias, abuso físico, sexual y psicológico....

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Corrió sin mirar atrás hasta dar con el callejón que le llevaría a casa, con cada paso suyo escuchaba como aquellos sujetos daban dos para tratar de alcanzarle.

Se maldijo por desobedecer las órdenes que padre le dió en un principio, su trabajo solo consistía en recibir recados y darlos a sus destinatarios de forma rápida y precisa; no tenía mucho que había llegado de Canadá, apenas si cumpliría los cuatro meses pero era imposible no darse cuenta en la forma en como aquellos cuatro sujetos le miraban; al principio les ignoro, no tenía permitido ningún trato especial más qué el que la tienda ofrecía.

Zona neutra le llamaban.

Una zona donde las mafias se podían contactar sin recibir una bala o sin esperar la visita de la policía, había reglas y Damien las había roto.

Se suponía que su padre le estaba instruyendo para poder así heredar el negocio y seguir con la tradición de ser pieza clave dentro de la organización que permitía ser una vía de comunicación dentro de las cuatro grandes mafias de la ciudad; todo se fue al carajo luego de recibir aquella noticia por parte del doc.

Aunque en su defensa absoluta él no era el único culpable, lo que tenía en el vientre no solo era su responsabilidad y eso todo mundo lo sabía pero prefirieron hacerse los idiotas y dejarlo a su suerte.

Había metido la pata; pero también Anton, Boris, Lev y Kliment, ellos le habían endulzado y seducido, no tenía idea de los contra o las prohibiciones del negocio; ese niño no solo era suyo y alguno de los cuatro debía hacerse responsable, porque el problema más grande no era tener una cría bastarda sino, no saber de quién era y a quien atribuirle el problema; el doc le había dicho que tenía dos meses de gestación, eso no le daba muchas pistas, además de que una prueba de ADN sólo era posible después del embarazo y eso solo generaba muchos problemas, más de los que ya tenía.

Revisó su teléfono antes, tenía muchas llamadas y mensajes de los cuatro hombres pero no podía hacer nada hasta no entrar en su casa, la delicadeza de la situación le daba a entender que sería golpeado, además de que no tenía ánimos de escuchar las voces de esos malnacidos.

Se escondió detrás de un compartimiento de basura, faltaba poco para llegar a casa e intentar resolver el asunto por su cuenta y cuando pensó que habían dejado de seguirle, escuchó con horror.

— Al fin te encuentro, el doc te está esperando para arrancarte esa cosa... — el sonido del cañón se escuchó mientras la bala se ponía en la recámara de la pistola.

Estaba jodido, muy jodido.

Con excesiva fuerza fue sujetado por ambos brazos, le tenían y ahora no sabía que hacer.

— Andando enano. — Iván, el hombre del arma y su primo, le hablo. — Quien diria que la cagarias por completo, incluso más que tus hermanos...pff...una jodida odisea.

Los otros hombres le guiaban hasta dar con la camioneta de Iván, lo abordaron en la parte trasera, su primo se sentó al lado suyo, el arma seguía en su dirección.

— Dime algo primo.

— ¿Qué quieres? — Los claros iris de Damien le rogaban por su apoyo.

— ¿Qué es lo que pasará conmigo desde ahora...?

Siempre pensó que Iván era el más grande malnacido del mundo pero nunca se imagino que podría ser peor que eso; con el brazo libre rodeo sus hombros, con la mirada fija en él.

— Si de mi fuera, te arrancaría a esa escoria a patadas — guío el arma a su ligero vientre abultado, un escalofrío le recorrió la espalda, el miedo estaba presente en su cuerpo — descuida, la suerte está a favor tuyo, tal vez el doc te drogue tanto que no sentirás nada, al menos no cuando te abran.

"Suerte. ¿Encerio?"

Encerio Iván pensaba que eso era suerte.

Damien había regresado de Canadá hacia cuatro meses, teniendo que lidiar con el negocio y la muerte de sus dos hermanos mayores; había sido forzado a cumplir con un rol que no deseaba; fue hostigado y acosado por cuatro hombres que lo estaban tirando a su suerte solo por tener las consecuencias de sus actos y ahora él culpable que todos señalaban era a él.

Abusado, era como se describía, siquiera estaba seguro de tener un hijo, mucho menos de un mafioso.

"No, mejor dicho, de cuatros mafiosos."

— Pudiste solo ser cogido y yá pero tús actos libidinos te mandaron a preñarte, sucia perra. — se escuchaba molesto, sujeto su cara con excesiva fuerza mientras le instaba a mirarlo — hazlo fácil y dime de quién es la cría, yo estoy siendo amable, ellos no lo serán y en pocos minutos te aseguro que tendrás más manos encima que hebras en el cabello.

Antón le había advertido sobre la situación, quiso grabarle en la mente que debía escoger a uno solo y ese fue el error más grande; aquello hombres se metieron con él y no tenía la mínima idea de quién era el posible padre.

— Yo...yo...no — el carro se detuvo delante de una clínica vieja, por un milisegundo agradeció eso pero ahora debía enfrentar a gente más importante y más terrible que Iván.

A través del vidrio oscuro polarizado noto a uno de los cuatro responsables de su actual situación.

Antón.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Sentía la garganta seca, las palmas de sus manos comenzaron a sudar, temían que Antón se comportará como un jefe de mafia y no como el hombre que le invitaba a museos o que le llevaba rosas oscuras a la tienda. Era dos cabezas más grande que él, era el más alto de los cuatro, tenía un porte oscuro y pesado, era un cementerio andante.

Con ropas oscuras de pies a cabeza y unos ojos verdes claros llamativos, de cabello sumamente largo negro; Damien le había puesto el apodo de "muerte" poco después de conocerlo, sin pestañear le había quitado la vida a un hombre; no tenía ni un día en Rusia cuando se conocieron.

El miedo volvía apoderarse de su cuerpo, si Antón se encontraba ahí significaba que no se encontraba feliz; era capaz de arrancarle al niño con los dientes.

Si Damien le temia a Iván por ser un malnacido, Antón era la definición de un enfermo mental.

II.

Antón abrió la puerta con serenidad, sé sorprendió mucho cuando le tendió la mano para ayudarlo, estando abajo le dió un beso en la misma, sin quitarle la mirada, no tenía la menor idea de que podría estar pensando aquel hombre.

Ivan bufo molesto, Antón le caía mal.

— Vamos a dentro. — de nuevo el miedo le inundaba — No debes de tener miedo lindura, solo resolveremos unas dudas que a mí y a otros se nos presentaron.

Sin soltar su mano comenzaron a caminar, Iván abrió la puerta para tratar de demostrar respeto, un respeto muy bien actuado que hasta el mismo Damien pudo creerlo, pero sabía del odio profundo de su primo hacia aquellos hombres. En un principio pensó que al igual que él compartía ese sentimiento, no le generaba gusto ni placer ayudar a gente tan vil y asquerosa.

"Y ahora voy caminando con este hombre como si no fuera capaz de matarme."

Dentro de la clínica todo lucía normal, con cosas viejas, tenía el aspecto de lúgubre, era una habitación pequeña sin iluminar, una camilla sucia y aparatos viejos, se dió cuenta de que el canasto de basura tenía trapos y gasas manchadas, quiso retroceder, por instantes recordó las palabras de Iván.

"Yo estoy siendo amable, ellos no lo serán y en pocos minutos te aseguro que tendrás más manos encima que hebras en tú cabello."

— Antón, que hacemos aquí, quiero irme. — no dijo nada — solo dejaras que me maten...

— Solo veremos al doctor, no es nada grave lindura, digamos que es un chequeo, después iremos a hablar con tus padres. —

Guío su mano hacia el vientre ajeno, tenía una idea del significado de sus acciones, quería hablar con él, explicarle sus razones y el porque quería largarse del país.

— Antón, tenemos que hablar... — casi al instante alguien abrió una puerta oculta en la pared, era Boris.

Boris era diferente de Antón, mientras que el era un romántico, Boris era un sádico; le encantaba el sexo rudo y abusar de los estímulos corporales, siempre pensó que el motivo por el cual Boris se metía con él era porque le encantaba su cuerpo y sus zonas erógenas, no tenía la misma estatura que Antón, era una cabeza más alta que Damien, le ganaba por una cabeza, tenía la costumbre de usar ropa con estilo militar oscura, numerosos tatuajes adornaban su brazo izquierdo, tenía la costumbre de sujetar su cabello para mostrar las partes rapadas, a Damien le gustaba eso.

A pesar de la situación, Damien tenía un gusto por Boris, le parecía atractivo, sus ojos azules siempre le ponían alerta; era un sentimiento extraño saber que alguien con su profesión pudiera ponerle atención a alguien como él.

Se acercó a ambos y casi con molestia tomo a Damien, apartando al otro hombre.

— Siempre supe que eras un copión, te gusta todo lo que yo tengo... — la voz gruesa y ronca de Boris también era uno de los gustos culposos de Damien.

— Si tan solo le pusieras empeño a ejercitar tu cerebro de la misma forma que lo haces con tu cuerpo, serías capaz de tener una conversación decente, lastima que eres un perro...

Sin decir nada, Boris guío a Damien hacia las escaleras por dónde minutos atrás había salido, dentro de la puerta escondida se encontraban unas escaleras que guiaban a un sótano.

Dentro se encontraba la verdadera clínica, similar al negocio de su padre, una clínica clandestina que permitía la ayuda a negocios del bajo mundo. A diferencia de la fachada que era una sola habitación, el sótano era más grande, abarcaba casi tres veces el tamaño, lo único que separaba la zona "clínica" del recibidor era una cortina transparente; una mujer sentada en un escritorio los observó, con la mirada señaló una puerta.

"Quiero irme..."

Antón camino primero, abrió la puerta y cediendo el paso a Damien para después empujar a Boris; dentro se encontraban tres hombres, uno claramente era el doctor, su ropa lo destacaba, pantalones y camisa azul, ropa quirúrgica, pensó lo peor. Los otros hombres sentados eran los otros dos implicados en esa mierda.

Kliment y Lev.

Padre e hijo.

Kliment era el líder de un tercer grupo importante y Lev era su mano derecha, a pesar de tener lazos sanguíneos no sé trataban como tal; odiaba a Lev, era un cerdo asqueroso que solo lo manipuló para poder abusar de él. Lev era más alto que Boris pero más pequeño que Antón, era la fusión horrible de las peores cualidades que tenían, usaba la fuerza, era brusco y siempre le asustaba cuando debía entregar su trabajo, aprovechaba los descuidos de Damien para tocarlo y de los cuatro, era el que más visitaba la tienda para torturarlo.

Siempre les tubo odio, pero aceptaba las virtudes y cualidades que podían llegar a tener, Antón era un romántico que odiaba a los mentirosos e incompetentes, Boris era indiferente pero era jodidamente bueno y atento a la hora del sexo, se preocupaba por la gente aunque no lo mencionaba y Kliment era un hombre bueno, no justificaba su oficio pero siempre fue atento y amable, le llegó a ayudar en su trabajo siendo cortéz pero Lev, Lev era horrible.

Damien sabia lo que el cuerpo ajeno ocultaba, cubierto con cicatrices en la espalda, tan blancas como su piel, de cabellos negros, casi con ironía su cabello se encontraba más largo de la última vez que lo había visto, hacia un mes que se había ido a cerrar un trato en nombre de su padre; pero ahí estaba, viendolo con esos ojos claros como el humo, casi sin pigmentación; era idéntico al padre con la diferencia de canas que tenía en su barba y cabello, algunas arrugas plasmando su rostro.

Lev se levantó, llevaba pantalones negros junto con un suéter de lana que traía debajo de una gabardina oscura, no supo en qué momento Boris se había marchado de su lado, Antón no dijo nada.

— Me voy un mes y haces un escándalo para que regrese, que bestia más insaciable... —

— No sabía que habías vuelto. —

"De haberlo sabido me hubiera largado del país..."

— Bien doctor, ya que todos estamos aquí, creo que sería prudente que comencémos. — la voz marcada de Kliment hablo, sentenciando desde ese momento el rumbo de su vida.

III.

El constante tic tak del reloj lo ponía nervioso, veía todo sin poder moverse y el doctor delante suyo empezó a hablar de cosas que no podía entender, sus oídos se habían tapado, las manos le sudaban y por mucho que quisiera, no podía moverse ni mucho menos huir, Antón se encontraba a su izquierda, Kliment a la derecha y Boris detrás suyo; Lev por su parte se encontraba recargado en la puerta, bloqueando la salida.

— Bien, tomaré una muestra de sangre y afirmaremos lo que ya toda ciudad sabe — se levantó del asiento. — Bien, sígueme.

Kliment se levantó para después tomar el brazo de Damien, reaccionó cuando sintió el agarre, lo estaba sujetando con fuerza; se levantó con ayuda del hombre, dirigió la mirada hacia Lev, sin expresiones y sin ánimos de querer moverse de su posición.

— Lev, porqué no acompañas a Damien, mientras yo hablo con Antón y Boris.

No dijo nada y simplemente abrió la puerta para cederle el paso al doctor, cuando Damien paso a lado suyo sintió la mirada fija en él.

— No sabía que ya estabas de vuelta...

— Y yo que te habías cogido a mi padre.

Damien se detuvo para enfrentarlo con la mirada, solo quería provocarlo y lo estaba consiguiendo, cerro la boca para evitar un escándalo y prefirió seguir al doctor; llegaron hasta dar con una camilla, el doctor le había pedido subirse la ropa del brazo para poder extraerle la sangre.

— Creí que me abriría la panza. — murmuró, aún se sentía inquieto pero desde su punto de vista, la situación se había controlado.

— Solo te sacaré una muestra para análisis; aunque, si fuera tú, no confiaría en nadie, yo solo cumplo mientras me paguen.

Miro al hombre con extrañes, sería acaso relevante que el tuviera un hijo o simplemente a la gente le gustaba joderle la vida con algo tan banal. El doctor le había amarrado el brazo para detectar la vena, estaba nervioso y según las palabras del hombre, eso podía dificultar las cosas.

— Porque no conversa con el chico, así puede dejar de estar tan tenso.

Vio como Lev fruncía el entrecejo, pero obedeció la orden.

— Coges con mi padre. — el rubor creciente en su cara detonaba que no le agrada discutir ese tema delante de un servidor médico. — No puedes avergonzarte, si yo o aquellos lo decidimos, podemos ordenar que te extraigan eso.

— ¿Disculpa?

— Encerio piensas que tendrías una vida bonita con una pareja y un hijo, se que eres más inteligente que una larva Damien, piensa, si ese bastardo no es mío ni de mi padre, ni mucho menos de aquellos dos imbéciles, te mataremos. A tí, tú bastardo, tú madre y padre y como me encantaría joderme a tus hermanos, pero esos ya están muertos...

Rabia creciente fue lo único que empezó a sentir, es verdad que le tenía miedo pero a diferencia de los otros tres, Lev le permitía ser arrebatado, no porque fuera un fetichista extraño, sino porque detestaba hablar con corderos bañados en pánico, conocía sus límites y jamás los había sobrepasado pero en esa ocasión él estaba jugando sucio, aún no tenía idea de si aquel "bastardo" era suyo o de su padre, acaso aceptaría ¿qué fuera su hermano? o su propio hijo.

— Vamos dilo, te cogiste al hombre que está por encima mío, acaso querías protección o poder, una zorra barata que solo busco su conveniencia y ahora mírate, con las consecuencias mientras te extraen sangre para análisis, como una rata.

— Me cogí a tú padre, no por buscar algo sino porque es millones de veces mejor que tú. — había sobrepasado el límite, la mandíbula fuertemente apretada le indicaba su ira, no dijo más y con la poca paciencia que tenía espero a que el doctor terminará para tomarlo de las manos y apresarlo en la camilla, su estatura podía cubrir todo su diminuto cuerpo, su mano podía abarcar las suyas sin problemas; se colocó entre sus piernas e inhaló el aroma de su cuello.

— No puedes...

— No puedo qué. ¿Cogerte? No me importa que tus noviecillos nos escuchen.

— Si tú padre...

— Puede que no lo notes, pero mi padre está muy molesto, casi tanto como para matarte pero está la posibilidad de que cargues a su hijo o a su nieto, lo que sea, míralo desde esta perspectiva mi pequeño ratón, solo tienes 9 meses de protección, porque si Kliment Kahnwald se entera que ese niño no es parte de su sangre...

— Me matará, ya lo se — pequeñas lágrimas brillaron en sus grandes ojitos, Lev, no mentía y eso le aterraba más, había fallado la regla más jodida y estúpida.

"Jamás mezcles el trabajo con la vida personal."

— Oh...eres tan orgasmico cuando te pones tan vulnerable, no solo es eso mi afrodisíaco, porqué crees que estamos aquí, porqué ahora mismo él habla con esos dos inútiles, vamos adivina.

Diversión era lo que sus ojos mostraban, con descaro Lev se restregó en él, jamás lo había visto tan feliz, una emoción muy extraña en aquel hombre que gozaba de las torturas constantes, escondió la cabeza en su cuello y pudo sentir que soltaba sus manos para colocarlas debajo de su cintura, apresando cómo una serpiente hambrienta, no entendía bien el mensaje que trataba de darle y una vez más hablo, escondido en su cuello, oliendo el aroma de su cabello y apretando con delicadeza su cintura, solo podía ver el techo de aquel sótano, no comprendía bien.

— Puedo decir que estoy feliz, ja.

"Un niño. Se está comportando como un niño en navidad."

La extrañes y el desconcierto crecían con cada bombeo de su corazón, se sentía extraño, pensó que lo mordería o que golpearía su cuerpo por haberlo ofendido pero en cambio, ahí estaban, acostados en una camilla como dos tontos risueños por las mejores noticias del mundo, aunque el no se reía de nada.

— Quien diría que aparte de tu cuerpo podía sacar algo de provecho de tu putrida vida, o mejor aún, de la vida de nuestro bastardo.

— Que... — la extrañes le obligó a murmurar quedito, Lev salió de su escondite para verle el rostro, atónito y cegado, le miraba buscando las respuestas a semejante situación. — No entiendo.

— Estoy diciendo mi ángel orgasmico que estás delante del padre de tú futuro hijo y que gracias a esto, podemos matar a Antón, Boris y adueñarnos del territorio, no más zona neutra, no más ganancias del 25% ni tratos baratos con policías ineptos cómo tú primo, estoy hablando de tener el control de toda la puta nación Damien, y eso gracias a ti.

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