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Huyendo

Capítulo 01 - Ultima tarde

Mi nombre es Sara y tengo 25 años, soy maestra de preescolar, estoy casada y tengo una hermosa niña de 2 años que se llama Andrea.

Mi esposo y yo tenemos 5 años de feliz matrimonio, él tiene una tienda de venta de repuestos para autos y en ocasiones compra y vende autos, a pesar de no ser millonarios llevamos una vida cómoda.

Hace un año compramos nuestra casa, en realidad él la compró y la puso a nombre mío y de la niña, le estamos haciendo algunas remodelaciones para adaptarla a nosotros.

Hace unos meses cumplí años y mi esposo me regalo un auto, no era del año, pero para mí era bastante funcional y me encanta mi carrito, me lleva y me trae a donde necesito.

Siento que he encontrado la felicidad y estoy viviendo una vida que muchas desearían, tengo un hombre que me adora, un empleo que me encanta y una hija hermosa que cada vez muestra su gran inteligencia a pesar de ser tan pequeña.

Hoy salimos a comer y llegamos tarde a casa, pasamos a ver a Andrea que estaba dormida en su habitación y nos fuimos a la nuestra, luego de una maravillosa sesión de sexo nos quedamos dormidos.

No sé que hora era cuando escuché ruidos en la parte de abajo de la casa, desperté a Manuel y le dije lo que estaba sucediendo, él salió de la habitación y regreso demasiado asustado.

-Sara debajo del colchón de la cama de Andrea hay una bolsa con dinero, trata de meterlo en el pañal de la niña y huye - decía rápidamente mirándome a los ojos

-No entiendo nada, ¿qué está sucediendo? - pregunté casi histérica

-No puedo decirte y es por tu seguridad, corre y protege a nuestra hija - me llevo a la habitación de nuestra hija y me dejó allí

Yo vi a alguien entrar a nuestra habitación y hablar con mi esposo, para luego escuchar dos detonaciones con silenciador, quería gritar pero de mi garganta no salía ningún ruido.

Hice lo que me dijo y busque el dinero debajo del colchón sin despertar a mi pequeña, encontré una pequeña bolsa transparente con dinero y la coloqué en su pañal, de pronto alguien entró a la habitación y se acercó a mí, tenía un pasamontañas tapando su rostro.

Se acercó a mí y lo vi a los ojos, conocía esos ojos, se descubrió la cara y era Alex un antiguo novio del colegio.

-Sara, nos volvemos a encontrar - su expresión me daba miedo

-¿Me... Me vas a asesinar? - pregunté casi sin fuerzas

-No, por ahora, te debo la vida, aún recuerdo esa vez que me escondiste en tu casa por días y cuidaste mis heridas, si no hubiera sido por ti me hubieran encontrado y estaría muerto, así que en lo que salgan los primeros rayos del sol te vas a ir de aquí, no te lleves nada, cambia tu nombre y el de tu hija, no vuelvas nunca, ya que si lo haces me voy a ver en la obligación de terminar lo que vine a hacer - a pesar de que relajó su rostro aún daba miedo

-No sé qué decirte -

-No digas nada, bueno un gracias sería perfecto, ya sabes si vuelvo a ver tu hermoso rostro no seré tan benevolente - su voz sonaba tal cual la recordaba

-Gracias -

-Espero no volver a verte y... Ese día no te di las gracias, esta es mi manera de agradecerte - se levantó y se fue silenciosamente

Me quedé en el mismo lugar por horas hasta que comencé a ver salir los primeros rayos del sol, tomé a Andrea con una manta y salí de la casa por la parte de atrás.

Pasé por una tienda 24 horas y le compré a Andrea las cosas que necesitaría para el viaje, salí del país sin ningún tipo de documentos y con mi pequeña, decidí llegar a Brasil, ya que conocía el idioma y había ido a vacacionar allá, así que conocía un poco el idioma.

Tenía dinero pero no era como para vivir por un periodo prolongado de tiempo, creo que Manuel había guardado esa cantidad únicamente para escapar.

Fue difícil llegar a Brasil sin documentos, pero logré y casi no tenía dinero, ya que había tenido que pagar mucho en las fronteras para poder pasar con mi pequeña sin papeles.

Logré llegar a río de janeiro, alquile una habitación en un barrio pobre de la ciudad e inscribí a mi pequeña en una guardería para poder buscar empleo.

La situación en ese país fue sumamente difícil, me costó mucho encontrar un trabajo honrado, ya que lo único que me ofrecían era trabajo como prostituta o como mula, así que mi dinero poco a poco se iba acabando, me estaba comenzando a desesperar.

Como no encontraba una solución pensé en dejar a  mi pequeña en un orfanato, si tenía que prostituirme no dejaría que mi pequeña me viera en ese estado, lloraba cada noche esperando que no tuviera que llegar a ese extremo.

Ya estaba desesperada y hoy se me vence el alquiler de la habitación, así que luego de que mi pequeña comiera iba  pasar la tarde con ella, ya había visto el lugar donde la dejaría, así que había planeado pasar la última tarde con ella y después la dejaría en el orfanato para comenzar mi vida como prostituta, debía trabajar todo lo que pudiera para recuperar a mi pequeña.

Cuando estaba con ella en el parque podía ver sus ojitos emocionados por los juegos que había allí, ella quería jugar con los niños más grandes pero era imposible que les siguiera su ritmo, mis lagrimas caían de a poco pero no dejaba que me ella viera la tristeza en mi rostro.

Capitulo 2 - Empleo

Estaba cayendo la tarde y ya los niños comenzaban a irse en compañía de las personas que los habían traído al parque, cuando a lo lejos veo a un pequeño llorar, tendría unos cuatro años, era moreno, cabellos negros y unos ojos color miel que resaltaban en ese hermoso rostro.

Sus lágrimas caían y solo se escuchaba que llamaba a su mamá, me acerqué a él en compañía de mi bebé y comenzaron a jugar los dos como si se conocieran de toda la vida, ya había pasado más de una hora y la madre del niño no aparecía.

-¿Por casualidad sabes llegar a tu casa? – el niño asintió y le dije que me indicara el camino

Mil cosas pasaban por mi mente, como era posible que una madre dejara a su pequeño sólo a estas horas, podía pasarle algo y el niño se notaba que era muy inteligente, pocos niños saben el camino de vuelta a su casa.

Luego de caminar varias cuadras el pequeño me dijo que habíamos llegado, era una casa enorme y se notaba que las personas que vivían allí eran adineradas, la casa era hermosa y se notaba que estaba muy bien cuidada, por lo que pasamos el jardín y llegamos a la puerta para tocar el timbre.

Casi de inmediato abrió la puerta una señora mayor que me vio con mala cara y cuando vio al pequeño se espantó.

-Niño Estefan ¿Qué hace usted con el niño? – me dijo casi en un grito

-Lo encontré sólo en el parque y lo acompañé hasta aquí – la mujer me quitó al niño de la mano con rudeza

-¿Qué sucede aquí? – venia llegando un hombre de tez bronceada, sus ojos era iguales a los del pequeño un color miel que resaltaba ante unas cejas pobladas y un rostro digno de una portada de revista

-Papiiiii – grito el pequeño mientras corría a los brazos de su padre

El hombre se agachó y abrazó al niño, este le contó en ese idioma de los niños que solo sus padres entienden que había ido al parque con su mamá y que yo lo ayude a regresar porque no encontraba a su mamá.

El hombre me miró de arriba abajo, obviamente la ropa que tenia puesta demostraba mi carencia económica, pasó a la casa y la mujer que me había abierto la puerta estaba cerrando cuando el hombre habló.

-¿Cómo se te ocurre dejar a esa mujer afuera? No escuchaste que ayudó a Estefan a llegar a casa, ¿Dónde está mi esposa? – con una seña de la mano me dijo que pasara

Ya mi pequeña se había quedado dormida de tanto jugar en el parque y Estefan me lanzaba los brazos para que los cargara a él también, lo cual era un poco difícil en ese momento.

La empleada le explicó que la señora había salido con el niño en horas del mediodía y no había regresado, además había despedido a la niñera y no había dejado que nadie la acompañara para el paseo con el niño.

Me senté en un mueble que estaba cerca y Estefan se sentó en una de mis piernas mientras Andrea estaba en la otra, quedándose profundamente dormido, así que tenia a un niño en cada uno de mis brazos profundamente dormidos.

El hombre me miró con una ternura que hace tiempo no veía en la mirada de ningún hombre, últimamente todos me veían como un pedazo de carne al que le podían sacar algo y ese era el por que de mi idea de dejar a mi niña en un orfanato.

-¿Tienes empleo? – preguntó con esa voz varonil que deleitaba mis oídos

-No señor –

-¿Has trabajado en algún momento como niñera? Al parecer mi pequeño se la lleva muy bien contigo, suele ser arisco con todo el que se le acerca pero contigo es distinto – veía como acariciaba la mejilla del pequeño

-En donde vivía trabajaba como maestra de preescolar así que tengo experiencia con los niños – sonreí al recordar esa época de mi vida

-¿Puede comenzar a trabajar ahora mismo? Necesito con urgencia una niñera tiempo completo para Estefan, no sé si deba hablarlo con su esposo antes –

-Soy viuda, tendría que quedarse mi niña aquí también ¿eso se podría? No quisiera apartarme de ella – el hombre sonrío y puedo decir que tenía una sonrisa muy hermosa

-Me parece bien, entonces déjeme ayudarla a llevar a mi príncipe a su cuarto y así le indico cual será su habitación – cargó al niño levantándolo de mis brazos y su roce m causó un escalofrió que no puedo explicar

-¿No habrá problema con su esposa? Como usualmente somos las mujeres quienes contratamos a la persona que va a cuidar a los niños – vi como se sobresaltaba y se ponía serio colocándose frente a mí

-Esa mujer no tiene derecho de refutar alguna orden que yo haya dado en esta casa, el único que puede despedirla soy yo y si no puede cuidar a su hijo de 4 años en un simple paseo ¿usted cree que pueda escoger a alguien para que lo cuide? Además mi esposa está enferma y eso lo notará en su estadía en esta casa, recuérdelo y téngalo en cuenta solo yo puedo despedirla… no le pregunte su nombre – decía mientras me miraba fijo a los ojos

-Samanta, ese es mi nombre y lo tendré en cuenta señor… - no había pensado que nombre decir y ese fue el primero que se me vino a la mente, el nombre mi madre

-Eleazar, mi nombre es Eleazar Medina – me dio la mano presentándose

Llegamos a la habitación, yo cambié al niño de ropa mientras Eleazar me explicaba donde estaba cada cosa en su habitación y me indicaba donde estaba la mía, mi pequeña se quedó profundamente dormida en la cama de nuestra nueva habitación mientras yo la veía dormir.

Mis lagrimas corrían por mi rostro en cascada y trataba de no dejar que mi llanto se escuchara para que los niños no se despertaran, estaba en mi habitación agradeciendo al universo de haber conspirado para que encontrara este empleo y este techo para poder quedarme al lado de mi hija.

Capitulo 3 – Un mes

En la habitación había un uniforme, así como un baño privado, por lo que después de revisar que los niños dormían me di una ducha, necesitaba relajarme y terminar de botar este llanto que tenia acumulado en mi alma desde hace meses.

Salí y me puse el uniforme ya que no tenía nada más que ponerme, luego de sacra mi cabello me acosté al lado de mi hija, debía pensar que nombre le pondría de ahora en adelante, de esa noche lo que más recuerdo fueron esas palabras “cambia tu nombre y el de tu hija”, ese hombre me estaba dando una nueva oportunidad y debía aprovecharla.

Su nombre era Andrea Alexandra y como de cariño la llamaba por su segundo nombre la llamaría Alexia, ahora necesito un apellido y documentos, debía conservar este empleo, sabía que todo había sido apresurado, pero en algún momento me pedirían mis papeles.

Me quedé dormida armando un plan para poder conseguir lo que necesitaba, no sé qué hora era  cuando escuché una bulla fuera de la habitación, eran dos personas discutiendo, abrí un poco la puerta y era el Sr. Eleazar acompañado de una mujer, era hermosa, cabello rubio largo, unos ojos azules del color del mar y bastante delgada, aunque su rostro la acompañaban unas ojeras enormes.

Escuchaba al hombre reclamarle que había dejado solo al niño por irse a beber o a hacer quien sabe que, la mujer se hacia la ofendida, decía que el niño se le había escapado y había llegado de madrugada buscándolo, en su voz se notaba que estaba ebria.

La pelea iba subiendo de tono y llegó el momento en que ella quiso ir a ver si el niño estaba bien, el no la dejaba, así que comenzó a gritar el nombre del pequeño y fui a la habitación viendo que aun dormía, en ese momento abrió la puerta y me miró con cara de odio.

-¿Quién demonio eres tú? ¿Otra de las amantes de mi marido? – decía mientras arrastraba las palabras

-Soy la nueva niñera señora, no grite va a despertar al pequeño – su cara era de odio puro

-Tú no me vas a venir a decir que hacer en mi casa y ese es mi hijo, lo despierto las veces que me dé la gana – en ese momento entró su esposo sacándola a rastras de la habitación

El pequeño Estefan había comenzado a despertarse pero suavemente lo hice dormir otra vez, se escuchó un portazo y todo volvió a la normalidad, después de eso no podía dormir, así que estaba en la habitación de Estefan cuando su padre entró suavemente y al verme allí se asustó.

-Disculpe por asustarlo, el niño se había despertado y estaba esperando que se durmiera nuevamente – le dije en un susurro no quería despertar al pequeño

-No se preocupe, disculpe usted por el comportamiento de mi esposa, como le dije está enferma y suele tener estas explosiones – su cara denotaba tristeza

-Vaya a descansar que yo voy a estar al pendiente de su hijo –

-Muchas gracias y mañana concretaremos lo de su contratación – le dio un beso al niño y salió de la habitación

Se notaba que quería mucho a su hijo y yo aun seguía dándole vueltas a la cabeza para ver que hacía con respecto a mis papeles, hasta que el sueño me ganó y me quedé dormida, al día siguiente la primera en despertarse fue mi hija, al parecer Estefan es más dormilón, por lo que aproveché y le di un baño a mi niña para colocarle una muda de ropa que  siempre cargo en la pañalera para ella y lavé la ropa que acababa de quitarle.

Luego de un rato Estefan se despertó y lo bañé, le cambié su ropa para bajarlo a desayunar, me presenté ante las empleadas de la cocina y todas se portaron de la mejor manera conmigo, la púnica que me veía por encima del hombro era aquella mujer que me abrió la puerta el día anterior, escuché que se llamaba Berta y era el ama de llaves de la casa, en otras palabras la jefa de la servidumbre.

-No creo que sea buena idea que esa chiquilla comparta con el jovencito de la casa – dijo con toda su mala vibra mientras le daba de comer a los dos niños

-Eso no es algo de tu incumbencia – escuché una voz masculina detrás de mí y pude notar como la mujer bajaba la mirada

-Buenos días señor, disculpe mi intromisión – fue lo único que dijo y salió de la oficina

El niño se alegró muchísimo cuando vio entrar a su padre a la cocina y casi que iba a dejar la comida a medias, pero este lo obligó a seguir comiendo, se sentó a mi lado y terminó de darle la comida, mientras yo alimentaba a mi hija.

Cuando terminaron me dijo que fuéramos a su despacho para hablar de mis labores, así que él se llevó al niño en sus brazos y yo a mi pequeña, llegamos y me sorprendí enormemente ya que parecía más un área de juegos que una oficina, había juguetes esparcidos por toda el área, así que al poner a los niños en el piso inmediatamente se pusieron a jugar.

Me pidió mi nombre y apellido así como los datos de mi pequeña y llegó el momento que tanto temía me pidió mis documentos, a lo que sólo se me ocurrió decir la verdad a medias.

-Sr. Medina yo estoy de manera ilegal en este país, así que no tengo documentos – me miró algo extrañado

-Cuénteme su historia, a ver en que la puedo ayudar – debía seguir diciendo mentiras a medias

-Mi esposo murió hace unos meses en un asalto a la tienda en la que trabajaba, puse la denuncia por lo que había sucedido, luego de eso los culpables comenzaron a amedrentarme y tuve que huir de mi país, llegué aquí porque durante mi luna de miel estuve un tiempo en esta ciudad y pensaba que la conocía, así que aquí estoy con mi hija tratando de conseguir un empleo para sobrevivir – no sé porque pero cada vez que ese hombre me mira fijamente siento que me desarma

-Me gusta la interacción que tiene con su hija y mucho más la que tiene con mi hijo, vamos a darle un mes de prueba, si en ese tiempo veo que Estefan se adapta a usted yo veré que hago con el tema de sus documentos – era lo que necesitaba, por lo menos tenía un mes con comida y un techo para mi pequeña, no quería hacerme falsas ilusiones pero un mes era un mes

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